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Besar a un Angel Nick y Tu
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Besar a un Angel Nick y Tu
Maria T.Q.M. ツ escribió:Aqui estoy apoyandote!!!!!!!!!!!tu fiel lectora!!!!!!!!!!!!siguela!!!!!!!!!!
gracas como que se me estan llengo lectoras ojala empiesen a leer mas personas la nove pero gracias por leer la nove y bienvenida"!!!
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
taescaab escribió:que onda lo de los cigarrillos? acaso nick es de verdad un angel que anda impidiendo que la gente fume o que?ESA ES MI TEORIA jajaja estoy loca, lo se
SIGUELA
hahaha el angel de los cigarrillos? :O haaahahahaaah no, no lo creo en verdad ahahahahahhaha
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
gracias chicas por leer la nove :)
ayer no pude subir porque se me corto el internet en la noche pero bueno.
les dejo la nove para hoy un beso :)
Unas dos horas después ___(tn) se encontraba bajo un
sol resplandeciente en el aparcamiento del aeropuerto de Charleston, observando
la camioneta negra de Nick; tenía el capó cubierto por una gruesa capa de polvo
y la matrícula de Florida casi ilegible por el barro seco que la ocultaba.
—Déjala ahí detrás. —Nick lanzó su propia maleta sobre la camioneta, pero no se
ofreció a hacer lo mismo con la de ella, igual que no se había ofrecido a
llevársela en el aeropuerto.
____(tn) rechinó los dientes. Si pensaba que iba a pedirle ayuda, podía esperar
sentado. Le dolieron los brazos cuando intentó lanzar la voluminosa maleta a la
parte trasera. Pudo sentir los ojos de Nick sobre ella y, aunque sospechaba que
al final agradecería todo lo que el ama de llaves había metido en ella, en ese
momento habría dado cualquier cosa por que aquel diseño de Louis Vuitton fuera
más pequeño.
Cogió el asa con una mano y sujetó la parte inferior de la maleta con la otra.
Con gran esfuerzo, tiró de ella.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó el con falsa inocencia.
—No..., gra... cias. —Las palabras parecían gruñidos más que otra cosa.
—¿Estás segura?
___(tn), que por fin consiguió alzarla para empujarla con el hombro hacia
dentro, no tenía suficiente aliento
para contestar. Sólo unos centímetros más. Se
tambaleó sobre los tacones. Un poco más...
Con un grito de consternación, la maleta y ella cayeron hacia atrás. Gritó al
impactar contra el
pavimento, luego chilló de pura rabia. Con la mirada clavada en el cielo se
percató de que la
maleta había amortiguado la caída y evitado que se lastimara. También se dio
cuenta de que había
caído de manera desgarbada, con la corta falda ciñéndole los muslos, las
rodillas pegadas y los
pies extendidos.
Unas oscuras y gastadas botas camperas entraron en su ángulo de visión. Deslizó
la mirada por los
muslos que se perfilaban bajo los vaqueros y por el ancho pecho y, al llegar a
aquellos ojos color
ámbar que brillaban con diversión, ___(tn) recuperó su dignidad. Juntando los tobillos,
se apoyó
en los codos.
—Esto es justo lo que pretendía.
La risa del hombre fue ronca y oxidada, como si no se hubiera reído en mucho
tiempo.
—Si tú lo dices.
—Así es. —Con toda la dignidad que pudo reunir, se impulsó sobre los codos
hasta quedar
sentada. —A esto es a lo que nos ha llevado su comportamiento infantil. Espero
que lo sienta.
Él soltó una carcajada.
—Tú lo que necesitas es un vigilante, cara de ángel, no un marido.
—¡Deje de llamarme así!
—Agradéceme que te llame así. —Cogió el asa de la maleta y la lanzó con
facilidad sobre la
parte trasera de la camioneta como si no pesara más que el orgullo de ___(tn).
Luego tiró de ella
hasta ponerla en pie. Abrió la puerta de la camioneta y la empujó
al sofocante interior.
____(tn) esperó para hablar hasta que hubieron dejado el aeropuerto atrás.
Viajaban por una
carretera de doble sentido que se dirigía tierra adentro en lugar de a Milton
Head, como ella
había esperado.
Matorrales y maleza bordeaban ambos lados de la carretera y el aire caliente
que entraba por las
ventanillas abiertas de la camioneta le agitaba los cabellos contra las
mejillas. Adoptando un tono
suave, ___(tn) rompió el silencio.
—¿Podría encender el aire acondicionado? Se me enreda el pelo.
—Lleva años sin funcionar.
Tal vez estuviera ya entumecida, porque aquella respuesta no la sorprendió. Los
kilómetros pasaron
volando y los signos de civilización escaseaban cada vez más. De nuevo le
preguntó lo que se
había negado a contestar cuando bajaron del avión.
—¿Podría decirme adonde nos dirigimos?
—Es mejor que lo veas por ti misma.
—Eso no suena muy esperanzador
—Por decirlo de una manera suave, donde vamos no hay salón de cóctel.
Vaqueros, botas, matrícula de Florida. ¡Tal vez fuera ranchero! Ella sabía que
había multitud de
ganaderos ricos en Florida. Quizás estuvieran dirigiéndose hacia el sur. «Por
favor, Dios, que
sea ranchero. Que sea igual que un episodio repetido de Dallas. Que haya una
hermosa casa, ropas de
diseño, y Sue Ellen y J. R. haraganeando alrededor de la piscina.»
—¿Es usted ranchero?
—¿Parezco ranchero?
—Lo que parece es un psiquiatra. Responde a una pregunta con otra.
—¿Los psiquiatras hacen eso? Nunca he ido a uno.
—Por supuesto que no. Es evidente lo bien que le
funciona la cabeza
Ella había intentado que el comentario sonara sarcástico, pero el sarcasmo
nunca se le había dado
bien y pareció que lo estaba adulando.
___(tn) miró por la ventanilla el hipnótico paisaje de la carretera. Totalmente
ensimismada, vio
una casa desvencijada con un árbol en el patio delantero lleno de comederos de
pájaros hechos de
calabaza. El aire caliente los movía.
Cerró los ojos y se imaginó fumando. O lo intentó. Hasta ese día, no se había
dado cuenta de lo
mucho que dependía de la nicotina. En cuanto se adaptara a la nueva situación,
tendría que dejar
de fumar. En cuanto llegara a su nueva vida, tendría que replantearse muchas
cosas. Por ejemplo,
nunca fumaría en la casa del rancho. Si le apetecía un cigarrillo, saldría a
fumárselo a la
terraza, en el balancín al lado de la piscina.
Mientras seguía soñando, se encontró rezando otra vez: «Por favor, Dios, que
haya terraza. Que
haya piscina...»
Un poco más tarde, la despertó el traqueteo de la camioneta. Se incorporó
bruscamente, abrió los
ojos y soltó un grito ahogado de asombro.
—¿Pasa algo?
—Dígame que eso no es lo que creo que es.
El dedo de la joven temblaba cuando señaló hacia el objeto que se movía al otro
lado del
polvoriento parabrisas.
—Es difícil confundir a un elefante con otra cosa.
Era un elefante. Un elefante de verdad, vivito y coleando. La bestia recogió un
fardo de heno con
la trompa y lo lanzó hacia atrás. Mirando la deslumbrante luz del atardecer,
___(tn) rezó para
estar todavía durmiendo y que aquello sólo fuera una pesadilla.
—Es difícil confundir a un elefante con otra cosa.
Era un elefante. Un elefante de verdad, vivito y coleando. La bestia recogió un
fardo de heno con la trompa y lo lanzó hacia atrás. Mirando la deslumbrante luz
del atardecer, ___(tn) rezó para estar todavía durmiendo y que aquello sólo
fuera una pesadilla.
—Dígame que estamos aquí porque quiere llevarme al circo.
—No exactamente.
—¿Va a ir usted solo?
—No.
___(tn) tenía la boca tan seca que le resultaba difícil articular las palabras.
—Sé que no le gusto, señor Jonas, pero, por favor, dígame que no trabaja aquí.
—Soy el gerente.
—Gerente de un circo —repitió ella débilmente.
—Exacto.
Atontada, ___(tn) se dejó caer contra el asiento. A pesar de su optimismo, era
incapaz de encontrar una luz al final del túnel.
En el recinto abrasado por el sol había una carpa de circo roja y azul junto
con varias carpas más pequeñas y una gran cantidad de caravanas. La carpa más
grande, salpicada por estrellas doradas, tenía un gran rótulo de color rojo
intenso donde se podía leer: CIRCO DE LOS HERMANOS CYRUS, PROPIETARIO: OWEN
CYRUS. Además de unos cuantos elefantes atados, ___(tn) vio una llama, un
camello, varias jaulas enormes con animales y toda clase de gente de mal vivir,
entre la que incluyó a algunos hombres bastante sucios. A la mayoría de ellos
parecían faltarle los dientes delanteros.
El padre de ___(tn) siempre había sido un esnob. Le encantaba todo ese rollo de
los linajes antiguos y los títulos de nobleza. Se jactaba de descender de las
más grandes familias zaristas de Rusia. El hecho de que hubiera casado a su
única hija con un hombre que trabajaba en un circo decía mucho de lo que sentía
por ella.
—Los Hermanos Cyrus es uno de los circos que se conocen como circos de barro.
—¿Por qué dice eso?
—Pronto lo averiguarás —la respuesta sonó ligeramente diabólica.
Su marido aparcó la camioneta al lado de las demás, apagó el motor y salió.
Para cuando ella bajó, él ya había sacado las maletas de la parte trasera y
había echado a andar cargando con ellas.
Los altos tacones de ___(tn) se hundieron en el terreno arenoso y se tambaleó
mientras seguía a Nick. Todos dejaron lo que estaban haciendo y clavaron los
ojos en ella. La rodilla le asomaba por el ancho agujero de las medias, la
chamuscada chaqueta de raso se le caía de un hombro y los zapatos se hundían en
algo demasiado blando. Afligida, ___(tn) bajó la mirada para asegurarse de que
había pisado justo lo que se temía.
—¡Señor Jonas!
El chillido de la joven tenía un deje de histeria, pero él pareció no oírla y
siguió caminando hacia la hilera de caravanas. Ella restregó la suela del
zapato por la arena, llenándoselo de polvo durante el proceso. Con una
exclamación ahogada, ___(tn) echó a andar de nuevo.
Nick se acercó a dos vehículos que estaban aparcados uno al lado del otro. El
más cercano era una moderna caravana plateada con una antena parabólica. Al
lado había otra caravana abollada y oxidada que parecía haber sido verde en
otra vida.
«Por favor, que sea la caravana de la parabólica en vez de la otra. Por
favor...»
Él se paró ante la fea caravana verde, abrió la puerta y desapareció en el
interior. ___(tn) gimió, luego se dio cuenta de que estaba tan entumecida
emocionalmente que ni siquiera era capaz de sorprenderse.
Nick reapareció en la puerta un momento después y observó cómo se acercaba
tambaleándose hacia él.
Cuando al fin llegó al combado peldaño de metal, él le ofreció una sonrisa
cínica.
—Hogar, dulce hogar, cara de ángel. ¿Quieres que te coja en brazos para cruzar
el umbral?
A pesar del sarcástico comentario, ella eligió ese momento en particular para
recordar que nunca la habían cogido en brazos para cruzar un umbral y que a
pesar de las circunstancias, éste era el día de su boda.
Quizá poner un toque sentimental los ayudaría a los dos a sacar algo positivo
de esa terrible experiencia.
—Sí, gracias.
—¿Estás de coña?
—¿Quiere o no quiere hacerlo?
—No quiero.
Ella intentó disimular la decepción.
—Vale.
—Es una puta caravana.
—Ya lo veo.
—Ni siquiera creo que las caravanas tengan umbrales.
—Si hay una puerta, hay un umbral. Incluso un iglú tiene umbral.
Por el rabillo del ojo, ella vio que comenzaba a formarse una multitud a su
alrededor. Nick también se dio cuenta.
—Vamos, entra.
—Es usted quien se ha ofrecido.
—Estaba siendo sarcástico.
—Ya me he fijado que lo hace mucho. Y por si nadie se lo ha dicho nunca, es una
costumbre molesta.
—Entra, ___(tn).
De alguna manera se había trazado una línea y lo que había comenzado como un
impulso se había convertido en un duelo de voluntades. Ella permaneció en el
escalón, con las rodillas temblorosas, pero intentando mantenerse firme.
—Le agradecería que por lo menos tuviera la decencia de cumplir esa tradición.
—Por el amor de Dios. —Él bajó de un salto, la levantó en brazos y la llevó al
interior, cerrando la puerta de una patada.
Al momento la dejó bruscamente en pie.
Antes de poder decidir si había ganado o perdido esa batalla en particular,
___(tn) fue consciente
de lo que la rodeaba y se olvidó de todo lo demás.
—¡Ay, Dios!
—Herirás mis sentimientos si me dices que no te gusta.
—Es horrible.
El interior era incluso peor que el exterior. Estrecho y desordenado, olía a
moho, a viejo y a
comida rancia. Delante de ella había una cocina en miniatura, el mostrador de
fórmica color azul
desvaído estaba astillado. Los platos sucios estaban amontonados en el diminuto
fregadero y había
una cacerola con una gruesa costra sobre el fogón, justo encima de la puerta
del horno, que estaba
sujeta por un trozo de cordel. La raída alfombra había sido dorada en otro
tiempo, pero ahora
tenía tantas manchas que su color sólo podía describirse recurriendo a alguna
función corporal.
A la derecha de la cocina, la descolorida tapicería a cuadros del pequeño sofá
apenas era visible
debajo de la pila de libros, periódicos y ropa masculina. Vio una nevera
descascarillada, armarios
con el laminado astillado y una cama revuelta.
___(tn) miró rápidamente a su alrededor.
—¿Dónde están el resto de las camas?
Él la miró sin expresión, luego pasó junto a las maletas que había dejado en
medio del suelo.
—Esto es una caravana, cara de ángel, no una suite en el Ritz. Es todo lo que
hay.
—Pero... —___(tn) cerró la boca. Tenía la garganta seca y un vacío en el
estómago.
La cama ocupaba la mayor parte del fondo de la caravana
y estaba separada del resto por un alambre que
sostenía una descolorida cortina color café que en
ese momento estaba recogida contra la pared. Sobre las sábanas había algunas
ropas enredadas, una
toalla y algo que parecía ser un pesado cinturón negro.
—El colchón está limpio y es cómodo —dijo él.
—Estaré más cómoda en el sofá.
—Como quieras.
Ella oyó una serie de tintineos metálicos y vio que Nick se estaba vaciando los
bolsillos en la
desordenada encimera de la cocina: algunas monedas, las llaves de la camioneta
y la cartera.
—Vivía en otra caravana hasta hace una semana, pero era muy pequeña para dos
personas, así que
me mudé a ésta. Es una pena que no haya tenido tiempo para llamar al decorador.
—Él sacudió la
cabeza. —Los donnickers están allí. Es el único sitio que me dio tiempo a
limpiar. Puedes meter
tus cosas en el armario que tienes detrás. La función empieza en una hora; no
te acerques a los
elefantes.
«¿Donnicker? ¿La función?»
—En realidad, no creo que pueda vivir aquí —dijo ella. —Está asqueroso.
—Tienes razón. Supongo que necesita el toque de una mujer. Encontrarás
productos de limpieza
debajo del fregadero.
Él pasó por su lado en dirección a la puerta, entonces se detuvo. Estupefacta,
_____(tn) vio
cómo se acercaba de nuevo a la encimera, cogía la cartera y volvía a meterla en
el bolsillo.
Se sintió profundamente ofendida.
—No pensaba robarle.
—Por supuesto que no. Pero es mejor no tentar a la suerte. —Nick le rozó el
brazo con el pecho
cuando
volvió a pasar junto a ella hacia la puerta. —Hoy
tenemos función a las cinco y a las ocho.
Actúo en las dos.
—¡Deténgase ahora mismo! ¡No puedo quedarme en este horrible lugar y no voy a
limpiar toda esta
porquería!
Él miró con aire distraído la punta de su bota, luego levantó la vista. ___(tn)
se quedó
mirando aquellos pálidos ojos dorados y sintió un escalofrío de temor, seguido
de otra extraña
sensación que no quiso examinar más a fondo.
Él levantó lentamente la mano, y ___(tn) dio un respingo cuando la cerró con
suavidad alrededor
de su garganta. Sintió la ligera aspereza del pulgar cuando le rozó el hueco
bajo la oreja con
algo que parecía una caricia.
—Escúchame con atención, cara de ángel —dijo él con suavidad. —Podemos hacer
esto por las
buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar. Tú decides cómo quieres
que sea.
Se miraron fijamente a los ojos. En un instante que pareció eterno, Nick le
exigió sin palabras
que se sometiera a él. Los ojos del hombre dejaron un rastro de fuego sobre
ella, consumiéndole la
ropa, la piel, hasta que ___(tn) se sintió desnuda y despojada, con todas sus
debilidades
expuestas. Quería huir y esconderse, pero la fuerza de aquella mirada masculina
la dejó
inmovilizada.
Nick le deslizó la mano por la garganta, luego le quitó la chaqueta por los
brazos, haciendo que
cayera al suelo con un susurro. Cogió el tirante dorado del vestido que llevaba
debajo y se lo
deslizó por el hombro. Ella no llevaba sujetador
—se le hubiera transparentado con el vestido— y el
corazón comenzó a latirle con fuerza.
Con la punta del dedo, Nick bajó el tirante por su pecho hasta llegar al pezón.
Luego, inclinó la
cabeza y tomó con los dientes la suave piel que había expuesto.
___(tn) se quedó sin respiración cuando notó el pellizco. Debería haber sido
doloroso, pero sus
sentidos percibieron el pequeño mordisco con placer. Sintió la insolente mano
de Nick en el pelo y
luego él se apartó, aunque ya había dejado su marca en ella como si fuera un
animal salvaje. Fue
entonces cuando _____(tn) supo a qué le recordaban esos ojos ambarinos. A un
animal de presa.
La puerta de la caravana se meció sobre sus goznes. Nick salió y la miró, dejando
caer la
gardenia que le había robado del pelo.
Estalló en llamas.
ayer no pude subir porque se me corto el internet en la noche pero bueno.
les dejo la nove para hoy un beso :)
Unas dos horas después ___(tn) se encontraba bajo un
sol resplandeciente en el aparcamiento del aeropuerto de Charleston, observando
la camioneta negra de Nick; tenía el capó cubierto por una gruesa capa de polvo
y la matrícula de Florida casi ilegible por el barro seco que la ocultaba.
—Déjala ahí detrás. —Nick lanzó su propia maleta sobre la camioneta, pero no se
ofreció a hacer lo mismo con la de ella, igual que no se había ofrecido a
llevársela en el aeropuerto.
____(tn) rechinó los dientes. Si pensaba que iba a pedirle ayuda, podía esperar
sentado. Le dolieron los brazos cuando intentó lanzar la voluminosa maleta a la
parte trasera. Pudo sentir los ojos de Nick sobre ella y, aunque sospechaba que
al final agradecería todo lo que el ama de llaves había metido en ella, en ese
momento habría dado cualquier cosa por que aquel diseño de Louis Vuitton fuera
más pequeño.
Cogió el asa con una mano y sujetó la parte inferior de la maleta con la otra.
Con gran esfuerzo, tiró de ella.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó el con falsa inocencia.
—No..., gra... cias. —Las palabras parecían gruñidos más que otra cosa.
—¿Estás segura?
___(tn), que por fin consiguió alzarla para empujarla con el hombro hacia
dentro, no tenía suficiente aliento
para contestar. Sólo unos centímetros más. Se
tambaleó sobre los tacones. Un poco más...
Con un grito de consternación, la maleta y ella cayeron hacia atrás. Gritó al
impactar contra el
pavimento, luego chilló de pura rabia. Con la mirada clavada en el cielo se
percató de que la
maleta había amortiguado la caída y evitado que se lastimara. También se dio
cuenta de que había
caído de manera desgarbada, con la corta falda ciñéndole los muslos, las
rodillas pegadas y los
pies extendidos.
Unas oscuras y gastadas botas camperas entraron en su ángulo de visión. Deslizó
la mirada por los
muslos que se perfilaban bajo los vaqueros y por el ancho pecho y, al llegar a
aquellos ojos color
ámbar que brillaban con diversión, ___(tn) recuperó su dignidad. Juntando los tobillos,
se apoyó
en los codos.
—Esto es justo lo que pretendía.
La risa del hombre fue ronca y oxidada, como si no se hubiera reído en mucho
tiempo.
—Si tú lo dices.
—Así es. —Con toda la dignidad que pudo reunir, se impulsó sobre los codos
hasta quedar
sentada. —A esto es a lo que nos ha llevado su comportamiento infantil. Espero
que lo sienta.
Él soltó una carcajada.
—Tú lo que necesitas es un vigilante, cara de ángel, no un marido.
—¡Deje de llamarme así!
—Agradéceme que te llame así. —Cogió el asa de la maleta y la lanzó con
facilidad sobre la
parte trasera de la camioneta como si no pesara más que el orgullo de ___(tn).
Luego tiró de ella
hasta ponerla en pie. Abrió la puerta de la camioneta y la empujó
al sofocante interior.
____(tn) esperó para hablar hasta que hubieron dejado el aeropuerto atrás.
Viajaban por una
carretera de doble sentido que se dirigía tierra adentro en lugar de a Milton
Head, como ella
había esperado.
Matorrales y maleza bordeaban ambos lados de la carretera y el aire caliente
que entraba por las
ventanillas abiertas de la camioneta le agitaba los cabellos contra las
mejillas. Adoptando un tono
suave, ___(tn) rompió el silencio.
—¿Podría encender el aire acondicionado? Se me enreda el pelo.
—Lleva años sin funcionar.
Tal vez estuviera ya entumecida, porque aquella respuesta no la sorprendió. Los
kilómetros pasaron
volando y los signos de civilización escaseaban cada vez más. De nuevo le
preguntó lo que se
había negado a contestar cuando bajaron del avión.
—¿Podría decirme adonde nos dirigimos?
—Es mejor que lo veas por ti misma.
—Eso no suena muy esperanzador
—Por decirlo de una manera suave, donde vamos no hay salón de cóctel.
Vaqueros, botas, matrícula de Florida. ¡Tal vez fuera ranchero! Ella sabía que
había multitud de
ganaderos ricos en Florida. Quizás estuvieran dirigiéndose hacia el sur. «Por
favor, Dios, que
sea ranchero. Que sea igual que un episodio repetido de Dallas. Que haya una
hermosa casa, ropas de
diseño, y Sue Ellen y J. R. haraganeando alrededor de la piscina.»
—¿Es usted ranchero?
—¿Parezco ranchero?
—Lo que parece es un psiquiatra. Responde a una pregunta con otra.
—¿Los psiquiatras hacen eso? Nunca he ido a uno.
—Por supuesto que no. Es evidente lo bien que le
funciona la cabeza
Ella había intentado que el comentario sonara sarcástico, pero el sarcasmo
nunca se le había dado
bien y pareció que lo estaba adulando.
___(tn) miró por la ventanilla el hipnótico paisaje de la carretera. Totalmente
ensimismada, vio
una casa desvencijada con un árbol en el patio delantero lleno de comederos de
pájaros hechos de
calabaza. El aire caliente los movía.
Cerró los ojos y se imaginó fumando. O lo intentó. Hasta ese día, no se había
dado cuenta de lo
mucho que dependía de la nicotina. En cuanto se adaptara a la nueva situación,
tendría que dejar
de fumar. En cuanto llegara a su nueva vida, tendría que replantearse muchas
cosas. Por ejemplo,
nunca fumaría en la casa del rancho. Si le apetecía un cigarrillo, saldría a
fumárselo a la
terraza, en el balancín al lado de la piscina.
Mientras seguía soñando, se encontró rezando otra vez: «Por favor, Dios, que
haya terraza. Que
haya piscina...»
Un poco más tarde, la despertó el traqueteo de la camioneta. Se incorporó
bruscamente, abrió los
ojos y soltó un grito ahogado de asombro.
—¿Pasa algo?
—Dígame que eso no es lo que creo que es.
El dedo de la joven temblaba cuando señaló hacia el objeto que se movía al otro
lado del
polvoriento parabrisas.
—Es difícil confundir a un elefante con otra cosa.
Era un elefante. Un elefante de verdad, vivito y coleando. La bestia recogió un
fardo de heno con
la trompa y lo lanzó hacia atrás. Mirando la deslumbrante luz del atardecer,
___(tn) rezó para
estar todavía durmiendo y que aquello sólo fuera una pesadilla.
—Es difícil confundir a un elefante con otra cosa.
Era un elefante. Un elefante de verdad, vivito y coleando. La bestia recogió un
fardo de heno con la trompa y lo lanzó hacia atrás. Mirando la deslumbrante luz
del atardecer, ___(tn) rezó para estar todavía durmiendo y que aquello sólo
fuera una pesadilla.
—Dígame que estamos aquí porque quiere llevarme al circo.
—No exactamente.
—¿Va a ir usted solo?
—No.
___(tn) tenía la boca tan seca que le resultaba difícil articular las palabras.
—Sé que no le gusto, señor Jonas, pero, por favor, dígame que no trabaja aquí.
—Soy el gerente.
—Gerente de un circo —repitió ella débilmente.
—Exacto.
Atontada, ___(tn) se dejó caer contra el asiento. A pesar de su optimismo, era
incapaz de encontrar una luz al final del túnel.
En el recinto abrasado por el sol había una carpa de circo roja y azul junto
con varias carpas más pequeñas y una gran cantidad de caravanas. La carpa más
grande, salpicada por estrellas doradas, tenía un gran rótulo de color rojo
intenso donde se podía leer: CIRCO DE LOS HERMANOS CYRUS, PROPIETARIO: OWEN
CYRUS. Además de unos cuantos elefantes atados, ___(tn) vio una llama, un
camello, varias jaulas enormes con animales y toda clase de gente de mal vivir,
entre la que incluyó a algunos hombres bastante sucios. A la mayoría de ellos
parecían faltarle los dientes delanteros.
El padre de ___(tn) siempre había sido un esnob. Le encantaba todo ese rollo de
los linajes antiguos y los títulos de nobleza. Se jactaba de descender de las
más grandes familias zaristas de Rusia. El hecho de que hubiera casado a su
única hija con un hombre que trabajaba en un circo decía mucho de lo que sentía
por ella.
—Los Hermanos Cyrus es uno de los circos que se conocen como circos de barro.
—¿Por qué dice eso?
—Pronto lo averiguarás —la respuesta sonó ligeramente diabólica.
Su marido aparcó la camioneta al lado de las demás, apagó el motor y salió.
Para cuando ella bajó, él ya había sacado las maletas de la parte trasera y
había echado a andar cargando con ellas.
Los altos tacones de ___(tn) se hundieron en el terreno arenoso y se tambaleó
mientras seguía a Nick. Todos dejaron lo que estaban haciendo y clavaron los
ojos en ella. La rodilla le asomaba por el ancho agujero de las medias, la
chamuscada chaqueta de raso se le caía de un hombro y los zapatos se hundían en
algo demasiado blando. Afligida, ___(tn) bajó la mirada para asegurarse de que
había pisado justo lo que se temía.
—¡Señor Jonas!
El chillido de la joven tenía un deje de histeria, pero él pareció no oírla y
siguió caminando hacia la hilera de caravanas. Ella restregó la suela del
zapato por la arena, llenándoselo de polvo durante el proceso. Con una
exclamación ahogada, ___(tn) echó a andar de nuevo.
Nick se acercó a dos vehículos que estaban aparcados uno al lado del otro. El
más cercano era una moderna caravana plateada con una antena parabólica. Al
lado había otra caravana abollada y oxidada que parecía haber sido verde en
otra vida.
«Por favor, que sea la caravana de la parabólica en vez de la otra. Por
favor...»
Él se paró ante la fea caravana verde, abrió la puerta y desapareció en el
interior. ___(tn) gimió, luego se dio cuenta de que estaba tan entumecida
emocionalmente que ni siquiera era capaz de sorprenderse.
Nick reapareció en la puerta un momento después y observó cómo se acercaba
tambaleándose hacia él.
Cuando al fin llegó al combado peldaño de metal, él le ofreció una sonrisa
cínica.
—Hogar, dulce hogar, cara de ángel. ¿Quieres que te coja en brazos para cruzar
el umbral?
A pesar del sarcástico comentario, ella eligió ese momento en particular para
recordar que nunca la habían cogido en brazos para cruzar un umbral y que a
pesar de las circunstancias, éste era el día de su boda.
Quizá poner un toque sentimental los ayudaría a los dos a sacar algo positivo
de esa terrible experiencia.
—Sí, gracias.
—¿Estás de coña?
—¿Quiere o no quiere hacerlo?
—No quiero.
Ella intentó disimular la decepción.
—Vale.
—Es una puta caravana.
—Ya lo veo.
—Ni siquiera creo que las caravanas tengan umbrales.
—Si hay una puerta, hay un umbral. Incluso un iglú tiene umbral.
Por el rabillo del ojo, ella vio que comenzaba a formarse una multitud a su
alrededor. Nick también se dio cuenta.
—Vamos, entra.
—Es usted quien se ha ofrecido.
—Estaba siendo sarcástico.
—Ya me he fijado que lo hace mucho. Y por si nadie se lo ha dicho nunca, es una
costumbre molesta.
—Entra, ___(tn).
De alguna manera se había trazado una línea y lo que había comenzado como un
impulso se había convertido en un duelo de voluntades. Ella permaneció en el
escalón, con las rodillas temblorosas, pero intentando mantenerse firme.
—Le agradecería que por lo menos tuviera la decencia de cumplir esa tradición.
—Por el amor de Dios. —Él bajó de un salto, la levantó en brazos y la llevó al
interior, cerrando la puerta de una patada.
Al momento la dejó bruscamente en pie.
Antes de poder decidir si había ganado o perdido esa batalla en particular,
___(tn) fue consciente
de lo que la rodeaba y se olvidó de todo lo demás.
—¡Ay, Dios!
—Herirás mis sentimientos si me dices que no te gusta.
—Es horrible.
El interior era incluso peor que el exterior. Estrecho y desordenado, olía a
moho, a viejo y a
comida rancia. Delante de ella había una cocina en miniatura, el mostrador de
fórmica color azul
desvaído estaba astillado. Los platos sucios estaban amontonados en el diminuto
fregadero y había
una cacerola con una gruesa costra sobre el fogón, justo encima de la puerta
del horno, que estaba
sujeta por un trozo de cordel. La raída alfombra había sido dorada en otro
tiempo, pero ahora
tenía tantas manchas que su color sólo podía describirse recurriendo a alguna
función corporal.
A la derecha de la cocina, la descolorida tapicería a cuadros del pequeño sofá
apenas era visible
debajo de la pila de libros, periódicos y ropa masculina. Vio una nevera
descascarillada, armarios
con el laminado astillado y una cama revuelta.
___(tn) miró rápidamente a su alrededor.
—¿Dónde están el resto de las camas?
Él la miró sin expresión, luego pasó junto a las maletas que había dejado en
medio del suelo.
—Esto es una caravana, cara de ángel, no una suite en el Ritz. Es todo lo que
hay.
—Pero... —___(tn) cerró la boca. Tenía la garganta seca y un vacío en el
estómago.
La cama ocupaba la mayor parte del fondo de la caravana
y estaba separada del resto por un alambre que
sostenía una descolorida cortina color café que en
ese momento estaba recogida contra la pared. Sobre las sábanas había algunas
ropas enredadas, una
toalla y algo que parecía ser un pesado cinturón negro.
—El colchón está limpio y es cómodo —dijo él.
—Estaré más cómoda en el sofá.
—Como quieras.
Ella oyó una serie de tintineos metálicos y vio que Nick se estaba vaciando los
bolsillos en la
desordenada encimera de la cocina: algunas monedas, las llaves de la camioneta
y la cartera.
—Vivía en otra caravana hasta hace una semana, pero era muy pequeña para dos
personas, así que
me mudé a ésta. Es una pena que no haya tenido tiempo para llamar al decorador.
—Él sacudió la
cabeza. —Los donnickers están allí. Es el único sitio que me dio tiempo a
limpiar. Puedes meter
tus cosas en el armario que tienes detrás. La función empieza en una hora; no
te acerques a los
elefantes.
«¿Donnicker? ¿La función?»
—En realidad, no creo que pueda vivir aquí —dijo ella. —Está asqueroso.
—Tienes razón. Supongo que necesita el toque de una mujer. Encontrarás
productos de limpieza
debajo del fregadero.
Él pasó por su lado en dirección a la puerta, entonces se detuvo. Estupefacta,
_____(tn) vio
cómo se acercaba de nuevo a la encimera, cogía la cartera y volvía a meterla en
el bolsillo.
Se sintió profundamente ofendida.
—No pensaba robarle.
—Por supuesto que no. Pero es mejor no tentar a la suerte. —Nick le rozó el
brazo con el pecho
cuando
volvió a pasar junto a ella hacia la puerta. —Hoy
tenemos función a las cinco y a las ocho.
Actúo en las dos.
—¡Deténgase ahora mismo! ¡No puedo quedarme en este horrible lugar y no voy a
limpiar toda esta
porquería!
Él miró con aire distraído la punta de su bota, luego levantó la vista. ___(tn)
se quedó
mirando aquellos pálidos ojos dorados y sintió un escalofrío de temor, seguido
de otra extraña
sensación que no quiso examinar más a fondo.
Él levantó lentamente la mano, y ___(tn) dio un respingo cuando la cerró con
suavidad alrededor
de su garganta. Sintió la ligera aspereza del pulgar cuando le rozó el hueco
bajo la oreja con
algo que parecía una caricia.
—Escúchame con atención, cara de ángel —dijo él con suavidad. —Podemos hacer
esto por las
buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar. Tú decides cómo quieres
que sea.
Se miraron fijamente a los ojos. En un instante que pareció eterno, Nick le
exigió sin palabras
que se sometiera a él. Los ojos del hombre dejaron un rastro de fuego sobre
ella, consumiéndole la
ropa, la piel, hasta que ___(tn) se sintió desnuda y despojada, con todas sus
debilidades
expuestas. Quería huir y esconderse, pero la fuerza de aquella mirada masculina
la dejó
inmovilizada.
Nick le deslizó la mano por la garganta, luego le quitó la chaqueta por los
brazos, haciendo que
cayera al suelo con un susurro. Cogió el tirante dorado del vestido que llevaba
debajo y se lo
deslizó por el hombro. Ella no llevaba sujetador
—se le hubiera transparentado con el vestido— y el
corazón comenzó a latirle con fuerza.
Con la punta del dedo, Nick bajó el tirante por su pecho hasta llegar al pezón.
Luego, inclinó la
cabeza y tomó con los dientes la suave piel que había expuesto.
___(tn) se quedó sin respiración cuando notó el pellizco. Debería haber sido
doloroso, pero sus
sentidos percibieron el pequeño mordisco con placer. Sintió la insolente mano
de Nick en el pelo y
luego él se apartó, aunque ya había dejado su marca en ella como si fuera un
animal salvaje. Fue
entonces cuando _____(tn) supo a qué le recordaban esos ojos ambarinos. A un
animal de presa.
La puerta de la caravana se meció sobre sus goznes. Nick salió y la miró, dejando
caer la
gardenia que le había robado del pelo.
Estalló en llamas.
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
JAJA NICK MALVADO Y CRUEL ESA MIRADA ESAS CARICIAS Y SE VA MALO MALO MALO MALO, NO TERMINA LO QUE EMPIEZA DE VERDAD NO ME IMAHGNABA QUE VIVIRIA EN UN CIRCO Y AHORA DEBE LIMPIAR EL REMOLQUE
SIGUELA, SI DEMASIADO LOCA MI IDEA DEL ANGEL DE LOS CIGARILLOS
SIGUELA, SI DEMASIADO LOCA MI IDEA DEL ANGEL DE LOS CIGARILLOS
Taescaab
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
Perdon la demora pero estoy un poco desmotivada por que ya no se lee la novela :(
___(tn) cerró la puerta de golpe dejando fuera la
flor quemada, y se llevó la mano al pecho. ¿Qué clase de hombre podía dominar
el fuego?
Notando que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que estaba
en un circo, un lugar de ilusiones. Nick debía de haber aprendido algunos
trucos de magia en el transcurso de los años y ___(tn) no debería dar rienda
suelta a la imaginación.
Se tocó la pequeña marca roja en la suave curva del pecho y el pezón se tensó
en respuesta. Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en una de las sillas
junto a la mesa de la cocina e intentó asimilar la ironía de todo aquello.
MÍ hija se reserva para el matrimonio.» Lani solía soltar esa declaración en
las cenas para divertir a sus amigos mientras ___(tn) se tragaba la vergüenza y
fingía reírse con ellos. Cuando ___(tn) cumplió los veintitrés, su madre dejó
de anunciarlo en público por miedo a que sus amigos pensaran que su hija era un
bicho raro.
Ahora que tenía veintiséis, _____(tn) se consideraba una reliquia victoriana.
Sabía lo suficiente de psicología humana para darse cuenta de que su
resistencia al sexo fuera del matrimonio era un acto de rebeldía. Cuando era
niña, había observado el vaivén de la puerta del dormitorio de su madre y supo
que nunca podría ser como ella. Deseaba con toda el alma ser considerada una
mujer respetable. Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo había conseguido.
Se llamaba Zac Efron, tenía treinta dos años y era ejecutivo en una editorial
británica. Lo conoció en una fiesta en Escocia. Era todo lo que admiraba en un
hombre: caballeroso, inteligente y bien educado. No fue difícil enamorarse de
él.
___(tn) era una mujer hambrienta de afecto, y los besos de Zac y sus expertas
caricias la enardecían hasta casi hacerla perder el juicio. Incluso así,
___(tn) no pudo olvidar sus principios, profundamente arraigados, para
acostarse con él. Al principio, la negativa de la joven le irritó, pero poco a
poco él comprendió lo importante que era aquello para ella y le propuso
matrimonio. ___(tn) aceptó entusiasmada y vivió en una nube rosa durante los
días que faltaban para la ceremonia.
Lani fingió estar encantada, pero ___(tn) debería haber imaginado que a su
madre le daba terror quedarse sola, hasta el punto de dejarse llevar por la
desesperación. A Lani no le llevó demasiado tiempo tramar un cuidadoso y
calculado plan para seducir a Zac Efron.
A favor de Zac debía decir que logró resistirse casi un mes, pero Lani siempre
conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó.
—Lo hice por ti, ___(tn) —había dicho cuando una _____(tn) apesadumbrada
descubrió la verdad. —Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que
es. Dios mío, habrías sido muy desgraciada si te hubieras casado con él.
Madre e hija discutieron amargamente y ____(tn) había llegado a recoger todas
sus pertenencias para marcharse. El intento de suicidio de Lani puso fin a eso.
Se subió el tirante del vestido de novia y suspiró. Fue un sonido profundo y
doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más profundo del alma porque no
tenía palabras para expresar sus sentimientos.
Para otras mujeres el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para ella? Se había
prometido a sí misma que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio
y ahora estaba casada. Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para
ella que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera
tan brutalmente atractivo no cambiaba las cosas. Ni siquiera podía imaginar entregarse
a alguien a quien no amara.
Volvió a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella. Algo que parecía una
cuerda negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de cualquier manera sobre las
arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la tela de los vaqueros,
desgastada por el uso, y deslizó un dedo por la cremallera abierta. ¿Cómo sería
ser amada por ese hombre? ¿Despertar cada mañana y ver la misma cara mirándola
desde el otro lado de la almohada? ¿Tener una casa y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo
sería ser una mujer normal?
Apartó los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver lo que había debajo.
No era una cuerda negra, sino un látigo. El corazón comenzó a latirle con
fuerza.
«Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a
ganar.»
Nick había insinuado que habría consecuencias si no le obedecía. Cuando ella le
había preguntado cuáles serían, había contestado que lo descubriría ella misma
esa noche. No habría insinuado que tenía intención de golpearla, ¿verdad?
Intentó normalizar la respiración. Puede que en el siglo XVIII los hombres
pegaran a sus esposas, pero las cosas habían cambiado desde entonces. Llamaría
a la policía si se atrevía a ponerle un solo dedo encima. No sería víctima de
la violencia de ningún hombre por muy desesperadas que fueran las
circunstancias.
Seguramente había una explicación sencilla para todo eso: el fuego, el látigo e
incluso
e incluso esa amenaza. Pero ___(tn) estaba exhausta
y temblorosa por el vuelco que había dado su
vida y le costaba pensar con claridad.
Antes de hacer nada, tenía que cambiarse de ropa. Una vez que volviera a
sentirse ella misma, se
encontraría mejor. Arrastró la maleta hasta el sofá, donde la abrió, y se
encontró con que
todos sus elegantes vestidos habían desaparecido, aunque el resto de las
prendas parecían bastante
adecuadas para alternar con esa gente. Se puso unos pantalones caquis, un top
marca Poorboyusa de
color melón y unas sandalias. El diminuto cuarto de baño resultó estar mucho
más limpio que el
resto de la caravana. Y cuando se arregló el pelo y se retocó el maquillaje, se
sintió lo
suficientemente bien consigo misma para salir y explorar el lugar.
Olores a animales, heno y polvo inundaron las fosas nasales de ____(tn) tan
pronto como puso un pie
en el suelo. La brisa caliente de finales de abril corría por el recinto,
agitando suavemente las
lonas laterales de la carpa y los banderines multicolores. Oyó el sonido de una
radio a través de
la ventana abierta de una de las caravanas y el sonido estridente de un
programa de televisión
saliendo de otra. Alguien estaba cocinando en una parrilla de carbón y a
___(tn) le rugió el
estómago. Al mismo tiempo, creyó percibir el olor a tabaco. Lo siguió hasta
otra caravana y vio a
un hada apoyada contra la pared, fumando un cigarrillo.
Era una delicada y etérea criatura, con el pelo
color chocolate, ojos de Bambi y boca diminuta.
poseía unos pequeños pechos que presionaban contra una descolorida camiseta con
un agujero en el
cuello.
Llevaba unos vaqueros cortos y una imitación de deportivas Birkenstocks que se
veían enormes en
sus delicados pies.
___(tn) la saludó amablemente, pero los ojos de Bambi de la chica se mostraron
taciturnos y
hostiles.
—Hola, soy ___(tn). ¿Cómo te llamas?
Hubo un largo silencio.
—Selena.
—Qué bonito. Eres del circo, ¿no? Por supuesto que lo eres, o no estarías aquí,
¿verdad?
—Soy una de las acróbatas de Joseph Miller.
—¡Eres artista! ¡Genial! Nunca he conocido a una artista de circo.
Selly la miró con el perfecto desdén que sólo los adolescentes parecen capaces
de dominar.
—¿Has crecido en el circo? —Al hacer la pregunta, ___(tn) se dio cuenta de la
inmoralidad que
suponía pedir un cigarrillo a una chica. —¿Cuántos años tienes viviendo aqui?
—Llevo aquí algún tiempo. —Se puso el cigarrillo en la comisura de la boca,
donde parecía
vagamente obsceno. Entrecerrando los ojos por el humo, la chica comenzó a
lanzar los aros hasta que
hubo cinco en el aire. Al ver que fruncía la frente con concentración, ___(tn)
tuvo la impresión
de que aquel ejercicio de malabarismo no era fácil para ella, especialmente
cuando los ojos de la
joven comenzaron a lagrimear por el humo.
—¿Quién es Joseph Miller?
—Mierda. —A Selly se le cayó uno de los aros y luego atrapó los cuatro
restantes.
— Joseph Miller es mi hermano.
—¿Actuáis los dos juntos?
Selly la miró como si estuviera chiflada.
—¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a actuar con mi hermano si ni siquiera puedo
mantener los cinco
aros en el aire?
___(tn) se preguntó si Selena era así de ruda con todo el mundo.
—Joseph actúa solo. Yo sólo salgo para posar con estilo.
—¿Posar con estilo?
—Para captar la atención del público. ¿Es que no sabes nada?
—No sobre el circo.
—Tampoco debes saber mucho sobre los hombres. Te vi entrar antes en la caravana
con Nick. ¿Sabes
lo que dice Miley sobre las mujeres que se enrollan con Nick?
_____(tn) estaba bastante segura de no querer escucharlo.
—¿Quién es Miley?
—Miley Cyrus. Es la dueña del circo desde que murió su marido. Y le dice a
todas las mujeres que
se acercan a Nick que algún día acabará asesinándolo.
—¿Porqué?
—Se odian mutuamente. —Tomó una profunda calada y tosió. Cuando se recuperó,
miró a ____(tn)
de reojo con una intensidad aniquiladora que parecía ridícula en un hada.
—Apuesto algo a que se
deshace de ti después de que te haya follado un par de veces.
____(tn) había oído cosas peores en su infancia, pero aún se sentía
desconcertada cuando esa
palabra salía de labios de esa chica. Ella nunca decía palabrotas. Otra rareza
como rebelión a su
educación.
—Eres una chica muy guapa. Es una pena que lo eches a perder utilizando ese
lenguaje tan soez.
Selly le dirigió una mirada de desprecio absoluto.
—Follar. —Se quitó el cigarrillo de la boca y lo
tiró al suelo, apagándolo con la suela de la
sandalia.
____(tn) contempló la colilla con anhelo. Habría podido darle al menos tres
caladas antes de
apagarla.
—Nick puede tener a la mujer que quiera —le escupió Selly por encima del hombro
cuando se dio
la vuelta para marcharse. —Puede que seas su novia ahora, pero no durarás mucho
tiempo.
Antes de que ___(tn) pudiese decirle que era la esposa de Nick, no su novia, la
chica desapareció.
Ni siquiera mirándolo por el lado positivo, podía decir que el primer encuentro
con uno de los
miembros del circo hubiera sido bueno.
Antes de que ___(tn) pudiese decirle que era la
esposa de Nick, no su novia, la chica desapareció. Ni siquiera mirándolo por el
lado positivo, podía decir que el primer encuentro con uno de los miembros del
circo hubiera sido bueno.
Se pasó la siguiente media hora deambulando por el recinto, observando los
paseos de los elefantes desde una distancia segura y procurando mantenerse
apartada del camino de todo el mundo. Se percató de que había un orden sutil en
la forma en que funcionaba el circo. En la parte delantera se encontraba el
puesto de comida y de venta de recuerdos junto a una carpa decorada con
brillantes pósters de dibujos horripilantes de animales salvajes devorando a
sus presas. En el letrero de la entrada se leía CASA DE FIERAS DE LOS HERMANOS
CYRUS. Justo enfrente, había una caravana con una taquilla en el extremo. Los
camiones de carga pesada estaban estacionados a un lado, lejos de la multitud,
mientras que las caravanas, las camionetas y los remolques ocupaban la parte
del fondo.
Cuando la gente comenzó a agolparse en la carpa del circo, ___(tn) avanzó entre
los puestos de comida, recuerdos y algodón de azúcar para acercarse más. Los
olores de gofres y palomitas de maíz se mezclaban con los de los animales y el
del moho de la carpa de nailon del circo. Un treintañero con el pelo color arena
y una voz atronadora intentaba convencer a la gente de que entraran en la casa
de fieras para ver la exhibición de animales salvajes.
—Sólo por un dólar podrán ver a un cruel tigre siberiano en cautividad, a un
exótico camello, a una llama cariñosa con los niños y a una gorila feroz...
Mientras seguía con el discurso, ____(tn) pasó junto a él y bordeó el puesto de
comida donde estaban almorzando algunos trabajadores del circo. Desde que había
llegado a aquel lugar se había dado cuenta de lo ruidoso que era, y ahora
descubría la fuente de ese sonido atronador: un camión que contenía dos grandes
generadores amarillos. Pesados cables se extendían desde ellos; algunos
culebreaban hacia la carpa, otros hacia las tiendas y algunos más hacia las
caravanas.
Una mujer envuelta en una capa ribeteada con plumas de marabú de color azul
verdoso salió de una de las caravanas y se detuvo a hablar con un payaso que
llevaba una brillante peluca naranja. Otros artistas comenzaban a reunirse bajo
una carpa que debía de ser la entrada de los empleados del circo, ya que estaba
en el lado contrario a la del público. ____(tn) no vio señales de Nick y se
preguntó dónde estaría.
Aparecieron los elefantes, magníficos con sus mantas doradas y rojas y sus
casquetes de plumas. Cuando enfilaron en dirección a ____(tn), ésta retrocedió
hasta una de las caravanas. Si los perros pequeños la aterrorizaban, los
elefantes no podían ser menos y estaba segura de que se desmayaría si se le
acercaba uno de ellos.
Varios caballos engalanados con arneses adornados con joyas se encabritaron a
un lado. ___(tn) hurgó torpemente en el bolsillo para coger la caja de
cigarrillos casi vacía que acababa de gorronear de una de las camionetas y sacó
uno.
—¡Señoras y señores, la función va a comenzar! Acérquense todos...
El hombre que hacía el anuncio era el mismo que animaba a la gente a entrar en
la casa de fieras, aunque ahora llevaba puesta una chaqueta roja de maestro de
ceremonias. En ese momento ____(tn) vio aparecer a Nick montado en un caballo
cafe. Fue entonces cuando la joven se percató de que su marido no sólo era el
gerente del circo, sino también uno de los artistas.
Iba vestido con un traje de cosaco: una camisa blanca de seda con las mangas
abullonadas y los holgados pantalones negros remetidos en unas botas altas de
cuero que se le ajustaban a las pantorrillas. Una faja color escarlata con
joyas incrustadas le rodeaba la cintura y los flecos rozaban el lomo del
caballo. Vestido así no era difícil imaginarlo cabalgando por las estepas rusas
para saquear y violar. También llevaba un látigo enrollado colgando de la silla
de montar y, con alivio, ____(tn) se percató de que había dejado volar la
imaginación.
El látigo que había visto sobre la cama no era nada más que uno de los
artilugios que Nick utilizaba en la pista.
Mientras lo observaba inclinarse sobre el lomo del caballo para hablar con el
maestro de ceremonias, ____(tn) recordó que había hecho unos votos sagrados que
la vinculaban a ese hombre y supo que ya no podía ignorar más su conciencia. No
podía negar que aceptar casarse con él era la cosa más cobarde que había hecho
nunca. Había dudado de sí misma, de su habilidad para cuidarse sola; debía
haberse negado al chantaje de su padre y haberse buscado la vida, aunque eso
significara ir a la cárcel.
¿Sería así como viviría el resto de su vida? ¿Evitando responsabilidades y
saliendo airosa de las situaciones? Se sintió avergonzada al recordar que había
hecho esos votos sagrados sin intención de cumplirlos y supo que de un modo u
otro tenía que llevarlos a que llevarlos a cabo.
La conciencia se lo había susurrado durante horas, pero se había negado a
escucharla. ____(tn)
aceptaba ahora que no iba a poder vivir consigo misma a menos que intentase
cumplir su promesa. El
que fuera a ser difícil no lo hacía menos necesario. En el fondo reconocía que
si huía de esto
no habría esperanza para ella.
Pero aunque sabía que tenía que hacerlo, su mente ponía obstáculos. ¿Cómo podía
honrar los
votos hechos a un desconocido?
«Tú no se los hiciste a un desconocido, le recordó su conciencia. Se los
hiciste a Dios.»
En ese momento Nick la vio. La decisión que había tomado era demasiado reciente
como para que
fuera cómodo para ella hablar con él ahora, pero no tenía escapatoria. Le dio
una nerviosa calada
al cigarrillo sin apartar la mirada cautelosa del caballo que él montaba, y que
parecía más feroz
según se acercaba. El animal estaba enjaezado con magníficos arreos, incluida
una silla de montar
revestida de rica seda dorada y roja, unas bridas con filigranas doradas y
elaboradas piedras
preciosas rojas que parecían rubíes de verdad. Él la miró desde arriba.
—¿Dónde te habías metido?
—He estado explorando.
—Hay gente poco recomendable rondando por el circo. Hasta que sepas cómo va
todo, quédate donde
pueda verte.
Ya que ella acababa de prometerse a sí misma que iba a cumplir los votos
matrimoniales, se tragó
su resentimiento ante las maneras dictatoriales de su marido y se obligó a
responder amablemente.
—De acuerdo.
A ____(tn) comenzaron a sudarle las palmas de las manos
ante la proximidad del caballo y se encogió
contra el remolque.
—¿Es tuyo?
—Sí. Perry Lipscomb lo cuida por mí. Hace un espectáculo ecuestre y transporta
a Misha en el
remolque de sus caballos.
—Ya veo.
—Entra y echa un vistazo a la función.
Él agitó las riendas y ella retrocedió con rapidez. Luego siseó consternada
cuando el resto del
cigarrillo comenzó a arder.
—¡Tienes que dejar de hacer eso! —gritó ____(tn), sacudiendo las ropas y
pisoteando las ascuas
que habían caído al suelo.
Él la miró por encima del hombro con la comisura de la boca ligeramente
curvada.
—Ese vicio acabará por matarte. —Riéndose entre dientes, regresó a su lugar en
la fila junto
al resto de los artistas.
____(tn) no sabía qué encontraba más desalentador: el que Nick hubiera destruido
uno de los
cigarrillos con su acostumbrada teatralidad o saber que parecía haberla vencido
en cada uno de los
encuentros que habían tenido ese día.
Aún se sentía acalorada cuando rodeó a los animales y entró en la carpa por la
entrada trasera.
Encontró un sitio libre en las gradas. Eran tablones de madera blanca, duros y
estrechos, sin otro
lugar donde apoyar los pies que el asiento de los espectadores de la fila de
abajo. Pero
rápidamente olvidó la incomodidad al ver la excitación de los niños de alrededor.
Le encantaban los niños. Aunque nunca se lo había
dicho a nadie, su sueño secreto había sido dar
clases en una guardería. No creía que aquel sueño se fuera a hacer realidad
algún día, pero le
gustaba pensar en ello algunas veces.
Las luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó en crescendo mientras un
foco iluminaba al
maestro de ceremonias en la pista central.
—¡Señoooooras y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la
emocionante
edición número veinticinco del circo de los Hermanos Cyrus!
Las luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó
en crescendo mientras un foco iluminaba al maestro de ceremonias en la pista
central.
—¡Señoooooras y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la
emocionante edición número veinticinco del circo de los Hermanos Cyrus!
La música estalló, tocada por una banda que constaba de dos músicos con
tambores, un sintetizador y un ordenador. Comenzó a sonar una animada versión
de I'd like to teach the world to sing y en la pista entró un caballo blanco
con una chica que portaba la bandera americana. Los demás artistas la siguieron
portando coloridos estandartes, sonriendo y saludando con la mano a la
multitud.
La trouppe de acróbatas de Joseph Miller fue la que captó la atención de
___(tn); la componían tres hombres guapos y Selly, que estaba ataviada con
lentejuelas doradas, mallas brillantes y espeso maquillaje. Sobre el pelo de la
chica, ahora suavemente rizado, había una diadema de brillantes y rubíes de
imitación que brillaba como un cometa. ____(tn) no tuvo ninguna dificultad en
identificar a Joseph Miller entre los demás chicos. Era un hombre musculoso y
de estatura media, que le recordaba a un chico duro de la calle. Los seguía un
grupo de jinetes, payasos, malabaristas y perros adiestrados.
Nick entró solo en la arena, a lomos de su feroz caballo cafe, y a diferencia
de los demás artistas no hacía gestos con las manos ni saludaba. Mientras daba
vueltas por la pista, parecía un ser tan distante y misterioso como su corazón
ruso. No era ajeno a la presencia de la gente, pero de alguna manera permanecía
aislado y le daba una extraña dignidad al colorido despliegue. La multitud se
animó cuando los elefantes cerraron el desfile.
La función comenzó y, según avanzaba el espectáculo, ____(tn) se sorprendió
ante tanto talento. Salió un trío de rumanos, unos trapecistas llamados los
Tolea Voladores, las luces se apagaron y la música se desvaneció. Un foco azul
iluminó al maestro de ceremonias, el único que ocupaba la oscura pista central.
—Están a punto de presenciar un número jamás visto en ningún otro lugar del
planeta más que en el circo de los Hermanos Cyrus. Por primera vez, voy a
contarles una historia asombrosa. —Su voz se volvió dramáticamente baja y una
folclórica y embrujadora melodía rusa comenzó a sonar de fondo.
»Hace casi treinta años, en las estepas heladas de Siberia, una tribu errante
de bandidos cosacos se tropezó con un niño muy pequeño que sólo vestía harapos
y llevaba un colgante esmaltado de valor incalculable en el cuello. Los cosacos
llevaron al niño a su pueblo y le enseñaron las habilidades que habían
aprendido de sus padres. Sólo el colgante que llevaba puesto daba alguna pista
de su verdadera identidad.
Las extrañas notas de la popular melodía rusa se fundía con la voz baja del
maestro de ceremonias, y cuando la luz se volvió más brillante, el público
escuchó, embelesado.
—Durante años, se forjó una leyenda sobre ese hombre, una leyenda que incluso a
día de hoy sus rescatadores insisten en que es cierta.
La música se hizo más estridente.
—Creen que es el único descendiente directo del asesinado Zar Federico II y su
esposa Nickandra. —La voz del hombre se volvió más fuerte. —Señoras y señores,
ese hombre está aquí esta noche... —un redoble de tambores. —¡El heredero de la
corona imperial rusa!
____(tn) sintió un estremecimiento de excitación, a pesar de que no se creía ni
una palabra de la historia que había oído.
La voz del maestro de ceremonias resonó en la carpa.
—¡El circo de los Hermanos Cyrus se enorgullece en presentar... al incomparable
Nick el Cosaco!
Las luces subieron de intensidad, la música resonó y Nick entró en la pista a
todo galope a lomos de su caballo cafe. Las mangas de su camisa blanca ondeaban
y las joyas de la cintura parecían gotas de sangre roja. El poderoso alazán se
elevó sobre las patas traseras. Desafiando la gravedad, Nick levantó los brazos
por encima de la cabeza, permaneciendo montado sólo con la presión de las
poderosas piernas.
El caballo bajó y Nick desapareció. ___(tn) quedó boquiabierta al verle
reaparecer, de pie sobre la silla de montar. Mientras su montura galopaba
alrededor de la pista, él realizó una serie de proezas diestramente ejecutadas
que eran a la vez atrevidas y dramáticas. Finalmente se hundió en la silla y
tomó el látigo que colgaba del pomo, ejecutando un gran arco sobre su cabeza,
haciéndolo resonar tan fuerte que la gente de la primera fila pegó un salto.
Habían introducido algunos accesorios en la pista durante la presentación del
maestro de ceremonias: una hilera de dianas con cintas y coronadas con globos
púrpura. Dando una vuelta sobre la pista, Nick hizo estallar los globos uno a
uno, y una brillante explosión roja, como gotas de sangre, surcó el aire con
cada chasquido del látigo.
___(tn) cerró la puerta de golpe dejando fuera la
flor quemada, y se llevó la mano al pecho. ¿Qué clase de hombre podía dominar
el fuego?
Notando que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que estaba
en un circo, un lugar de ilusiones. Nick debía de haber aprendido algunos
trucos de magia en el transcurso de los años y ___(tn) no debería dar rienda
suelta a la imaginación.
Se tocó la pequeña marca roja en la suave curva del pecho y el pezón se tensó
en respuesta. Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en una de las sillas
junto a la mesa de la cocina e intentó asimilar la ironía de todo aquello.
MÍ hija se reserva para el matrimonio.» Lani solía soltar esa declaración en
las cenas para divertir a sus amigos mientras ___(tn) se tragaba la vergüenza y
fingía reírse con ellos. Cuando ___(tn) cumplió los veintitrés, su madre dejó
de anunciarlo en público por miedo a que sus amigos pensaran que su hija era un
bicho raro.
Ahora que tenía veintiséis, _____(tn) se consideraba una reliquia victoriana.
Sabía lo suficiente de psicología humana para darse cuenta de que su
resistencia al sexo fuera del matrimonio era un acto de rebeldía. Cuando era
niña, había observado el vaivén de la puerta del dormitorio de su madre y supo
que nunca podría ser como ella. Deseaba con toda el alma ser considerada una
mujer respetable. Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo había conseguido.
Se llamaba Zac Efron, tenía treinta dos años y era ejecutivo en una editorial
británica. Lo conoció en una fiesta en Escocia. Era todo lo que admiraba en un
hombre: caballeroso, inteligente y bien educado. No fue difícil enamorarse de
él.
___(tn) era una mujer hambrienta de afecto, y los besos de Zac y sus expertas
caricias la enardecían hasta casi hacerla perder el juicio. Incluso así,
___(tn) no pudo olvidar sus principios, profundamente arraigados, para
acostarse con él. Al principio, la negativa de la joven le irritó, pero poco a
poco él comprendió lo importante que era aquello para ella y le propuso
matrimonio. ___(tn) aceptó entusiasmada y vivió en una nube rosa durante los
días que faltaban para la ceremonia.
Lani fingió estar encantada, pero ___(tn) debería haber imaginado que a su
madre le daba terror quedarse sola, hasta el punto de dejarse llevar por la
desesperación. A Lani no le llevó demasiado tiempo tramar un cuidadoso y
calculado plan para seducir a Zac Efron.
A favor de Zac debía decir que logró resistirse casi un mes, pero Lani siempre
conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó.
—Lo hice por ti, ___(tn) —había dicho cuando una _____(tn) apesadumbrada
descubrió la verdad. —Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que
es. Dios mío, habrías sido muy desgraciada si te hubieras casado con él.
Madre e hija discutieron amargamente y ____(tn) había llegado a recoger todas
sus pertenencias para marcharse. El intento de suicidio de Lani puso fin a eso.
Se subió el tirante del vestido de novia y suspiró. Fue un sonido profundo y
doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más profundo del alma porque no
tenía palabras para expresar sus sentimientos.
Para otras mujeres el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para ella? Se había
prometido a sí misma que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio
y ahora estaba casada. Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para
ella que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera
tan brutalmente atractivo no cambiaba las cosas. Ni siquiera podía imaginar entregarse
a alguien a quien no amara.
Volvió a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella. Algo que parecía una
cuerda negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de cualquier manera sobre las
arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la tela de los vaqueros,
desgastada por el uso, y deslizó un dedo por la cremallera abierta. ¿Cómo sería
ser amada por ese hombre? ¿Despertar cada mañana y ver la misma cara mirándola
desde el otro lado de la almohada? ¿Tener una casa y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo
sería ser una mujer normal?
Apartó los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver lo que había debajo.
No era una cuerda negra, sino un látigo. El corazón comenzó a latirle con
fuerza.
«Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a
ganar.»
Nick había insinuado que habría consecuencias si no le obedecía. Cuando ella le
había preguntado cuáles serían, había contestado que lo descubriría ella misma
esa noche. No habría insinuado que tenía intención de golpearla, ¿verdad?
Intentó normalizar la respiración. Puede que en el siglo XVIII los hombres
pegaran a sus esposas, pero las cosas habían cambiado desde entonces. Llamaría
a la policía si se atrevía a ponerle un solo dedo encima. No sería víctima de
la violencia de ningún hombre por muy desesperadas que fueran las
circunstancias.
Seguramente había una explicación sencilla para todo eso: el fuego, el látigo e
incluso
e incluso esa amenaza. Pero ___(tn) estaba exhausta
y temblorosa por el vuelco que había dado su
vida y le costaba pensar con claridad.
Antes de hacer nada, tenía que cambiarse de ropa. Una vez que volviera a
sentirse ella misma, se
encontraría mejor. Arrastró la maleta hasta el sofá, donde la abrió, y se
encontró con que
todos sus elegantes vestidos habían desaparecido, aunque el resto de las
prendas parecían bastante
adecuadas para alternar con esa gente. Se puso unos pantalones caquis, un top
marca Poorboyusa de
color melón y unas sandalias. El diminuto cuarto de baño resultó estar mucho
más limpio que el
resto de la caravana. Y cuando se arregló el pelo y se retocó el maquillaje, se
sintió lo
suficientemente bien consigo misma para salir y explorar el lugar.
Olores a animales, heno y polvo inundaron las fosas nasales de ____(tn) tan
pronto como puso un pie
en el suelo. La brisa caliente de finales de abril corría por el recinto,
agitando suavemente las
lonas laterales de la carpa y los banderines multicolores. Oyó el sonido de una
radio a través de
la ventana abierta de una de las caravanas y el sonido estridente de un
programa de televisión
saliendo de otra. Alguien estaba cocinando en una parrilla de carbón y a
___(tn) le rugió el
estómago. Al mismo tiempo, creyó percibir el olor a tabaco. Lo siguió hasta
otra caravana y vio a
un hada apoyada contra la pared, fumando un cigarrillo.
Era una delicada y etérea criatura, con el pelo
color chocolate, ojos de Bambi y boca diminuta.
poseía unos pequeños pechos que presionaban contra una descolorida camiseta con
un agujero en el
cuello.
Llevaba unos vaqueros cortos y una imitación de deportivas Birkenstocks que se
veían enormes en
sus delicados pies.
___(tn) la saludó amablemente, pero los ojos de Bambi de la chica se mostraron
taciturnos y
hostiles.
—Hola, soy ___(tn). ¿Cómo te llamas?
Hubo un largo silencio.
—Selena.
—Qué bonito. Eres del circo, ¿no? Por supuesto que lo eres, o no estarías aquí,
¿verdad?
—Soy una de las acróbatas de Joseph Miller.
—¡Eres artista! ¡Genial! Nunca he conocido a una artista de circo.
Selly la miró con el perfecto desdén que sólo los adolescentes parecen capaces
de dominar.
—¿Has crecido en el circo? —Al hacer la pregunta, ___(tn) se dio cuenta de la
inmoralidad que
suponía pedir un cigarrillo a una chica. —¿Cuántos años tienes viviendo aqui?
—Llevo aquí algún tiempo. —Se puso el cigarrillo en la comisura de la boca,
donde parecía
vagamente obsceno. Entrecerrando los ojos por el humo, la chica comenzó a
lanzar los aros hasta que
hubo cinco en el aire. Al ver que fruncía la frente con concentración, ___(tn)
tuvo la impresión
de que aquel ejercicio de malabarismo no era fácil para ella, especialmente
cuando los ojos de la
joven comenzaron a lagrimear por el humo.
—¿Quién es Joseph Miller?
—Mierda. —A Selly se le cayó uno de los aros y luego atrapó los cuatro
restantes.
— Joseph Miller es mi hermano.
—¿Actuáis los dos juntos?
Selly la miró como si estuviera chiflada.
—¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a actuar con mi hermano si ni siquiera puedo
mantener los cinco
aros en el aire?
___(tn) se preguntó si Selena era así de ruda con todo el mundo.
—Joseph actúa solo. Yo sólo salgo para posar con estilo.
—¿Posar con estilo?
—Para captar la atención del público. ¿Es que no sabes nada?
—No sobre el circo.
—Tampoco debes saber mucho sobre los hombres. Te vi entrar antes en la caravana
con Nick. ¿Sabes
lo que dice Miley sobre las mujeres que se enrollan con Nick?
_____(tn) estaba bastante segura de no querer escucharlo.
—¿Quién es Miley?
—Miley Cyrus. Es la dueña del circo desde que murió su marido. Y le dice a
todas las mujeres que
se acercan a Nick que algún día acabará asesinándolo.
—¿Porqué?
—Se odian mutuamente. —Tomó una profunda calada y tosió. Cuando se recuperó,
miró a ____(tn)
de reojo con una intensidad aniquiladora que parecía ridícula en un hada.
—Apuesto algo a que se
deshace de ti después de que te haya follado un par de veces.
____(tn) había oído cosas peores en su infancia, pero aún se sentía
desconcertada cuando esa
palabra salía de labios de esa chica. Ella nunca decía palabrotas. Otra rareza
como rebelión a su
educación.
—Eres una chica muy guapa. Es una pena que lo eches a perder utilizando ese
lenguaje tan soez.
Selly le dirigió una mirada de desprecio absoluto.
—Follar. —Se quitó el cigarrillo de la boca y lo
tiró al suelo, apagándolo con la suela de la
sandalia.
____(tn) contempló la colilla con anhelo. Habría podido darle al menos tres
caladas antes de
apagarla.
—Nick puede tener a la mujer que quiera —le escupió Selly por encima del hombro
cuando se dio
la vuelta para marcharse. —Puede que seas su novia ahora, pero no durarás mucho
tiempo.
Antes de que ___(tn) pudiese decirle que era la esposa de Nick, no su novia, la
chica desapareció.
Ni siquiera mirándolo por el lado positivo, podía decir que el primer encuentro
con uno de los
miembros del circo hubiera sido bueno.
Antes de que ___(tn) pudiese decirle que era la
esposa de Nick, no su novia, la chica desapareció. Ni siquiera mirándolo por el
lado positivo, podía decir que el primer encuentro con uno de los miembros del
circo hubiera sido bueno.
Se pasó la siguiente media hora deambulando por el recinto, observando los
paseos de los elefantes desde una distancia segura y procurando mantenerse
apartada del camino de todo el mundo. Se percató de que había un orden sutil en
la forma en que funcionaba el circo. En la parte delantera se encontraba el
puesto de comida y de venta de recuerdos junto a una carpa decorada con
brillantes pósters de dibujos horripilantes de animales salvajes devorando a
sus presas. En el letrero de la entrada se leía CASA DE FIERAS DE LOS HERMANOS
CYRUS. Justo enfrente, había una caravana con una taquilla en el extremo. Los
camiones de carga pesada estaban estacionados a un lado, lejos de la multitud,
mientras que las caravanas, las camionetas y los remolques ocupaban la parte
del fondo.
Cuando la gente comenzó a agolparse en la carpa del circo, ___(tn) avanzó entre
los puestos de comida, recuerdos y algodón de azúcar para acercarse más. Los
olores de gofres y palomitas de maíz se mezclaban con los de los animales y el
del moho de la carpa de nailon del circo. Un treintañero con el pelo color arena
y una voz atronadora intentaba convencer a la gente de que entraran en la casa
de fieras para ver la exhibición de animales salvajes.
—Sólo por un dólar podrán ver a un cruel tigre siberiano en cautividad, a un
exótico camello, a una llama cariñosa con los niños y a una gorila feroz...
Mientras seguía con el discurso, ____(tn) pasó junto a él y bordeó el puesto de
comida donde estaban almorzando algunos trabajadores del circo. Desde que había
llegado a aquel lugar se había dado cuenta de lo ruidoso que era, y ahora
descubría la fuente de ese sonido atronador: un camión que contenía dos grandes
generadores amarillos. Pesados cables se extendían desde ellos; algunos
culebreaban hacia la carpa, otros hacia las tiendas y algunos más hacia las
caravanas.
Una mujer envuelta en una capa ribeteada con plumas de marabú de color azul
verdoso salió de una de las caravanas y se detuvo a hablar con un payaso que
llevaba una brillante peluca naranja. Otros artistas comenzaban a reunirse bajo
una carpa que debía de ser la entrada de los empleados del circo, ya que estaba
en el lado contrario a la del público. ____(tn) no vio señales de Nick y se
preguntó dónde estaría.
Aparecieron los elefantes, magníficos con sus mantas doradas y rojas y sus
casquetes de plumas. Cuando enfilaron en dirección a ____(tn), ésta retrocedió
hasta una de las caravanas. Si los perros pequeños la aterrorizaban, los
elefantes no podían ser menos y estaba segura de que se desmayaría si se le
acercaba uno de ellos.
Varios caballos engalanados con arneses adornados con joyas se encabritaron a
un lado. ___(tn) hurgó torpemente en el bolsillo para coger la caja de
cigarrillos casi vacía que acababa de gorronear de una de las camionetas y sacó
uno.
—¡Señoras y señores, la función va a comenzar! Acérquense todos...
El hombre que hacía el anuncio era el mismo que animaba a la gente a entrar en
la casa de fieras, aunque ahora llevaba puesta una chaqueta roja de maestro de
ceremonias. En ese momento ____(tn) vio aparecer a Nick montado en un caballo
cafe. Fue entonces cuando la joven se percató de que su marido no sólo era el
gerente del circo, sino también uno de los artistas.
Iba vestido con un traje de cosaco: una camisa blanca de seda con las mangas
abullonadas y los holgados pantalones negros remetidos en unas botas altas de
cuero que se le ajustaban a las pantorrillas. Una faja color escarlata con
joyas incrustadas le rodeaba la cintura y los flecos rozaban el lomo del
caballo. Vestido así no era difícil imaginarlo cabalgando por las estepas rusas
para saquear y violar. También llevaba un látigo enrollado colgando de la silla
de montar y, con alivio, ____(tn) se percató de que había dejado volar la
imaginación.
El látigo que había visto sobre la cama no era nada más que uno de los
artilugios que Nick utilizaba en la pista.
Mientras lo observaba inclinarse sobre el lomo del caballo para hablar con el
maestro de ceremonias, ____(tn) recordó que había hecho unos votos sagrados que
la vinculaban a ese hombre y supo que ya no podía ignorar más su conciencia. No
podía negar que aceptar casarse con él era la cosa más cobarde que había hecho
nunca. Había dudado de sí misma, de su habilidad para cuidarse sola; debía
haberse negado al chantaje de su padre y haberse buscado la vida, aunque eso
significara ir a la cárcel.
¿Sería así como viviría el resto de su vida? ¿Evitando responsabilidades y
saliendo airosa de las situaciones? Se sintió avergonzada al recordar que había
hecho esos votos sagrados sin intención de cumplirlos y supo que de un modo u
otro tenía que llevarlos a que llevarlos a cabo.
La conciencia se lo había susurrado durante horas, pero se había negado a
escucharla. ____(tn)
aceptaba ahora que no iba a poder vivir consigo misma a menos que intentase
cumplir su promesa. El
que fuera a ser difícil no lo hacía menos necesario. En el fondo reconocía que
si huía de esto
no habría esperanza para ella.
Pero aunque sabía que tenía que hacerlo, su mente ponía obstáculos. ¿Cómo podía
honrar los
votos hechos a un desconocido?
«Tú no se los hiciste a un desconocido, le recordó su conciencia. Se los
hiciste a Dios.»
En ese momento Nick la vio. La decisión que había tomado era demasiado reciente
como para que
fuera cómodo para ella hablar con él ahora, pero no tenía escapatoria. Le dio
una nerviosa calada
al cigarrillo sin apartar la mirada cautelosa del caballo que él montaba, y que
parecía más feroz
según se acercaba. El animal estaba enjaezado con magníficos arreos, incluida
una silla de montar
revestida de rica seda dorada y roja, unas bridas con filigranas doradas y
elaboradas piedras
preciosas rojas que parecían rubíes de verdad. Él la miró desde arriba.
—¿Dónde te habías metido?
—He estado explorando.
—Hay gente poco recomendable rondando por el circo. Hasta que sepas cómo va
todo, quédate donde
pueda verte.
Ya que ella acababa de prometerse a sí misma que iba a cumplir los votos
matrimoniales, se tragó
su resentimiento ante las maneras dictatoriales de su marido y se obligó a
responder amablemente.
—De acuerdo.
A ____(tn) comenzaron a sudarle las palmas de las manos
ante la proximidad del caballo y se encogió
contra el remolque.
—¿Es tuyo?
—Sí. Perry Lipscomb lo cuida por mí. Hace un espectáculo ecuestre y transporta
a Misha en el
remolque de sus caballos.
—Ya veo.
—Entra y echa un vistazo a la función.
Él agitó las riendas y ella retrocedió con rapidez. Luego siseó consternada
cuando el resto del
cigarrillo comenzó a arder.
—¡Tienes que dejar de hacer eso! —gritó ____(tn), sacudiendo las ropas y
pisoteando las ascuas
que habían caído al suelo.
Él la miró por encima del hombro con la comisura de la boca ligeramente
curvada.
—Ese vicio acabará por matarte. —Riéndose entre dientes, regresó a su lugar en
la fila junto
al resto de los artistas.
____(tn) no sabía qué encontraba más desalentador: el que Nick hubiera destruido
uno de los
cigarrillos con su acostumbrada teatralidad o saber que parecía haberla vencido
en cada uno de los
encuentros que habían tenido ese día.
Aún se sentía acalorada cuando rodeó a los animales y entró en la carpa por la
entrada trasera.
Encontró un sitio libre en las gradas. Eran tablones de madera blanca, duros y
estrechos, sin otro
lugar donde apoyar los pies que el asiento de los espectadores de la fila de
abajo. Pero
rápidamente olvidó la incomodidad al ver la excitación de los niños de alrededor.
Le encantaban los niños. Aunque nunca se lo había
dicho a nadie, su sueño secreto había sido dar
clases en una guardería. No creía que aquel sueño se fuera a hacer realidad
algún día, pero le
gustaba pensar en ello algunas veces.
Las luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó en crescendo mientras un
foco iluminaba al
maestro de ceremonias en la pista central.
—¡Señoooooras y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la
emocionante
edición número veinticinco del circo de los Hermanos Cyrus!
Las luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó
en crescendo mientras un foco iluminaba al maestro de ceremonias en la pista
central.
—¡Señoooooras y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la
emocionante edición número veinticinco del circo de los Hermanos Cyrus!
La música estalló, tocada por una banda que constaba de dos músicos con
tambores, un sintetizador y un ordenador. Comenzó a sonar una animada versión
de I'd like to teach the world to sing y en la pista entró un caballo blanco
con una chica que portaba la bandera americana. Los demás artistas la siguieron
portando coloridos estandartes, sonriendo y saludando con la mano a la
multitud.
La trouppe de acróbatas de Joseph Miller fue la que captó la atención de
___(tn); la componían tres hombres guapos y Selly, que estaba ataviada con
lentejuelas doradas, mallas brillantes y espeso maquillaje. Sobre el pelo de la
chica, ahora suavemente rizado, había una diadema de brillantes y rubíes de
imitación que brillaba como un cometa. ____(tn) no tuvo ninguna dificultad en
identificar a Joseph Miller entre los demás chicos. Era un hombre musculoso y
de estatura media, que le recordaba a un chico duro de la calle. Los seguía un
grupo de jinetes, payasos, malabaristas y perros adiestrados.
Nick entró solo en la arena, a lomos de su feroz caballo cafe, y a diferencia
de los demás artistas no hacía gestos con las manos ni saludaba. Mientras daba
vueltas por la pista, parecía un ser tan distante y misterioso como su corazón
ruso. No era ajeno a la presencia de la gente, pero de alguna manera permanecía
aislado y le daba una extraña dignidad al colorido despliegue. La multitud se
animó cuando los elefantes cerraron el desfile.
La función comenzó y, según avanzaba el espectáculo, ____(tn) se sorprendió
ante tanto talento. Salió un trío de rumanos, unos trapecistas llamados los
Tolea Voladores, las luces se apagaron y la música se desvaneció. Un foco azul
iluminó al maestro de ceremonias, el único que ocupaba la oscura pista central.
—Están a punto de presenciar un número jamás visto en ningún otro lugar del
planeta más que en el circo de los Hermanos Cyrus. Por primera vez, voy a
contarles una historia asombrosa. —Su voz se volvió dramáticamente baja y una
folclórica y embrujadora melodía rusa comenzó a sonar de fondo.
»Hace casi treinta años, en las estepas heladas de Siberia, una tribu errante
de bandidos cosacos se tropezó con un niño muy pequeño que sólo vestía harapos
y llevaba un colgante esmaltado de valor incalculable en el cuello. Los cosacos
llevaron al niño a su pueblo y le enseñaron las habilidades que habían
aprendido de sus padres. Sólo el colgante que llevaba puesto daba alguna pista
de su verdadera identidad.
Las extrañas notas de la popular melodía rusa se fundía con la voz baja del
maestro de ceremonias, y cuando la luz se volvió más brillante, el público
escuchó, embelesado.
—Durante años, se forjó una leyenda sobre ese hombre, una leyenda que incluso a
día de hoy sus rescatadores insisten en que es cierta.
La música se hizo más estridente.
—Creen que es el único descendiente directo del asesinado Zar Federico II y su
esposa Nickandra. —La voz del hombre se volvió más fuerte. —Señoras y señores,
ese hombre está aquí esta noche... —un redoble de tambores. —¡El heredero de la
corona imperial rusa!
____(tn) sintió un estremecimiento de excitación, a pesar de que no se creía ni
una palabra de la historia que había oído.
La voz del maestro de ceremonias resonó en la carpa.
—¡El circo de los Hermanos Cyrus se enorgullece en presentar... al incomparable
Nick el Cosaco!
Las luces subieron de intensidad, la música resonó y Nick entró en la pista a
todo galope a lomos de su caballo cafe. Las mangas de su camisa blanca ondeaban
y las joyas de la cintura parecían gotas de sangre roja. El poderoso alazán se
elevó sobre las patas traseras. Desafiando la gravedad, Nick levantó los brazos
por encima de la cabeza, permaneciendo montado sólo con la presión de las
poderosas piernas.
El caballo bajó y Nick desapareció. ___(tn) quedó boquiabierta al verle
reaparecer, de pie sobre la silla de montar. Mientras su montura galopaba
alrededor de la pista, él realizó una serie de proezas diestramente ejecutadas
que eran a la vez atrevidas y dramáticas. Finalmente se hundió en la silla y
tomó el látigo que colgaba del pomo, ejecutando un gran arco sobre su cabeza,
haciéndolo resonar tan fuerte que la gente de la primera fila pegó un salto.
Habían introducido algunos accesorios en la pista durante la presentación del
maestro de ceremonias: una hilera de dianas con cintas y coronadas con globos
púrpura. Dando una vuelta sobre la pista, Nick hizo estallar los globos uno a
uno, y una brillante explosión roja, como gotas de sangre, surcó el aire con
cada chasquido del látigo.
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
oh, que mal pensada la niña con ese latigo jaja
NO TE DESNIMES yo estoy aqui leyendo
Cumplira los votos? eso significa que como ya se caso.........
SIGUELA
NO TE DESNIMES yo estoy aqui leyendo
Cumplira los votos? eso significa que como ya se caso.........
SIGUELA
Taescaab
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
PERDON PERDON PERDON POR NO COMENTAR ANTES
MAS ES QUE LA ESCUELA ARGGHH
MAS ENFIN........
NICK NO CIRCO?JAJAJAJA
SIGUELA PRONTO SI
ESTA GENIAL!!!!!!
MAS ES QUE LA ESCUELA ARGGHH
MAS ENFIN........
NICK NO CIRCO?JAJAJAJA
SIGUELA PRONTO SI
ESTA GENIAL!!!!!!
*Stephanie*
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
taescaab escribió:oh, que mal pensada la niña con ese latigo jaja
NO TE DESNIMES yo estoy aqui leyendo
Cumplira los votos? eso significa que como ya se caso.........
SIGUELA
hahah en todo caso si veo a nick con eso yo rambien pensaria paresido solo que no me mestaria 1313
siii gracias por ser una fiem lectora :')
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
no te preocupes entiendo que la escuela quita mucho tiempo ademas igual agradesco que te pases :)*Stephanie* escribió:PERDON PERDON PERDON POR NO COMENTAR ANTES
MAS ES QUE LA ESCUELA ARGGHH
MAS ENFIN........
NICK NO CIRCO?JAJAJAJA
SIGUELA PRONTO SI
ESTA GENIAL!!!!!!
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
que feliz me hace saber que de apoquito llegan nuevas lectoras :') muchas gracias :)
Uno de los focos iluminó un candelabro con seis
brazos enormes. Nick hizo girar el látigo en un
hipnótico arco sobre su cabeza para apagar las velas.
El público aplaudió, incluso los de las filas traseras habían podido obtener
una buena visión
del espectáculo. Nick bajó con gracilidad a la arena y el caballo se alejó
trotando fuera de la
carpa. Las luces se atenuaron hasta que sólo el quedó iluminado por el foco.
Cogió un segundo
látigo y los hizo restallar a los dos al mismo ritmo, arriba y abajo, delante y
detrás. Y luego
los hizo bailar, realizando movimientos intricados con una gracia tan
masculina, que ___(tn) se
quedó sin aliento. El baile iba en aumento, con movimientos cada vez más
rápidos y, como por arte
de magia, los dos látigos se convirtieron en uno solo. Gigante. Con una
poderosa torsión del
brazo, Nick lo elevó por encima de su cabeza para hacerlo estallar en llamas.
El público soltó un grito ahogado, se apagaron las luces y el látigo de fuego
bailó una mazurca
alocada en medio de la oscuridad.
Cuando las luces se encendieron de nuevo, Nick el Cosaco había desaparecido.
—¿Qué coño haces aquí fuera?
___(tn) abrió los ojos de golpe y, alzando la vista, vio los mismos ojos
dorados que plagaban sus pesadillas. Por un momento, no pudo recordar dónde
estaba, pero luego le vino todo a la cabeza: Nick, la boda, el látigo de
fuego...
Fue consciente de las manos de Nick en los hombros, era lo único que le había
impedido caerse de la camioneta cuando él había abierto la puerta. Se había
escondido allí porque no tenía valor para pasar la noche en aquella caravana
donde sólo había una cama y un desconocido de pasado misterioso que blandía
látigos.
Intentando escabullirse de sus manos se movió hacia el centro del asiento,
alejándose de él todo lo que pudo.
—¿Qué hora es?
—Algo más de medianoche. —Él apoyó una mano sobre el marco de la puerta y la
miró con esos extraños ojos color ámbar que habían plagado las pesadillas de
___(tn). En lugar del traje de cosaco llevaba unos gastados vaqueros y una
descolorida camiseta negra, pero eso no lo hacía parecer menos amenazador.
—Cara de ángel, ocasionas más problemas de lo que vales.
Ella fingió alisarse la ropa intentando ganar tiempo. Después de la última
función, había ido a la caravana donde vio los látigos que él había usado
durante la actuación sobre la cama, como si los hubiera dejado allí para
utilizarlos más tarde. Había procurado no mirarlos mientras estaba de pie
frente a la ventana observando cómo desmontaban la carpa.
Nick daba órdenes al tiempo que echaba una mano a los hombres, y ___(tn) se
había fijado en los músculos tensos de sus brazos al cargar un montón de
asientos en la carretilla elevadora y tirar de la cuerda. En ese momento había
recordado las veladas amenazas que él había hecho antes y las desagradables
consecuencias que caerían sobre ella si no hacía lo que él quería. Exhausta y
sintiéndose más sola que nunca, fue incapaz de considerar los látigos que
descansaban sobre la cama como meras herramientas de trabajo. Sentía que la
amenazaban. Fue entonces cuando supo que no tenía valor para dormir en la
caravana, ni siquiera en el sofá.
—Venga, vamos a la cama.
Los últimos vestigios del sueño se desvanecieron y ____(tn) se puso en guardia
de inmediato. La oscuridad era absoluta, no podía ver nada. La mayoría de los
camiones habían desaparecido y los trabajadores con ellos.
—He decidido dormir aquí.
—Creo que no. Por si no te has dado cuenta, estás tiritando.
Estaba en lo cierto. Cuando había entrado en la camioneta no hacía frío, pero
la temperatura había descendido desde entonces.
—Estoy muy bien —mintió.
Él se encogió de hombros y se pasó la manga de la camiseta por un lado de la
cara.
—Considera esto como una advertencia amistosa. Apenas he dormido en tres días.
Primero tuvimos una tormenta y casi perdimos la cubierta del circo, luego he
tenido que hacer dos viajes a Nueva York. No soy una persona de trato fácil en
las mejores circunstancias, pero soy todavía peor cuando no duermo. Ahora, saca
tu dulce culito aquí afuera.
—No.
Él levantó el brazo que tenía al costado y ella siseó alarmada cuando vio un
látigo enroscado en su mano. Él dio un puñetazo en el techo.
—¡Ahora!
Con el corazón palpitando, ___(tn) bajó de la camioneta. La amenaza del látigo
ya no era algo abstracto y se dio cuenta de que una cosa era decirse a plena
luz del día que no dejaría que su marido la tocara y otra muy distinta hacerlo
de noche, cuando estaban solos en medio de un campo, a oscuras, en algún lugar
apañado de Carolina del Sur.
Soltó un jadeo cuando Nick la agarró del brazo y la guio a través del recinto.
Con la maleza golpeándole las sandalias, supo que no podía dejar que la llevara
a donde quería sin oponer resistencia.
—Te advierto que me pondré a gritar si intentas hacerme daño. —Él bostezó. —Lo
digo en serio —dijo mientras él la empujaba hacia delante. —No quiero pensar
mal de ti, pero me resulta muy difícil no hacerlo sí sigues amenazándome de
esta manera.
Nick abrió la puerta de la caravana y encendió la luz, empujándola suavemente
por el codo para que entrara.
—¿Podemos posponer esta conversación hasta mañana?
¿Era sólo la imaginación de _____(tn) o el interior de la caravana había
encogido desde la primera vez que lo había visto?
—No, creo que no. Y por favor, no vuelvas a tocarme otra vez.
—Estoy demasiado cansado para pensar en atacarte esta noche, si es eso lo que
te preocupa.
Sus palabras no la tranquilizaron.
—Si no tienes intención de atacarme, ¿por qué me amenazas con el látigo?
Nick bajó la mirada a la cuerda de cuero trenzado como si se hubiera olvidado
que lo tenía en la mano, lo que ella no se creyó ni por un momento. ¿Cómo podía
ser tan descuidado con respecto a eso? ¿Y por qué llevaba un látigo por la
noche si no era para amenazarla? Un nuevo pensamiento la asaltó, provocándole
escalofríos por todo el cuerpo. Había oído bastantes historias sobre hombres
que utilizaban los látigos como parte de sus juegos sexuales.
Incluso conocía algunos ejemplos casi de primera
mano. ¿Sería eso lo que él tenía en mente?
Él masculló algo por lo bajo, cerró la puerta y se acercó a la cama para
sentarse. Dejó caer el
látigo al suelo, pero el mango aún descansaba sobre su rodilla.
Ella lo miró con aprensión. Por un lado, ____(tn) había prometido honrar sus
votos matrimoniales
y además él no le había hecho daño. Pero, por otro, no había dudas de que la
había asustado.
No era demasiado hábil en los enfrentamientos, pero sabía que tenía que
hacerlo. Se armó de
valor.
—Creo que deberíamos aclarar las cosas. Quiero que sepas que no voy a poder
vivir contigo si
sigues intimidándome de esta manera.
—¿Intimidándote? —Él examinó el mango del látigo. —¿De qué estás hablando?
El nerviosismo de la joven aumentó, pero se obligó a continuar.
—Supongo que no puedes evitarlo. Probablemente sea por la manera en que te
criaste, aunque no es
que me haya creído esa historia de los cosacos —hizo una pausa. —Porque es
falsa, ¿verdad?
Él la miró como si se hubiera vuelto loca.
—Sí, claro que sí—se apresuró a decir ella. —Cuando me refiero a la
intimidación, me
refiero a tus amenazas y a... —respiró hondo— ese látigo.
—¿Qué pasa con él?
—Sé algo de sadomasoquismo. Si tienes ese tipo de inclinaciones, te agradecería
que me lo
dijeras ahora en vez de soltar indirectas.
—¿De qué estás hablando?
—Los dos somos adultos y no hay ninguna razón para que finjas que no me
entiendes.
—Me temo que tendrás que ser más clara. -Ella no
podía creer que fuera tan obtuso.
—Me refiero a esos indicios que muestras de perversión sexual.
—¿Perversión sexual?
Como seguía mirándola sin comprender, ella gritó frustrada.
—¡Por el amor de Dios! Si piensas golpearme y luego hacer el amor conmigo,
dímelo. «Oye,
____(tn), me gusta dar latigazos a las mujeres con las que me acuesto y tú eres
la siguiente de la
lista.» Al menos sabría lo que se te pasa por la cabeza.
Él enarcó las cejas.
—¿Eso haría que te sintieras mejor?
Ella asintió.
—¿Estás segura?
—Tenemos que comenzar a comunicarnos.
—Como quieras. —La miró con ojos chispeantes. —Me gusta dar latigazos a las
mujeres con las
que me acuesto y tú eres la siguiente de la lista. Ahora voy a darme una ducha.
Entró en el cuarto de baño y cerró la puerta.
____(tn) se mordisqueó el labio inferior. Aquello no había salido precisamente
como había
planeado.
Nick se rio entre dientes mientras el agua de la
ducha caía sobre su cuerpo. Esa bella cabecita hueca le había proporcionado más
diversión en las últimas veinticuatro horas de la que había obtenido en todo el
año anterior. O puede que incluso más. Su vida era normalmente un asunto muy
serio. La risa era un lujo que no se había podido permitir mientras crecía, así
que nunca había desarrollado esa costumbre. Pero era normal cuando se había
visto obligado a soportar toda clase de agravios para obtener una sonrisa.
Recordó el comentario de ___(tn) sobre la perversión sexual. Si bien no era su
tipo de mujer, no podía negar que había tenido pensamientos sexuales sobre
ella. Pero no consideraba que fueran pervertidos. Para un hombre era difícil no
pensar en el sexo cuando tenía que hacer frente a esos profundos ojos color
violeta y a esa boca que parecía hecha para besar.
Habría estropeado la diversión si le hubiera explicado que siempre llevaba un
látigo cuando sabía que los trabajadores habían estado bebiendo. Los circos
ambulantes eran como el viejo Oeste a la hora de resolver los problemas —había
que prevenirlos antes de que surgieran— y la visión del látigo era una medida
muy disuasoria para aplacar el mal genio de algunos y los viejos rencores.
Ella no lo sabía, por supuesto, y él no tenía ninguna prisa en contárselo. Por
el bien de los dos, tenía intención de tener a la pequeña señorita ricachona en
un puño.
A pesar de cuanto le había divertido el último enfrentamiento con su esposa,
tenía el presentimiento de que la diversión no duraría demasiado. ¿En qué había
estado pensando Max Petroff cuando le había ofrecido a su hija en matrimonio?
¿Tanto la odiaba que la había sometido voluntariamente a una vida que iba más
allá de su experiencia? Cuando Max insistió en ese matrimonio, le había dicho
que ___(tn) necesitaba conocer la cruda realidad, pero a Nick le costaba mucho
creer que no hubiera pensado en ello como en un castigo.
La candidez de ___(tn) y su disparatado sistema de valores de niña rica eran
una peligrosa combinación. Realmente le sorprendería que durara mucho con él,
pero, por otra parte, había prometido que haría lo mejor para ella y pensaba
mantener su palabra. Cuando ____(tn) se fuera, seria por elección propia, no
porque la estuviera echando o sobornándola para deshacerse de ella. Puede que
no le gustara a Max, pero se lo debía.
Éste parecía ser su año para pagar grandes deudas, primero la promesa hecha a
Owen Cyrus en su lecho de muerte: hacer una última gira con el circo bajo el
nombre de Cyrus. Y luego casarse con la hija de Max. En todos esos años, Max
nunca le había pedido nada a cambio de haberle salvado la vida, pero cuando
finalmente lo hizo, le había pedido una barbaridad.
Nick había intentado convencer a Max de que podía lograr el mismo objetivo
obligando a ____(tn) a vivir con él, pero Max había insistido en lo contrario.
Al principio Max le había pedido que el matrimonio durase un año, pero Nick no
sentía tanta gratitud como para aceptarlo. Al final acordaron que serían seis
meses, un período que concluiría al mismo tiempo que la gira con el circo de
los Hermanos Cyrus.
Mientras se enjabonaba el pecho, Nick pensó en los dos hombres que habían
representado fuerzas tan poderosas en su vida, Owen Cyrus y Max Petroff. Max lo
había rescatado de una existencia de abusos físicos y emocionales, mientras que
Owen lo había guiado a la madurez.
Nick había conocido a Max cuando tenía doce años y viajaba con su tío Sergey en
un maltrecho circo que se pasaba el verano de gira por los pueblos de la costa
atlántica, desde Daytona Beach a Bacalao Cape. Nunca olvidaría esa calurosa
tarde de agosto cuando Max apareció como un ángel vengador para arrebatar el
látigo del puño de Sergey y salvar a Nick de otra brutal paliza.
Ahora comprendía los actos sádicos de Sergey, pero en ese momento no había
entendido la retorcida atracción que algunos hombres sentían por los niños y
hasta dónde podían llegar para negar esa atracción. En un impulsivo gesto de
generosidad, Max había pagado a Sergey y se había llevado a Nick. Lo había
matriculado en la academia militar y le había proporcionado el dinero —que no
el afecto— que había hecho posible que Nick sobreviviera hasta que pudo cuidar
de sí mismo.
Pero había sido Owen Cyrus quien había dado a Nick lecciones de madurez durante
las vacaciones de verano, cuando había viajado con el circo para ganar algo de
dinero, y luego, mucho más tarde, en la edad adulta, cuando cada pocos años
dejaba atrás su vida y pasaba algunos meses en la carretera. La parte del
carácter de Nick que no había sido moldeada por el látigo de su tío se había
formado por los sabios sermones de Owen y sus casi siempre astutas observaciones
sobre el mundo y lo duro que era sobrevivir para un hombre. La vida era un
negocio peligroso para Owen, y no había lugar para la risa o la frivolidad.
Un hombre debía trabajar duro, cuidarse de sí mismo
y mantener su orgullo.
Nick cerró el grifo y cogió una toalla. Los dos hombres habían tenido sus
razones egoístas para
ayudar a un niño desvalido. Max se veía a sí mismo como un benefactor y se
jactaba de sus
diversos proyectos caritativos —entre los que estaba incluido Nick Jonas— ante
sus amigos de
alto copete. Por otro lado, Owen tenía un ego enorme y le encantaba tener un
público impresionable
que esperara babeante sus reflexiones oscuras sobre la vida. Pero a pesar de
los motivos egoístas
que pudieran haber tenido aquellos dos hombres, habían sido las únicas personas
en la joven vida
de Nick a los que él había importado algo y ninguno de ellos le pidió nada a
cambio, por lo menos
no hasta ese momento.
Ahora Nick tenía un maltrecho circo entre las manos y una esposa, sexy pero
tonta, que iba camino
de volverlo loco. No lo consentiría, por supuesto. Las circunstancias lo habían
hecho como era, un
hombre rudo y terco que vivía de acuerdo con su propio código y que no se hacía
ilusiones sobre
sí mismo. ____(tn) Deveraux no tenía ninguna posibilidad de vencerlo.
Se envolvió una toalla en la cintura, cogió otra para secarse el pelo y abrió
la puerta del
baño.
____(tn) tragó saliva cuando la puerta del baño se abrió y salió Nick. Oh,
Dios, era
impresionante. Mientras él se secaba la cabeza con la toalla, ella aprovechó
para mirar a
conciencia lo que le parecía un cuerpo perfecto, con músculos bien definidos
pero no excesivamente marcados. Nick tenía algo que
nunca había visto en ninguno de los
jovenzuelos bronceados de Lani, un cuerpo moldeado por el trabajo duro. pero
___(tn) estaba
demasiado extasiada con la visión como para fijarse en los detalles.
Las caderas masculinas eran considerablemente más estrechas que los hombros; el
estómago era plano
y duro. Siguió con la mirada la flecha de vello que comenzaba encima del
ombligo y continuaba por
debajo de la toalla amarilla. De repente, se sintió acalorada mientras se
preguntaba cómo sería
lo que había más abajo.
Él terminó de secarse el pelo y la miró.
—Puedes acostarte conmigo o dormir en el sofá.
Ahora mismo estoy demasiado cansado para que me importe lo que hagas.
—¡Dormiré en el sofá! —Su voz había sonado ligeramente aguda, aunque no sabía
si había
sido por sus palabras o por lo que veían sus ojos.
Él la privó de la visión de su pecho cuando le dio la espalda y se dirigió a la
cama. Enrolló
los látigos y los puso en una caja de madera que metió debajo. Con ellos fuera
de vista, ___(tn)
se dio cuenta de lo mucho que le gustaba la visión de aquella espalda.
De nuevo, él se volvió hacia ella.
—En cinco segundos dejaré caer la toalla.
Nick esperó, y después de que pasaran los cinco segundos, ella se dio cuenta de
lo que él había
querido decir.
—Ah. Quieres que aparte la vista.
Él se rio.
—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te
enseñaré todo lo
que quieras.
Ahora sí que lo había hecho. Le había dado una impresión totalmente errónea y
tenía que
corregirla. —En cinco segundos dejaré caer la toalla.
Nick esperó, y después de que pasaran los cinco segundos, ella se dio cuenta de
lo que él había querido decir.
—Ah. Quieres que aparte la vista.
Él se rio.
—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te
enseñaré todo lo que quieras.
Ahora sí que lo había hecho. Le había dado una impresión totalmente errónea y
tenía que corregirla.
—Creo que me has interpretado mal.
—Espero que no.
—Lo has hecho. Sólo tenía curiosidad... Bueno, no curiosidad exactamente,
pero... bueno, sí, supongo que curiosidad... Aunque es natural. No deberías
asumir por ello que...
—¿___(tn)?
—¿Sí?
—Si dices una palabra más, cogeré uno de esos látigos que tanto te preocupan y
veremos si puedo hacer alguna de esas cosas pervertidas que mencionabas.
Ella cogió rápidamente unas bragas limpias y una descolorida camiseta de la
Universidad de Carolina del Norte que había sacado del cajón de Nick mientras
estaba en la ducha, y entró en el cuarto de baño, cerrando la puerta de un
portazo.
Uno de los focos iluminó un candelabro con seis
brazos enormes. Nick hizo girar el látigo en un
hipnótico arco sobre su cabeza para apagar las velas.
El público aplaudió, incluso los de las filas traseras habían podido obtener
una buena visión
del espectáculo. Nick bajó con gracilidad a la arena y el caballo se alejó
trotando fuera de la
carpa. Las luces se atenuaron hasta que sólo el quedó iluminado por el foco.
Cogió un segundo
látigo y los hizo restallar a los dos al mismo ritmo, arriba y abajo, delante y
detrás. Y luego
los hizo bailar, realizando movimientos intricados con una gracia tan
masculina, que ___(tn) se
quedó sin aliento. El baile iba en aumento, con movimientos cada vez más
rápidos y, como por arte
de magia, los dos látigos se convirtieron en uno solo. Gigante. Con una
poderosa torsión del
brazo, Nick lo elevó por encima de su cabeza para hacerlo estallar en llamas.
El público soltó un grito ahogado, se apagaron las luces y el látigo de fuego
bailó una mazurca
alocada en medio de la oscuridad.
Cuando las luces se encendieron de nuevo, Nick el Cosaco había desaparecido.
—¿Qué coño haces aquí fuera?
___(tn) abrió los ojos de golpe y, alzando la vista, vio los mismos ojos
dorados que plagaban sus pesadillas. Por un momento, no pudo recordar dónde
estaba, pero luego le vino todo a la cabeza: Nick, la boda, el látigo de
fuego...
Fue consciente de las manos de Nick en los hombros, era lo único que le había
impedido caerse de la camioneta cuando él había abierto la puerta. Se había
escondido allí porque no tenía valor para pasar la noche en aquella caravana
donde sólo había una cama y un desconocido de pasado misterioso que blandía
látigos.
Intentando escabullirse de sus manos se movió hacia el centro del asiento,
alejándose de él todo lo que pudo.
—¿Qué hora es?
—Algo más de medianoche. —Él apoyó una mano sobre el marco de la puerta y la
miró con esos extraños ojos color ámbar que habían plagado las pesadillas de
___(tn). En lugar del traje de cosaco llevaba unos gastados vaqueros y una
descolorida camiseta negra, pero eso no lo hacía parecer menos amenazador.
—Cara de ángel, ocasionas más problemas de lo que vales.
Ella fingió alisarse la ropa intentando ganar tiempo. Después de la última
función, había ido a la caravana donde vio los látigos que él había usado
durante la actuación sobre la cama, como si los hubiera dejado allí para
utilizarlos más tarde. Había procurado no mirarlos mientras estaba de pie
frente a la ventana observando cómo desmontaban la carpa.
Nick daba órdenes al tiempo que echaba una mano a los hombres, y ___(tn) se
había fijado en los músculos tensos de sus brazos al cargar un montón de
asientos en la carretilla elevadora y tirar de la cuerda. En ese momento había
recordado las veladas amenazas que él había hecho antes y las desagradables
consecuencias que caerían sobre ella si no hacía lo que él quería. Exhausta y
sintiéndose más sola que nunca, fue incapaz de considerar los látigos que
descansaban sobre la cama como meras herramientas de trabajo. Sentía que la
amenazaban. Fue entonces cuando supo que no tenía valor para dormir en la
caravana, ni siquiera en el sofá.
—Venga, vamos a la cama.
Los últimos vestigios del sueño se desvanecieron y ____(tn) se puso en guardia
de inmediato. La oscuridad era absoluta, no podía ver nada. La mayoría de los
camiones habían desaparecido y los trabajadores con ellos.
—He decidido dormir aquí.
—Creo que no. Por si no te has dado cuenta, estás tiritando.
Estaba en lo cierto. Cuando había entrado en la camioneta no hacía frío, pero
la temperatura había descendido desde entonces.
—Estoy muy bien —mintió.
Él se encogió de hombros y se pasó la manga de la camiseta por un lado de la
cara.
—Considera esto como una advertencia amistosa. Apenas he dormido en tres días.
Primero tuvimos una tormenta y casi perdimos la cubierta del circo, luego he
tenido que hacer dos viajes a Nueva York. No soy una persona de trato fácil en
las mejores circunstancias, pero soy todavía peor cuando no duermo. Ahora, saca
tu dulce culito aquí afuera.
—No.
Él levantó el brazo que tenía al costado y ella siseó alarmada cuando vio un
látigo enroscado en su mano. Él dio un puñetazo en el techo.
—¡Ahora!
Con el corazón palpitando, ___(tn) bajó de la camioneta. La amenaza del látigo
ya no era algo abstracto y se dio cuenta de que una cosa era decirse a plena
luz del día que no dejaría que su marido la tocara y otra muy distinta hacerlo
de noche, cuando estaban solos en medio de un campo, a oscuras, en algún lugar
apañado de Carolina del Sur.
Soltó un jadeo cuando Nick la agarró del brazo y la guio a través del recinto.
Con la maleza golpeándole las sandalias, supo que no podía dejar que la llevara
a donde quería sin oponer resistencia.
—Te advierto que me pondré a gritar si intentas hacerme daño. —Él bostezó. —Lo
digo en serio —dijo mientras él la empujaba hacia delante. —No quiero pensar
mal de ti, pero me resulta muy difícil no hacerlo sí sigues amenazándome de
esta manera.
Nick abrió la puerta de la caravana y encendió la luz, empujándola suavemente
por el codo para que entrara.
—¿Podemos posponer esta conversación hasta mañana?
¿Era sólo la imaginación de _____(tn) o el interior de la caravana había
encogido desde la primera vez que lo había visto?
—No, creo que no. Y por favor, no vuelvas a tocarme otra vez.
—Estoy demasiado cansado para pensar en atacarte esta noche, si es eso lo que
te preocupa.
Sus palabras no la tranquilizaron.
—Si no tienes intención de atacarme, ¿por qué me amenazas con el látigo?
Nick bajó la mirada a la cuerda de cuero trenzado como si se hubiera olvidado
que lo tenía en la mano, lo que ella no se creyó ni por un momento. ¿Cómo podía
ser tan descuidado con respecto a eso? ¿Y por qué llevaba un látigo por la
noche si no era para amenazarla? Un nuevo pensamiento la asaltó, provocándole
escalofríos por todo el cuerpo. Había oído bastantes historias sobre hombres
que utilizaban los látigos como parte de sus juegos sexuales.
Incluso conocía algunos ejemplos casi de primera
mano. ¿Sería eso lo que él tenía en mente?
Él masculló algo por lo bajo, cerró la puerta y se acercó a la cama para
sentarse. Dejó caer el
látigo al suelo, pero el mango aún descansaba sobre su rodilla.
Ella lo miró con aprensión. Por un lado, ____(tn) había prometido honrar sus
votos matrimoniales
y además él no le había hecho daño. Pero, por otro, no había dudas de que la
había asustado.
No era demasiado hábil en los enfrentamientos, pero sabía que tenía que
hacerlo. Se armó de
valor.
—Creo que deberíamos aclarar las cosas. Quiero que sepas que no voy a poder
vivir contigo si
sigues intimidándome de esta manera.
—¿Intimidándote? —Él examinó el mango del látigo. —¿De qué estás hablando?
El nerviosismo de la joven aumentó, pero se obligó a continuar.
—Supongo que no puedes evitarlo. Probablemente sea por la manera en que te
criaste, aunque no es
que me haya creído esa historia de los cosacos —hizo una pausa. —Porque es
falsa, ¿verdad?
Él la miró como si se hubiera vuelto loca.
—Sí, claro que sí—se apresuró a decir ella. —Cuando me refiero a la
intimidación, me
refiero a tus amenazas y a... —respiró hondo— ese látigo.
—¿Qué pasa con él?
—Sé algo de sadomasoquismo. Si tienes ese tipo de inclinaciones, te agradecería
que me lo
dijeras ahora en vez de soltar indirectas.
—¿De qué estás hablando?
—Los dos somos adultos y no hay ninguna razón para que finjas que no me
entiendes.
—Me temo que tendrás que ser más clara. -Ella no
podía creer que fuera tan obtuso.
—Me refiero a esos indicios que muestras de perversión sexual.
—¿Perversión sexual?
Como seguía mirándola sin comprender, ella gritó frustrada.
—¡Por el amor de Dios! Si piensas golpearme y luego hacer el amor conmigo,
dímelo. «Oye,
____(tn), me gusta dar latigazos a las mujeres con las que me acuesto y tú eres
la siguiente de la
lista.» Al menos sabría lo que se te pasa por la cabeza.
Él enarcó las cejas.
—¿Eso haría que te sintieras mejor?
Ella asintió.
—¿Estás segura?
—Tenemos que comenzar a comunicarnos.
—Como quieras. —La miró con ojos chispeantes. —Me gusta dar latigazos a las
mujeres con las
que me acuesto y tú eres la siguiente de la lista. Ahora voy a darme una ducha.
Entró en el cuarto de baño y cerró la puerta.
____(tn) se mordisqueó el labio inferior. Aquello no había salido precisamente
como había
planeado.
Nick se rio entre dientes mientras el agua de la
ducha caía sobre su cuerpo. Esa bella cabecita hueca le había proporcionado más
diversión en las últimas veinticuatro horas de la que había obtenido en todo el
año anterior. O puede que incluso más. Su vida era normalmente un asunto muy
serio. La risa era un lujo que no se había podido permitir mientras crecía, así
que nunca había desarrollado esa costumbre. Pero era normal cuando se había
visto obligado a soportar toda clase de agravios para obtener una sonrisa.
Recordó el comentario de ___(tn) sobre la perversión sexual. Si bien no era su
tipo de mujer, no podía negar que había tenido pensamientos sexuales sobre
ella. Pero no consideraba que fueran pervertidos. Para un hombre era difícil no
pensar en el sexo cuando tenía que hacer frente a esos profundos ojos color
violeta y a esa boca que parecía hecha para besar.
Habría estropeado la diversión si le hubiera explicado que siempre llevaba un
látigo cuando sabía que los trabajadores habían estado bebiendo. Los circos
ambulantes eran como el viejo Oeste a la hora de resolver los problemas —había
que prevenirlos antes de que surgieran— y la visión del látigo era una medida
muy disuasoria para aplacar el mal genio de algunos y los viejos rencores.
Ella no lo sabía, por supuesto, y él no tenía ninguna prisa en contárselo. Por
el bien de los dos, tenía intención de tener a la pequeña señorita ricachona en
un puño.
A pesar de cuanto le había divertido el último enfrentamiento con su esposa,
tenía el presentimiento de que la diversión no duraría demasiado. ¿En qué había
estado pensando Max Petroff cuando le había ofrecido a su hija en matrimonio?
¿Tanto la odiaba que la había sometido voluntariamente a una vida que iba más
allá de su experiencia? Cuando Max insistió en ese matrimonio, le había dicho
que ___(tn) necesitaba conocer la cruda realidad, pero a Nick le costaba mucho
creer que no hubiera pensado en ello como en un castigo.
La candidez de ___(tn) y su disparatado sistema de valores de niña rica eran
una peligrosa combinación. Realmente le sorprendería que durara mucho con él,
pero, por otra parte, había prometido que haría lo mejor para ella y pensaba
mantener su palabra. Cuando ____(tn) se fuera, seria por elección propia, no
porque la estuviera echando o sobornándola para deshacerse de ella. Puede que
no le gustara a Max, pero se lo debía.
Éste parecía ser su año para pagar grandes deudas, primero la promesa hecha a
Owen Cyrus en su lecho de muerte: hacer una última gira con el circo bajo el
nombre de Cyrus. Y luego casarse con la hija de Max. En todos esos años, Max
nunca le había pedido nada a cambio de haberle salvado la vida, pero cuando
finalmente lo hizo, le había pedido una barbaridad.
Nick había intentado convencer a Max de que podía lograr el mismo objetivo
obligando a ____(tn) a vivir con él, pero Max había insistido en lo contrario.
Al principio Max le había pedido que el matrimonio durase un año, pero Nick no
sentía tanta gratitud como para aceptarlo. Al final acordaron que serían seis
meses, un período que concluiría al mismo tiempo que la gira con el circo de
los Hermanos Cyrus.
Mientras se enjabonaba el pecho, Nick pensó en los dos hombres que habían
representado fuerzas tan poderosas en su vida, Owen Cyrus y Max Petroff. Max lo
había rescatado de una existencia de abusos físicos y emocionales, mientras que
Owen lo había guiado a la madurez.
Nick había conocido a Max cuando tenía doce años y viajaba con su tío Sergey en
un maltrecho circo que se pasaba el verano de gira por los pueblos de la costa
atlántica, desde Daytona Beach a Bacalao Cape. Nunca olvidaría esa calurosa
tarde de agosto cuando Max apareció como un ángel vengador para arrebatar el
látigo del puño de Sergey y salvar a Nick de otra brutal paliza.
Ahora comprendía los actos sádicos de Sergey, pero en ese momento no había
entendido la retorcida atracción que algunos hombres sentían por los niños y
hasta dónde podían llegar para negar esa atracción. En un impulsivo gesto de
generosidad, Max había pagado a Sergey y se había llevado a Nick. Lo había
matriculado en la academia militar y le había proporcionado el dinero —que no
el afecto— que había hecho posible que Nick sobreviviera hasta que pudo cuidar
de sí mismo.
Pero había sido Owen Cyrus quien había dado a Nick lecciones de madurez durante
las vacaciones de verano, cuando había viajado con el circo para ganar algo de
dinero, y luego, mucho más tarde, en la edad adulta, cuando cada pocos años
dejaba atrás su vida y pasaba algunos meses en la carretera. La parte del
carácter de Nick que no había sido moldeada por el látigo de su tío se había
formado por los sabios sermones de Owen y sus casi siempre astutas observaciones
sobre el mundo y lo duro que era sobrevivir para un hombre. La vida era un
negocio peligroso para Owen, y no había lugar para la risa o la frivolidad.
Un hombre debía trabajar duro, cuidarse de sí mismo
y mantener su orgullo.
Nick cerró el grifo y cogió una toalla. Los dos hombres habían tenido sus
razones egoístas para
ayudar a un niño desvalido. Max se veía a sí mismo como un benefactor y se
jactaba de sus
diversos proyectos caritativos —entre los que estaba incluido Nick Jonas— ante
sus amigos de
alto copete. Por otro lado, Owen tenía un ego enorme y le encantaba tener un
público impresionable
que esperara babeante sus reflexiones oscuras sobre la vida. Pero a pesar de
los motivos egoístas
que pudieran haber tenido aquellos dos hombres, habían sido las únicas personas
en la joven vida
de Nick a los que él había importado algo y ninguno de ellos le pidió nada a
cambio, por lo menos
no hasta ese momento.
Ahora Nick tenía un maltrecho circo entre las manos y una esposa, sexy pero
tonta, que iba camino
de volverlo loco. No lo consentiría, por supuesto. Las circunstancias lo habían
hecho como era, un
hombre rudo y terco que vivía de acuerdo con su propio código y que no se hacía
ilusiones sobre
sí mismo. ____(tn) Deveraux no tenía ninguna posibilidad de vencerlo.
Se envolvió una toalla en la cintura, cogió otra para secarse el pelo y abrió
la puerta del
baño.
____(tn) tragó saliva cuando la puerta del baño se abrió y salió Nick. Oh,
Dios, era
impresionante. Mientras él se secaba la cabeza con la toalla, ella aprovechó
para mirar a
conciencia lo que le parecía un cuerpo perfecto, con músculos bien definidos
pero no excesivamente marcados. Nick tenía algo que
nunca había visto en ninguno de los
jovenzuelos bronceados de Lani, un cuerpo moldeado por el trabajo duro. pero
___(tn) estaba
demasiado extasiada con la visión como para fijarse en los detalles.
Las caderas masculinas eran considerablemente más estrechas que los hombros; el
estómago era plano
y duro. Siguió con la mirada la flecha de vello que comenzaba encima del
ombligo y continuaba por
debajo de la toalla amarilla. De repente, se sintió acalorada mientras se
preguntaba cómo sería
lo que había más abajo.
Él terminó de secarse el pelo y la miró.
—Puedes acostarte conmigo o dormir en el sofá.
Ahora mismo estoy demasiado cansado para que me importe lo que hagas.
—¡Dormiré en el sofá! —Su voz había sonado ligeramente aguda, aunque no sabía
si había
sido por sus palabras o por lo que veían sus ojos.
Él la privó de la visión de su pecho cuando le dio la espalda y se dirigió a la
cama. Enrolló
los látigos y los puso en una caja de madera que metió debajo. Con ellos fuera
de vista, ___(tn)
se dio cuenta de lo mucho que le gustaba la visión de aquella espalda.
De nuevo, él se volvió hacia ella.
—En cinco segundos dejaré caer la toalla.
Nick esperó, y después de que pasaran los cinco segundos, ella se dio cuenta de
lo que él había
querido decir.
—Ah. Quieres que aparte la vista.
Él se rio.
—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te
enseñaré todo lo
que quieras.
Ahora sí que lo había hecho. Le había dado una impresión totalmente errónea y
tenía que
corregirla. —En cinco segundos dejaré caer la toalla.
Nick esperó, y después de que pasaran los cinco segundos, ella se dio cuenta de
lo que él había querido decir.
—Ah. Quieres que aparte la vista.
Él se rio.
—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te
enseñaré todo lo que quieras.
Ahora sí que lo había hecho. Le había dado una impresión totalmente errónea y
tenía que corregirla.
—Creo que me has interpretado mal.
—Espero que no.
—Lo has hecho. Sólo tenía curiosidad... Bueno, no curiosidad exactamente,
pero... bueno, sí, supongo que curiosidad... Aunque es natural. No deberías
asumir por ello que...
—¿___(tn)?
—¿Sí?
—Si dices una palabra más, cogeré uno de esos látigos que tanto te preocupan y
veremos si puedo hacer alguna de esas cosas pervertidas que mencionabas.
Ella cogió rápidamente unas bragas limpias y una descolorida camiseta de la
Universidad de Carolina del Norte que había sacado del cajón de Nick mientras
estaba en la ducha, y entró en el cuarto de baño, cerrando la puerta de un
portazo.
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
Nick quedo sorprendido, no cachaba una de lo que ella decia jaja, que bueno que te estes animando aqui seguire yo, asi que sigue publicando, me encanto la discusion jaja, en cinco segundos eh? jaja el noto como se lo comia con la mirada, siii
SIGUELA
SIGUELA
Taescaab
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
taescaab escribió:Nick quedo sorprendido, no cachaba una de lo que ella decia jaja, que bueno que te estes animando aqui seguire yo, asi que sigue publicando, me encanto la discusion jaja, en cinco segundos eh? jaja el noto como se lo comia con la mirada, siii
SIGUELA
hahah nick se hace el rudo pero siente una atraccion muy grande por ____ hahahaa
Val's Matth.
Re: Besar a un Angel Nick y Tu
berenice_89 escribió:OK AKI ESTOI DE NUEVO..NICK ES MI ANGEL¡¡
bienvenida de nuevo entonses :)
Val's Matth.
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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