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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Dom 22 Abr 2012, 11:51 pm

Yo se que no solo querrá comer con la rayis!
:risa: siguelaaa!
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por andreita Lun 23 Abr 2012, 12:30 pm

muy pocquito cap :/

joe debria dejar sus sentimeintos salir :)
andreita
andreita


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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por aranzhitha Lun 23 Abr 2012, 2:50 pm

siguela!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Mar 24 Abr 2012, 8:39 am

Capitulo 25

Aun así, en cuanto la había visto, había pensado en rozar sus muslos con las manos, levantarle aquella faldita tan mona. Podía ver cómo todo aquello se convertía fácilmente en otro encuentro sexual tórrido y rápido; una mirada o dos era todo lo que haría falta y, entonces, allí estaría él, volviéndola a seducir, dejándola otra vez, sintiéndose como una porquería de nuevo.

Tras respirar hondo, decidió que sería mejor (para ambos) si pasaba de la cena, si le decía que había cambiado de opinión. Y también sería mejor continuar y largarse de allí pitando. Obviamente había estado trabajando al sol demasiado tiempo y no pensaba con claridad; era la única explicación de por qué había aceptado su oferta.

Así que pasó el rodillo por el estuco unas cuantas veces más, hasta encontrar un buen sitio en el que parar, y bajó de la escalera, con la bandeja de pintura casi vacía en la mano. Iba a limpiar sus cosas y a decirle que comería cualquier cosa de camino a casa, pero que gracias de todos modos. Era lo más inteligente.

Varios minutos después, había hecho el último viaje a la furgoneta y se dirigió a la casa para decirle a ________ que se marchaba. Se acercó a las puertas francesas, listo para llamar, pero recordó que le había dicho que las dejaría abiertas. Una tensión nerviosa se le agarró al pecho mientras abría la puerta y miraba dentro.

—Pasa. —________ estaba de pie junto a la mesa de cristal, preparada para dos con brillantes platos color turquesa. Sostenía una botella de aspecto elegante en la mano—. ¿Bebes vino?

—Ehhh... sí —dijo, todavía dudando en la puerta.

Y, así de rápido, ella llenó las dos copas que había junto a los platos.

«Maldición», pensó él, mientras miraba fijamente las copas. Ahora se sentiría como un maleducado si se iba. No es que nunca se hubiera comportado como un maleducado con aquella mujer (era más bien su marca con ella), pero, después de la forma en que la había tratado el día anterior y la otra vez, no quería volver a ser grosero en aquel momento. No se lo merecía y él se había cansado de jugar a ser el chico malo.

Así que, después de respirar hondo, se dijo que quizás aquella cena fuera una buena forma de... equilibrar las cosas entre ellos, hacer que las cosas parecieran algo más normales. Si podía aguantar toda una cena con ella sin buscarla por debajo de la mesa, quizás sirviera como algún tipo de disculpa. Quizás hiciera que el resto del trabajo en su casa fuera un poco más fácil de aguantar para ambos.

—Bueno, ¿vas a entrar? —Ella había ido hasta el horno y en aquel momento volvía, llevando una bandeja de lasaña entre dos agarradores de color turquesa.

—Claro —dijo él, mientras entraba y cerraba la puerta.

—Siéntate e híncale el diente —le dijo, y él empezaba a pensar que ella era bastante increíble. Por su actitud indiferente, nadie habría dicho que se había acostado con ella en el lavamanos de su cuarto de baño sólo veinticuatro horas antes y, después, la había dejado con aspecto de ir a desmoronarse. Empezaba a comportarse como él y lo encontraba desconcertante.

Después de apartar una silla, se sentó y tomó una ración generosa de lasaña.

—Eh, ¿la haces tú misma?

Ella asintió y tomó un sorbo de su copa, y él pensó: «Obvio, ¿quién más la iba a haber hecho?».

Después de probarla, dijo:

—Está buena. —Ella asintió de nuevo, y él se sintió tentado a beberse todo el vino. Reconoció la voz de Chris Isaak de fondo, canturreando algo lento y fúnebre sobre mal de amores, y se dio cuenta de que se sentía sorprendentemente incómodo con ella. Quizás hacer de chico malo había sido más fácil, le había dado más control.

Cuando algo se rozó contra él, echó un vistazo bajo la mesa... la gata esponjosa de nuevo. Volvió a poner sus botas bajo la silla después de ver las largas y esbeltas piernas de ________ cruzadas por los tobillos. La gata siguió sus pies, aún rozándose contra él, pero él se resistió a tratarla mal. Aunque deseaba con locura haberse librado de aquello y haberse ido a casa cuando había tenido la oportunidad.

_______ miró bajo la silla.

—Isadora Ash —regañó—, deja en paz a Joe y déjalo comer.

A su pesar, él notó que las comisuras de sus labios se retorcían en una pequeña sonrisa.

—¿Qué? —preguntó ella, de forma inocente.

—Nada. —Alargó la mano para coger su copa de vino—. Es que nunca antes oí a nadie llamar a su mascota por su apellido.

—Siempre lo hemos hecho con nuestras mascotas. Idea de mi madre, supongo. Lo hacían en Matar a un ruiseñor.

—Buena película —dijo él, e instantáneamente deseó haberle hecho saber de alguna manera que sabía que era un libro antes que una película.

Pero ella sólo sonrió.

—A mi madre también le encantaba. Tenía debilidad por Gregory Peck.

—Tu madre... —dijo él, no muy seguro de a dónde iba con aquello, pero preguntándose...— ¿Cuánto hace... eh... que... ?

_______ echó un vistazo a su copa de vino y jugueteó con el pie, haciendo que él se arrepintiera de haber sacado el tema.

—Este otoño hará ocho años. Tenía leucemia.

—Lo siento —murmuró, mientras alargaba la mano para coger un palito de pan con el que mantenerse ocupado.

—Pero la tuve hasta que tenía casi veinte años. Debería sentirme agradecida. Sé que tú eras mucho más pequeño cuando murió tu madre.

El asintió.

—Doce.

________ levantó la mirada hacia la suya.

—¿Sabes?, cuando era pequeña, pensaba que tu madre era la mujer más hermosa que había visto jamás.

Él no había pensado en ello en bastante tiempo, pero su madre había sido extraordinariamente hermosa.

—Me encantaba su pelo largo y oscuro —continuó ________—, y su piel me parecía como de seda. Parecía exótica y... llena de misterios.

Era curioso, pensaba que todas las niñas querían ser rubias. Cuando era adolescente, Elaine había llorado por su pelo oscuro y había llorado incluso más cuando su padre le prohibió aclarárselo. Pero quizás estuviera equivocado; quizás las rubias quisieran ser morenas. Quizás nadie estuviera contento con su suerte.

—¿Sabías que era italiana? —le preguntó sobre su madre.

________ ladeó la cabeza.

—No.

—Me refiero a que nunca vivió allí, pero sus padres provenían del Viejo Mundo. La verdad es que también lo llamaban así, el Viejo Mundo.

Ella sonrió y él se permitió devolverle la sonrisa, porque, de repente, parecía fácil hablar con ella, compartir algo.

—¿Más vino? —preguntó ella, y se dio cuenta de que había vaciado su copa.

—Sí, claro.

Sin embargo, mientras agarraba la botella y le servía, la conversación casi se apagó, hasta que

________ comentó un tema nuevo.

—Yo... siento que tengas que trabajar hasta tan tarde, por las cosas que te están atrasando. Me refiero —añadió rápidamente— a los árboles y las rosas.

Él negó con la cabeza.

—La verdad es que eso no es la razón por la que voy atrasado. —«Voy atrasado porque no podía apartar las manos de ti ayer. Y porque..». De aquella parte podía hablar... más o menos—. Llegué tarde el lunes por un problema familiar, y también me fui temprano aquel día, para llevar a mi hermano pequeño al puerto deportivo. —Apartó los ojos del plato y miró a ________—. Le gusta ver cómo llevan el pescado a tierra.

Cuando ella le volvió a sonreír, él se dio cuenta de lo poco que lo había visto hasta aquella noche; su sonrisa.

—No sabía que tuvieras un hermano tan pequeño.

—Davy tiene veintinueve años.

Ella no respondió, pero pareció comprensiblemente confusa.

—Se... hizo daño cuando era niño —explicó Joe—. Por dentro es como un niño pequeño.

La preocupación llenó los ojos de _______ y algo en el pecho de Joe se volvió cálido.

—No pasa nada —mintió para tranquilizarla. Entonces dijo algo que no era una mentira, lo que siempre le recordaba Elaine—. Davy es feliz. Ve el mundo a través de lentes de color de rosa.

—Quizás no sea tan malo seguir siendo niño. Las cosas eran sencillas entonces.

Mientras compartían otra sonrisa indecisa, él volvió a pensar en aquellos momentos mejores, antes de que su madre muriera, cuando el mundo parecía alegre y perfecto, cuando todo lo que importaba eran los dibujos animados de los sábados por la mañana, Nochebuena y los partidos de la liga infantil.

—Sí —dijo al fin—, Davy tiene eso.

—¿Cómo se hizo daño?

Joe negó con la cabeza ligeramente.

—Es una historia larga. Quizás en otro momento.

—De acuerdo —respondió suavemente ella.

Y, entonces, sus rodillas chocaron por debajo de la mesa, y el fuego recorrió la cara interior de su muslo mientras se miraban... con aquella mirada, que era inconfundible y significaba «te deseo».
«Ah, mierda», pensó, mientras su entrepierna se tensaba.
Pero _______ apartó las rodillas (lo que fue tanto un alivio como una decepción) y volvió a mirar fija y nerviosamente su copa de vino antes de agarrarla para tomar un largo trago.

A él ya no le gustaba aquello, ponerla nerviosa. En un impulso, alargó la mano para cerrarla suavemente sobre la muñeca de ________ y sus ojos se encontraron. De repente no quería seguir fingiendo que nada excepcional había pasado entre ellos, que todo era normal; quería ser sincero.

—No me tengas miedo, ¿si?

Ella contuvo la respiración y, después, volvió a soltarla, sin apartar nunca los ojos.

—Joe, sé que actúo de forma nerviosa contigo, pero es porque las cosas que he hecho contigo no son cosas que haga normalmente. Suelo tener las cosas mucho más bajo control. —Sólo entonces fue apartando lentamente el brazo de su caricia para coger el cuchillo y el tenedor, volviendo a centrarse en su plato—. Pero si te tuviera miedo no te habría invitado a cenar conmigo.

—Supongo que no —dijo él, perdiendo todo el interés en su comida, queriendo saber más, queriendo que le dijera la verdad, aunque pareciera una forma peligrosa de entrometerse—. Pero, si sueles controlar las cosas... ¿qué fue lo que pasó?

Cuando ella levantó la mirada, vio la sinceridad rezumando en sus ojos.

—Tú pasaste —confesó dulcemente, con un ligero rubor tiñéndole las mejillas—. No me entusiasma admitir de qué manera me afectas, pero supongo que es mejor que dejar que pienses que mentía aquella noche en la playa, mejor que dejar que pienses que soy como Carolyn.

—Sé que no lo eres. Lo he visto en tus ojos. Lo he oído en tu voz.

Ella también pareció olvidar la comida entonces.

—¿Qué has visto?

Él suspiró y sacudió la cabeza.

—No lo puedo explicar exactamente. Pero sé que eres diferente. —Siempre había ido a por el polvo fácil, la chica que no se andaba con tonterías, que sólo quería hacer el tonto y divertirse; hacía que una vida complicada lo fuera menos. Sin embargo, había sabido desde aquella noche en la playa que _______ era única, diferente a cualquier mujer que hubiera conocido.

Y aun así... ¿seguía volviendo a por más? ¿Más de la chica que lo había vuelto loco con una mirada? ¿Más de la chica que le hacía tan difícil marcharse después? No tenía sentido, no para él. De hecho, debía de estar volviéndose loco para estar allí hablando con ella de una forma tan abierta. ¿Cuándo demonios había pasado aquello?

Él seguía mirándola... y ella le devolvía la mirada. Había pensado que tenía unos ojos preciosos desde el momento en que se conocieron, pero nunca más que en aquel momento. La vio luchando contra su pasión, igual que él. Vio cómo le temblaban los labios, vio su miedo, la vio necesitando decir que no a aquello, pero queriendo decir que sí. «Dilo, Princesa. Di que sí. Di cualquier cosa. Haz cualquier cosa. Acaricíame. Hazme saber que me deseas y no tendré forma de resistirme».

La mano de _______ temblaba cuando vació su copa de vino y la volvió a dejar en la mesa.

Él sacudió la cabeza.

—Por favor, no estés tan nerviosa conmigo.

—No puedo evitarlo. —Se puso en pie mientras hablaba—. Quiero decir... no lo estoy, ¿si? No lo estoy. —Entonces agarró su plato y lo puso sobre la encimera—. ¿Has terminado de comer?

—Sí.

Ella se inclinó y tomó rápidamente su plato también, dándole el tiempo justo para lograr oler el aroma terroso de su perfume y un vistazo de su canalillo antes de que se girara rápidamente hacia la encimera.

Él no sabía qué hacer, así que simplemente se quedó sentado observándola mientras tiraba los restos de su cena a la basura y metía los platos en el lavavajillas.

—¿Has comprado ya la pintura para las cornisas? —preguntó ella.

¿La pintura para las cornisas? Qué pregunta tan inesperada.

—No. ¿Por qué?

Ella estaba al otro lado de la encimera, mirándolo, pero claramente poniendo distancia entre ellos.

—Vi una foto en una revista de algo más claro y me preguntaba si el color que elegí es demasiado oscuro. —Sus ojos seguían pareciendo muy nerviosos.

Él seguía estando sorprendido por la nueva dirección de la conversación, pero admitió:

—Es bastante oscura. Algo más claro, más cercano al color de base, podría realzar más tu arquitectura.

Ella asintió rápidamente. Y él la seguía deseando, pero una parte de él comenzaba a sentir un auténtico alivio de que ella los hubiera separado. «Es lo mejor», seguía diciéndose. «Es sin duda lo mejor».

—Tengo la revista, si quieres verla.

—Claro.

—Está arriba. —Señaló al techo—. Iré a buscarla, vuelvo enseguida.

Casi salió corriendo de la estancia, dejando a Joe desgarrado por sus emociones. Odiaba lo nerviosa que la había puesto, odiaba acabar de hacer que huyera de él como una mujer en llamas y que encima inventara excusas locas sobre pintura. Pero seguía deseándola, con locura. A pesar de sus nervios. ¿O quizás a causa de ellos? No estaba seguro de haber estado con ninguna chica desde el instituto que lo mirara así, que sintiera tanto sus caricias, que dejara que el sexo la emocionara tan profundamente, que la hiriera tanto cuando él se marchaba.

Toda la casa parecía en silencio a su alrededor. Las primeras e inolvidables notas de «Wicked Game» de Chris Isaak resonaron por los altavoces y parecieron ensombrecer el aire. El ritmo de los latidos de su corazón aumentó mientras seguía sentado allí, esperando, intentando contenerse. Porque no quería seguir sentado en aquella silla. En aquel momento, no quería estar en ninguna parte en la que ella no estuviera.

Se pasó la mano por el pelo y respiró hondo. Maldita sea, tenía que estar perdiendo el juicio. Porque no quería seguir hiriéndola, la verdad era que no quería. Y, como se había estado diciendo a sí mismo, no podía tener nada con aquella mujer. Ni siquiera era el tipo de hombre que quisiera algo, pero, si lo fuera, no podría tenerlo con ella. No con la hija de Henry Ash.

Aun así, algo lo empujó a levantarse, lo hizo apartar la silla. Algo lo condujo a través del vestíbulo hasta la escalera.

Tras poner la mano en la barandilla, se detuvo, escuchó y fue más consciente aún del anhelo hambriento entre sus muslos. Por encima de la música, oyó el leve sonido de ________ mientras registraba en la estancia que había al final del vestíbulo, desde su oficina. Una estancia en la que él nunca había estado antes. Su dormitorio.

Lentamente, subió las escaleras, conducido por la conmovedora canción sobre un hombre que no quería enamorarse. Con cada paso, temía que el corazón se le saldría del pecho. Y se dijo a sí mismo que no pensara en el día siguiente, que no pensara ni en dentro de una hora. «Simplemente no pienses. Dale lo que ambos necesitan tanto que no puedan pasar veinte minutos juntos sin que estalle entre ustedes».

Tras llegar a lo alto, se giró y avanzó lentamente hacia a habitación, iluminada tenuemente, deslizando la mano por el pasamanos que daba al recibidor. Ardía con la expectación de sólo volver a verla, de observarla intentando resistirse, pero ceder después, de escuchar sus graves y apasionados gemidos.
Se detuvo en la puerta del dormitorio y la vio arrodillada sobre un montón de revistas en la alfombra, hojeándolas como loca, una tras otra, intentando buscar una foto que podría haberse inventado para escapar de su presencia. Su erección tensó sus finos pantalones de trabajo. «Vamos, Princesa, déjate llevar. Gírate. Entrégate a mí».

Cuando ella se puso en pie y se giró hacia la puerta, se paró en seco.

—Lo siento —dijo él, gravemente—. No pretendía asustarte.

Ella se acercó rápidamente, sosteniendo una revista abierta.

—Es ésta. —Pero ni siquiera ver que no se había inventado la foto debilitó su confianza. Podría estar tirándole una revista a la cara, pero eso no quería decir que lo deseara menos de lo que él la deseaba a ella.

Tras mirar la foto, asintió.

—Sí, esto estaría mejor. Un aspecto más clásico.

Ella lo miró, tan cerca que él podía volver a olerla.

—¿De verdad lo crees?

—Sí —susurró él. Después, alzó ambas manos hasta la cara de _______, miró en sus ojos de terciopelo y bajó su boca hasta la suya. La revista cayó a sus pies mientras un remolino familiar de placer le recorría el cuerpo.

_______ se ahogaba; así se sentía cuando Joe la besaba, como si bajara, no pudiera respirar, no tuviera oportunidad bajo el peso de su pasión. Cuando las manos y la boca de Joe estaban sobre ella, el resto del mundo se desvanecía y un placer apasionado la absorbía.

Cuando la cálida lengua de Joe se abrió paso hasta su boca abierta, ella fue a su encuentro, sobresaltada por lo cerca que se sentía de aquel hombre al que apenas conocía, por la intimidad que compartían. Deseaba sentir que estaba mal, que era algo sucio, pero no lo hacía, y no había forma de luchar contra ello. Devolvió sus besos con toda el hambre de su alma.

Las manos de Joe se deslizaron en una exploración laboriosamente lenta bajando por sus mejillas, su cuello, sus pechos, moldeando con cada plano y curva como un ciego intentando verla con sus caricias. Cuando las palmas de sus manos fueron a descansar finalmente en su cintura, dejó de besarla y la miró con el fuego que siempre encontraba en sus ojos oscuros. Dando un paso adelante, la colocó contra la pared, dejando que la parte delantera de su cuerpo rozara el de ella, mientras su erección se presionaba contra su abdomen.

—Joe —dijo ella.

Él la acalló con más besos, con su lengua lamiendo provocativamente la suya, sus manos vagando lentamente para acariciarle el trasero a través de la falda mientras ella deslizaba los brazos alrededor de su cuello. Ella quería agacharse y desabrocharle los pantalones. Quería arrodillarse. Se agarró fuertemente a él y lo besó con firmeza, intentando evitar aquella forma de adoración máxima, recordándose que ya había dado demasiado de sí misma a un hombre al que ella no le importaba. Saber que iba a volver a acostarse con él ya era bastante malo.

Los besos de Joe se fueron alejando de su boca, cayendo suavemente sobre su mejilla, su cuello. Las cálidas y delicadas sensaciones casi la paralizaron. Fue recogiendo la falda en sus puños hasta tener las manos debajo, y su voz sonó gutural junto a su oreja.

—¿No llevas bragas?

Los labios de ella temblaron; su voz salió como un quejido.

—Unas pequeñas.

Él movió una mano hasta localizar la fina tira de tela que se extendía hasta su centro.

—Es tan sexy —susurró, su aliento cálido en el cuello de _______. Deslizó los dedos debajo de la tela, dejando que ella se estremeciera ante la caricia.

—Falda blanca —consiguió decir ella, luchando por tener algo que decir—. Otras braguitas se transparentan.

La voz de Joe sonó casi estrangulada cuando dijo:

—Me pones tan caliente. —Y, entonces, las puntas de los dedos que había debajo de la tira de su tanga se deslizaron hacia abajo, acariciando cada milímetro sensible de carne hasta que llegaron hasta donde estaba húmeda, y los empujó dentro de ella. Ella gritó, con el corazón acelerado ante la conexión íntima. Su otra mano encontró su pecho, su boca cubrió la de ella y ella sintió que se rendía, que deseaba hacer cualquier cosa que él quisiera. Le daría cada pizca de ella, cada pedazo íntimo, cada inhibición secreta.

Pero, cielos, aquello no era lo que ella había querido. ¿O sí? Ya ni siquiera lo sabía, no distinguía el bien del mal o lo feliz de lo triste cuando él estaba cerca. ¿Por qué había comenzado aquello con él de nuevo? ¿Por qué había sido tan sincera, diciéndole lo mucho que la afectaba?

No podía dejar que aquello continuara, no podía dejar que su admiración ante el color de una rosa hiciera de aquello algo que no era. No podía dejarse enmarañar más en su red de pasión. Ella no podía ser el juguete de Joe Jonas, ni siquiera aunque la matara detenerlo. Y podría, pero tenía que hacer algo para salvarse, para protegerse, para respetarse.

—Joe. —Le sorprendió lo firme que sonó.

—Ah, nena —gimió él. Sus dedos se movieron dentro de ella, y ella jadeó con cada empuje.

—Joe —consiguió decir de nuevo—. Joe, yo...

—Shhh, nena, no hables. Sólo déjame hacer que te sientas bien.

—Tengo que hablar —dijo ella, mientras lo apartaba.

Sus dedos la dejaron y ella lo apartó tanto como podía con el brazo. Él parecía asombrado ante su contundencia.

—Yo... no puedo con esto. —Negó con la cabeza con incredulidad.

—¿Qué? —susurró él.

—No puedo —dijo, consciente de que se notaba los ojos húmedos—. No puedo acostarme contigo si eso es todo lo que va a haber. No puedo... no me voy a volver a hacer eso a mí misma. Me destroza por dentro. —Se detuvo, respiró hondo e intentó no pensar en cuánto daño le estaba haciendo aquello también, pero tenía que acabar con ello—. Así que, si no te vas a quedar después, vete ahora.

Él tragó saliva y sus ojos cambiaron. Era aquella mirada triste y preocupada que había visto antes en él una vez, después de la primera vez que se habían acostado. De pie allí, observándolo, estudiando su oscura mirada gris, sintiendo cómo la agarraba fuertemente de las caderas, volvió a darse cuenta: qué hombre tan guapo era. Y había algo en ellos que era tan bueno cuando estaban juntos... e incluso si era sólo química, rebosaba energía, pero ella le estaba diciendo que se fuera. Tenía que decir algo más, tenía que hacer que entendiera de verdad por qué aquello no podía continuar.

—Joe, lo siento. Simplemente yo no...

Él levantó dos dedos hasta sus labios.

—Shhh —dijo en voz baja—. No tienes que decir nada más, Princesa. Lo entiendo. Lo capto.

Sus dedos permanecieron allí, sus miradas se encontraron durante un momento interminable y _______ deseó que él simplemente se marchara, dejara que aquello finalizara. Necesitaba dejarse caer al suelo, necesitaba sollozar, necesitaba poner en orden el lío que aquel hombre había hecho de ella.

Entonces, sus manos se deslizaron lentamente por sus costados hasta sujetar sus pechos. «Oh, Dios». Sus pulgares acariciaron con delicadeza sus pezones, a través de su top y su sujetador, enviando cohetes de placer por todo su cuerpo y haciendo que quisiera rendirse de nuevo.

Pero no; le agarró las manos y las detuvo en su pecho.

—Joe, ¿qué demonios haces? ¡No puedes seguir haciéndome esto! ¡No puedes! Yo no puedo...

—Me quedo —susurró él—. Me quedo.






Chicas debo decirles qe apartir de aqi empieza lo bueno jajaja disfruten el cap
Nani Jonas
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Mensaje por berenice_89 Mar 24 Abr 2012, 8:47 am

me gusta¡¡¡¡¡nueva lectora
berenice_89
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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Julieta♥ Mar 24 Abr 2012, 10:19 am

uuuufffffff ya era hora que entendiera!!!
sii joe no la va a dejar ahi botada jejeje...o eso espero !!
jummm y si hasta ahora va a empezar lo bueno no me imagino como sera jejejje
sigue pronto!!!!!!!!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por aranzhitha Mar 24 Abr 2012, 1:51 pm

al fin Joe, que bueno que ahora si se van a querer son tan lindos los dos
Siguela!!!
aranzhitha
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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por andreita Miér 25 Abr 2012, 9:40 am

se queda se queda
sii

lo bueno??
ya ponloooo
andreita
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"El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada - Página 9 Empty Re: "El Diario Rojo" - Joe y tu Terminada

Mensaje por berenice_89 Miér 25 Abr 2012, 9:41 am

HEHE ESE JOE
berenice_89
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Mensaje por aranzhitha Miér 25 Abr 2012, 1:02 pm

siguela!!!
aranzhitha
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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Miér 25 Abr 2012, 5:57 pm

Siguelaaa!
Ya va empezar lo bueno! :)
No puedo esperar mas!
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por berenice_89 Miér 25 Abr 2012, 11:37 pm

CONTINUA CON LA NOVE¡¡
berenice_89
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Mensaje por berenice_89 Miér 25 Abr 2012, 11:50 pm

SIGUELA
berenice_89
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Mensaje por andreita Jue 26 Abr 2012, 1:04 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
andreita
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Mensaje por aranzhitha Jue 26 Abr 2012, 2:03 pm

nany porfavor siguela!!!
aranzhitha
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