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"Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Nueva Lectora Sigueee!!
me encanto!!!
me querian matar!! :pale:
si no fuera por joe :arre: no se que hubiera pasado
PD: <--- mira como muevo mis pies xD
me encanto!!!
me querian matar!! :pale:
si no fuera por joe :arre: no se que hubiera pasado
PD: <--- mira como muevo mis pies xD
Vanee LovatoD'Jonas
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Vanee Jonas escribió:Nueva Lectora Sigueee!!
me encanto!!!
me querian matar!! :pale:
si no fuera por joe no se que hubiera pasado
PD: <--- mira como muevo mis pies xD
Bienvenida Vanee :) que bueno que te guste la nove, :P ahora mismo subo y mañana les pongo mas :P
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
lo siento por la demora mañana les subo mas
Continuacion....
Al final del callejón, llegaron a una puerta metálica pintada de negro y con unas letras rojas donde se podía leer Las Sirenas Sexys. Incluso con la puerta cerrada, se sentía la vibración de la música y del gentío en su interior... a pesar de que sólo eran las tres y pico de la tarde.
Por experiencia, Joe sabía que la puerta estaría cerrada con llave.
Levantando un puño, golpeó la puerta con todas sus fuerzas, sin importarle hacer una abolladura. Mientras esperaba, miró por encima del hombro para ver si los seguían.
Sonó un nuevo disparo, haciendo saltar esquirlas de los ladrillos a unos veinte centímetros del hombro de _______.
Lanzando una rápida mirada al callejón, maldijo entre dientes. Estaba lleno de cubos de basura y de suciedad, demasiados lugares para que se escondiera el tirador.
—¡Hijo de perra! —Golpeó ruidosamente la deteriorada superficie metálica otra vez—. Que alguien abra esta maldita puerta.
Por fin, una rubia oxigenada, conocida de Joe, abrió la puerta.
—Joe. ¿Qué diablos te pasa?
Él empujó a _______al interior, y la siguió a un almacén atestado de latas vacías de cerveza.
—Hay un tirador acechándonos. Necesito tu ayuda.
Había un caballito de madera y una fusta justo al lado de la entrada. Al parecer, Angelique acababa de actuar.
Cerró la puerta de golpe y observó de nuevo el cuarto en penumbra iluminado por una única bombilla roja y decorado con pintura negra descascarillada. Una delgada puerta separaba esa área del escenario y de la retumbante música del club.
—¿Un tirador? Cielo Santo... ¿a quién has cabreado esta vez?
—Alyssa, ésta es _______—gritó para hacerse oír por encima de la música—. Es presentadora de un programa en la televisión por cable...
—¡Eres _______O'Malley! ¡Me encanta Provócame!
_______, que se había quitado las gafas de sol, extendió la mano hacia Alyssa. Hum, ojos azules y enrojecidos, algunas pecas, piel blanca... no era el tipo de Brandon. Supuso que habría cambiado de gustos.
Joe habló entre dientes.
—Entonces acierto al suponer que te encantará ayudarme a mantenerla con vida el tiempo suficiente para que pueda hacer más programas. El tirador iba a por ella. —Joe se volvió hacia _______—. _______, ésta es Alyssa Devereaux, la dueña de Las Sirenas Sexys. El más famoso, o infame, según se mire, club de caballeros del sur de Lousiana.
La pequeña mujer de Brandon le dirigió una débil sonrisa, intentando por todos los medios no clavar los ojos en el espeso maquillaje de Alyssa, ni en la falda indecente, ni en las botas de fulana. No había nada sutil en Alyssa. Aún se vestía como una stripper, aunque hacía años que no bailaba en público. Era capaz de succionar la polla de un hombre como si intentara tragarse el picaporte de una puerta. Tenía un vocabulario peor que el suyo. Pero también tenía un gran corazón.
Alyssa haría uso de esa lengua viperina que tenía para arrancarle la piel de las pelotas si supiera que _______no era un cliente sino un medio para vengarse. Y si bien regentaba un local donde las mujeres se quitaban la ropa para excitar a los hombres, no permitía que nadie se pasara de la raya con las chicas que estaban bajo su techo. Joe planeaba pasarse de la raya en todos los sentidos.
—¿Por qué te disparaban? —Le preguntó Alyssa a _______con el ceño fruncido.
—Esa es una buena pregunta —contestó Joe, lanzando a _______una mirada implacable, una de esas miradas que esperaba que la persuadiera de decir la verdad. Aún no había tenido la oportunidad de establecer su autoridad. Ella no tenía motivos para confiar en él. Maldita sea, unas horas más, y habría conseguido llevársela a la cama, penetrar en su cuerpo, establecer su dominación. Había estado seguro de que ella iba a aceptar su ayuda con el programa. Tal y como estaban las cosas, ya no estaba seguro de nada.
No era así como había previsto la venganza.
—¿Joe? —Ella pronunció su nombre con inseguridad, con una voz temblorosa.
No le gustaba nada oír el miedo y la cautela en su voz. Prefería un «señor» avergonzado de esa boca provocativa mientras se esforzaba en aparentar indiferencia.
Pero ya llegarían a eso, en cuanto hubiera solucionado toda esa mierda.
—_______, ¿me vas a decir qué está pasando, cher?
Su piel todavía estaba pálida, especialmente por el contraste con el abrigo oscuro y el sombrero, demasiado grandes para su pequeño cuerpo. Estaba muerta de miedo, pero aún así logró asentir con la cabeza. Joe soltó un suspiro de alivio.
—Hace aproximadamente tres meses, alguien comenzó a enviarme cartas con fotos mías en diferentes lugares, la mayoría de las veces en lugares públicos. Resultaba extraño, pero no amenazador. Hace unas cinco semanas, comenzó a mandarme fotos del interior de mi casa, tomadas a través de las ventanas. Incluso envió una que tomó desde el garaje mientras yo salía con el coche. Te aseguro que está enfadado. No sé por qué. Me vine a Houston para estar con un amigo y huir de él. —Suspiró profundamente y continuó—: Me siguió. No lo supe hasta ayer cuando recibí esto.
_______se abrió la cremallera del abrigo lo justo para sacar un sobre doblado de un enorme bolso que llevaba cruzado sobre el pecho. Se lo pasó a Joe con una mano temblorosa.
Con la tensión anudándole las entrañas, Joe lo abrió. Las fotos cayeron en sus manos. _______en un aeropuerto, vestida con unos vaqueros de talle bajo, una camiseta enorme y el pelo oculto bajo una gorra de béisbol. Sólo reconoció su perfil, la terca barbilla, las pecas que le salpicaban la nariz y que le hacían preguntarse hasta dónde se extenderían. Le hacían sentir el alocado impulso de jugar a unirlas entre sí.
En la siguiente aparecía ella leyendo una revista sentada en el patio. La cara quedaba oculta por la revista. El sólo veía sus manos, la portada de People y las delicadas pecas que le salpicaban los brazos... y el nacimiento de los pechos, casi visibles bajo la delgada tela de un top blanco, con unos pezones del color de las cerezas maduras que le hacían la boca agua.
Desde el mismo momento en que había oído los rumores de que era la novia de su antiguo camarada Brandon, se había sentido intrigado. Hablar con ella en el chat sólo había incrementado ese interés. La _______ de esas fotos, la _______ de carne y hueso, hinchaba su miembro. No podía esperar a tenerla atada en su cama rogándole que le permitiera correrse... cumpliendo así su venganza.
Pero había algo en ella. Algo que le resultaba sumamente familiar. Se sentía como si la conociera, como si la hubiera visto antes y no sólo en las fotos que había en la web de su programa. ¿Se habían encontrado en alguna ocasión? No, habría recordado a una mujer como _______. Había algo en ella... Ya lo averiguaría.
Consumido por una creciente lujuria, Joe cogió la última foto y se quedó paralizado. El siempre elegante Brandon Ross con un traje de diseño le daba la espalda a la cámara mientras se inclinaba para besar a _______. Joe podía ver sólo la mitad de las piernas femeninas desnudas bajo la seda verde y el encaje negro, y los brazos levemente pecosos con que le rodeaba el cuello a Brandon. La imagen le contrajo el vientre.
Y la nota garabateada, con ese tono amenazador y posesivo no hizo nada para que se relajara.
La última foto, la de _______ en plan esposa despidiéndose de su marido antes de que él se marchara a la oficina, también confirmaba que _______ O'Malley era la mujer de Brandon Ross. Ella sería el pago que le cobraría a su viejo amigo por clavarle un puñal en la espalda. Tenía que mantener a _______ con vida y no delatarse al hacerlo.
—¿Este acosador te ha seguido desde L.A.? —le preguntó.
—Sí. —La voz todavía le temblaba.
Joe suspiró.
—Obsesionado y enfermo. No es una buena combinación. Está claro que es listo si puede sacarte estas fotos sin que tú te enteres. Y sabe manejar las armas. No creo que puedas salir de aquí ilesa, _______. Necesitas ayuda. Y yo te puedo ayudar.
Ella vaciló, luego habló con una voz sorprendentemente ronca.
—Me has salvado de esas balas que probablemente me habrían matado. No puedo pedirte que te arriesgues...
—No me lo has pedido, yo me he ofrecido. —Estaba claro que ese hijo de perra conocía la casa de Brandon, y _______ no parecía la clase de chica que supiera empuñar un arma ni parecía dominar técnicas de defensa personal. Era misión suya mantenerla con vida—. _______, yo soy guardaespaldas. No me quedaré quieto viendo cómo te matan cuando te puedo sacar de aquí de una pieza.
—¿Cuánto?
Jesús, alguien le había disparado y ¿aún quería hablar de dinero?
—Por cuenta de la casa.
La sorpresa la dejó boquiabierta.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros con despreocupación.
—Si te mata, tendré mis quince minutos de gloria.
Ella levantó esos enrojecidos ojos azules hacia él y le dirigió una mirada cínica.
—En serio. Está claro que no te interesa la fama.
Así que ella sospechaba que le interesaba otra cosa. Pero Joe todavía quería que ella lo mirara con esos inocentes ojos azules mientras le insuflaba un poco de lógica. Podía estar loca y negar que necesitara ayuda. Pero también entendería por qué lo hacía.
Él era un perfecto extraño... y no era lo único que la hacía vacilar. Apostaría todo su dinero en ello. Por lo poco que habían hablado antes de que apareciera el francotirador, se había dado cuenta de que _______ sentía interés por él. Y de que sentía curiosidad por sus inclinaciones sexuales. Más curiosidad de la que mostraría alguien que sólo estuviera investigando para un programa de televisión. El reticente deseo de _______lo excitaba como no lo había hecho nada en mucho tiempo.
—Eso no cambia el hecho de que me necesitas. El tirador sabe que ahora estás en el edificio. Así que no puedes salir. Yo puedo sacarte de aquí.
Continuacion....
Al final del callejón, llegaron a una puerta metálica pintada de negro y con unas letras rojas donde se podía leer Las Sirenas Sexys. Incluso con la puerta cerrada, se sentía la vibración de la música y del gentío en su interior... a pesar de que sólo eran las tres y pico de la tarde.
Por experiencia, Joe sabía que la puerta estaría cerrada con llave.
Levantando un puño, golpeó la puerta con todas sus fuerzas, sin importarle hacer una abolladura. Mientras esperaba, miró por encima del hombro para ver si los seguían.
Sonó un nuevo disparo, haciendo saltar esquirlas de los ladrillos a unos veinte centímetros del hombro de _______.
Lanzando una rápida mirada al callejón, maldijo entre dientes. Estaba lleno de cubos de basura y de suciedad, demasiados lugares para que se escondiera el tirador.
—¡Hijo de perra! —Golpeó ruidosamente la deteriorada superficie metálica otra vez—. Que alguien abra esta maldita puerta.
Por fin, una rubia oxigenada, conocida de Joe, abrió la puerta.
—Joe. ¿Qué diablos te pasa?
Él empujó a _______al interior, y la siguió a un almacén atestado de latas vacías de cerveza.
—Hay un tirador acechándonos. Necesito tu ayuda.
Había un caballito de madera y una fusta justo al lado de la entrada. Al parecer, Angelique acababa de actuar.
Cerró la puerta de golpe y observó de nuevo el cuarto en penumbra iluminado por una única bombilla roja y decorado con pintura negra descascarillada. Una delgada puerta separaba esa área del escenario y de la retumbante música del club.
—¿Un tirador? Cielo Santo... ¿a quién has cabreado esta vez?
—Alyssa, ésta es _______—gritó para hacerse oír por encima de la música—. Es presentadora de un programa en la televisión por cable...
—¡Eres _______O'Malley! ¡Me encanta Provócame!
_______, que se había quitado las gafas de sol, extendió la mano hacia Alyssa. Hum, ojos azules y enrojecidos, algunas pecas, piel blanca... no era el tipo de Brandon. Supuso que habría cambiado de gustos.
Joe habló entre dientes.
—Entonces acierto al suponer que te encantará ayudarme a mantenerla con vida el tiempo suficiente para que pueda hacer más programas. El tirador iba a por ella. —Joe se volvió hacia _______—. _______, ésta es Alyssa Devereaux, la dueña de Las Sirenas Sexys. El más famoso, o infame, según se mire, club de caballeros del sur de Lousiana.
La pequeña mujer de Brandon le dirigió una débil sonrisa, intentando por todos los medios no clavar los ojos en el espeso maquillaje de Alyssa, ni en la falda indecente, ni en las botas de fulana. No había nada sutil en Alyssa. Aún se vestía como una stripper, aunque hacía años que no bailaba en público. Era capaz de succionar la polla de un hombre como si intentara tragarse el picaporte de una puerta. Tenía un vocabulario peor que el suyo. Pero también tenía un gran corazón.
Alyssa haría uso de esa lengua viperina que tenía para arrancarle la piel de las pelotas si supiera que _______no era un cliente sino un medio para vengarse. Y si bien regentaba un local donde las mujeres se quitaban la ropa para excitar a los hombres, no permitía que nadie se pasara de la raya con las chicas que estaban bajo su techo. Joe planeaba pasarse de la raya en todos los sentidos.
—¿Por qué te disparaban? —Le preguntó Alyssa a _______con el ceño fruncido.
—Esa es una buena pregunta —contestó Joe, lanzando a _______una mirada implacable, una de esas miradas que esperaba que la persuadiera de decir la verdad. Aún no había tenido la oportunidad de establecer su autoridad. Ella no tenía motivos para confiar en él. Maldita sea, unas horas más, y habría conseguido llevársela a la cama, penetrar en su cuerpo, establecer su dominación. Había estado seguro de que ella iba a aceptar su ayuda con el programa. Tal y como estaban las cosas, ya no estaba seguro de nada.
No era así como había previsto la venganza.
—¿Joe? —Ella pronunció su nombre con inseguridad, con una voz temblorosa.
No le gustaba nada oír el miedo y la cautela en su voz. Prefería un «señor» avergonzado de esa boca provocativa mientras se esforzaba en aparentar indiferencia.
Pero ya llegarían a eso, en cuanto hubiera solucionado toda esa mierda.
—_______, ¿me vas a decir qué está pasando, cher?
Su piel todavía estaba pálida, especialmente por el contraste con el abrigo oscuro y el sombrero, demasiado grandes para su pequeño cuerpo. Estaba muerta de miedo, pero aún así logró asentir con la cabeza. Joe soltó un suspiro de alivio.
—Hace aproximadamente tres meses, alguien comenzó a enviarme cartas con fotos mías en diferentes lugares, la mayoría de las veces en lugares públicos. Resultaba extraño, pero no amenazador. Hace unas cinco semanas, comenzó a mandarme fotos del interior de mi casa, tomadas a través de las ventanas. Incluso envió una que tomó desde el garaje mientras yo salía con el coche. Te aseguro que está enfadado. No sé por qué. Me vine a Houston para estar con un amigo y huir de él. —Suspiró profundamente y continuó—: Me siguió. No lo supe hasta ayer cuando recibí esto.
_______se abrió la cremallera del abrigo lo justo para sacar un sobre doblado de un enorme bolso que llevaba cruzado sobre el pecho. Se lo pasó a Joe con una mano temblorosa.
Con la tensión anudándole las entrañas, Joe lo abrió. Las fotos cayeron en sus manos. _______en un aeropuerto, vestida con unos vaqueros de talle bajo, una camiseta enorme y el pelo oculto bajo una gorra de béisbol. Sólo reconoció su perfil, la terca barbilla, las pecas que le salpicaban la nariz y que le hacían preguntarse hasta dónde se extenderían. Le hacían sentir el alocado impulso de jugar a unirlas entre sí.
En la siguiente aparecía ella leyendo una revista sentada en el patio. La cara quedaba oculta por la revista. El sólo veía sus manos, la portada de People y las delicadas pecas que le salpicaban los brazos... y el nacimiento de los pechos, casi visibles bajo la delgada tela de un top blanco, con unos pezones del color de las cerezas maduras que le hacían la boca agua.
Desde el mismo momento en que había oído los rumores de que era la novia de su antiguo camarada Brandon, se había sentido intrigado. Hablar con ella en el chat sólo había incrementado ese interés. La _______ de esas fotos, la _______ de carne y hueso, hinchaba su miembro. No podía esperar a tenerla atada en su cama rogándole que le permitiera correrse... cumpliendo así su venganza.
Pero había algo en ella. Algo que le resultaba sumamente familiar. Se sentía como si la conociera, como si la hubiera visto antes y no sólo en las fotos que había en la web de su programa. ¿Se habían encontrado en alguna ocasión? No, habría recordado a una mujer como _______. Había algo en ella... Ya lo averiguaría.
Consumido por una creciente lujuria, Joe cogió la última foto y se quedó paralizado. El siempre elegante Brandon Ross con un traje de diseño le daba la espalda a la cámara mientras se inclinaba para besar a _______. Joe podía ver sólo la mitad de las piernas femeninas desnudas bajo la seda verde y el encaje negro, y los brazos levemente pecosos con que le rodeaba el cuello a Brandon. La imagen le contrajo el vientre.
Y la nota garabateada, con ese tono amenazador y posesivo no hizo nada para que se relajara.
La última foto, la de _______ en plan esposa despidiéndose de su marido antes de que él se marchara a la oficina, también confirmaba que _______ O'Malley era la mujer de Brandon Ross. Ella sería el pago que le cobraría a su viejo amigo por clavarle un puñal en la espalda. Tenía que mantener a _______ con vida y no delatarse al hacerlo.
—¿Este acosador te ha seguido desde L.A.? —le preguntó.
—Sí. —La voz todavía le temblaba.
Joe suspiró.
—Obsesionado y enfermo. No es una buena combinación. Está claro que es listo si puede sacarte estas fotos sin que tú te enteres. Y sabe manejar las armas. No creo que puedas salir de aquí ilesa, _______. Necesitas ayuda. Y yo te puedo ayudar.
Ella vaciló, luego habló con una voz sorprendentemente ronca.
—Me has salvado de esas balas que probablemente me habrían matado. No puedo pedirte que te arriesgues...
—No me lo has pedido, yo me he ofrecido. —Estaba claro que ese hijo de perra conocía la casa de Brandon, y _______ no parecía la clase de chica que supiera empuñar un arma ni parecía dominar técnicas de defensa personal. Era misión suya mantenerla con vida—. _______, yo soy guardaespaldas. No me quedaré quieto viendo cómo te matan cuando te puedo sacar de aquí de una pieza.
—¿Cuánto?
Jesús, alguien le había disparado y ¿aún quería hablar de dinero?
—Por cuenta de la casa.
La sorpresa la dejó boquiabierta.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros con despreocupación.
—Si te mata, tendré mis quince minutos de gloria.
Ella levantó esos enrojecidos ojos azules hacia él y le dirigió una mirada cínica.
—En serio. Está claro que no te interesa la fama.
Así que ella sospechaba que le interesaba otra cosa. Pero Joe todavía quería que ella lo mirara con esos inocentes ojos azules mientras le insuflaba un poco de lógica. Podía estar loca y negar que necesitara ayuda. Pero también entendería por qué lo hacía.
Él era un perfecto extraño... y no era lo único que la hacía vacilar. Apostaría todo su dinero en ello. Por lo poco que habían hablado antes de que apareciera el francotirador, se había dado cuenta de que _______ sentía interés por él. Y de que sentía curiosidad por sus inclinaciones sexuales. Más curiosidad de la que mostraría alguien que sólo estuviera investigando para un programa de televisión. El reticente deseo de _______lo excitaba como no lo había hecho nada en mucho tiempo.
—Eso no cambia el hecho de que me necesitas. El tirador sabe que ahora estás en el edificio. Así que no puedes salir. Yo puedo sacarte de aquí.
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
a veces siento que hablo sola y que no les gusta la nove :(
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
:O Soy nuevo y fiel lectora !! me encanta tu novela siguelaaa *_*
NathyLove
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Bienvenida Nadia :D Gracias por pasarte enseguida la sigo :)nadia123 escribió::O Soy nuevo y fiel lectora !! me encanta tu novela siguelaaa *_*
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Maraton
Continuacion.....
_______ apretó los dientes. Joe observó cómo luchaba para no ne¬garse. No lo hizo, lo que probaba una vez más lo lista que era.
— ¿Cómo?
—Te vestirás como Alyssa. Ella te proporcionará la ropa adecuada.
—Y también necesitará maquillarse —señaló Alyssa—. Yo no tengo pecas, Joe.
Una rápida mirada a _______ demostró que no llevaba ni rastro de cosméticos en su pálida cara.
—Sí, por supuesto. Hazlo.
—No. Esto no funcionará —protestó _______.
— ¿Tienes una idea mejor, una que no termine contigo dentro de una caja de pino?
Mientras esperaba que ella admitiera la verdad, que no podía per¬mitirse el lujo de rechazar su ayuda, Joe observó a _______. De cerca, podía ver sus armónicos rasgos, la boca plena, un cutis de porcelana que estaba demasiado blanco por el miedo. Las cejas arqueadas tenían un color imperceptible bajo esa luz. Bajo ese cutis tan blanco, la bu¬fanda, el sombrero y el enorme abrigo, sospechaba que sería hermosa. El hijo del senador Ross no se conformaría con menos.
_______suspiró.
—No se me ocurre nada.
—Eso es lo que yo decía. Alyssa, llévala arriba y ponle algo ligero. ¿Tienes alguna peluca?
—Sí. —La rubia oxigenada asintió con la cabeza.
_______ lo miró enfadada.
—Esto no va a funcionar.
—¿Por qué?
—Alyssa y yo no usamos la misma talla.
Joe las observó a las dos.
—Ella es más alta. Pero puedes ponerte unas botas de tacón de aguja para parecer más alta. ¿Qué número usas?
Ella pareció sorprendida ante la pregunta.
—Un treinta y siete.
Jack le dirigió a Alyssa una mirada inquisitiva.
—Ni lo sueñes —dijo la stripper—. Yo uso un treinta y nueve.
—Ya lo arreglaremos —dijo Joe—. Podemos rellenar la punta de las botas con papel higiénico o algo por estilo. Será poco tiempo.
—Ése no es el mayor problema. —_______centró la mirada en los atributos quirúrgicamente realzados de Alyssa que en ese momento pugnaban por no desbordar la parte superior de su bikini.
Joe volvió a pasear la mirada por la pequeña figura de _______. No podía ver lo que había debajo del abrigo, pero por las fotos que había visto sabía que debían de ser cien por cien naturales, no como el par de la copa E de Alyssa.
—Alyssa tiene habilidad para elegir la ropa que haría que cualquier mujer pudiera aparecer en el póster central de una revista masculina.
—¿Y luego qué? —_______se movió con nerviosismo, dirigiendo la mirada a la puerta con rapidez, como si esperara que su indeseado admirador pudiera atravesarla en cualquier momento.
—Tenemos que despistar a ese bastardo y llevarte a un lugar seguro.
—¿Y después?
—Nos ocuparemos de eso una vez que hayamos salido de aquí, ¿vale? Buscaré un lugar donde no pueda encontrarte hasta que poda¬mos dar con una solución para todo esto.
_______ se mordió un labio y le dirigió una mirada ansiosa y caute¬losa. Quería aceptar, pero no confiaba por completo en él. Joe podía verlo en su cara. _______ vaciló, pero lo miró de frente como si lo es¬tuviera evaluando. Joe se preguntó si sabría algo de su pasado. ¿Le ha¬bría hablado Brandon de él?
—Puede que ese hijo de perra se haya estado saliendo con la suya hasta ahora, pero aún no se había topado con alguien como yo. _______, no voy a dejar que se acerque ni a cinco metros de ti.
Ella vaciló un poco más, luego asintió temblorosamente con la cabeza.
—Tú eres el profesional. Nos ocuparemos de lo demás más tarde, cuando salgamos de aquí.
Más tarde ella estaría desnuda, esposada y abierta, preparada para re¬cibir todo el placer que estaba impaciente por darle. Reprimiendo una sonrisa, le miró fijamente el hinchado labio inferior. Había algo en ella, incluso con esa horrible ropa, que despertaba su interés. ¿O quizá era la certeza de que pertenecía a Brandon?
No, era algo más. Bajo ese feo sombrero, la bufanda y el abrigo, es¬taba seguro de que se ocultaba una hermosa mujer, dulce e inocente, pero también sexy, provocativa y ardiente. Corromperla sería un placer. Se sintió todavía más excitado.
¿Quién iba a pensar que la venganza sería tan dulce... en todos los aspectos?
Rodeada por la música que resonaba tan fuerte como para hacer tem¬blar las paredes, _______ siguió a Alyssa por las estrechas escaleras del club. Al parecer la rubia era la propietaria de Las Sirenas Sexys. _______ no podía imaginarse cómo alguien podría confundirla con una stripper, no importaba cuánto la maquillaran. Alyssa poseía una arraigada se¬xualidad que cualquier mujer desearía para sí... y que muy pocas poseían.
Aun así, _______ sabía que tenía que intentarlo, representar ese papel lo mejor que supiera hasta que pudiera salir de Lafayette y esca¬par del psicópata que la acechaba. La otra alternativa era la muerte.
Le gustara o no el Amo J, que al parecer se llamaba Joe y era un ex¬traño, era su única esperanza de salvación.
Más con miradas que con palabras, Joe había dejado bien claro que no era un santo. Incluso ahora, ella podía sentir el calor de su mirada en la espalda. Contra su voluntad, lo miró por encima del hombro. Joe la miraba fijamente, con esos ojos casi negros, observándola subir las escaleras. Una sonrisa especulativa transformaba los cincelados rasgos de su cara.
No sabía nada de ese hombre, salvo que tenía ese tipo de belleza masculina que hacía que una mujer lo mirara dos veces y babeara des¬pués. Ah, y que por supuesto le gustaba mandar en la cama. Era difícil olvidarlo. Pero su sonrisa la ponía nerviosa. ¿Por qué parecía tan feliz alguien que acababa de escapar de un tiroteo?
Finalmente, Alyssa y ella llegaron arriba. La rubia la condujo hacia la puerta del final del pasillo, a una pequeña, pero sorprendentemente lujosa, suite.
La rubia cerró la puerta tras ellas, dejando afuera el fuerte ruido de la música. El suelo todavía vibraba bajo sus pies. El ritmo sexy reso¬naba a su alrededor, crudo y sugerente.
_______ observó la habitación. En el centro, había una enorme cama sin hacer, y una lámpara de pie lanzaba una luz dorada sobre las blancas sábanas. La madera del suelo brillaba bajo sus pies. Las paredes, de un suave color crema, acentuaban las cortinas blancas que colgaban de una enorme ventana. Cuatro fotos con paisajes en blanco y negro colgaban sobre la cabecera de la cama.
—¿Esperabas un dormitorio de color rojo con una barra de stripper en el medio? —le preguntó Alyssa arqueando una ceja.
_______ se sintió avergonzada. Se lo había preguntado.
—No sabía qué esperar. Esto es precioso.
Los rasgos de Alyssa se suavizaron.
—Es tranquilo. Venga, vamos a quitarte esas feas ropas.
Antes de que _______ pudiera pedir un poco de intimidad o una bata, Alyssa le estaba desabrochando el abrigo y sacándoselo por los hombros.
Lo lanzó sobre la cama. Como una madre que estuviera desvis¬tiendo a su hijo pequeño, Alyssa agarró el bolso y la camiseta de flores. Antes de poder emitir una protesta, la stripper se los había sacado por la cabeza y lanzado al suelo.
—Si me indicas dónde está el baño, podría desvestirme...
Alyssa la ignoró y apretó el cierre delantero del sujetador blanco de encaje. Un leve tirón y fuera. _______ se quedó desnuda de la cintura para arriba ante una completa extraña.
Alyssa estudió los pechos de _______, sopesando uno de ellos en su mano.
—Tenemos material para trabajar.
_______ se enderezó, resistiendo el impulso de correr y esconderse como cuando estaba en el vestuario de la escuela en séptimo grado.
—¿Qué haces?
—No tienes nada que no haya visto ya, cariño. Una noventa C. —Le echó otra mirada al resto del cuerpo y Alyssa añadió—. Usas la talla treinta y ocho, ¿no?
—¿Cómo lo has sabido?
Ella sonrió.
—Es mi trabajo. Termina de desnudarte y prepárate.
Alyssa desapareció por la puerta, cerrándola con suavidad. _______ la siguió con la mirada. ¿Qué se terminara de desnudar? Como si fuera tan fácil. Como si se desnudara todos los días delante de otras personas.
Jamás lo había hecho. Bueno, lo más probable era que Alyssa sí lo hiciera, así que no la cogería desprevenida. Y _______ se dio cuenta de que si quería salir de allí sin una bala en la cabeza, sería mejor que su¬perara con rapidez su recato.
Con un suspiro se quitó los vaqueros y las bragas blancas de algo¬dón, doblándolos pulcramente y colocándolos en el borde de la cama. Miró a su alrededor buscando una bata o una manta. Una toalla... cual¬quier cosa que sirviera para cubrirse. Nada. _______ no estaba acos¬tumbrada a pasearse desnuda. Aunque estaba claro que a Alyssa eso no le molestaba.
La rubia regresó con un sujetador negro de raso y un tanga a juego. Con los dientes arrancó las etiquetas, deslizó un par de rellenos de gel en el sujetador y se lo pasó a _______.
Antes de que Morgan pudiera pedirle que la dejara sola, Alyssa des¬apareció de nuevo, esta vez en el cuarto de baño contiguo a la suite. Agradeciendo el respiro temporal de no sentir la mirada de la mujer, _______ se puso el tanga con dificultad. No era cómodo... ¿a quién le gustaba llevar una cuerda en el culo?, pero quedaba muy bien.
Alyssa salió del cuarto de baño llevando algunas ropas muy peque¬ñas y unas brillantes botas de tacón alto. La rubia se detuvo en el um¬bral, esperando. _______ la ignoró. En lugar de mirarla, observó con el ceño fruncido los rellenos de gel del sujetador. ¿Era eso la versión moderna del sujetador relleno con algodón?
Cuando _______ hizo una mueca, Alyssa se rió.
—Haz lo que quieras. Es la manera más rápida de conseguir un buen par de tetas. Con la ropa puesta, nadie nota la diferencia.
Continuacion.....
_______ apretó los dientes. Joe observó cómo luchaba para no ne¬garse. No lo hizo, lo que probaba una vez más lo lista que era.
— ¿Cómo?
—Te vestirás como Alyssa. Ella te proporcionará la ropa adecuada.
—Y también necesitará maquillarse —señaló Alyssa—. Yo no tengo pecas, Joe.
Una rápida mirada a _______ demostró que no llevaba ni rastro de cosméticos en su pálida cara.
—Sí, por supuesto. Hazlo.
—No. Esto no funcionará —protestó _______.
— ¿Tienes una idea mejor, una que no termine contigo dentro de una caja de pino?
Mientras esperaba que ella admitiera la verdad, que no podía per¬mitirse el lujo de rechazar su ayuda, Joe observó a _______. De cerca, podía ver sus armónicos rasgos, la boca plena, un cutis de porcelana que estaba demasiado blanco por el miedo. Las cejas arqueadas tenían un color imperceptible bajo esa luz. Bajo ese cutis tan blanco, la bu¬fanda, el sombrero y el enorme abrigo, sospechaba que sería hermosa. El hijo del senador Ross no se conformaría con menos.
_______suspiró.
—No se me ocurre nada.
—Eso es lo que yo decía. Alyssa, llévala arriba y ponle algo ligero. ¿Tienes alguna peluca?
—Sí. —La rubia oxigenada asintió con la cabeza.
_______ lo miró enfadada.
—Esto no va a funcionar.
—¿Por qué?
—Alyssa y yo no usamos la misma talla.
Joe las observó a las dos.
—Ella es más alta. Pero puedes ponerte unas botas de tacón de aguja para parecer más alta. ¿Qué número usas?
Ella pareció sorprendida ante la pregunta.
—Un treinta y siete.
Jack le dirigió a Alyssa una mirada inquisitiva.
—Ni lo sueñes —dijo la stripper—. Yo uso un treinta y nueve.
—Ya lo arreglaremos —dijo Joe—. Podemos rellenar la punta de las botas con papel higiénico o algo por estilo. Será poco tiempo.
—Ése no es el mayor problema. —_______centró la mirada en los atributos quirúrgicamente realzados de Alyssa que en ese momento pugnaban por no desbordar la parte superior de su bikini.
Joe volvió a pasear la mirada por la pequeña figura de _______. No podía ver lo que había debajo del abrigo, pero por las fotos que había visto sabía que debían de ser cien por cien naturales, no como el par de la copa E de Alyssa.
—Alyssa tiene habilidad para elegir la ropa que haría que cualquier mujer pudiera aparecer en el póster central de una revista masculina.
—¿Y luego qué? —_______se movió con nerviosismo, dirigiendo la mirada a la puerta con rapidez, como si esperara que su indeseado admirador pudiera atravesarla en cualquier momento.
—Tenemos que despistar a ese bastardo y llevarte a un lugar seguro.
—¿Y después?
—Nos ocuparemos de eso una vez que hayamos salido de aquí, ¿vale? Buscaré un lugar donde no pueda encontrarte hasta que poda¬mos dar con una solución para todo esto.
_______ se mordió un labio y le dirigió una mirada ansiosa y caute¬losa. Quería aceptar, pero no confiaba por completo en él. Joe podía verlo en su cara. _______ vaciló, pero lo miró de frente como si lo es¬tuviera evaluando. Joe se preguntó si sabría algo de su pasado. ¿Le ha¬bría hablado Brandon de él?
—Puede que ese hijo de perra se haya estado saliendo con la suya hasta ahora, pero aún no se había topado con alguien como yo. _______, no voy a dejar que se acerque ni a cinco metros de ti.
Ella vaciló un poco más, luego asintió temblorosamente con la cabeza.
—Tú eres el profesional. Nos ocuparemos de lo demás más tarde, cuando salgamos de aquí.
Más tarde ella estaría desnuda, esposada y abierta, preparada para re¬cibir todo el placer que estaba impaciente por darle. Reprimiendo una sonrisa, le miró fijamente el hinchado labio inferior. Había algo en ella, incluso con esa horrible ropa, que despertaba su interés. ¿O quizá era la certeza de que pertenecía a Brandon?
No, era algo más. Bajo ese feo sombrero, la bufanda y el abrigo, es¬taba seguro de que se ocultaba una hermosa mujer, dulce e inocente, pero también sexy, provocativa y ardiente. Corromperla sería un placer. Se sintió todavía más excitado.
¿Quién iba a pensar que la venganza sería tan dulce... en todos los aspectos?
Rodeada por la música que resonaba tan fuerte como para hacer tem¬blar las paredes, _______ siguió a Alyssa por las estrechas escaleras del club. Al parecer la rubia era la propietaria de Las Sirenas Sexys. _______ no podía imaginarse cómo alguien podría confundirla con una stripper, no importaba cuánto la maquillaran. Alyssa poseía una arraigada se¬xualidad que cualquier mujer desearía para sí... y que muy pocas poseían.
Aun así, _______ sabía que tenía que intentarlo, representar ese papel lo mejor que supiera hasta que pudiera salir de Lafayette y esca¬par del psicópata que la acechaba. La otra alternativa era la muerte.
Le gustara o no el Amo J, que al parecer se llamaba Joe y era un ex¬traño, era su única esperanza de salvación.
Más con miradas que con palabras, Joe había dejado bien claro que no era un santo. Incluso ahora, ella podía sentir el calor de su mirada en la espalda. Contra su voluntad, lo miró por encima del hombro. Joe la miraba fijamente, con esos ojos casi negros, observándola subir las escaleras. Una sonrisa especulativa transformaba los cincelados rasgos de su cara.
No sabía nada de ese hombre, salvo que tenía ese tipo de belleza masculina que hacía que una mujer lo mirara dos veces y babeara des¬pués. Ah, y que por supuesto le gustaba mandar en la cama. Era difícil olvidarlo. Pero su sonrisa la ponía nerviosa. ¿Por qué parecía tan feliz alguien que acababa de escapar de un tiroteo?
Finalmente, Alyssa y ella llegaron arriba. La rubia la condujo hacia la puerta del final del pasillo, a una pequeña, pero sorprendentemente lujosa, suite.
La rubia cerró la puerta tras ellas, dejando afuera el fuerte ruido de la música. El suelo todavía vibraba bajo sus pies. El ritmo sexy reso¬naba a su alrededor, crudo y sugerente.
_______ observó la habitación. En el centro, había una enorme cama sin hacer, y una lámpara de pie lanzaba una luz dorada sobre las blancas sábanas. La madera del suelo brillaba bajo sus pies. Las paredes, de un suave color crema, acentuaban las cortinas blancas que colgaban de una enorme ventana. Cuatro fotos con paisajes en blanco y negro colgaban sobre la cabecera de la cama.
—¿Esperabas un dormitorio de color rojo con una barra de stripper en el medio? —le preguntó Alyssa arqueando una ceja.
_______ se sintió avergonzada. Se lo había preguntado.
—No sabía qué esperar. Esto es precioso.
Los rasgos de Alyssa se suavizaron.
—Es tranquilo. Venga, vamos a quitarte esas feas ropas.
Antes de que _______ pudiera pedir un poco de intimidad o una bata, Alyssa le estaba desabrochando el abrigo y sacándoselo por los hombros.
Lo lanzó sobre la cama. Como una madre que estuviera desvis¬tiendo a su hijo pequeño, Alyssa agarró el bolso y la camiseta de flores. Antes de poder emitir una protesta, la stripper se los había sacado por la cabeza y lanzado al suelo.
—Si me indicas dónde está el baño, podría desvestirme...
Alyssa la ignoró y apretó el cierre delantero del sujetador blanco de encaje. Un leve tirón y fuera. _______ se quedó desnuda de la cintura para arriba ante una completa extraña.
Alyssa estudió los pechos de _______, sopesando uno de ellos en su mano.
—Tenemos material para trabajar.
_______ se enderezó, resistiendo el impulso de correr y esconderse como cuando estaba en el vestuario de la escuela en séptimo grado.
—¿Qué haces?
—No tienes nada que no haya visto ya, cariño. Una noventa C. —Le echó otra mirada al resto del cuerpo y Alyssa añadió—. Usas la talla treinta y ocho, ¿no?
—¿Cómo lo has sabido?
Ella sonrió.
—Es mi trabajo. Termina de desnudarte y prepárate.
Alyssa desapareció por la puerta, cerrándola con suavidad. _______ la siguió con la mirada. ¿Qué se terminara de desnudar? Como si fuera tan fácil. Como si se desnudara todos los días delante de otras personas.
Jamás lo había hecho. Bueno, lo más probable era que Alyssa sí lo hiciera, así que no la cogería desprevenida. Y _______ se dio cuenta de que si quería salir de allí sin una bala en la cabeza, sería mejor que su¬perara con rapidez su recato.
Con un suspiro se quitó los vaqueros y las bragas blancas de algo¬dón, doblándolos pulcramente y colocándolos en el borde de la cama. Miró a su alrededor buscando una bata o una manta. Una toalla... cual¬quier cosa que sirviera para cubrirse. Nada. _______ no estaba acos¬tumbrada a pasearse desnuda. Aunque estaba claro que a Alyssa eso no le molestaba.
La rubia regresó con un sujetador negro de raso y un tanga a juego. Con los dientes arrancó las etiquetas, deslizó un par de rellenos de gel en el sujetador y se lo pasó a _______.
Antes de que Morgan pudiera pedirle que la dejara sola, Alyssa des¬apareció de nuevo, esta vez en el cuarto de baño contiguo a la suite. Agradeciendo el respiro temporal de no sentir la mirada de la mujer, _______ se puso el tanga con dificultad. No era cómodo... ¿a quién le gustaba llevar una cuerda en el culo?, pero quedaba muy bien.
Alyssa salió del cuarto de baño llevando algunas ropas muy peque¬ñas y unas brillantes botas de tacón alto. La rubia se detuvo en el um¬bral, esperando. _______ la ignoró. En lugar de mirarla, observó con el ceño fruncido los rellenos de gel del sujetador. ¿Era eso la versión moderna del sujetador relleno con algodón?
Cuando _______ hizo una mueca, Alyssa se rió.
—Haz lo que quieras. Es la manera más rápida de conseguir un buen par de tetas. Con la ropa puesta, nadie nota la diferencia.
Última edición por aranzhitha el Miér 04 Abr 2012, 4:35 pm, editado 1 vez
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Soltando el aire que contenía, _______ se dio cuenta de que era cierto. No iba a disculparse por no tener una copa D.
_______ comenzó a ponerse el sujetador totalmente consciente de que Alyssa observaba cada movimiento. Resultaba muy incómodo. Ma¬taría por tener la misma naturalidad que Alyssa con la desnudez, pero no la habían educado de esa manera. Había cumplido los veintiuno cuando reunió el valor de masturbarse. Después de todo, su madre la había enviado a una exclusiva escuela para chicas y había sabido poco de sexo antes de cumplir los dieciocho. Hasta que fue a la universidad, _______ no había conocido la diferencia entre cutículas y clítoris.
Apartando esos pensamientos, _______ se abrochó el sujetador y metió los pechos en las copas. El sujetador era muy escotado y con unos tirantes muy estrechos. La tela de encaje negro apenas le cubría los pezones. Los rellenos de gel le elevaban los montículos de los senos y los exhibían con descaro. Incluso tenía escote.
Alyssa soltó un silbido y le dirigió una mirada descarada.
—Voy a darte un consejo: no le enseñes las tetas a Joe a menos que quieras volverlo loco de lujuria.
La rubia se dio la vuelta y se dirigió de nuevo al cuarto de baño. _______ clavó los ojos en la espalda delgada de la mujer y en los sedo¬sos mechones que le caían sobre los hombros.
Alyssa era más atractiva que cualquier chica de póster. Aunque apa¬rentaba más de treinta años, tenía una pinta estupenda. _______ sabía con seguridad, basándose en la exhaustiva investigación de Reggie, que Joe no era gay. Teniendo en cuenta todo eso, era lógico pensar que Alyssa y él estuvieran enrollados. Pero por el consejo que le había dado la mujer, suponía que no le importaría que ella sedujera a Joe.
Por Dios, había abandonado Los Angeles, donde siempre había pensado que la vida era demasiado surrealista, y había aterrizado en el país cajún, un lugar que empezaba a parecerle la versión sureña de Oz.
—No pienso enseñarle a Joe mis pechos —dijo ajustándose el su¬jetador, deseando que la cubriera un poco más.
—Puede que no, pero te apuesto lo que quieras a que los verá.
_______ frunció el ceño.
—¿En qué te basas? Estaba entrevistando a Joe para mi programa. Y después, cuando comenzó el tiroteo, él se ofreció para protegerme...
—Y lo hará. Es el mejor. Pero Joe Jonas es un hombre de pechos, y tú tienes un buen par.
Lo dijo como si estuviera hablando de algo tan cotidiano como el tiempo.
Alyssa se volvió y cogió un maletín de maquillaje del tocador. De¬jando el maletín a un lado, estudió la cara de _______ con algo de im¬paciencia.
—¿Y eso no te molesta? —_______ no pudo contener las palabras.
Desvió la mirada a la cama tan deshecha, que parecía haber sido utilizada para algo más que para dormir. _______ se preguntó si Joe había estado allí antes de conocerla... y por qué pensar en eso la mo¬lestaba.
—¿Qué Joe se acostara contigo? —Se encogió de hombros—. No es mío.
_______ frunció el ceño. Todo eso era demasiado extraño.
—No va a ocurrir nada de eso. No tengo intención de enrollarme con Joe.
—El camino del infierno está lleno de buenas intenciones —le con¬testó Alyssa con una risa gutural.
Antes de que _______ pudiera deshacerse de la confusión que sentía y replicar, la rubia cambió de tema.
—Tenemos que maquillarte.
Alyssa levantó una delgada mano y le quitó a _______ el sombrero y la bufanda.
Un momento después, comenzó un frenesí cosmético. Cubrió el rostro de _______ con un maquillaje base. Continuó con el corrector; _______ esperaba que éste cubriera lo peor del daño causado por la falta de sueño. Después vino el colorete, seguido por el lápiz de labios rojo sirena que aplicó con pincel y el perfilador negro para los ojos. Luego aplicó con rapidez una sombra de ojos sobre los párpados ce-rrados y utilizó un rímel negro para las pestañas. Lápiz de cejas y rímel castaño ocultaron el hecho de que sus cejas no eran del mismo color claro de la otra mujer.
Cuando Alyssa se apartó y la condujo ante el espejo del cuarto de baño, _______ sólo reconoció sus ojos azules y el óvalo de su cara.
—Estás genial. De todas maneras, ahí fuera todos estarán dema¬siado borrachos para saber si eres tú o yo. Aunque por si acaso, la ropa que he escogido para ti garantizará que las miradas masculinas no suban de tus tetas.
_______ quiso protestar. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero las contuvo. Si disfrazarse de stripper la mantenía con vida, bueno... sobreponerse a la vergüenza sería mucho más fácil que tener una bala entre las cejas.
—Haz lo que haga falta —suspiró _______.
—Vamos a recoger tu pelo para ponerte la peluca.
—Puedo hacerlo yo. —_______ se llevó los dedos a la cabeza y se la frotó.
—Las pelucas son un engorro. Lamento que tengas que ponerte una, pero para hacerte pasar por mí, tienes que ser rubia.
_______ se encogió de hombros. La incomodidad era poco sacrificio a cambio de permanecer viva.
—Y tenemos que asegurarla bien. Joe va a querer pasar revista antes de que salgas. No te dejará poner un pie fuera hasta que esté con¬vencido de que puedes pasar la prueba. Se toma muy en serio la tarea de proteger a sus clientes.
La idea de que Joe le pasara revista le provocó un vuelco en el es¬tómago. Joe era muy atractivo, y que fuera un dominador sólo hacía que _______ se sintiera más intrigada, a pesar de sus reticencias y miedos.
Asegurando la peluca rubia en su lugar, _______ dejó de pensar en ello. Estaba muy cansada. Además estaba estresada. No iba a hacer el amor con Joe, así que las preferencias sexuales de ese hombre le traían sin cuidado.
Alguien golpeó la puerta. A _______ se le disparó el corazón. ¿Ha¬bría logrado el tirador seguirla hasta allí? Dirigió la mirada a la ventana, esperando que sirviera como vía de escape.
La puerta se abrió y entró Joe con unos vaqueros rotos y descolo¬ridos, una camiseta, una gorra de béisbol y un bigote falso. Todos esos cambios en su apariencia lo hacían parecer considerablemente dife¬rente. Pero aun así, no le pasó desapercibido su expresión de enfado.
—Maldición, ¿qué estáis haciendo aquí dentro? ¿Una fiesta de pijamas?
—No te pases, Joe. Me he dado toda la prisa que podía —dijo Alyssa con una sonrisa, luego lo besó en la mejilla—. Buena suerte —le dijo a _______.
Luego se marchó, dejándolos solos.
La mirada de Joe atravesó la habitación y se clavó en ella. Esos ojos oscuros la abrasaron, y una lenta y pecaminosa sonrisa apareció en la boca masculina. Esa mirada hizo que se le retorciera el estómago. Rápidamente, _______ se dio cuenta de que no llevaba puesto más que un tanga y un sugerente sujetador, y echó un vistazo alrededor bus¬cando cualquier cosa que pudiera cubrirla.
Atravesó la estancia a toda velocidad para coger una de las sábanas blancas de seda de la cama. Joe se la arrebató de las manos.
—No es el momento de ser modesta, cher —le susurró al oído; su voz tenía un inconfundible acento cajún.
El cuerpo de Joe impactó contra su trasero, sus piernas se pegaron a las de ella, el ancho pecho le rozó los hombros. El calor que él emitía le atravesó la piel y la excitó. A pesar de la cálida sensación, los estre¬mecimientos le recorrieron la piel y sintió que le bajaba un escalofrío por la espalda. De manera inoportuna, se le irguieron los pezones.
_______ tragó saliva. Puede que él fuera uno de los buenos, pero en ese momento, su postura era la de un auténtico depredador.
—No necesito que estés aquí mientras me visto.
—Mais oui, para tu desgracia pienso supervisarte. No saldremos de aquí hasta que esté convencido de que puedes pasar por Alyssa.
—Llevo vistiéndome sola desde los tres años. Creo que me las puedo arreglar perfectamente.
—Cierto, pero Alyssa va a ser nuestra tapadera. Vamos a pasearnos por ahí abajo como si estuviéramos sedientos de sexo. La gente está acostumbrada a verme tocarla. Muy a menudo. Pero tú...
La rodeó con una mano y le acarició la barriga con la palma.
Ella dio un brinco y se quedó sin aliento cuando su ancha mano se detuvo sobre su estómago desnudo; el calor se concentró bajo su piel, insidioso e imparable.
—Saltas cuando te toco —le susurró al oído—. Si lo haces en público, toda esa gente sabrá que no eres Alyssa.
Con cada palabra que decía, Joe la hacía ser más consciente de que él era un hombre —muy hombre— y ella una mujer. Él tenía la clase de personalidad poderosa que la atraía. Sentía un aleteo en el estómago cuando él hablaba. Se le hinchaban los pechos. Se sentía nerviosa e insegura cuando él estaba demasiado cerca. _______ se tragó un nudo tan grande que pensó que se ahogaría e intentó apartarse de él.
Joe no se movió... ni la soltó.
Rechinando los dientes, ella dijo:
—Debe de haber otra manera de salir de aquí que metiéndome mano.
—Yo no lo aseguraría. Si quieres salir de una pieza, cher, tu acosador no debe reconocerte con este disfraz. Para ello tenemos que conseguir que parezca real.
La mano que estaba posada sobre su estómago comenzó a subir poco a poco.
_______ sintió vértigo ante la intimidad de sus palabras. La tocaría en público, donde los vería gente desconocida. Al instante, se le volvieron a hinchar los pechos. Y se le humedeció la entrepierna.
«Era imposible». A ella no le iban las exhibiciones públicas. Y las demostraciones cavernícolas de Joe no deberían excitarla. Tener fantasías era una cosa. Vivirlas era algo completamente diferente. Era una estupidez acceder a eso, en especial con un desconocido.
Joe interrumpió sus pensamientos acunándole un pecho entre los dedos para continuar subiendo poco a poco.
Hasta que _______ le sujeto la muñeca para detenerle.
—No creo que necesites tocarme con tanta intimidad para sacarme de aquí.
Él se detuvo.
—¿Menos de una hora conmigo y ya eres una autoridad en la materia?
—Esto no es un juego. ¡Es mi vida!
—Exacto —le gruñó al oído—. La gente, y no precisamente la de confianza, estará ahí fuera. Me verán con una mujer que creerán que es Alyssa. Si contienes el aliento, y me apartas la mano cada vez que te la ponga encima, sabrán que eres una impostora. Y si el acosador les ofrece dinero para que le informen de cualquier mujer sospechosa, serás un blanco fácil.
«Y uno fácil de matar». Joe no lo dijo, pero lo pensó. Igual que lo hizo _______.
—¿No podría salir de aquí disfrazada de vagabunda, de monja o algo por el estilo?
—Ese amiguito tuyo que va armado estará vigilando. ¿No crees que ver salir a una monja del club despertaría sus sospechas?
Tenía razón, maldita sea. Tenía que relajarse. Si vestirse de stripper y dejar que un tío bueno la acariciara unos minutos bastaba para mantenerla con vida, dejaría de lado la vergüenza y el recato.
Sólo había un problema: no reaccionaba ante Joe como si fuera una farsa, sino de verdad. Su cuerpo se excitaba simplemente con un susurro o una mirada suya. Pero aun así, la vergüenza que sentía al responder ante él no era nada comparado con la muerte. Cuando saliera de ese lío, encontraría un nuevo lugar donde esconderse, no tendría que volver a ver a Joe Jonas ni a preocuparse de que supiera cómo excitarla.
Aspirando profundamente, le soltó la muñeca.
—Chica lista —la elogió.
_______ sintió la mirada de Joe cuando él movió la mano hasta cubrirle el pecho por completo. Ella tragó. Dios, sentía el peso de su seno en la cálida mano. Siguió acariciándola mientras con el aliento le abrasaba la nuca. La tensión se le anudó en el estómago... y más abajo. Los pezones se le endurecieron hasta lo indecible bajo esa mirada ardiente. _______ cerró los ojos.
Luego él le rozó la tensa punta con el pulgar. Un placer electrizante le bajó por la espalda.
Incapaz de resistirse, se arqueó, presionando el pecho contra la mano.
—Buena chica —murmuró Joeen su oído, luego le rozó la sensible curva del cuello con los labios.
El deseo pulsó en su interior, profundo y duro. El corazón le martilleaba y tuvo que apretar los muslos.
La mano izquierda imitó a la derecha, tomando posesión del otro pecho entre los ardientes dedos. Esta vez _______ no brincó, pero luchó contra la necesidad de retorcerse mientras el placer arrasaba sus sentidos ante el doble asalto. Se mordió el labio para no gemir.
¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera ante un hombre que no conocía y cuyo estilo de vida sexual ella no practicaba?
Todo eso dejó de tener importancia cuando él le pellizcó las duras puntas de los pezones, haciéndolas rodar lentamente con erótica paciencia.
El deseo le aguijoneó el vientre, y descendió como una flecha hacia su entrepierna.
—Joe —protestó ella.
—Shhh, lo estás haciendo muy bien, cher. Con tal de que actúes como si esto fuera normal, las cosas irán bien.
¿Bien? Si volvía a hacer eso otra vez, se derretiría sin remedio.
No lo hizo. Su mano derecha abandonó el pecho para deslizarse hacia abajo por el estómago de _______, y siguió bajando, y bajando, hasta que los dedos de Joe se colaron bajo la tira húmeda del tanga para encontrar el clítoris hinchado y hambriento. _______ se quedó sin aliento y apretó los muslos contra él. Dios, él parecía tan excitado como ella. Eso era ridículo. No iba a tocarla así en público.
—No hagas eso —la advirtió, sacando la mano—. Un cuerpo tenso y contenido te delatará. Relájate.
—Esto no es necesario —le replicó con la voz ronca.
Él soltó un bufido cínico.
—Estás hablando como una chica que no tiene detrás de sí a un asesino. Nos ha seguido hasta aquí. ¿O se te ha olvidado?
—No, y no soy una chica.
—¿No? Entonces deja de comportarte como si lo fueras. Será un milagro si sales de aquí intacta. Estoy tratando de salvarte la vida, no de arrebatarte la virtud.
—¿Y esta clase de comportamiento no llamaría la atención?
—Nueva Orleáns no es el único lugar donde se celebra el Mardi Gras. El sol ya está poniéndose, y la fiesta está a punto de empezar. Fingir bien nos hará perdernos entre la gente, cher.
Era posible que él tuviera razón. Tenía que confiar en él. No tenía motivos para no hacerlo, y la había mantenido con vida hasta entonces.
—Lo siento.
Sintió como asentía con la cabeza.
—Abre las piernas.
Oh, Dios Santo. ¿Para qué? ¿Qué pretendía hacer ahora?
_______ se quedó paralizada ante la indecisión. Si con el roce de un dedo en el clítoris sentía escalofríos por todo su cuerpo, ¿qué sentiría con toda la mano? ¿Se reiría de ella si tenía un orgasmo? Tal y como estaban las cosas, estaba más cerca de lo que podía pensar...
—Si tengo que atarte para que te acostumbres a mis caricias, lo haré.
Ante ese gruñido de advertencia, sintió cómo la humedad manaba de ella, cubriendo su carne ya hinchada. Oh, qué humillante. Si Joe supiera lo que había provocado esa amenaza... Se puso a temblar.
Con una fuerza sorprendente, Joe metió un pie entre los pies desnudos de _______ y los separó.
—Pon las manos por encima de la cabeza.
—¿Qué?
_______ intentó cerrar las piernas, pero Joe había metido el muslo entre ellas. Santo Dios, ¿sentiría él cómo sus jugos le empapaban los vaqueros a través del tanga? ¿Pensaría que era débil o fácil?
—Es la última vez que te lo digo —la amenazó—. Apoya las manos en la pared o las cosas se van a poner muy feas.
¿Muy feas? ¿A qué otra cosa podía estar refiriéndose aparte del sexo? Todo su cuerpo se estremeció ante la idea.
—Veo que no me haces caso... supongo que quieres que te ate, _______.
_______ comenzó a ponerse el sujetador totalmente consciente de que Alyssa observaba cada movimiento. Resultaba muy incómodo. Ma¬taría por tener la misma naturalidad que Alyssa con la desnudez, pero no la habían educado de esa manera. Había cumplido los veintiuno cuando reunió el valor de masturbarse. Después de todo, su madre la había enviado a una exclusiva escuela para chicas y había sabido poco de sexo antes de cumplir los dieciocho. Hasta que fue a la universidad, _______ no había conocido la diferencia entre cutículas y clítoris.
Apartando esos pensamientos, _______ se abrochó el sujetador y metió los pechos en las copas. El sujetador era muy escotado y con unos tirantes muy estrechos. La tela de encaje negro apenas le cubría los pezones. Los rellenos de gel le elevaban los montículos de los senos y los exhibían con descaro. Incluso tenía escote.
Alyssa soltó un silbido y le dirigió una mirada descarada.
—Voy a darte un consejo: no le enseñes las tetas a Joe a menos que quieras volverlo loco de lujuria.
La rubia se dio la vuelta y se dirigió de nuevo al cuarto de baño. _______ clavó los ojos en la espalda delgada de la mujer y en los sedo¬sos mechones que le caían sobre los hombros.
Alyssa era más atractiva que cualquier chica de póster. Aunque apa¬rentaba más de treinta años, tenía una pinta estupenda. _______ sabía con seguridad, basándose en la exhaustiva investigación de Reggie, que Joe no era gay. Teniendo en cuenta todo eso, era lógico pensar que Alyssa y él estuvieran enrollados. Pero por el consejo que le había dado la mujer, suponía que no le importaría que ella sedujera a Joe.
Por Dios, había abandonado Los Angeles, donde siempre había pensado que la vida era demasiado surrealista, y había aterrizado en el país cajún, un lugar que empezaba a parecerle la versión sureña de Oz.
—No pienso enseñarle a Joe mis pechos —dijo ajustándose el su¬jetador, deseando que la cubriera un poco más.
—Puede que no, pero te apuesto lo que quieras a que los verá.
_______ frunció el ceño.
—¿En qué te basas? Estaba entrevistando a Joe para mi programa. Y después, cuando comenzó el tiroteo, él se ofreció para protegerme...
—Y lo hará. Es el mejor. Pero Joe Jonas es un hombre de pechos, y tú tienes un buen par.
Lo dijo como si estuviera hablando de algo tan cotidiano como el tiempo.
Alyssa se volvió y cogió un maletín de maquillaje del tocador. De¬jando el maletín a un lado, estudió la cara de _______ con algo de im¬paciencia.
—¿Y eso no te molesta? —_______ no pudo contener las palabras.
Desvió la mirada a la cama tan deshecha, que parecía haber sido utilizada para algo más que para dormir. _______ se preguntó si Joe había estado allí antes de conocerla... y por qué pensar en eso la mo¬lestaba.
—¿Qué Joe se acostara contigo? —Se encogió de hombros—. No es mío.
_______ frunció el ceño. Todo eso era demasiado extraño.
—No va a ocurrir nada de eso. No tengo intención de enrollarme con Joe.
—El camino del infierno está lleno de buenas intenciones —le con¬testó Alyssa con una risa gutural.
Antes de que _______ pudiera deshacerse de la confusión que sentía y replicar, la rubia cambió de tema.
—Tenemos que maquillarte.
Alyssa levantó una delgada mano y le quitó a _______ el sombrero y la bufanda.
Un momento después, comenzó un frenesí cosmético. Cubrió el rostro de _______ con un maquillaje base. Continuó con el corrector; _______ esperaba que éste cubriera lo peor del daño causado por la falta de sueño. Después vino el colorete, seguido por el lápiz de labios rojo sirena que aplicó con pincel y el perfilador negro para los ojos. Luego aplicó con rapidez una sombra de ojos sobre los párpados ce-rrados y utilizó un rímel negro para las pestañas. Lápiz de cejas y rímel castaño ocultaron el hecho de que sus cejas no eran del mismo color claro de la otra mujer.
Cuando Alyssa se apartó y la condujo ante el espejo del cuarto de baño, _______ sólo reconoció sus ojos azules y el óvalo de su cara.
—Estás genial. De todas maneras, ahí fuera todos estarán dema¬siado borrachos para saber si eres tú o yo. Aunque por si acaso, la ropa que he escogido para ti garantizará que las miradas masculinas no suban de tus tetas.
_______ quiso protestar. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero las contuvo. Si disfrazarse de stripper la mantenía con vida, bueno... sobreponerse a la vergüenza sería mucho más fácil que tener una bala entre las cejas.
—Haz lo que haga falta —suspiró _______.
—Vamos a recoger tu pelo para ponerte la peluca.
—Puedo hacerlo yo. —_______ se llevó los dedos a la cabeza y se la frotó.
—Las pelucas son un engorro. Lamento que tengas que ponerte una, pero para hacerte pasar por mí, tienes que ser rubia.
_______ se encogió de hombros. La incomodidad era poco sacrificio a cambio de permanecer viva.
—Y tenemos que asegurarla bien. Joe va a querer pasar revista antes de que salgas. No te dejará poner un pie fuera hasta que esté con¬vencido de que puedes pasar la prueba. Se toma muy en serio la tarea de proteger a sus clientes.
La idea de que Joe le pasara revista le provocó un vuelco en el es¬tómago. Joe era muy atractivo, y que fuera un dominador sólo hacía que _______ se sintiera más intrigada, a pesar de sus reticencias y miedos.
Asegurando la peluca rubia en su lugar, _______ dejó de pensar en ello. Estaba muy cansada. Además estaba estresada. No iba a hacer el amor con Joe, así que las preferencias sexuales de ese hombre le traían sin cuidado.
Alguien golpeó la puerta. A _______ se le disparó el corazón. ¿Ha¬bría logrado el tirador seguirla hasta allí? Dirigió la mirada a la ventana, esperando que sirviera como vía de escape.
La puerta se abrió y entró Joe con unos vaqueros rotos y descolo¬ridos, una camiseta, una gorra de béisbol y un bigote falso. Todos esos cambios en su apariencia lo hacían parecer considerablemente dife¬rente. Pero aun así, no le pasó desapercibido su expresión de enfado.
—Maldición, ¿qué estáis haciendo aquí dentro? ¿Una fiesta de pijamas?
—No te pases, Joe. Me he dado toda la prisa que podía —dijo Alyssa con una sonrisa, luego lo besó en la mejilla—. Buena suerte —le dijo a _______.
Luego se marchó, dejándolos solos.
La mirada de Joe atravesó la habitación y se clavó en ella. Esos ojos oscuros la abrasaron, y una lenta y pecaminosa sonrisa apareció en la boca masculina. Esa mirada hizo que se le retorciera el estómago. Rápidamente, _______ se dio cuenta de que no llevaba puesto más que un tanga y un sugerente sujetador, y echó un vistazo alrededor bus¬cando cualquier cosa que pudiera cubrirla.
Atravesó la estancia a toda velocidad para coger una de las sábanas blancas de seda de la cama. Joe se la arrebató de las manos.
—No es el momento de ser modesta, cher —le susurró al oído; su voz tenía un inconfundible acento cajún.
El cuerpo de Joe impactó contra su trasero, sus piernas se pegaron a las de ella, el ancho pecho le rozó los hombros. El calor que él emitía le atravesó la piel y la excitó. A pesar de la cálida sensación, los estre¬mecimientos le recorrieron la piel y sintió que le bajaba un escalofrío por la espalda. De manera inoportuna, se le irguieron los pezones.
_______ tragó saliva. Puede que él fuera uno de los buenos, pero en ese momento, su postura era la de un auténtico depredador.
—No necesito que estés aquí mientras me visto.
—Mais oui, para tu desgracia pienso supervisarte. No saldremos de aquí hasta que esté convencido de que puedes pasar por Alyssa.
—Llevo vistiéndome sola desde los tres años. Creo que me las puedo arreglar perfectamente.
—Cierto, pero Alyssa va a ser nuestra tapadera. Vamos a pasearnos por ahí abajo como si estuviéramos sedientos de sexo. La gente está acostumbrada a verme tocarla. Muy a menudo. Pero tú...
La rodeó con una mano y le acarició la barriga con la palma.
Ella dio un brinco y se quedó sin aliento cuando su ancha mano se detuvo sobre su estómago desnudo; el calor se concentró bajo su piel, insidioso e imparable.
—Saltas cuando te toco —le susurró al oído—. Si lo haces en público, toda esa gente sabrá que no eres Alyssa.
Con cada palabra que decía, Joe la hacía ser más consciente de que él era un hombre —muy hombre— y ella una mujer. Él tenía la clase de personalidad poderosa que la atraía. Sentía un aleteo en el estómago cuando él hablaba. Se le hinchaban los pechos. Se sentía nerviosa e insegura cuando él estaba demasiado cerca. _______ se tragó un nudo tan grande que pensó que se ahogaría e intentó apartarse de él.
Joe no se movió... ni la soltó.
Rechinando los dientes, ella dijo:
—Debe de haber otra manera de salir de aquí que metiéndome mano.
—Yo no lo aseguraría. Si quieres salir de una pieza, cher, tu acosador no debe reconocerte con este disfraz. Para ello tenemos que conseguir que parezca real.
La mano que estaba posada sobre su estómago comenzó a subir poco a poco.
_______ sintió vértigo ante la intimidad de sus palabras. La tocaría en público, donde los vería gente desconocida. Al instante, se le volvieron a hinchar los pechos. Y se le humedeció la entrepierna.
«Era imposible». A ella no le iban las exhibiciones públicas. Y las demostraciones cavernícolas de Joe no deberían excitarla. Tener fantasías era una cosa. Vivirlas era algo completamente diferente. Era una estupidez acceder a eso, en especial con un desconocido.
Joe interrumpió sus pensamientos acunándole un pecho entre los dedos para continuar subiendo poco a poco.
Hasta que _______ le sujeto la muñeca para detenerle.
—No creo que necesites tocarme con tanta intimidad para sacarme de aquí.
Él se detuvo.
—¿Menos de una hora conmigo y ya eres una autoridad en la materia?
—Esto no es un juego. ¡Es mi vida!
—Exacto —le gruñó al oído—. La gente, y no precisamente la de confianza, estará ahí fuera. Me verán con una mujer que creerán que es Alyssa. Si contienes el aliento, y me apartas la mano cada vez que te la ponga encima, sabrán que eres una impostora. Y si el acosador les ofrece dinero para que le informen de cualquier mujer sospechosa, serás un blanco fácil.
«Y uno fácil de matar». Joe no lo dijo, pero lo pensó. Igual que lo hizo _______.
—¿No podría salir de aquí disfrazada de vagabunda, de monja o algo por el estilo?
—Ese amiguito tuyo que va armado estará vigilando. ¿No crees que ver salir a una monja del club despertaría sus sospechas?
Tenía razón, maldita sea. Tenía que relajarse. Si vestirse de stripper y dejar que un tío bueno la acariciara unos minutos bastaba para mantenerla con vida, dejaría de lado la vergüenza y el recato.
Sólo había un problema: no reaccionaba ante Joe como si fuera una farsa, sino de verdad. Su cuerpo se excitaba simplemente con un susurro o una mirada suya. Pero aun así, la vergüenza que sentía al responder ante él no era nada comparado con la muerte. Cuando saliera de ese lío, encontraría un nuevo lugar donde esconderse, no tendría que volver a ver a Joe Jonas ni a preocuparse de que supiera cómo excitarla.
Aspirando profundamente, le soltó la muñeca.
—Chica lista —la elogió.
_______ sintió la mirada de Joe cuando él movió la mano hasta cubrirle el pecho por completo. Ella tragó. Dios, sentía el peso de su seno en la cálida mano. Siguió acariciándola mientras con el aliento le abrasaba la nuca. La tensión se le anudó en el estómago... y más abajo. Los pezones se le endurecieron hasta lo indecible bajo esa mirada ardiente. _______ cerró los ojos.
Luego él le rozó la tensa punta con el pulgar. Un placer electrizante le bajó por la espalda.
Incapaz de resistirse, se arqueó, presionando el pecho contra la mano.
—Buena chica —murmuró Joeen su oído, luego le rozó la sensible curva del cuello con los labios.
El deseo pulsó en su interior, profundo y duro. El corazón le martilleaba y tuvo que apretar los muslos.
La mano izquierda imitó a la derecha, tomando posesión del otro pecho entre los ardientes dedos. Esta vez _______ no brincó, pero luchó contra la necesidad de retorcerse mientras el placer arrasaba sus sentidos ante el doble asalto. Se mordió el labio para no gemir.
¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera ante un hombre que no conocía y cuyo estilo de vida sexual ella no practicaba?
Todo eso dejó de tener importancia cuando él le pellizcó las duras puntas de los pezones, haciéndolas rodar lentamente con erótica paciencia.
El deseo le aguijoneó el vientre, y descendió como una flecha hacia su entrepierna.
—Joe —protestó ella.
—Shhh, lo estás haciendo muy bien, cher. Con tal de que actúes como si esto fuera normal, las cosas irán bien.
¿Bien? Si volvía a hacer eso otra vez, se derretiría sin remedio.
No lo hizo. Su mano derecha abandonó el pecho para deslizarse hacia abajo por el estómago de _______, y siguió bajando, y bajando, hasta que los dedos de Joe se colaron bajo la tira húmeda del tanga para encontrar el clítoris hinchado y hambriento. _______ se quedó sin aliento y apretó los muslos contra él. Dios, él parecía tan excitado como ella. Eso era ridículo. No iba a tocarla así en público.
—No hagas eso —la advirtió, sacando la mano—. Un cuerpo tenso y contenido te delatará. Relájate.
—Esto no es necesario —le replicó con la voz ronca.
Él soltó un bufido cínico.
—Estás hablando como una chica que no tiene detrás de sí a un asesino. Nos ha seguido hasta aquí. ¿O se te ha olvidado?
—No, y no soy una chica.
—¿No? Entonces deja de comportarte como si lo fueras. Será un milagro si sales de aquí intacta. Estoy tratando de salvarte la vida, no de arrebatarte la virtud.
—¿Y esta clase de comportamiento no llamaría la atención?
—Nueva Orleáns no es el único lugar donde se celebra el Mardi Gras. El sol ya está poniéndose, y la fiesta está a punto de empezar. Fingir bien nos hará perdernos entre la gente, cher.
Era posible que él tuviera razón. Tenía que confiar en él. No tenía motivos para no hacerlo, y la había mantenido con vida hasta entonces.
—Lo siento.
Sintió como asentía con la cabeza.
—Abre las piernas.
Oh, Dios Santo. ¿Para qué? ¿Qué pretendía hacer ahora?
_______ se quedó paralizada ante la indecisión. Si con el roce de un dedo en el clítoris sentía escalofríos por todo su cuerpo, ¿qué sentiría con toda la mano? ¿Se reiría de ella si tenía un orgasmo? Tal y como estaban las cosas, estaba más cerca de lo que podía pensar...
—Si tengo que atarte para que te acostumbres a mis caricias, lo haré.
Ante ese gruñido de advertencia, sintió cómo la humedad manaba de ella, cubriendo su carne ya hinchada. Oh, qué humillante. Si Joe supiera lo que había provocado esa amenaza... Se puso a temblar.
Con una fuerza sorprendente, Joe metió un pie entre los pies desnudos de _______ y los separó.
—Pon las manos por encima de la cabeza.
—¿Qué?
_______ intentó cerrar las piernas, pero Joe había metido el muslo entre ellas. Santo Dios, ¿sentiría él cómo sus jugos le empapaban los vaqueros a través del tanga? ¿Pensaría que era débil o fácil?
—Es la última vez que te lo digo —la amenazó—. Apoya las manos en la pared o las cosas se van a poner muy feas.
¿Muy feas? ¿A qué otra cosa podía estar refiriéndose aparte del sexo? Todo su cuerpo se estremeció ante la idea.
—Veo que no me haces caso... supongo que quieres que te ate, _______.
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
—No. —Ella cedió y apoyó las manos en la pared por encima de la cabeza.
Pero sabía que le había mentido. En apariencia, la idea de ser su esclava sexual parecía primitiva y machista. Era algo que la gente no consideraba propio de una vida sexual sana. Pero por un instante, Joe la había obligado a enfrentarse a sus fantasías. —Así está mejor, pero tienes que dejar de cuestionar todo lo que te digo. Si te digo que hagas algo, lo haces. No es negociable.
Era algo que iba contra su independencia. Pero a la vez, hacía que el nudo de deseo en su vientre se anudara más fuerte.
—Eres un arrogante.
—Y voy a seguir siéndolo. Será mejor que me hagas caso, pequeña, o tendrás que asumir las consecuencias.
_______ quería negarse, convencerlo de que su poder no la atraía. Pero sólo empezaría una pelea que no tenían tiempo de terminar. Si quería salir de allí con el orgullo intacto, tenía que convencerle de que estaba preparada para engañar a su acosador. Y para eso tenía que hacer creer a toda esa gente de afuera de que estaba totalmente familiarizada y cómoda con las caricias de Joe.
—Ya tienes lo que querías. Tengo las manos en la pared. Sé que me vas a manosear en público. No mostraré ni sorpresa ni incomodidad. ¿Acabamos ya con esto?
—No estás preparada.
—Lo estoy.
—Entonces, si hago esto...
Volvió a meter la mano en el tanga, le acarició el clítoris con los dedos antes de bajar hacia su abertura e introducir dos dedos profundamente en ella. Bajó la mano izquierda por su estómago para cubrirle el clítoris con ella.
Incapaz de evitarlo, _______ contuvo la respiración.
—Ves, no estás preparada —le dijo, y comenzó a acariciarle el clítoris, mientras los dedos con los que la penetraba comenzaban a moverse hasta encontrar un nudo de nervios que _______ no sabía que poseía. Joe frotó ese punto sin piedad, despacio, con golpecitos insistentes que enviaron una oleada de estremecimientos por todo el cuerpo de _______.
Estaba a punto de tener un orgasmo, como un coche a toda velocidad a punto de caerse por el borde de un precipicio. Su vagina se apretaba con un hambre voraz en torno a los dedos de Joe, su cuerpo suplicaba la liberación. Joe la mordió en el cuello. Luego se apretó contra su espalda, presionando una erección inequívocamente grande contra la hendidura de su culo.
Al menos no era la única excitada, pensó _______ mientras dejaba caer la cabeza, sobre el hombro de Joe, comenzando a sudar cuando los dedos masculinos continuaron llenándola y jugueteando con su clítoris. Su pecho subía y bajaba con cada respiración. Eso era un delirio. ¡Una locura! Ese placer acabaría por matarla. ¿Cuándo se había excitado ella tanto y con tal rapidez?
Las sensaciones siguieron creciendo, hasta que sintió que el placer la ahogaba, casi al borde del estallido.
Luego Joe la privó de sus caricias, sacando las manos del tanga y poniéndoselas sobre las caderas.
—Nada de correrte, al menos hasta que yo lo diga.
Antes de que pudiera evitarlo, _______ soltó un gemido.
Joe la besó en el cuello otra vez, la rozó con los labios, la mordisqueó.
—Ya me lo agradecerás más tarde.
_______ no podía imaginar por qué decía eso. Sentía los nervios a flor de piel. La había estimulado tan a fondo que estaba tensa y su mente parecía un torbellino. Si la tocaba en público, lo más probable era que llegara de golpe al clímax con tanta intensidad que perdería el conocimiento.
Le deslizó las manos por el vientre otra vez, hasta sus pechos. Los acarició, rodeando los pezones doloridos con la yema de los dedos. Ella se arqueó contra sus manos, apretando al mismo tiempo el trasero contra la impresionante erección que tenía a sus espaldas, mientras se mordía los labios para contener un gemido.
Él se apartó con una risa.
—Buen intento.
—Joe. —Ella no quería suplicar. De verdad. Pero, ¿cómo se suponía que iba a poder contenerse ante ese hombre cuando todo su cuerpo le dolía de necesidad?
—¿Vas a cuestionarme de nuevo?
El tono de su voz le decía que ésa era una idea muy mala. Pero dejarla en ese estado tampoco era justo. Aun así, una mirada por encima del hombro a la cara de pocos amigos de Joe detuvo la súplica que tenía en la punta de la lengua.
—No.
—Y si yo... —él introdujo la mano en el tanga otra vez y le frotó el clítoris con un dedo— hiciese esto...
El placer se disparó a través de ella una vez más, rápido y voraz. _______ gimió y empujó las caderas hacia atrás hasta apretarse contra él. Estaba tan cerca...
De nuevo, él se retiró.
—Excelente. Ahora no darás un brinco cuando te toque.
—¿Vas a dejarme así?
—¿Estás invitándome a hacer algo al respecto más tarde? —El murmullo ronco de la voz de Joe le retumbó en el oído.
A Joe le gustaba atar a las mujeres y poseerlas en cuerpo y alma. El pensamiento le inundó la mente. ¿Qué diablos había hecho?
Permitirle hacer cualquier cosa, todo lo que quisiera...
—Ni en sueños. —Ella se puso rígida e intentó apartarse de él.
—Es una pena. Me encantan las nenas como tú, tan estiradas por fuera y tan cremosas por dentro. Sólo con pensar en oírte gritar mi nombre mientras te poseo me pongo a cien.
Oh, por Dios. También ella.
—Sólo eres mi entrevistado. Eso es todo.
—¿Te mojas así por todos tus entrevistados? —se burló él.
—Vete al infierno.
Con una risita ahogada, él le palmeó el trasero desnudo con la ancha palma de su mano.
—Vístete.
_______ pasó a su lado y él le dio otro cachete, que ella sintió como si fuera fuego puro. Se tuvo que morder los labios para no gemir.
«Sólo tengo que vestirme de una vez y salir de aquí».
Mientras Joe esperaba, _______ se puso una indecente falda de cuero color púrpura muy apretada. Después se puso un ceñido top de cuero que resaltaba su pequeña cintura y le elevaba los senos. Durante todo el rato, sintió la penetrante mirada de Joe en la espalda, y cómo, la lujuria que él había provocado, le hacía arder.
Al fin, se calzó las altas botas negras de tacón. Sorprendentemente, eran muy cómodas.
—Salgamos de una vez —le espetó.
Él la miró.
—¿Estás preparada para lo que ocurrirá cuando atravesemos esa puerta?
—Nos arrestarían si hiciéramos más de lo que ya hemos hecho, así que por ahora creo que he pasado lo peor.
Joe la guió a la puerta con una sonrisa arrogante.
—¿De verdad crees eso?
Pero sabía que le había mentido. En apariencia, la idea de ser su esclava sexual parecía primitiva y machista. Era algo que la gente no consideraba propio de una vida sexual sana. Pero por un instante, Joe la había obligado a enfrentarse a sus fantasías. —Así está mejor, pero tienes que dejar de cuestionar todo lo que te digo. Si te digo que hagas algo, lo haces. No es negociable.
Era algo que iba contra su independencia. Pero a la vez, hacía que el nudo de deseo en su vientre se anudara más fuerte.
—Eres un arrogante.
—Y voy a seguir siéndolo. Será mejor que me hagas caso, pequeña, o tendrás que asumir las consecuencias.
_______ quería negarse, convencerlo de que su poder no la atraía. Pero sólo empezaría una pelea que no tenían tiempo de terminar. Si quería salir de allí con el orgullo intacto, tenía que convencerle de que estaba preparada para engañar a su acosador. Y para eso tenía que hacer creer a toda esa gente de afuera de que estaba totalmente familiarizada y cómoda con las caricias de Joe.
—Ya tienes lo que querías. Tengo las manos en la pared. Sé que me vas a manosear en público. No mostraré ni sorpresa ni incomodidad. ¿Acabamos ya con esto?
—No estás preparada.
—Lo estoy.
—Entonces, si hago esto...
Volvió a meter la mano en el tanga, le acarició el clítoris con los dedos antes de bajar hacia su abertura e introducir dos dedos profundamente en ella. Bajó la mano izquierda por su estómago para cubrirle el clítoris con ella.
Incapaz de evitarlo, _______ contuvo la respiración.
—Ves, no estás preparada —le dijo, y comenzó a acariciarle el clítoris, mientras los dedos con los que la penetraba comenzaban a moverse hasta encontrar un nudo de nervios que _______ no sabía que poseía. Joe frotó ese punto sin piedad, despacio, con golpecitos insistentes que enviaron una oleada de estremecimientos por todo el cuerpo de _______.
Estaba a punto de tener un orgasmo, como un coche a toda velocidad a punto de caerse por el borde de un precipicio. Su vagina se apretaba con un hambre voraz en torno a los dedos de Joe, su cuerpo suplicaba la liberación. Joe la mordió en el cuello. Luego se apretó contra su espalda, presionando una erección inequívocamente grande contra la hendidura de su culo.
Al menos no era la única excitada, pensó _______ mientras dejaba caer la cabeza, sobre el hombro de Joe, comenzando a sudar cuando los dedos masculinos continuaron llenándola y jugueteando con su clítoris. Su pecho subía y bajaba con cada respiración. Eso era un delirio. ¡Una locura! Ese placer acabaría por matarla. ¿Cuándo se había excitado ella tanto y con tal rapidez?
Las sensaciones siguieron creciendo, hasta que sintió que el placer la ahogaba, casi al borde del estallido.
Luego Joe la privó de sus caricias, sacando las manos del tanga y poniéndoselas sobre las caderas.
—Nada de correrte, al menos hasta que yo lo diga.
Antes de que pudiera evitarlo, _______ soltó un gemido.
Joe la besó en el cuello otra vez, la rozó con los labios, la mordisqueó.
—Ya me lo agradecerás más tarde.
_______ no podía imaginar por qué decía eso. Sentía los nervios a flor de piel. La había estimulado tan a fondo que estaba tensa y su mente parecía un torbellino. Si la tocaba en público, lo más probable era que llegara de golpe al clímax con tanta intensidad que perdería el conocimiento.
Le deslizó las manos por el vientre otra vez, hasta sus pechos. Los acarició, rodeando los pezones doloridos con la yema de los dedos. Ella se arqueó contra sus manos, apretando al mismo tiempo el trasero contra la impresionante erección que tenía a sus espaldas, mientras se mordía los labios para contener un gemido.
Él se apartó con una risa.
—Buen intento.
—Joe. —Ella no quería suplicar. De verdad. Pero, ¿cómo se suponía que iba a poder contenerse ante ese hombre cuando todo su cuerpo le dolía de necesidad?
—¿Vas a cuestionarme de nuevo?
El tono de su voz le decía que ésa era una idea muy mala. Pero dejarla en ese estado tampoco era justo. Aun así, una mirada por encima del hombro a la cara de pocos amigos de Joe detuvo la súplica que tenía en la punta de la lengua.
—No.
—Y si yo... —él introdujo la mano en el tanga otra vez y le frotó el clítoris con un dedo— hiciese esto...
El placer se disparó a través de ella una vez más, rápido y voraz. _______ gimió y empujó las caderas hacia atrás hasta apretarse contra él. Estaba tan cerca...
De nuevo, él se retiró.
—Excelente. Ahora no darás un brinco cuando te toque.
—¿Vas a dejarme así?
—¿Estás invitándome a hacer algo al respecto más tarde? —El murmullo ronco de la voz de Joe le retumbó en el oído.
A Joe le gustaba atar a las mujeres y poseerlas en cuerpo y alma. El pensamiento le inundó la mente. ¿Qué diablos había hecho?
Permitirle hacer cualquier cosa, todo lo que quisiera...
—Ni en sueños. —Ella se puso rígida e intentó apartarse de él.
—Es una pena. Me encantan las nenas como tú, tan estiradas por fuera y tan cremosas por dentro. Sólo con pensar en oírte gritar mi nombre mientras te poseo me pongo a cien.
Oh, por Dios. También ella.
—Sólo eres mi entrevistado. Eso es todo.
—¿Te mojas así por todos tus entrevistados? —se burló él.
—Vete al infierno.
Con una risita ahogada, él le palmeó el trasero desnudo con la ancha palma de su mano.
—Vístete.
_______ pasó a su lado y él le dio otro cachete, que ella sintió como si fuera fuego puro. Se tuvo que morder los labios para no gemir.
«Sólo tengo que vestirme de una vez y salir de aquí».
Mientras Joe esperaba, _______ se puso una indecente falda de cuero color púrpura muy apretada. Después se puso un ceñido top de cuero que resaltaba su pequeña cintura y le elevaba los senos. Durante todo el rato, sintió la penetrante mirada de Joe en la espalda, y cómo, la lujuria que él había provocado, le hacía arder.
Al fin, se calzó las altas botas negras de tacón. Sorprendentemente, eran muy cómodas.
—Salgamos de una vez —le espetó.
Él la miró.
—¿Estás preparada para lo que ocurrirá cuando atravesemos esa puerta?
—Nos arrestarían si hiciéramos más de lo que ya hemos hecho, así que por ahora creo que he pasado lo peor.
Joe la guió a la puerta con una sonrisa arrogante.
—¿De verdad crees eso?
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Capítulo 3
Joe bajó las escaleras con _____ de la mano. Apenas pudo evitar usar la otra para acomodar la dura longitud de su miembro en los vaqueros. Caramba, esa mujer iba a conseguir que le estallara la cremallera.
Tras el episodio en el dormitorio de Alyssa, sabía varias cosas innegables sobre ____ O'Malley: Uno, tenía un cuerpo increíble. Lo que veía, sentía y olía cuando la tenía cerca lo afectaba a un nivel primitivo que lo instaba a minar su resistencia hasta que se rindiera por completo a él. Dos, era increíblemente caliente. Tenía los pechos erguidos y los pezones sensibles, una boca plena y una inesperada veta de independencia que le decía que sería todo un reto y un triunfo para el hombre que pudiera dominarla. Tres, le gustaba someterse..., pero no quería admitirlo. Sus húmedas reacciones, casi orgásmicas ante sus pequeñas —de acuerdo, no tan pequeñas— demandas para acostumbrarla a sus caricias, habían sido delatoras. Cada vez que la había amenazado con atarla, ella se había mojado aún más. Joe había necesitado un sorprendente autocontrol para evitar que llegara al clímax y para no zambullirse profundamente en su sexo mientras lo alcanzaba.
Sabía algo más sobre _______: no se dejaba llevar por el pánico ni se rendía ante el peligro. Estaba asustada, cierto. Sólo una idiota no lo estaría si la persiguiera un francotirador para matarla. Pero ______ había actuado con lógica, a pesar de que al principio se había mostrado en desacuerdo con él y había rechazado sus primeras ofertas de ayuda. Todo eso decía mucho de ella... y de cómo tenía que tratarla. Con paciencia, persistencia, y una combinación de ternura y exigencia.
Por último, si _______ era la novia de Brandon Ross, debía de estar aburrida y muy tensa. Brandon habría pasado por alto todas esas necesidades que no comprendía y que no podía satisfacer. Joe apostaría lo que fuera a que ella estaba llena de fantasías secretas. Satisfacerla plenamente requería a alguien con más pelotas, ternura y autocontrol de los que Brandon poseía. Casi sintió lástima por ______. De hecho, puede que a largo plazo le estuviera haciendo un favor...
Pero la piedad no iba a impedir que se vengara del gilipollas que le había jodido la vida.
Antes, sin embargo, tenía que sacar a ________ viva del club.
Cuando llegaron a la puerta trasera del oscuro club de striptease, la guió a través de una cortina entre bastidores. Bruscamente se detuvo la música y comenzó un batir de palmas. Una morena delgada con enormes pechos de silicona contoneaba las caderas ante una multitud de hombres que le metían dinero en un minúsculo tanga. ______ la miró fijamente, claramente incómoda ante la desnudez de la chica y el manoseo de los desconocidos. Perfecto. A pesar de que él había ido a docenas de lugares como ése, quería a una mujer, ansiosa y dispuesta sólo para él. Apartando la mirada de la stripper, Joe escudriñó la multitud. Conocía el estado de ánimo de la clientela; esos juerguistas borrachos sólo buscaban una diversión placentera. Al otro lado de la habitación llena de humo, había un tipo con vaqueros y un suéter negro que miraba a su alrededor en vez de a la chica morena que acababa de darse la vuelta para ofrecer a la audiencia un inmejorable vista de su trasero. A unos metros de él, había otro tipo trajeado oculto en una esquina, con el ceño fruncido y la mirada vigilante. Había algo que no cuadraba. El bulto de la chaqueta sugería que ese tío llevaba encima una pistolera con un arma.
Uno de esos hombres —o ninguno— podía ser el tirador de ____. Pero Joe sabía que no podía permitirse el lujo de correr riesgos.
Con aire despreocupado se detuvo en medio de la multitud, se volvió hacia _____ y la atrajo hacia él para abrazarla y besarla en el cuello. Ella se puso tensa.
—Cher—le dijo.
Para los que estaban cerca sólo era una palabra cariñosa. El asentimiento de cabeza de ______ le confirmó que ella lo había tomado como la advertencia que era en realidad. Ella se esforzó en relajar los hombros.
—Acabo de ver a un par de hombres sospechosos —le susurró contra la suave piel del cuello—. ¿Ves a alguien que te parezca familiar?
Ella vaciló, y Joe aprovechó la distracción y aspiró el dulce aroma a frambuesa de ______, rozando los labios contra esa piel suave como el pecado.
—No puedo pensar si me haces eso —contestó _____ con voz ronca.
Joe le deslizó una mano por la espalda hasta la curva de las caderas, más porque le apetecía que porque fuera necesario. Pero ese gesto contribuía a crear la imagen de que eran unos amantes que no podían quitarse las manos de encima.
—Puedes y lo harás.
_____ maldijo entre dientes y Joe sonrió. Si la maldición no le hubiera revelado cuánto la afectaba, el pulso acelerado de su carótida sí lo habría hecho. A la parte más calculadora de Joe le gustaba saber que la alteraba de esa manera. Era muy sexy. Oh, no se había olvidado de que era probable que el tirador estuviera por allí cerca, pero no creía que ese imbécil se atreviera a dispararles con tantos testigos presentes. Y ese estúpido psicópata no tenía razón alguna para no creer que _______ era Alyssa.
—No los veo. Hay mucho humo y soy demasiado baja.
Las dos cosas eran ciertas. ¡Maldita sea!
Rodeándola con los brazos, Joe la sostuvo contra su pecho. La cabeza de ____ apenas le llegaba al hombro, recordándole lo menuda que era. Con tanta personalidad, el tamaño era algo fácil de olvidar.
Visto lo visto, ella había demostrado mucha de esa personalidad últimamente. A Joe podía no gustarle, pero admiraba su valor para sobreponerse a las circunstancias y su coraje para luchar.
—Salgamos de aquí, no vaya a ser que uno de ellos sea tu pesadilla.
_____ asintió con la cabeza, pero él sintió su estremecimiento. Joe se detuvo para mirarla a la cara. Bajo el espeso maquillaje, los ojos azules reflejaban la certeza de que iban a por ella. Pero el gesto de esa boca exuberante mostraba tanto miedo como determinación. No se daba por vencida.
Ni tampoco él.
—No dejaré que te ocurra nada —la tranquilizó—. Dame la mano. Sonríe. Así. Ahora, sigúeme hacia la puerta.
Lentamente, Joe se abrió paso entre la multitud, manteniéndose lo más cerca posible de la pared. Se detuvo para devolver un saludo y recibió alguna palmadita en la espalda de un par de tipos a los que había sacado de un apuro y que opinaban que tirarse a Alyssa debía de ser como estar en el paraíso.
Uno de los hombres sospechosos les prestó atención mientras se acercaban a la puerta. El tío trajeado miraba fijamente a ______. Joe observó cómo la estudiaba, entrecerrando los ojos. Correr sólo alertaría a ese gilipollas si es que era en realidad el acosador de _______.
Así que Joe hizo girar a _____ y la atrajo hacia él para abrazarla. Ella agrandó los ojos cuando le sostuvo la cara entre las manos y le cubrió la boca con la suya.
De inmediato se sintió embriagado por su suavidad. Tras una protesta ahogada, Joe percibió que _____ se obligaba a relajarse. Que se sometía. Abrió poco a poco los labios para él, con una tímida vacilación que hizo que él ardiera de deseo. Una deliciosa incertidumbre aderezaba el beso, poniéndole tan duro como una lanza. Pero no era suficiente... ni para convencer al asesino que la perseguía ni para apaciguar el hambre que rugía como una violenta tormenta en sus entrañas.
Joe no pudo contenerse más.
En su garganta resonó un gruñido cuando profundizó el beso y la urgió a abrir más esos suaves labios. Entró en su boca con un envite arrasador. Y gimió cuando esa calidez húmeda y dulce, que sabía como la canela, estalló a través de sus sentidos. Y se mezcló con el sabor del miedo.
______ comenzó a devolverle el beso lentamente, rindiéndose y dejándose caer contra él suavemente. Pronto, soltó un suave gemido y siguió el ritmo de Joe, buscándolo con la lengua cuando él se retiraba. Clavó las manos en sus hombros y se aferró a él, inclinando la cabeza a un lado para que sus bocas se acoplaran perfectamente. Manteniéndola presa entre sus brazos, Joe se hundió más en ella. El sabor del miedo disminuyó. Ella se estremeció... pero ahora, esa reacción nada tenía que ver con el temor.
_______ contuvo el aliento... luego se rindió, entregándose por completo a él.
Conteniendo el placer ante tan lujuriosa respuesta, Joe se prometió a sí mismo que más tarde tendría tiempo más que suficiente para acostarse con ella, para seducir a la novia de Brandon y disfrutar de cada una de esas respuestas suaves y tímidas. Pero eso vendría después.
Finalizando el beso con un mordisco en el irresistible labio inferior de _____, Joe abrió los ojos a tiempo de ver cómo el hombre trajeado hablaba con algunos clientes habituales. Joe se aseguró de que _______ quedara oculta de la vista de esa gente. Esperaba que ninguno de ellos recordase que jamás le habían visto besar a Alyssa de esa manera.
El hombre trajeado escuchó las respuestas y luego inclinó la cabeza dando las gracias. La decepción le ensombreció la cara. El tío de los vaqueros y la camiseta había desaparecido.
—Creo que será mejor que nos vayamos —le murmuró Joe a ______—. Salgamos de aquí.
De nuevo, la tomó de la mano y la condujo hacia la puerta principal. La multitud de la calle los tragó con rapidez, y Joe sonrió.
En cuanto pasara el peligro, en cuanto estuviera seguro de que ya estaban a salvo, podría concentrase en _______... y pensar en todas las maneras deliciosas de conseguir que se rindiera.
Al cabo de unos minutos, Joe la condujo a su camioneta, estacionada en una oscura calle lateral. _______ vaciló. Brandon no se iba a alegrar de que dejara su coche atrás, pero ¿qué otras opciones tenía? No podía discutir la lógica de Joe de que el acosador vigilaría el coche que había seguido hasta allí.
Después de que se subieran al vehículo, Joe se giró hacia el asiento del pasajero. Hubiera tenido que ser ciega para no darse cuenta de que estaba mirando la piel expuesta de su muslo y el escote del atuendo de cuero púrpura que Alyssa le había dejado. Con toda esa piel expuesta, _______ deseaba tener una tienda de campaña a mano para ponérsela encima. Otra parte de ella, sin embargo, disfrutaba de esa cálida mirada. La necesidad, que atravesó como una flecha su dolorido clítoris, la impulsaba a subir un poco más la falda y alentar a Joe con una mirada. Resistió esa peligrosa tentación.
El oscuro y familiar deseo colisionó en su interior con el estrés y la incertidumbre. ¿Cómo se le había puesto la vida patas arriba con tanta rapidez? ¿Cómo había acabado a merced de un desconocido que la hacía anhelar cosas que la avergonzaban tanto?
—No me mires —le espetó.
Joe apartó la mirada cuando así lo quiso.
—¿Por qué? Estás fabulosa.
—Parezco una fulana.
Rápido como un rayo, él se movió en el interior del vehículo e invadió el espacio de _____. Olía a medianoche y a hombre. Era peligroso.
—Pareces ansiosa y dispuesta. Pero no pareces en venta.
—Es lo mismo.
—No, no lo es.
Joe no añadió nada más durante largos momentos. Se acomodó en su asiento y puso la camioneta en marcha, luego se incorporó a la vía de tres carriles, para dirigirse al atardecer. Luego fueron al sureste, hacia el corazón del bayou.
Dirigiéndole otra ardiente mirada, Joe finalmente le explicó:
—Cuando una mujer vende su cuerpo, un hombre revisa su cartera antes de volver a mirarla. Si estás ansiosa y dispuesta un hombre no tiene que pensar en nada más. Si estás ansiosa y dispuesta sólo para él, haces que arda de pura necesidad. En este momento, yo estoy duro como una roca.
La noche comenzaba a cerrarse finalmente en torno a ellos. _______ tragó saliva. Joe la miró a través de la oscuridad de la cabina de la camioneta. Para ser sincera consigo misma, se había excitado. ¿Se habría dado cuenta él de que nunca antes se había vestido provocativamente para un hombre?
—Si fueras mía —continuó él con un ronco susurro —, mostrarías una imagen elegante en público, pero en privado... —Sonrió, sus dientes blancos, iluminados por la luz de la luna, resaltaron en la oscuridad de la cabina; era una sonrisa que prometía placer—. En privado, llevarías todavía menos ropa de la que llevas ahora. Mucho menos. Ni siquiera ese tanga inservible que llevas puesto.
_______ apenas podía respirar. No quería vestirse así. Parecería barata y fácil.
Pero no podía negar que también la hacía sentirse consciente de su cuerpo, de su poder femenino. Sexy, necesitada y deseable. ¿Cómo era posible?
—Eres demasiado directo.
—Soy sincero —admitió— ¿Para qué mentir?
—Oh, no sé. Para parecer educado. — Joe simplemente bufó—. Y estas bragas no sirven para nada. Ni siquiera cubren lo esencial.
—Exacto. ¿Y para qué quieres que te cubran?
Ella soltó un grito ahogado.
—No soy de las que les gusta exhibirse.
—Pero si fueras mía, lo que hay bajo la falda sería mío no tuyo, para mostrarlo u ocultarlo a quien yo quiera y donde yo quiera.
Esas palabras la hicieron arder de indignación, y también la llenaron de un deseo implacable e inconfundible. Se quedó sin aliento.
—¿Te asusto, cher? Eso es sumisión. Dejar el control en manos de otra persona. Tu intimidad, tu cuerpo, tu placer.
Se quedó callado varios minutos, y _______ se perdió en sus propios pensamientos. ¿Querría un Amo que su pareja mostrara parte —o todo— su cuerpo a quien él quisiera? ¿Dónde él quisiera? ¿En cualquier momento? Se movió inquieta en el asiento al pensarlo. Era perturbador y escandaloso. Pero al mismo tiempo esas palabras eran provocativas, prohibidas. Por Dios, se había vuelto loca.
Se sintió invadida por la curiosidad. Por eso, se permitió preguntarle. Después de todo, tenía que entrevistar a ese sujeto. Integridad periodística y todo eso.
—Lo que dices, parece egoísta y pervertido, exponer así a alguien sin tener en cuenta sus sentimientos.
—Puede parecer eso a primera vista.
—¿Cómo que a primera vista?
—Como te dije en el chat, una de las tareas de un buen Amo es ver en el alma de la sumisa y concederle cada placer que desee. Muchas sumisas no son conscientes de sus deseos más secretos. —La miró, sus ojos color chocolate eran penetrantes y directos—. O les parece tan vergonzoso que se niegan a confesarlos.
Estaba hablando de ella. «Sobre ella». Se lo dejaba claro con su ardiente mirada. _____ comenzó a respirar con rapidez y se le aceleró el corazón. No podía ignorar que su vientre —y sus pezones— estaban doloridos y tensos.
—Obligas a una mujer a que lleve a cabo actos que crees que desea en secreto, aunque ella no quiera admitirlo.
—Tiene que aceptarlos para encontrar verdadera satisfacción. Yo sólo la ayudo.
—¿De qué manera? Quiero decir, ¿siempre estás tratando de leerle la mente y de convencerla de hacer cosas nuevas e inusuales?
—Todo lo que es nuevo la excitará. Ella me dará el control total y me rogará que la tome donde y como quiera. Estoy seguro de que te das cuenta de los beneficios.
Sí, era difícil no darse cuenta. ¿Sería posible estar tan excitada como para llegar a implorar de tal manera? Una imagen mental de Joe atándola, y metiéndole mano, mientras ella se contorsionaba bajo su tacto inundó su cabeza. Una explosión de calor ardió en su vientre. Y creció. Dios sabía que las agresivas caricias de antes la habían llenado de deseo tan rápido que casi se había mareado. Y aquel beso arrebatador había hecho desaparecer todos sus miedos y vacilaciones, a la multitud que la rodeaba y al acosador.
No dudaba que él pudiera hacer que una mujer suplicara cualquier cosa, lo que fuera. Si no era precavida, si no guardaba las distancias, se convertiría con rapidez en otra muesca en el poste de su cama. Peor aún, él podría explorar su psique y dejar al descubierto todas las fantasías ocultas que mantenía guardadas en el fondo de su mente.
Era el momento de cambiar de tema.
—Gracias por sacarme de Lafayette. Habría corrido llena de pánico, sin ton ni son, cuando las balas comenzaron a volar. Yo sola jamás hubiera podido disfrazarme y despistarle.
—Ese es mi trabajo, _______.
Joe bajó las escaleras con _____ de la mano. Apenas pudo evitar usar la otra para acomodar la dura longitud de su miembro en los vaqueros. Caramba, esa mujer iba a conseguir que le estallara la cremallera.
Tras el episodio en el dormitorio de Alyssa, sabía varias cosas innegables sobre ____ O'Malley: Uno, tenía un cuerpo increíble. Lo que veía, sentía y olía cuando la tenía cerca lo afectaba a un nivel primitivo que lo instaba a minar su resistencia hasta que se rindiera por completo a él. Dos, era increíblemente caliente. Tenía los pechos erguidos y los pezones sensibles, una boca plena y una inesperada veta de independencia que le decía que sería todo un reto y un triunfo para el hombre que pudiera dominarla. Tres, le gustaba someterse..., pero no quería admitirlo. Sus húmedas reacciones, casi orgásmicas ante sus pequeñas —de acuerdo, no tan pequeñas— demandas para acostumbrarla a sus caricias, habían sido delatoras. Cada vez que la había amenazado con atarla, ella se había mojado aún más. Joe había necesitado un sorprendente autocontrol para evitar que llegara al clímax y para no zambullirse profundamente en su sexo mientras lo alcanzaba.
Sabía algo más sobre _______: no se dejaba llevar por el pánico ni se rendía ante el peligro. Estaba asustada, cierto. Sólo una idiota no lo estaría si la persiguiera un francotirador para matarla. Pero ______ había actuado con lógica, a pesar de que al principio se había mostrado en desacuerdo con él y había rechazado sus primeras ofertas de ayuda. Todo eso decía mucho de ella... y de cómo tenía que tratarla. Con paciencia, persistencia, y una combinación de ternura y exigencia.
Por último, si _______ era la novia de Brandon Ross, debía de estar aburrida y muy tensa. Brandon habría pasado por alto todas esas necesidades que no comprendía y que no podía satisfacer. Joe apostaría lo que fuera a que ella estaba llena de fantasías secretas. Satisfacerla plenamente requería a alguien con más pelotas, ternura y autocontrol de los que Brandon poseía. Casi sintió lástima por ______. De hecho, puede que a largo plazo le estuviera haciendo un favor...
Pero la piedad no iba a impedir que se vengara del gilipollas que le había jodido la vida.
Antes, sin embargo, tenía que sacar a ________ viva del club.
Cuando llegaron a la puerta trasera del oscuro club de striptease, la guió a través de una cortina entre bastidores. Bruscamente se detuvo la música y comenzó un batir de palmas. Una morena delgada con enormes pechos de silicona contoneaba las caderas ante una multitud de hombres que le metían dinero en un minúsculo tanga. ______ la miró fijamente, claramente incómoda ante la desnudez de la chica y el manoseo de los desconocidos. Perfecto. A pesar de que él había ido a docenas de lugares como ése, quería a una mujer, ansiosa y dispuesta sólo para él. Apartando la mirada de la stripper, Joe escudriñó la multitud. Conocía el estado de ánimo de la clientela; esos juerguistas borrachos sólo buscaban una diversión placentera. Al otro lado de la habitación llena de humo, había un tipo con vaqueros y un suéter negro que miraba a su alrededor en vez de a la chica morena que acababa de darse la vuelta para ofrecer a la audiencia un inmejorable vista de su trasero. A unos metros de él, había otro tipo trajeado oculto en una esquina, con el ceño fruncido y la mirada vigilante. Había algo que no cuadraba. El bulto de la chaqueta sugería que ese tío llevaba encima una pistolera con un arma.
Uno de esos hombres —o ninguno— podía ser el tirador de ____. Pero Joe sabía que no podía permitirse el lujo de correr riesgos.
Con aire despreocupado se detuvo en medio de la multitud, se volvió hacia _____ y la atrajo hacia él para abrazarla y besarla en el cuello. Ella se puso tensa.
—Cher—le dijo.
Para los que estaban cerca sólo era una palabra cariñosa. El asentimiento de cabeza de ______ le confirmó que ella lo había tomado como la advertencia que era en realidad. Ella se esforzó en relajar los hombros.
—Acabo de ver a un par de hombres sospechosos —le susurró contra la suave piel del cuello—. ¿Ves a alguien que te parezca familiar?
Ella vaciló, y Joe aprovechó la distracción y aspiró el dulce aroma a frambuesa de ______, rozando los labios contra esa piel suave como el pecado.
—No puedo pensar si me haces eso —contestó _____ con voz ronca.
Joe le deslizó una mano por la espalda hasta la curva de las caderas, más porque le apetecía que porque fuera necesario. Pero ese gesto contribuía a crear la imagen de que eran unos amantes que no podían quitarse las manos de encima.
—Puedes y lo harás.
_____ maldijo entre dientes y Joe sonrió. Si la maldición no le hubiera revelado cuánto la afectaba, el pulso acelerado de su carótida sí lo habría hecho. A la parte más calculadora de Joe le gustaba saber que la alteraba de esa manera. Era muy sexy. Oh, no se había olvidado de que era probable que el tirador estuviera por allí cerca, pero no creía que ese imbécil se atreviera a dispararles con tantos testigos presentes. Y ese estúpido psicópata no tenía razón alguna para no creer que _______ era Alyssa.
—No los veo. Hay mucho humo y soy demasiado baja.
Las dos cosas eran ciertas. ¡Maldita sea!
Rodeándola con los brazos, Joe la sostuvo contra su pecho. La cabeza de ____ apenas le llegaba al hombro, recordándole lo menuda que era. Con tanta personalidad, el tamaño era algo fácil de olvidar.
Visto lo visto, ella había demostrado mucha de esa personalidad últimamente. A Joe podía no gustarle, pero admiraba su valor para sobreponerse a las circunstancias y su coraje para luchar.
—Salgamos de aquí, no vaya a ser que uno de ellos sea tu pesadilla.
_____ asintió con la cabeza, pero él sintió su estremecimiento. Joe se detuvo para mirarla a la cara. Bajo el espeso maquillaje, los ojos azules reflejaban la certeza de que iban a por ella. Pero el gesto de esa boca exuberante mostraba tanto miedo como determinación. No se daba por vencida.
Ni tampoco él.
—No dejaré que te ocurra nada —la tranquilizó—. Dame la mano. Sonríe. Así. Ahora, sigúeme hacia la puerta.
Lentamente, Joe se abrió paso entre la multitud, manteniéndose lo más cerca posible de la pared. Se detuvo para devolver un saludo y recibió alguna palmadita en la espalda de un par de tipos a los que había sacado de un apuro y que opinaban que tirarse a Alyssa debía de ser como estar en el paraíso.
Uno de los hombres sospechosos les prestó atención mientras se acercaban a la puerta. El tío trajeado miraba fijamente a ______. Joe observó cómo la estudiaba, entrecerrando los ojos. Correr sólo alertaría a ese gilipollas si es que era en realidad el acosador de _______.
Así que Joe hizo girar a _____ y la atrajo hacia él para abrazarla. Ella agrandó los ojos cuando le sostuvo la cara entre las manos y le cubrió la boca con la suya.
De inmediato se sintió embriagado por su suavidad. Tras una protesta ahogada, Joe percibió que _____ se obligaba a relajarse. Que se sometía. Abrió poco a poco los labios para él, con una tímida vacilación que hizo que él ardiera de deseo. Una deliciosa incertidumbre aderezaba el beso, poniéndole tan duro como una lanza. Pero no era suficiente... ni para convencer al asesino que la perseguía ni para apaciguar el hambre que rugía como una violenta tormenta en sus entrañas.
Joe no pudo contenerse más.
En su garganta resonó un gruñido cuando profundizó el beso y la urgió a abrir más esos suaves labios. Entró en su boca con un envite arrasador. Y gimió cuando esa calidez húmeda y dulce, que sabía como la canela, estalló a través de sus sentidos. Y se mezcló con el sabor del miedo.
______ comenzó a devolverle el beso lentamente, rindiéndose y dejándose caer contra él suavemente. Pronto, soltó un suave gemido y siguió el ritmo de Joe, buscándolo con la lengua cuando él se retiraba. Clavó las manos en sus hombros y se aferró a él, inclinando la cabeza a un lado para que sus bocas se acoplaran perfectamente. Manteniéndola presa entre sus brazos, Joe se hundió más en ella. El sabor del miedo disminuyó. Ella se estremeció... pero ahora, esa reacción nada tenía que ver con el temor.
_______ contuvo el aliento... luego se rindió, entregándose por completo a él.
Conteniendo el placer ante tan lujuriosa respuesta, Joe se prometió a sí mismo que más tarde tendría tiempo más que suficiente para acostarse con ella, para seducir a la novia de Brandon y disfrutar de cada una de esas respuestas suaves y tímidas. Pero eso vendría después.
Finalizando el beso con un mordisco en el irresistible labio inferior de _____, Joe abrió los ojos a tiempo de ver cómo el hombre trajeado hablaba con algunos clientes habituales. Joe se aseguró de que _______ quedara oculta de la vista de esa gente. Esperaba que ninguno de ellos recordase que jamás le habían visto besar a Alyssa de esa manera.
El hombre trajeado escuchó las respuestas y luego inclinó la cabeza dando las gracias. La decepción le ensombreció la cara. El tío de los vaqueros y la camiseta había desaparecido.
—Creo que será mejor que nos vayamos —le murmuró Joe a ______—. Salgamos de aquí.
De nuevo, la tomó de la mano y la condujo hacia la puerta principal. La multitud de la calle los tragó con rapidez, y Joe sonrió.
En cuanto pasara el peligro, en cuanto estuviera seguro de que ya estaban a salvo, podría concentrase en _______... y pensar en todas las maneras deliciosas de conseguir que se rindiera.
Al cabo de unos minutos, Joe la condujo a su camioneta, estacionada en una oscura calle lateral. _______ vaciló. Brandon no se iba a alegrar de que dejara su coche atrás, pero ¿qué otras opciones tenía? No podía discutir la lógica de Joe de que el acosador vigilaría el coche que había seguido hasta allí.
Después de que se subieran al vehículo, Joe se giró hacia el asiento del pasajero. Hubiera tenido que ser ciega para no darse cuenta de que estaba mirando la piel expuesta de su muslo y el escote del atuendo de cuero púrpura que Alyssa le había dejado. Con toda esa piel expuesta, _______ deseaba tener una tienda de campaña a mano para ponérsela encima. Otra parte de ella, sin embargo, disfrutaba de esa cálida mirada. La necesidad, que atravesó como una flecha su dolorido clítoris, la impulsaba a subir un poco más la falda y alentar a Joe con una mirada. Resistió esa peligrosa tentación.
El oscuro y familiar deseo colisionó en su interior con el estrés y la incertidumbre. ¿Cómo se le había puesto la vida patas arriba con tanta rapidez? ¿Cómo había acabado a merced de un desconocido que la hacía anhelar cosas que la avergonzaban tanto?
—No me mires —le espetó.
Joe apartó la mirada cuando así lo quiso.
—¿Por qué? Estás fabulosa.
—Parezco una fulana.
Rápido como un rayo, él se movió en el interior del vehículo e invadió el espacio de _____. Olía a medianoche y a hombre. Era peligroso.
—Pareces ansiosa y dispuesta. Pero no pareces en venta.
—Es lo mismo.
—No, no lo es.
Joe no añadió nada más durante largos momentos. Se acomodó en su asiento y puso la camioneta en marcha, luego se incorporó a la vía de tres carriles, para dirigirse al atardecer. Luego fueron al sureste, hacia el corazón del bayou.
Dirigiéndole otra ardiente mirada, Joe finalmente le explicó:
—Cuando una mujer vende su cuerpo, un hombre revisa su cartera antes de volver a mirarla. Si estás ansiosa y dispuesta un hombre no tiene que pensar en nada más. Si estás ansiosa y dispuesta sólo para él, haces que arda de pura necesidad. En este momento, yo estoy duro como una roca.
La noche comenzaba a cerrarse finalmente en torno a ellos. _______ tragó saliva. Joe la miró a través de la oscuridad de la cabina de la camioneta. Para ser sincera consigo misma, se había excitado. ¿Se habría dado cuenta él de que nunca antes se había vestido provocativamente para un hombre?
—Si fueras mía —continuó él con un ronco susurro —, mostrarías una imagen elegante en público, pero en privado... —Sonrió, sus dientes blancos, iluminados por la luz de la luna, resaltaron en la oscuridad de la cabina; era una sonrisa que prometía placer—. En privado, llevarías todavía menos ropa de la que llevas ahora. Mucho menos. Ni siquiera ese tanga inservible que llevas puesto.
_______ apenas podía respirar. No quería vestirse así. Parecería barata y fácil.
Pero no podía negar que también la hacía sentirse consciente de su cuerpo, de su poder femenino. Sexy, necesitada y deseable. ¿Cómo era posible?
—Eres demasiado directo.
—Soy sincero —admitió— ¿Para qué mentir?
—Oh, no sé. Para parecer educado. — Joe simplemente bufó—. Y estas bragas no sirven para nada. Ni siquiera cubren lo esencial.
—Exacto. ¿Y para qué quieres que te cubran?
Ella soltó un grito ahogado.
—No soy de las que les gusta exhibirse.
—Pero si fueras mía, lo que hay bajo la falda sería mío no tuyo, para mostrarlo u ocultarlo a quien yo quiera y donde yo quiera.
Esas palabras la hicieron arder de indignación, y también la llenaron de un deseo implacable e inconfundible. Se quedó sin aliento.
—¿Te asusto, cher? Eso es sumisión. Dejar el control en manos de otra persona. Tu intimidad, tu cuerpo, tu placer.
Se quedó callado varios minutos, y _______ se perdió en sus propios pensamientos. ¿Querría un Amo que su pareja mostrara parte —o todo— su cuerpo a quien él quisiera? ¿Dónde él quisiera? ¿En cualquier momento? Se movió inquieta en el asiento al pensarlo. Era perturbador y escandaloso. Pero al mismo tiempo esas palabras eran provocativas, prohibidas. Por Dios, se había vuelto loca.
Se sintió invadida por la curiosidad. Por eso, se permitió preguntarle. Después de todo, tenía que entrevistar a ese sujeto. Integridad periodística y todo eso.
—Lo que dices, parece egoísta y pervertido, exponer así a alguien sin tener en cuenta sus sentimientos.
—Puede parecer eso a primera vista.
—¿Cómo que a primera vista?
—Como te dije en el chat, una de las tareas de un buen Amo es ver en el alma de la sumisa y concederle cada placer que desee. Muchas sumisas no son conscientes de sus deseos más secretos. —La miró, sus ojos color chocolate eran penetrantes y directos—. O les parece tan vergonzoso que se niegan a confesarlos.
Estaba hablando de ella. «Sobre ella». Se lo dejaba claro con su ardiente mirada. _____ comenzó a respirar con rapidez y se le aceleró el corazón. No podía ignorar que su vientre —y sus pezones— estaban doloridos y tensos.
—Obligas a una mujer a que lleve a cabo actos que crees que desea en secreto, aunque ella no quiera admitirlo.
—Tiene que aceptarlos para encontrar verdadera satisfacción. Yo sólo la ayudo.
—¿De qué manera? Quiero decir, ¿siempre estás tratando de leerle la mente y de convencerla de hacer cosas nuevas e inusuales?
—Todo lo que es nuevo la excitará. Ella me dará el control total y me rogará que la tome donde y como quiera. Estoy seguro de que te das cuenta de los beneficios.
Sí, era difícil no darse cuenta. ¿Sería posible estar tan excitada como para llegar a implorar de tal manera? Una imagen mental de Joe atándola, y metiéndole mano, mientras ella se contorsionaba bajo su tacto inundó su cabeza. Una explosión de calor ardió en su vientre. Y creció. Dios sabía que las agresivas caricias de antes la habían llenado de deseo tan rápido que casi se había mareado. Y aquel beso arrebatador había hecho desaparecer todos sus miedos y vacilaciones, a la multitud que la rodeaba y al acosador.
No dudaba que él pudiera hacer que una mujer suplicara cualquier cosa, lo que fuera. Si no era precavida, si no guardaba las distancias, se convertiría con rapidez en otra muesca en el poste de su cama. Peor aún, él podría explorar su psique y dejar al descubierto todas las fantasías ocultas que mantenía guardadas en el fondo de su mente.
Era el momento de cambiar de tema.
—Gracias por sacarme de Lafayette. Habría corrido llena de pánico, sin ton ni son, cuando las balas comenzaron a volar. Yo sola jamás hubiera podido disfrazarme y despistarle.
—Ese es mi trabajo, _______.
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Hola chicas :oops: lo siento por tardarme pero ya subi unos cuantos capis si quieren mas me avisan
aranzhitha
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Wiiii Regrese!!!!!
Siento nop haberme pasado antes es que me quede sin internet :¬w¬:
pero ya estoy aqui!!!!
Tienes que Seguirla!!!! ahora :]P
Porfiiis!
Siento nop haberme pasado antes es que me quede sin internet :¬w¬:
pero ya estoy aqui!!!!
Tienes que Seguirla!!!! ahora :]P
Porfiiis!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: "Dominada por el deseo" (Joe y tu) Terminada
—No tenías por que hacerlo. —Luego, acordándose de la manera en que sus manos le habían recorrido el cuerpo de arriba abajo en el dormitorio de Alyssa, le dirigió una mirada suspicaz—. De hecho, creo que hiciste más de lo que el trabajo requería.
—Piensa lo que quieras. —La sonrisa de Joe le dijo a ______ que esa afirmación le divertía.
—Es lo que suelo hacer. —Ella rechinó los dientes, deseando saber cómo podría borrar esa sonrisa de su cara—. ¿A dónde vamos?
—A un lugar. Es seguro. Puedes esconderte allí hasta que se nos ocurra algo.
Pensar en estar cerca de Joe, aunque sólo fuera por unos días, la ponía nerviosa.
—Tal vez debería alquilar un coche y regresar a Houston. Ya me he impuesto dem...
—Lo descubrirá y te perseguirá, ______. Ese tío no es estúpido. Es un psicópata pero no es tonto. ¿Quieres estar a salvo o muerta? Además, será una buena oportunidad para que aprendas más sobre Dominación y Sumisión. Puedo asegurarte de que parecerás una experta en tu programa.
—Creo que ya sé suficiente.
—Cher, apenas has arañado la superficie.
—No necesito que me andes toqueteando.
La sonrisa de Joe podría derretir la mantequilla.
—Puedes pensar que no lo necesitas, pero yo sé la verdad. Lo necesitas más de lo que crees.
_________ se quedó boquiabierta.
—No eres más que un bastardo arrogante.
—Tú eres una sumisa, y yo un arrogante. ¿Ves cómo ya nos vamos conociendo?
La burla la hizo hervir de furia.
—¡Yo no soy... eso! Llévame de vuelta a Lafayette.
Él le dirigió una mirada divertida.
—¿Al coche de tu amigo, donde es probable que tu acosador te apunte con su precioso rifle mientras nosotros hablamos?
Ella se mordió los labios. Maldita sea, ¿por qué tenía que tener razón?
—O tal vez debería dejarte en la comisaría de policía —continuó burlándose—, siempre son una ayuda inestimable en casos de acosadores.
Apretando los puños, _______ no dijo nada; sabía que él tenía razón.
—O quizá podrías coger un avión de regreso a Los Angeles, ¿cuánto tiempo crees que pasará antes de que tu acosador pare de hacerte fotos y vuelva a dispararte a la cabeza? ¿Tienes ganas de morir?
—No. —La voz de _______ vibró por la cólera que atravesaba su cuerpo—. ¿Por qué no cierras el pico?
Joe sólo sonrió.
—No eres demasiado lista si prefieres enfrentarte a un asesino que a tu propia sexualidad, _______. Te haré la misma pregunta que te hice antes de que el psicópata empezara a disparar. ¿Qué es lo que te da miedo?
—No quiero hablar de eso.
Él se encogió de hombros, como si su respuesta le diera lo mismo.
—Genial. Es tu vida. ¿Te llevo de regreso a Lafayette o prefieres permanecer a salvo conmigo?
Dios, quería hacerle algo a ese bastardo. Escupirle en la cara y cortarle las pelotas, exigirle que la llevara de vuelta al coche de Brandon para poder regresar a Houston, lejos de sus palabras desafiantes y sus caricias perturbadoras.
Solo que una vez más, maldita sea, él estaba en lo cierto. Volver a ponerse en el camino del asesino porque Joe era capaz de excitar sus fantasías sexuales era una estupidez. No conocía ningún lugar seguro al que ir, y a pesar de la sugerencia de Brandon, no iba a llamar al senador Ross. Él no movería ni un solo dedo para ayudarla.
—Iré contigo —dijo ella volviendo a rechinar los dientes.
—Buena chica. Tenemos unas horas de viaje por delante y se hace tarde. Intenta dormir un poco.
________ no estaba segura de poder hacerlo. Se sentía vulnerable con un hombre como Joe, en especial mientras tenía a un acosador pisándole los talones.
—Estoy bien.
—No ha sido una sugerencia. No nos sigue nadie. La carretera está desierta. —Señaló los campos abiertos y la carretera que se extendía ante ellos, completamente iluminada por los focos delanteros—. Estás a salvo, cher, y podrías necesitar las fuerzas más tarde en caso de que no hayamos despistado a tu acosador definitivamente.
Ella suspiró, luego le dirigió una mirada reacia. Una vez más, él tenía razón.
______ cruzó los brazos sobre el pecho y se giró hacia la ventanilla. Pero muy pronto, el rítmico traqueteo del coche la adormeció. Cerró los ojos y se quedó dormida.
Dos horas más tarde, Joe detuvo la camioneta en la orilla del agua, delante del bote que estaba en el mismo sitio donde lo había dejado. Después de subir a bordo con una adormilada _______, navegaron río abajo un buen rato. Joe utilizó una pértiga para abrirse paso por el pantano mientras ______ disfrutaba de un sueño ligero, temblando bajo el aire frío de febrero. Él intentó protegerla del viento con su cuerpo. Ella se acurrucó de manera inconsciente contra él cuando la rodeó con un brazo.
Lo que lo puso tan duro que dolía.
Alcanzaron su destino poco antes de las diez. Sosteniendo con firmeza a _______ entre sus brazos, Joe no la despertó para llevarla a una cabaña en penumbra.
Había esperado hablar poco en Lafayette, seducirla rápidamente y llevarla a una habitación de hotel donde consumar su venganza. Pero tenerla allí, en sus dominios, era mejor y peor al mismo tiempo. El acosador le había ayudado a manipular a _______ para poder llevarla justo donde quería, algo que jamás había soñado. Tenía a _______ para él solo, en su territorio, donde podría dedicarse horas enteras a seducirla y consumar así su venganza. Sí, su dulce venganza.
Pero Joe no podía negar que el pirado que la acechaba le preocupaba. Al menos allí, podría protegerla del psicópata que había decidido que si él no podía tener a _______, nadie más iba a hacerlo. La protegería; se lo debía. En particular cuando estaba claro que Morgan no podía valerse por sí misma y que ya había llegado al límite de sus fuerzas.
Además, a un nivel físico, ella confiaba en él. Esa confianza lo afectaba, lo endurecía y al mismo tiempo lo llenaba de ternura. ¿Por qué negarlo? Ella le gustaba, incluso a pesar de lo que odiaba a su novio. Era al mismo tiempo valiente y vulnerable, perspicaz e inocente. Y por alguna condenada tazón, tenía la impresión de haberla visto antes en alguna otra parte...
Cambiando a _______ de posición en sus brazos, Joe metió la llave en la cerradura y abrió la puerta. Dentro de la cabaña, las líneas puras y los suelos de madera le recordaban su niñez, los días de pesca con su grand-père, Brice. Ese lugar siempre le traía buenos recuerdos, si bien las antiguas leyendas familiares que le contaba su abuelo lo hacían reír.
—Ah, así que lo has hecho.
Joe se puso tenso... hasta que reconoció la voz.
—Maldición, viejo. ¿Intentas matarme de un susto para poder recuperar tu coto privado de pesca?
Brice agitó la mano con desdén.
—Ya te gustaría a ti. No volvería a este lugar ni por todo el oro del mundo. Está lleno de ratas.
Joe sabía que no era cierto, pero Brice era demasiado mayor para vivir allí, estaba demasiado lejos de cualquier hospital.
—Tienes provisiones y cámaras de seguridad. Todo está en perfecto estado y el generador está encendido. Úsalo con moderación.
—Gracias. Sabía que podía contar contigo.
—¿Es ésta la chica a la que intentan matar? —Brice señaló a _______, que Joe aún sostenía en brazos.
—Sí.
Entrecerrando los ojos, Brice se acercó y la observó con atención.
—¿Estás seguro de que no la has traído aquí para acostarte con ella? Es una jolie fille, pero viste como una fulana, ¿lo es?
—Es un disfraz, grand-père.
Brice frunció el ceño y meneó la cabeza; una silenciosa desaprobación oscurecía sus fuertes rasgos. Sonriendo, Joe pasó junto a su abuelo y se dirigió al único dormitorio de la cabaña. Dejó a _______ en la cama, y se inclinó para quitarle las botas negras. Si su abuelo no hubiera estado observando, le habría quitado el resto de la ropa por el mero placer de mirarla..., pero Brice no lo aprobaría y ver algo tan atractivo podría provocar que le diera un ataque a ese viejo corazón de ochenta y dos años.
—¿Todavía tienes esos sueños? —le preguntó su abuelo de repente.
—Piensa lo que quieras. —La sonrisa de Joe le dijo a ______ que esa afirmación le divertía.
—Es lo que suelo hacer. —Ella rechinó los dientes, deseando saber cómo podría borrar esa sonrisa de su cara—. ¿A dónde vamos?
—A un lugar. Es seguro. Puedes esconderte allí hasta que se nos ocurra algo.
Pensar en estar cerca de Joe, aunque sólo fuera por unos días, la ponía nerviosa.
—Tal vez debería alquilar un coche y regresar a Houston. Ya me he impuesto dem...
—Lo descubrirá y te perseguirá, ______. Ese tío no es estúpido. Es un psicópata pero no es tonto. ¿Quieres estar a salvo o muerta? Además, será una buena oportunidad para que aprendas más sobre Dominación y Sumisión. Puedo asegurarte de que parecerás una experta en tu programa.
—Creo que ya sé suficiente.
—Cher, apenas has arañado la superficie.
—No necesito que me andes toqueteando.
La sonrisa de Joe podría derretir la mantequilla.
—Puedes pensar que no lo necesitas, pero yo sé la verdad. Lo necesitas más de lo que crees.
_________ se quedó boquiabierta.
—No eres más que un bastardo arrogante.
—Tú eres una sumisa, y yo un arrogante. ¿Ves cómo ya nos vamos conociendo?
La burla la hizo hervir de furia.
—¡Yo no soy... eso! Llévame de vuelta a Lafayette.
Él le dirigió una mirada divertida.
—¿Al coche de tu amigo, donde es probable que tu acosador te apunte con su precioso rifle mientras nosotros hablamos?
Ella se mordió los labios. Maldita sea, ¿por qué tenía que tener razón?
—O tal vez debería dejarte en la comisaría de policía —continuó burlándose—, siempre son una ayuda inestimable en casos de acosadores.
Apretando los puños, _______ no dijo nada; sabía que él tenía razón.
—O quizá podrías coger un avión de regreso a Los Angeles, ¿cuánto tiempo crees que pasará antes de que tu acosador pare de hacerte fotos y vuelva a dispararte a la cabeza? ¿Tienes ganas de morir?
—No. —La voz de _______ vibró por la cólera que atravesaba su cuerpo—. ¿Por qué no cierras el pico?
Joe sólo sonrió.
—No eres demasiado lista si prefieres enfrentarte a un asesino que a tu propia sexualidad, _______. Te haré la misma pregunta que te hice antes de que el psicópata empezara a disparar. ¿Qué es lo que te da miedo?
—No quiero hablar de eso.
Él se encogió de hombros, como si su respuesta le diera lo mismo.
—Genial. Es tu vida. ¿Te llevo de regreso a Lafayette o prefieres permanecer a salvo conmigo?
Dios, quería hacerle algo a ese bastardo. Escupirle en la cara y cortarle las pelotas, exigirle que la llevara de vuelta al coche de Brandon para poder regresar a Houston, lejos de sus palabras desafiantes y sus caricias perturbadoras.
Solo que una vez más, maldita sea, él estaba en lo cierto. Volver a ponerse en el camino del asesino porque Joe era capaz de excitar sus fantasías sexuales era una estupidez. No conocía ningún lugar seguro al que ir, y a pesar de la sugerencia de Brandon, no iba a llamar al senador Ross. Él no movería ni un solo dedo para ayudarla.
—Iré contigo —dijo ella volviendo a rechinar los dientes.
—Buena chica. Tenemos unas horas de viaje por delante y se hace tarde. Intenta dormir un poco.
________ no estaba segura de poder hacerlo. Se sentía vulnerable con un hombre como Joe, en especial mientras tenía a un acosador pisándole los talones.
—Estoy bien.
—No ha sido una sugerencia. No nos sigue nadie. La carretera está desierta. —Señaló los campos abiertos y la carretera que se extendía ante ellos, completamente iluminada por los focos delanteros—. Estás a salvo, cher, y podrías necesitar las fuerzas más tarde en caso de que no hayamos despistado a tu acosador definitivamente.
Ella suspiró, luego le dirigió una mirada reacia. Una vez más, él tenía razón.
______ cruzó los brazos sobre el pecho y se giró hacia la ventanilla. Pero muy pronto, el rítmico traqueteo del coche la adormeció. Cerró los ojos y se quedó dormida.
Dos horas más tarde, Joe detuvo la camioneta en la orilla del agua, delante del bote que estaba en el mismo sitio donde lo había dejado. Después de subir a bordo con una adormilada _______, navegaron río abajo un buen rato. Joe utilizó una pértiga para abrirse paso por el pantano mientras ______ disfrutaba de un sueño ligero, temblando bajo el aire frío de febrero. Él intentó protegerla del viento con su cuerpo. Ella se acurrucó de manera inconsciente contra él cuando la rodeó con un brazo.
Lo que lo puso tan duro que dolía.
Alcanzaron su destino poco antes de las diez. Sosteniendo con firmeza a _______ entre sus brazos, Joe no la despertó para llevarla a una cabaña en penumbra.
Había esperado hablar poco en Lafayette, seducirla rápidamente y llevarla a una habitación de hotel donde consumar su venganza. Pero tenerla allí, en sus dominios, era mejor y peor al mismo tiempo. El acosador le había ayudado a manipular a _______ para poder llevarla justo donde quería, algo que jamás había soñado. Tenía a _______ para él solo, en su territorio, donde podría dedicarse horas enteras a seducirla y consumar así su venganza. Sí, su dulce venganza.
Pero Joe no podía negar que el pirado que la acechaba le preocupaba. Al menos allí, podría protegerla del psicópata que había decidido que si él no podía tener a _______, nadie más iba a hacerlo. La protegería; se lo debía. En particular cuando estaba claro que Morgan no podía valerse por sí misma y que ya había llegado al límite de sus fuerzas.
Además, a un nivel físico, ella confiaba en él. Esa confianza lo afectaba, lo endurecía y al mismo tiempo lo llenaba de ternura. ¿Por qué negarlo? Ella le gustaba, incluso a pesar de lo que odiaba a su novio. Era al mismo tiempo valiente y vulnerable, perspicaz e inocente. Y por alguna condenada tazón, tenía la impresión de haberla visto antes en alguna otra parte...
Cambiando a _______ de posición en sus brazos, Joe metió la llave en la cerradura y abrió la puerta. Dentro de la cabaña, las líneas puras y los suelos de madera le recordaban su niñez, los días de pesca con su grand-père, Brice. Ese lugar siempre le traía buenos recuerdos, si bien las antiguas leyendas familiares que le contaba su abuelo lo hacían reír.
—Ah, así que lo has hecho.
Joe se puso tenso... hasta que reconoció la voz.
—Maldición, viejo. ¿Intentas matarme de un susto para poder recuperar tu coto privado de pesca?
Brice agitó la mano con desdén.
—Ya te gustaría a ti. No volvería a este lugar ni por todo el oro del mundo. Está lleno de ratas.
Joe sabía que no era cierto, pero Brice era demasiado mayor para vivir allí, estaba demasiado lejos de cualquier hospital.
—Tienes provisiones y cámaras de seguridad. Todo está en perfecto estado y el generador está encendido. Úsalo con moderación.
—Gracias. Sabía que podía contar contigo.
—¿Es ésta la chica a la que intentan matar? —Brice señaló a _______, que Joe aún sostenía en brazos.
—Sí.
Entrecerrando los ojos, Brice se acercó y la observó con atención.
—¿Estás seguro de que no la has traído aquí para acostarte con ella? Es una jolie fille, pero viste como una fulana, ¿lo es?
—Es un disfraz, grand-père.
Brice frunció el ceño y meneó la cabeza; una silenciosa desaprobación oscurecía sus fuertes rasgos. Sonriendo, Joe pasó junto a su abuelo y se dirigió al único dormitorio de la cabaña. Dejó a _______ en la cama, y se inclinó para quitarle las botas negras. Si su abuelo no hubiera estado observando, le habría quitado el resto de la ropa por el mero placer de mirarla..., pero Brice no lo aprobaría y ver algo tan atractivo podría provocar que le diera un ataque a ese viejo corazón de ochenta y dos años.
—¿Todavía tienes esos sueños? —le preguntó su abuelo de repente.
aranzhitha
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