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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
Capitulo 32
________ estaba acurrucada en el sofá con un pijama corto de satén, viendo una película antigua por cable, mordisqueando las últimas cookies de chocolate que Carolyn y ella habían comprado en el centro comercial después de comer. Izzy estaba tumbada, dormida en su cojín rosa al otro lado del sofá. Sabía que la mayoría de la gente pensaría que era una forma aburrida de pasar el sábado por la noche, pero ella se sentía perfectamente satisfecha.
Por supuesto, gran parte de su satisfacción era debida a Joe y a las nuevas esperanzas que sentía con respecto a su relación. No sabía cuánto duraría con él; de hecho, se sentía tan insegura que no le había mencionado nada a Carolyn; pero estaba agradecida por lo que compartían en aquel momento. Y, cuando empezaba a preocuparse por el futuro, cuando se lo imaginaba rompiendo, pensaba en la rosa que había prensado en su diario sexual, porque simplemente había sido demasiado especial como para tirarla. Pensó en la forma inexplicable en que vinculaba fantasía y realidad, a él y a ella. Aún no tenía ni idea de lo que podía significar, de cómo Joe podía haberlo sabido y, sin duda, era peligroso que una persona como Joe Jonas hubiera empezado a importarle. Pero, cuando estaban juntos en la cama y cuando sentía su dulzura, o cuando le decía sin pensar algo sobre Davy, o un recuerdo de su madre... sabía que aquellas cosas no se las daba a cualquier mujer.
El sonido de alguien llamando a la puerta la sobresaltó y se estremeció, despertando a Izzy. La cabeza de la gata se levantó rápidamente, abriendo los ojos, mientras ________ se levantó para abrir. Pero... «maldita sea, qué pinta. ¿Por qué nunca estoy vestida últimamente cuando alguien llama a mi puerta?».
Corrió descalza a toda prisa por las suaves baldosas y miró por la mirilla, totalmente sorprendida de ver a Joe al otro lado. El corazón se le aceleró cuando abrió la puerta, pero intentó que no se le notara todo el entusiasmo que sentía.
—Joe.
Joe arqueó un brazo contra el marco de la puerta, sintiéndose inevitablemente sincero, honesto. No sonrió.
—¿Te importa que esté aquí?
—Claro que no. ¿Por qué?
Él miró sus ojos azules, intentando leerlos, incluso preocupándose un poco; no sabía por qué había ido.
—Porque no teníamos planes.
—Está bien. No estoy ocupada.
—Y porque no iba a volver esta noche... tengo otras cosas que debería estar haciendo, un negocio que llevar.
—Entonces... ¿por qué lo has hecho?
Buena pregunta. Reunió incluso más sinceridad.
—Porque hice algo de papeleo, pinté la puerta del garaje de Elaine y llevé a Davy a ver una película, pero todo el tiempo... pensaba en ti. —«Te deseaba». No intentó esconder su mirada. Parecía que no podía acostumbrarse a ella; nada hacía que el deseo perdiera intensidad hasta ser normal.
—Pasa —dijo ella; sonaba un poco sin aliento.
Pero aquello no significaba nada. Porque había pensado en muchas más cosas aquel día: Elaine, Davy, su padre. Todo lo que significaba era que, después de una vida de preocupaciones constantes, era demasiado fácil dejar que una dulce y sexy mujer absorbiera sus pensamientos, para variar.
Por supuesto, algo de culpa por no contarle el secreto de Phil había empezado a consumirlo, pero se había insistido a sí mismo que todo estaba bien, a largo plazo, que era un crimen sin víctimas, aparte de Henry, el único hombre al que quería ver convertido en víctima. Y, sinceramente, la fantasía que había leído en el diario de ________ aquella mañana había eclipsado su culpa, de alguna manera. A lo largo del día, sus palabras manuscritas habían vuelto a él como imágenes en su cabeza, visiones de ella atada con pañuelos de color morado. La mera idea de que ella quisiera aquello lo llenaba de un deseo tan profundo que apenas podía procesarlo. Porque, en aquel momento, era más profundo que simples imágenes en su cerebro; con aquellas visiones llegaba a conocerla... a saber que era inteligente, compasiva e inexorablemente comprensiva. Así que, sin tenerlo planeado, después de pasarse por el piso de su padre y dejar a Davy en casa, había ido allí. No era un paso inteligente. No, si no quería algo más con ella, algo como lo que sabía que ella quería. Pero allí estaba, de todas formas.
Mientras deslizaba los brazos a su alrededor, se embriagó de su bonito y fresco perfume y le susurró al oído:
—Me siento un poco como una porqueria.
Ella se apartó para mirarlo a los ojos.
—¿Por qué?
—Yo... —No sabía cómo decir aquello, ni siquiera sa bía si quería manifestar los pensamientos que rebosaban en su interior—. Yo... no he venido aquí sólo para llevarte a la cama, pero... —Bajó la mirada hasta sus pechos, con sus pezones resaltados a través de la seda—. Ahora que estoy aquí, no quiero esperar.
—Joe. —Ella apoyó los brazos en su pecho para mirarlo con aquellos ojos aterciopelados—. No pasa nada. Porque lo sé.
—¿Qué es lo que sabes?
Pronunció sus palabras suavemente.
—Sé lo que no puedes decir. Sé que ya no es sólo sexo.
El abrió la boca para protestar (un instinto natural), pero _______ llevó dos dedos hasta sus labios.
—Shhh. —Después, retrocedió, bajó las manos y se quitó el top por encima de la cabeza, de manera que estaba ante él llevando sólo unos pequeños shorts de satén. A él le encantaba que no fuera como Carolyn. Pero le encantaba aún más que fuera como Carolyn para él.
Minutos después, yacían rodando en la cama de ________, con sus cuerpos entrelazados, con el ventilador que había sobre sus cabezas girando en lentos círculos para mantenerlos frescos mientras se movían juntos. De alguna manera, se las arregló para apartarse de él, girándose, dándole la espalda. Las sombras de la luz de la luna hacían una silueta perfecta de sus curvas, pero él alargó la mano para girarla nuevamente debajo de él.
—No. —Ella se apartó y miró por encima del hombro—. Así. Por detrás.
Pero él tenía otras cosas en mente.
—Pronto, nena, todavía no. —Volvió a alargar la mano, pero ella se lo impidió.
—A mi manera —dijo ella en la oscuridad.
Su excitación aumentó con sus órdenes, y se puso más caliente con el recuerdo de la fantasía del pañuelo. Aumentó aún más cuando tomó una decisión: no dejar que tuviera el poder. Sin darle elección, rodó su cuerpo hacia él y lo cubrió firmemente con el suyo, con la polla entre el suave vello de entre sus muslos.
—No —dijo él, esperando que pudiera ver el brillo malvado en sus ojos—, a mi manera.
Ella luchó ligeramente bajo su agarre, pero sus ojos rebosaban con el mismo calor que quemaba también en las venas de Joe. Cuando le inmovilizó las muñecas por encima de la cabeza, ella le mostró una mirada que rayaba el desafío y el placer y se arqueó contra él, incluso mientras se retorcía un poco más.
—Oh, nena —murmuró él, llevado al límite por su provocadora resistencia.
Estuvo tan tentado en aquel apasionado momento de confesar lo que había leído aquella mañana, tan tentado a pedirle que dejara que la atara con pañuelos...
Pero, por supuesto, no podía. Nunca podría decírselo.
Y, sin embargo, seguía volviendo a aquel libro para tener más de sus deseos más íntimos, más de lo que sabía que sólo él podía darle; si pudiera decirle lo que sabía. Sus ojos se cerraron mientras gemía de frustración, y la agarró con menos fuerza.
—¿Qué pasa? —susurró ella—. ¿Algo va mal?
Mierda. No había querido reaccionar de aquella forma.
—Nada, cariño. —Le soltó las muñecas, acariciándole las yemas de los dedos, bajando por los brazos, hasta que le agarró los pechos suavemente—. Nada.
Después, la besó, lenta, profunda y tiernamente, sólo para tenerla durante un momento de una forma que no tuviera nada que ver con sus fantasías. Aun así, poder realizar aquellas fantasías había demostrado ser una tentación irresistible, así que, mientras la besaba, acariciaba y atormentaba, la sujetó, lo suficiente para dejar que sintiera su control, lo suficiente para hacer que se sometiera. Entonces, finalmente, la hizo rodar a un costado y le dio lo que había exigido antes, penetrándola por detrás.
Sin embargo, por alguna razón, incluso mientras empujaba dentro de su ansioso cuerpo con un abandono creciente, otras cosas fueron debilitando su placer, sin importar cuánto intentara olvidarlas.
El libro rojo.
La malversación de Phil.
Pero, ¿por qué le preocupaba el secreto de Phil? Lo apartó a un lado.
Al menos el secreto del libro le permitía dar placer a ________; un placer que se extendía más allá del plano normal de la sensualidad, un placer que sólo él podía darle, porque sólo él lo sabía.
Concentrándose en aquello, alargó la mano para presionar sus dedos en la cálida unión de sus muslos, escuchó su gemido y la hizo llegar al orgasmo. Se llevó todo lo demás.
~~~~
________ flotaba en una colchoneta de color azul pálido al día siguiente, con un bikini floreado que sólo unos días antes había pensado que nunca llevaría delante de Joe. Estaba tumbada mirando el cielo azul sin nubes totalmente relajada, sabiendo que él flotaba en algún lugar cercano. Hacía un rato que no hablaban, pero, incluso cuando no se comunicaban, ella notaba su presencia.
Cuando un chapoteo agitó su colchoneta y gotas de agua fría cayeron sobre ella, abrió los ojos de golpe para encontrárselo a sus pies, brillante de humedad.
Sus miradas se encontraron y el mundo se paró.
El no tuvo que decir ni una palabra, ni siquiera tuvo que tocarla: ella supo lo que su dios del océano quería. Y ella comprendía de forma instintiva que, de alguna manera, Joe sabía o sentía sus pensamientos más íntimos, que estaba destinado, por alguna razón, a realizar sus fantasías más íntimas, a hacer que todas se hicieran realidad.
La lógica le seguía diciendo que era imposible, pero ella sabía que no lo era. Porque estaba sucediendo.
«Deja de intentar no creerlo. Déjate llevar, olvida la lógica, cree en esta magia». La magia importaba más que el pasado, más que la desgana de Joe, más que sus propias dudas. La magia lo significaba todo.
Sin desviar su mirada nunca de su magnífico dios del océano, abrió las piernas y dejó que la magia comenzara.
________ estaba acurrucada en el sofá con un pijama corto de satén, viendo una película antigua por cable, mordisqueando las últimas cookies de chocolate que Carolyn y ella habían comprado en el centro comercial después de comer. Izzy estaba tumbada, dormida en su cojín rosa al otro lado del sofá. Sabía que la mayoría de la gente pensaría que era una forma aburrida de pasar el sábado por la noche, pero ella se sentía perfectamente satisfecha.
Por supuesto, gran parte de su satisfacción era debida a Joe y a las nuevas esperanzas que sentía con respecto a su relación. No sabía cuánto duraría con él; de hecho, se sentía tan insegura que no le había mencionado nada a Carolyn; pero estaba agradecida por lo que compartían en aquel momento. Y, cuando empezaba a preocuparse por el futuro, cuando se lo imaginaba rompiendo, pensaba en la rosa que había prensado en su diario sexual, porque simplemente había sido demasiado especial como para tirarla. Pensó en la forma inexplicable en que vinculaba fantasía y realidad, a él y a ella. Aún no tenía ni idea de lo que podía significar, de cómo Joe podía haberlo sabido y, sin duda, era peligroso que una persona como Joe Jonas hubiera empezado a importarle. Pero, cuando estaban juntos en la cama y cuando sentía su dulzura, o cuando le decía sin pensar algo sobre Davy, o un recuerdo de su madre... sabía que aquellas cosas no se las daba a cualquier mujer.
El sonido de alguien llamando a la puerta la sobresaltó y se estremeció, despertando a Izzy. La cabeza de la gata se levantó rápidamente, abriendo los ojos, mientras ________ se levantó para abrir. Pero... «maldita sea, qué pinta. ¿Por qué nunca estoy vestida últimamente cuando alguien llama a mi puerta?».
Corrió descalza a toda prisa por las suaves baldosas y miró por la mirilla, totalmente sorprendida de ver a Joe al otro lado. El corazón se le aceleró cuando abrió la puerta, pero intentó que no se le notara todo el entusiasmo que sentía.
—Joe.
Joe arqueó un brazo contra el marco de la puerta, sintiéndose inevitablemente sincero, honesto. No sonrió.
—¿Te importa que esté aquí?
—Claro que no. ¿Por qué?
Él miró sus ojos azules, intentando leerlos, incluso preocupándose un poco; no sabía por qué había ido.
—Porque no teníamos planes.
—Está bien. No estoy ocupada.
—Y porque no iba a volver esta noche... tengo otras cosas que debería estar haciendo, un negocio que llevar.
—Entonces... ¿por qué lo has hecho?
Buena pregunta. Reunió incluso más sinceridad.
—Porque hice algo de papeleo, pinté la puerta del garaje de Elaine y llevé a Davy a ver una película, pero todo el tiempo... pensaba en ti. —«Te deseaba». No intentó esconder su mirada. Parecía que no podía acostumbrarse a ella; nada hacía que el deseo perdiera intensidad hasta ser normal.
—Pasa —dijo ella; sonaba un poco sin aliento.
Pero aquello no significaba nada. Porque había pensado en muchas más cosas aquel día: Elaine, Davy, su padre. Todo lo que significaba era que, después de una vida de preocupaciones constantes, era demasiado fácil dejar que una dulce y sexy mujer absorbiera sus pensamientos, para variar.
Por supuesto, algo de culpa por no contarle el secreto de Phil había empezado a consumirlo, pero se había insistido a sí mismo que todo estaba bien, a largo plazo, que era un crimen sin víctimas, aparte de Henry, el único hombre al que quería ver convertido en víctima. Y, sinceramente, la fantasía que había leído en el diario de ________ aquella mañana había eclipsado su culpa, de alguna manera. A lo largo del día, sus palabras manuscritas habían vuelto a él como imágenes en su cabeza, visiones de ella atada con pañuelos de color morado. La mera idea de que ella quisiera aquello lo llenaba de un deseo tan profundo que apenas podía procesarlo. Porque, en aquel momento, era más profundo que simples imágenes en su cerebro; con aquellas visiones llegaba a conocerla... a saber que era inteligente, compasiva e inexorablemente comprensiva. Así que, sin tenerlo planeado, después de pasarse por el piso de su padre y dejar a Davy en casa, había ido allí. No era un paso inteligente. No, si no quería algo más con ella, algo como lo que sabía que ella quería. Pero allí estaba, de todas formas.
Mientras deslizaba los brazos a su alrededor, se embriagó de su bonito y fresco perfume y le susurró al oído:
—Me siento un poco como una porqueria.
Ella se apartó para mirarlo a los ojos.
—¿Por qué?
—Yo... —No sabía cómo decir aquello, ni siquiera sa bía si quería manifestar los pensamientos que rebosaban en su interior—. Yo... no he venido aquí sólo para llevarte a la cama, pero... —Bajó la mirada hasta sus pechos, con sus pezones resaltados a través de la seda—. Ahora que estoy aquí, no quiero esperar.
—Joe. —Ella apoyó los brazos en su pecho para mirarlo con aquellos ojos aterciopelados—. No pasa nada. Porque lo sé.
—¿Qué es lo que sabes?
Pronunció sus palabras suavemente.
—Sé lo que no puedes decir. Sé que ya no es sólo sexo.
El abrió la boca para protestar (un instinto natural), pero _______ llevó dos dedos hasta sus labios.
—Shhh. —Después, retrocedió, bajó las manos y se quitó el top por encima de la cabeza, de manera que estaba ante él llevando sólo unos pequeños shorts de satén. A él le encantaba que no fuera como Carolyn. Pero le encantaba aún más que fuera como Carolyn para él.
Minutos después, yacían rodando en la cama de ________, con sus cuerpos entrelazados, con el ventilador que había sobre sus cabezas girando en lentos círculos para mantenerlos frescos mientras se movían juntos. De alguna manera, se las arregló para apartarse de él, girándose, dándole la espalda. Las sombras de la luz de la luna hacían una silueta perfecta de sus curvas, pero él alargó la mano para girarla nuevamente debajo de él.
—No. —Ella se apartó y miró por encima del hombro—. Así. Por detrás.
Pero él tenía otras cosas en mente.
—Pronto, nena, todavía no. —Volvió a alargar la mano, pero ella se lo impidió.
—A mi manera —dijo ella en la oscuridad.
Su excitación aumentó con sus órdenes, y se puso más caliente con el recuerdo de la fantasía del pañuelo. Aumentó aún más cuando tomó una decisión: no dejar que tuviera el poder. Sin darle elección, rodó su cuerpo hacia él y lo cubrió firmemente con el suyo, con la polla entre el suave vello de entre sus muslos.
—No —dijo él, esperando que pudiera ver el brillo malvado en sus ojos—, a mi manera.
Ella luchó ligeramente bajo su agarre, pero sus ojos rebosaban con el mismo calor que quemaba también en las venas de Joe. Cuando le inmovilizó las muñecas por encima de la cabeza, ella le mostró una mirada que rayaba el desafío y el placer y se arqueó contra él, incluso mientras se retorcía un poco más.
—Oh, nena —murmuró él, llevado al límite por su provocadora resistencia.
Estuvo tan tentado en aquel apasionado momento de confesar lo que había leído aquella mañana, tan tentado a pedirle que dejara que la atara con pañuelos...
Pero, por supuesto, no podía. Nunca podría decírselo.
Y, sin embargo, seguía volviendo a aquel libro para tener más de sus deseos más íntimos, más de lo que sabía que sólo él podía darle; si pudiera decirle lo que sabía. Sus ojos se cerraron mientras gemía de frustración, y la agarró con menos fuerza.
—¿Qué pasa? —susurró ella—. ¿Algo va mal?
Mierda. No había querido reaccionar de aquella forma.
—Nada, cariño. —Le soltó las muñecas, acariciándole las yemas de los dedos, bajando por los brazos, hasta que le agarró los pechos suavemente—. Nada.
Después, la besó, lenta, profunda y tiernamente, sólo para tenerla durante un momento de una forma que no tuviera nada que ver con sus fantasías. Aun así, poder realizar aquellas fantasías había demostrado ser una tentación irresistible, así que, mientras la besaba, acariciaba y atormentaba, la sujetó, lo suficiente para dejar que sintiera su control, lo suficiente para hacer que se sometiera. Entonces, finalmente, la hizo rodar a un costado y le dio lo que había exigido antes, penetrándola por detrás.
Sin embargo, por alguna razón, incluso mientras empujaba dentro de su ansioso cuerpo con un abandono creciente, otras cosas fueron debilitando su placer, sin importar cuánto intentara olvidarlas.
El libro rojo.
La malversación de Phil.
Pero, ¿por qué le preocupaba el secreto de Phil? Lo apartó a un lado.
Al menos el secreto del libro le permitía dar placer a ________; un placer que se extendía más allá del plano normal de la sensualidad, un placer que sólo él podía darle, porque sólo él lo sabía.
Concentrándose en aquello, alargó la mano para presionar sus dedos en la cálida unión de sus muslos, escuchó su gemido y la hizo llegar al orgasmo. Se llevó todo lo demás.
~~~~
________ flotaba en una colchoneta de color azul pálido al día siguiente, con un bikini floreado que sólo unos días antes había pensado que nunca llevaría delante de Joe. Estaba tumbada mirando el cielo azul sin nubes totalmente relajada, sabiendo que él flotaba en algún lugar cercano. Hacía un rato que no hablaban, pero, incluso cuando no se comunicaban, ella notaba su presencia.
Cuando un chapoteo agitó su colchoneta y gotas de agua fría cayeron sobre ella, abrió los ojos de golpe para encontrárselo a sus pies, brillante de humedad.
Sus miradas se encontraron y el mundo se paró.
El no tuvo que decir ni una palabra, ni siquiera tuvo que tocarla: ella supo lo que su dios del océano quería. Y ella comprendía de forma instintiva que, de alguna manera, Joe sabía o sentía sus pensamientos más íntimos, que estaba destinado, por alguna razón, a realizar sus fantasías más íntimas, a hacer que todas se hicieran realidad.
La lógica le seguía diciendo que era imposible, pero ella sabía que no lo era. Porque estaba sucediendo.
«Deja de intentar no creerlo. Déjate llevar, olvida la lógica, cree en esta magia». La magia importaba más que el pasado, más que la desgana de Joe, más que sus propias dudas. La magia lo significaba todo.
Sin desviar su mirada nunca de su magnífico dios del océano, abrió las piernas y dejó que la magia comenzara.
Nani Jonas
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
joe se siente culpable
bn com va a mirar el libro de la rayis ¬¬
me encata sigue
bn com va a mirar el libro de la rayis ¬¬
me encata sigue
andreita
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
pobre joe..ya tiene cargo de conciencia por lo de phil y lo del diario...pero yo creo que si la rayis lo descubre se va a enojar muuucho!!!
ya quiero saber que mas pasa
sigue pronto plis!!!!!!!!!!!!!!!
ya quiero saber que mas pasa
sigue pronto plis!!!!!!!!!!!!!!!
Julieta♥
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
awww Joe todo un dios de sexo
Pobre se siente culpable :(
Me encanto que llegara de sorpresa :arre:
Siguela!!!!
Pobre se siente culpable :(
Me encanto que llegara de sorpresa :arre:
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
POBRE JOE, SE SIENTE MAL POR LO DEL LIBRE
ME ENCANTO ESO DE DIOS DEL OCEANO
ME ENCANTO ESO DE DIOS DEL OCEANO
berenice_89
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
Capítulo 33
Horas después, mientras estaban tumbados entre las enredadas sábanas de su cama, besándose, acariciándose, hasta riéndose, se dieron cuenta de que se habían olvidado por completo de la comida.
—¿Quieres pedir una pizza? —sugirió él.
—Sólo hay un problema. Alguien tendría que vestirse y abrir la puerta para agarrarla.
Él guiñó un ojo.
—No es un problema. Puedes hacerlo tú.
Ella ladeó la cabeza contra la almohada.
—¿Por qué yo?
—Yo hice el desayuno esta mañana.
Ella soltó una carcajada.
—Hiciste los cereales y las tostadas esta mañana, ¿eh?
—Tosté, unté con mantequilla y vertí. Un trabajo duro.
Sin previo aviso, ella giró, empujándolo contra la almohada mientras frotaba su pecho contra el de Joe y le ronroneaba al oído:
—Estoy de acuerdo en que has trabajado duro hoy, pero la mayor parte del trabajo lo hiciste mucho después del desayuno.
—Entonces, ¿tu esclavo sexual te ha satisfecho?
Abrió mucho la boca y puso los ojos como platos.
—¿Esclavo sexual?
—Te has vuelto una mandona. «No, así. Hazlo más rápido. Déjame ponerme encima».
Él aceptó el golpe que le propinó juguetonamente y se quedaron tumbados, sonriéndose perezosamente, hasta que ella dijo:
—Nunca antes me había divertido en la cama con un hombre.
Lo tomó por sorpresa y se levantó sobre un codo para mirarla.
—¿En serio?
—Me refiero a divertirme así. Divertirme... riendo.
Él inclinó la cabeza hacia atrás en reconocimiento.
—Ah. —Comprendía lo que ella quería decir; suponía que él se había reído antes en la cama con una mujer, pero quizás no había sido tan... genuino, fácil, como aquello.
Justo entonces, la gata blanca brincó hasta la cama.
—Eh, Iz —dijo _______, mientras le rascaba detrás de la oreja. Isadora caminó hacia el cuerpo de Joe y se acomodó en la parte más lejana, haciéndose un cálido ovillo.
—Eres una guarra, Izzy —dijo ________.
Él soltó una carcajada.
—¿Qué?
—Escúchala, regalándote su ronroneo más seductor y acurrucándose tan cerca de ti. La pones caliente desde el principio.
—Supongo que tienes suerte de que te eligiera a ti —bromeó él, mientras besaba a ________ en la frente. Después, mostró una expresión seria—. Sabes lo que significa esto, ¿verdad?
—¿Qué?
—Tienes que levantarte para pedir la pizza ahora. Si lo hago yo, molestaré a la gata.
Una amplia sonrisa apareció en las comisuras de los labios de ________.
—Eres imposible.
Tras incorporarse para acomodarse en la cama, alargó la mano para agarrar el teléfono y él disfrutó de las vistas mientras ella llamaba, con el cable del teléfono a medio camino de su pecho desnudo.
—Espero que te guste la cebolla —bromeó ella mientras colgaba—, porque la proveedora de la comida elige.
—No me gusta el brie, pero, por suerte para ti, soy fácil cuando se trata de pizza. Por cierto —añadió él—, si la cosa de contabilidad fracasa alguna vez, creo que tienes futuro como modelo de desnudos.
—¿Ah, sí? —Ella hizo una pose, más tonta que sexy, y fue al tocador, donde movió el culo para él mientras hurgaba en un cajón—. Bueno —dijo ella, mientras se ponía unas braguitas de color rosa—, me temo que no es probable, así que eres el único que tiene el placer de verme.
—Sí, supongo que tu trabajo es bastante seguro.
—En realidad, todo mi futuro. —Se puso un vestidito de playa por encima de la cabeza, renunciando al sujetador—. Todos los intereses de mi padre en la empresa serán míos algún día. Por eso estoy implicada en tantas cosas de alto nivel; mi padre nunca me lo ha dicho, pero sé que me está preparando para que me haga cargo.
Mientras él asimilaba las palabras, ella se tapó la boca, con una cara que parecía que hubiera soltado una blasfemia.
—Lo siento, Joe. No estaba pensando. Probablemente no quieras oír nada de esa parte de mi vida.
Pero, para sorpresa de Joe, no le había molestado. En algún momento, había dejado de estar resentido con _________ por tener la vida que él pensaba que debía haber sido suya. Y, si nunca hubiera conocido a Henry o a ella antes de que todo aquello hubiera empezado, estaría totalmente impresionado por el hecho de que ella fuera a dirigir el conglomerado Ash un día.
—Está bien —dijo él, acariciando distraídamente a la gata.
—¿De verdad? Porque sé cuánto daño te hizo cuando...
—Está bien, Princesa, de verdad. Es tu vida. Es lo que pasó. No te culpo. Me... alegro por ti.
Cuando ella se acercó a la cama y se inclinó sobre él con un rápido beso que enseguida fue a más, él se dio cuenta de que decía en serio lo que acababa de decir. Se alegraba de que tuviera una buena vida y su futuro estuviera asegurado.
Cuando el timbre de la puerta interrumpió sus besos, ella se separó de él, corriendo a toda prisa, con el vestido jugueteándole entre los muslos.
—Maldita sea, Izzy —dijo, sin pretender realmente hablarle a la gata. De repente, un nuevo tipo de culpa lo corroía. No había pensado en el destino futuro de Ash Builders, en el vínculo de por vida de ________ con la empresa, cuando había decidido guardarse el hurto de Phil para sí mismo. Lo que Phil le estaba haciendo a Henry, también se lo estaba haciendo a ________.
—Maldición —murmuró, asqueado. Tenía que decírselo. Un poco más de veinticuatro horas después de descubrirlo, sabía que no podía guardárselo dentro.
Porque ella le importaba. Había hecho todo lo posible para que no le importara, para no dejar que nada de aquello significara algo. Pero, de repente, era innegable. Nada más en el mundo podría hacer que él hiciera algo que, en última instancia, ayudara a Henry Ash.
Resignado a ceder en lo que sólo un día antes le había parecido justicia, soltó un suspiro y pensó: «Bueno, ¿cómo lo hago? ¿Cómo se lo digo?». Después de todo, no le podía explicar cómo había descubierto que Phil engañaba a Ash Builders. Por lo que ella sabía, él ni siquiera había estado nunca en su oficina y, desde luego, no estaba dispuesto a confesar tanto. Deseaba con todas sus fuerzas poder con tarle toda la verdad, pero ella lo odiaría. Al menos después de que se le ocurriera cómo contarle lo de Phil, parte de su conciencia quedaría tranquila.
—Increíble —dijo, mientras miraba a la gata. Por fin había encontrado la justicia que había estado esperando toda la vida... e iba a ponerle fin, por ________ Ash.
Horas después, mientras estaban tumbados entre las enredadas sábanas de su cama, besándose, acariciándose, hasta riéndose, se dieron cuenta de que se habían olvidado por completo de la comida.
—¿Quieres pedir una pizza? —sugirió él.
—Sólo hay un problema. Alguien tendría que vestirse y abrir la puerta para agarrarla.
Él guiñó un ojo.
—No es un problema. Puedes hacerlo tú.
Ella ladeó la cabeza contra la almohada.
—¿Por qué yo?
—Yo hice el desayuno esta mañana.
Ella soltó una carcajada.
—Hiciste los cereales y las tostadas esta mañana, ¿eh?
—Tosté, unté con mantequilla y vertí. Un trabajo duro.
Sin previo aviso, ella giró, empujándolo contra la almohada mientras frotaba su pecho contra el de Joe y le ronroneaba al oído:
—Estoy de acuerdo en que has trabajado duro hoy, pero la mayor parte del trabajo lo hiciste mucho después del desayuno.
—Entonces, ¿tu esclavo sexual te ha satisfecho?
Abrió mucho la boca y puso los ojos como platos.
—¿Esclavo sexual?
—Te has vuelto una mandona. «No, así. Hazlo más rápido. Déjame ponerme encima».
Él aceptó el golpe que le propinó juguetonamente y se quedaron tumbados, sonriéndose perezosamente, hasta que ella dijo:
—Nunca antes me había divertido en la cama con un hombre.
Lo tomó por sorpresa y se levantó sobre un codo para mirarla.
—¿En serio?
—Me refiero a divertirme así. Divertirme... riendo.
Él inclinó la cabeza hacia atrás en reconocimiento.
—Ah. —Comprendía lo que ella quería decir; suponía que él se había reído antes en la cama con una mujer, pero quizás no había sido tan... genuino, fácil, como aquello.
Justo entonces, la gata blanca brincó hasta la cama.
—Eh, Iz —dijo _______, mientras le rascaba detrás de la oreja. Isadora caminó hacia el cuerpo de Joe y se acomodó en la parte más lejana, haciéndose un cálido ovillo.
—Eres una guarra, Izzy —dijo ________.
Él soltó una carcajada.
—¿Qué?
—Escúchala, regalándote su ronroneo más seductor y acurrucándose tan cerca de ti. La pones caliente desde el principio.
—Supongo que tienes suerte de que te eligiera a ti —bromeó él, mientras besaba a ________ en la frente. Después, mostró una expresión seria—. Sabes lo que significa esto, ¿verdad?
—¿Qué?
—Tienes que levantarte para pedir la pizza ahora. Si lo hago yo, molestaré a la gata.
Una amplia sonrisa apareció en las comisuras de los labios de ________.
—Eres imposible.
Tras incorporarse para acomodarse en la cama, alargó la mano para agarrar el teléfono y él disfrutó de las vistas mientras ella llamaba, con el cable del teléfono a medio camino de su pecho desnudo.
—Espero que te guste la cebolla —bromeó ella mientras colgaba—, porque la proveedora de la comida elige.
—No me gusta el brie, pero, por suerte para ti, soy fácil cuando se trata de pizza. Por cierto —añadió él—, si la cosa de contabilidad fracasa alguna vez, creo que tienes futuro como modelo de desnudos.
—¿Ah, sí? —Ella hizo una pose, más tonta que sexy, y fue al tocador, donde movió el culo para él mientras hurgaba en un cajón—. Bueno —dijo ella, mientras se ponía unas braguitas de color rosa—, me temo que no es probable, así que eres el único que tiene el placer de verme.
—Sí, supongo que tu trabajo es bastante seguro.
—En realidad, todo mi futuro. —Se puso un vestidito de playa por encima de la cabeza, renunciando al sujetador—. Todos los intereses de mi padre en la empresa serán míos algún día. Por eso estoy implicada en tantas cosas de alto nivel; mi padre nunca me lo ha dicho, pero sé que me está preparando para que me haga cargo.
Mientras él asimilaba las palabras, ella se tapó la boca, con una cara que parecía que hubiera soltado una blasfemia.
—Lo siento, Joe. No estaba pensando. Probablemente no quieras oír nada de esa parte de mi vida.
Pero, para sorpresa de Joe, no le había molestado. En algún momento, había dejado de estar resentido con _________ por tener la vida que él pensaba que debía haber sido suya. Y, si nunca hubiera conocido a Henry o a ella antes de que todo aquello hubiera empezado, estaría totalmente impresionado por el hecho de que ella fuera a dirigir el conglomerado Ash un día.
—Está bien —dijo él, acariciando distraídamente a la gata.
—¿De verdad? Porque sé cuánto daño te hizo cuando...
—Está bien, Princesa, de verdad. Es tu vida. Es lo que pasó. No te culpo. Me... alegro por ti.
Cuando ella se acercó a la cama y se inclinó sobre él con un rápido beso que enseguida fue a más, él se dio cuenta de que decía en serio lo que acababa de decir. Se alegraba de que tuviera una buena vida y su futuro estuviera asegurado.
Cuando el timbre de la puerta interrumpió sus besos, ella se separó de él, corriendo a toda prisa, con el vestido jugueteándole entre los muslos.
—Maldita sea, Izzy —dijo, sin pretender realmente hablarle a la gata. De repente, un nuevo tipo de culpa lo corroía. No había pensado en el destino futuro de Ash Builders, en el vínculo de por vida de ________ con la empresa, cuando había decidido guardarse el hurto de Phil para sí mismo. Lo que Phil le estaba haciendo a Henry, también se lo estaba haciendo a ________.
—Maldición —murmuró, asqueado. Tenía que decírselo. Un poco más de veinticuatro horas después de descubrirlo, sabía que no podía guardárselo dentro.
Porque ella le importaba. Había hecho todo lo posible para que no le importara, para no dejar que nada de aquello significara algo. Pero, de repente, era innegable. Nada más en el mundo podría hacer que él hiciera algo que, en última instancia, ayudara a Henry Ash.
Resignado a ceder en lo que sólo un día antes le había parecido justicia, soltó un suspiro y pensó: «Bueno, ¿cómo lo hago? ¿Cómo se lo digo?». Después de todo, no le podía explicar cómo había descubierto que Phil engañaba a Ash Builders. Por lo que ella sabía, él ni siquiera había estado nunca en su oficina y, desde luego, no estaba dispuesto a confesar tanto. Deseaba con todas sus fuerzas poder con tarle toda la verdad, pero ella lo odiaría. Al menos después de que se le ocurriera cómo contarle lo de Phil, parte de su conciencia quedaría tranquila.
—Increíble —dijo, mientras miraba a la gata. Por fin había encontrado la justicia que había estado esperando toda la vida... e iba a ponerle fin, por ________ Ash.
Nani Jonas
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
awww miJoe tan lindo :arre:
Exclavo sexual eso me gusta
Siguela!!!
Exclavo sexual eso me gusta
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
:o..joe ha cambiado mucho por la rayis!!!..es muy lindo
sera que le va decir que ha estado leyendo su diario???
como lo va a tomar la rayis??..se hara justicio con respecto a ello???
en fin son muchas dudas
siguela!!!!!!!!!!!!
sera que le va decir que ha estado leyendo su diario???
como lo va a tomar la rayis??..se hara justicio con respecto a ello???
en fin son muchas dudas
siguela!!!!!!!!!!!!
Julieta♥
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
Siguelaaa!
joe tan lindo ya no puede vengarse todo por la rayis
sube cap! pronto :D
joe tan lindo ya no puede vengarse todo por la rayis
sube cap! pronto :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
Capitulo 34
Comieron en la cama, manteniendo los trozos de pizza sobre la caja para evitar que gotearan, aunque evitar que Izzy caminara sobre ella fue el mayor reto.
—Si encuentro huellas naranjas en esta casa, Isadora Ash —la riñó ________—, estarás en un buen aprieto.
Cuando hubieron comido hasta hartarse y dejaron la pizza a un lado, un vistazo al reloj reveló que eran las tres pasadas.
—Bueno —preguntó ella con una sonrisa provocativa—, ¿te apetece uno rápido?
Él la regañó juguetonamente.
—¿Es que sólo piensas en sexo?
Ella ladeó la cabeza de forma provocativa y pestañeó tímidamente.
—Últimamente, sí.
«Más que últimamente», pensó Joe. Pero, por supuesto, no podía decir eso, no podía aludir al hecho de que conocía sus fantasías sexuales de otra forma que llevándolas de vez en cuando a la cama con ellos. Casi había temido que lo que había hecho antes en la piscina fuera demasiado, levantara sus sospechas, pero había sido incapaz de resistirse.
—Por otra parte —dijo ella—, hace un día precioso y mañana los dos volvemos al trabajo, así que quizás debiéramos salir, ir a la playa.
A él nada le habría encantado más que aquello, pero tenía que contarle un secreto. Y lo que acababa de decir era probablemente la mejor oportunidad que iba a tener.
Ya que había tomado la decisión de hacerlo, no quería aplazarlo.
—Hablando de trabajo, he visto el resto de la casa, pero nunca he visto tu oficina, aunque paso por la puerta todo el tiempo.
Ella pestañeó y él pensó: «Buena forma de cambiar de tema, Jonas».
—Sólo es una oficina —dijo ella—. Escritorio, silla, ordenador. Nada especial.
—Tengo un dormitorio de sobras en mi casa —le dijo, dándose cuenta de que podía hacer que la verdad trabajara a su favor—, que estoy pensando en convertir en una oficina para Horizon. Estoy bastante interesado en ver la oficina en casa de alguien, ya que no sé lo que necesitaría.
—Podría ayudarte —dijo ella instantáneamente.
Y él pensó: «Dios, es tan dulce».
—Eso estaría bien. —Y la verdad es que lo estaría, pero, en aquel momento, tenía que concentrarse en cómo decirle que un hombre en el que ella confiaba estaba estafando al negocio de su familia lo que probablemente sumara mucho dinero. Ni siquiera había pensado aún en cómo le afectaría a ella la noticia.
—Listo —dijo ella—. Vamos a echarle un vistazo.
Él respiró hondo mientras se levantaba de la cama y, después, se puso los vaqueros y la siguió por el pasillo, pero saber lo que la esperaba dentro de su propia oficina, y saber que él tenía que ser quien se lo dijera, le hizo sentirse un poco mareado de repente.
—Aquí está. —Ella separó los brazos, parándose en medio de la sala para mirarlo.
Él miró a su alrededor, fijándose en los detalles, intentando fingir que nunca se había sentado en la silla que había junto al estante ni encendido la lámpara del escritorio. Sus ojos pasaron rápidamente sobre el lomo del libro rojo y se aseguró de no quedárselo mirando.
—Es bonita —dijo él. Los muebles de color cereza con patas con forma de garra, además de los colores burdeos y verde militar, hacían que la sala pareciera la más formal de la casa, aparte de la sala de estar de abajo.
—Te recomendaría un escritorio con más cajones —dijo ella. El suyo sólo tenía un cajón plano para lápices—. Siempre hay porquería que tienes que guardar en alguna parte. Y, sin duda, querrás un archivador grande, ya que estoy segura de que tienes mucho papeleo.
—Sí —dijo él, mientras la observaba revolotear por la sala para enseñarle cosas y sintiéndose incluso más enojado porque no podía decirle la verdad sin fingir.
Se acabó; ya no podía aguantarlo más. Mientras ________ hablaba sobre su ordenador, él dio un paso adelante y se inclinó hacia adelante para mirar, presionando a propósito la palma de la mano sobre la pila de facturas que había descubierto el día anterior.
Entonces miró abajo y vio su nombre.
Apartó la mano y observó detenidamente la hoja, igual que lo había hecho antes.
«Muévete lentamente, no reacciones demasiado rápido».
—¿Qué ocurre? —preguntó ella.
—Esta factura.
—¿Qué le pasa? —Ella miró hacia abajo—. Ah, es tuya.
—No, eso es lo que pasa. No es mía.
—¿Qué? —Ella alzó la mirada—. ¿Qué quieres decir?
—Princesa, esto lleva mi nombre, pero no es mío. Yo entrego mis facturas a mano. No tengo ordenador.
—Pero, entonces... —Ella volvió a bajar la mirada a la hoja.
Él también la siguió observando.
—Estos son mis trabajos de la semana pasada, pero... —negó con la cabeza—, estas sumas no son correctas. Son demasiado elevadas.
________ soltó un enorme suspiro que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. No estaba segura de cuándo se le había formado el nudo en la garganta, pero apenas podía hablar.
—Joe, sólo para aclararlo, ¿me estás diciendo que esta factura no es la que entregaste y que las cantidades tampoco son las que entregaste?
Él asintió brevemente y ella se sintió mareada.
—¿Cómo demonios...? —Se dejó caer en la silla de cuero de su escritorio, estupefacta—. ¿Qué significa esto?
Joe suspiró, por encima de ella.
—Supongo que significa que, después de que yo entregara mi factura, alguien la cambió.
Comieron en la cama, manteniendo los trozos de pizza sobre la caja para evitar que gotearan, aunque evitar que Izzy caminara sobre ella fue el mayor reto.
—Si encuentro huellas naranjas en esta casa, Isadora Ash —la riñó ________—, estarás en un buen aprieto.
Cuando hubieron comido hasta hartarse y dejaron la pizza a un lado, un vistazo al reloj reveló que eran las tres pasadas.
—Bueno —preguntó ella con una sonrisa provocativa—, ¿te apetece uno rápido?
Él la regañó juguetonamente.
—¿Es que sólo piensas en sexo?
Ella ladeó la cabeza de forma provocativa y pestañeó tímidamente.
—Últimamente, sí.
«Más que últimamente», pensó Joe. Pero, por supuesto, no podía decir eso, no podía aludir al hecho de que conocía sus fantasías sexuales de otra forma que llevándolas de vez en cuando a la cama con ellos. Casi había temido que lo que había hecho antes en la piscina fuera demasiado, levantara sus sospechas, pero había sido incapaz de resistirse.
—Por otra parte —dijo ella—, hace un día precioso y mañana los dos volvemos al trabajo, así que quizás debiéramos salir, ir a la playa.
A él nada le habría encantado más que aquello, pero tenía que contarle un secreto. Y lo que acababa de decir era probablemente la mejor oportunidad que iba a tener.
Ya que había tomado la decisión de hacerlo, no quería aplazarlo.
—Hablando de trabajo, he visto el resto de la casa, pero nunca he visto tu oficina, aunque paso por la puerta todo el tiempo.
Ella pestañeó y él pensó: «Buena forma de cambiar de tema, Jonas».
—Sólo es una oficina —dijo ella—. Escritorio, silla, ordenador. Nada especial.
—Tengo un dormitorio de sobras en mi casa —le dijo, dándose cuenta de que podía hacer que la verdad trabajara a su favor—, que estoy pensando en convertir en una oficina para Horizon. Estoy bastante interesado en ver la oficina en casa de alguien, ya que no sé lo que necesitaría.
—Podría ayudarte —dijo ella instantáneamente.
Y él pensó: «Dios, es tan dulce».
—Eso estaría bien. —Y la verdad es que lo estaría, pero, en aquel momento, tenía que concentrarse en cómo decirle que un hombre en el que ella confiaba estaba estafando al negocio de su familia lo que probablemente sumara mucho dinero. Ni siquiera había pensado aún en cómo le afectaría a ella la noticia.
—Listo —dijo ella—. Vamos a echarle un vistazo.
Él respiró hondo mientras se levantaba de la cama y, después, se puso los vaqueros y la siguió por el pasillo, pero saber lo que la esperaba dentro de su propia oficina, y saber que él tenía que ser quien se lo dijera, le hizo sentirse un poco mareado de repente.
—Aquí está. —Ella separó los brazos, parándose en medio de la sala para mirarlo.
Él miró a su alrededor, fijándose en los detalles, intentando fingir que nunca se había sentado en la silla que había junto al estante ni encendido la lámpara del escritorio. Sus ojos pasaron rápidamente sobre el lomo del libro rojo y se aseguró de no quedárselo mirando.
—Es bonita —dijo él. Los muebles de color cereza con patas con forma de garra, además de los colores burdeos y verde militar, hacían que la sala pareciera la más formal de la casa, aparte de la sala de estar de abajo.
—Te recomendaría un escritorio con más cajones —dijo ella. El suyo sólo tenía un cajón plano para lápices—. Siempre hay porquería que tienes que guardar en alguna parte. Y, sin duda, querrás un archivador grande, ya que estoy segura de que tienes mucho papeleo.
—Sí —dijo él, mientras la observaba revolotear por la sala para enseñarle cosas y sintiéndose incluso más enojado porque no podía decirle la verdad sin fingir.
Se acabó; ya no podía aguantarlo más. Mientras ________ hablaba sobre su ordenador, él dio un paso adelante y se inclinó hacia adelante para mirar, presionando a propósito la palma de la mano sobre la pila de facturas que había descubierto el día anterior.
Entonces miró abajo y vio su nombre.
Apartó la mano y observó detenidamente la hoja, igual que lo había hecho antes.
«Muévete lentamente, no reacciones demasiado rápido».
—¿Qué ocurre? —preguntó ella.
—Esta factura.
—¿Qué le pasa? —Ella miró hacia abajo—. Ah, es tuya.
—No, eso es lo que pasa. No es mía.
—¿Qué? —Ella alzó la mirada—. ¿Qué quieres decir?
—Princesa, esto lleva mi nombre, pero no es mío. Yo entrego mis facturas a mano. No tengo ordenador.
—Pero, entonces... —Ella volvió a bajar la mirada a la hoja.
Él también la siguió observando.
—Estos son mis trabajos de la semana pasada, pero... —negó con la cabeza—, estas sumas no son correctas. Son demasiado elevadas.
________ soltó un enorme suspiro que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. No estaba segura de cuándo se le había formado el nudo en la garganta, pero apenas podía hablar.
—Joe, sólo para aclararlo, ¿me estás diciendo que esta factura no es la que entregaste y que las cantidades tampoco son las que entregaste?
Él asintió brevemente y ella se sintió mareada.
—¿Cómo demonios...? —Se dejó caer en la silla de cuero de su escritorio, estupefacta—. ¿Qué significa esto?
Joe suspiró, por encima de ella.
—Supongo que significa que, después de que yo entregara mi factura, alguien la cambió.
Nani Jonas
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
ahhh ya va a descubrir la estafa de ese tipo :o
Mi Joe es tan lindo verdad :arre:
Siguela!!!
Mi Joe es tan lindo verdad :arre:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada
:o....se lo conto!!!! muy bn..se lo merece el estupido de phil ese...que otras porquerias mas no habra hecho
que lindo joe..se preocupa por ella me encanta!!!
siguela pronto!!!!
que lindo joe..se preocupa por ella me encanta!!!
siguela pronto!!!!
Julieta♥
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