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SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Lydia observó a sus dos compañeros alejarse. ______ estaba sentada al lado de la ventana, mirando el mar. David Sumner salió de la casa, se sentó en una silla y encendió un cigarro.
Lydia se puso muy derecha y se acercó a él, caminando lentamente.
Él la vio acercarse y la saludó con la mano para darle la bienvenida.
—Tú debes de ser Lydia —le dijo.
Ella asintió y continuó caminando.
—Yo soy David.
—Ya lo sé.
—Demi y Joe se han ido al pueblo, a un hotel. Les dije que te llevaría si volvías aquí.
Ella asintió.
—Pensaban que te habías ido al pueblo. Creo que tenían la esperanza de encontrarse contigo y...
Entonces se quedó callado, hasta que ella se detuvo a dos pasos de él. Entrecerró los ojos y frunció el ceño.
—Hola, David. Ha pasado mucho tiempo.
—Oh, Dios mío. Dios mío.
20
__________ estaba tumbada en una camilla con un camisón de papel y con una vía en el brazo, conectada a una bolsa de suero. Sin embargo, sabía que aquello no la ayudaría. Sabía lo que necesitaba, y no era suero por vía intravenosa.
El doctor Hillman entró en la
habitación muy serio. David estaba sentado al lado. Había salido
durante el examen, pero había vuelto a entrar inmediatamente. ________
no había tenido los ánimos suficientes para echarlo. Ella lo quería, y
sabía que él la quería también. Tenía la molesta sensación de que estaba tramando algo, aunque sabía que debía confiar en él. De hecho, era la única persona en la que confiaba, además de Nick.
Sin embargo, había visto a David aquel día, hablando con Lydia, la mujer rubia. Habían estado juntos durante mucho tiempo, hablando, y la
atmósfera que se había creado a su alrededor desprendía una intensa
energía. ______ no sabía por qué. Había oído el motor del coche después
de la emocionante
despedida de Demi, y había pensado que al bajar las escaleras
encontraría a David solo. Sin embargo, lo había encontrado con Lydia, y
los dos se habían quedado silenciosos cuando la habían visto. Aquello todavía molestaba a _________. ¿De qué habría estado hablando David con aquella extraña?
David se levantó cuando apareció el doctor.
—¿Y bien?
El doctor Hulmán tomó aire y después suspiró.
—Sinceramente, __________, me gustaría ingresarte.
—¿En el hospital? —preguntó ella, parpadeando.
—Sólo para observarte. Tienes anemia y no estás bien.
—¿No me pueden hacer una transfusión de sangre y mandarme para casa?
Él intercambió una mirada con David.
—Si pudiéramos encontrar a un donante apropiado, sí. Pero sabes que tienes un tipo muy raro de sangre.
—Sí, ya lo sé. ¿Sabe? Tengo una hermana. Una gemela. Sin embargo, ella no tiene el antígeno. ¿Cómo es posible?
Él la miró muy sorprendido.
—¿Una hermana? ¿Estás segura de que es gemela, o puede que sea melliza?
—Somos idénticas.
—A veces, los hermanos mellizos son muy parecidos también. ¿Estás segura de que no tiene el antígeno?
—Está muy sana. Robusta.
Él bajó la cabeza y la sacudió lentamente.
—No entendemos la Belladonna, _______. No se comporta como los demás antígenos.
Ella asintió. Ya esperaba aquella respuesta.
—Mire, doctor, si me quedo en el hospital, lo único que va a ocurrir es que me ponga peor de lo que estoy. Quiero irme a casa. Quiero estar en mi casa. Necesito estar allí.
El médico entrecerró los ojos y se inclinó sobre ella. Le quitó la vía del brazo y le puso un esparadrapo con una venda.
—¿Por qué?
—Si voy a morir, es el lugar donde quiero estar. Y si no voy a morir, quiero pasar el tiempo que me queda allí.
—De verdad, ________ —dijo David—, si es sólo durante una noche...
—Es mi vida. Quiero irme a casa —dijo, y se puso de pie—. No pueden obligarme a quedarme en el hospital. Soy una adulta, y me marcho — se acercó al mostrador donde estaba su ropa y la tomó—. Si queréis, podéis quedaros aquí mirando cómo me visto, o salir.
—Está bien, está bien —el médico y David salieron por la puerta mientras ella ya se estaba poniendo los pantalones.
En
cuanto se quedó a solas, se agarró al mostrador para no caerse. Estaba
mareada y débil. Demonios, se había levantado demasiado rápidamente.
Lentamente, recuperó el equilibrio y el mareo remitió lo suficiente como
para que pudiera enfocar su atención a lo que estaban diciendo los dos
hombres al otro lado de la puerta.
—... algo para dormir? —estaba preguntando David.
—Le daré un sedante.
Y un demonio. No iba a dormir, y mucho menos durante la noche. La noche era lo que había estado esperando. Tenía que ver a Joe y demostrarle que no lo había traicionado.
—Dígame la verdad, doctor. ¿Cuánto tiempo cree que le queda?
—Sabe que no puedo saberlo con seguridad.
—Pero tendrá una idea. Vamos, doctor, ¿meses? — hubo una pausa—. ¿Semanas?
El doctor continuó en silencio.
—Dios mío, ¿días? —preguntó David suavemente.
— Quizá. Lo siento, David. Sé lo mucho que la quieres.
—Tiene que haber algo que podamos hacer.
—Tendríamos que encontrar un donante —dijo el médico—. Eso le daría un poco más de tiempo.
—Entonces, eso es lo que tenemos que hacer.
—Pero... sólo estaríamos ganando algo de tiempo. Al final...
—Lo sé, pero no puedo aceptarlo. No puedo.
El dolor de la voz de David le atravesó el corazón a ______.
El médico suspiró.
—Haré todo lo que pueda por prolongar el tiempo que le queda, David. Se lo prometo.
Lydia se puso muy derecha y se acercó a él, caminando lentamente.
Él la vio acercarse y la saludó con la mano para darle la bienvenida.
—Tú debes de ser Lydia —le dijo.
Ella asintió y continuó caminando.
—Yo soy David.
—Ya lo sé.
—Demi y Joe se han ido al pueblo, a un hotel. Les dije que te llevaría si volvías aquí.
Ella asintió.
—Pensaban que te habías ido al pueblo. Creo que tenían la esperanza de encontrarse contigo y...
Entonces se quedó callado, hasta que ella se detuvo a dos pasos de él. Entrecerró los ojos y frunció el ceño.
—Hola, David. Ha pasado mucho tiempo.
—Oh, Dios mío. Dios mío.
20
__________ estaba tumbada en una camilla con un camisón de papel y con una vía en el brazo, conectada a una bolsa de suero. Sin embargo, sabía que aquello no la ayudaría. Sabía lo que necesitaba, y no era suero por vía intravenosa.
El doctor Hillman entró en la
habitación muy serio. David estaba sentado al lado. Había salido
durante el examen, pero había vuelto a entrar inmediatamente. ________
no había tenido los ánimos suficientes para echarlo. Ella lo quería, y
sabía que él la quería también. Tenía la molesta sensación de que estaba tramando algo, aunque sabía que debía confiar en él. De hecho, era la única persona en la que confiaba, además de Nick.
Sin embargo, había visto a David aquel día, hablando con Lydia, la mujer rubia. Habían estado juntos durante mucho tiempo, hablando, y la
atmósfera que se había creado a su alrededor desprendía una intensa
energía. ______ no sabía por qué. Había oído el motor del coche después
de la emocionante
despedida de Demi, y había pensado que al bajar las escaleras
encontraría a David solo. Sin embargo, lo había encontrado con Lydia, y
los dos se habían quedado silenciosos cuando la habían visto. Aquello todavía molestaba a _________. ¿De qué habría estado hablando David con aquella extraña?
David se levantó cuando apareció el doctor.
—¿Y bien?
El doctor Hulmán tomó aire y después suspiró.
—Sinceramente, __________, me gustaría ingresarte.
—¿En el hospital? —preguntó ella, parpadeando.
—Sólo para observarte. Tienes anemia y no estás bien.
—¿No me pueden hacer una transfusión de sangre y mandarme para casa?
Él intercambió una mirada con David.
—Si pudiéramos encontrar a un donante apropiado, sí. Pero sabes que tienes un tipo muy raro de sangre.
—Sí, ya lo sé. ¿Sabe? Tengo una hermana. Una gemela. Sin embargo, ella no tiene el antígeno. ¿Cómo es posible?
Él la miró muy sorprendido.
—¿Una hermana? ¿Estás segura de que es gemela, o puede que sea melliza?
—Somos idénticas.
—A veces, los hermanos mellizos son muy parecidos también. ¿Estás segura de que no tiene el antígeno?
—Está muy sana. Robusta.
Él bajó la cabeza y la sacudió lentamente.
—No entendemos la Belladonna, _______. No se comporta como los demás antígenos.
Ella asintió. Ya esperaba aquella respuesta.
—Mire, doctor, si me quedo en el hospital, lo único que va a ocurrir es que me ponga peor de lo que estoy. Quiero irme a casa. Quiero estar en mi casa. Necesito estar allí.
El médico entrecerró los ojos y se inclinó sobre ella. Le quitó la vía del brazo y le puso un esparadrapo con una venda.
—¿Por qué?
—Si voy a morir, es el lugar donde quiero estar. Y si no voy a morir, quiero pasar el tiempo que me queda allí.
—De verdad, ________ —dijo David—, si es sólo durante una noche...
—Es mi vida. Quiero irme a casa —dijo, y se puso de pie—. No pueden obligarme a quedarme en el hospital. Soy una adulta, y me marcho — se acercó al mostrador donde estaba su ropa y la tomó—. Si queréis, podéis quedaros aquí mirando cómo me visto, o salir.
—Está bien, está bien —el médico y David salieron por la puerta mientras ella ya se estaba poniendo los pantalones.
En
cuanto se quedó a solas, se agarró al mostrador para no caerse. Estaba
mareada y débil. Demonios, se había levantado demasiado rápidamente.
Lentamente, recuperó el equilibrio y el mareo remitió lo suficiente como
para que pudiera enfocar su atención a lo que estaban diciendo los dos
hombres al otro lado de la puerta.
—... algo para dormir? —estaba preguntando David.
—Le daré un sedante.
Y un demonio. No iba a dormir, y mucho menos durante la noche. La noche era lo que había estado esperando. Tenía que ver a Joe y demostrarle que no lo había traicionado.
—Dígame la verdad, doctor. ¿Cuánto tiempo cree que le queda?
—Sabe que no puedo saberlo con seguridad.
—Pero tendrá una idea. Vamos, doctor, ¿meses? — hubo una pausa—. ¿Semanas?
El doctor continuó en silencio.
—Dios mío, ¿días? —preguntó David suavemente.
— Quizá. Lo siento, David. Sé lo mucho que la quieres.
—Tiene que haber algo que podamos hacer.
—Tendríamos que encontrar un donante —dijo el médico—. Eso le daría un poco más de tiempo.
—Entonces, eso es lo que tenemos que hacer.
—Pero... sólo estaríamos ganando algo de tiempo. Al final...
—Lo sé, pero no puedo aceptarlo. No puedo.
El dolor de la voz de David le atravesó el corazón a ______.
El médico suspiró.
—Haré todo lo que pueda por prolongar el tiempo que le queda, David. Se lo prometo.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Demi intentó hablar con la voz alegre mientras explicaba los últimos sucesos por el teléfono.
—Es
algo terrible, Stormy. Parecía que quería que me quedara, pero al mismo
tiempo, no podía esperar para librarse de mí. Te digo que tú eres para
mí una hermana de verdad, mucho más que ella —hizo una pausa—. De
todas formas, Joe y yo hemos venido al hotel que Sumner nos ha
recomendado. Él llamó con anticipación, y debe de tener influencia,
porque deberías ver el sitio, Stormy. Es una suite con dos camas, un
salón y una cocina pequeña. Y las vistas... pfff, nunca había visto
nada igual. Tiene unos ventanales enormes que dan al mar. Veo las olas
rompiendo en el acantilado. Hay barcos y gaviotas. Espera, voy a sacar el auricular por la ventana para que las oigas —le dijo, y lo hizo. Sintió la brisa fresca y salada en la
piel al asomarse—. ¿Lo has oído? —preguntó, sabiendo que no habría
respuesta—. Tú y yo vamos a volver aquí cuando estés mejor. Nos vamos a
quedar en este hotel. Aunque no es nada comparado con la
casa de mi hermana, pero es muy bonito. Y cuando vengamos, conocerás a
________. No te imaginas lo que se parece a mí. Es más delgada y más
guapa, y es muy rica, pero está sola y no es feliz. No sé si lo ha sido
alguna vez.
Y estaba enferma, pensó Demi. Enferma, y quizá moribunda. Exactamente igual que Stormy. En aquel momento, sintió una presión enorme en los hombros y en el cuello, pesada, aplastante. Le resultaba difícil respirar.
—Bueno —continuó, con la voz más ronca—. Finalmente, Lydia apareció y David la trajo al hotel. Después él se marchó porque tenía que acompañar a _______ a... una cita.
Estaba
teniendo mucho cuidado de no mencionar nada negativo ni preocupante. No
sólo por Stormy, sino también porque sabía que su madre estaría oyendo la mayor parte de la conversación mientras le sostenía el teléfono a su hija junto al oído. No quería disgustar a la mujer. Y, sobre todo, no quería mencionar la razón por la que estaba en realidad en Maine.
—Te
quiero, Storm. Quiero que te despiertes. ¿Sabes? Así podrías
responderme y darme consejos, y tomarme el pelo sobre Joe. No es justo
que yo esté hablando durante todo el rato. Será mejor que te despiertes
antes de que yo vuelva a casa. ¿De acuerdo, Stormy? Despiértate...
En aquel momento, tuvo que detenerse. Las lágrimas se le estaban derramando por las mejillas y le dolía la garganta. Intentó controlarse y tomó aire un par de veces.
—Tranquila, Demi, tranquila —Joe le puso las manos, grandes, ásperas, sobre los hombros suavemente.
Ella miró hacia arriba y lo vio. No lo había oído entrar.
Él le dio un ligero masaje. Aquel era todo el contacto físico que ella
había conseguido de él. Se echó un poco hacia atrás y apoyó la espalda en su pecho firme y cálido. Casi quería sustraer algo de aquella solidez para luchar contra la debilidad y el frío que sentía. ¿Cómo iba a soportar perder a su hermana y a su mejor amiga al mismo tiempo?
—¿Demi?
Se sobresaltó, asustada al oír la voz que venía del otro lado de la línea. Durante un momento pensó que... Pero no. Era la madre de Stormy.
—Jane, ¿qué tal está? ¿De verdad no ha habido ningún cambio?
Hubo una pausa.
—No ha empeorado.
«Pero tampoco ha mejorado», pensó Demi.
—Es
algo terrible, Stormy. Parecía que quería que me quedara, pero al mismo
tiempo, no podía esperar para librarse de mí. Te digo que tú eres para
mí una hermana de verdad, mucho más que ella —hizo una pausa—. De
todas formas, Joe y yo hemos venido al hotel que Sumner nos ha
recomendado. Él llamó con anticipación, y debe de tener influencia,
porque deberías ver el sitio, Stormy. Es una suite con dos camas, un
salón y una cocina pequeña. Y las vistas... pfff, nunca había visto
nada igual. Tiene unos ventanales enormes que dan al mar. Veo las olas
rompiendo en el acantilado. Hay barcos y gaviotas. Espera, voy a sacar el auricular por la ventana para que las oigas —le dijo, y lo hizo. Sintió la brisa fresca y salada en la
piel al asomarse—. ¿Lo has oído? —preguntó, sabiendo que no habría
respuesta—. Tú y yo vamos a volver aquí cuando estés mejor. Nos vamos a
quedar en este hotel. Aunque no es nada comparado con la
casa de mi hermana, pero es muy bonito. Y cuando vengamos, conocerás a
________. No te imaginas lo que se parece a mí. Es más delgada y más
guapa, y es muy rica, pero está sola y no es feliz. No sé si lo ha sido
alguna vez.
Y estaba enferma, pensó Demi. Enferma, y quizá moribunda. Exactamente igual que Stormy. En aquel momento, sintió una presión enorme en los hombros y en el cuello, pesada, aplastante. Le resultaba difícil respirar.
—Bueno —continuó, con la voz más ronca—. Finalmente, Lydia apareció y David la trajo al hotel. Después él se marchó porque tenía que acompañar a _______ a... una cita.
Estaba
teniendo mucho cuidado de no mencionar nada negativo ni preocupante. No
sólo por Stormy, sino también porque sabía que su madre estaría oyendo la mayor parte de la conversación mientras le sostenía el teléfono a su hija junto al oído. No quería disgustar a la mujer. Y, sobre todo, no quería mencionar la razón por la que estaba en realidad en Maine.
—Te
quiero, Storm. Quiero que te despiertes. ¿Sabes? Así podrías
responderme y darme consejos, y tomarme el pelo sobre Joe. No es justo
que yo esté hablando durante todo el rato. Será mejor que te despiertes
antes de que yo vuelva a casa. ¿De acuerdo, Stormy? Despiértate...
En aquel momento, tuvo que detenerse. Las lágrimas se le estaban derramando por las mejillas y le dolía la garganta. Intentó controlarse y tomó aire un par de veces.
—Tranquila, Demi, tranquila —Joe le puso las manos, grandes, ásperas, sobre los hombros suavemente.
Ella miró hacia arriba y lo vio. No lo había oído entrar.
Él le dio un ligero masaje. Aquel era todo el contacto físico que ella
había conseguido de él. Se echó un poco hacia atrás y apoyó la espalda en su pecho firme y cálido. Casi quería sustraer algo de aquella solidez para luchar contra la debilidad y el frío que sentía. ¿Cómo iba a soportar perder a su hermana y a su mejor amiga al mismo tiempo?
—¿Demi?
Se sobresaltó, asustada al oír la voz que venía del otro lado de la línea. Durante un momento pensó que... Pero no. Era la madre de Stormy.
—Jane, ¿qué tal está? ¿De verdad no ha habido ningún cambio?
Hubo una pausa.
—No ha empeorado.
«Pero tampoco ha mejorado», pensó Demi.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
—¿Crees que está escuchándome?
— Sé que sí, Demi.
—¿De verdad? ¿Has notado algún movimiento mientras yo le hablaba?
—No necesito notar nada. Soy su madre y lo sé. Tú significas mucho para ella, y sé que ha estado escuchando todo lo que decías.
Demi asintió y se secó una mejilla con el dorso de la mano.
—No estaré durante mucho más tiempo aquí. Un día o dos más, a lo sumo.
—Haz lo que necesites. Yo... he oído lo que le has contado a Tempest sobre que has encontrado a tu hermana. Eso ha sido la mano de Dios, jovencita. Te ha conducido hasta allí. No lo dudes.
—No lo dudo.
Jane suspiró.
—Le ponemos las cintas con tu voz, y la música que trajiste, Maxine. Y esta noche pondremos la televisión un rato. Dan su programa favorito. Llámanos de nuevo cuando puedas, hija.
—Lo haré —Demi se despidió y colgó el auricular.
—¿Qué tal está? —le preguntó Joe.
—No ha habido ningún cambio —dijo ella, y se dio la vuelta lentamente. Lo abrazó por la cintura y apoyó la mejilla en su pecho. Él la abrazó y la balanceó con suavidad.
—Sólo ha pasado un día.
—Cada día que pase es peor —dijo ella contra la tela de la camisa—. Voy a perder a dos hermanas a la vez, Joe. No estoy segura de que pueda aguantarlo.
—Eres fuerte, Demi. La chica más fuerte que he conocido. Y yo estoy aquí contigo, para apoyarte. Lo sabes, ¿verdad?
Ella asintió.
—Lydia está preparándote un buen baño caliente y una taza de té. Quiero que te metas en la bañera y te tomes la infusión. Después quiero que te eches una siesta.
Ella levantó la cabeza. Sentía que le ardían los ojos, y pensó en lo fea que estaría en aquel momento.
—Cuando anochezca...
— Vamos a volver a casa de ______ a vigilar — dijo él—. Aunque David y ella no quieran.
Demi asintió.
—Piensas que me conoces muy bien, ¿verdad?
—¿Y tengo razón?
—Sí.
—Por eso sé que necesitas descansar en este momento —dijo él, y le pasó la palma de la mano por el pelo. Después le tomó la cara por la barbilla con ternura—. No me gusta verte así, Demi. No me gusta nada.
Ella sonrió cansadamente.
—Eso
es porque estás loco por mí, aunque eres demasiado obtuso como para
darte cuenta —se inclinó hacia él y lo besó suavemente durante un
instante. Después se dio la vuelta y entró al baño.
AMO A DEMI HAHAHA
— Sé que sí, Demi.
—¿De verdad? ¿Has notado algún movimiento mientras yo le hablaba?
—No necesito notar nada. Soy su madre y lo sé. Tú significas mucho para ella, y sé que ha estado escuchando todo lo que decías.
Demi asintió y se secó una mejilla con el dorso de la mano.
—No estaré durante mucho más tiempo aquí. Un día o dos más, a lo sumo.
—Haz lo que necesites. Yo... he oído lo que le has contado a Tempest sobre que has encontrado a tu hermana. Eso ha sido la mano de Dios, jovencita. Te ha conducido hasta allí. No lo dudes.
—No lo dudo.
Jane suspiró.
—Le ponemos las cintas con tu voz, y la música que trajiste, Maxine. Y esta noche pondremos la televisión un rato. Dan su programa favorito. Llámanos de nuevo cuando puedas, hija.
—Lo haré —Demi se despidió y colgó el auricular.
—¿Qué tal está? —le preguntó Joe.
—No ha habido ningún cambio —dijo ella, y se dio la vuelta lentamente. Lo abrazó por la cintura y apoyó la mejilla en su pecho. Él la abrazó y la balanceó con suavidad.
—Sólo ha pasado un día.
—Cada día que pase es peor —dijo ella contra la tela de la camisa—. Voy a perder a dos hermanas a la vez, Joe. No estoy segura de que pueda aguantarlo.
—Eres fuerte, Demi. La chica más fuerte que he conocido. Y yo estoy aquí contigo, para apoyarte. Lo sabes, ¿verdad?
Ella asintió.
—Lydia está preparándote un buen baño caliente y una taza de té. Quiero que te metas en la bañera y te tomes la infusión. Después quiero que te eches una siesta.
Ella levantó la cabeza. Sentía que le ardían los ojos, y pensó en lo fea que estaría en aquel momento.
—Cuando anochezca...
— Vamos a volver a casa de ______ a vigilar — dijo él—. Aunque David y ella no quieran.
Demi asintió.
—Piensas que me conoces muy bien, ¿verdad?
—¿Y tengo razón?
—Sí.
—Por eso sé que necesitas descansar en este momento —dijo él, y le pasó la palma de la mano por el pelo. Después le tomó la cara por la barbilla con ternura—. No me gusta verte así, Demi. No me gusta nada.
Ella sonrió cansadamente.
—Eso
es porque estás loco por mí, aunque eres demasiado obtuso como para
darte cuenta —se inclinó hacia él y lo besó suavemente durante un
instante. Después se dio la vuelta y entró al baño.
AMO A DEMI HAHAHA
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Joe suspiró mientras se sentaba en el sofá de la habitación. Lydia estaba tomándose un té, dando golpecitos en el suelo con la planta del pie, nerviosa.
—Ella te necesita, ¿sabes? —le dijo.
Lydia lo miró, preocupada.
—Lo está pasando muy mal, y no se lo merece. Es una buena chica.
—Seque lo es.
—Tienes que decírselo.
—¿Y crees que le beneficiará en algo saber que su madre era una prostituta? ¿Eh?
—Vamos, Lydia, eso no es lo que tú eres.
—Lo he sido.
—Eras una cría, estabas sola en el mundo. Ahora eres una heroína.
Ella puso los ojos en blanco y miró hacia arriba.
—¿Crees que no? Saliste del arroyo y en vez de alejarte de la realidad, empezaste a ayudar a otras chicas a salir también. Una tras otra, las sacas del mismo barro en el que tú has estado y les das una casa, un lugar seguro. Un lugar que tú misma has creado. Después te das la vuelta y vuelves por más. Te manchas y sufres en el proceso, pero eso no te detiene. Sigues y sigues.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Eso era lo que decía Kimbra. Veía lo que hacíamos como algo noble. Para ella era como una especie de llamada divina.
—Lo es. Lo que tú haces por esas chicas a las que no conoces es algo noble. Y ahora tienes la oportunidad de hacer algo por ti misma, por tus niñas.
—Ya no son unas niñas, Lou —dijo ella, y puso la taza sobre la mesilla.
Él se encogió de hombros.
—Necesitan
a su madre. Demi siente que está perdiendo todo lo que le importa, y
_______... Dios, esa chica no tiene a nadie aparte de Sumner. Si no se
lo dices ahora, es posible que no tengas la oportunidad de hacerlo.
Ella apartó la mirada, seguramente para ocultar las lágrimas, pensó Joe.
—Ella ni siquiera ha querido abrazar a su hermana gemela. ¿Qué te hace pensar que yo le importaría algo?
—No lo sabrás nunca si no lo intentas, Lyd.
— Se las han arreglado sin mí durante toda su vida, Joe.
—Ahora están a punto de derrumbarse.
Ella se mordió el labio, y él se sintió mal por presionarla tanto. Decidió ceder un poco.
—Al menos, te he dado algo en lo que pensar.
—Está bien. Vamos a dejarlo por el momento. Será mejor que descanses. Demi quiere pasar toda la noche cerca de la casa de su hermana, y sé que tú no te vas a quedar aquí.
—Tú tampoco —replicó ella.
QUE PEQUEÑO ES EL MUNDO, NO? JAJAJ
—Ella te necesita, ¿sabes? —le dijo.
Lydia lo miró, preocupada.
—Lo está pasando muy mal, y no se lo merece. Es una buena chica.
—Seque lo es.
—Tienes que decírselo.
—¿Y crees que le beneficiará en algo saber que su madre era una prostituta? ¿Eh?
—Vamos, Lydia, eso no es lo que tú eres.
—Lo he sido.
—Eras una cría, estabas sola en el mundo. Ahora eres una heroína.
Ella puso los ojos en blanco y miró hacia arriba.
—¿Crees que no? Saliste del arroyo y en vez de alejarte de la realidad, empezaste a ayudar a otras chicas a salir también. Una tras otra, las sacas del mismo barro en el que tú has estado y les das una casa, un lugar seguro. Un lugar que tú misma has creado. Después te das la vuelta y vuelves por más. Te manchas y sufres en el proceso, pero eso no te detiene. Sigues y sigues.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Eso era lo que decía Kimbra. Veía lo que hacíamos como algo noble. Para ella era como una especie de llamada divina.
—Lo es. Lo que tú haces por esas chicas a las que no conoces es algo noble. Y ahora tienes la oportunidad de hacer algo por ti misma, por tus niñas.
—Ya no son unas niñas, Lou —dijo ella, y puso la taza sobre la mesilla.
Él se encogió de hombros.
—Necesitan
a su madre. Demi siente que está perdiendo todo lo que le importa, y
_______... Dios, esa chica no tiene a nadie aparte de Sumner. Si no se
lo dices ahora, es posible que no tengas la oportunidad de hacerlo.
Ella apartó la mirada, seguramente para ocultar las lágrimas, pensó Joe.
—Ella ni siquiera ha querido abrazar a su hermana gemela. ¿Qué te hace pensar que yo le importaría algo?
—No lo sabrás nunca si no lo intentas, Lyd.
— Se las han arreglado sin mí durante toda su vida, Joe.
—Ahora están a punto de derrumbarse.
Ella se mordió el labio, y él se sintió mal por presionarla tanto. Decidió ceder un poco.
—Al menos, te he dado algo en lo que pensar.
—Está bien. Vamos a dejarlo por el momento. Será mejor que descanses. Demi quiere pasar toda la noche cerca de la casa de su hermana, y sé que tú no te vas a quedar aquí.
—Tú tampoco —replicó ella.
QUE PEQUEÑO ES EL MUNDO, NO? JAJAJ
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
—Por supuesto que no —él se levantó y se dirigió a la cocina para servirse una taza de café.
—Ella te quiere. Lo sabes, ¿verdad?
Las palabras de Lydia lo dejaron seco en
el sitio. Pensó que se le había parado el corazón, pero no era cierto.
Le latía tan fuerte que parecía que se le iba a escapar, y le enviaba
toda la sangre a la cara. Entonces, dijo:
—Piensa que me quiere. Pero sólo lo creerá hasta que llegue un tipo de su edad y la vuelva loca. Hasta entonces, yo fingiré que no me doy cuenta de nada.
—¿Por su propio bien?
—Y por el mío.
—¿Porque piensas que los dos acabaríais haciéndoos daño al final?
Él no respondió. Se limitó a seguir caminando hacia la cocina y se sirvió una taza de café.
—¿Sabes?
Algunas veces pienso que si hubiera podido conocer el futuro y saber
que enamorarme de Kimbra iba a causarme este dolor que me corroe las
entrañas, quizá le hubiera dado la espalda el día en que la conocí. Quizá no me hubiera arriesgado.
Él asintió.
—Y entonces me doy cuenta —continuó ella— de que eso hubiera sido el mayor error de mi vida. Dios, cuando recuerdo toda la alegría que hemos compartido... Los días y las noches...
—se detuvo, y casi sollozó—. No. Sufriría cualquier cosa a cambio del
amor que compartimos. Cualquier cosa. No lo cambiaría ni aunque todo
este dolor se desvaneciera sin dejar rastro.
jOE le dio un sorbo al café y fingió que aquel mensaje no iba con él. Por supuesto, sí le afectaba. De lleno. Pero podía fingir lo contrario.
—Ella te quiere. Lo sabes, ¿verdad?
Las palabras de Lydia lo dejaron seco en
el sitio. Pensó que se le había parado el corazón, pero no era cierto.
Le latía tan fuerte que parecía que se le iba a escapar, y le enviaba
toda la sangre a la cara. Entonces, dijo:
—Piensa que me quiere. Pero sólo lo creerá hasta que llegue un tipo de su edad y la vuelva loca. Hasta entonces, yo fingiré que no me doy cuenta de nada.
—¿Por su propio bien?
—Y por el mío.
—¿Porque piensas que los dos acabaríais haciéndoos daño al final?
Él no respondió. Se limitó a seguir caminando hacia la cocina y se sirvió una taza de café.
—¿Sabes?
Algunas veces pienso que si hubiera podido conocer el futuro y saber
que enamorarme de Kimbra iba a causarme este dolor que me corroe las
entrañas, quizá le hubiera dado la espalda el día en que la conocí. Quizá no me hubiera arriesgado.
Él asintió.
—Y entonces me doy cuenta —continuó ella— de que eso hubiera sido el mayor error de mi vida. Dios, cuando recuerdo toda la alegría que hemos compartido... Los días y las noches...
—se detuvo, y casi sollozó—. No. Sufriría cualquier cosa a cambio del
amor que compartimos. Cualquier cosa. No lo cambiaría ni aunque todo
este dolor se desvaneciera sin dejar rastro.
jOE le dio un sorbo al café y fingió que aquel mensaje no iba con él. Por supuesto, sí le afectaba. De lleno. Pero podía fingir lo contrario.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
21
—Pero si ni siquiera a anochecido.
—Lo
sé —dijo David suavemente—. Pero _______, estás agotada —su tono, sus
ojos, su rostro, todo reflejaba preocupación y amor. Y sin embargo,
ella sabía que le estaba ocultando algo. Y era algo más que el hecho de
que estuviera intentando drogarla para que durmiera aquella noche.
No permitiría que lo hiciera.
—Vamos, cariño. Tómate la tila y después vete a la cama. Tienes que descansar.
Ella miró la taza. Seguramente, la infusión estaba mezclada con la
droga que el doctor Hilman le había dado. Dios, si él supiera que su
vida dependía de que pudiera ver a Joe aquella noche, y de que volviera a
convencerlo de que la hiciera inmortal...
Levantó la taza y fingió que bebía. Después volvió a dejarla sobre la mesa y se limpió los labios con una servilleta.
—Haré lo que me dices, David, si me explicas qué era lo que habéis estado hablando tú y esa mujer rubia.
Él la miró fijamente.
—Ya te lo he dicho. Le estaba diciendo dónde estaban sus amigos y ofreciéndome a llevarla al pueblo con ellos.
—Parecía un poco más que eso.
Él se encogió de hombros para fingir despreocupación, pero no la miró a los ojos.
—No
era fácil explicarle que habías echado a tu hermana de casa, ________.
Si parecía algo más, era porque estaba intentando encontrar algún modo
de justificar tu comportamiento.
Aquello quería ser una pulla, y dio en el blanco. Le dolió un poco que la única persona que nunca le había hecho daño la atacara de repente de aquel modo.
Él se levantó y la tomó de la mano.
—No quería hacerte daño, amor. Es sólo que me ha parecido impropio de ti ser tan poco amistosa.
—Tampoco es propio de ti volverte contra mí —susurró ella.
—Oh, ______, no. Nunca me volvería contra ti.
—Entonces,
¿sobre qué estabais conspirando esa mujer y tú? Os quedasteis callados
cuando entré. Estabais hablando sobre algo que no queríais que oyera.
—Sólo
era porque no quería disgustarte estando tan enferma como estás. No
quería que te pidiera explicaciones, y no quería que tú tuvieras que
dárselas. Eso es todo.
Ella parpadeó para evitar que las lágrimas se
le derramaran de los ojos, diciéndose que no importaba que su amigo más
querido estuviera intentando mentirle. No lo necesitaba. Sólo
necesitaba a Joe.
—Bébete la tila, querida.
Y le ofreció la taza.
Ella tomó la taza y asintió.
—Creo que seguiré tu consejo de acostarme. Me la llevaré arriba y me la tomaré en la cama.
—Es una buena idea.
Él la ayudó a ponerse de pie y la acompañó hasta la escalera. Subieron los dos juntos y David le dio un beso en la puerta de su dormitorio.
—Buenas noches, cariño. Descansa —se detuvo, abrió la puerta y le cedió el paso. Ella le devolvió un beso en la mejilla, entró y cerró tras ella.
Suspirando, miró la cama. Pensó que tendría que hacerlo convincente, porque David no era tonto. Sin perder un segundo, dejó la taza en la mesilla, se quitó la ropa y se puso la bata blanca de satén. Después colocó una de las almohadas bajo las mantas y la tapó. Se movió hacia la
puerta para tener el mismo punto de vista que David cuando se asomara
para comprobar que ella estaba bien. Perfecto. Parecía que estaba
durmiendo acurrucada de espaldas a la puerta.
Finalmente,
tomó un chal del armario y se lo puso por los hombros, y se puso
también unas zapatillas de terciopelo. Después tuvo que detenerse para
que su respiración se calmara. Era demasiado acelerada y sonora como
para pasar desapercibida. Sólo con lo que había estado haciendo durante
los cinco últimos minutos ya casi no podía respirar. Cada vez estaba peor.
—Pero si ni siquiera a anochecido.
—Lo
sé —dijo David suavemente—. Pero _______, estás agotada —su tono, sus
ojos, su rostro, todo reflejaba preocupación y amor. Y sin embargo,
ella sabía que le estaba ocultando algo. Y era algo más que el hecho de
que estuviera intentando drogarla para que durmiera aquella noche.
No permitiría que lo hiciera.
—Vamos, cariño. Tómate la tila y después vete a la cama. Tienes que descansar.
Ella miró la taza. Seguramente, la infusión estaba mezclada con la
droga que el doctor Hilman le había dado. Dios, si él supiera que su
vida dependía de que pudiera ver a Joe aquella noche, y de que volviera a
convencerlo de que la hiciera inmortal...
Levantó la taza y fingió que bebía. Después volvió a dejarla sobre la mesa y se limpió los labios con una servilleta.
—Haré lo que me dices, David, si me explicas qué era lo que habéis estado hablando tú y esa mujer rubia.
Él la miró fijamente.
—Ya te lo he dicho. Le estaba diciendo dónde estaban sus amigos y ofreciéndome a llevarla al pueblo con ellos.
—Parecía un poco más que eso.
Él se encogió de hombros para fingir despreocupación, pero no la miró a los ojos.
—No
era fácil explicarle que habías echado a tu hermana de casa, ________.
Si parecía algo más, era porque estaba intentando encontrar algún modo
de justificar tu comportamiento.
Aquello quería ser una pulla, y dio en el blanco. Le dolió un poco que la única persona que nunca le había hecho daño la atacara de repente de aquel modo.
Él se levantó y la tomó de la mano.
—No quería hacerte daño, amor. Es sólo que me ha parecido impropio de ti ser tan poco amistosa.
—Tampoco es propio de ti volverte contra mí —susurró ella.
—Oh, ______, no. Nunca me volvería contra ti.
—Entonces,
¿sobre qué estabais conspirando esa mujer y tú? Os quedasteis callados
cuando entré. Estabais hablando sobre algo que no queríais que oyera.
—Sólo
era porque no quería disgustarte estando tan enferma como estás. No
quería que te pidiera explicaciones, y no quería que tú tuvieras que
dárselas. Eso es todo.
Ella parpadeó para evitar que las lágrimas se
le derramaran de los ojos, diciéndose que no importaba que su amigo más
querido estuviera intentando mentirle. No lo necesitaba. Sólo
necesitaba a Joe.
—Bébete la tila, querida.
Y le ofreció la taza.
Ella tomó la taza y asintió.
—Creo que seguiré tu consejo de acostarme. Me la llevaré arriba y me la tomaré en la cama.
—Es una buena idea.
Él la ayudó a ponerse de pie y la acompañó hasta la escalera. Subieron los dos juntos y David le dio un beso en la puerta de su dormitorio.
—Buenas noches, cariño. Descansa —se detuvo, abrió la puerta y le cedió el paso. Ella le devolvió un beso en la mejilla, entró y cerró tras ella.
Suspirando, miró la cama. Pensó que tendría que hacerlo convincente, porque David no era tonto. Sin perder un segundo, dejó la taza en la mesilla, se quitó la ropa y se puso la bata blanca de satén. Después colocó una de las almohadas bajo las mantas y la tapó. Se movió hacia la
puerta para tener el mismo punto de vista que David cuando se asomara
para comprobar que ella estaba bien. Perfecto. Parecía que estaba
durmiendo acurrucada de espaldas a la puerta.
Finalmente,
tomó un chal del armario y se lo puso por los hombros, y se puso
también unas zapatillas de terciopelo. Después tuvo que detenerse para
que su respiración se calmara. Era demasiado acelerada y sonora como
para pasar desapercibida. Sólo con lo que había estado haciendo durante
los cinco últimos minutos ya casi no podía respirar. Cada vez estaba peor.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Esperó a recuperar un ritmo normal y abrió la
puerta del dormitorio. ¿Dónde estaría David? No lo oía, ni tampoco lo
veía desde arriba. Empezó a bajar las escaleras lentamente, y cuando
llegó al vestíbulo se quedó inmóvil. Entonces escuchó pisadas en el piso de arriba. David iba por el pasillo hacia la escalera, seguramente para bajar al vestíbulo, así que antes de que apareciera, ________ corrió hacia la puerta de su despacho, abrió, entró y volvió a cerrar sigilosamente.
En un segundo tomó de la caja fuerte tres de los volúmenes de Nick y el disquete que contenía la única copia del nuevo guión, en el que ella había estado trabajando durante meses.
Cerró los ojos e intentó controlar la respiración de nuevo. Estaba haciendo lo correcto. Ella había leído la historia escrita por el mismo Nick, de cómo la mujer en la
que había confiado lo había traicionado y había estado a punto de
conseguir que lo mataran. Ella tenía que probarle que no iba a hacer lo
mismo. Aquel gesto... se lo demostraría.
Salió y corrió hacia la cocina. En la puerta de atrás se fijó en que el panel de la alarma tenía la luz roja encendida. David había conectado la alarma. Ella no conseguía recordarlo en
aquel momento de nerviosismo. ¿Cuándo demonios le había dicho el
código? Demonios, aunque no sería muy difícil para él deducirlo. Eran la fecha del cumpleaños de ________.
Bien, su cumpleaños. Apretó los botones y la luz roja cambió por la verde. David estaba acercándose hacia la cocina. ________ oía sus pasos cada vez más cerca. Abrió la puerta y salió sin hacer el menor ruido, con los tres libros apretados contra el pecho. Esperó escondida al lado de la puerta para ver si David abría para ver lo que estaba ocurriendo. Pero él no lo hizo. Ni siquiera la había visto.
Suspirando de alivio, se alejó de la casa y caminó hacia el lugar donde había visto a Nick por última vez. Revivió la escena de la noche anterior en su cabeza. Él se había quedado tenso por el dolor. Había empezado a salirle la sangre a borbotones de la herida, y después había caído, se había desplomado hacia el vacío.
¿Habría sobrevivido?
Pero él no era humano. En realidad no estaba vivo.
Se mordió un labio y miró hacia abajo. Y allí vio algo que no había visto antes en la oscuridad. Un saliente en la roca, un balcón natural sobre el mar. Él debía de haber caído allí.
Frunció
el ceño, miró a su alrededor y eligió un punto. Después se dejó caer
desde el borde, sujetando los diarios y el disquete con todas sus
fuerzas, y aterrizó en el saliente. Allí, pensó. Él también debía de haber caído allí. Recorrió la roca con las palmas de las manos, como si todavía pudiera sentirlo. Pero no podía. ¿Serían las manchas que veía sobre la piedra la sangre de Nick? También podrían ser de agua salada, o de lluvia, o de rocío.
—¿Dónde
has ido, Nick? —miró a su izquierda y a su derecha, pero no vio nada.
Abajo sólo estaban las rocas y el mar. No era posible que él hubiera
caído al mar, ¿verdad?
Suspirando, preguntándose si podría arreglárselas para trepar hacia arriba, se detuvo y se fijó en un matorral y en un hueco que había detrás.
—Una cueva —suspiró.
puerta del dormitorio. ¿Dónde estaría David? No lo oía, ni tampoco lo
veía desde arriba. Empezó a bajar las escaleras lentamente, y cuando
llegó al vestíbulo se quedó inmóvil. Entonces escuchó pisadas en el piso de arriba. David iba por el pasillo hacia la escalera, seguramente para bajar al vestíbulo, así que antes de que apareciera, ________ corrió hacia la puerta de su despacho, abrió, entró y volvió a cerrar sigilosamente.
En un segundo tomó de la caja fuerte tres de los volúmenes de Nick y el disquete que contenía la única copia del nuevo guión, en el que ella había estado trabajando durante meses.
Cerró los ojos e intentó controlar la respiración de nuevo. Estaba haciendo lo correcto. Ella había leído la historia escrita por el mismo Nick, de cómo la mujer en la
que había confiado lo había traicionado y había estado a punto de
conseguir que lo mataran. Ella tenía que probarle que no iba a hacer lo
mismo. Aquel gesto... se lo demostraría.
Salió y corrió hacia la cocina. En la puerta de atrás se fijó en que el panel de la alarma tenía la luz roja encendida. David había conectado la alarma. Ella no conseguía recordarlo en
aquel momento de nerviosismo. ¿Cuándo demonios le había dicho el
código? Demonios, aunque no sería muy difícil para él deducirlo. Eran la fecha del cumpleaños de ________.
Bien, su cumpleaños. Apretó los botones y la luz roja cambió por la verde. David estaba acercándose hacia la cocina. ________ oía sus pasos cada vez más cerca. Abrió la puerta y salió sin hacer el menor ruido, con los tres libros apretados contra el pecho. Esperó escondida al lado de la puerta para ver si David abría para ver lo que estaba ocurriendo. Pero él no lo hizo. Ni siquiera la había visto.
Suspirando de alivio, se alejó de la casa y caminó hacia el lugar donde había visto a Nick por última vez. Revivió la escena de la noche anterior en su cabeza. Él se había quedado tenso por el dolor. Había empezado a salirle la sangre a borbotones de la herida, y después había caído, se había desplomado hacia el vacío.
¿Habría sobrevivido?
Pero él no era humano. En realidad no estaba vivo.
Se mordió un labio y miró hacia abajo. Y allí vio algo que no había visto antes en la oscuridad. Un saliente en la roca, un balcón natural sobre el mar. Él debía de haber caído allí.
Frunció
el ceño, miró a su alrededor y eligió un punto. Después se dejó caer
desde el borde, sujetando los diarios y el disquete con todas sus
fuerzas, y aterrizó en el saliente. Allí, pensó. Él también debía de haber caído allí. Recorrió la roca con las palmas de las manos, como si todavía pudiera sentirlo. Pero no podía. ¿Serían las manchas que veía sobre la piedra la sangre de Nick? También podrían ser de agua salada, o de lluvia, o de rocío.
—¿Dónde
has ido, Nick? —miró a su izquierda y a su derecha, pero no vio nada.
Abajo sólo estaban las rocas y el mar. No era posible que él hubiera
caído al mar, ¿verdad?
Suspirando, preguntándose si podría arreglárselas para trepar hacia arriba, se detuvo y se fijó en un matorral y en un hueco que había detrás.
—Una cueva —suspiró.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Separó las ramas con una mano y entró por la abertura. Allí sólo había oscuridad y frío. Se envolvió bien en el chal y comenzó a andar, sintiendo la piedra fría y dura a través de sus zapatillas. Tuvo la sensación de que allí encontraría su fin, de una u otra manera. Con cada paso que daba, pensaba que la tierra iba a hundirse bajo ella, pero no fue así.
Su cabeza continuaba diciéndole que se diera la vuelta, pero ella sólo podía obedecer a la
abrumadora necesidad de alcanzar a Nick. No había nada que temer, se
dijo. ¿Qué era lo peor que podía pasarle? ¿Podía morir? Ya estaba
muriendo, de todas formas.
Apoyó la palma de la mano en la pared del pasadizo para guiarse por el tacto, y se dio cuenta de que la piedra se curvaba para formar un área más grande. Ella se detuvo para orientarse, y decidió seguir la pared con los dedos. Respiró hondo, y a los pocos pasos sus dedos tocaron algo diferente a la piedra. Era madera. Una enorme puerta que tenía un aro de hierro.
________
supo que no iba a ser fácil, pero tiró con todas sus fuerzas hasta que,
sin aliento, consiguió que se abriera lo justo para poder deslizarse a la
otra parte. Entonces, lentamente, intentando calmar los latidos de su
corazón, sintió algo. Algo como... una presencia. Estaba cerca de Nick.
Él estaba allí, en algún sitio. Levantó la cabeza, buscándolo con la mente, percibiéndolo con más fuerza.
—Nick —susurró con el corazón en la garganta. Siguió andando, palpando la pared, y notó de nuevo que la pared se curvaba y que en aquella estancia el olor era diferente. Se golpeó el muslo con algo y se detuvo.
Era una mesa pequeña. Y encima había... una linterna. Entonces, tenía que estar en...
Sí, allí había unas cerillas. Encendió la linterna y la colocó sobre la mesa mientras la luz lo inundaba todo.
El ataúd estaba allí. ¿Vacío?
Tragó saliva y se acercó. Se dio cuenta de que había sangre en el suelo. Dios, él había perdido demasiada.
Apoyó las manos en la tapa de la caja y cerró los ojos. Respiró hondo para reunir valor y la levantó. Las bisagras, oxidadas por el tiempo, chirriaron.
Nicholas estaba dentro, tumbado, inmóvil, completamente blanco. Su rostro no tenía vida.
—Nick... —dijo ella mientras le acariciaba la carne helada con las yemas de los dedos. ¿Estaría muerto? ¿Habría muerto allí solo, desangrado?
Se le llenaron los ojos de lágrimas y apartó la mira da de su cara. Tenía un vendaje en el brazo, a la altura del hombro.
—Oh, Nick, por favor. Te necesito. Te necesito — le susurró aquellas palabras tomándole la cara entre las manos, y lo besó. Sus propias lágrimas le humedecieron las mejillas, pero él no respondió.
Las palabras que ella había leído en sus diarios le llegaron flotando a la mente. Había pocas cosas que causaran la muerte de un vampiro. Una de ellas era la pérdida de sangre. Su herida tenía que haberse curado ya, durante el día.
A menos que Nicholas hubiera muerto antes.
Su cabeza continuaba diciéndole que se diera la vuelta, pero ella sólo podía obedecer a la
abrumadora necesidad de alcanzar a Nick. No había nada que temer, se
dijo. ¿Qué era lo peor que podía pasarle? ¿Podía morir? Ya estaba
muriendo, de todas formas.
Apoyó la palma de la mano en la pared del pasadizo para guiarse por el tacto, y se dio cuenta de que la piedra se curvaba para formar un área más grande. Ella se detuvo para orientarse, y decidió seguir la pared con los dedos. Respiró hondo, y a los pocos pasos sus dedos tocaron algo diferente a la piedra. Era madera. Una enorme puerta que tenía un aro de hierro.
________
supo que no iba a ser fácil, pero tiró con todas sus fuerzas hasta que,
sin aliento, consiguió que se abriera lo justo para poder deslizarse a la
otra parte. Entonces, lentamente, intentando calmar los latidos de su
corazón, sintió algo. Algo como... una presencia. Estaba cerca de Nick.
Él estaba allí, en algún sitio. Levantó la cabeza, buscándolo con la mente, percibiéndolo con más fuerza.
—Nick —susurró con el corazón en la garganta. Siguió andando, palpando la pared, y notó de nuevo que la pared se curvaba y que en aquella estancia el olor era diferente. Se golpeó el muslo con algo y se detuvo.
Era una mesa pequeña. Y encima había... una linterna. Entonces, tenía que estar en...
Sí, allí había unas cerillas. Encendió la linterna y la colocó sobre la mesa mientras la luz lo inundaba todo.
El ataúd estaba allí. ¿Vacío?
Tragó saliva y se acercó. Se dio cuenta de que había sangre en el suelo. Dios, él había perdido demasiada.
Apoyó las manos en la tapa de la caja y cerró los ojos. Respiró hondo para reunir valor y la levantó. Las bisagras, oxidadas por el tiempo, chirriaron.
Nicholas estaba dentro, tumbado, inmóvil, completamente blanco. Su rostro no tenía vida.
—Nick... —dijo ella mientras le acariciaba la carne helada con las yemas de los dedos. ¿Estaría muerto? ¿Habría muerto allí solo, desangrado?
Se le llenaron los ojos de lágrimas y apartó la mira da de su cara. Tenía un vendaje en el brazo, a la altura del hombro.
—Oh, Nick, por favor. Te necesito. Te necesito — le susurró aquellas palabras tomándole la cara entre las manos, y lo besó. Sus propias lágrimas le humedecieron las mejillas, pero él no respondió.
Las palabras que ella había leído en sus diarios le llegaron flotando a la mente. Había pocas cosas que causaran la muerte de un vampiro. Una de ellas era la pérdida de sangre. Su herida tenía que haberse curado ya, durante el día.
A menos que Nicholas hubiera muerto antes.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
aranzhitha escribió:hay mi Nick donde esta???
Pobre rayiz se esta muriendo :(
Siguela!!
MUCHAS GRACIAS POR SIEMPRE COMENTAR!!
TE QUIERO!!!
BESOS!!
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
ahh Nick que tienes???
Esta muerto???
Lidya es la mama de ellas???
Y que tiene que ver David??
Es el padre???
Siguela!!!
Esta muerto???
Lidya es la mama de ellas???
Y que tiene que ver David??
Es el padre???
Siguela!!!
aranzhitha
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
______ le desató el vendaje del brazo y comprobó que no había herida, sólo sangre seca. Había sanado. Los libros decían la verdad.
Entonces también debía ser correcta la noción de que la sangre que él había perdido sólo podía ser reemplazada de una manera.
—De mí —susurró ella—. Sí, de mí. Sé que tú no me dejarías morir, Nick. Sé que tú harías lo que está bien, me convertirías en lo que tú eres, no dejarías que me desvaneciera y muriera. Confío en ti —se inclinó hacia él y le besó la frente. Después se incorporó y metió la mano en uno de sus bolsillos. Allí encontró lo que estaba buscando: una diminuta navaja con el mango de ónix. La abrió y la observó mientras pensaba que no debía correr el riesgo de desangrarse ella misma. Tenía que tener cuidado. No podía cortarse la muñeca, ni el cuello.
Tomó aire y apretó con fuerza el puño alrededor de la cuchilla. El filo se clavó en la palma de su mano y ella sintió que el dolor se extendía por todo su cuerpo hasta hacerle gritar. Abrió la mano y a sangre brotó en abundancia, y _____ observó a Nick. Le temblaron las aletas de la nariz y las manos.
—Está bien, mi amor. Está bien —entonces ella cerró el puño de nuevo para evitar que la sangre se derramara y se lo acercó a Nick a la cara, dejando caer unas gotas en sus labios.
Él las atrapó con la lengua, y al instante, sus manos agarraron con fuerza la muñeca de ________ Antes de que ella pudiera darse cuenta, él había cerrado los labios sobre el corte de su mano y estaba succionando con fuerza en la herida, bebiéndose su sangre.
Ella tuvo de nuevo la
sensación de estar viva, y una lujuria desconocida le recorrió las
venas. Sintió los colmillos de Nick y su lengua lamiendo cada gota.
Y de repente, abrió los ojos. Los abrió por completo, pero no veía nada. Sólo había en ellos un brillo fiero, de depredador.
Sin separar la
mano de ________ de su boca, de un salto, se puso de pie a su lado.
Atrajo su cuerpo contra el de él y apretó sus caderas contra su cuerpo,
recorriendo su cuello con la boca, acariciándole la piel con los dientes, mordisqueándola y atrayendo la
sangre. Aquel dolor era una dulce tortura, y ella se arqueó contra
él. Con una mano, se las arregló para desatarse el lazo de la bata y él se la abrió y le desnudó los hombros.
—Toma lo que necesites de mí, Nick.
Entonces él la empujó con su cuerpo hasta que los dos cayeron al frío y duro suelo. La tomó por los muslos, se los colocó alrededor de la cintura y entró en ella, llenándola mientras le hundía los colmillos en el cuello. Los trallazos de placer y de dolor le golpearon el cuerpo y la mente a ______, hasta que gritó mientras llegaba al clímax, temblando por la insoportable fuerza de su liberación, y mientras, él continuaba succionando y bebiéndose la vida de sus venas.
Ella se colgó de él y le susurró que lo quería y que moriría por él, y entonces se temió que estaba a punto de demostrárselo.
Entonces también debía ser correcta la noción de que la sangre que él había perdido sólo podía ser reemplazada de una manera.
—De mí —susurró ella—. Sí, de mí. Sé que tú no me dejarías morir, Nick. Sé que tú harías lo que está bien, me convertirías en lo que tú eres, no dejarías que me desvaneciera y muriera. Confío en ti —se inclinó hacia él y le besó la frente. Después se incorporó y metió la mano en uno de sus bolsillos. Allí encontró lo que estaba buscando: una diminuta navaja con el mango de ónix. La abrió y la observó mientras pensaba que no debía correr el riesgo de desangrarse ella misma. Tenía que tener cuidado. No podía cortarse la muñeca, ni el cuello.
Tomó aire y apretó con fuerza el puño alrededor de la cuchilla. El filo se clavó en la palma de su mano y ella sintió que el dolor se extendía por todo su cuerpo hasta hacerle gritar. Abrió la mano y a sangre brotó en abundancia, y _____ observó a Nick. Le temblaron las aletas de la nariz y las manos.
—Está bien, mi amor. Está bien —entonces ella cerró el puño de nuevo para evitar que la sangre se derramara y se lo acercó a Nick a la cara, dejando caer unas gotas en sus labios.
Él las atrapó con la lengua, y al instante, sus manos agarraron con fuerza la muñeca de ________ Antes de que ella pudiera darse cuenta, él había cerrado los labios sobre el corte de su mano y estaba succionando con fuerza en la herida, bebiéndose su sangre.
Ella tuvo de nuevo la
sensación de estar viva, y una lujuria desconocida le recorrió las
venas. Sintió los colmillos de Nick y su lengua lamiendo cada gota.
Y de repente, abrió los ojos. Los abrió por completo, pero no veía nada. Sólo había en ellos un brillo fiero, de depredador.
Sin separar la
mano de ________ de su boca, de un salto, se puso de pie a su lado.
Atrajo su cuerpo contra el de él y apretó sus caderas contra su cuerpo,
recorriendo su cuello con la boca, acariciándole la piel con los dientes, mordisqueándola y atrayendo la
sangre. Aquel dolor era una dulce tortura, y ella se arqueó contra
él. Con una mano, se las arregló para desatarse el lazo de la bata y él se la abrió y le desnudó los hombros.
—Toma lo que necesites de mí, Nick.
Entonces él la empujó con su cuerpo hasta que los dos cayeron al frío y duro suelo. La tomó por los muslos, se los colocó alrededor de la cintura y entró en ella, llenándola mientras le hundía los colmillos en el cuello. Los trallazos de placer y de dolor le golpearon el cuerpo y la mente a ______, hasta que gritó mientras llegaba al clímax, temblando por la insoportable fuerza de su liberación, y mientras, él continuaba succionando y bebiéndose la vida de sus venas.
Ella se colgó de él y le susurró que lo quería y que moriría por él, y entonces se temió que estaba a punto de demostrárselo.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
hay Nick la vas a matar :x
Si no tienes cuidado
Siguela!!!!
Si no tienes cuidado
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Joe y Demi estaban sentados en el coche, a unos cuantos metros de la mansión de _______. Era un buen punto de observación. Tenían una buena vista de la explanada de césped que llegaba desde la parte de atrás de la casa hasta el acantilado, de un lateral y de la fachada del edificio. Max no creía que nadie pudiera llegar o marcharse sin que ellos lo vieran. El cielo estaba púrpura por el horizonte, y se hacía más oscuro según la mirada ascendía. Los colores se reflejaban en la superficie del mar.
—¿Qué hora es? —le preguntó a Joe.
—Va a amanecer en poco tiempo.
—De eso ya me doy cuenta —dijo ella. Algo captó su atención y miró hacia la fachada de la casa. Lydia acababa de llegar, y cuando Sumner abrió la puerta, habló con ella durante un segundo y se apartó para dejarla pasar—. Ha entrado —dijo Max.
—¿Crees que tiene algún problema?
Demi se encogió de hombros.
— Sumner dijo que no viniéramos para dejar tranquila a ______. No creía que acogiera a Lydia con los brazos abiertos.
—Es una mujer muy guapa —respondió Joe.
—Sí, pero no le gustan los hombres.
—Toda una pena —murmuró Joe.
Demi le dio un puñetazo en un hombro, quizá un poco más fuerte de lo que lo hubiera hecho si sólo hubiera estado jugando.
—Me refiero a que es una pena para Sumner, Demi. Shh —dijo, frotándose el hombro.
—Me apuesto diez dólares a que Lydia saldrá de allí en cinco minutos —dijo ella, cambiando de tema suavemente.
—Te acepto la apuesta.
Ella lo miró con cara de pocos amigos.
—¿Qué hay entre vosotros, de todas maneras?
—¿Entre quién? ¿Entre Lydia y yo?
Ella asintió.
—¿Alguna vez...?
—A ella no le gustan los hombres.
—Pero antes sí —replicó Demi.
—¿Cómo lo sabes?
—Me dijo que había tenido un bebé con un tipo — dijo, y Lou se quedó muy sorprendido—. ¿Es que no lo sabías?
—Claro que lo sabía. Pero no sabía que ella te lo había dicho.
Ella se encogió de hombros.
—¿Qué más te ha dicho?
—Nada —respondió Demi, y supo, por la mirada de Joe, que había algo más—. Dios, Joe, dime que no fuiste tú.
—¿Qué? —él parpadeó dos veces y sacudió la cabeza—. No. Yo no tengo nada que ver con esos bebés.
—¿Bebés? ¿Eran más de uno?
Él se humedeció los labios nerviosamente.
—Eso no es asunto nuestro, Demi. Si quieres saber algo del pasado de Lydia, pregúntaselo a ella.
—Está bien, pero no te pongas a la defensiva, ¿de acuerdo? Sólo quería saber si habías tenido algo con ella.
Él la miró con impaciencia.
—No.
—No es que sea asunto mío.
—Eso es cierto.
—Porque nosotros tampoco tenemos nada fijo.
—Ni fijo, ni nada en absoluto.
—Bueno, la noche es joven, Joe. No des nada por sentado.
Lou echó la cabeza para atrás y dio unos golpecitos contra el reposa cabezas del asiento. Demi volvió la cara para que él no pudiera ver su sonrisa malvada. Dios, le encantaba tomarle el pelo a aquel hombre. Sabía que a él le causaba excitación, sin que pudiera evitarlo. Y tenía la intención de tomarle el pelo todo cuanto fuera posible.
—¿Qué hora es? —le preguntó a Joe.
—Va a amanecer en poco tiempo.
—De eso ya me doy cuenta —dijo ella. Algo captó su atención y miró hacia la fachada de la casa. Lydia acababa de llegar, y cuando Sumner abrió la puerta, habló con ella durante un segundo y se apartó para dejarla pasar—. Ha entrado —dijo Max.
—¿Crees que tiene algún problema?
Demi se encogió de hombros.
— Sumner dijo que no viniéramos para dejar tranquila a ______. No creía que acogiera a Lydia con los brazos abiertos.
—Es una mujer muy guapa —respondió Joe.
—Sí, pero no le gustan los hombres.
—Toda una pena —murmuró Joe.
Demi le dio un puñetazo en un hombro, quizá un poco más fuerte de lo que lo hubiera hecho si sólo hubiera estado jugando.
—Me refiero a que es una pena para Sumner, Demi. Shh —dijo, frotándose el hombro.
—Me apuesto diez dólares a que Lydia saldrá de allí en cinco minutos —dijo ella, cambiando de tema suavemente.
—Te acepto la apuesta.
Ella lo miró con cara de pocos amigos.
—¿Qué hay entre vosotros, de todas maneras?
—¿Entre quién? ¿Entre Lydia y yo?
Ella asintió.
—¿Alguna vez...?
—A ella no le gustan los hombres.
—Pero antes sí —replicó Demi.
—¿Cómo lo sabes?
—Me dijo que había tenido un bebé con un tipo — dijo, y Lou se quedó muy sorprendido—. ¿Es que no lo sabías?
—Claro que lo sabía. Pero no sabía que ella te lo había dicho.
Ella se encogió de hombros.
—¿Qué más te ha dicho?
—Nada —respondió Demi, y supo, por la mirada de Joe, que había algo más—. Dios, Joe, dime que no fuiste tú.
—¿Qué? —él parpadeó dos veces y sacudió la cabeza—. No. Yo no tengo nada que ver con esos bebés.
—¿Bebés? ¿Eran más de uno?
Él se humedeció los labios nerviosamente.
—Eso no es asunto nuestro, Demi. Si quieres saber algo del pasado de Lydia, pregúntaselo a ella.
—Está bien, pero no te pongas a la defensiva, ¿de acuerdo? Sólo quería saber si habías tenido algo con ella.
Él la miró con impaciencia.
—No.
—No es que sea asunto mío.
—Eso es cierto.
—Porque nosotros tampoco tenemos nada fijo.
—Ni fijo, ni nada en absoluto.
—Bueno, la noche es joven, Joe. No des nada por sentado.
Lou echó la cabeza para atrás y dio unos golpecitos contra el reposa cabezas del asiento. Demi volvió la cara para que él no pudiera ver su sonrisa malvada. Dios, le encantaba tomarle el pelo a aquel hombre. Sabía que a él le causaba excitación, sin que pudiera evitarlo. Y tenía la intención de tomarle el pelo todo cuanto fuera posible.
*Stephanie*
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
ah Demi hace sufrir a Joe con sus tomadas de pelo
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: SOMBRAS EN LA NOCHE(Nick y Tu)
Aquella era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar. Estaban solos en
el coche. ¿Qué haría él, se preguntó Demi, si le pusiera una mano sobre
el regazo? Probablemente, saldría del coche y echaría a correr por las
colinas. Se miró la mano que tenía apoyada en el asiento, entre ellos, y la acercó un poco hacia la pierna de Lou.
—¿Quién demonios es ése? —preguntó él, mirando a alguien con los ojos entrecerrados.
Ella resistió el impulso de soltar un juramento y notó algo como una alerta por toda la espalda. Se dio la vuelta y vio una figura oscura que se dirigía a la casa. Cuando pasó al lado de una de las farolas, su cara se iluminó durante un segundo.
— ¡Es el hombre quemado! —dijo DEmi.
—¿Es el mismo hombre que viste la noche del incendio?
—No lo sé. Eso fue hace cinco años, ¿no te acuerdas? —le soltó ella—. Ha llamado a la puerta. Vamos, será mejor que nos movamos.
Abrió la puerta del coche y salió. Joe salió rápidamente y se puso a su lado.
—Quédate detrás de mí, Joe.
Ella no respondió, pero no estaba dispuesta a usarlo como escudo humano. Estaban llegando a la puerta justo cuando Sumner abría.
—¿Quién demonios es usted?
—Es el hombre que estaba atacando a ______ la noche que llegamos —dijo Max.
Los dos hombres dirigieron la mirada hacia ellos. Lou tenía la pistola en la mano. No apuntaba a nadie, pero se aseguró de que la vieran.
—Creo que ya es hora de que hablemos, señor Stiles.
El hombre asintió, enseñando las manos con las palmas hacia arriba.
—Soy
Frank Stiles —dijo—. Y he venido para eso: para hablar —miró a Sumner—.
Con todos ustedes. No creo que sepan con lo que se están enfrentando.
Sumner miró a Lou.
—¿Qué opina?
Joe se acercó hasta el hombre.
—Arriba
las manos, amigo —el hombre levantó las manos un poco más y Joe le dio
el arma a Demi para poder registrarlo. Después de comprobar que no iba
armado, tomó el arma de nuevo—. Sumner, ¿quiere oír lo que este tipo
tiene que decirle?
—Creo que deberíamos, ¿no?
Lou asintió de mala gana.
— Si intenta algo, no dudaré. ¿Me entiende?
—No he venido a hacerle daño a nadie —dijo Stiles suavemente—. Sólo quiero ayudar.
Entonces Sumner les hizo paso y todos entraron al vestíbulo.
—¿Ayudar? —le preguntó Demi—. ¿Era eso lo que estaba haciendo con mi hermana cuando yo llegué la otra noche? ¿Ayudarla?
—Estaba comprobando si la habían mordido.
Demi bajó la
cabeza mientras todos iban hacia una pequeña sala que había al otro
lado del salón. Ella se imaginó que sería para que ______ no los oyera
si por casualidad bajaba las escaleras.
el coche. ¿Qué haría él, se preguntó Demi, si le pusiera una mano sobre
el regazo? Probablemente, saldría del coche y echaría a correr por las
colinas. Se miró la mano que tenía apoyada en el asiento, entre ellos, y la acercó un poco hacia la pierna de Lou.
—¿Quién demonios es ése? —preguntó él, mirando a alguien con los ojos entrecerrados.
Ella resistió el impulso de soltar un juramento y notó algo como una alerta por toda la espalda. Se dio la vuelta y vio una figura oscura que se dirigía a la casa. Cuando pasó al lado de una de las farolas, su cara se iluminó durante un segundo.
— ¡Es el hombre quemado! —dijo DEmi.
—¿Es el mismo hombre que viste la noche del incendio?
—No lo sé. Eso fue hace cinco años, ¿no te acuerdas? —le soltó ella—. Ha llamado a la puerta. Vamos, será mejor que nos movamos.
Abrió la puerta del coche y salió. Joe salió rápidamente y se puso a su lado.
—Quédate detrás de mí, Joe.
Ella no respondió, pero no estaba dispuesta a usarlo como escudo humano. Estaban llegando a la puerta justo cuando Sumner abría.
—¿Quién demonios es usted?
—Es el hombre que estaba atacando a ______ la noche que llegamos —dijo Max.
Los dos hombres dirigieron la mirada hacia ellos. Lou tenía la pistola en la mano. No apuntaba a nadie, pero se aseguró de que la vieran.
—Creo que ya es hora de que hablemos, señor Stiles.
El hombre asintió, enseñando las manos con las palmas hacia arriba.
—Soy
Frank Stiles —dijo—. Y he venido para eso: para hablar —miró a Sumner—.
Con todos ustedes. No creo que sepan con lo que se están enfrentando.
Sumner miró a Lou.
—¿Qué opina?
Joe se acercó hasta el hombre.
—Arriba
las manos, amigo —el hombre levantó las manos un poco más y Joe le dio
el arma a Demi para poder registrarlo. Después de comprobar que no iba
armado, tomó el arma de nuevo—. Sumner, ¿quiere oír lo que este tipo
tiene que decirle?
—Creo que deberíamos, ¿no?
Lou asintió de mala gana.
— Si intenta algo, no dudaré. ¿Me entiende?
—No he venido a hacerle daño a nadie —dijo Stiles suavemente—. Sólo quiero ayudar.
Entonces Sumner les hizo paso y todos entraron al vestíbulo.
—¿Ayudar? —le preguntó Demi—. ¿Era eso lo que estaba haciendo con mi hermana cuando yo llegué la otra noche? ¿Ayudarla?
—Estaba comprobando si la habían mordido.
Demi bajó la
cabeza mientras todos iban hacia una pequeña sala que había al otro
lado del salón. Ella se imaginó que sería para que ______ no los oyera
si por casualidad bajaba las escaleras.
*Stephanie*
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