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"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 29. • 1, 2, 3 ... 15 ... 29
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
aahhhy ya quiero que se vuelvan a ver
me encanto
seguila!!!
me encanto
seguila!!!
Let's Go
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
CAP CAP CAP CAP CAP
CAP CAP CAP CAP
CAP CAP CAP
CAP CAP
CAP
:)
CAP CAP CAP CAP
CAP CAP CAP
CAP CAP
CAP
:)
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 3
A Joseph no le extrañó que Kevin lo llamara un jueves a la una de la madrugada. Ellos dos solían hablar mucho y, como Kevin viajaba tanto, a menudo lo hacían a horas raras. Lo que sí le extrañó fue el motivo de su llamada: ______.
Hacía once años que no la veía. Era la hermana preferida de Kevin y siempre que Joseph estaba con ella se sentía incómodo, era como si pudiera leerle el pensamiento.
Al principio de vivir en Inglaterra, incluso había llegado a echarla de menos. Vaya tontería. La recordaba pequeña, delgada, con los ojos más grandes y más oscuros que había visto nunca, y muy tremenda. Era un caos, se caía continuamente, se olvidaba de las cosas y tenía una conversación imposible de seguir, al menos cuando estaba con él.
Siempre se acordaría del día en que él cumplió diecisiete años. Sus padres se estaban peleando, como de costumbre, y optó por ir a casa de Kevin. Ya no se le pasaba por la cabeza llamar antes, sabía que allí siempre era bien recibido, así que cogió sus cosas y se fue para allá. Era verano, y cuando llegó a la casa sólo encontró a ______. Estaba en el jardín, leyendo un libro, como siempre; levantó la vista y lo miró a los ojos. Él nunca supo que fue lo que ella vio en ellos, pero su cara cambió de golpe y se puso de pie.
—Joseph, ¿estás bien? —preguntó levantando una ceja por encima de las gafas. Por aquel entonces llevaba todavía las gafas.
—Sí, claro —carraspeó él—. ¿Dónde está Kev ? —¿Cómo podía ser que una niña de trece años pudiese ponerlo tan nervioso?
—En la playa —contestó ella acercándosele—. Todos están allí.
—¿Y tú qué haces aquí? —Él se apartó y se sentó en el escalón que separaba la casa del jardín.
—Yo, bueno. —______ se sonrojó—. Estaba leyendo y... no me gusta leer en la playa; el viento, la arena, el sol. —Parecía como si se estuviera justificando—. Además, la playa no se moverá, mañana seguirá allí mismo, y yo necesitaba saber cómo acababa el libro.
—¿Qué libro es? —preguntó él.
—Charlie y la fábrica de chocolate. ¿Lo has leído?
—No, creo que no. ¿Es el de los niños que ganan el sorteo de las chocolatinas?
—Sí.
—Pues no, no lo he leído.
Ella volvía a estar a su lado, y lo miraba de una manera extraña.
—¿Qué?
—Acabo de acordarme de una cosa —dijo ______ sin apartarse.
Él la miró extrañado.
—Hoy es tu cumpleaños.
—¿Y?
—Nada. Felicidades.
______ se acercó a él para darle un beso en la mejilla, pero Joseph giró la cabeza para que sus labios encontraran los de ella. Siendo sincero consigo mismo, todavía no tenía ni idea de por qué lo había hecho; tal vez una parte de él quería sentir que alguien lo quería, que para alguien, él era especial. Fue una tontería, pero aún se acordaba del vuelco que le dio el corazón al sentir los inexpertos labios de ella bajo los suyos. Fue una leve caricia y ______ en seguida se apartó. Joseph se sonrojó de la cabeza a los pies.
Él sabía que en aquella familia se besaban a la más mínima y nunca había entendido el porqué. La verdad era que al principio esa costumbre lo incomodaba un poco; en su casa nunca se besaban, ni siquiera se abrazaban. Mientras que los Martí eran muy cariñosos. Con los años, ya se había acostumbrado; ya no le sorprendía ver a Elizabeth y a Edward dándose un beso, ni que Álex y Kevin se abrazaran después de insultarse, pero aun así nunca lograría acostumbrarse a ser él el que recibiera esas muestras de cariño. Cada vez que la madre de kev le abrazaba, no sabía dónde poner las manos y cuando se apartaba tenía miedo de que todos notaran que él no sabía hacerlo, que no sabía ser cariñoso. Pero el beso de ______ lo sacudió, tuvo ganas de llorar y aún entonces, once años después, se acordaba de lo dulce que había sido ese momento.
—Gracias —consiguió responder él—. Eres la primera persona que me felicita.
—Me alegro —dijo ella—. ¿Vas a ir a la playa o prefieres esperar aquí? —______ volvió a coger el libro y siguió leyendo.
—Esperaré aquí. ¿Te molesto? —preguntó él tumbándose en la hamaca que había en el jardín.
—No —contestó ella sin levantar la vista.
Él se quedó mirándola. Era curioso, había salido de su casa con ganas de matar a alguien y, tras hablar con ella unos minutos, ya se había olvidado de sus padres, de sus gritos, de su tristeza.
—Ya está —exclamó ______ sacándolo de su ensimismamiento. No sabía si habían pasado diez minutos o dos horas.
—¿El qué?
—El libro. Lo he terminado. —Se levantó y se acercó a la hamaca en la que él estaba tumbado—. Toma, te lo regalo. —Ella le dio el libro y al ver que él la miraba sorprendido, añadió—: ¿Es tu cumpleaños, no? —Lo besó en la mejilla y se fue.
Con el recuerdo de ese beso tan inocente, se durmió y no se despertó hasta que el bruto de Kevin lo duchó por completo con el agua helada de la manguera para felicitarlo.
A partir de ese verano las cosas cambiaron mucho. Sus padres iniciaron ya los trámites definitivos del divorcio, y la vida de Joseph se convirtió en un infierno hasta que por fin se fue a vivir a Inglaterra, con su abuela. Toda la familia Martí se despidió de él, lo abrazaron y le dijeron que siempre sería bien recibido. Nunca volvió a esa casa, ni tampoco a ese pueblo, pero él y Kevin habían seguido siendo amigos; de hecho, Kevin era su mejor amigo. Y Charlie y la fábrica de chocolate estaba guardado en el primer cajón del escritorio de su despacho.
Hacía años que no se acordaba de ese beso ni de ese verano, ¿por qué diablos lo había hecho ahora?
Bueno, tampoco tenía demasiada importancia, ______ no llegaría hasta dentro de unas semanas y seguro que ella ni lo recordaba. La trataría como si fuera su hermana, lástima que no tuviese ninguna; la ayudaría en el trabajo y se esforzaría para que se sintiese a gusto durante los meses que pasara en Londres. Después de lo bien que esa familia se había portado con él, era lo mínimo que podía hacer.
A Joseph no le extrañó que Kevin lo llamara un jueves a la una de la madrugada. Ellos dos solían hablar mucho y, como Kevin viajaba tanto, a menudo lo hacían a horas raras. Lo que sí le extrañó fue el motivo de su llamada: ______.
Hacía once años que no la veía. Era la hermana preferida de Kevin y siempre que Joseph estaba con ella se sentía incómodo, era como si pudiera leerle el pensamiento.
Al principio de vivir en Inglaterra, incluso había llegado a echarla de menos. Vaya tontería. La recordaba pequeña, delgada, con los ojos más grandes y más oscuros que había visto nunca, y muy tremenda. Era un caos, se caía continuamente, se olvidaba de las cosas y tenía una conversación imposible de seguir, al menos cuando estaba con él.
Siempre se acordaría del día en que él cumplió diecisiete años. Sus padres se estaban peleando, como de costumbre, y optó por ir a casa de Kevin. Ya no se le pasaba por la cabeza llamar antes, sabía que allí siempre era bien recibido, así que cogió sus cosas y se fue para allá. Era verano, y cuando llegó a la casa sólo encontró a ______. Estaba en el jardín, leyendo un libro, como siempre; levantó la vista y lo miró a los ojos. Él nunca supo que fue lo que ella vio en ellos, pero su cara cambió de golpe y se puso de pie.
—Joseph, ¿estás bien? —preguntó levantando una ceja por encima de las gafas. Por aquel entonces llevaba todavía las gafas.
—Sí, claro —carraspeó él—. ¿Dónde está Kev ? —¿Cómo podía ser que una niña de trece años pudiese ponerlo tan nervioso?
—En la playa —contestó ella acercándosele—. Todos están allí.
—¿Y tú qué haces aquí? —Él se apartó y se sentó en el escalón que separaba la casa del jardín.
—Yo, bueno. —______ se sonrojó—. Estaba leyendo y... no me gusta leer en la playa; el viento, la arena, el sol. —Parecía como si se estuviera justificando—. Además, la playa no se moverá, mañana seguirá allí mismo, y yo necesitaba saber cómo acababa el libro.
—¿Qué libro es? —preguntó él.
—Charlie y la fábrica de chocolate. ¿Lo has leído?
—No, creo que no. ¿Es el de los niños que ganan el sorteo de las chocolatinas?
—Sí.
—Pues no, no lo he leído.
Ella volvía a estar a su lado, y lo miraba de una manera extraña.
—¿Qué?
—Acabo de acordarme de una cosa —dijo ______ sin apartarse.
Él la miró extrañado.
—Hoy es tu cumpleaños.
—¿Y?
—Nada. Felicidades.
______ se acercó a él para darle un beso en la mejilla, pero Joseph giró la cabeza para que sus labios encontraran los de ella. Siendo sincero consigo mismo, todavía no tenía ni idea de por qué lo había hecho; tal vez una parte de él quería sentir que alguien lo quería, que para alguien, él era especial. Fue una tontería, pero aún se acordaba del vuelco que le dio el corazón al sentir los inexpertos labios de ella bajo los suyos. Fue una leve caricia y ______ en seguida se apartó. Joseph se sonrojó de la cabeza a los pies.
Él sabía que en aquella familia se besaban a la más mínima y nunca había entendido el porqué. La verdad era que al principio esa costumbre lo incomodaba un poco; en su casa nunca se besaban, ni siquiera se abrazaban. Mientras que los Martí eran muy cariñosos. Con los años, ya se había acostumbrado; ya no le sorprendía ver a Elizabeth y a Edward dándose un beso, ni que Álex y Kevin se abrazaran después de insultarse, pero aun así nunca lograría acostumbrarse a ser él el que recibiera esas muestras de cariño. Cada vez que la madre de kev le abrazaba, no sabía dónde poner las manos y cuando se apartaba tenía miedo de que todos notaran que él no sabía hacerlo, que no sabía ser cariñoso. Pero el beso de ______ lo sacudió, tuvo ganas de llorar y aún entonces, once años después, se acordaba de lo dulce que había sido ese momento.
—Gracias —consiguió responder él—. Eres la primera persona que me felicita.
—Me alegro —dijo ella—. ¿Vas a ir a la playa o prefieres esperar aquí? —______ volvió a coger el libro y siguió leyendo.
—Esperaré aquí. ¿Te molesto? —preguntó él tumbándose en la hamaca que había en el jardín.
—No —contestó ella sin levantar la vista.
Él se quedó mirándola. Era curioso, había salido de su casa con ganas de matar a alguien y, tras hablar con ella unos minutos, ya se había olvidado de sus padres, de sus gritos, de su tristeza.
—Ya está —exclamó ______ sacándolo de su ensimismamiento. No sabía si habían pasado diez minutos o dos horas.
—¿El qué?
—El libro. Lo he terminado. —Se levantó y se acercó a la hamaca en la que él estaba tumbado—. Toma, te lo regalo. —Ella le dio el libro y al ver que él la miraba sorprendido, añadió—: ¿Es tu cumpleaños, no? —Lo besó en la mejilla y se fue.
Con el recuerdo de ese beso tan inocente, se durmió y no se despertó hasta que el bruto de Kevin lo duchó por completo con el agua helada de la manguera para felicitarlo.
A partir de ese verano las cosas cambiaron mucho. Sus padres iniciaron ya los trámites definitivos del divorcio, y la vida de Joseph se convirtió en un infierno hasta que por fin se fue a vivir a Inglaterra, con su abuela. Toda la familia Martí se despidió de él, lo abrazaron y le dijeron que siempre sería bien recibido. Nunca volvió a esa casa, ni tampoco a ese pueblo, pero él y Kevin habían seguido siendo amigos; de hecho, Kevin era su mejor amigo. Y Charlie y la fábrica de chocolate estaba guardado en el primer cajón del escritorio de su despacho.
Hacía años que no se acordaba de ese beso ni de ese verano, ¿por qué diablos lo había hecho ahora?
Bueno, tampoco tenía demasiada importancia, ______ no llegaría hasta dentro de unas semanas y seguro que ella ni lo recordaba. La trataría como si fuera su hermana, lástima que no tuviese ninguna; la ayudaría en el trabajo y se esforzaría para que se sintiese a gusto durante los meses que pasara en Londres. Después de lo bien que esa familia se había portado con él, era lo mínimo que podía hacer.
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
andreita escribió:nueva lectora
se ve buena
la nove
siguee
bienvenida espero te siga gustando la nove
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ellos se besaron cuando peques???
que hermosooooo
ya queiro que seencuntren
que hermosooooo
ya queiro que seencuntren
andreita
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
q lindo!!!!!
joe y la rayis se la llevaban bn...y a elle gustaba...eso de q se da un vuelco el coarazon asi por q si...no señor eso e spor algo
sigue!!!!!!!!!!!!!
joe y la rayis se la llevaban bn...y a elle gustaba...eso de q se da un vuelco el coarazon asi por q si...no señor eso e spor algo
sigue!!!!!!!!!!!!!
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 4
Londres, tres semanas más tarde
Joseph se pasó toda la mañana revisando los últimos detalles de la edición de esa semana. The Whiteboard, la revista en la que trabajaba, empezaba a funcionar.
Había nacido como una pequeña publicación semanal independiente que contenía tanto artículos políticos como de economía o sociedad. Pertenecía a un grupo editorial especializado en periódicos y con The Whiteboard querían abrir una nueva línea de negocio. En un principio, no habían escatimado recursos, pero si no tenían beneficios pronto, tampoco dudarían en cerrarla. El director era Sam Abbot, uno de los mejores periodistas y editores del Reino Unido. Joseph llevaba años «soportándolo»; de hecho, se habían hecho amigos años atrás, cuando Sam lo rescató y le ofreció trabajo en el periódico que entonces dirigía. Cuando tomó las riendas de la revista, no dudó en confiarle a Joseph el cargo de editor jefe. Al principio, a Joseph le había entusiasmado la idea. Ahora seguía entusiasmándole, pero a menudo tenía la sensación de que toda su existencia se centraba en esa revista, y si algo le había enseñado su abuela era que la vida era mucho más que trabajo.
Tenía la sensación de que se le olvidaba algo, pero no lograba averiguar qué era; ¿llamar a su abuela? No, había hablado con ella el día anterior, y quedaron en llamarse el sábado. ¿Encontrarse con Jack en el gimnasio? Tampoco. Abrió la agenda del ordenador. ¡¡Mierda!! A las seis de la tarde, la hermana de Kevin llegaba al aeropuerto. ¿Qué hora era? Las cinco y media. Se levantó de un salto, cogió el abrigo y echó a correr. ¡Vaya desastre! Era imposible que llegara a tiempo, el primer día y ya iba a quedar mal con ______. ¡Típico de él! Rezó para que el avión llegara con retraso, pero con la suerte que tenía últimamente, seguro que incluso se adelantaría.
______ se despidió de sus padres y de su hermano mayor —por enésima vez— delante del control de pasaportes. Por suerte, sus otros hermanos no habían podido ir al aeropuerto, porque si llegan a estar todos allí, tal vez no habría subido al avión. Cuando por fin se sentó en su asiento, 22B, pasillo, sacó la libreta y un bolígrafo de su bolso. Siempre viajaba con una de esas libretas negras. Bueno, la verdad era que siempre llevaba una en el bolso. A pesar de haber estudiado diseño gráfico y de ser una enamorada de las nuevas tecnologías, creía que anotar sus pensamientos, o lo que era lo mismo, sus neuras, en una libreta era mucho más romántico.
En ese momento podría llenar todas las páginas con las preguntas y los miedos que la inundaban. Una parte de ella sabía que aceptar ese trabajo en Londres, aunque fuera sólo por seis meses, era lo mejor que podía hacer; en Barcelona no tenía nada, y era una oportunidad única de mejorar su currículum. Pero había otra parte de ella que tenía miedo de los cambios; tenía miedo de no hacer bien ese trabajo, tenía miedo de haberse equivocado y, sobre todo, tenía miedo de reencontrarse con Joseph. ¿Y si era aún más encantador que de adolescente y ella perdía la cabeza por él de nuevo? Empezó a escribir todo eso, y cuando la voz del piloto anunció que en diez minutos iban a aterrizar, se dio cuenta de que la cosa no era tan grave; no iba a pasar nada.
Seguro que aprendería mucho en el trabajo, haría nuevos amigos y conocería a fondo una ciudad que siempre le había encantado. Si las cosas no iban bien, siempre podía regresar. Total, Londres y Barcelona estaban a dos horas de avión, y había un montón de vuelos cada día. Esos seis meses no tenían por qué cambiar su vida en absoluto.
_______ descendió del avión sin prisa, nunca había logrado entender a esa gente que baja corriendo, aun a sabiendas de que todos van a tener que detenerse en el control de pasaportes. Llegó a la cinta y vio que su maleta todavía no estaba entre las afortunadas, pero por suerte no tardó demasiado en aparecer y a eso de las seis y media ya estaba plantada, esperando en mitad del aeropuerto. Su hermano le había dicho que Joseph iría a buscarla. Ella le dijo que no era necesario, que era perfectamente capaz de coger un taxi o un autobús y llegar sola al piso de él, pero Kevin le había recordado que Joseph era su mejor amigo, y que de ningún modo iba a permitir que su hermana tuviera que hacer todo ese periplo sola. Así que ______ empezó a observar a todos los hombres de unos 28 años que veía por allí. No, o Joseph había cambiado mucho desde las Navidades o aún no había llegado. Ella hacía once años que no le veía, pero su hermano había estado con él en Roma unos días antes de las fiestas navideñas. Sólo de pensar en esa fotografía de los dos juntos, ______ se sonrojó. Debería estar prohibido que el primer chico que te gusta y te ignora se convierta en uno de los hombres más atractivos que conoces. Pero en fin, seguro que sólo era fotogénico.
Joseph llegó a Heathrow exactamente a las siete. Una hora tarde. No sólo había encontrado tráfico, sino que además había tenido que pelearse por una plaza de aparcamiento. Se había puesto tan nervioso, que hasta había empezado a sudar, cosa que en Londres, en esa época del año, era casi imposible. Para ver si lograba calmarse un poco, se quitó la corbata, que sólo llevaba los días que tenía reunión, se desabrochó dos botones de la camisa y corrió hacia la terminal.
______ llevaba media hora allí de pie, sin rastro de Joseph, y al final decidió sentarse; le dolía un poco la espalda de arrastrar la maleta. Además, así podría buscar el móvil para llamarlo y decirle que ya había llegado. Tal vez estuviera esperándola en otra terminal. Pero al llegar al banco que había junto a una de las puertas automáticas se quedó paralizada. ¿Aquel chico que se pasaba las manos por el pelo e intentaba recuperar la respiración era Joseph? Imposible. Su teoría de la fotogenia se desmoronó por completo y ______ tuvo que hacer un esfuerzo por recordarse que tenía 24 años, no trece.
—¿Joseph?
Él se dio la vuelta y a ______ se le cortó la respiración.
—¿______? ¿Eres tú?
Ella tardó unos segundos en contestar. Su mente no paraba de repetirle: tranquila, imagina que estás hablando con Kevin. Pero le fue imposible. ______ siempre había pensado que, si volvía a verlo, sentiría como un revoloteo de mariposas en el estómago, pero en eso también se había equivocado. ¿Mariposas? Era como tener una estampida de búfalos en su interior. Se acordaba de que Joseph tenía los ojos ambar, pero se había olvidado de lo impactantes que eran, con esas vetas verdes en el iris. Era mucho más alto que ella, seguro que llegaba al metro noventa, como Kevin, y tenía los hombros más anchos que había visto nunca, al menos tan de cerca. Se acordó de que su hermano le había dicho que Joseph practicaba remo y en ese instante dio gracias al inventor de ese extraño deporte; Joseph tenía los brazos y la espalda más sexys del mundo. ______ decidió que lo mejor sería apartar la mirada de aquellos pectorales, pero eso tampoco ayudó mucho, pues el estómago y las piernas eran igual de impresionantes. Hizo un esfuerzo por controlar la estampida que corría desbocada por su interior y levantó la vista. Joseph seguía pasándose la mano por el pelo y le consoló ver que éste continuaba igual; cuando, al llevarlo demasiado largo, un mechón rebelde le caía sobre los ojos. Ahora lo llevaba corto, pero ese mechón seguía incordiándole. Sonrió, y cuando él le devolvió la sonrisa se acordó de que tenía que contestarle:
—Sí, soy yo. —Vio que él la miraba de un modo extraño—. ¿Estás bien? Pareces acalorado.
—Sí, claro. —Joseph tomó aliento—. Estoy bien, es sólo que he venido corriendo —respondió, aunque en realidad quería decir «Acabo de descubrir que la hermana de mi mejor amigo es la mujer más sexy que he visto en años»—. Siento haber llegado tarde.
—No te preocupes. —______ se encogió de hombros—. Supongo que aquí el tráfico es igual de horrible que en Barcelona.
—Peor. —Joseph sonrió, y se tranquilizó al ver que ella no estaba enfadada—. ¿Esta maleta es todo tu equipaje? —le preguntó señalando su maleta azul.
—Sí. —Al ver que él no decía nada más, ella añadió—: Pesa mucho, pero es muy fácil de arrastrar, ¿ves? —Dio un empujoncito a la maleta. Si no mantenía la mente ocupada, no lograría calmar a los búfalos.
—No te preocupes. Yo la llevo. —Joseph cogió el asa—. Pero antes que nada, bienvenida a la capital del imperio británico. —Y agachándose, le dio un beso en cada mejilla.
______ se quedó inmóvil. Aquellos dos besos fueron una tontería, los típicos besos con los que se saluda a alguien en las bodas, o cuando hace tiempo que no se ve a un amigo, o cuando felicitas a una amiga por su cumpleaños. Una tontería. Pero los búfalos volvieron a descarriarse. Olía muy bien.
—Gracias —respondió ella fingiendo no haberse inmutado—. Y gracias por venir a buscarme. No hacía falta que te molestaras.
—Claro que hacía falta. ¿Acaso quieres que Kevin me mate la próxima vez que nos veamos? —añadió él con una sonrisa—. Además, no es ninguna molestia. Vamos, seguro que estás cansada.
Bueno chicas alfin se reencontraron espero les guste el cap
Londres, tres semanas más tarde
Joseph se pasó toda la mañana revisando los últimos detalles de la edición de esa semana. The Whiteboard, la revista en la que trabajaba, empezaba a funcionar.
Había nacido como una pequeña publicación semanal independiente que contenía tanto artículos políticos como de economía o sociedad. Pertenecía a un grupo editorial especializado en periódicos y con The Whiteboard querían abrir una nueva línea de negocio. En un principio, no habían escatimado recursos, pero si no tenían beneficios pronto, tampoco dudarían en cerrarla. El director era Sam Abbot, uno de los mejores periodistas y editores del Reino Unido. Joseph llevaba años «soportándolo»; de hecho, se habían hecho amigos años atrás, cuando Sam lo rescató y le ofreció trabajo en el periódico que entonces dirigía. Cuando tomó las riendas de la revista, no dudó en confiarle a Joseph el cargo de editor jefe. Al principio, a Joseph le había entusiasmado la idea. Ahora seguía entusiasmándole, pero a menudo tenía la sensación de que toda su existencia se centraba en esa revista, y si algo le había enseñado su abuela era que la vida era mucho más que trabajo.
Tenía la sensación de que se le olvidaba algo, pero no lograba averiguar qué era; ¿llamar a su abuela? No, había hablado con ella el día anterior, y quedaron en llamarse el sábado. ¿Encontrarse con Jack en el gimnasio? Tampoco. Abrió la agenda del ordenador. ¡¡Mierda!! A las seis de la tarde, la hermana de Kevin llegaba al aeropuerto. ¿Qué hora era? Las cinco y media. Se levantó de un salto, cogió el abrigo y echó a correr. ¡Vaya desastre! Era imposible que llegara a tiempo, el primer día y ya iba a quedar mal con ______. ¡Típico de él! Rezó para que el avión llegara con retraso, pero con la suerte que tenía últimamente, seguro que incluso se adelantaría.
______ se despidió de sus padres y de su hermano mayor —por enésima vez— delante del control de pasaportes. Por suerte, sus otros hermanos no habían podido ir al aeropuerto, porque si llegan a estar todos allí, tal vez no habría subido al avión. Cuando por fin se sentó en su asiento, 22B, pasillo, sacó la libreta y un bolígrafo de su bolso. Siempre viajaba con una de esas libretas negras. Bueno, la verdad era que siempre llevaba una en el bolso. A pesar de haber estudiado diseño gráfico y de ser una enamorada de las nuevas tecnologías, creía que anotar sus pensamientos, o lo que era lo mismo, sus neuras, en una libreta era mucho más romántico.
En ese momento podría llenar todas las páginas con las preguntas y los miedos que la inundaban. Una parte de ella sabía que aceptar ese trabajo en Londres, aunque fuera sólo por seis meses, era lo mejor que podía hacer; en Barcelona no tenía nada, y era una oportunidad única de mejorar su currículum. Pero había otra parte de ella que tenía miedo de los cambios; tenía miedo de no hacer bien ese trabajo, tenía miedo de haberse equivocado y, sobre todo, tenía miedo de reencontrarse con Joseph. ¿Y si era aún más encantador que de adolescente y ella perdía la cabeza por él de nuevo? Empezó a escribir todo eso, y cuando la voz del piloto anunció que en diez minutos iban a aterrizar, se dio cuenta de que la cosa no era tan grave; no iba a pasar nada.
Seguro que aprendería mucho en el trabajo, haría nuevos amigos y conocería a fondo una ciudad que siempre le había encantado. Si las cosas no iban bien, siempre podía regresar. Total, Londres y Barcelona estaban a dos horas de avión, y había un montón de vuelos cada día. Esos seis meses no tenían por qué cambiar su vida en absoluto.
_______ descendió del avión sin prisa, nunca había logrado entender a esa gente que baja corriendo, aun a sabiendas de que todos van a tener que detenerse en el control de pasaportes. Llegó a la cinta y vio que su maleta todavía no estaba entre las afortunadas, pero por suerte no tardó demasiado en aparecer y a eso de las seis y media ya estaba plantada, esperando en mitad del aeropuerto. Su hermano le había dicho que Joseph iría a buscarla. Ella le dijo que no era necesario, que era perfectamente capaz de coger un taxi o un autobús y llegar sola al piso de él, pero Kevin le había recordado que Joseph era su mejor amigo, y que de ningún modo iba a permitir que su hermana tuviera que hacer todo ese periplo sola. Así que ______ empezó a observar a todos los hombres de unos 28 años que veía por allí. No, o Joseph había cambiado mucho desde las Navidades o aún no había llegado. Ella hacía once años que no le veía, pero su hermano había estado con él en Roma unos días antes de las fiestas navideñas. Sólo de pensar en esa fotografía de los dos juntos, ______ se sonrojó. Debería estar prohibido que el primer chico que te gusta y te ignora se convierta en uno de los hombres más atractivos que conoces. Pero en fin, seguro que sólo era fotogénico.
Joseph llegó a Heathrow exactamente a las siete. Una hora tarde. No sólo había encontrado tráfico, sino que además había tenido que pelearse por una plaza de aparcamiento. Se había puesto tan nervioso, que hasta había empezado a sudar, cosa que en Londres, en esa época del año, era casi imposible. Para ver si lograba calmarse un poco, se quitó la corbata, que sólo llevaba los días que tenía reunión, se desabrochó dos botones de la camisa y corrió hacia la terminal.
______ llevaba media hora allí de pie, sin rastro de Joseph, y al final decidió sentarse; le dolía un poco la espalda de arrastrar la maleta. Además, así podría buscar el móvil para llamarlo y decirle que ya había llegado. Tal vez estuviera esperándola en otra terminal. Pero al llegar al banco que había junto a una de las puertas automáticas se quedó paralizada. ¿Aquel chico que se pasaba las manos por el pelo e intentaba recuperar la respiración era Joseph? Imposible. Su teoría de la fotogenia se desmoronó por completo y ______ tuvo que hacer un esfuerzo por recordarse que tenía 24 años, no trece.
—¿Joseph?
Él se dio la vuelta y a ______ se le cortó la respiración.
—¿______? ¿Eres tú?
Ella tardó unos segundos en contestar. Su mente no paraba de repetirle: tranquila, imagina que estás hablando con Kevin. Pero le fue imposible. ______ siempre había pensado que, si volvía a verlo, sentiría como un revoloteo de mariposas en el estómago, pero en eso también se había equivocado. ¿Mariposas? Era como tener una estampida de búfalos en su interior. Se acordaba de que Joseph tenía los ojos ambar, pero se había olvidado de lo impactantes que eran, con esas vetas verdes en el iris. Era mucho más alto que ella, seguro que llegaba al metro noventa, como Kevin, y tenía los hombros más anchos que había visto nunca, al menos tan de cerca. Se acordó de que su hermano le había dicho que Joseph practicaba remo y en ese instante dio gracias al inventor de ese extraño deporte; Joseph tenía los brazos y la espalda más sexys del mundo. ______ decidió que lo mejor sería apartar la mirada de aquellos pectorales, pero eso tampoco ayudó mucho, pues el estómago y las piernas eran igual de impresionantes. Hizo un esfuerzo por controlar la estampida que corría desbocada por su interior y levantó la vista. Joseph seguía pasándose la mano por el pelo y le consoló ver que éste continuaba igual; cuando, al llevarlo demasiado largo, un mechón rebelde le caía sobre los ojos. Ahora lo llevaba corto, pero ese mechón seguía incordiándole. Sonrió, y cuando él le devolvió la sonrisa se acordó de que tenía que contestarle:
—Sí, soy yo. —Vio que él la miraba de un modo extraño—. ¿Estás bien? Pareces acalorado.
—Sí, claro. —Joseph tomó aliento—. Estoy bien, es sólo que he venido corriendo —respondió, aunque en realidad quería decir «Acabo de descubrir que la hermana de mi mejor amigo es la mujer más sexy que he visto en años»—. Siento haber llegado tarde.
—No te preocupes. —______ se encogió de hombros—. Supongo que aquí el tráfico es igual de horrible que en Barcelona.
—Peor. —Joseph sonrió, y se tranquilizó al ver que ella no estaba enfadada—. ¿Esta maleta es todo tu equipaje? —le preguntó señalando su maleta azul.
—Sí. —Al ver que él no decía nada más, ella añadió—: Pesa mucho, pero es muy fácil de arrastrar, ¿ves? —Dio un empujoncito a la maleta. Si no mantenía la mente ocupada, no lograría calmar a los búfalos.
—No te preocupes. Yo la llevo. —Joseph cogió el asa—. Pero antes que nada, bienvenida a la capital del imperio británico. —Y agachándose, le dio un beso en cada mejilla.
______ se quedó inmóvil. Aquellos dos besos fueron una tontería, los típicos besos con los que se saluda a alguien en las bodas, o cuando hace tiempo que no se ve a un amigo, o cuando felicitas a una amiga por su cumpleaños. Una tontería. Pero los búfalos volvieron a descarriarse. Olía muy bien.
—Gracias —respondió ella fingiendo no haberse inmutado—. Y gracias por venir a buscarme. No hacía falta que te molestaras.
—Claro que hacía falta. ¿Acaso quieres que Kevin me mate la próxima vez que nos veamos? —añadió él con una sonrisa—. Además, no es ninguna molestia. Vamos, seguro que estás cansada.
Bueno chicas alfin se reencontraron espero les guste el cap
Nani Jonas
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