Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 4. • Comparte
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Nombre: El Bosque De los Corazones Dormidos
Autor: Melany
Adaptación: Si
Género: Drama, romance... mas...
Advertencias: Si, pero ya la dire cuando salga
Otras páginas: No
Sinopsis
Tras la muerte de su abuela, T/N se ve obligada a dejar Barcelona para trasladarse a Colmenar, un pequeño pueblo de montaña donde reside el único familiar que le queda con vida. Apenas se conocen, pero tendrán que convivir un año entero, hasta que T/N cumpla los dieciocho.
Lejos de su casa y de su mundo, T/N deberá enfrentarse a sí misma y a sus propios fantasmas, y mientras desentierra viejos secretos familiares, dos chicos totalmente diferentes, James y Carlos, despertarán la magia de su corazón dormido... con consecuencias imprevisibles.
Autor: Melany
Adaptación: Si
Género: Drama, romance... mas...
Advertencias: Si, pero ya la dire cuando salga
Otras páginas: No
Sinopsis
Tras la muerte de su abuela, T/N se ve obligada a dejar Barcelona para trasladarse a Colmenar, un pequeño pueblo de montaña donde reside el único familiar que le queda con vida. Apenas se conocen, pero tendrán que convivir un año entero, hasta que T/N cumpla los dieciocho.
Lejos de su casa y de su mundo, T/N deberá enfrentarse a sí misma y a sus propios fantasmas, y mientras desentierra viejos secretos familiares, dos chicos totalmente diferentes, James y Carlos, despertarán la magia de su corazón dormido... con consecuencias imprevisibles.
Última edición por BigDreams(Mel) el Vie 16 Mar 2012, 10:09 am, editado 1 vez
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Si os molo la sinopsis, comentar por favor... huy que formal me salio no? XD excepto por lo de molo... Bah que importa... COMENTAR!!! SI OS MOLO!!!
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Hola! Melany
Soy Tu Nueva & Primera Lectora
Antes De Todo x3 Te puedo Decir Mel? O Tienes algun otro apodo?
Bien Ame La sinosis!
Siguela!
& Me LLamo Barbi x3
Soy Tu Nueva & Primera Lectora
Antes De Todo x3 Te puedo Decir Mel? O Tienes algun otro apodo?
Bien Ame La sinosis!
Siguela!
& Me LLamo Barbi x3
Barbi Dawn Henderson♥
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
¡!¡!Hola¡!¡! Soy Luciana, Pero Puedes Decirme Luchi O Lu.... ¿?¿Estas Loca¿?¿ ¡!¡!Como Te Atreves A Decir Q´ Esta mala La Sinopsis, Todo Lo Contrario, ¡!¡!Esta Genial¡!! Me Encanto.... Plis Siguela Cuando Puedas... Avisame Si Necesitas Q´ Te Haga Publicidad O Algo, Para Q´ Tengas Mas Lectoras....
Kissis
Kissis
calum.
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Ola! Gracias x comentar pero tengo algo q decir a la segunda q comento, bueno 2 cosas...
Ya t conzco Luchi! n m recuerdas ya? soy Mel! Mely! Melany! como sea pero soy yo! XD lo unico q cambie mi nombre d usuario! XD y no dijo q fuera mala, dije q si os molo! XP
Ah y si m puedes decir Mel!
Ya t conzco Luchi! n m recuerdas ya? soy Mel! Mely! Melany! como sea pero soy yo! XD lo unico q cambie mi nombre d usuario! XD y no dijo q fuera mala, dije q si os molo! XP
Ah y si m puedes decir Mel!
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Voy a subir el primer cap, sip?
dedicado a mis primeras lectoras!
dedicado a mis primeras lectoras!
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
CAPITULO1. La Dehesa
Estaba lloviendo cuando mi tío vino a recogerme a la estación de autobuses. Al bajar del autocar, cerré los ojos y dejé que el viento suave del cierzo acariciara mi pelo y refrescara mis mejillas enrojecidas por el llanto. Un olor a madera y a tierra mojada me dio la bienvenida. A pesar de la fina lluvia y del tiempo, demasiado helado para principios de octubre, la fría acogida de aquel lugar me pareció incluso más cálida que la de mi tío.
—Tienes una pinta horrible, T/N.
Esperé en vano la sonrisa burlona o el gesto cariñoso que suele suceder a una frase como aquella.
Tardé unos segundos en darme cuenta de que mi tío Álvaro no bromeaba. Solo había constatado un hecho: mi aspecto era espantoso. Hacía días que apenas probaba bocado y semanas que lloraba sin tregua.
La idea de refugiarme en aquel pueblo de la sierra no había sido mía. Sencillamente, no tuve otra opción. Tras la muerte de mi abuela, un mes después del suicidio de mi madre, yo estaba sola en este mundo. No tenía adónde ir.
Muertos todos mis parientes en Barcelona, un asistente social localizó a mi único familiar vivo en un pueblecito de Soria. Apenas nos conocíamos, y no nos unía ningún lazo de consanguinidad, pero tendríamos que convivir hasta que cumpliera los dieciocho. Todo un año. Pasado ese tiempo, recuperaría el control de mi vida.
Por su semblante malhumorado entendí que no estaba muy conforme con mi llegada. Yo no era más que un imprevisto incómodo; la sobrina de una mujer —la hermana de mi madre— de la que había enviudado hacía más de quince años.
«Solo será un año», me repetí a mí misma.
Pero lo cierto es que no sabía qué ocurriría conmigo pasado ese plazo. El piso de renta antigua en el que vivía con mi abuela había vuelto a manos de su propietario. Era un piso amplio, situado en Sant Gervasi. Estaba tan acostumbrada a vivir allí, que me costó entender que debía abandonarlo. Todos los recuerdos de mi infancia estaban en aquella casa y en aquel barrio acomodado de Barcelona.
Exiliarse en un pueblo de doscientos habitantes no era la mejor suerte para una chica de dieciséis años acostumbrada al bullicio de una gran ciudad, pero la idea de aislarme de todo, en el fondo, me atraía. Al menos allí no tendría quesoportar las caras compasivas de mis compañeros de instituto. No les culpo. Perder a los dos seres que más quieres, de forma trágica y con tan poca diferencia, es algo que toca el corazón de cualquiera.
En las seis horas que duró el viaje hice memoria de mis veranos en el pueblo de mi madre. Ella vivía en todos esos recuerdos. Eran imágenes poco precisas. Yo era muy pequeña por aquel entonces. Traté también de imaginarme cómo sería Colmenar en la actualidad. Hacía más de diez años que no pisaba sus calles empedradas y sus bosques de prados verdes.
Desde el momento en que el autocar dejó la autopista para adentrarse en la comarcal que serpenteaba por los pueblos de Soria, me sentí extrañamente reconfortada. Unos altísimos pinos flanqueaban la estrecha carretera por ambos lados.
De alguna manera, noté la presencia de mi madre en aquel paisaje, como si su alma estuviera allí para recibirme. Evoqué su dulce sonrisa de los buenos tiempos, cuando la enfermedad aún no la había borrado de su bello rostro. El asiento vacío a mi lado me hizo comprender lo sola que estaba. ¡Me hubiera gustado tanto que me acompañara en aquel viaje! Mis dedos juguetearon con el colgante que conservaba de ella: una cadena con una diminuta llave de plata. Recordé el momento en que me lo había regalado y abrochado al cuello. No me lo había quitado desde entonces.
Al llegar, tuve la impresión de haber hecho un viaje al pasado. Colmenar parecía haberse congelado en plena Edad Media. Las casas de piedra gris, con tejados rojos y chimeneas cónicas, formaban una estampa muy distinta a la ciudad que había dejado atrás esa misma mañana. Alcé los ojos hasta el campanario y vi un enorme nido de cigüeña. Al fondo, las montañas verdes lucían sus cimas nevadas.
Álvaro me esperaba sentado en un banco, junto a la parada de autobuses. Supe que era él al instante. No había nadie más en aquella plaza. Tras su desconcertante frase de bienvenida, tomó una de mis mochilas y me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera.
Di por hecho que íbamos a su casa, en el pueblo, así que me sorprendió que se parara junto a un Land Rover y metiera mis cosas en el maletero. Aun así, entré en el coche sin rechistar. No sabía adónde nos dirigíamos. Tampoco me importaba.
Salimos del pueblo en dirección al monte por un camino sin asfaltar. A las afueras, me fijé en un letrero que indicaba un lugar de producción apícola. Sabía por la abuela que la miel se producía desde hacía tiempo por los lugareños. Mi propio tío tenía colmenas en propiedad y se dedicaba al suministro de miel y mermelada ecológicas a varios puntos de la comarca.
A medida que ganábamos altura, el paisaje se tornó más exuberante. A un extenso bosque de helechos y pinos verdes se unían en ocasiones pequeños robles y hayas, cuyas hojas amarillas, ocres y naranjas inundaban el monte de colores otoñales. Reconocí en ellos el escenario de los cuentos y leyendas que me explicaron de niña. Durante unos segundos, creí incluso que algún hada o duende saldría a nuestro encuentro.
Aparté la mirada de aquel paraje y la enfoqué unos segundos en mi tío. Había algo en él que me aterraba. Conducía con el ceño fruncido y la boca prieta. No tendría más de cuarenta años, pero su indumentaria —una camisa de franela de cuadros y unos pantalones de pana con tirantes— le otorgaban un aspecto rural más propio de un anciano.
Aquel silencio incómodo me forzó a decir algo amable. El cielo se había vuelto negro.
—Tenemos encima una buena tormenta…
—No tendrías que haber salido de la ciudad. Este no es lugar para una chica como tú —dijo mi tío sin apartar la vista del camino de tierra.
—Yo ya no tengo un lugar… —murmuré.
—¿De verdad no tienes a nadie en Barcelona? ¿Alguien que pueda cuidar de ti?
—Sé cuidarme sola. No necesito a nadie —protesté molesta.
En realidad, sí había alguien que se preocupaba por mí. La idea de que dejara el curso y me fuera a vivir con un pariente desconocido había despertado el recelo de Ángela, mi tutora en el instituto —y una de las pocas amigas que tuvo mi madre—. Antes de subir al autocar había insistido por enésima vez para que no me marchara. «Podemos hablar con el asistente social…», me había dicho; pero yo le mentí diciéndole que quería ir… Hubiera deseado tener más control sobre mí y contener el llanto que amenazaba en mi garganta en ese momento. Tragué saliva. Ella me acarició el pelo de una forma muy parecida a como lo hacía mi madre, y yo no pude evitar abrazarme a ella. Rompí a llorar. «No te preocupes por mí», le pedí entre sollozos. «Todo irá bien.»
—Si no necesitas a nadie, ¿qué haces aquí? —dijo mi tío devolviéndome al presente.
—Soy una menor, ¿recuerdas? Necesito un tutor hasta que cumpla los dieciocho. Y tú eres el único «familiar» —pronuncié esa palabra con desdén para ocultar la tristeza que me producía su actitud— que me queda.
—Lo sé —murmuró Álvaro suavizando un poco el tono—. Soy tu único familiar, pero también tu peor opción. No se me dan bien las personas.
No esperaba una gran acogida, pero saber que mi presencia molestaba tanto a mi tío hizo que de nuevo amenazaran lágrimas en mis ojos. Me mordí el labio y controlé el deseo apremiante de dejarlas salir.
Se que es un poco mucho largo, espero que hayais tenido paciencia para leerlo entero!
Estaba lloviendo cuando mi tío vino a recogerme a la estación de autobuses. Al bajar del autocar, cerré los ojos y dejé que el viento suave del cierzo acariciara mi pelo y refrescara mis mejillas enrojecidas por el llanto. Un olor a madera y a tierra mojada me dio la bienvenida. A pesar de la fina lluvia y del tiempo, demasiado helado para principios de octubre, la fría acogida de aquel lugar me pareció incluso más cálida que la de mi tío.
—Tienes una pinta horrible, T/N.
Esperé en vano la sonrisa burlona o el gesto cariñoso que suele suceder a una frase como aquella.
Tardé unos segundos en darme cuenta de que mi tío Álvaro no bromeaba. Solo había constatado un hecho: mi aspecto era espantoso. Hacía días que apenas probaba bocado y semanas que lloraba sin tregua.
La idea de refugiarme en aquel pueblo de la sierra no había sido mía. Sencillamente, no tuve otra opción. Tras la muerte de mi abuela, un mes después del suicidio de mi madre, yo estaba sola en este mundo. No tenía adónde ir.
Muertos todos mis parientes en Barcelona, un asistente social localizó a mi único familiar vivo en un pueblecito de Soria. Apenas nos conocíamos, y no nos unía ningún lazo de consanguinidad, pero tendríamos que convivir hasta que cumpliera los dieciocho. Todo un año. Pasado ese tiempo, recuperaría el control de mi vida.
Por su semblante malhumorado entendí que no estaba muy conforme con mi llegada. Yo no era más que un imprevisto incómodo; la sobrina de una mujer —la hermana de mi madre— de la que había enviudado hacía más de quince años.
«Solo será un año», me repetí a mí misma.
Pero lo cierto es que no sabía qué ocurriría conmigo pasado ese plazo. El piso de renta antigua en el que vivía con mi abuela había vuelto a manos de su propietario. Era un piso amplio, situado en Sant Gervasi. Estaba tan acostumbrada a vivir allí, que me costó entender que debía abandonarlo. Todos los recuerdos de mi infancia estaban en aquella casa y en aquel barrio acomodado de Barcelona.
Exiliarse en un pueblo de doscientos habitantes no era la mejor suerte para una chica de dieciséis años acostumbrada al bullicio de una gran ciudad, pero la idea de aislarme de todo, en el fondo, me atraía. Al menos allí no tendría quesoportar las caras compasivas de mis compañeros de instituto. No les culpo. Perder a los dos seres que más quieres, de forma trágica y con tan poca diferencia, es algo que toca el corazón de cualquiera.
En las seis horas que duró el viaje hice memoria de mis veranos en el pueblo de mi madre. Ella vivía en todos esos recuerdos. Eran imágenes poco precisas. Yo era muy pequeña por aquel entonces. Traté también de imaginarme cómo sería Colmenar en la actualidad. Hacía más de diez años que no pisaba sus calles empedradas y sus bosques de prados verdes.
Desde el momento en que el autocar dejó la autopista para adentrarse en la comarcal que serpenteaba por los pueblos de Soria, me sentí extrañamente reconfortada. Unos altísimos pinos flanqueaban la estrecha carretera por ambos lados.
De alguna manera, noté la presencia de mi madre en aquel paisaje, como si su alma estuviera allí para recibirme. Evoqué su dulce sonrisa de los buenos tiempos, cuando la enfermedad aún no la había borrado de su bello rostro. El asiento vacío a mi lado me hizo comprender lo sola que estaba. ¡Me hubiera gustado tanto que me acompañara en aquel viaje! Mis dedos juguetearon con el colgante que conservaba de ella: una cadena con una diminuta llave de plata. Recordé el momento en que me lo había regalado y abrochado al cuello. No me lo había quitado desde entonces.
Al llegar, tuve la impresión de haber hecho un viaje al pasado. Colmenar parecía haberse congelado en plena Edad Media. Las casas de piedra gris, con tejados rojos y chimeneas cónicas, formaban una estampa muy distinta a la ciudad que había dejado atrás esa misma mañana. Alcé los ojos hasta el campanario y vi un enorme nido de cigüeña. Al fondo, las montañas verdes lucían sus cimas nevadas.
Álvaro me esperaba sentado en un banco, junto a la parada de autobuses. Supe que era él al instante. No había nadie más en aquella plaza. Tras su desconcertante frase de bienvenida, tomó una de mis mochilas y me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera.
Di por hecho que íbamos a su casa, en el pueblo, así que me sorprendió que se parara junto a un Land Rover y metiera mis cosas en el maletero. Aun así, entré en el coche sin rechistar. No sabía adónde nos dirigíamos. Tampoco me importaba.
Salimos del pueblo en dirección al monte por un camino sin asfaltar. A las afueras, me fijé en un letrero que indicaba un lugar de producción apícola. Sabía por la abuela que la miel se producía desde hacía tiempo por los lugareños. Mi propio tío tenía colmenas en propiedad y se dedicaba al suministro de miel y mermelada ecológicas a varios puntos de la comarca.
A medida que ganábamos altura, el paisaje se tornó más exuberante. A un extenso bosque de helechos y pinos verdes se unían en ocasiones pequeños robles y hayas, cuyas hojas amarillas, ocres y naranjas inundaban el monte de colores otoñales. Reconocí en ellos el escenario de los cuentos y leyendas que me explicaron de niña. Durante unos segundos, creí incluso que algún hada o duende saldría a nuestro encuentro.
Aparté la mirada de aquel paraje y la enfoqué unos segundos en mi tío. Había algo en él que me aterraba. Conducía con el ceño fruncido y la boca prieta. No tendría más de cuarenta años, pero su indumentaria —una camisa de franela de cuadros y unos pantalones de pana con tirantes— le otorgaban un aspecto rural más propio de un anciano.
Aquel silencio incómodo me forzó a decir algo amable. El cielo se había vuelto negro.
—Tenemos encima una buena tormenta…
—No tendrías que haber salido de la ciudad. Este no es lugar para una chica como tú —dijo mi tío sin apartar la vista del camino de tierra.
—Yo ya no tengo un lugar… —murmuré.
—¿De verdad no tienes a nadie en Barcelona? ¿Alguien que pueda cuidar de ti?
—Sé cuidarme sola. No necesito a nadie —protesté molesta.
En realidad, sí había alguien que se preocupaba por mí. La idea de que dejara el curso y me fuera a vivir con un pariente desconocido había despertado el recelo de Ángela, mi tutora en el instituto —y una de las pocas amigas que tuvo mi madre—. Antes de subir al autocar había insistido por enésima vez para que no me marchara. «Podemos hablar con el asistente social…», me había dicho; pero yo le mentí diciéndole que quería ir… Hubiera deseado tener más control sobre mí y contener el llanto que amenazaba en mi garganta en ese momento. Tragué saliva. Ella me acarició el pelo de una forma muy parecida a como lo hacía mi madre, y yo no pude evitar abrazarme a ella. Rompí a llorar. «No te preocupes por mí», le pedí entre sollozos. «Todo irá bien.»
—Si no necesitas a nadie, ¿qué haces aquí? —dijo mi tío devolviéndome al presente.
—Soy una menor, ¿recuerdas? Necesito un tutor hasta que cumpla los dieciocho. Y tú eres el único «familiar» —pronuncié esa palabra con desdén para ocultar la tristeza que me producía su actitud— que me queda.
—Lo sé —murmuró Álvaro suavizando un poco el tono—. Soy tu único familiar, pero también tu peor opción. No se me dan bien las personas.
No esperaba una gran acogida, pero saber que mi presencia molestaba tanto a mi tío hizo que de nuevo amenazaran lágrimas en mis ojos. Me mordí el labio y controlé el deseo apremiante de dejarlas salir.
Se que es un poco mucho largo, espero que hayais tenido paciencia para leerlo entero!
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
TheWayYouAre escribió:Ola! Gracias x comentar pero tengo algo q decir a la segunda q comento, bueno 2 cosas...
Ya t conzco Luchi! n m recuerdas ya? soy Mel! Mely! Melany! como sea pero soy yo! XD lo unico q cambie mi nombre d usuario! XD y no dijo q fuera mala, dije q si os molo! XP
Ah y si m puedes decir Mel!
Creo Q´ Mio Fue Un EPIC FAIL JEEJEE. No Solo Cambias Te El Nombre De Usuario, Sino Tambien La Firma Y La Foto.... Venis Renovando Mel JEEJEE.....
Kissis
Kissis
calum.
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
que linda nove!
hola, soy mapi. me encanto, me encanto!
TIENES que seguirla ;)
hola, soy mapi. me encanto, me encanto!
TIENES que seguirla ;)
ThatBitch.
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Si Larga Pero Hermosa,En Pocas Palabras
Siguela Si?
Enrelidad Me Encanto tu novela
Siguela Si?
Enrelidad Me Encanto tu novela
Barbi Dawn Henderson♥
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
sos maldita MEL!!!no me dijiste ke hiciste otra maravillosa nove?encima de maravillosa tambien es recontra estupenda!AHORA SI TE PASATE!SOS MALA!JAJAJA,te adoro mely nunca me enojaria con vos,te escribo esto pero no lei el cap todavia,cuando lo termine comento de nuevo,se ke va a ser genial igual,sos una gran escritora.
PD:si podes,ya sabes,KENDALL!
PD:si podes,ya sabes,KENDALL!
Danny Worsnop.
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Waaa Na pero q t paso?! parece q estabas hiperaptiva! cuanto cafe has bebido, eh? XD
q bueno! t tengo el lugar perfecto para que entres en la nove! q bien q m has venido!
Voy a subir la continuacion del cap...
q bueno! t tengo el lugar perfecto para que entres en la nove! q bien q m has venido!
Voy a subir la continuacion del cap...
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Continuacion.
Capitulo1. La Dehesa
—Y, además, ¿qué pasa con tus estudios? ¿Has dejado el colegio?
—El instituto —le corregí—. No, no lo he dejado. Me he traído todos los libros. Estudiaré por mi cuenta y me examinaré en junio.
—Lo tienes todo controlado, ya veo —dijo mi tío esbozando algo parecido a una sonrisa—. ¿Qué tal anda tu economía?
—Tengo una pequeña pensión asignada para mis gastos, pero la herencia no podré tocarla hasta que sea mayor de edad.
Me extrañó que mi tío no estuviera al corriente de esos detalles siendo mi tutor legal. Aun así, continué:
—La abuela tenía unos ahorros… Y una propiedad. En el testamento se menciona algo sobre una casa, aunque creo que está medio en ruinas.
—Ya.
Sus facciones se contrajeron de nuevo y permanecimos callados el resto del camino.
La sintonía de «Bella’s Lullaby» sonó en mi bolso para avisarme de la entrada de un mensaje nuevo. Solo era un recordatorio de la biblioteca para que renovara el carné de socia, pero suspiré aliviada al saber que mi móvil tenía cobertura en aquel inhóspito lugar.
Finalmente, llegamos a una aldea formada por dos casas de piedra y una antigua caballeriza. Una de las viviendas estaba medio derruida; la otra tenía aspecto de torreón. Había un cartel de madera en la entrada.
—La Dehesa —leí en voz baja. No era la primera vez que leía ese nombre…
Recordé vagamente ese lugar. Había un estanque de agua verde con nenúfares que me resultó familiar. Me asaltó el recuerdo de un bote de cristal con una rana dentro y me visualicé de renacuaja con una enorme red anudada a un palo. Recuperar aquel recuerdo de mi infancia me hizo sonreír. Por fin un sentimiento agradable.
Álvaro entró en la casa con forma de torreón y empezó a sacar unas cajas con botes de miel y mermelada. Tenían un aspecto artesanal que me pareció encantador. Me costó imaginarme a ese huraño pariente etiquetando cada bote con aquella delicada caligrafía y anudando en ellos de forma primorosa una telilla de cuadros. Seguí sus pasos y le ayudé a cargar su dulce mercancía en el Land Rover. Cuando salió con la última caja, me quedé en el interior de la casa.
—No nos quedaremos mucho rato —me gritó desde fuera—. Tengo que hacer el reparto, pero antes te dejaré en Colmenar para que te instales.
Una vez liberada de cajas, levanté la vista de aquella enorme mesa de roble y contemplé el salón de estilo rústico que daba entrada a la casa. El doble acristalamiento de las ventanas y la madera bien pulida y barnizada me hizo adivinar una reforma reciente. La estancia destilaba la misma delicadeza con la que habían sido envasados aquellos botecitos.
Era un lugar sobrio pero acogedor. Las paredes de piedra gris contrastaban con la calidez de las vigas y el suelo, ambos de pino. Había una alfombra de lana junto a la chimenea y un sofá con mullidos cojines. La cocina de leña antigua estaba integrada en esa misma estancia. Y junto a ella, una escalera de madera conectaba el piso inferior con dos plantas más. Seguí el impulso de subir por ella.
En la primera planta había cinco puertas. Las abrí una a una. Solo hallé dos dormitorios y un baño arreglado. Supuse que mi tío pasaba temporadas puntuales en aquella casa. Aun así, se notaba que hacía tiempo que no la habitaba porque había polvo acumulado y un colchón enrollado sobre el somier de cada habitación.
Seguí escaleras arriba hasta toparme con una puerta maciza de roble. Estaba cerrada con llave.
Cuando bajé a la calle, ya había tomado una determinación. Seguí el ruido de un motor que provenía del establo. Mi tío lo había transformado en una especie de taller donde elaboraba sus productos artesanales. Además de la maquinaria y varias pilas de leña, dos bicicletas se apilaban en una esquina junto a un ciclomotor que mi tío trataba de poner a punto.
—Quiero quedarme aquí.
Mi tío apagó el motor y me miró fijamente unos segundos.
—Imposible.
Le miré con ojos suplicantes.
Deseaba estar sola con todas mis fuerzas. No tener que sonreír o poner buena cara, no tener que relacionarme con nadie; especialmente con él. La idea de convivir con mi tío me asustaba más que la soledad misma.
—Pero es que quiero quedarme…
—No es motivo suficiente.
—¿Por qué no?
—Porque no. No es lugar para…
—… una chica como yo. ¡Eso ya lo has dicho! Ni Colmenar ni la Dehesa son sitios para mí. Pero resulta que tú no me conoces. No tienes ni idea de cómo soy.
—Sé que eres una niña de ciudad. Llorona y frágil. Estás tan flacucha que saldrías volando en cuanto el cierzo soplara con un poquito de fuerza. Eso por no hablar de los lobos o los jabalíes hambrientos que se pasean por aquí en cuanto oscurece. Sacarían partido hasta de un saquito de huesos como tú.
—¡Soy más fuerte de lo que crees! No tienes que preocuparte por mí.
—No me entiendas mal, T/N. Tú no me preocupas lo más mínimo. Hasta hace unas semanas ni recordaba tu existencia. Pero ahora soy tu tutor legal y si algo te ocurriera tendría problemas. Vendrás conmigo a casa.
—Si no te preocupo nada, ¿por qué aceptaste mi custodia?
—Lo quiera o no, hay hilos que nos unen.
Aquella enigmática respuesta me dejó sin argumentos durante unos segundos. Después contraataqué.
—La Dehesa también es mi casa.
—¿Cómo dices?
—Esta es la casa en ruinas que se menciona en la herencia, ¿verdad? La has arreglado y adaptado a tu negocio, pero estoy segura de haber leído ese nombre en el testamento.
Mi tío me lanzó una mirada cargada de resentimiento y desconfianza.
—Yo solo quiero quedarme un tiempo… —dije con voz lastimera.
—Maldita niña —murmuró entre dientes—. Eres tan testaruda como…
Sus palabras se frenaron en seco.
—Como…
—No importa. Seguro que vas a hacer lo que quieras de todos modos…
Capitulo1. La Dehesa
—Y, además, ¿qué pasa con tus estudios? ¿Has dejado el colegio?
—El instituto —le corregí—. No, no lo he dejado. Me he traído todos los libros. Estudiaré por mi cuenta y me examinaré en junio.
—Lo tienes todo controlado, ya veo —dijo mi tío esbozando algo parecido a una sonrisa—. ¿Qué tal anda tu economía?
—Tengo una pequeña pensión asignada para mis gastos, pero la herencia no podré tocarla hasta que sea mayor de edad.
Me extrañó que mi tío no estuviera al corriente de esos detalles siendo mi tutor legal. Aun así, continué:
—La abuela tenía unos ahorros… Y una propiedad. En el testamento se menciona algo sobre una casa, aunque creo que está medio en ruinas.
—Ya.
Sus facciones se contrajeron de nuevo y permanecimos callados el resto del camino.
La sintonía de «Bella’s Lullaby» sonó en mi bolso para avisarme de la entrada de un mensaje nuevo. Solo era un recordatorio de la biblioteca para que renovara el carné de socia, pero suspiré aliviada al saber que mi móvil tenía cobertura en aquel inhóspito lugar.
Finalmente, llegamos a una aldea formada por dos casas de piedra y una antigua caballeriza. Una de las viviendas estaba medio derruida; la otra tenía aspecto de torreón. Había un cartel de madera en la entrada.
—La Dehesa —leí en voz baja. No era la primera vez que leía ese nombre…
Recordé vagamente ese lugar. Había un estanque de agua verde con nenúfares que me resultó familiar. Me asaltó el recuerdo de un bote de cristal con una rana dentro y me visualicé de renacuaja con una enorme red anudada a un palo. Recuperar aquel recuerdo de mi infancia me hizo sonreír. Por fin un sentimiento agradable.
Álvaro entró en la casa con forma de torreón y empezó a sacar unas cajas con botes de miel y mermelada. Tenían un aspecto artesanal que me pareció encantador. Me costó imaginarme a ese huraño pariente etiquetando cada bote con aquella delicada caligrafía y anudando en ellos de forma primorosa una telilla de cuadros. Seguí sus pasos y le ayudé a cargar su dulce mercancía en el Land Rover. Cuando salió con la última caja, me quedé en el interior de la casa.
—No nos quedaremos mucho rato —me gritó desde fuera—. Tengo que hacer el reparto, pero antes te dejaré en Colmenar para que te instales.
Una vez liberada de cajas, levanté la vista de aquella enorme mesa de roble y contemplé el salón de estilo rústico que daba entrada a la casa. El doble acristalamiento de las ventanas y la madera bien pulida y barnizada me hizo adivinar una reforma reciente. La estancia destilaba la misma delicadeza con la que habían sido envasados aquellos botecitos.
Era un lugar sobrio pero acogedor. Las paredes de piedra gris contrastaban con la calidez de las vigas y el suelo, ambos de pino. Había una alfombra de lana junto a la chimenea y un sofá con mullidos cojines. La cocina de leña antigua estaba integrada en esa misma estancia. Y junto a ella, una escalera de madera conectaba el piso inferior con dos plantas más. Seguí el impulso de subir por ella.
En la primera planta había cinco puertas. Las abrí una a una. Solo hallé dos dormitorios y un baño arreglado. Supuse que mi tío pasaba temporadas puntuales en aquella casa. Aun así, se notaba que hacía tiempo que no la habitaba porque había polvo acumulado y un colchón enrollado sobre el somier de cada habitación.
Seguí escaleras arriba hasta toparme con una puerta maciza de roble. Estaba cerrada con llave.
Cuando bajé a la calle, ya había tomado una determinación. Seguí el ruido de un motor que provenía del establo. Mi tío lo había transformado en una especie de taller donde elaboraba sus productos artesanales. Además de la maquinaria y varias pilas de leña, dos bicicletas se apilaban en una esquina junto a un ciclomotor que mi tío trataba de poner a punto.
—Quiero quedarme aquí.
Mi tío apagó el motor y me miró fijamente unos segundos.
—Imposible.
Le miré con ojos suplicantes.
Deseaba estar sola con todas mis fuerzas. No tener que sonreír o poner buena cara, no tener que relacionarme con nadie; especialmente con él. La idea de convivir con mi tío me asustaba más que la soledad misma.
—Pero es que quiero quedarme…
—No es motivo suficiente.
—¿Por qué no?
—Porque no. No es lugar para…
—… una chica como yo. ¡Eso ya lo has dicho! Ni Colmenar ni la Dehesa son sitios para mí. Pero resulta que tú no me conoces. No tienes ni idea de cómo soy.
—Sé que eres una niña de ciudad. Llorona y frágil. Estás tan flacucha que saldrías volando en cuanto el cierzo soplara con un poquito de fuerza. Eso por no hablar de los lobos o los jabalíes hambrientos que se pasean por aquí en cuanto oscurece. Sacarían partido hasta de un saquito de huesos como tú.
—¡Soy más fuerte de lo que crees! No tienes que preocuparte por mí.
—No me entiendas mal, T/N. Tú no me preocupas lo más mínimo. Hasta hace unas semanas ni recordaba tu existencia. Pero ahora soy tu tutor legal y si algo te ocurriera tendría problemas. Vendrás conmigo a casa.
—Si no te preocupo nada, ¿por qué aceptaste mi custodia?
—Lo quiera o no, hay hilos que nos unen.
Aquella enigmática respuesta me dejó sin argumentos durante unos segundos. Después contraataqué.
—La Dehesa también es mi casa.
—¿Cómo dices?
—Esta es la casa en ruinas que se menciona en la herencia, ¿verdad? La has arreglado y adaptado a tu negocio, pero estoy segura de haber leído ese nombre en el testamento.
Mi tío me lanzó una mirada cargada de resentimiento y desconfianza.
—Yo solo quiero quedarme un tiempo… —dije con voz lastimera.
—Maldita niña —murmuró entre dientes—. Eres tan testaruda como…
Sus palabras se frenaron en seco.
—Como…
—No importa. Seguro que vas a hacer lo que quieras de todos modos…
Última edición por TheWayYouAre el Sáb 17 Mar 2012, 12:35 am, editado 2 veces
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
Muy Largo Otra Vez? Q creeis?
$ M€LY $
Re: El Bosque De Los Corazones Dormidos (James Maslow, Carlos Pena & Tu)
no ta bien,adore el cap,tienes ke seguirla,ke boba,pense ke habia comentado,creo ke no,BUAAA!!!
Danny Worsnop.
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
Temas similares
» El bosque de los corazones dormidos adaptacion
» El bosque de los corazones dormidos |Liam, Zayn y Tú|
» Dos Corazones Solitarios{James Maslow & Alice Taylor}
» El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
» My dangerous Bad Girl(1º Temporada)...Kendall Schmidt,James Maslow,Logan Henderson y Victoria Pena(tu)...
» El bosque de los corazones dormidos |Liam, Zayn y Tú|
» Dos Corazones Solitarios{James Maslow & Alice Taylor}
» El chico que se metia por mi ventana (james maslow y tn pena)
» My dangerous Bad Girl(1º Temporada)...Kendall Schmidt,James Maslow,Logan Henderson y Victoria Pena(tu)...
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.