Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 1 de 29. • Comparte
Página 1 de 29. • 1, 2, 3 ... 15 ... 29
"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Nombre: Nadie Como Tu
Autor: Nani Jonas
Adaptacion: Si
Genero: Romantica
Advertencias: No de mi parte
Otras paginas: Creo qe no
Hola chicas aqi les traigo una nueva nove, la verdad es muy hermosa y definitivamente una de las mejores qe e leido espero qe a ustedes tambien les guste y comenten
Sinopsis:
______, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, ______ se traslada a Londres. Su hermano Kevin ha intercedido para que Joseph, su mejor amigo de la infancia y amor platónico de ______, le consiga un trabajo en la revista de diseño en la que él trabaja.
En un primer momento, Joseph acoge a ______ en su casa, pero la irrefrenable pasión que surge entre ellos les coloca en una situación difícil. Tras una noche en la que no son capaces de contenerse, ______ decide abandonar el piso de Joseph, puesto que él no es capaz de comportarse de manera natural ni de ofrecerle nada más allá.
La abuela de Joseph y un amigo de su padre serán claves para que ______ comprenda la actitud de éste hacia el amor y las mujeres. Poco a poco Joseph logra dejar de lado sus reticencias y comienza con ______ una relación que parece sacada de un cuento de hadas, hasta que una serie de malentendidos trunca la felicidad de ambos: Joseph cree que ______ está implicada en un serio problema de filtraciones de información en la revista en la que ambos trabajan.
Dolida e indignada ______ volverá a España. Una vez que ella ya se ha ido Joseph descubre que sus suposiciones eran falsas, por lo que no le queda más remedio que luchar para recuperar a la mujer de su vida.
Prologo
______, no podía dejar de llorar. No era un llanto exagerado ni desgarrador, simplemente no podía dejar de llorar. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas en silencio y ella iba secándoselas de vez en cuando con el pañuelo de papel que tan amablemente le había dado la azafata. En el último año de su vida se había subido a dos aviones; el primero, casi seis meses atrás, la llevó a Londres, donde perdió su corazón y recuperó su carrera profesional; el segundo la devolvía ahora a Barcelona, con un pedazo menos de alma, el corazón hecho añicos y enfadada como nunca antes lo había estado.
Bueno, ella ya era mayorcita, y sabía a lo que se arriesgaba enamorándose de un hombre tan complicado como Joseph.
—Tome otro pañuelo —le ofreció la azafata con una sonrisa—. Dentro de media hora llegaremos a Barcelona.
La azafata se fue y ______, tras secarse las lágrimas, intentó serenarse. Al menos no tenía a nadie sentado a su lado y podía regodearse en lo estúpida que había sido e intentar encontrar el modo de salir adelante. De eso sí estaba segura, en los últimos seis meses, a pesar del daño que le hubiera hecho Joseph, había visto que su carrera valía la pena y que era buena en su trabajo, e iba a luchar por establecerse en Barcelona. Antes de irse a Londres, había entrado en una dinámica absurda de trabajos sin sentido y casi se había rendido. Pero ahora ya no, ahora sabía que era una buena profesional y no iba a permitir que ningún mequetrefe, con apellido ilustre o sin él, le dijera lo contrario.
Hubo un momento en el aeropuerto, antes de embarcar, en que creyó ver a Joseph corriendo por uno de los pasillos. Permaneció sentada para ser de las últimas en embarcar, con la esperanza de que, como en las series de la tele, él apareciera y le dijera que la quería y que no cogiera aquel avión. Pero no. No apareció, y ______ pudo partir sin ningún tipo de problema. Una vez sentada, no podía dejar de recordar la última «conversación» que habían tenido. La tenía grabada en su mente. Y tampoco podía quitarse de la cabeza que ella le había confesado sus sentimientos, mientras que, si era sincera, tenía que reconocer que él nunca había dicho nada. Se había convencido de que Joseph se lo decía con sus ojos, con sus caricias, pero en realidad nunca había dicho que sintiera nada por ella, y ahora eso resultaba más que evidente.
Los altavoces del avión anunciaron que iban a aterrizar y ______ incorporó el respaldo del asiento. Con la mano escayolada le costaba un poco moverse, pero estaba tan cansada y tan enfadada que apenas se acordaba del yeso que cubría su muñeca izquierda. A esas alturas, que una moto la hubiese atropellado unos días atrás parecía una tontería. No había llamado a nadie, no sabía qué decirles, así que cuando saliera del avión y recogiera su maleta, tendría que tomar un taxi. Tal vez lo mejor sería llamar a Kevin; si su hermano mayor estaba en la ciudad, seguro que iría a buscarla y le daría ánimos. El problema era que a Kevin no podría ocultarle la verdad, nunca había podido esconderle nada, y seguro que en cuanto la viera se daría cuenta de que algo muy grave le había pasado. Bueno, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para verlo. Se peinó un poco con la mano que no tenía escayolada y decidió que sí, que llamaría a Kevin, se instalaría en su piso de Barcelona, buscaría un trabajo que le gustara y se olvidaría de Joseph Jonas.
Los tres primeros objetivos eran fáciles, el cuarto tal vez le costara un poco más, pero estaba segura de que lo lograría.
El avión aterrizó y ______ bajó de él mucho más serena que al entrar. Esas casi dos horas, y los kilómetros que separaban Londres de Barcelona, le habían servido para asimilar lo que había pasado, y para darse cuenta de lo que quería a partir de entonces. Su maleta fue de las primeras en salir, y ______ la cogió pensando que era una señal del destino, de que su vida empezaba a mejorar. A continuación, llamó a su hermano. Kevin, tras un pequeño interrogatorio, le dijo que tardaría unos veinte minutos en llegar al aeropuerto.
Arrastró la maleta hasta una cafetería situada justo al lado de la puerta de «Llegadas» y se sentó. Cuando se acercó el camarero, le pidió un té y le resbaló otra lágrima. Si cada vez que hacía algo que le recordaba a Joseph empezaba a llorar, iba a tener un problema. Enfadada, se secó esa lágrima y le dijo al camarero que anulara el té y le trajera una agua con gas. Con él nunca había bebido agua con gas.
Se quedó observando a la gente que llegaba y cómo eran recibidos por quienes los esperaban. Había unos cuantos hombres y mujeres de negocios cuya única bienvenida eran unos fríos carteles con sus nombres; un par de chicos que seguro que iban a Barcelona a estudiar y de los que al parecer se habían olvidado; una señora mayor a la que recibió su nieta con un fuerte abrazo; y sus preferidos, un hombre al que recibió su mujer, o eso creyó ______, con un beso de película. A ella nunca le había pasado eso. Ese día había llegado sola y llorando, una imagen nada alentadora, y seis meses atrás, cuando aterrizó en Londres, Joseph...
—______, peque. —La voz de Kevin la sacó de su ensimismamiento—. ¿Qué te ha pasado? —le preguntó su hermano mirando la escayola. Luego se centró en los ojos enrojecidos de ______ y se detuvo en los puntos que aún llevaba en la ceja.
—Nada —contestó ella, y con la mano buena se frotó la cara.
Kevin se sentó a su lado, la abrazó y ella lloró durante unos minutos. Después se apartó y lo miró a los ojos.
—Gracias por venir.
—De nada. —Él parecía muy preocupado—. ¿Vas a contarme lo que te ha pasado? ¿Por qué llevas esta escayola y esos puntos en la ceja?
—Luego. Ahora sólo quiero llegar a casa y ducharme. —Después de todo lo que había pasado, ______ sólo deseaba meterse debajo del agua para ver si así desaparecía el dolor—. ¿Te importa que hablemos más tarde?
—No, no me importa. Sólo dime una cosa. —Él le cogió la maleta y empezó a caminar hacia la salida—. ¿Te lo ha hecho Joseph?
—El yeso y los puntos, no... —Se le entrecortó la voz—. Lo demás...
—Entiendo —dijo Kevin, pero en realidad pensó que, tan pronto como le viera, iba a matar a ese infeliz—. No te preocupes. Cuando te sientas mejor ya me lo contarás.
______ supo entonces que iba a sentirse mejor, que iba a recuperarse del accidente, que iba a encontrar un trabajo estupendo y que iba a olvidar a Joseph. Y si cuando él descubriera la verdad iba a buscarla, se encontraría con una ______ muy distinta de la que había echado de su vida sin pestañear.
La sigo?
Autor: Nani Jonas
Adaptacion: Si
Genero: Romantica
Advertencias: No de mi parte
Otras paginas: Creo qe no
Hola chicas aqi les traigo una nueva nove, la verdad es muy hermosa y definitivamente una de las mejores qe e leido espero qe a ustedes tambien les guste y comenten
Sinopsis:
______, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, ______ se traslada a Londres. Su hermano Kevin ha intercedido para que Joseph, su mejor amigo de la infancia y amor platónico de ______, le consiga un trabajo en la revista de diseño en la que él trabaja.
En un primer momento, Joseph acoge a ______ en su casa, pero la irrefrenable pasión que surge entre ellos les coloca en una situación difícil. Tras una noche en la que no son capaces de contenerse, ______ decide abandonar el piso de Joseph, puesto que él no es capaz de comportarse de manera natural ni de ofrecerle nada más allá.
La abuela de Joseph y un amigo de su padre serán claves para que ______ comprenda la actitud de éste hacia el amor y las mujeres. Poco a poco Joseph logra dejar de lado sus reticencias y comienza con ______ una relación que parece sacada de un cuento de hadas, hasta que una serie de malentendidos trunca la felicidad de ambos: Joseph cree que ______ está implicada en un serio problema de filtraciones de información en la revista en la que ambos trabajan.
Dolida e indignada ______ volverá a España. Una vez que ella ya se ha ido Joseph descubre que sus suposiciones eran falsas, por lo que no le queda más remedio que luchar para recuperar a la mujer de su vida.
Prologo
______, no podía dejar de llorar. No era un llanto exagerado ni desgarrador, simplemente no podía dejar de llorar. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas en silencio y ella iba secándoselas de vez en cuando con el pañuelo de papel que tan amablemente le había dado la azafata. En el último año de su vida se había subido a dos aviones; el primero, casi seis meses atrás, la llevó a Londres, donde perdió su corazón y recuperó su carrera profesional; el segundo la devolvía ahora a Barcelona, con un pedazo menos de alma, el corazón hecho añicos y enfadada como nunca antes lo había estado.
Bueno, ella ya era mayorcita, y sabía a lo que se arriesgaba enamorándose de un hombre tan complicado como Joseph.
—Tome otro pañuelo —le ofreció la azafata con una sonrisa—. Dentro de media hora llegaremos a Barcelona.
La azafata se fue y ______, tras secarse las lágrimas, intentó serenarse. Al menos no tenía a nadie sentado a su lado y podía regodearse en lo estúpida que había sido e intentar encontrar el modo de salir adelante. De eso sí estaba segura, en los últimos seis meses, a pesar del daño que le hubiera hecho Joseph, había visto que su carrera valía la pena y que era buena en su trabajo, e iba a luchar por establecerse en Barcelona. Antes de irse a Londres, había entrado en una dinámica absurda de trabajos sin sentido y casi se había rendido. Pero ahora ya no, ahora sabía que era una buena profesional y no iba a permitir que ningún mequetrefe, con apellido ilustre o sin él, le dijera lo contrario.
Hubo un momento en el aeropuerto, antes de embarcar, en que creyó ver a Joseph corriendo por uno de los pasillos. Permaneció sentada para ser de las últimas en embarcar, con la esperanza de que, como en las series de la tele, él apareciera y le dijera que la quería y que no cogiera aquel avión. Pero no. No apareció, y ______ pudo partir sin ningún tipo de problema. Una vez sentada, no podía dejar de recordar la última «conversación» que habían tenido. La tenía grabada en su mente. Y tampoco podía quitarse de la cabeza que ella le había confesado sus sentimientos, mientras que, si era sincera, tenía que reconocer que él nunca había dicho nada. Se había convencido de que Joseph se lo decía con sus ojos, con sus caricias, pero en realidad nunca había dicho que sintiera nada por ella, y ahora eso resultaba más que evidente.
Los altavoces del avión anunciaron que iban a aterrizar y ______ incorporó el respaldo del asiento. Con la mano escayolada le costaba un poco moverse, pero estaba tan cansada y tan enfadada que apenas se acordaba del yeso que cubría su muñeca izquierda. A esas alturas, que una moto la hubiese atropellado unos días atrás parecía una tontería. No había llamado a nadie, no sabía qué decirles, así que cuando saliera del avión y recogiera su maleta, tendría que tomar un taxi. Tal vez lo mejor sería llamar a Kevin; si su hermano mayor estaba en la ciudad, seguro que iría a buscarla y le daría ánimos. El problema era que a Kevin no podría ocultarle la verdad, nunca había podido esconderle nada, y seguro que en cuanto la viera se daría cuenta de que algo muy grave le había pasado. Bueno, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para verlo. Se peinó un poco con la mano que no tenía escayolada y decidió que sí, que llamaría a Kevin, se instalaría en su piso de Barcelona, buscaría un trabajo que le gustara y se olvidaría de Joseph Jonas.
Los tres primeros objetivos eran fáciles, el cuarto tal vez le costara un poco más, pero estaba segura de que lo lograría.
El avión aterrizó y ______ bajó de él mucho más serena que al entrar. Esas casi dos horas, y los kilómetros que separaban Londres de Barcelona, le habían servido para asimilar lo que había pasado, y para darse cuenta de lo que quería a partir de entonces. Su maleta fue de las primeras en salir, y ______ la cogió pensando que era una señal del destino, de que su vida empezaba a mejorar. A continuación, llamó a su hermano. Kevin, tras un pequeño interrogatorio, le dijo que tardaría unos veinte minutos en llegar al aeropuerto.
Arrastró la maleta hasta una cafetería situada justo al lado de la puerta de «Llegadas» y se sentó. Cuando se acercó el camarero, le pidió un té y le resbaló otra lágrima. Si cada vez que hacía algo que le recordaba a Joseph empezaba a llorar, iba a tener un problema. Enfadada, se secó esa lágrima y le dijo al camarero que anulara el té y le trajera una agua con gas. Con él nunca había bebido agua con gas.
Se quedó observando a la gente que llegaba y cómo eran recibidos por quienes los esperaban. Había unos cuantos hombres y mujeres de negocios cuya única bienvenida eran unos fríos carteles con sus nombres; un par de chicos que seguro que iban a Barcelona a estudiar y de los que al parecer se habían olvidado; una señora mayor a la que recibió su nieta con un fuerte abrazo; y sus preferidos, un hombre al que recibió su mujer, o eso creyó ______, con un beso de película. A ella nunca le había pasado eso. Ese día había llegado sola y llorando, una imagen nada alentadora, y seis meses atrás, cuando aterrizó en Londres, Joseph...
—______, peque. —La voz de Kevin la sacó de su ensimismamiento—. ¿Qué te ha pasado? —le preguntó su hermano mirando la escayola. Luego se centró en los ojos enrojecidos de ______ y se detuvo en los puntos que aún llevaba en la ceja.
—Nada —contestó ella, y con la mano buena se frotó la cara.
Kevin se sentó a su lado, la abrazó y ella lloró durante unos minutos. Después se apartó y lo miró a los ojos.
—Gracias por venir.
—De nada. —Él parecía muy preocupado—. ¿Vas a contarme lo que te ha pasado? ¿Por qué llevas esta escayola y esos puntos en la ceja?
—Luego. Ahora sólo quiero llegar a casa y ducharme. —Después de todo lo que había pasado, ______ sólo deseaba meterse debajo del agua para ver si así desaparecía el dolor—. ¿Te importa que hablemos más tarde?
—No, no me importa. Sólo dime una cosa. —Él le cogió la maleta y empezó a caminar hacia la salida—. ¿Te lo ha hecho Joseph?
—El yeso y los puntos, no... —Se le entrecortó la voz—. Lo demás...
—Entiendo —dijo Kevin, pero en realidad pensó que, tan pronto como le viera, iba a matar a ese infeliz—. No te preocupes. Cuando te sientas mejor ya me lo contarás.
______ supo entonces que iba a sentirse mejor, que iba a recuperarse del accidente, que iba a encontrar un trabajo estupendo y que iba a olvidar a Joseph. Y si cuando él descubriera la verdad iba a buscarla, se encontraría con una ______ muy distinta de la que había echado de su vida sin pestañear.
La sigo?
Última edición por Nani Jonas el Sáb 07 Jul 2012, 11:28 am, editado 4 veces
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Segunda y Fiel Lectora!!
y que si la sigues!! omj tienes que
definitivamente me encnto la sinopsis y el prologo
ahora espero con anias el primer cap!!! :D
y que si la sigues!! omj tienes que
definitivamente me encnto la sinopsis y el prologo
ahora espero con anias el primer cap!!! :D
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capítulo 1
Barcelona, aeropuerto de El Prat.
Unos seis meses antes
______ estaba muy nerviosa. Aún no sabía cómo se había dejado convencer; apenas hacía una semana que le habían quitado la escayola de la pierna, tenía el inglés muy olvidado, y eso de instalarse en casa de Joseph era una locura. ¡Hacía años que no lo veía! Era el mejor amigo de su hermano mayor y, por desgracia, el primer chico del que ella se había enamorado. Bueno, eso quizá era exagerar un poco. Cuando ______ era pequeña y Joseph era el complicado amigo de Kevin, se había quedado atontada con él. Sí, ésa era la palabra, atontada. Por suerte él nunca se dio cuenta, así que ahora podía ahorrarse la vergüenza.
—______, ¿estás segura de que lo llevas todo? —preguntó su madre por enésima vez.
—Sí, estoy segura. Y si me olvido algo ya me lo mandarás, Londres está aquí al lado —respondió ella sin saber muy bien qué era lo que le estaba preguntando.
—Estoy seguro de que esta experiencia te irá bien —comentó su padre mientras cargaba las maletas en la cinta para facturarlas—. Ya era hora de que dieras un cambio a tu vida.
—Ya —replicó ______ ausente.
Unos meses atrás, pocos días después de Reyes, ______ se cayó por la escalera y se rompió la pierna por varios sitios. La historia no tenía demasiado glamur; estaba sola en su piso de Barcelona, un piso pequeño por el que pagaba un alquiler altísimo, cuando decidió ir a por las cajas de la mudanza que aún tenía por desembalar. Hacía casi un año que vivía allí y todavía no estaba del todo instalada. Las cajas que le faltaban por ordenar estaban en un trastero, en el desván; un trastero que el portero del edificio le había cedido, muy amablemente, por un tiempo limitado. Bajaba cargada con las mantas y los abrigos y, como era habitual en alguien tan torpe como ella, tropezó por la escalera. Cuando se vio allí, en el suelo, con las mantas a su alrededor y sin su teléfono móvil encima, se echó a llorar. No sólo porque la pierna le dolía mucho, muchísimo, sino porque estaba sola, cansada y hacía tiempo que nada le salía bien.
Por suerte, antes de que perdiera por completo los nervios, pareció su vecina, la señora Stevens, con Elvis, su perro. Le dijo que, al oír todo ese ruido, había decidido salir al pasillo para ver qué pasaba y claro, no iba a dejar a Elvis solo dentro de su piso, porque cuando se quedaba solo se estresaba y luego no había modo de que dejara de ladrar durante horas. La señora Stevens era la típica vecina cotilla con incontinencia verbal, pero cuando vio los ojos de ______ llenos de lágrimas, se calló y se puso manos a la obra; en pocos minutos llegó una ambulancia.
En el hospital la historia empeoró. Le hicieron un montón de radiografías, y un médico de urgencias, no demasiado amable y nada parecido a George Clooney, le comunicó que se había roto dos dedos de un pie y un tobillo. No es que fuera muy grave, y como le habían dado suficientes analgésicos como para atontar a un caballo, a ______ no le interesó en absoluto esa lección de medicina. Lo único que quería saber era en qué se traducía todo eso y la respuesta no le gustó: tenían que enyesarla desde la punta del pie hasta la rodilla y, como mínimo, iba a tardar unos dos meses en recuperarse del todo. Fantástico, seguro que a su jefe le iba a encantar.
Cuando ya estuvo enyesada, la instalaron en una camilla en la sala de urgencias, en uno de esos cubículos que están rodeados de cortinas por todos lados, y le preguntaron si quería llamar a alguien. Tuvo que hacer cinco intentos antes de que uno de sus hermanos contestara. Tener familia numerosa para eso. Seguro que todos, incluidos sus padres, estaban en las rebajas. En fin, apoyó la cabeza en la almohada y se resignó a esperar a que Kevin, el afortunado que había contestado a su llamada, fuera a buscarla. Tal vez pudiese dormir un rato, pero ni siquiera en eso tuvo suerte. A los pocos minutos, entró una enfermera. Si al médico no podía confundírsele con George Clonney, esa enfermera, en cambio, sí que parecía sacada de Alguien voló sobre el nido del cuco.
—Abra la boca..., señorita.... Martí. —Fueron las primeras palabras que le dijo mientras miraba su nombre en la carpeta y le entregaba un vaso minúsculo con una pastilla intragable dentro y una botella de agua.
—______, haz lo que te dice la enfermera.
—¡Kev!
La sargento de hierro aprovechó ese descuido, le lanzó la pastilla dentro de la garganta y le dio la botella de agua.
—Beba despacio. Muy bien, señorita Martí. —La enfermera salió del box de urgencias y la dejó a solas con su hermano. A ver si por fin lograba escapar de allí.
—¡Eres un traidor! Llevo más de dos meses sin ver a mi hermano mayor y, si no fuera por la pierna, ahora mismo me levantaría de esta camilla y te haría tragar la muleta. ¡No te rías! Aún no te he perdonado que no vinieras a casa en Navidad. ¡Incluso las familias que no se soportan se ven en esas fechas! ¡Te he dicho que no te rías!
—Lo siento, peque, pero si pudieras verte creo que también tú te reirías. ¿Necesitas algo más, aparte de huir de aquí?
Kev se agachó, le dio un beso en la frente y se dirigió a administración para llevar a cabo los trámites de su liberación.
Tras salir del hospital, Kevin la llevó a casa de sus padres, en Arenys, un pueblo cercano a Barcelona con unas preciosas vistas al mar y las mejores cerezas del país, o eso decía siempre su padre. Durante el trayecto, ______ lloró y se durmió, pero antes, Kevin tuvo que confesarle lo que había hecho durante esos dos meses en que no se habían visto, y justificar por enésima vez no haber ido de sus padres en Navidad. Kevin trabajaba en una multinacional y, aunque él se negara a reconocerlo, era un adicto al trabajo y a los aviones. Cuando llegaron a la casa, toda su familia estaba allí.
Bienvenidas chicas gracias por pasarse espero les guste el primer cap
Barcelona, aeropuerto de El Prat.
Unos seis meses antes
______ estaba muy nerviosa. Aún no sabía cómo se había dejado convencer; apenas hacía una semana que le habían quitado la escayola de la pierna, tenía el inglés muy olvidado, y eso de instalarse en casa de Joseph era una locura. ¡Hacía años que no lo veía! Era el mejor amigo de su hermano mayor y, por desgracia, el primer chico del que ella se había enamorado. Bueno, eso quizá era exagerar un poco. Cuando ______ era pequeña y Joseph era el complicado amigo de Kevin, se había quedado atontada con él. Sí, ésa era la palabra, atontada. Por suerte él nunca se dio cuenta, así que ahora podía ahorrarse la vergüenza.
—______, ¿estás segura de que lo llevas todo? —preguntó su madre por enésima vez.
—Sí, estoy segura. Y si me olvido algo ya me lo mandarás, Londres está aquí al lado —respondió ella sin saber muy bien qué era lo que le estaba preguntando.
—Estoy seguro de que esta experiencia te irá bien —comentó su padre mientras cargaba las maletas en la cinta para facturarlas—. Ya era hora de que dieras un cambio a tu vida.
—Ya —replicó ______ ausente.
Unos meses atrás, pocos días después de Reyes, ______ se cayó por la escalera y se rompió la pierna por varios sitios. La historia no tenía demasiado glamur; estaba sola en su piso de Barcelona, un piso pequeño por el que pagaba un alquiler altísimo, cuando decidió ir a por las cajas de la mudanza que aún tenía por desembalar. Hacía casi un año que vivía allí y todavía no estaba del todo instalada. Las cajas que le faltaban por ordenar estaban en un trastero, en el desván; un trastero que el portero del edificio le había cedido, muy amablemente, por un tiempo limitado. Bajaba cargada con las mantas y los abrigos y, como era habitual en alguien tan torpe como ella, tropezó por la escalera. Cuando se vio allí, en el suelo, con las mantas a su alrededor y sin su teléfono móvil encima, se echó a llorar. No sólo porque la pierna le dolía mucho, muchísimo, sino porque estaba sola, cansada y hacía tiempo que nada le salía bien.
Por suerte, antes de que perdiera por completo los nervios, pareció su vecina, la señora Stevens, con Elvis, su perro. Le dijo que, al oír todo ese ruido, había decidido salir al pasillo para ver qué pasaba y claro, no iba a dejar a Elvis solo dentro de su piso, porque cuando se quedaba solo se estresaba y luego no había modo de que dejara de ladrar durante horas. La señora Stevens era la típica vecina cotilla con incontinencia verbal, pero cuando vio los ojos de ______ llenos de lágrimas, se calló y se puso manos a la obra; en pocos minutos llegó una ambulancia.
En el hospital la historia empeoró. Le hicieron un montón de radiografías, y un médico de urgencias, no demasiado amable y nada parecido a George Clooney, le comunicó que se había roto dos dedos de un pie y un tobillo. No es que fuera muy grave, y como le habían dado suficientes analgésicos como para atontar a un caballo, a ______ no le interesó en absoluto esa lección de medicina. Lo único que quería saber era en qué se traducía todo eso y la respuesta no le gustó: tenían que enyesarla desde la punta del pie hasta la rodilla y, como mínimo, iba a tardar unos dos meses en recuperarse del todo. Fantástico, seguro que a su jefe le iba a encantar.
Cuando ya estuvo enyesada, la instalaron en una camilla en la sala de urgencias, en uno de esos cubículos que están rodeados de cortinas por todos lados, y le preguntaron si quería llamar a alguien. Tuvo que hacer cinco intentos antes de que uno de sus hermanos contestara. Tener familia numerosa para eso. Seguro que todos, incluidos sus padres, estaban en las rebajas. En fin, apoyó la cabeza en la almohada y se resignó a esperar a que Kevin, el afortunado que había contestado a su llamada, fuera a buscarla. Tal vez pudiese dormir un rato, pero ni siquiera en eso tuvo suerte. A los pocos minutos, entró una enfermera. Si al médico no podía confundírsele con George Clonney, esa enfermera, en cambio, sí que parecía sacada de Alguien voló sobre el nido del cuco.
—Abra la boca..., señorita.... Martí. —Fueron las primeras palabras que le dijo mientras miraba su nombre en la carpeta y le entregaba un vaso minúsculo con una pastilla intragable dentro y una botella de agua.
—______, haz lo que te dice la enfermera.
—¡Kev!
La sargento de hierro aprovechó ese descuido, le lanzó la pastilla dentro de la garganta y le dio la botella de agua.
—Beba despacio. Muy bien, señorita Martí. —La enfermera salió del box de urgencias y la dejó a solas con su hermano. A ver si por fin lograba escapar de allí.
—¡Eres un traidor! Llevo más de dos meses sin ver a mi hermano mayor y, si no fuera por la pierna, ahora mismo me levantaría de esta camilla y te haría tragar la muleta. ¡No te rías! Aún no te he perdonado que no vinieras a casa en Navidad. ¡Incluso las familias que no se soportan se ven en esas fechas! ¡Te he dicho que no te rías!
—Lo siento, peque, pero si pudieras verte creo que también tú te reirías. ¿Necesitas algo más, aparte de huir de aquí?
Kev se agachó, le dio un beso en la frente y se dirigió a administración para llevar a cabo los trámites de su liberación.
Tras salir del hospital, Kevin la llevó a casa de sus padres, en Arenys, un pueblo cercano a Barcelona con unas preciosas vistas al mar y las mejores cerezas del país, o eso decía siempre su padre. Durante el trayecto, ______ lloró y se durmió, pero antes, Kevin tuvo que confesarle lo que había hecho durante esos dos meses en que no se habían visto, y justificar por enésima vez no haber ido de sus padres en Navidad. Kevin trabajaba en una multinacional y, aunque él se negara a reconocerlo, era un adicto al trabajo y a los aviones. Cuando llegaron a la casa, toda su familia estaba allí.
Bienvenidas chicas gracias por pasarse espero les guste el primer cap
Última edición por Nani Jonas el Sáb 31 Mar 2012, 1:33 pm, editado 1 vez
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Una vez mas leyendo tus adaptaciones!! Siguelaaaaaaaaaaa
Anita23
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Jejejejeje Kev me encanta :)
Es tan lindo!! Plis Siguela!!
Es tan lindo!! Plis Siguela!!
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
jajajajajaja kevin se rie de su hermana
me encanto
seguila!!!!
me encanto
seguila!!!!
Let's Go
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
como siempre feliz de leer todas las noves que subes
son hermosas y esta no parece ser la excepcion :D
son hermosas y esta no parece ser la excepcion :D
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 2
La familia Martí era difícil de definir; si no se formaba parte de ella, no se lograba entenderla, y si sí, tampoco. Eran agotadores; siempre se peleaban y se abrazaban y se telefoneaban por cualquier tontería. Los padres, Elizabeth y Edward, las dos “Es”, como los llamaban sus incorregibles hijos, llevaban juntos toda la vida, y aún parecían ser novios. Edward Martí estaba totalmente convencido de que podía controlar el destino y que, por lo tanto, a sus hijos nunca les ocurriría nada malo; y que, además, y ésa era la parte más complicada, ellos siempre harían lo que él quisiera. Elizabeth, la matriarca, una mezcla curiosa entre una mamá italiana y una intelectual francesa, había educado a seis fieras, siete si contaba a su marido, con la más estricta suavidad. Era dulce e implacable, e imposible de engañar; todos lo habían intentado sin éxito.
Sus seis hijos también eran únicos, en más de un sentido. Kevin era el primogénito, tenía 28 años y era duro, serio y estricto, el mayor a todos los efectos. Álex y Marc eran mellizos, lo que implicaba que nadie sabía nombrarlos por separado. A sus 26 años aún discutían sobre quién era el segundo y quién era el tercero en la cadena de mando. _______, ____*, tenía 24 años y, hasta el momento, una vida un poco desastrosa. Helena y Martina eran «las niñas», y con sus respectivos 22 y 20 años, tenían una vida social muy ocupada.
La mañana siguiente a «la catástrofe», que era como ______ llamaba a su caída por la escalera, todas sus pesadillas se hicieron realidad: perdió su empleo, pues su jefe no podía permitirse tener de baja a una diseñadora gráfica que ni siquiera estaba oficialmente contratada; Andrea, su mejor amiga, había ligado por enésima vez, mientras que a ella sólo la llamaba su vecina; y su hermano mayor, Kevin, se había pasado al bando enemigo, o lo que es lo mismo, se había aliado con sus padres para convencerla de que tenía que reorientar su vida.
Los primeros días, ______ se negó a escucharlos, pero luego vio que tenían algo de razón; una chica de 24 años, una edad fantástica, tenía que saber cuál era su objetivo en la vida, o al menos tener una vaga idea. No bastaba con que hubiera alquilado un piso en el Eixample y que tuviera un trabajo más o menos estable (más menos que más). Tenía que tener un plan, una meta. Tal vez estuvieran en lo cierto, tal vez había llegado el momento de dar un volantazo a su vida.
Así que, tres meses después de «la catástrofe», ahí estaba; aún un poco coja, pero a punto de subirse a un avión hacia Londres.
—______, ¿se puede saber en qué piensas? —preguntó Kevin chasqueando los dedos delante de sus narices—. ¿Quieres tomarte un café o prefieres pasar ya el control?
—Perdona —respondió aturdida—. ¿Tengo tiempo de tomar un café? —Miró el reloj.
—Sí, si nos damos prisa —apuntó su madre, que ya caminaba hacia la cafetería.
Su padre la rodeó con el brazo:
—Ya verás como este trabajo en Inglaterra te irá muy bien, y Joseph cuidará de ti. Aún me acuerdo de cuando solía venir por casa todos los veranos. ¿Y tú?
—No, no mucho. —______ no creyó necesario informar a su padre, que era incapaz de guardar un secreto, de que de pequeña había estado pendiente de todos sus movimientos.
—Pues yo sí me acuerdo. —Su madre se añadió a la conversación mientras pedían al camarero que les trajera unos cafés—. Me dio mucha pena que se fuera a vivir a Inglaterra con su padre y su abuela. Kevin, ¿qué le dijiste a Joseph cuando lo llamaste?
______ miró a su hermano, muy interesada por escuchar la respuesta a esa pregunta.
—La verdad; que ______ se había roto una pierna y que cuando se recuperara quería dar una nueva orientación a su carrera profesional. Dado que él es el editor jefe de la revista en la que trabaja, pensé que podría ayudarla. Y así ha sido, ¿no?
Pagaron la cuenta y ______, con lágrimas en los ojos, se despidió de ellos. Si en ese instante se le hubiera ocurrido una excusa para poder quedarse, habría recurrido a ella sin dudarlo, pero todo su cerebro estaba centrado en lo que la esperaba al llegar a Heathrow: un nuevo empleo, una nueva oportunidad, una nueva ciudad, y volver a ver a Joseph.
El empleo le venía genial, siempre había deseado trabajar en una revista y seguro que podría aprender mucho. La oportunidad; haría todo lo que estuviera en sus manos, y más aún, para no desaprovecharla. La ciudad; Londres siempre le había encantado y estaba ansiosa por vivir allí durante seis meses, en principio, lo que iba a durar su contrato en la capital británica. Joseph... bueno..., seguro que después de once años, una ya ha superado la tontería del primer chico que le gusta, ¿no? Tan malo no podía ser. Al cabo de unas tres horas se dio cuenta de que era aún peor.
Bienvenidas alas nuevas lectoras gracias por pasarse, espero les guste el cap esta nove es de verdad hermosa y estoy segura qe les encantara
La familia Martí era difícil de definir; si no se formaba parte de ella, no se lograba entenderla, y si sí, tampoco. Eran agotadores; siempre se peleaban y se abrazaban y se telefoneaban por cualquier tontería. Los padres, Elizabeth y Edward, las dos “Es”, como los llamaban sus incorregibles hijos, llevaban juntos toda la vida, y aún parecían ser novios. Edward Martí estaba totalmente convencido de que podía controlar el destino y que, por lo tanto, a sus hijos nunca les ocurriría nada malo; y que, además, y ésa era la parte más complicada, ellos siempre harían lo que él quisiera. Elizabeth, la matriarca, una mezcla curiosa entre una mamá italiana y una intelectual francesa, había educado a seis fieras, siete si contaba a su marido, con la más estricta suavidad. Era dulce e implacable, e imposible de engañar; todos lo habían intentado sin éxito.
Sus seis hijos también eran únicos, en más de un sentido. Kevin era el primogénito, tenía 28 años y era duro, serio y estricto, el mayor a todos los efectos. Álex y Marc eran mellizos, lo que implicaba que nadie sabía nombrarlos por separado. A sus 26 años aún discutían sobre quién era el segundo y quién era el tercero en la cadena de mando. _______, ____*, tenía 24 años y, hasta el momento, una vida un poco desastrosa. Helena y Martina eran «las niñas», y con sus respectivos 22 y 20 años, tenían una vida social muy ocupada.
La mañana siguiente a «la catástrofe», que era como ______ llamaba a su caída por la escalera, todas sus pesadillas se hicieron realidad: perdió su empleo, pues su jefe no podía permitirse tener de baja a una diseñadora gráfica que ni siquiera estaba oficialmente contratada; Andrea, su mejor amiga, había ligado por enésima vez, mientras que a ella sólo la llamaba su vecina; y su hermano mayor, Kevin, se había pasado al bando enemigo, o lo que es lo mismo, se había aliado con sus padres para convencerla de que tenía que reorientar su vida.
Los primeros días, ______ se negó a escucharlos, pero luego vio que tenían algo de razón; una chica de 24 años, una edad fantástica, tenía que saber cuál era su objetivo en la vida, o al menos tener una vaga idea. No bastaba con que hubiera alquilado un piso en el Eixample y que tuviera un trabajo más o menos estable (más menos que más). Tenía que tener un plan, una meta. Tal vez estuvieran en lo cierto, tal vez había llegado el momento de dar un volantazo a su vida.
Así que, tres meses después de «la catástrofe», ahí estaba; aún un poco coja, pero a punto de subirse a un avión hacia Londres.
—______, ¿se puede saber en qué piensas? —preguntó Kevin chasqueando los dedos delante de sus narices—. ¿Quieres tomarte un café o prefieres pasar ya el control?
—Perdona —respondió aturdida—. ¿Tengo tiempo de tomar un café? —Miró el reloj.
—Sí, si nos damos prisa —apuntó su madre, que ya caminaba hacia la cafetería.
Su padre la rodeó con el brazo:
—Ya verás como este trabajo en Inglaterra te irá muy bien, y Joseph cuidará de ti. Aún me acuerdo de cuando solía venir por casa todos los veranos. ¿Y tú?
—No, no mucho. —______ no creyó necesario informar a su padre, que era incapaz de guardar un secreto, de que de pequeña había estado pendiente de todos sus movimientos.
—Pues yo sí me acuerdo. —Su madre se añadió a la conversación mientras pedían al camarero que les trajera unos cafés—. Me dio mucha pena que se fuera a vivir a Inglaterra con su padre y su abuela. Kevin, ¿qué le dijiste a Joseph cuando lo llamaste?
______ miró a su hermano, muy interesada por escuchar la respuesta a esa pregunta.
—La verdad; que ______ se había roto una pierna y que cuando se recuperara quería dar una nueva orientación a su carrera profesional. Dado que él es el editor jefe de la revista en la que trabaja, pensé que podría ayudarla. Y así ha sido, ¿no?
Pagaron la cuenta y ______, con lágrimas en los ojos, se despidió de ellos. Si en ese instante se le hubiera ocurrido una excusa para poder quedarse, habría recurrido a ella sin dudarlo, pero todo su cerebro estaba centrado en lo que la esperaba al llegar a Heathrow: un nuevo empleo, una nueva oportunidad, una nueva ciudad, y volver a ver a Joseph.
El empleo le venía genial, siempre había deseado trabajar en una revista y seguro que podría aprender mucho. La oportunidad; haría todo lo que estuviera en sus manos, y más aún, para no desaprovecharla. La ciudad; Londres siempre le había encantado y estaba ansiosa por vivir allí durante seis meses, en principio, lo que iba a durar su contrato en la capital británica. Joseph... bueno..., seguro que después de once años, una ya ha superado la tontería del primer chico que le gusta, ¿no? Tan malo no podía ser. Al cabo de unas tres horas se dio cuenta de que era aún peor.
Bienvenidas alas nuevas lectoras gracias por pasarse, espero les guste el cap esta nove es de verdad hermosa y estoy segura qe les encantara
Nani Jonas
Página 1 de 29. • 1, 2, 3 ... 15 ... 29
Temas similares
» Atrápame (Louis&Rayita)
» [One Direction y tu] ¡Tengo que tomar una decisión YA!
» Como yo nadie te ha amado (Joe & Tu)
» ♡ jongyu ... lots of love.
» Our forbidden love!:3 (One Direction y tu) (Primera parte)
» [One Direction y tu] ¡Tengo que tomar una decisión YA!
» Como yo nadie te ha amado (Joe & Tu)
» ♡ jongyu ... lots of love.
» Our forbidden love!:3 (One Direction y tu) (Primera parte)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 1 de 29.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.