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"El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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"El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Nombre: El Precio del Amor
Autor:
Dayani López
Adaptación: Si. Adaptación de un Libro de Lisa K¡leypas.
Género: Drama,Romance,Hot, y un poco de misterio.
Advertencias:
Ninguna.
Otras Páginas: No por mi parte.
Nick Jonas, además de un hombrecon una historia oscura y complicada, es considerado el amante másexperimentado de toda Inglaterra en los tiempos de la reina Victoria. Conocidopor su habilidad para resolver situaciones delicadas, es contratado por lordRadnor para encontrar a ________ Howard. Nick cree que podrá realizar su misiónsin complicaciones... pero sólo antes de conocer a la dama en cuestión.En lugar de una joven caprichosa,encuentra a una mujer desesperada, que se oculta de un noble obsesionado porconseguirla. Entonces Nick le hace una propuesta totalmente inesperada: le pideque sea su prometida.Nick sabe que la unión será muchomás que un simple acuerdo verbal, pero se llevará una sorpresa, ya que prontodescubrirá que hace falta mucho más que pasión para ganarse el amor de ________.Y aun si lo lograra, ¿sería el amor suficiente para derrotar no sólo a losfantasmas de su pasado sino también a lord Radnor, que parece dispuesto a todopor conseguir a _________?
Autor:
Dayani López
Adaptación: Si. Adaptación de un Libro de Lisa K¡leypas.
Género: Drama,Romance,Hot, y un poco de misterio.
Advertencias:
Ninguna.
Otras Páginas: No por mi parte.
El precio del Amor
(SerieBow Street 3)
Lisa Kleypas
(SerieBow Street 3)
Lisa Kleypas
Nick Jonas, además de un hombrecon una historia oscura y complicada, es considerado el amante másexperimentado de toda Inglaterra en los tiempos de la reina Victoria. Conocidopor su habilidad para resolver situaciones delicadas, es contratado por lordRadnor para encontrar a ________ Howard. Nick cree que podrá realizar su misiónsin complicaciones... pero sólo antes de conocer a la dama en cuestión.En lugar de una joven caprichosa,encuentra a una mujer desesperada, que se oculta de un noble obsesionado porconseguirla. Entonces Nick le hace una propuesta totalmente inesperada: le pideque sea su prometida.Nick sabe que la unión será muchomás que un simple acuerdo verbal, pero se llevará una sorpresa, ya que prontodescubrirá que hace falta mucho más que pasión para ganarse el amor de ________.Y aun si lo lograra, ¿sería el amor suficiente para derrotar no sólo a losfantasmas de su pasado sino también a lord Radnor, que parece dispuesto a todopor conseguir a _________?
Última edición por Dayi_JonasLove!* el Mar 12 Abr 2011, 12:57 pm, editado 1 vez
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Hello everyone! :D Estoy aqui con una nueva nove! Mucho mas hot jajajajaja. Espero les guste tanto como a mi y que la disfruten! Les dejo el Prologo para que se hagan una idea de la nove. Les aviso que estoy comenzando a tener examens en el cole y voy a estar un poco full pero tratare de subir por los menos 1 cap por semana :) Subiria mas pero la nove no muy larga y no uiqero que acabe tan rapido jajajaja. Basta, aqui el prologo... ENJOY IT ;)
Prólogo
Tenía veinticuatro años, yera la primera vez que visitaba un burdel. Nick Jonas se maldijo por el sudorhelado que había emergido en su cara. Se quemaba con deseo, frío pavoroso.Había evitado esto durante años, hasta que finalmente lo había conducido a ellola desesperada necesidad carnal. El impulso de aparearse finalmente habíallegado a ser más fuerte que el miedo.
Forzándose a seguir moviéndose, Nick subió los escalones del establecimiento deladrillo rojo de la señora Bradshaw, el negocio exclusivo que satisfacía aclientes adinerados. Era de conocimiento general que una noche con una de laschicas de la señora Bradshaw costaría una fortuna, pues eran las prostitutasmejor entrenadas en Londres.
Nick podría fácilmente pagar cualquier precio que fuera requerido. Había hechomucho dinero como detective privado, y además de eso, amasó una fortuna de sustransacciones en el hampa. Y había ganado mucha notoriedad en el proceso.Aunque era popular entre la mayoría del público, el hampa lo temía y eradetestado por los agentes de Bow Street, que lo consideraban como a un rivalsin principios. En ese punto los detectives tenían razón— de hecho no teníaprincipios. Los escrúpulos tenían una manera de interferir en el negocio, y porlo tanto Nick no tenía utilidad para ellos.
La música vagaba sin rumbo de las ventanas, donde Nick podía ver hombres ymujeres elegantemente vestidos mezclándose como si estuvieran en una soiree conla flor y nata de la sociedad. En realidad, eran prostitutas gestionandotransacciones de negocios con sus clientes. Esto tenía muy poco que ver con sugarito cerca de Fleet Ditch, donde las p*utas con los traseros en fila atendíana los hombres en los callejones por algunos chelines.
Cuadrando sus hombros, Nick utilizó el llamador de cobre con cabeza de leónpara golpear bruscamente sobre la puerta. Esta se abrió para revelar a unmayordomo de cara pétrea, que preguntó que asunto lo traía allí.
—¿No es obvio? —Nick preguntó con irritación—. Quiero conocer a una de laschicas.
—Me temo que la señora Bradshaw no acepta nuevos clientes en este momento,señor.
—Dígale que Nick Jonas está aquí —metió sus manos en los bolsillos del abrigo ydedicó al mayordomo una sombría mirada.
Los ojos del hombre se ensancharon, traicionando su reconocimiento del infamenombre. Abrió la puerta e inclinó su cabeza cortésmente.
—Sí, señor. Si esperara en el vestíbulo, informaré a señora Bradshaw de supresencia.
El aire estaba ligeramente perfumado con el aroma y el humo del tabaco.Respirando profundamente, Nick echó un vistazo alrededor del vestíbulo consuelo de mármol, el cual estaba bordeado de altas pilastras blancas. El únicoadorno era una pintura de una mujer desnuda mirándose en un espejo oval, unamano delicada se reclinaba ligeramente en lo alto de su propio muslo.Fascinado, Nick miró fijamente el cuadro enmarcado en oro. La imagen femeninaen el espejo estaba levemente difuminada, el triángulo entre sus piernaspintado con vagas pinceladas. El estómago de Nick se sentía como si estuvieralleno de frío plomo. Un criado que usaba calzón negro cruz el pasillo con unabandeja de copas, y la mirada de Nick se desvió rápidamente de la pintura.
Era sumamente consciente de la puerta detrás de él, del hecho de que podría darla vuelta y marcharse ahora mismo. Pero había sido un cobarde demasiado tiempo.Lo que sea que sucediera esa noche, saldría del apuro. Apretando sus puños enlos bolsillos, miró fijamente el piso reluciente, los remolinos del mármolblanco y gris que reflejaban el resplandor de la araña en lo alto.
Repentinamente una voz de mujer irrumpió perezosamente por el aire
—Es un honor recibir al famoso señor Jonas. Bienvenido.
Su mirada vagó del dobladillo del vestido azul de terciopelo a un par desonrientes ojos color jerez. La señora Bradshaw era una mujer alta,maravillosamente proporcionada. Su pálida piel estaba ligeramente punteada depecas ambarinas, y su pelo castaño estaba recogido en lo alto en rizos sueltos.Ella no era hermosa de una manera convencional, su cara era demasiado angulosa,y su nariz era grande. Sin embargo, tenía estilo y estaba impecablementearreglada, y había algo tan atrayente en ella que la belleza parecíaenteramente superflua.
Ella sonrió de una manera que hizo que Nick se relajara a pesar de sí mismo.Más adelante aprendería que él no era el único que reaccionaba así. Todos loshombres se relajaban en la agradable presencia de Gemma Bradshaw. Solomirándola uno podría decir que no la molestaba las palabras groseras o que sepusiera los pies sobre la mesa, adoraba una buena broma y nunca era tímida odesdeñosa. Los hombres adoraban a Gemma porque ella los adoraba tan claramente.Ella ofreció a Nick una sonrisa de complicidad y se inclinó lo bastante paraexhibir su magnífico escote.
—Realmente dice que ha venido aquí por placer, antes que por negocios—. Ante subreve asentimiento, ella sonrió una vez más—. Encantador. Venga a dar unavuelta por el salón conmigo, y discutiremos de que manera puede ser mejoratendido—. Ella avanzó para deslizar el brazo en el de él. Nick se sacudiólevemente, conteniendo el impulso instintivo de apartar rápidamente su mano.
La señora apenas podía notar la rigidez de su brazo. Ella desprendió su mano, ycontinuó charlando tranquilamente, como si no hubiera ocurrido nadainconveniente.
—Así, si tiene la amabilidad. A mis invitados a menudo les gusta jugar a lascartas o al billar, o relajarse en el cuarto de fumar. Puede charlar con tantaschicas como desee antes de decidirse por una. Entonces ella le enseñara uno delos cuartos de arriba. Se le cobrará un precio por hora por su compañía. Heentrenado a todas las chicas personalmente, y encontrará que cada una tiene supropio talento especial. ¿Por supuesto, usted y yo discutiremos suspreferencias, ya que algunas de las chicas están más dispuestas que otras adedicarse al juego violento?
Cuando entraron en el salón, algunas de las mujeres echaron miradas coquetas a Nick.Todas ellas parecían sanas y bien dispuestas, totalmente diferente de las p*utasque él había visto en Fleet Ditch y Newgate. Coqueteando, charlado, negociado,todas con la misma manera relajada que la señora Bradshaw poseía.
—Para mí sería un placer presentarle algunas de ellas —la apacible voz de laseñora Bradshaw llegó a su oído —¿alguna le llama la atención?
Nick sacudió la cabeza. Lo conocían generalmente por su vivaz arrogancia, portener la melosa, broma fácil de un estafador confiado. Sin embargo, en estasituación extraña, las palabras lo habían abandonado.
—¿Puedo hacerle algunas sugerencias? Esa muchacha de pelo oscuro con el vestidoverde es excesivamente popular. Su nombre es Lorena. Es encantadora y animada,y posee un ingenio rápido. La que está cerca de ella, la rubia... esa esMercia. De un tipo más reservado, con una manera apacible que atrae a muchos denuestros clientes. Ahora, Nettie, la pequeña al lado de las cristaleras, estaentrenada en las artes más exóticas— la señora Bradshaw hizo una pausa mientrasobservaba la rigidez en la mandíbula de Nick.
—¿Prefiere usted la ilusión de la inocencia? —sugirió suavemente—. Puedoproveerle de una chica de pueblo que hace la virgen más convincente
Que Nick se condenara si sabía sus preferencias. Echó un vistazo a todas ellas,morenas, rubias, delgadas, voluptuosas, cada forma, tamaño, y matiz imaginable,y la absoluta variedad lo abrumó repentinamente. Intentó imaginarse acostándosecon cualquiera de ellas, y un sudor frío explotó en su frente.
Su mirada volvió a la señora Bradshaw. Sus ojos eran de un cálido marrón claro,coronados con unas cejas algo más oscuras que su pelo. Su alto cuerpo era unpatio de recreo, y su boca parecía aterciopelada y suave. Pero eran las pecaslas que le decidieron. Las manchas ambarinas adornaban su pálida piel en unfestivo rocío que hizo que él deseara sonreír.
—Usted es la única aquí que tiene valor —Nick se oyó decir.
Las rojizas pestañas de la madame descendieron rápidamente, encubriendo suspensamientos, pero él detectó que la había sorprendido. Una sonrisa curvó suslabios.
—Mi querido señor Jonas, qué cumplido tan encantador. Sin embargo, no meacuesto con los clientes de mi establecimiento. Esos días pasaron de largo.Debe permitirme que le presente a una de las chicas, y...
—La deseo a usted —insistió.
Cuando la señora Bradshaw vio la honradez cruda en sus ojos, una pálida estelarosada se extendió por sus mejillas.
—¡Por Dios! —Dijo, y rió repentinamente— esto es un truco para hacer que unamujer de treinta y ocho años se ruborice. Pensé que había olvidado cómo.
Nick no devolvió la sonrisa.
—Pagaré cualquier precio. La señora Bradshaw sacudió lacabeza maravillada, todavía sonriendo, después miró fijamente la pechera de sucamisa con concentración, como si luchara con algún asunto importante.
—Nunca hago nada por impulso. Es una regla personal.
Lentamente Nick alcanzó su mano, tocándola con gran cuidado, movió las yemas desus dedos de un lado a otro de su palma en un movimiento cauteloso, íntimo.Aunque ella tenía manos largas que convenían a una mujer de su altura, susdedos eran dos veces más gruesos que los delgados de ella. Él acarició lospequeños pliegues húmedos en el interior de sus dedos.
—Toda regla debería de ser rota de vez en cuando —dijo.
La señora levantó su mirada, parecía fascinada por algo que vio en su carahastiada del mundo. Precipitadamente pareció tomar una decisión.
—Venga conmigo.
Nick la siguió desde el salón, sin prestar atención de las miradas que lospersiguieron. Le condujo a través del vestíbulo y subió una escalera curvadaque conducía a una suite privada con habitaciones. Los apartamentos de laseñora Bradshaw eran refinados pero cómodos, los muebles profundamentealmohadillados, las paredes cubiertas de papel francés, el hogar que brillabaintensamente con un fuego abundantemente abastecido. El aparador del recibidorestaba cargado con una colección de brillantes licoreras de cristal y copas. Laseñora Bradshaw tomó una copa de coñac de una bandeja de plata y echó unvistazo expectante.
—¿Brandy? —Nick asintió inmediatamente.
Ella vertió el líquido dorado rojizo en la copa. Expertamente prendió unfósforo y encendió una vela sobre el aparador. Sosteniendo la copa por eltallo, giró la copa sobre la llama de la vela. Cuando el brandy estuvocalentado a su satisfacción, se lo dio. Nunca antes había habido una mujer quehiciera eso por él. El brandy era rico y con sabor a nuez, una especia que ledilató las ventanas de la nariz mientras bebía. Echando un vistazo por elrecibidor, Nick vio que una pared estaba organizada con estanterías, cadapulgada de espacio disponible ocupada con volúmenes encuadernados en cuero ylibros tamaño folio. Él se acercó más a los estantes, investigando. Aunque élno podía leer bien, él distinguió que la mayoría de los libros trataban sobresexo y anatomía humana.
—Un hobby mío —dijo la señora Bradshaw, sus ojos que brillaban con desafíoamistoso—. Colecciono libros acerca de técnicas y costumbres sexuales dediversas culturas. Algunos de los libros son bastante raros. Durante losúltimos diez años, he acumulado una riqueza enorme de conocimiento sobre mi temapreferido.
—Supongo que es más interesantes que coleccionar cajas de rapé— dijo él, y ellarió.
—Quédese aquí. Será solo un momento. Mientras que no estoy, es bienvenido amirar mi biblioteca.
Ella fue del recibidor al cuarto contiguo, donde era visible el extremo de unacama con dosel. La sensación de plomo volvió al estómago de Nick. Acabando subebida en un trago de meloso fuego, dejó la copa a un lado y fue hasta losestantes. Un volumen grande encuadernado en cuero rojo captó su atención. Elcuero antiguo crujió levemente mientras abría el libro, el cual estaba lleno deilustraciones pintadas a mano. Sus emociones bullían en su interior seenredándose en un nudo enorme mientras veía dibujos de cuerpos que se retorcíanen las posiciones sexuales más peculiares que hubiera podido imaginarse. Sucorazón martilleaba contra sus costillas incluso mientras que su miembro sehinchaba con exasperado deseo. Cerró precipitadamente el libro y lo empujódetrás sobre el estante. Volviendo al aparador, vertió otro brandy y lo tragósin saborearlo.
Como señora Bradshaw había prometido, volvió pronto, yendo a colocarse en elumbral. Se había puesto una fina bata ajustada con un cordón, las mangas largascaían formando pliegues al estilo medieval. La ropa de seda blanca revelaba lascrestas acentuadas de sus pechos llenos, e incluso la sombra del pelo entre susmuslos. La señora tenía un cuerpo magnífico, y lo sabía. Estaba parada con unarodilla flojamente adelantada, sobresaliendo por la abertura de la bata para exhibirla línea larga y lisa de su pierna. Su pelo ardiente se ondulaba sobre loshombros y bajaba por la espalda, haciendo su mirada más joven, más suave.
Un temblor anhelante bajó por la columna de Nick, y sintió el pecho subiendo ybajando a un ritmo fatigoso.
—Le haré saber que soy selectiva con mis amantes— la señora le indicó con lamano que fuera hacia ella—. Un talento como el mío nunca debería sermalgastado.
—¿Porque yo? —preguntó Nick, su voz se volvió áspera. Se acercó más, lobastante cerca para darse cuenta que ella no usaba perfume. Ella olía a jabón ya piel limpia, una fragancia mucho más excitante que el jazmín o las rosas.
—Fue la manera en que me tocaste. Encontraste por instinto los lugares mássusceptibles en mi mano... el centro de la palma y los interiores de losnudillos. Pocos hombres tienen tal sensibilidad.
Más que sentirse adulado, Nick experimentó una llamarada de pánico. La señoratenía esperanzas en él, esperanzas que él tenía la garantía de decepcionar.Mantuvo su cara inexpresiva, pero su corazón cedía a un repugnante descensomientras ella lo arrastraba dentro del caldeado dormitorio iluminado por elfuego.
—Señora Bradshaw —dijo torpemente mientras se acercaban a la cama— deberíacontarle...
—Gemma— murmuró ella.
—Gemma —repitió él, cada pensamiento coherente se dispersó mientras que ellaempujaba el abrigo de sus hombros y le ayudó a le quitárselo.
Desatando el nudo de su pañuelo humedecido por el sudor, la señora sonrió a susonrojada cara.
—Estas temblando como un muchacho de trece años. ¿Está el célebre señor Jonastan intimidado por el pensamiento de acostarse con la famosa señora Bradshaw?No lo habría esperado de un hombre tan mundano. Ciertamente no eres virgen a tuedad. ¿Un hombre de... veintitrés?
—Veinticuatro—. Él estaba muriendo por dentro, sabiendo que no había forma enque pudiera hacerle creer que era un hombre de experiencia. Tragandodifícilmente, dijo con voz ronca—. Nunca he hecho esto antes.
Los arcos rojizos de sus cejas se movieron poco a poco hacia arriba.
—¿Nunca ha visitado un burdel?
De algún modo el hizo subir las palabras a su dolorida garganta.
—Nunca he hecho el amor con una mujer.
La expresión de Gemma no cambió, pero él sintió su asombro. Después de unalarga pausa diplomática, ella preguntó discretamente
—¿Entonces has intimado con otros hombres?
Nick sacudió su cabeza, mirando fijamente el estampado empapelado. El pesadosilencio fue roto solamente por el retumbar en sus oídos. La curiosidad de lamadame era casi palpable. Ella ascendió el escalón móvil de madera que habíasido colocado al lado de la alta cama, y subió sobre el colchón. Lentamente serecostó a su lado, relajada como un gato. Y en su comprensión infinita del sexomasculino, permaneció callada y esperó pacientemente. Nick trató de parecernormal, pero un temblor se abrió camino en su voz.
—Cuando era un muchacho de catorce años, fui condenado a diez meses en unbarco—prisión.
Él vio en la expresión de Gemma que entendía inmediatamente. Las condicionesdesgraciadas en los barcos—prisión, el hecho de que los hombres fueranencadenados junto con muchachos en una celda grande, eran apenas un secreto.
—Los hombres del la nave intentaron forzarte, por supuesto —dijo ella. Su tonoera neutral cuando preguntó—. ¿Alguno de ellos tuvo éxito?
—No. Pero desde entonces... — Nick hizo una pausa por largo momento. Nunca lehabía contado a nadie sobre el pasado que lo había atormentado, no era fácilexpresar sus miedos con palabras—. No puedo soportar ser tocado— dijolentamente—. No por cualquiera, de cualquier modo. He deseado... —se detuvo porun momento, vacilando—. De vez en cuando deseo una mujer tan intensamente quecasi me vuelvo loco con ello. Pero no puedo lograr... — cayó desamparadamenteen silencioso. Le parecía imposible explicar que para él, el sexo, el dolor yla culpa iban entrelazados, que el simple acto de hacer el amor con alguien leparecía tan imposible como hacerle saltar desde un acantilado. El tacto de otrapersona, no importa cómo de inofensivo fuera, provocaba una necesidad peligrosade defenderse.Si Gemma hubiera mostrado unareacción dramática de horror o compasión, Nick se habría largado. Sin embargo,ella solo lo consideró pensativamente. Con un movimiento lleno de gracia,balanceó sus largas piernas sobre la cama y se deslizó al suelo. De pie delantede él, comenzó a desabotonar su chaleco. Nick se puso rígido pero no se alejó.
—Debes tener fantasías —dijo Alma—. Imágenes y pensamientos que te exciten.
La respiración de Nick se tornó superficial y rápida mientras se encogió dehombros fuera de su chaleco. Los remanentes de sueños volátiles searremolinaron por sus pensamientos... pensamientos obscenos que habían dejadosu cuerpo cargado de dolor en la oscuridad vacía. Sí, el había tenidofantasías, visiones de mujeres atadas y gimiendo debajo de él, sus piernas seseparaban de par en par mientras él se introducía entre ellas. Posiblemente nopodría confesar tales cosas vergonzosas. Pero los ojos marrones de Gemma Bradshawcontenían una invitación que era casi irresistible.
—Te contare los míos primero —ofreció ella—. ¿Te gustaría eso? —Él asintiócautelosamente, el calor extendiéndose por su ingle—. Fantaseo con estardesnuda ante una audiencia de hombres— la voz de Alma era baja como lavaliquida a medida que ella continuaba—. Elijo uno que atrapa mi imaginación. Élse une a mí en el escenario, y lleva a cabo cualquier acto sexual que deseo.Después de eso, selecciono otro, y otro, hasta que estoy completamentesatisfecha.
Ella sacó el dobladillo de su camisa de sus pantalones. Nick la levantó sobresu cabeza y dejó caer la ropa húmeda al suelo. Su miembro palpitabadolorosamente mientras que Gemma miraba fijamente su torso denudo. Ella tocó lapiel de su pecho cubierta de abundante pelo, mucho más oscuro que el pelocastaño de su cabeza. Un sonido apreciativo salió de la garganta de Alma.
—Eres bastante musculoso. Me encanta eso.
Las yemas de sus dedos se aventuraron por los rizos enmarañados y acariciaronla piel caliente debajo de estos, y Nick instintivamente dio un paso atrás.Perezosamente Gemma le hizo gestos para que volviera.
—Si quieres hacer el amor, cariño, me temo que no puedes evitar que te toque.Estate quieto—. Ella alcanzó el botón superior de sus pantalones—. Ahoracuéntame tu fantasía.
Nick miró fijamente el techo, la pared, las ventanas cubiertas de terciopelo,cualquier cosa para evitar la vista de las manos de ella en su entrepierna.
—Yo... quiero tener el control —dijo roncamente—. Me imagino atando una mujer ala cama. Ella no puede moverse ni tocarme... no puede detenerme de hacercualquier cosa que deseo.
—Muchos hombres tienen esa fantasía.
El dorso de los dedos de Gemma acarició la parte inferior de su duro miembromientras se ocupaba de los últimos botones. Nick se olvidó repentinamente derespirar. La señora se inclinó más cerca, su respiración se sacudía a través delos rizos de su pecho.
—Y que le haces a la mujer, después de que está atada —susurró ella.
Su cara obscurecida con un rubor mezcla de excitación y vergüenza.
—La toco por todas partes. Utilizo mi boca y los dedos... y hago que mesuplique que la tome. La hago gritar—. Él apretó su mandíbula y gimió en sugarganta mientras sus largos y fríos dedos rodearon su miembro y lo liberaronde los pantalones—. ¡Dios!
—Bien —ronroneó ella, sus hábiles dedos remontándose hasta la empuñadura ysubiendo de vuelta hasta a la cabeza firmemente hinchada. —Eres un joven másque generosamente dotado
Nick cerró los ojos, que le daban vueltas por la poderosa y violenta sensación.
—¿Eso complace a una mujer? —preguntó inseguro. Alma continuó frotándololigeramente mientras contestaba.
—No a todas las mujeres. Algunas no se pueden acoplar cómodamente a un hombrede tu tamaño. Pero eso se puede conseguir—. Ella lo liberó suavemente y fuehasta una caja grande de caoba en la mesita de noche, levantando la tapa yrebuscando entre el contenido—. Quítate el resto de la ropa —dijo sin mirarlo.
El miedo y la lujuria chocaron violentamente dentro de él. Finalmente lalujuria ganó. Se despojó de sus ropas, sintiéndose vulnerable y dolorosamenteapasionado. Gemma localizó lo que buscaba, se dio la vuelta, y le arrojó ligeramentealgo. Reflexivamente Nick cogió el objeto en su puño. Era una cuerda hecha delterciopelo color burdeos. Perplejo, miró cómo Alma desataba su bata y la dejabacaer a sus pies. Cada pulgada de su fuerte y flexible cuerpo fue expuesta,incluyendo la abundancia del fuerte pelo en su ingle. Con una sonrisaprovocativa, subió sobre la cama, revelando su generosamente redondeada parteposterior en el proceso. Inclinándose hacia atrás sobre sus codos, ella señalócon la cabeza la aterciopelada longitud apretada en su puño.
—Creo que sabes que tienes que hacer a continuación— dijo ella. Nick estabasorprendido y desconcertado de que ella se dejara tan totalmente indefensa anteun desconocido.
—¿Confías en mi lo suficiente para dejarme hacer esto?
Su voz era muy suave.
—¿Esto requerirá confianza por ambas partes, verdad? —Nick se unió a ella en lacama, sus manos temblando mientras ataba sus muñecas juntas y las anclaba alcabecero. Su cuerpo elegante estaba totalmente en su merced. Subiendo sobreella, inclinó su cabeza y la besó la boca.
—¿Cómo puedo complacerte? —susurró el.
—Complácete a ti mismo esta vez —Su lengua tocó su labio inferior con unmovimiento ligero como la seda. —Puedes atender mis necesidades mas adelante.
Nick la exploró lentamente, sus temores disolviéndose en una inundación delcalor. La lujuria rugió a través de él mientras que encontraba los lugares quela hicieron retorcerse... el hueco de su garganta, los interiores de sus codos,la sensible parte inferior de sus pechos. Él acariciaba, probaba, mordisqueabasu piel, emborrachándose en su suavidad y su fragancia femenina. Finalmente,cuando su pasión creció a una altura insoportable, bajó entre sus muslos yempujó en las húmedas y cálidas profundidades que ansiaba desesperadamente.Para su eterna humillación, culminó con una sola embestida, antes de que lahubiera satisfecho. Su cuerpo se sacudió con insoportable placer, y enterró sucara en la masa de su pelo llameante mientras que gemía ásperamente.
Jadeando en el momento posterior, buscó a tientas las muñecas atadas de Gemma.Cuando la liberó, él rodó sobre su costado, alejándose de ella, y mirófijamente a ciegas las sombras en la pared. Él estaba mareado de alivio. Poralguna razón insondable, los rabillos de sus ojos le escocían, y cerró los ojosfirmemente contra la horrible amenaza las lágrimas. Gemma se movió detrás deél, colocando su mano ligeramente en su cadera desnuda. Nick se estremeció porsu tacto pero no se separó. Su boca presionó contra lo alto de su columna, unasensación se disparó hacía su ingle.
—Prometes —susurró ella— sería una vergüenza que tus capacidades no sedesarrollaran. Voy a extender una invitación para ti poco frecuente, Nick. Vena visitarme de vez en cuando, y compartiré mis conocimientos contigo. Tengomucho que enseñar. No será necesario que me pagues... tan solo tráeme un regalode vez en cuando— como él no se movió, ella le mordió suavemente en la nuca—.Para cuando haya acabado contigo, ninguna mujer en el mundo se te podráresistir. ¿Qué me dices a eso?
Nick rodó sobre ella y la sujetó al colchón, mirando fijamente su carasonriente.
—Estoy listo para la primera lección —dijo él, y la cubrió la boca con la suyapropia.
FIN DELPRÓLOGO
Prólogo
Tenía veinticuatro años, yera la primera vez que visitaba un burdel. Nick Jonas se maldijo por el sudorhelado que había emergido en su cara. Se quemaba con deseo, frío pavoroso.Había evitado esto durante años, hasta que finalmente lo había conducido a ellola desesperada necesidad carnal. El impulso de aparearse finalmente habíallegado a ser más fuerte que el miedo.
Forzándose a seguir moviéndose, Nick subió los escalones del establecimiento deladrillo rojo de la señora Bradshaw, el negocio exclusivo que satisfacía aclientes adinerados. Era de conocimiento general que una noche con una de laschicas de la señora Bradshaw costaría una fortuna, pues eran las prostitutasmejor entrenadas en Londres.
Nick podría fácilmente pagar cualquier precio que fuera requerido. Había hechomucho dinero como detective privado, y además de eso, amasó una fortuna de sustransacciones en el hampa. Y había ganado mucha notoriedad en el proceso.Aunque era popular entre la mayoría del público, el hampa lo temía y eradetestado por los agentes de Bow Street, que lo consideraban como a un rivalsin principios. En ese punto los detectives tenían razón— de hecho no teníaprincipios. Los escrúpulos tenían una manera de interferir en el negocio, y porlo tanto Nick no tenía utilidad para ellos.
La música vagaba sin rumbo de las ventanas, donde Nick podía ver hombres ymujeres elegantemente vestidos mezclándose como si estuvieran en una soiree conla flor y nata de la sociedad. En realidad, eran prostitutas gestionandotransacciones de negocios con sus clientes. Esto tenía muy poco que ver con sugarito cerca de Fleet Ditch, donde las p*utas con los traseros en fila atendíana los hombres en los callejones por algunos chelines.
Cuadrando sus hombros, Nick utilizó el llamador de cobre con cabeza de leónpara golpear bruscamente sobre la puerta. Esta se abrió para revelar a unmayordomo de cara pétrea, que preguntó que asunto lo traía allí.
—¿No es obvio? —Nick preguntó con irritación—. Quiero conocer a una de laschicas.
—Me temo que la señora Bradshaw no acepta nuevos clientes en este momento,señor.
—Dígale que Nick Jonas está aquí —metió sus manos en los bolsillos del abrigo ydedicó al mayordomo una sombría mirada.
Los ojos del hombre se ensancharon, traicionando su reconocimiento del infamenombre. Abrió la puerta e inclinó su cabeza cortésmente.
—Sí, señor. Si esperara en el vestíbulo, informaré a señora Bradshaw de supresencia.
El aire estaba ligeramente perfumado con el aroma y el humo del tabaco.Respirando profundamente, Nick echó un vistazo alrededor del vestíbulo consuelo de mármol, el cual estaba bordeado de altas pilastras blancas. El únicoadorno era una pintura de una mujer desnuda mirándose en un espejo oval, unamano delicada se reclinaba ligeramente en lo alto de su propio muslo.Fascinado, Nick miró fijamente el cuadro enmarcado en oro. La imagen femeninaen el espejo estaba levemente difuminada, el triángulo entre sus piernaspintado con vagas pinceladas. El estómago de Nick se sentía como si estuvieralleno de frío plomo. Un criado que usaba calzón negro cruz el pasillo con unabandeja de copas, y la mirada de Nick se desvió rápidamente de la pintura.
Era sumamente consciente de la puerta detrás de él, del hecho de que podría darla vuelta y marcharse ahora mismo. Pero había sido un cobarde demasiado tiempo.Lo que sea que sucediera esa noche, saldría del apuro. Apretando sus puños enlos bolsillos, miró fijamente el piso reluciente, los remolinos del mármolblanco y gris que reflejaban el resplandor de la araña en lo alto.
Repentinamente una voz de mujer irrumpió perezosamente por el aire
—Es un honor recibir al famoso señor Jonas. Bienvenido.
Su mirada vagó del dobladillo del vestido azul de terciopelo a un par desonrientes ojos color jerez. La señora Bradshaw era una mujer alta,maravillosamente proporcionada. Su pálida piel estaba ligeramente punteada depecas ambarinas, y su pelo castaño estaba recogido en lo alto en rizos sueltos.Ella no era hermosa de una manera convencional, su cara era demasiado angulosa,y su nariz era grande. Sin embargo, tenía estilo y estaba impecablementearreglada, y había algo tan atrayente en ella que la belleza parecíaenteramente superflua.
Ella sonrió de una manera que hizo que Nick se relajara a pesar de sí mismo.Más adelante aprendería que él no era el único que reaccionaba así. Todos loshombres se relajaban en la agradable presencia de Gemma Bradshaw. Solomirándola uno podría decir que no la molestaba las palabras groseras o que sepusiera los pies sobre la mesa, adoraba una buena broma y nunca era tímida odesdeñosa. Los hombres adoraban a Gemma porque ella los adoraba tan claramente.Ella ofreció a Nick una sonrisa de complicidad y se inclinó lo bastante paraexhibir su magnífico escote.
—Realmente dice que ha venido aquí por placer, antes que por negocios—. Ante subreve asentimiento, ella sonrió una vez más—. Encantador. Venga a dar unavuelta por el salón conmigo, y discutiremos de que manera puede ser mejoratendido—. Ella avanzó para deslizar el brazo en el de él. Nick se sacudiólevemente, conteniendo el impulso instintivo de apartar rápidamente su mano.
La señora apenas podía notar la rigidez de su brazo. Ella desprendió su mano, ycontinuó charlando tranquilamente, como si no hubiera ocurrido nadainconveniente.
—Así, si tiene la amabilidad. A mis invitados a menudo les gusta jugar a lascartas o al billar, o relajarse en el cuarto de fumar. Puede charlar con tantaschicas como desee antes de decidirse por una. Entonces ella le enseñara uno delos cuartos de arriba. Se le cobrará un precio por hora por su compañía. Heentrenado a todas las chicas personalmente, y encontrará que cada una tiene supropio talento especial. ¿Por supuesto, usted y yo discutiremos suspreferencias, ya que algunas de las chicas están más dispuestas que otras adedicarse al juego violento?
Cuando entraron en el salón, algunas de las mujeres echaron miradas coquetas a Nick.Todas ellas parecían sanas y bien dispuestas, totalmente diferente de las p*utasque él había visto en Fleet Ditch y Newgate. Coqueteando, charlado, negociado,todas con la misma manera relajada que la señora Bradshaw poseía.
—Para mí sería un placer presentarle algunas de ellas —la apacible voz de laseñora Bradshaw llegó a su oído —¿alguna le llama la atención?
Nick sacudió la cabeza. Lo conocían generalmente por su vivaz arrogancia, portener la melosa, broma fácil de un estafador confiado. Sin embargo, en estasituación extraña, las palabras lo habían abandonado.
—¿Puedo hacerle algunas sugerencias? Esa muchacha de pelo oscuro con el vestidoverde es excesivamente popular. Su nombre es Lorena. Es encantadora y animada,y posee un ingenio rápido. La que está cerca de ella, la rubia... esa esMercia. De un tipo más reservado, con una manera apacible que atrae a muchos denuestros clientes. Ahora, Nettie, la pequeña al lado de las cristaleras, estaentrenada en las artes más exóticas— la señora Bradshaw hizo una pausa mientrasobservaba la rigidez en la mandíbula de Nick.
—¿Prefiere usted la ilusión de la inocencia? —sugirió suavemente—. Puedoproveerle de una chica de pueblo que hace la virgen más convincente
Que Nick se condenara si sabía sus preferencias. Echó un vistazo a todas ellas,morenas, rubias, delgadas, voluptuosas, cada forma, tamaño, y matiz imaginable,y la absoluta variedad lo abrumó repentinamente. Intentó imaginarse acostándosecon cualquiera de ellas, y un sudor frío explotó en su frente.
Su mirada volvió a la señora Bradshaw. Sus ojos eran de un cálido marrón claro,coronados con unas cejas algo más oscuras que su pelo. Su alto cuerpo era unpatio de recreo, y su boca parecía aterciopelada y suave. Pero eran las pecaslas que le decidieron. Las manchas ambarinas adornaban su pálida piel en unfestivo rocío que hizo que él deseara sonreír.
—Usted es la única aquí que tiene valor —Nick se oyó decir.
Las rojizas pestañas de la madame descendieron rápidamente, encubriendo suspensamientos, pero él detectó que la había sorprendido. Una sonrisa curvó suslabios.
—Mi querido señor Jonas, qué cumplido tan encantador. Sin embargo, no meacuesto con los clientes de mi establecimiento. Esos días pasaron de largo.Debe permitirme que le presente a una de las chicas, y...
—La deseo a usted —insistió.
Cuando la señora Bradshaw vio la honradez cruda en sus ojos, una pálida estelarosada se extendió por sus mejillas.
—¡Por Dios! —Dijo, y rió repentinamente— esto es un truco para hacer que unamujer de treinta y ocho años se ruborice. Pensé que había olvidado cómo.
Nick no devolvió la sonrisa.
—Pagaré cualquier precio. La señora Bradshaw sacudió lacabeza maravillada, todavía sonriendo, después miró fijamente la pechera de sucamisa con concentración, como si luchara con algún asunto importante.
—Nunca hago nada por impulso. Es una regla personal.
Lentamente Nick alcanzó su mano, tocándola con gran cuidado, movió las yemas desus dedos de un lado a otro de su palma en un movimiento cauteloso, íntimo.Aunque ella tenía manos largas que convenían a una mujer de su altura, susdedos eran dos veces más gruesos que los delgados de ella. Él acarició lospequeños pliegues húmedos en el interior de sus dedos.
—Toda regla debería de ser rota de vez en cuando —dijo.
La señora levantó su mirada, parecía fascinada por algo que vio en su carahastiada del mundo. Precipitadamente pareció tomar una decisión.
—Venga conmigo.
Nick la siguió desde el salón, sin prestar atención de las miradas que lospersiguieron. Le condujo a través del vestíbulo y subió una escalera curvadaque conducía a una suite privada con habitaciones. Los apartamentos de laseñora Bradshaw eran refinados pero cómodos, los muebles profundamentealmohadillados, las paredes cubiertas de papel francés, el hogar que brillabaintensamente con un fuego abundantemente abastecido. El aparador del recibidorestaba cargado con una colección de brillantes licoreras de cristal y copas. Laseñora Bradshaw tomó una copa de coñac de una bandeja de plata y echó unvistazo expectante.
—¿Brandy? —Nick asintió inmediatamente.
Ella vertió el líquido dorado rojizo en la copa. Expertamente prendió unfósforo y encendió una vela sobre el aparador. Sosteniendo la copa por eltallo, giró la copa sobre la llama de la vela. Cuando el brandy estuvocalentado a su satisfacción, se lo dio. Nunca antes había habido una mujer quehiciera eso por él. El brandy era rico y con sabor a nuez, una especia que ledilató las ventanas de la nariz mientras bebía. Echando un vistazo por elrecibidor, Nick vio que una pared estaba organizada con estanterías, cadapulgada de espacio disponible ocupada con volúmenes encuadernados en cuero ylibros tamaño folio. Él se acercó más a los estantes, investigando. Aunque élno podía leer bien, él distinguió que la mayoría de los libros trataban sobresexo y anatomía humana.
—Un hobby mío —dijo la señora Bradshaw, sus ojos que brillaban con desafíoamistoso—. Colecciono libros acerca de técnicas y costumbres sexuales dediversas culturas. Algunos de los libros son bastante raros. Durante losúltimos diez años, he acumulado una riqueza enorme de conocimiento sobre mi temapreferido.
—Supongo que es más interesantes que coleccionar cajas de rapé— dijo él, y ellarió.
—Quédese aquí. Será solo un momento. Mientras que no estoy, es bienvenido amirar mi biblioteca.
Ella fue del recibidor al cuarto contiguo, donde era visible el extremo de unacama con dosel. La sensación de plomo volvió al estómago de Nick. Acabando subebida en un trago de meloso fuego, dejó la copa a un lado y fue hasta losestantes. Un volumen grande encuadernado en cuero rojo captó su atención. Elcuero antiguo crujió levemente mientras abría el libro, el cual estaba lleno deilustraciones pintadas a mano. Sus emociones bullían en su interior seenredándose en un nudo enorme mientras veía dibujos de cuerpos que se retorcíanen las posiciones sexuales más peculiares que hubiera podido imaginarse. Sucorazón martilleaba contra sus costillas incluso mientras que su miembro sehinchaba con exasperado deseo. Cerró precipitadamente el libro y lo empujódetrás sobre el estante. Volviendo al aparador, vertió otro brandy y lo tragósin saborearlo.
Como señora Bradshaw había prometido, volvió pronto, yendo a colocarse en elumbral. Se había puesto una fina bata ajustada con un cordón, las mangas largascaían formando pliegues al estilo medieval. La ropa de seda blanca revelaba lascrestas acentuadas de sus pechos llenos, e incluso la sombra del pelo entre susmuslos. La señora tenía un cuerpo magnífico, y lo sabía. Estaba parada con unarodilla flojamente adelantada, sobresaliendo por la abertura de la bata para exhibirla línea larga y lisa de su pierna. Su pelo ardiente se ondulaba sobre loshombros y bajaba por la espalda, haciendo su mirada más joven, más suave.
Un temblor anhelante bajó por la columna de Nick, y sintió el pecho subiendo ybajando a un ritmo fatigoso.
—Le haré saber que soy selectiva con mis amantes— la señora le indicó con lamano que fuera hacia ella—. Un talento como el mío nunca debería sermalgastado.
—¿Porque yo? —preguntó Nick, su voz se volvió áspera. Se acercó más, lobastante cerca para darse cuenta que ella no usaba perfume. Ella olía a jabón ya piel limpia, una fragancia mucho más excitante que el jazmín o las rosas.
—Fue la manera en que me tocaste. Encontraste por instinto los lugares mássusceptibles en mi mano... el centro de la palma y los interiores de losnudillos. Pocos hombres tienen tal sensibilidad.
Más que sentirse adulado, Nick experimentó una llamarada de pánico. La señoratenía esperanzas en él, esperanzas que él tenía la garantía de decepcionar.Mantuvo su cara inexpresiva, pero su corazón cedía a un repugnante descensomientras ella lo arrastraba dentro del caldeado dormitorio iluminado por elfuego.
—Señora Bradshaw —dijo torpemente mientras se acercaban a la cama— deberíacontarle...
—Gemma— murmuró ella.
—Gemma —repitió él, cada pensamiento coherente se dispersó mientras que ellaempujaba el abrigo de sus hombros y le ayudó a le quitárselo.
Desatando el nudo de su pañuelo humedecido por el sudor, la señora sonrió a susonrojada cara.
—Estas temblando como un muchacho de trece años. ¿Está el célebre señor Jonastan intimidado por el pensamiento de acostarse con la famosa señora Bradshaw?No lo habría esperado de un hombre tan mundano. Ciertamente no eres virgen a tuedad. ¿Un hombre de... veintitrés?
—Veinticuatro—. Él estaba muriendo por dentro, sabiendo que no había forma enque pudiera hacerle creer que era un hombre de experiencia. Tragandodifícilmente, dijo con voz ronca—. Nunca he hecho esto antes.
Los arcos rojizos de sus cejas se movieron poco a poco hacia arriba.
—¿Nunca ha visitado un burdel?
De algún modo el hizo subir las palabras a su dolorida garganta.
—Nunca he hecho el amor con una mujer.
La expresión de Gemma no cambió, pero él sintió su asombro. Después de unalarga pausa diplomática, ella preguntó discretamente
—¿Entonces has intimado con otros hombres?
Nick sacudió su cabeza, mirando fijamente el estampado empapelado. El pesadosilencio fue roto solamente por el retumbar en sus oídos. La curiosidad de lamadame era casi palpable. Ella ascendió el escalón móvil de madera que habíasido colocado al lado de la alta cama, y subió sobre el colchón. Lentamente serecostó a su lado, relajada como un gato. Y en su comprensión infinita del sexomasculino, permaneció callada y esperó pacientemente. Nick trató de parecernormal, pero un temblor se abrió camino en su voz.
—Cuando era un muchacho de catorce años, fui condenado a diez meses en unbarco—prisión.
Él vio en la expresión de Gemma que entendía inmediatamente. Las condicionesdesgraciadas en los barcos—prisión, el hecho de que los hombres fueranencadenados junto con muchachos en una celda grande, eran apenas un secreto.
—Los hombres del la nave intentaron forzarte, por supuesto —dijo ella. Su tonoera neutral cuando preguntó—. ¿Alguno de ellos tuvo éxito?
—No. Pero desde entonces... — Nick hizo una pausa por largo momento. Nunca lehabía contado a nadie sobre el pasado que lo había atormentado, no era fácilexpresar sus miedos con palabras—. No puedo soportar ser tocado— dijolentamente—. No por cualquiera, de cualquier modo. He deseado... —se detuvo porun momento, vacilando—. De vez en cuando deseo una mujer tan intensamente quecasi me vuelvo loco con ello. Pero no puedo lograr... — cayó desamparadamenteen silencioso. Le parecía imposible explicar que para él, el sexo, el dolor yla culpa iban entrelazados, que el simple acto de hacer el amor con alguien leparecía tan imposible como hacerle saltar desde un acantilado. El tacto de otrapersona, no importa cómo de inofensivo fuera, provocaba una necesidad peligrosade defenderse.Si Gemma hubiera mostrado unareacción dramática de horror o compasión, Nick se habría largado. Sin embargo,ella solo lo consideró pensativamente. Con un movimiento lleno de gracia,balanceó sus largas piernas sobre la cama y se deslizó al suelo. De pie delantede él, comenzó a desabotonar su chaleco. Nick se puso rígido pero no se alejó.
—Debes tener fantasías —dijo Alma—. Imágenes y pensamientos que te exciten.
La respiración de Nick se tornó superficial y rápida mientras se encogió dehombros fuera de su chaleco. Los remanentes de sueños volátiles searremolinaron por sus pensamientos... pensamientos obscenos que habían dejadosu cuerpo cargado de dolor en la oscuridad vacía. Sí, el había tenidofantasías, visiones de mujeres atadas y gimiendo debajo de él, sus piernas seseparaban de par en par mientras él se introducía entre ellas. Posiblemente nopodría confesar tales cosas vergonzosas. Pero los ojos marrones de Gemma Bradshawcontenían una invitación que era casi irresistible.
—Te contare los míos primero —ofreció ella—. ¿Te gustaría eso? —Él asintiócautelosamente, el calor extendiéndose por su ingle—. Fantaseo con estardesnuda ante una audiencia de hombres— la voz de Alma era baja como lavaliquida a medida que ella continuaba—. Elijo uno que atrapa mi imaginación. Élse une a mí en el escenario, y lleva a cabo cualquier acto sexual que deseo.Después de eso, selecciono otro, y otro, hasta que estoy completamentesatisfecha.
Ella sacó el dobladillo de su camisa de sus pantalones. Nick la levantó sobresu cabeza y dejó caer la ropa húmeda al suelo. Su miembro palpitabadolorosamente mientras que Gemma miraba fijamente su torso denudo. Ella tocó lapiel de su pecho cubierta de abundante pelo, mucho más oscuro que el pelocastaño de su cabeza. Un sonido apreciativo salió de la garganta de Alma.
—Eres bastante musculoso. Me encanta eso.
Las yemas de sus dedos se aventuraron por los rizos enmarañados y acariciaronla piel caliente debajo de estos, y Nick instintivamente dio un paso atrás.Perezosamente Gemma le hizo gestos para que volviera.
—Si quieres hacer el amor, cariño, me temo que no puedes evitar que te toque.Estate quieto—. Ella alcanzó el botón superior de sus pantalones—. Ahoracuéntame tu fantasía.
Nick miró fijamente el techo, la pared, las ventanas cubiertas de terciopelo,cualquier cosa para evitar la vista de las manos de ella en su entrepierna.
—Yo... quiero tener el control —dijo roncamente—. Me imagino atando una mujer ala cama. Ella no puede moverse ni tocarme... no puede detenerme de hacercualquier cosa que deseo.
—Muchos hombres tienen esa fantasía.
El dorso de los dedos de Gemma acarició la parte inferior de su duro miembromientras se ocupaba de los últimos botones. Nick se olvidó repentinamente derespirar. La señora se inclinó más cerca, su respiración se sacudía a través delos rizos de su pecho.
—Y que le haces a la mujer, después de que está atada —susurró ella.
Su cara obscurecida con un rubor mezcla de excitación y vergüenza.
—La toco por todas partes. Utilizo mi boca y los dedos... y hago que mesuplique que la tome. La hago gritar—. Él apretó su mandíbula y gimió en sugarganta mientras sus largos y fríos dedos rodearon su miembro y lo liberaronde los pantalones—. ¡Dios!
—Bien —ronroneó ella, sus hábiles dedos remontándose hasta la empuñadura ysubiendo de vuelta hasta a la cabeza firmemente hinchada. —Eres un joven másque generosamente dotado
Nick cerró los ojos, que le daban vueltas por la poderosa y violenta sensación.
—¿Eso complace a una mujer? —preguntó inseguro. Alma continuó frotándololigeramente mientras contestaba.
—No a todas las mujeres. Algunas no se pueden acoplar cómodamente a un hombrede tu tamaño. Pero eso se puede conseguir—. Ella lo liberó suavemente y fuehasta una caja grande de caoba en la mesita de noche, levantando la tapa yrebuscando entre el contenido—. Quítate el resto de la ropa —dijo sin mirarlo.
El miedo y la lujuria chocaron violentamente dentro de él. Finalmente lalujuria ganó. Se despojó de sus ropas, sintiéndose vulnerable y dolorosamenteapasionado. Gemma localizó lo que buscaba, se dio la vuelta, y le arrojó ligeramentealgo. Reflexivamente Nick cogió el objeto en su puño. Era una cuerda hecha delterciopelo color burdeos. Perplejo, miró cómo Alma desataba su bata y la dejabacaer a sus pies. Cada pulgada de su fuerte y flexible cuerpo fue expuesta,incluyendo la abundancia del fuerte pelo en su ingle. Con una sonrisaprovocativa, subió sobre la cama, revelando su generosamente redondeada parteposterior en el proceso. Inclinándose hacia atrás sobre sus codos, ella señalócon la cabeza la aterciopelada longitud apretada en su puño.
—Creo que sabes que tienes que hacer a continuación— dijo ella. Nick estabasorprendido y desconcertado de que ella se dejara tan totalmente indefensa anteun desconocido.
—¿Confías en mi lo suficiente para dejarme hacer esto?
Su voz era muy suave.
—¿Esto requerirá confianza por ambas partes, verdad? —Nick se unió a ella en lacama, sus manos temblando mientras ataba sus muñecas juntas y las anclaba alcabecero. Su cuerpo elegante estaba totalmente en su merced. Subiendo sobreella, inclinó su cabeza y la besó la boca.
—¿Cómo puedo complacerte? —susurró el.
—Complácete a ti mismo esta vez —Su lengua tocó su labio inferior con unmovimiento ligero como la seda. —Puedes atender mis necesidades mas adelante.
Nick la exploró lentamente, sus temores disolviéndose en una inundación delcalor. La lujuria rugió a través de él mientras que encontraba los lugares quela hicieron retorcerse... el hueco de su garganta, los interiores de sus codos,la sensible parte inferior de sus pechos. Él acariciaba, probaba, mordisqueabasu piel, emborrachándose en su suavidad y su fragancia femenina. Finalmente,cuando su pasión creció a una altura insoportable, bajó entre sus muslos yempujó en las húmedas y cálidas profundidades que ansiaba desesperadamente.Para su eterna humillación, culminó con una sola embestida, antes de que lahubiera satisfecho. Su cuerpo se sacudió con insoportable placer, y enterró sucara en la masa de su pelo llameante mientras que gemía ásperamente.
Jadeando en el momento posterior, buscó a tientas las muñecas atadas de Gemma.Cuando la liberó, él rodó sobre su costado, alejándose de ella, y mirófijamente a ciegas las sombras en la pared. Él estaba mareado de alivio. Poralguna razón insondable, los rabillos de sus ojos le escocían, y cerró los ojosfirmemente contra la horrible amenaza las lágrimas. Gemma se movió detrás deél, colocando su mano ligeramente en su cadera desnuda. Nick se estremeció porsu tacto pero no se separó. Su boca presionó contra lo alto de su columna, unasensación se disparó hacía su ingle.
—Prometes —susurró ella— sería una vergüenza que tus capacidades no sedesarrollaran. Voy a extender una invitación para ti poco frecuente, Nick. Vena visitarme de vez en cuando, y compartiré mis conocimientos contigo. Tengomucho que enseñar. No será necesario que me pagues... tan solo tráeme un regalode vez en cuando— como él no se movió, ella le mordió suavemente en la nuca—.Para cuando haya acabado contigo, ninguna mujer en el mundo se te podráresistir. ¿Qué me dices a eso?
Nick rodó sobre ella y la sujetó al colchón, mirando fijamente su carasonriente.
—Estoy listo para la primera lección —dijo él, y la cubrió la boca con la suyapropia.
FIN DELPRÓLOGO
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
me encanta lisa kleypas es mi autora favorita!!!! siguela!!! plis!!!!
#Fire Rouge..*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Weee nueva lectora!!! La ultima linea me dejo :O
Siguela pronto
Siguela pronto
Faby Evans Jonas
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
wao estoy impactada se ve ke va e3star padre ademas la autora me encanta siguela pronto
MissKeynes96
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Nueva lectora
me encantooo
espero el siguiente cap con ancias
me encantooo
espero el siguiente cap con ancias
Invitado
Invitado
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Hello girls! Me alegra muchísimo que les esté gustando la nove! Aqui les vengo a dejar dos caps más por dos razones... la primera es que el Cap uno es extremadamente corto, y la segunda razon es que voy a empezar semana de examenes y seguro no les voy a poder subir sino hasta el la semana que viene :( Asi que les dejo dos caps de una vez, tratare en lo posible de subirles dos caps por semana. Bueno aqui les dejo el primero mientras edito el segundo ENJOY IT! :D
Capítulo 1
Tres años después
Como era su hábito de muchos años, Nick entró en la habitación privada de Gemmasin llamar. Era la tarde del domingo, el momento en que se encontraban casicada semana. Por ahora el olor familiar del lugar —cuero, licor, una pizca deflojeas frescas— eso era todo lo que necesitaba para que su cuerpo comenzara adespertar con un zumbido grave. Su deseo era hoy inusualmente fuerte, pues sutrabajo lo había mantenido lejos de Gemma por quince días. Desde la primeranoche que se habían encontrado, Nick había seguido las reglas de Gemma sinrechistar. No había habido otra opción, si deseaba continuar viéndola. Eran unaespecie de amigos, pero sus relaciones eran estrictamente físicas. Gemma nohabía mostrado ningún interés en lo que había en su corazón, o incluso en sitenía uno. Ella era una mujer buena, pero en las raras ocasiones cuando Nickhabía hablado tentativamente de asuntos con excepción de los superficiales,había sido despedido suavemente. Menos mal que se había dado cuenta. No teníaningún deseo de exponerla a la fealdad de su pasado o al complejo enredo deemociones que mantenía encerrado en el interior.
Y así una vez por semana se unían en la cama con sus secretos con todaseguridad intactos... la profesora y su ardiente estudiante. En el lujosocapullo de la habitación empapelada en dorado de Gemma, Nick había aprendidomás sobre hacer el amor de lo que jamás había creído posible. Había conseguidouna comprensión de la sexualidad femenina que pocos hombres adquirían... lacomplejidad del placer de una mujer, las maneras de excitar su mente así comosu cuerpo. Aprendió a emplear sus dedos, su lengua, los dientes, los labios, yel miembro tanto con delicadeza como con fuerza. Sobretodo aprendió disciplina,y cómo paciencia y creatividad podían hacer incluso que la experimentada señoraBradshaw gritara hasta que quedaba ronca. Sabía maneras de mantener a una mujerbalanceándose al borde del éxtasis durante horas enteras. También sabía cómohacer que una mujer alcanzara el orgasmo tan solo con su boca en su pezón, ocon la caricia más ligera de la yema de su dedo. La última vez que se habíanencontrado, Gemma lo había desafiado a llevarla al orgasmo sin tocarla enabsoluto. Él había susurrado en su oído durante diez minutos, pintando imágenessexuales que se hicieron incluso más exquisitamente espeluznantes hasta queella se hubo sonrojado y temblado al lado de él.
Pensando en su cuerpo lozano, Nick se puso caliente con la anticipación, yentró a zancadas en su sala. Se paró en seco cuando vio a un hombre joven yrubio sentado en la silla tapizada de terciopelo, vestido solamente con unabata de seda color vino. Era, notó Nick aturdido, la misma bata que él usabasiempre que venía a visitar Alma.
Ella no le había hecho ninguna promesa de fidelidad, y él no tenía ningunailusión de que había sido su único amante durante los últimos tres años. Noobstante, Nick estaba sorprendido por la vista de otro hombre en el recibidorde ella y el inequívoco olor a sexo en el aire.
Viéndolo a él, el extraño enrojeció y se incorporó de su relajada posición. Élera robusto, de piel clara, le quedaba inocencia suficiente para avergonzarsepor la situación.
Gemma salió de su dormitorio, llevando un negligé transparente verde que apenascubría las crestas de sus pezones marrones rosados. Sonrió cuando vio a Nick,no parecía perturbada en absoluto por su inesperada llegada.
—Ah, hola, querido— murmuró ella, tan relajada y amistosa como siempre. Quizásella no había planeado que el descubriera a su "newcher ami"exactamente de esta manera, pero tampoco se apenaba por ello. Girándose haciael hombre rubio, le habló suavemente.
—Espérame en el dormitorio.
Él la lanzó una mirada de acalorada adulación mientras que obedecía. Cuandoobservó al hombre desaparecer en el cuarto siguiente, se recordó a sí mismocomo había sido tres años antes, inexperto y ardiente y deslumbrado por lasartes sensuales de Gemma. Gemma levantó una agraciada mano para acariciar eloscuro pelo de Nick.
—No esperaba que volvieras de tu investigación tan rápidamente— dijo ella sinun rastro de disgusto— como puedes ver estaba entreteniendo a mi nuevoprotegido.
—Y mi sustituto—. Nick dijo más que preguntó, mientras que una sensación fríade abandono se deslizaba sobre él.
—Si —dijo Alma suavemente—. Tú ya no tienes más necesidad de mi instrucción.Ahora que has aprendido todo lo que puedo enseñarte, es solamente cuestión detiempo antes de que nuestra amistad se haga añeja. Preferiría terminarlamientras todavía sigue siendo agradable.
Era sorprendentemente difícil para él hablar.
—Aún te deseo.
—Solo porque soy segura, y familiar—. Sonriendo cariñosamente, Gemma se inclinópara besar su mejilla—. No seas un cobarde, querido. Es hora de que encuentresa otra.
—Nadie podría seguirte —dijo él bruscamente.
Eso mereció una risa cariñosa y otro beso.
—Eso demuestra que todavía tengo mucho que aprender—. Una sonrisa traviesadestelló en sus ojos marrones claros.
—Vete y encuentra una mujer que se merezca tus talentos. Llévatela a la cama.Haz que se enamore de ti. Una aventura amorosa es algo que todos deberíamosexperimentar al menos una vez.
Nick la miró malhumorado
—Esa es la última condenada cosa que necesito— le informó, haciéndola reír
Retrocediendo, Alma desató su pelo con indiferencia y lo sacudió libremente.
—Sin adioses— dijo ella, depositando las horquillas sobre la mesa al lado de lasilla— prefiero más au revoir. Ahora si me disculpas, mi pupilo está esperando.Tómate un trago antes de marcharte, si quieres.
Atontado, Nick permaneció de pie inmóvil mientras ella entraba en el dormitorioy cerraba con un firme chasquido. “Jesús” refunfuñó él. Una risa incrédula sele escapó al haber sido despachado tan a la ligera después de todo lo quehabían hecho juntos. Con todo él no podía reunir cólera alguna. Gemma habíasido demasiado generosa, demasiado buena, para que él sienta todo menosgratitud.
"Vete y busca otra mujer", él pensó consternado. Parecía una tareaimposible. Oh, había mujeres por todas partes, cultivadas, comunes, rechonchas,flacas, morenas, rubias, altas, bajas, y él encontraba algo que valorar entodas ellas. Pero Gemma había sido la única con quien jamás se había atrevido adar rienda suelta a su sexualidad. No podía imaginarse como sería con algunaotra.
¿Hacer que alguien lo amara? Nick sonrió amargamente, pensando que por primeravez Gemma no sabía de qué demonios estaba hablando. Ninguna mujer podríaamarle... y si alguna lo hiciera alguna vez, sería la mayor tonta viva.
FIN DEL CAPÍTULO 1
Capítulo 1
Tres años después
Como era su hábito de muchos años, Nick entró en la habitación privada de Gemmasin llamar. Era la tarde del domingo, el momento en que se encontraban casicada semana. Por ahora el olor familiar del lugar —cuero, licor, una pizca deflojeas frescas— eso era todo lo que necesitaba para que su cuerpo comenzara adespertar con un zumbido grave. Su deseo era hoy inusualmente fuerte, pues sutrabajo lo había mantenido lejos de Gemma por quince días. Desde la primeranoche que se habían encontrado, Nick había seguido las reglas de Gemma sinrechistar. No había habido otra opción, si deseaba continuar viéndola. Eran unaespecie de amigos, pero sus relaciones eran estrictamente físicas. Gemma nohabía mostrado ningún interés en lo que había en su corazón, o incluso en sitenía uno. Ella era una mujer buena, pero en las raras ocasiones cuando Nickhabía hablado tentativamente de asuntos con excepción de los superficiales,había sido despedido suavemente. Menos mal que se había dado cuenta. No teníaningún deseo de exponerla a la fealdad de su pasado o al complejo enredo deemociones que mantenía encerrado en el interior.
Y así una vez por semana se unían en la cama con sus secretos con todaseguridad intactos... la profesora y su ardiente estudiante. En el lujosocapullo de la habitación empapelada en dorado de Gemma, Nick había aprendidomás sobre hacer el amor de lo que jamás había creído posible. Había conseguidouna comprensión de la sexualidad femenina que pocos hombres adquirían... lacomplejidad del placer de una mujer, las maneras de excitar su mente así comosu cuerpo. Aprendió a emplear sus dedos, su lengua, los dientes, los labios, yel miembro tanto con delicadeza como con fuerza. Sobretodo aprendió disciplina,y cómo paciencia y creatividad podían hacer incluso que la experimentada señoraBradshaw gritara hasta que quedaba ronca. Sabía maneras de mantener a una mujerbalanceándose al borde del éxtasis durante horas enteras. También sabía cómohacer que una mujer alcanzara el orgasmo tan solo con su boca en su pezón, ocon la caricia más ligera de la yema de su dedo. La última vez que se habíanencontrado, Gemma lo había desafiado a llevarla al orgasmo sin tocarla enabsoluto. Él había susurrado en su oído durante diez minutos, pintando imágenessexuales que se hicieron incluso más exquisitamente espeluznantes hasta queella se hubo sonrojado y temblado al lado de él.
Pensando en su cuerpo lozano, Nick se puso caliente con la anticipación, yentró a zancadas en su sala. Se paró en seco cuando vio a un hombre joven yrubio sentado en la silla tapizada de terciopelo, vestido solamente con unabata de seda color vino. Era, notó Nick aturdido, la misma bata que él usabasiempre que venía a visitar Alma.
Ella no le había hecho ninguna promesa de fidelidad, y él no tenía ningunailusión de que había sido su único amante durante los últimos tres años. Noobstante, Nick estaba sorprendido por la vista de otro hombre en el recibidorde ella y el inequívoco olor a sexo en el aire.
Viéndolo a él, el extraño enrojeció y se incorporó de su relajada posición. Élera robusto, de piel clara, le quedaba inocencia suficiente para avergonzarsepor la situación.
Gemma salió de su dormitorio, llevando un negligé transparente verde que apenascubría las crestas de sus pezones marrones rosados. Sonrió cuando vio a Nick,no parecía perturbada en absoluto por su inesperada llegada.
—Ah, hola, querido— murmuró ella, tan relajada y amistosa como siempre. Quizásella no había planeado que el descubriera a su "newcher ami"exactamente de esta manera, pero tampoco se apenaba por ello. Girándose haciael hombre rubio, le habló suavemente.
—Espérame en el dormitorio.
Él la lanzó una mirada de acalorada adulación mientras que obedecía. Cuandoobservó al hombre desaparecer en el cuarto siguiente, se recordó a sí mismocomo había sido tres años antes, inexperto y ardiente y deslumbrado por lasartes sensuales de Gemma. Gemma levantó una agraciada mano para acariciar eloscuro pelo de Nick.
—No esperaba que volvieras de tu investigación tan rápidamente— dijo ella sinun rastro de disgusto— como puedes ver estaba entreteniendo a mi nuevoprotegido.
—Y mi sustituto—. Nick dijo más que preguntó, mientras que una sensación fríade abandono se deslizaba sobre él.
—Si —dijo Alma suavemente—. Tú ya no tienes más necesidad de mi instrucción.Ahora que has aprendido todo lo que puedo enseñarte, es solamente cuestión detiempo antes de que nuestra amistad se haga añeja. Preferiría terminarlamientras todavía sigue siendo agradable.
Era sorprendentemente difícil para él hablar.
—Aún te deseo.
—Solo porque soy segura, y familiar—. Sonriendo cariñosamente, Gemma se inclinópara besar su mejilla—. No seas un cobarde, querido. Es hora de que encuentresa otra.
—Nadie podría seguirte —dijo él bruscamente.
Eso mereció una risa cariñosa y otro beso.
—Eso demuestra que todavía tengo mucho que aprender—. Una sonrisa traviesadestelló en sus ojos marrones claros.
—Vete y encuentra una mujer que se merezca tus talentos. Llévatela a la cama.Haz que se enamore de ti. Una aventura amorosa es algo que todos deberíamosexperimentar al menos una vez.
Nick la miró malhumorado
—Esa es la última condenada cosa que necesito— le informó, haciéndola reír
Retrocediendo, Alma desató su pelo con indiferencia y lo sacudió libremente.
—Sin adioses— dijo ella, depositando las horquillas sobre la mesa al lado de lasilla— prefiero más au revoir. Ahora si me disculpas, mi pupilo está esperando.Tómate un trago antes de marcharte, si quieres.
Atontado, Nick permaneció de pie inmóvil mientras ella entraba en el dormitorioy cerraba con un firme chasquido. “Jesús” refunfuñó él. Una risa incrédula sele escapó al haber sido despachado tan a la ligera después de todo lo quehabían hecho juntos. Con todo él no podía reunir cólera alguna. Gemma habíasido demasiado generosa, demasiado buena, para que él sienta todo menosgratitud.
"Vete y busca otra mujer", él pensó consternado. Parecía una tareaimposible. Oh, había mujeres por todas partes, cultivadas, comunes, rechonchas,flacas, morenas, rubias, altas, bajas, y él encontraba algo que valorar entodas ellas. Pero Gemma había sido la única con quien jamás se había atrevido adar rienda suelta a su sexualidad. No podía imaginarse como sería con algunaotra.
¿Hacer que alguien lo amara? Nick sonrió amargamente, pensando que por primeravez Gemma no sabía de qué demonios estaba hablando. Ninguna mujer podríaamarle... y si alguna lo hiciera alguna vez, sería la mayor tonta viva.
FIN DEL CAPÍTULO 1
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Capítulo 2
Ella estabaaquí. Él estaba seguro de ello.
Nick inspeccionó a los invitados de la fiesta atentamente mientras ellos seapiñaban en los jardines detrás de Stony Cross Park. Su mano se deslizó en elbolsillo de su abrigo, encontrando la cajita en miniatura que contenía elretrato de ________ Howard. Despacio su pulgar acarició la cara brillanteesmaltada de la caja mientras seguía mirando la muchedumbre.
Su búsqueda de dos meses de ________ Howard lo había conducido a Hampshire, unlugar de colinas alfombradas de brezo, de antiguos bosques de caza, y depeligrosos pantanos del valle. El condado occidental era próspero, sus ciudadescon veinte mercados abundantemente llenas de lana, madera, productos lácteos,miel, y tocino. Entre las renombradas haciendas de Hampshire, Stony Cross Park,era consideraba la mejor. La casa señorial y el lago privado estaban situadosen el fértil valle del río Itchen. No era un mal lugar ocultarse, pensó Nick irónicamente.Si sus sospechas demostraban ser correctas, __________ había encontrado empleo en la casa del condede Westcliff, sirviendo como dama de compañía a su madre.
En su búsqueda de ________, Nick había aprendido todo lo que pudo sobre ella,intentando comprender cómo pensaba y sentía, cómo otros la veían. Por raro queparezca, los informes de __________ habían sido tan contradictorios que Nick sehabía preguntado si sus amigos y familia estaban describiendo a misma muchacha.
Para sus padres, _________ había sido una hija obediente, deseosa de complacer,temerosa de la desaprobación. Su desaparición había sido una sorpresaasombrosa, pues habían creído que estaba resignada al destino de convertirse enla novia de lord Radnor. __________ había sabido desde la temprana niñez que elbienestar de su familia dependía de él. El Howard había hecho un negocio con eldiablo, cambiando el futuro de su hija por los beneficios económicos que Radnorpodría proporcionar. Habían gozado de su patronazgo durante una década. Perojusto cuando hubo llegado el momento de pagar al diablo su deuda, _________había huido. El Howard le había dejado claro a Nick que deseaban que _________fuera encontrada y dada a Radnor sin tardanza. No entendían qué la habíaincitado a huir, cuando creían que sería bien atendida como Lady Radnor.
Al parecer _________ no había compartido sus opiniones. Sus amigos enMaidstone, el internado de clase alta al que __________ había asistido, lamayor parte de ellos ahora casados, de mala gana habían descrito a una muchachaque se había vuelto cada vez más resentida por la manera en que Radnorsupervisaba cada aspecto de su existencia... Al parecer el personal de laescuela, deseoso de las abundantes dotaciones financieras que Radnorproporcionaba, había sido feliz de hacer cumplir sus deseos. El plan deestudios de ________ se había diferenciado de cada uno de los demás; Radnorhabía elegido los temas que ella estudiaba. Había dado instrucciones de queella debía retirarse a la cama una hora antes que los otros estudiantes.Incluso había determinado cuánto alimento debía serle distribuido, después deobservar durante una de sus visitas a casa que ella había ganado peso ynecesitaba adelgazar.
Aunque Nick entendía la rebelión de _________, él no sentía ninguna compasión.No tenía compasión por nadie. Hacía mucho que había aceptado la injusticia dela vida, los crueles giros del destino que nadie podía evitar para siempre. Lastribulaciones de una colegiala no eran nada comparado con la fealdad que élhabía visto y experimentado. No tendría ningún remordimiento en llevar a _________hasta Radnor, recogiendo el resto de sus honorarios, para después poner todo loque pensaba de la desafortunada futura novia totalmente fuera de su mente.
Su mirada perseguía agitadamente por toda la escena, pero hasta ahora allí nohabía habido ninguna señal de _________. La gran casa se llenó con al menostres docenas de familias, todos aquellos que asistían a lo que venía a ser auna fiesta de un mes de duración en la casa. El acontecimiento anual estabaorganizado por Kevin Westcliff. Las horas del día estaban dedicadas a la caza,a disparar, y a los deportes de campo. Cada tarde había entretenimientos, talescomo veladas musicales, y bailes.
Aunque era casi imposible hacerse con una de las solicitadas invitaciones aStony Cross Park, Nick lo había conseguido con la ayuda de su cuñado, sir JosephCannon. Nick había decidido hacerse pasar por un aristócrata aburrido quenecesitaba refrescarse con algunas semanas en el campo. A petición de sir Joseph,el conde de Westcliff había extendido una invitación, sin tener idea de que Nickera un detective de Bow Street a la caza de una novia fugitiva. La miríada deluces colgaban de las ramas de un roble hacían que las joyas de las mujeresbrillaran intensamente. Una sonrisa sardónica tiraba en un lado de la boca de Nickmientras reflexionaba cómo de fácil sería despojar a estas palomas de susgalas. No hacía mucho él habría hecho exactamente eso. Era incluso mejor ladrónque detective. Pero ahora era un detective, y se suponía que era honorable.
—Lord Sydney.
Una voz de hombre interrumpió sus pensamientos, y Nick se puso contra laterraza para afrontar a Santos, Lord Westcliff. El conde poseía una presenciaformidable. Aunque era de estatura media solamente, su forma era amplia ysumamente musculosa, casi impetuoso en su profundamente desarrollado poder. Susrasgos eran valientes y decididamente formados, sus perspicaces ojos verdesprofundamente marcados en su cara morena.
Kevin no se parecía en nada a los delgados y pálidos nobles que ocupaban losprimeros círculos de sociedad. El no vestía elegantes ropas de tarde, unosupondría que era un trabajador portuario o un jornalero. Sin embargo, lasangre de Kevin Westcliff era incuestionablemente azul. Había heredado uno delos condados más antiguos de la nobleza, una corona que había sido ganada porsus antepasados a finales del 1300. Irónicamente se rumoreaba que el conde noera un ardiente partidario de la Monarquía, ni siquiera de los títuloshereditarios, porque creía que ningún hombre debería estar aislado de los interesesde vida ordinaria
Kevin continuó con su inconfundible voz profunda y marcada.
—Bienvenido a Stony Cross, Sydney
Nick ejecutó un una reverencia superficial
—Gracias milord,
El conde lo miró con una mirada abiertamente escéptica.
—Su padrino sir Joseph, mencionó en su carta que usted sufre de aburrimiento—.Su tono dejaba claro que tenía poca tolerancia por las quejas de un hombre ricode un aburrimiento excesivo.
Tampoco Nick. Se irritaba por dentro por la necesidad de actuar como sisufriera de aburrimiento, pero era parte de su ardid.
—Sí —dijo él con una sonrisa hastiada del mundo—. Una condición debilitante. Mehe vuelto decididamente melancólico. Me aconsejaron que un cambio de airespudiera ayudar.
Un gruñido hosco salió de la garganta del conde.
—Puedo recomendar una cura excelente para el aburrimiento simplemente dedíquesea alguna actividad útil.
—¿Sugiere usted que trabaje? —Nick convocó una expresión de aversión—. Quizáseso serviría para otro. Mi clase de aburrimiento, sin embargo, requiere unequilibrio cuidadoso de descanso y diversión.
El desprecio osciló en los ojos verdes de Kevin.
—Procuraremos proveerle a usted de las cantidades satisfactorias de ambos.
—Lo estoy deseando— murmuró Nick, poniendo cuidado para mantener su acento biendefinido. Aunque él había nacido hijo de un vizconde, los muchos años pasadosen el hampa de Londres le habían dado una cadencia de clase baja y consonantestristemente suaves. —Westcliff, en estemomento lo que más me complacería seria tomar una copa, y encontrar compañíacon alguna deliciosa tentadora.
—Tengo un excepcional Longueville Armagnac —murmuró el conde, claramenteimpaciente por escapar de la compañía de Nick.
—Sería la mejor bienvenida.
—Bien, enviare a un criado que le traiga la copa—. Kevin dio la vuelta ycomenzó a alejarse a zancadas.
—¿Y la tentadora? —insistió Nick, sofocando la risa por la manera en que laespalda del hombre se tensó.
—Eso, Sydney, es algo que tendrá que obtener por usted mismo.
Hasta ahora él desempeñaba el papel del joven noble echado a perder con muchoéxito. Había logrado molestar al conde más allá de lo soportable. En realidad,le gustaba bastante Kevin, reconociendo la misma voluntad impetuosa y cinismoque él mismo poseía.
Pensativamente Nick abandonó la terraza y vagó hasta los jardines, que habíansido diseñados tanto con espacios abiertos como cercados, proporcionandoincontables cavidades de intimidad. El aire estaba denso con los olores delbrezo y del mirto del pantano. Pájaros ornamentales atrapados en una pajareragorjearon desordenadamente al acercarse. Para la mayoría era indudable unclamor alegre, pero para Nick los trinos incesantes creaban un sonidodesesperado. Le tentaba abrir la puerta y poner las malditas cosas en libertad,pero eso tendría poco efecto, porque sus alas habían sido cortadas.Deteniéndose en la orilla del río, inspeccionó el oscuro y brillante flujo delRío Itchen, la luz de la luna besaba los filamentos que se balanceaban delsauce y los racimos de haya y roble.
La hora era tardía. Quizás ________ estaba dentro de la casa. Explorandodespreocupadamente sus alrededores, Nick se desvió al costado de la casaseñorial, una residencia construida de piedra color miel y delimitada concuatro torres que alcanzaban seis pisos de altura. Estaba encabezada con unpatio particularmente grande que estaba alineado con la caballeriza, unalavandería, y edificios bajos para alojar a los criados. El frente de lascaballerizas había sido diseñado para reflejar la capilla en el otro lado delpatio.
Nick estaba fascinado por la magnificencia de los establos, distintos decualquier cosa que había visto antes. Entró por una de las arcadas de la plantabaja y encontró un patio cubierto colgado con relucientes arneses. Una mezclaagradable de olores llenaba el aire; caballos, heno, cuero, y pulimento. Habíauna fuente de mármol para los caballos en la parte posterior del patio,alineada por las entradas separadas de los compartimientos de los caballos. Nickcaminó a través del piso de piedra enlosada con el ligero y casi silenciosopaso que era habitual en todos los detectives de Bow Street. A pesar de susilencio, los caballos se movieron y resoplaron con cautela por suacercamiento. Echando un vistazo por la arcada, Nick descubrió las filas decompartimientos llenos por al menos cinco docenas de caballos.
Parecía que los establos estaban vacíos excepto por los animales, y Nick semarchó por la entrada oriental. Inmediatamente se encontró de frente con unaantigua pared de piedra de mineral de hierro de casi seis pies de alto. Nohabía duda que había sido construida para proteger a los visitantes imprudentesde caer sobre el peñasco escarpado que tenía vistas al río de abajo. Nick separó en su camino por la inesperada vista de una pequeña y delgada figuraserena encima de la pared. Era una mujer, de pie tan quieta que a primera vistapensó que era una estatua. Pero una brisa revolvió el dobladillo de sus faldasy provocó que un mechón del pálido pelo rubio se liberara de su lazo flojo.
Fascinado, se acercó más, su mirada clavada en ella. Solamente un tontoimprudente se mantendría en equilibrio en esa pared irregular, con certeza lamuerte la aguardaba si ella perdía el equilibrio. Ella no parecía reconocer eldesnivel mortal que se vislumbraba ante ella. La inclinación de su cabezaindicaba que miraba claramente delante, en el horizonte oscurecido por lanoche. ¿En el nombre de Dios que estaba haciendo ella? Dos años antes, Nickhabía visto a un hombre que de pie con aquella calma peculiar justo antes deque hubiera saltado a su muerte desde un puente sobre el Támesis.
Mientras la mirada de Nick la registraba, vio que el dobladillo de su faldalarga estaba atrapado bajo su talón. La vista le espoleó a entrar en acción.Avanzando en unas pocas zancadas cautelosas, se elevó fácil y silenciosamentesobre la pared.
Ella no lo vio venir hasta que casi la había alcanzado. Se dio la vuelta, y Nickvio el destello de sus ojos oscuros justo cuando ella perdió el equilibrio.Agarrándola antes de que pudiera caerse, Nick la arrastró contra su pecho. Suantebrazo bien cerrado justo bajo sus pechos. La simple acción de atraer sucuerpo contra el suyo le satisfizo extrañamente, como una pieza de rompecabezasque encajaba cuidadosamente en su lugar. Ella dio un grito bajo, agarrándoseautomáticamente a su brazo. El mechón suelto de fino pelo rubio golpeó de unlado a otro de la cara de Nick, y la fresca y apenas salada fragancia de lapiel femenina se elevó a las ventanas de su nariz. El olor le hizo la bocaagua. Nick se asustó por su reacción inmediata a ella — nunca habíaexperimentado tal respuesta visceral por una mujer. Quería saltar de la pared yllevársela como uno de los lobos que una vez habían vagado por los bosquesmedievales, y encontrar algún lugar para devorar su presa en privado.
Ella estaba rígida en su abrazo, su respiración llegando en jadeos.
—Aléjese de mí— dijo ella, apalancando en sus brazos—. ¿Porque demonios hizousted eso?
—Iba a caerse.
—¡Yo no! Estaba perfectamente bien hasta que usted se abalanzó sobre mí y casime tira.
—Su talón esta atrapado en el dobladillo de sus faldas.
Moviéndose cautelosamente, ella levantó su pie y se dio cuenta que él teníarazón.
—Así es —dijo ella bruscamente.
Habiendo rescatado gente de toda situación imaginable, Nick estaba acostumbradoa recibir por lo menos una demostración superficial de gratitud.
—¿No va a darme las gracias por salvarla?
—Tengo excelentes reflejos. Podría haberme salvado yo misma.
Nick soltó una risa incrédula, tan molesto como fascinado por su obstinación.
—Si no fuera por mí, se habría roto su pequeño cuello.
—Le aseguro, señor, que este supuesto rescate era completamente innecesario.Sin embargo, puesto que es obvio que va a persistir... gracias. Ahora por favoraparte sus manos de mí. —Su tono dejó las palabras desprovistas de gratitud.
Nick sonrió abiertamente, apreciando la audacia de su comportamiento, a pesardel hecho de que su corazón palpitaba violentamente contra el interior de sumuñeca. Aflojó cuidadosamente su brazo y le ayudó a darse la vuelta poco apoco. Ella se tambaleó un poco y clavó sus dedos en las mangas de su abrigo enun ataque de ansiedad.
—Te tengo —dijo él firmemente.
Ella le hizo frente, y ambos se congelaron cuando sus miradas se enzarzaron. Nickse olvidó de la pared debajo de sus pies. Parecía como si estuvieran enequilibrio en el aire, en una estela azul de luz de luna que hacía parecer todoirreal. Un disparo de reconocimiento le atravesó como un relámpago.Increíblemente, se encontró mirando fijamente los rasgos que casi se habíanhecho más familiares para él que los suyos propios.
________ Howard.
—Te tengo— repitió él con una vaga sonrisa.
FIN DEL CAPÍTULO 2
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