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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 13 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Sáb 12 Mayo 2012, 1:07 am


Siguelaaa!
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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 13 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Sáb 12 Mayo 2012, 2:18 pm

Capitulo 35
Su mente giró, intentando juntar piezas en su cabeza que no encajaban. No tenía otras facturas de Joe, todas volvían a Phil cuando ella había introducido las cantidades y traspasado el dinero a la cuenta corriente. Pero alargó la mano para encender el ordenador, mientras decía:

—Déjame mostrarte otras cifras, de facturas anteriores. ¿Crees que reconocerías las cantidades que facturaste las últimas semanas? —Las palmas de las manos le sudaban.

—Tal vez. No estoy seguro.

—Maldita sea, corre —le soltó al ordenador mientras parpadeaba y los programas se cargaban. Hizo clic en su archivo de facturas pagaderas y escribió Horízon Painters. Unos cuantos clics más y la información de facturación de Joe del último trimestre apareció en pantalla—. Mira —dijo ella, temblando—. ¿Te parecen correctas estas cifras? ¿Puedes distinguirlo?

Pasaron minutos mientras esperaba su respuesta.

—Parecen demasiado elevadas —dijo finalmente. Señaló un par de cantidades en concreto—. No recuerdo cifras exactas, pero no creo que nunca antes haya tenido cheques tan grandes.

—¡Maldita sea! —golpeó el escritorio con la palma de la mano.

—Nena, ¿estás bien?

Ella se puso de pie a su lado.

—No. —Después, le agarró la mano y se dirigió a la puerta de la oficina, arrastrándolo tras él—. Vamos.

—¿Adonde?

—A las oficinas de Ash. Es domingo por la tarde, estarán desiertas. Y tengo que investigar un poco.

~~~~

Mientras se dirigían a las oficinas en el Jeep de Joe, _________ se encontró manifestando sus sospechas. Sólo podía pensar en una persona que pudiera organizar aquello: Phil.

—Pero eso no tiene sentido —dijo, mientras Joe cruzaba rápidamente un semáforo en ámbar—. Es un socio. ¿Por qué iba a robarse a sí mismo?

—¿Cuánto posee de la compañía?

—El veinticinco por ciento.

—¿Cuánto posee Henry?

—El cincuenta y uno. —Se mordió el labio—. Nunca quiso... ya sabes, volver a ceder el control.
Joe se limitó a asentir, pero las manos se le tensaron en el volante y ella se arrepintió del recordatorio. ¿Por qué seguía restregándole su pérdida en la cara, sacando un tema que los podía separar?

Sin embargo, finalmente Joe dijo:

—Tal vez Phil no lo vea tanto como robarse a sí mismo, sino como mover algo de la riqueza de Henry hacia él. Después de todo, nunca podrá tener tanto corno Henry, ¿verdad? No importa lo duro que trabaje o lo bien que vaya la empresa. Quizás esté resentido por eso.

________ respiró hondo.

—Quizás —dijo, imaginándose que Joe sabía mucho más de ese tipo de resentimiento que ella. Era difícil de creer, pero, después de lo que había descubierto de Phil hacía sólo unos días... bueno, claramente no era el hombre que ella creía.

Cuando llegaron al edificio de Ash, ella subió las escaleras a toda prisa, abrió la puerta delantera y fue directamente a la oficina de Phil. Joe la siguió.

—¿No la cierra con llave? —preguntó Joe mientras ella se apresuraba a entrar en la estancia.

—Tal vez no tenga razón para hacerlo —dijo ella, intentando dar a Phil el beneficio de la duda.

Cuando encendió el ordenador de Phil, pidió una contraseña y ella probó varias que parecían lógicas, pero ninguna funcionó. Después, buscó documentación de las transacciones, con la ayuda de Joe. Después de revolver cajones y archivadores durante unos minutos, Joe levantó su factura de verdad mientras decía:

—Princesa, echa un vistazo.

Ella lo observó y recordó facturas de Horizon más antiguas que se parecían a aquélla. En el mismo montón, encontró otras facturas que no reconoció, de mamposteros especializados, albañiles, carpinteros y electricistas. Y, aunque sí que reconocía sus nombres y logotipos, y hasta algunos de los trabajos que había pagado Ash recientemente, las facturas eran diferentes; las habían recreado antes de pasárselas a ella.

Pero ella descubrió que no todas habían sido falsificadas. Las facturas de empresas más grandes (la cadena nacional de alfombras que usaban, la gran empresa de fontanería que hacía la mayoría de sus instalaciones de cañerías) estaban intactas, sin falsificar. Eran las empresas más pequeñas, como la de Joe, las que habían sido utilizadas para desviar dinero de las cuentas de Ash. Y había tantísimas de esas empresas más pequeñas... la dejaba atónita pensar en las proporciones que aquello podía tener.

Mientras hojeaba las facturas una a una, comenzó a sentirse torpe. Había tantas manuscritas, arrugadas, manchadas... provenían de trabajadores que, como Joe, no se sentaban ante un ordenador todo el día, no tenían secretarias ni ayudantes para manejar su contabilidad. ¿Por qué no se había dado cuenta cuando aquellas facturas manuscritas y arrugadas habían dejado de llegar? ¿Por qué no se había dado cuenta cuando habían empezado a parecer más limpias, nuevas, en algún momento? Se sentía como una idiota. Y, cuando agarró la última factura del montón, sofocó un grito.

—¿Qué sucede? —preguntó Joe.

Era una factura de PH Construction. P.H. Phil Hud-son. Y suponía que la tremenda cantidad escrita en la parte inferior, más de veinticinco mil dólares aquella semana en concreto, equivalía a la diferencia entre las facturas reales y las falsas que le había entregado a _________. Le puso la hoja en la mano a Joe.

—La prueba —dijo ella.

~~~~

Joe había pensado, más de una vez, que ________ se vendría abajo, que se echaría a llorar, se lanzaría en sus brazos, pero nunca lo hizo. En su lugar, había sabido qué hacer exactamente. Le dijo que cargara el ordenador de Phil en el Jeep y también se había llevado el montón de facturas auténticas. Juntos, dijo, era todo lo que necesitaban para pillar a Phil.

—La factura de PH Construction es donde la fastidió de verdad —explicó mientras conducían a casa—. No hay ninguna empresa con ese nombre, al menos no en nuestra nómina. Es obviamente una entidad falsa que Phil utiliza para desviar el dinero a sus cuentas personales.

—Pero, ¿por qué molestarse tanto? —había preguntado Joe—. ¿Por qué no entregar simplemente el resto de las facturas falsas y quedarse el dinero sobrante?

—Debe de tener una documentación de las transacciones que parezca auténtica a primera vista, tiene que poder justificar todo el dinero que yo emito para pagar a los subcontratistas. Los totales de sus facturas tienen que cuadrar con los míos. Mis desgloses son los que realmente utilizamos, pero necesita una forma de agotar la cuenta del exceso que yo estaba poniendo que pasara inadvertido. Pero ahora que tengo dos series de facturas, incluyendo las falsas, está perdido.

—¿Y ahora, qué? —preguntó Joe—. Quiero decir, ¿qué pasa a continuación? —Nunca había estado implicado en ningún tipo de delito financiero, a menos que se contara lo que Henry le había hecho a su padre, y no tenía ni idea de cómo iba a proceder ella.

—Tendré que decírselo a mi padre. Pero está fuera de la ciudad este fin de semana, en alguna cita en las islas Caimán, así que tendrá que esperar hasta que vuelva.

—¿Cuándo será eso?

—Mañana por la mañana. —Se giró hacia él en el Jeep—. La suerte es que mañana es lunes, y Phil se pasa los lunes visitando obras, así que no estará en la oficina para ver que falta algo hasta el martes. —Respiró hondo—. Eso nos da un poco más de tiempo para pensar qué hacer.

Joe se sentía admirado por su fuerza. Sabía que le estaba haciendo daño, que la desilusionaba, por no decir que le presentaba una montaña de problemas a nivel profesional, pero lo había manejado exactamente así: como una profesional.

En aquel momento, la noche había caído y estaban tumbados en su sofá viendo la película alquilada que él había sugerido, pensando que haría que se olvidaran un poco de las cosas. Incluso antes de que empezara la película, ella había estado inusitadamente callada, pero él no la había presionado a hablar. Y, ¿desde cuándo estaba él tan en armonía con el hecho de si alguien daba conversación o no? ¿Desde cuándo pensaba en hablar con una mujer? Obvio. Desde ________.

«Ojalá pudiera decirte, nena», pensó, mientras la atraía más cerca de sí, «que sé lo de tu diario íntimo. Entonces ya no habría ningún secreto más». Aún estaría Henry, claro, y habría diferencias enormes entre su familia, su dinero... cielos, probablemente un millón de cosas más, pero al menos ya no habría ningún secreto más. Aun así, él sabía que, si le decía lo del libro, nunca lo perdonaría. Probablemente era la mujer más comprensiva que había conocido, pero ese tipo de allanamiento... bueno, no podía pensar en nada mucho peor que pudiera hacerle.

La sensación de que el estómago se le hundía sólo se apaciguó cuando la gata saltó sobre el sofá, distrayéndolo.

—Eh, Iz, ven aquí —dijo ________ en voz baja, mientras agarraba a la gata blanca entre sus brazos.

Pero, sólo segundos después, Izzy se retorció hasta liberarse y meterse insistentemente entre los dos, acurrucándose en el regazo de Joe.

—¿Lo ves, qué te dije? —dijo ________ por encima del hombro—. Está loca por ti.

Él se inclinó cerca de su oído.

—¿Celosa?

Ella se giró para mirarlo, con una sonrisita melancólica.

—Un poco.

El le dio codazos a la gata hasta que saltó a la alfombra y, después, envolvió a ________ por detrás.

—¿Mejor?

Aquella vez, cuando ella se giró, sonrió más ampliamente.

—Odio decirte esto, pero quería decir que estaba celosa de ti. Izzy apenas se acurruca conmigo como lo hace contigo.

Unos días antes, aquello lo habría hecho sentir como un imbécil, pero entonces sólo bromeó con ella.

—Tal vez debería largarme y dejar que Izzy y tú tengan el sofá para ustedes.

—Cállate —susurró ella—. No te vas a ninguna parte. —Le cubrió los brazos con los suyos y él se acomodó y se intentó volver a concentrar en la película, cuando ________ soltó de repente:

—¡Es que me siento tan incompetente!

Ambos se sentaron y él alargó la mano para tomar el mando a distancia y parar el vídeo.

—¿De qué estás hablando?

—Me di cuenta de que las tarifas de todo el mundo estaban subiendo, y hasta lo cuestioné, más de una vez. Pero ¿por qué no me di cuenta de que las facturas eran diferentes? Llevo años procesándolas, ¿por qué no me enteré de que todas estaban cambiando? —Suspiró—. Supongo que, en el fondo, simplemente me imaginé que todo el mundo se estaba informatizando, pero no puedo evitar pensar que, si me lo hubiera cuestionado más, si lo hubiera notado más...

—Eh, confiabas en ese tipo. Pensabas que estaban en el mismo equipo. No tenías ninguna razón para dudar de él. Además... —Joe sacudió la cabeza, aún impresionado por sus acciones de aquella tarde—. Supiste qué hacer exactamente cuando lo descubriste.

—Bueno, no exactamente. No tengo ni idea de qué pasará cuando se lo diga a mi padre mañana.

—Aun así, supiste que debías llevarte el ordenador. Y descubriste la documentación de las transacciones y reconociste la empresa falsa. Y no te viniste abajo.

—Quería hacerlo —confesó en voz baja.

—Pero no lo hiciste, Princesa.

Joe se asombraba a sí mismo a veces aquellos días; en aquel momento, le asombraba saber cómo tranquilizarla, que las palabras salieran tan fácilmente como si estuviera hablando con Davy o Elaine, no con una mujer a la que había pasado innumerables años envidiando. Pero, cuando las palabras se agotaron, siguió pensando que lo mejor era hacerle saber cómo se sentía de otras formas. Mientras alzaba una mano hacia su mejilla, se inclinó hacia adelante para besarla.

Sus lenguas se acariciaron, despertando poco a poco la excitación, pero, entonces, ________ se detuvo.

—¿Me odiarías si te dijera que la verdad es que no estoy de humor?

El escondió la decepción tras la comprensión.

—Para nada.

—Pero no me importaría... si me abrazaras.

Él la estrechó entre sus brazos, apretando su espalda contra su pecho, dejando caer un minúsculo beso en su sien, y ella alargó la mano para agarrar el mando a distancia y volver a poner la película. Mientras su sonido llenaba la sala, él se inclinó cerca de su oído para decir:

—Creo que Ash Builders estará en unas manos buenísimas algún día.
Nani Jonas
Nani Jonas


http://misadatacionesnanijonas.blogspot.mx/

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Mensaje por aranzhitha Sáb 12 Mayo 2012, 10:15 pm

awww mi Joe estan lindo :arre: tan tierno y estoy segura que ya la ama
Iz, apartate de Joe es mio :caliente:
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por Julieta♥ Dom 13 Mayo 2012, 6:47 pm

joe es un hermoso
y ha cambiado montones solo por la rayis...esta enamorado!!!..pero el no lo sabe jejeje
siguela pronto!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por berenice_89 Dom 13 Mayo 2012, 9:46 pm

JOE YA CONFIESALE¡¡
berenice_89
berenice_89


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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Dom 13 Mayo 2012, 11:21 pm

Tan lindos la Rayis & Joe
me encanta Como es joe y lo que hace por la rayis!
siguela :D
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por Nani Jonas Lun 14 Mayo 2012, 2:06 pm

Capitulo 36
________ observó cómo Joe dormía a su lado en la cama que había empezado a temer que parecería vacía sin él. La noche anterior, se habían quedado dormidos delante del televisor y, cuando ella se había despertado, le había dado un codazo y le había dicho:

—Vamos arriba, a la cama. —El la había seguido, sin palabras, se había desnudado hasta quedarse en ropa interior y se había metido en la cama a su lado, tan cómodo como si fueran una vieja pareja de casados.

Ella sacudió la cabeza en un intento por prohibir que aquel último pensamiento estuviera en su mente. Habían estado juntos poco más de una semana, así que lanzar la palabra que empezaba por C, aunque sólo fuera en su cabeza, era una auténtica locura. Y, además, tenía mucho más en qué pensar; sólo se alegraba de que Joe hubiera estado con ella la noche anterior, se alegraba de que siguiera con ella en aquel momento. Se había despertado sintiéndose agresiva, aunque no totalmente reanimada. Tenía un duro día por delante, pero estaba lista para afrontarlo.

—Eh —murmuró Joe, mientras abría los ojos.

Ella hizo un esfuerzo para sonreírle.

—Hola.

—¿Qué tal?

Ella asintió contra la almohada.

—Estoy bien. Estoy lista para enfrentarme a esto.

La expresión de Joe contenía admiración.

—Suenas como una mujer que tiene un plan.

—De hecho, así es. El vuelo de mi padre no llega hasta media mañana, así que he decidido que lo primero que voy a hacer es ir a casa de Phil y contárselo todo a Jeanne.

Joe pareció un poco sorprendido, así que ella continuó.

—No para herirla, ni a ella ni a Phil, sino para protegerla. Tiene que saber de qué forma le está fastidiando la vida este hombre. Y, sea lo que sea lo que le pase a Phil ahora, va a tener un problema muy gordo, así que quiero avisarla. Quiero darle la oportunidad de que agarre algo de dinero de sus cuentas, pensar cómo evitar que su vida se eche a perder junto a la de él cuando la malversación salga a la luz.

—Pero ¿y si se lo dice a él antes de que se lo digas a tu padre? No sé cuánto dinero falta, pero, si es mucho, podría huir.

Ella respiró hondo. Por supuesto, ella ya había pensado en eso, pero, cuando pensaba en la inocencia de Jeanne en todo aquello, simplemente no podía hacer las cosas de otro modo.

—Simplemente tendré que creer en que no lo hará. Tendré que creer que se protegerá a sí misma y no a él.

Además, mi padre debería estar en casa para cuando vuelva de casa de Jeanne, así que no pasará mucho tiempo antes de que todo esto se descubra. Le pediré que se lo esconda a Phil sólo por una noche.

-Es un riesgo bastante grande, si realmente quieres pillar a Phil.

Ella asintió.

—Sí... pero no estoy segura de que pillar a Phil sea más importante que asegurarse de cuidar a alguien inocente.

~~~~

Estoy sentada en una bañera de porcelana, con patas en forma de garra, llena de burbujas, en una luminosa sala blanca. Las ventanas que hay sobre mi cabeza admiten el sol, pero del techo cuelgan helechos que hacen que el espacio parezca frío y sombreado.

Un hombre me observa. No puedo verlo, pero sé que está ahí, escondido más allá de mi vista. Mientras aliso la espuma de mis hombros y brazos y, después, de mis senos, una necesidad profunda me palpita entre los muslos. Cada movimiento que hago me excita, porque sé que no estoy sola.

Finalmente, me inclino hacia atrás y cierro los ojos, esperando que se revele. Y, cuando comienzo a dormirme, me despiertan unas manos masajeándome los hombros. Comienzo a girar la cabeza para verlo, pero él susurra:

—No. No lo hagas —con una voz grave y fuerte.

Alarga la mano a mi alrededor para hundir una copa de cristal en el agua.

—Cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás —dice. Comienza a verter copas de agua con jabón sobre mi pelo hasta que está completamente húmedo.

Cuando siento sus manos, sus dedos, masajeándome el cuero cabelludo, me doy cuenta de que me está lavando el pelo. Me muerdo el labio por las exquisitas sensaciones producidas por un gesto tan dulce. Cada vez que se extienden y se contraen sus dedos, frescos dardos de placer me hormiguean por el cuello, los brazos, la espalda. Después, vierte más agua sobre mi pelo hasta que está limpio y suave.

—Gracias —susurro.

Aunque aún no lo he visto, su aliento calienta mi oreja.

—Hay más. Pero debes prometerme que mantendrás los ojos cerrados.

—Lo prometo.

—No te creo —dice él.

—¿Qué puedo hacer para que te lo creas?

La respuesta llega con una caricia de seda en mi piel, mi cara; está atándome algo sobre los ojos.
Cuando su mano encuentra mi rodilla doblada, sé que se ha movido desde detrás de mí hasta el lateral de la bañera. Siento su caricia en el interior de mi muslo manchado, sin detenerse, sin provocarme, con la mano hundiéndose rápidamente en el núcleo de mi deseo.

Grito ante el brusco placer y me agarro a los laterales de la bañera, mientras el calor se extiende rápidamente por mi cuerpo hasta que es todo lo que conozco, todo lo que soy. Apenas oigo mis propios gritos y gemidos, con el cuerpo enzarzado en una batalla lenta y sensual. Oigo su respiración profunda mientras me muevo contra sus dedos; oigo el agua de la bañera agitarse por nuestros movimientos. Entonces, el calor se convierte en fuego, consumiéndome, reduciéndome a nada excepto cenizas mientras grito y, mientras llego al orgasmo, rompo mi promesa; abro los ojos bajo la cubierta de seda.

Sólo veo sombra, la silueta oscura de un hombre de anchos hombros, brazos musculosos, pero es suficiente para darle una identidad, para hacerlo real, es suficiente para vincularnos de una forma nueva, viable, aunque él no lo sepa.

—Déjame abrazarte —dice cuando todo está en silencio, el agua tranquila.

—Déjame verte —exijo.

Desliza el pulgar bajo la seda a la altura de mi mejilla y levanta suavemente la venda.


Las palabras que ella había dicho antes resonaron en su cerebro. «No estoy segura de que pillar a Phíl sea más importante que asegurarse de cuidar a alguien inocente». Nunca había comprendido ningún sentimiento mejor, porque aquélla era exactamente la razón por la que le había dicho a ________ lo de Phil, en primer lugar; cuidar de ella había sido más importante que herir a Henry. Aunque había sido duro admitírselo a sí mismo, se había sentido noble, orgulloso, de haber hecho lo correcto.

«Sí», pensaba en aquel momento, mientras estaba sentado con los secretos más profundos de ________ en la mano, «eres un noble hijo de puta, desde luego».

Pero el hecho era que necesitaba aquellos pedazos de ella en aquel momento. No podía negarlo, ni siquiera podía tener la esperanza de decirse que no, y casi había dejado de intentarlo. Necesitaba aquellos pedazos de ella que ella nunca le daría de ninguna otra forma. Era despreciable. Pero simplemente lo era. Estaba perdido en su propio engaño.

~~~~

Jeanne estaba sentada a la mesa de la cocina, con un camisón demasiado grande, mirando a ________ con los ojos muy abiertos, la sorpresa aumentada por los círculos oscuros que tenía bajo los ojos. Los platos sucios del desayuno las rodeaban y el dulce aroma del almíbar hizo que ________ se sintiera incluso más mareada.

El corazón le latía a mil por hora, igual que todo el tiempo que se había pasado contándole a Jeanne todo lo que sabía sobre Phil, comenzando por la malversación y acabando con lo que Joe había visto en su fiesta. Se sentía como la muerte personificada.

—Lo siento mucho, Jeanne. No te he contado todo esto para hacerte daño. Sólo pensé que debías saberlo.

—Maldición —murmuró Jeanne, con la cara pálida—. Estupido de mierda. —Se puso en pie y anduvo a grandes pasos por la cocina. Tras buscar en un cajón, sacó un paquete de cigarrillos y se encendió uno.

Agarró a ________ por sorpresa.

—No sabía que fumaras.

—Cuando estoy nerviosa —respondió Jeanne, mientras exhalaba una larga columna de humo que nubló el aire que había entre ellas. Le dio la espalda durante un momento, poniendo las manos en la encimera y, de repente, se giró para volver a mirar a ________, con el cigarrillo temblándole entre los dedos—. ¿Qué demonios voy a hacer?

—Vas a llamar al banco y a cualquier sitio en el que tengas dinero, enterarte de cuánto puedes retirar sin la firma de ambos y, después, vas a retirarlo.

Jeanne apagó el cigarrillo en un gofre a medio comer que estaba en un plato y, después, se volvió a hundir en la silla. Alzó los ojos lentamente.

—Puede que parte de ese dinero sea tuyo.

________ negó con la cabeza.

—No importa. No se trata sólo de dinero. Pero seguirás necesitando tanto como puedas conseguir.
Jeanne asintió, con la cabeza cayéndole hacia adelante mientras las lágrimas empezaban a fluir, y ________ luchó contra la humedad que se reunía tras sus propios ojos. No podía ponerse emotiva; le quedaba muchísimo por hacer y tenía que hacer que su mejor cara siguiera intacta. En vez de llorar, puso una mano firme en el hombro de Jeanne.

—Sea lo que sea lo que necesites, Jeanne, cualquier cosa, estaré aquí para ti.

Jeanne se sorbió las lágrimas y asintió y, de repente, alzó la cabeza.

—Lo seguí la otra noche.

________ parpadeó.

—¿Qué?

—Sabía que pasaba algo... no me ha tocado en meses. El mismo Phil despreocupado de siempre, pero no me ha tocado, ni siquiera... un abrazo, ni un besito en la mejilla. —El estómago de ________ se desgarró ante el dolor en la voz de Jeanne—. En fin, sale mucho por la noche y vuelve a casa tarde. Dice que va a la oficina, pero en el fondo sabía que no podía tener tanto trabajo. Aunque estuviera robándole todo a Henry, no podía tardar tanto. Así que me metí en mi coche y lo seguí. Fue a los apartamentos del extremo sur de Clearwater Beach, ¿sabes cuáles te digo?

________ asintió.

—Llamó a una puerta y abrió una mujer; bonita, joven, morena. La he visto en nuestras fiestas y di por hecho que era alguien de Ash. No salió en tres horas. —Sacudió la cabeza, como si volviera a sentir su incredulidad.

—Todavía no había decidido qué hacer —dijo, mientras alzaba la mirada hacia ________—. He estado con Phil durante toda mi vida adulta. —Lágrimas silenciosas continuaron rodándole por las mejillas—. Sé que es un estupido, pero no estoy segura de quién soy yo sin él.

Después de esperar a que Jeanne se tranquilizara de nuevo, _________ hizo la pregunta que le preocupaba en aquel momento.

—¿Puedes ocultarle todo esto a él, sólo esta noche? ¿Puedes fingir que todo es normal, fingir que no sabes nada?

Ella parecía incrédula.

—¿Por qué iba a hacer eso?

—Porque necesito un poco de tiempo. Tengo que decírselo a mi padre. Tenemos que pensar qué pasa ahora y no estoy segura de qué implicará eso. —Mientras tomaba las manos de Jeanne, la otra mujer la miró como una niña perdida—. Sé que es mucho pedir; sé que ahora mismo probablemente lo quieras y lo odies, y todos los sentimientos que hay en medio, y quizás te sientas tentada a ayudarlo, pero te pido que no lo hagas. Te pido que me des una noche.

Jeanne respiró hondo y apartó las manos. Miró alrededor, al desorden esparcido por la cocina, a la casa que Phil le había construido; a su vida juntos, supuso ________.

—No estoy segura de poder ocultárselo. No estoy segura de que no se me escape todo en cuanto lo vea.

El estómago de ________ se hundió. Joe tenía razón: aquello había sido un error.

Sin embargo, Jeanne volvió a mirar a ________, recuperando de repente la compostura, quizás incluso un poco resuelta.

—Pasaré la noche fuera —dijo—. En un hotel o en casa de mi hermana, en Sarasota. A Phil no le importará; significará simplemente que puede pasar toda la noche con su puta. Dejaré una nota, le diré que estoy con una amiga, dejaré que él se pregunte dónde estoy yo, para variar.

Todo el aire volvió a los pulmones de ________. Esperaba que Jeanne pudiera ver la profunda gratitud en sus ojos, ya que las palabras parecían totalmente inadecuadas.

—Gracias.

Jeanne sólo negó con la cabeza.

—No me des las gracias, ________. No es por Ash, ni siquiera por ti. Es porque quiero ver cómo obtiene lo que se merece.

Después de eso, ________ tenía un favor más que pedir, que Jeanne le hizo sin pestañear. Juntas, buscaron en la oficina de casa de Phil y descubrieron extractos de cuenta de PH Construction. Era la última prueba que necesitaba.

La mente de ________ volaba mientras conducía de vuelta a casa. Apenas sentía el viento en su pelo o el sol en su cara. Jeanne estaba prácticamente sola en el mundo en aquel momento, después de la milésima de segundo que le había llevado a _______ desmontarle la vida. Había destruido la existencia de Jeanne con tan poca planificación, tan poca reflexión o consideración... Por supuesto, había hecho lo que pensaba que era lo mejor para Jeanne avisándola con un día de ventaja, pero una culpa constante la recorría como la corriente de un río que no había estado ahí hacía veinticuatro horas.

Pero no había mucho tiempo para entretenerse con eso. Había hecho todo lo que podía por Jeanne y ahora tenía que pasar a algo igual de difícil: tenía que decirle a su padre que su socio comercial, en quien confiaba, lo había timado.

«Endurécete», se dijo a sí misma. «Manéjalo como lo has hecho hasta ahora». El elogio de Joe de la noche anterior la había ayudado a despertarse sintiéndose fuerte, todo lo fuerte que necesitaba ser aquel día. Él tenía razón, lo había manejado bien. Ni siquiera había pensado en aquella parte de ello; simplemente había sabido que tenía que ser dura y dar pasos listos y despiadados.

Bueno, no demasiado despiadados. Lo había arriesgado todo por Jeanne. Quizás hubiera aprendido una lección de lo que su padre le había hecho a la familia de Joe; quizás recordó que la compasión también tenía cabida. Pero había conseguido poner a un lado su sorpresa y humillación profesional para encargarse de aquello, y tenía que seguir haciéndolo.

Cuando giró en el camino de entrada, no se molestó en abrir la puerta del garaje o parar. Joe estaba en lo alto de una escalera, pintando la cornisa de la ventana de su dormitorio y, cuando se giró para mirarla, nada era más importante que llegar hasta él, estar con él. Mientras estacionaba el coche rápidamente y salía, él fue a encontrarse con ella junto a la fuente.

—¿Cómo ha ido?

Ella se mordió el labio.

—Ha sido duro. —Intentar hablar mientras recordaba lo mal que estaba Jeanne hizo que su voz se quebrara, las lágrimas aún más cerca de lo que se había dado cuenta.

Joe alzó una mano reconfortante hasta su mejilla, pero en aquel momento ella necesitaba algo mucho más importante de él.

—¿Irás conmigo? —preguntó, sin aliento.

—¿Dónde?

—A decírselo a mi padre.

El cuerpo de Joe se tensó. No dijo una palabra; no tenía que hacerlo. Ella podía verlo todo en sus ojos.

—Sé lo que te estoy pidiendo. Sé que es enorme, sé que es terrible, sé que es egoísta. —La voz le tembló mientras continuaba—. Pero también es enorme para mí, de una forma distinta y, simplemente... no quiero ir sola. La verdad es que me vendría bien alguien en quien apoyarme. —Entonces, negó con la cabeza fuertemente—. No, no alguien. Tú, Joe. Te necesito a ti para apoyarme. ¿Lo harás por mí?

Él respiró hondo y ella casi pudo sentirlo, el aire aspirado profundamente, llenándole el pecho y abandonándolo lentamente. Tenía todas las razones y motivos para decir que no. Y ella ni siquiera llegaba a comprender del todo por qué lo necesitaba tanto ahí, pero así era. Quizás porque temía parecer una fracasada a ojos de su padre y sabía que Joe nunca la vería así. Quizás porque se sentía tan a menudo como una niña indefensa, pero, con Joe, había empezado a sentirse mucho más como una mujer, su propia mujer. O tal vez fuera más sencillo. Cuando su madre murió y llegó el momento de acercarse a la sepultura y mirar hacia el ataúd, se había agarrado al brazo de Carolyn y la había arrastrado, porque simplemente había necesitado saber que no estaba sola en el mundo.

Sin embargo... era demasiado. Joe era la persona equivocada a la que pedírselo, y no podía creer que lo hubiera hecho. Estaba intentando encontrar las palabras, formar los pensamientos, para decir que sentía habérselo pedido, que iría ella sola, asegurarle que no se había equivocado al depositar su fe en ella, que podía manejar aquello como una profesional... cuando él le tomó la mano.

—Sí, Princesa. Iré contigo.
Nani Jonas
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Mensaje por aranzhitha Lun 14 Mayo 2012, 2:42 pm

aww mi Joe es tan lindo :arre:
Maldito Philll es un hijo de su progenitora :caliente:
Siguela!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por Julieta♥ Lun 14 Mayo 2012, 6:36 pm

joe e sun hermoso
esta haceidno cosas por ella que son dolorosas para el
lo amoo
siguela pronto plissss
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por berenice_89 Lun 14 Mayo 2012, 11:45 pm

JOE ES TAN TIERNO
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Mensaje por Nani Jonas Mar 15 Mayo 2012, 9:33 am

Capítulo 37
El pecho de Joe se tensó cuando _________ lo condujo por el jardín delantero y alrededor del alto muro de estuco que separaba su casa de la de Henry. Una sensación familiar se apoderó de él; de repente era un niño, el mismo niño que había observado mientras Henry les destrozaba la vida y, al mismo tiempo, el viejo que había visto demasiado y abrigaba demasiados pesares.
Cuando entraron por una puerta de hierro forjado que había en el muro, a lo largo de la calle, se sintió como un intruso. El suelo bajo sus pies no podría haberle parecido más extraño si acabara de pisar otro continente. Había pensado que la casa de ________ era lujosa, pero no era nada comparado con aquello. De hecho, de repente se dio cuenta de lo informal de su modo de vida, comparado con Henry. Desde la parte trasera de su casa se extendía un laberinto de terrazas de madera, patios de piedra y jardines florecientes mayor que diez veces el jardín en el que había crecido, donde todavía vivían Elaine y Davy. El centro era la enorme piscina en forma de riñon que empequeñecía la de _________ tanto en tamaño como en grandeza. Una pequeña cascada se derramaba desde un lecho elevado, en el extremo más alejado.
Aunque la parte trasera de la casa poseía las mismas puertas francesas que la de ________, las plantas superiores disponían de numerosos balcones con toldos, con vistas al paraíso que se extendía.
________ lo arrastró más allá de todo aquello y, a pesar de estar nerviosa, caminaba con rapidez y la forma en que le agarraba la mano era resuelta. Se preguntó por qué pensaba que le necesitaba, y pensó en preguntárselo, pero, si aquél era el momento en que estaba destinado a encontrarse cara a cara con Henry Ash, que así fuera.
Un camino de entrada de ladrillo idéntico al de ________ estaba al frente de la casa de Henry, sólo que era más largo; además de conducir a un gran garaje, también se bifurcaba y se curvaba más allá de la puerta principal, rodeando la fuente. Joe dejó que el torrente de agua ahogara cualquier otro pensamiento, cualquier otro sonido, mientras ella decía:
—Está en casa. —Un Jaguar XJS verde jade estaba en el camino de entrada, con un aspecto igual de majestuoso que los altísimos robles que cubrían el jardín con musgo de Florida, igual que las altas columnas griegas que brillaban blancas y estoicas al sol de media mañana.
Avaricia. La palabra le entró en la cabeza espontáneamente. ¿Quién necesitaba vivir así? ¿Quién necesitaba tanto lujo? El pecho se le tensó tanto como una goma elástica cuando ________ lo arrastró a subir los escalones de piedra hasta el porche delantero de Henry.
Ella le agarró el puño mientras la puerta se abría y él contuvo la respiración, sólo para ver a una pequeña mujer de piel oscura con un vestido sencillo de algodón de color azul pizarra. Una criada. Ni siquiera había pensado nunca en que Henry tuviera una criada.
—Bonita —dijo ________, con una voz tan tensa como se sentía él—, tengo que ver a mi padre. ¿Puedes ir a buscarlo enseguida?
—Sí, ________. Pasen. —La mujer sólo le echó una mirada fugaz a Joe, con los ojos tirantes por el tenso moño que tenía en la nuca.
Pasaron a un enorme recibidor mientras los pasos de Bonita resonaban sobre unas baldosas italianas que le resultaban familiares. Sin embargo, el interior también dejaba en nada la casa de ________. La entrada se extendía en todas direcciones, llena de la brillante luz del sol que entraba por ventanas estratégicamente situadas. Otra pequeña fuente gorgoteaba ante una columna de espejos que creaba la ilusión de ser más grande.
Joe se preguntó fugazmente qué pensaría Henry de él, si lo reconocería siquiera, qué se dirían. En un impulso, alargó la mano y giró la barbilla de ________ hacia él para ver si la había manchado de pintura antes, cuando le había tocado la cara.
—¿Qué? —susurró ella, con los ojos tan abiertos como los de un ciervo en el bosque.
—Nada —respondió susurrando él, tras encontrar su sedosa piel libre de manchas. Sentía que no podía hablar más alto, como si su voz fuera a estropear la opulencia.
No oyó a Henry acercarse, el hombre simplemente apareció como un espectro importante, engalanado con shorts blancos y un jersey blanco; algo con lo que los viejos jugaban al golf.
—Bonita me dijo que parecías preocupada —dijo Henry, achinando los ojos azules sobre ella antes de desviar la mirada hacia Joe, y Joe le devolvió la mirada, pensando: «¿Me conoces, viejo?». Pero, entonces, ________ comenzó a hablar y la atención de Henry volvió a recaer sobre ella.
—Papá, tengo algo que decirte, así que quiero que te prepares. Y no puedo decirlo despacio o nunca me va a salir, así que espera, ¿de acuerdo?
Henry parpadeó, desconcertado.
—¿De qué se trata?
Ella respiró hondo.
—Phil nos está estafando, papá. A Ash Builders. Nos está robando.
Joe observó las diversas emociones cruzando la arrugada cara de Henry; confusión, incredulidad, sorpresa. Mientras ________ se apresuraba, explicando la malversación de Phil, sus ojos se oscurecieron, se tensaron, parecieron encogerle en la cabeza mientras su horror crecía. Aquello no era nada, por supuesto, comparado con lo que Henry le había hecho al padre de Joe (Henry seguiría teniendo dinero, seguiría teniendo la vida a la que estaba acostumbrado), pero, por ese instante, Joe se alegró de haber ido, de haber presenciado el momento en que Henry descubriera lo que se sentía cuando te robaban.
Mientras ella se explicaba, le apretaba los dedos a Joe con tanta fuerza que casi le cortaba la circulación, y sus uñas se clavaban en su carne, pero no la habría interrumpido por nada del mundo. La emoción de ________ aumentó hasta que finalmente dio lugar a la parte que él sabía que llegaría.
—Lo siento mucho, papá. Me da la sensación de que todo esto es culpa mía. Debería haberme dado cuenta, debería haber cuestionado más los aumentos, debería haber atado cabos. Por no haberlo hecho, Ash Builders ha perdido quién sabe cuánto dinero a favor de Phil.
La cara de Henry cayó mientras escuchaba a su hija reprendiéndose.
—________, querida, esto no es culpa tuya —dijo, dando un paso hacia adelante por primera vez desde que ella había empezado a hablar. Finalmente, ________ liberó a Joe del agarre mortal para aceptar el abrazo de su padre y Joe se sintió aún más como un intruso, alguien que no pertenecía y que no tenía nada que hacer allí.
Apartándose ligeramente, Henry sacudió la cabeza.
—Me... me está costando asimilar esto del todo...
—Lo sé —respondió ella—. Yo tampoco podía creérmelo.
—Pero no te preocupes, cariño. Pensaremos qué hacer y lo superaremos juntos.
El hombre parecía adecuadamente afectado, caído de su eterno pedestal de poder... hasta que, por fin, pareció advertir a Joe de nuevo, que casi podría haber creído que se había fundido con el fondo si su ropa de pintar no hubiera estado manchada de innumerables colores.
—¿Quién es tu amigo? —Henry no sonreía. A Joe no le sorprendió.
________ se mordió el labio y volvió a agarrarle el brazo.
—Yo... quería alguien en quien apoyarme mientras te hablaba, papá.
Henry alzó las cejas como diciendo «continúa».
—Él, yo, nosotros... —________ le echó un vistazo a Joe, nerviosa, probablemente más por él que por ella—, nos estamos viendo.
—¿Tiene él un nombre? —preguntó Henry, al borde del sarcasmo.
—Joe Jonas.
Joe habría jurado que la fuente dejaba de fluir, que el tiempo se detenía, mientras veía cómo la piel de Henry se volvía tan blanca como su jersey. Los ojos de ambos hombres se encontraron y Joe endureció la mirada; vio a Henry reflexionando, sopesando, intentando saber si era verdad.
Finalmente, Joe dijo:
—Sí, ese Joe Jonas.
Nani Jonas
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Mensaje por berenice_89 Mar 15 Mayo 2012, 9:37 am

UUUU PARECE QUE A SU PAPA NO LE GUSTO QUE ESTE CON JOE
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Mensaje por Julieta♥ Mar 15 Mayo 2012, 2:49 pm

:o
ahora como va a reaccionar el pap d ela rayis!!!!
sera que se va a sentir culpable??..o sera que lo va tratar mal y a correr de la casa??
:O
estoy muy intrigada jejeje
asi que sigue!!!!!!!!
Julieta♥
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Mensaje por aranzhitha Mar 15 Mayo 2012, 2:57 pm

awwww ya se entero Henry que Joe esta con la rayita awwww
Que va a pasar :affraid:
Siguela!!!!!
aranzhitha
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Mensaje por Nani Jonas Miér 16 Mayo 2012, 11:28 am

Capitulo 38
Henry siguió sin hablar, simplemente lo miró, con la mirada igual de helada, pero Joe se sintió fuerte por haber pillado al hombre por sorpresa.
—No parece contento de verme, Henry.
La cabeza de Henry se ladeó de forma crítica.
—¿Cómo te has mezclado con ________?
Por la forma en que Henry lo miraba, habría parecido que era un violador o un traficante de drogas. Pero no le importaba; si Henry quería juzgarlo tan rápidamente, a él no le importaba jugar al proscrito.
—No es ningún plan retorcido ni nada. Simplemente da la casualidad de que le pinto la casa.
—Papá, Joe pinta para nosotros. Para Ash. Es el dueño de Horizon Painters.
La obvia sorpresa de Henry llenó a Joe de emociones en conflicto. Satisfacción por haber hecho algo de sí mismo a pesar de todo. Rabia por la sorpresa de Henry al descubrir que poseía su propia empresa y no era sólo un hombre por horas que intentaba sobrevivir. Una rabia aún más profunda ante el hecho de que él, como cualquier otro hombre que trabajara en los pisos de Ash, fuera una mota de tan poca importancia en la suela del zapato de Henry.
—No tenía ni idea —dijo Henry finalmente.
—Por supuesto que no.
Oyó el desdén en la voz de Joe.
—¿Qué se supone que significa eso?
La goma elástica en el pecho de Joe cedió por fin y dio un paso adelante, pero ________ siguió aferrada a su brazo.
—Significa que no le importa nada toda la gente pequeña que mantiene vivo este negocio para usted, viejo. Ni siquiera sabe que el hijo de John Jonas ha estado pintando sus pisos cada día durante los últimos siete años. —Bajó la voz, con la mirada lanzándole dagas a Henry—. Ni siquiera sabe qué demonios le hizo a mi familia, ¿verdad?
—Bueno, espera un momento —dijo Henry, mientras cerraba los puños a los costados, con la piel, antes pálida, calentándose hasta enrojecer.
—No, espere usted un momento. —Avanzó hacia adelante, incluso con _______ asiéndolo—. Y escúcheme, ladrón de mierda. —Sus miradas nunca se desviaron y Joe sentía la lucha en la que se habían enzarzado, pero se negaba a ceder; aquél era un momento que había estado es perando toda la vida—. Por su culpa, mi padre nunca se recuperó de su muerte; nunca.
De repente, la curiosidad anuló las defensas de Henry.
—¿Aún sigue...?
—¿Vivo? Según se mire. Sigue respirando, sigue caminando, al menos en los días buenos. Vende cebos en la calzada de Dunedin cuando no está durmiendo. Por lo que respecta a los demás, mi hermano y mi hermana viven en la misma casita a la que nos mudamos después de que usted se llevara nuestra mitad de la empresa, y yo me mato trabajando cada día para pagar las facturas de todos.
—Mira—dijo Henry—, siento cómo salieron las cosas entonces, pero no es mi culpa que tu familia no sepa cuidar de sí misma...
—Sí que lo es —dijo Joe simplemente, con seguridad. No iba a explicar cómo o por qué las cosas habían salido como lo habían hecho, pero Henry debía de haberle creído, por alguna razón, o eso o sencillamente tuvo el buen juicio de no ponerlo más en duda, porque no respondió.
En vez de ello, colocó una mano firme en el hombro de Joe y lo apartó a un lado. Mientras se alejaban de _______, Joe nunca apartó los ojos de los de Henry.
—Escucha —dijo Henry gravemente—, no sé cómo te congraciaste con ________ para entrar en su vida, pero si le haces daño de alguna forma...
Joe lo cortó severamente.
—No lo haré. —Y lo decía en serio. Sabía que todavía había secretos entre ellos (el diario, el hecho de que había llegado al principio queriendo ver lo que había pensado que debería haber sido suyo), pero no tenía intención de que aquellas cosas salieran nunca a la luz, no tenía la intención de dejar que se interpusieran. En aquel momento ella le importaba y aquello era todo lo que importaba.
A veces la verdad, viejas verdades, sólo enturbiaban el agua, complicaban cosas que habrían sido más sencillas, y Joe pensó que el estar allí, su necesidad de enfrentarse a Henry cuando se le ponía cara a cara con él, lo demostraba.
—Toleraré que estés en su vida —dijo Henry, mirándolo enfurecido a los ojos—, pero sólo porque ella lo quiere.
—No estoy seguro de que tenga elección.
—La sangre tira más.
Joe pensó en su deteriorada relación con su padre y dijo:
—A veces.
—Fue Joe —interrumpió ________, mientras se interponía entre ellos— quien me ayudó a descubrir lo de Phil.
Henry miró de uno a otro.
—Vio una de sus facturas, una de las falsas, en mi oficina, y lo dijo. Si no hubiera sido por él, todavía no lo sabríamos.
Los ojos entrecerrados de Henry volvieron a mirar a Joe.
—¿Por qué ibas a parar esto si me odias tanto?
Él se encogió de hombros. La respuesta era sencilla.
—Al final, le habría hecho tanto daño a ella como a usted.
~~~~
________ llegó a Bayview Drive aquella noche justo antes de la puesta de sol, nunca más contenta de estar en casa. Se había pasado la tarde y la noche metida en la oficina con su padre y Sadie, registrando los archivos de Phil, tanto físicos como informáticos (Henry era la única persona de la empresa con autoridad para que el informático entrara en el ordenador de alguien). El resultado fue una lenta recopilación de lo que Phil había robado: más de medio millón de dólares en los últimos seis meses. La cantidad era considerable, pero Sadie había razonado:
—Si vas a arriesgarte de esta manera, supongo que tienes que hacer que te valga la pena.
Henry se había pasado una mano por el pelo y había dicho:
—Gracias a Dios que lo agarramos ahora, y no dentro de unos años.
En el mismo momento en que ella volvía a casa, Henry tenía una reunión de emergencia con los socios excepto Phil, pero, para sorpresa de ________, le había dicho que lo más probable fuera que no presentaran cargos.
—Ese tipo de publicidad es la muerte para un negocio —había explicado—. Tendremos que negociar con él, probablemente despedirlo y exigir una indemnización a cambio de no emprender acciones legales.
—Y, entonces, ¿será libre para irse? —había preguntado ella, incrédula. Se había imaginado a Phil pasando un tiempo en la cárcel.
Henry había asentido.
—Pero le faltará una gran suma de dinero y, desde luego, no podrá mencionar Ash Builders como referencia, así que sospecho que le costará mucho encontrar un puesto remotamente parecido al que tenía con nosotros.
Ella pensó que parecía un castigo pequeño, pero suponía que lo importante era que Ash Builders estuviera bien de nuevo.
Dejó el coche en el camino de entrada y evitó apenas arañar la furgoneta de Joe. Sin embargo, cuando volvió a respirar tranquila, se le hinchó el corazón al ver que todavía estaba allí. No sabía qué esperar después del enfrentamiento con su padre aquella mañana, y se lamentaba de no haberlo previsto cuando le pidió que la acompañara. Había querido derretirse en el suelo mientras los oía discutir, testigo de la intensa rabia en la mirada de ambos hombres. No podía creer que los hubiera empujado a encontrarse de forma tan irreflexiva, especialmente en un momento tan emotivo.
Por supuesto, debido a ello, había descubierto algunas cosas de Joe que no sabía. Todos aquellos años había mantenido a su familia y su padre era alcohólico. Ella comprendía que nunca se habían recuperado de la pérdida del negocio familiar, pero aquello aumentaba su pérdida de una forma que no se podía haber imaginado. Sintió los años de odio hacia su padre por parte de Joe aquel día y se preguntó cómo seguía en pie bajo la tremenda fuerza de tanto resentimiento.
Mientras entraba en silencio, se lo encontró en el sofá, viendo la televisión, con Izzy hecha un ovillo, satisfecha, a su lado. Llevaba vaqueros y una camiseta, con el pelo un poco despeinado. No la había oído entrar.
—Hola —dijo ella dulcemente.
Él se levantó para saludarla, aunque envió a Izzy a la alfombra, molesta. Él cruzó la sala para abrazarla, envolviéndola en la calidez que ella había echado de menos durante todo el día.
—Joe, ¿me odias? —le susurró al oído.
Él se apartó ligeramente.
—¿A ti? ¿Por qué?
Ella lo miró.
—Porque soy igual de mala que mi padre. No sabía nada de tu familia, de que los mantenías, ni de tu padre, de cómo...
—No es culpa tuya, nena —la cortó con una voz profunda y tranquilizadora—, no es culpa tuya. Sólo siento haber escogido un momento tan duro para descargar mis sentimientos hacia Henry. —Le dio unos cuantos besos reconfortantes en la frente y, después, se apartó—. Bueno, ¿cómo están las cosas con Phil?
Ella suspiró y explicó que no iban a presentar cargos a pesar del delito de Phil. Él silbó cuando ella le dijo cuánto había robado Phil y ella no pudo evitar pensar en que probablemente a él le parecía mucho más dinero que a su padre.
—Los socios están reunidos ahora —concluyó ella—, y mi padre llamará cuando termine para decirme lo que han decidido, sea la hora que sea.
Joe le apartó un mechón de pelo suelto de la cara.
—Pareces cansada.
—Me siento totalmente agotada —admitió.
—He pedido pizza, está en el horno.
El corazón de ________ se llenó de afecto mientras miraba sus ojos oscuros.
—Gracias, Joe. Por estar aquí, por la comida. —Rió dulcemente—. Es... realmente bueno volver a casa y que estés aquí ahora.
Él apartó la mirada rápidamente antes de volver a mirarla y ella se preguntó si había dicho demasiado, si había sido demasiado sincera, si lo había puesto nervioso hablando de ellos... pero, en aquel momento, estaba demasiado hecha polvo como para preocuparse. Simplemente lo abrazó con fuerza y dijo:
—Vamos a comer.
~~~~
________ estaba tumbada bajo las sábanas, regodeándose en el aire fresco del ventilador del techo, con el arrebol de haber hecho el amor con Joe.
Él había estado callado pero atento durante la cena y ella había notado que él quería distraerla de sus preocupaciones. Había funcionado cuando él dijo:
—Déjame darte una ducha.
Su exhausto cuerpo había vuelto a la vida.
—¿Darme una ducha?
Él se había limitado a asentir y decir:
—Confía en mí. —Sin ni siquiera el rastro de una sonrisa. Era sólo su oscuro y seductor dios del océano arrastrándola a otra caliente tela de pasión.
Sólo mientras entraban en la ducha juntos ella recordó el día en que lo conoció, los escabrosos pensamientos que habían entrado en su mente mientras se lavaba, la fantasía que había escrito en su mente.
—¿Cómo lo sabes? —susurró ella mientras el agua los rociaba y sus manos se abrían sobre el pecho de Joe—. ¿Cómo sabes las cosas que quiero que me hagas?
La mirada de Joe le recordó la pasión sofocante y silenciosa que soportaron una vez, y pensó que quizás él respondería, pero, finalmente, oyó su voz, ronca.
—¿Por qué? ¿Son... tan especiales las cosas que te hago?
—Es como un déjá vu —intentó explicar ella—, pero mejor.
Él no dijo otra palabra, simplemente la giró en la ducha. Y ella esperó, se preparó, pensó que él se apretaría contra ella, se hundiría profundamente en ella, daría vida a esa fantasía; pero, en vez de eso, sus manos se hundieron en el cabello de _______. Al principio ella ahogó un grito, ante la sensación de que él se lo apartara de la cara y se echara a un lado para que el agua lo empapara. Era como... pero, además, mejor, mucho mejor, porque era real. Sabiendo lo que estaba por venir, ya ni siquiera sorprendida, inclinó la cabeza hacia atrás y esperó mientras Joe alargaba la mano para tomar el champú.
Él no se apresuró, masajeando la espuma profundamente en su cuero cabelludo y, después, extendiéndola hasta el final, a medio camino de su espalda. Ella permaneció con los ojos fuertemente cerrados contra el jabón y se perdió en las dulces y tiernas sensaciones que ya no eran sólo palabras en un diario.
Sólo cuando su cabello estuvo aclarado la volvió a girar de espaldas de él, una vez más, colocó las manos en sus caderas y se empujó hacia su interior, a donde, como siempre, parecía que pertenecía. Ah, sí, entonces esa fantasía, aunque no estuviera escrita, también se convirtió en realidad.
Había momentos en los que ella quería preguntarle: «¿Tú también lo sientes? ¿Sientes los lazos extraños y místicos que nos atan, con más y más fuerza?». Incluso soportó un largo y frustrante momento en el que hasta pensó en llevarlo hasta el vestíbulo cuando acabaron, sacar el libro rojo del estante y enseñarle la forma en que su manera de hacer el amor era análoga a sus fantasías íntimas. Pero todavía no podía hacer eso; a pesar de todo, seguía siendo demasiado personal, demasiado profundamente íntimo. Todo el mundo, pensó, debería tener al menos un secreto totalmente suyo.
En aquel momento, se giró de costado para mirarlo, con la habitación iluminada por la tenue lámpara de su cabecera. Sus ojos estaban cerrados, pero sospechaba que estaba despierto.
—Te amo —susurró ella.
Él abrió los ojos, uniéndolos a los de ella, en la almohada que había a su lado.
El parecía asombrado, pero ella sólo sonrió.
—Sé que no debería haberlo dicho, no debería haber pronunciado las palabras. Pero no lo he dicho para oír cómo tú me lo dices; lo he dicho porque lo siento. Y quiero demostrártelo, Joe.
Mirándolo, le apartó la fresca sábana hasta los muslos y empezó a acariciarlo suavemente.
—Demasiado pronto —dijo él.
—¿Qué?
—Demasiado pronto. Más tarde.
Pero ________ sólo mostró una amplia y maliciosa son risa, sin desalentarse en lo más mínimo. Poniéndose sobre sus rodillas, pasó una pierna por la cadera de Joe, dominándolo en lo alto, antes de agacharse para besarle el pecho. Nunca se había sentido más segura, con más control, en toda su vida. No había planeado expresarle su amor, pero había sido real y liberador.
—Creo que puedo hacer que no sea demasiado pronto.
Mientras su caricia reverberaba lentamente por su cuerpo, Joe la observó. Estaba tan hermosa, retorciéndose encima de él, pálida y desnuda, acariciándole el pecho con sus pechos con puntas de perla. Cuando ella lo miró pasionalmente a los ojos y se lamió el labio superior, él empezó a sentirlo abajo.
—Eres tan sexy, nena.
—No tienes ni idea —murmuró ella con la voz más sexy que él había oído jamás. Seguía frotando contra él sus pechos, sus caderas, la humedad entre sus muslos, dejándole besos de rocío.
—Tal vez —murmuró él—, no sea demasiado pronto.
La mirada de ________ se volvió aún más seductora.
—Eso pensaba.
Ella lo fue besando pecho abajo, los movimientos y caricias tan lentos y suaves que empezó a sentir que agonizaba, quería más. Pero sabía lo que estaba por venir, sabía sin duda lo que su princesa tenía en mente para él, y no iba a apresurarla. Mantuvo los ojos fijos en cada movimiento suyo, contento de que la lámpara estuviera encendida; no quería perderse nada.
El cuerpo de ________ bajó más, con sus besos bailándole por el estómago y sus turgentes senos curvándose redondos y cálidos sobre su erección, como si estuvieran hechos para encajar. Cuando ella alzó la mirada y deslizó los pechos arriba y abajo por toda su longitud, él pensó que se iría, así de rápido.
—No.
Ella suspiró; sólo una pizca de su energía sexual la abandonó.
—Pensé que te gustaría.
Él pasó las manos por el cabello de ________.
—Nena, me encanta. Ése es el problema. No quiero correrme, no en mucho tiempo.
—Pero quiero hacerte cosas, hacerte todo...
Él la cortó presionándole dos dedos contra los labios y ella respondió tomándolos lentamente en su boca, succionándolos de una forma que él sintió en lo más hondo.
—Maldita sea —susurró él. Ella liberó sus dedos y bajó un poco más, liberándolo de sus pechos hasta que su cara planeó a escasos centímetros de su excitación. Todo su cuerpo se tensó por la anticipación del placer, justo cuando vio a Isadora colocada en un taburete de terciopelo rosa al otro lado de la habitación.
—¿Estás listo? —preguntó ________, con los labios entreabiertos de forma provocativa.
Maldita sea.
—Espera.
—¿Qué?
—Tu gata está aquí. —Su mirada volvió a cruzar la habitación—. Nos está observando.
Todavía suspendida de forma precaria sobre él, _______ soltó una bonita risa.
—No creo que Izzy sepa lo que está pasando, Joe. Aunque creo que eres su primer hombre desnudo. —Ella le lanzó una mirada juguetona a la gata—. ¿Qué te parece, Iz?
Él contuvo la respiración, intentando calmar la frustración del placer pospuesto.
—¿Qué ha dicho?
________ hizo una pausa para mirar su erección y, después, mostró una sonrisa sexy.
—Dice que eres magnífico.
Aún más sangre se acumuló entre sus piernas y se estremeció. Estaba listo para todo, pero, primero... tras bajar las piernas de la cama, se levantó, agarró a la gata blanca del taburete y la dejó caer suavemente fuera de la habitación.
—Lo siento, Izzy, esto es íntimo. Vas a tener que conseguir a tu propio hombre. —Tras cerrar las puertas dobles, volvió a la cama y se tumbó de espaldas, volviéndose a colocar alrededor de ________—. Bueno, ¿por dónde íbamos?
Tras arrodillarse entre sus piernas, se llevó un dedo al labio, sonriendo con coquetería.
—No me acuerdo.
—Deja que te ayude. Estabas a punto de hacerme el hombre más feliz del mundo.
Ella ladeó la cabeza..
—¿Tan fácil es hacerte feliz, Joe?
La pregunta lo golpeó con más dureza de lo que debería, pero le hizo darse cuenta de que se había sentido feliz últimamente. Más feliz de lo que podía recordar en mucho tiempo.
—Es así de fácil.
—Eso es lo que quiero —ronroneó ella, mientras se inclinaba sobre él—. Hacerte feliz. —Se volvió a morder el labio de aquella forma apasionada y hambrienta, acercándose más y más—... Hacerte sentir bien. —Envolvió su cálida mano firmemente en su erección, alzándola hacia su boca—. Hacer que te olvides de todo menos de mí.
Su lengua revoloteó por la punta y Joe contuvo la respiración con fuerza. «Por favor, nena, más». Sus ojos se encontraron mientras ella lo tomaba en su boca, con los labios hundiéndose a su alrededor, rodeándole de un éxtasis tan completo que por un momento olvidó dónde estaba, quién era; sólo conocía un placer intenso, envolvente. Pero, entonces, volvió en sí y la observó, tan preciosa y salvaje, y un temblor sacudió su cuerpo con tal fuerza que supo que ella lo había sentido.
Ella lo amaba. Mientras la observaba demostrárselo, se permitió por fin recordar, sentir, que se lo había dicho. Otras mujeres se lo habían dicho, pero, cuando ella lo había dicho, había sido diferente. Observarla esforzándose sobre él con su dulce boca era diferente. Simplemente mirarla a los ojos, delicada, apasionada y anhelante, era diferente.
«Maldición, Maldición, Maldición».
—Nena, me voy a correr.
Ella se alzó cuando ocurrió, pero nunca lo soltó con su mano mientras salpicaba el suave estómago de ________. Sus miradas se encontraron cuando acabó, con su aliento apasionado interrumpiendo el silencio.
—Cielos, Princesa—susurró él—, déjame besarte. —La bajó contra él, estómago contra estómago, pecho contra pecho, enterrando sus manos en el cabello de _______ mientras le daba besos febriles en la cara. Él sintió la humedad, presionada y cálida entre ellos y pensó en lo que ella debía de haber sentido en la ducha cuando él había empezado a lavarle el pelo e, incluso antes de eso, cuando le había preguntado cómo sabía qué hacer exactamente, que era como un déjá vu. Pensó que él debía de sentirse igual en aquel momento y decidió que, tal vez, leer su diario tuviera menos que ver con realizar sus fantasías de lo que había pensado. Quizás lo habría sabido de todas formas, la habría satisfecho de todas formas, habría sentido sus deseos secretos, como ella acababa de hacer por él. Había estado entre sus primeros pensamientos sobre ella, hacer que lo tomara en su boca. Y, de igual forma que con todo acerca de ________, había sido mucho más dulce, mucho más apasionado y mucho más conmovedor de lo que podría haber imaginado jamás.
Nani Jonas
Nani Jonas


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