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El grotesco aroma que proporcionaba el alcohol, llegó hasta sus sentidos más débiles. Se levantó de inmediato y llevó una sudorosa mano a sus labios. Aquel acto apenas le duró unos segundos, ya que luego, llevo la misma mano a su frente, con la idea de parar el dolor de cabeza que empezaba por atormentarlo. Hizo una mueca de desagrado y cerró los ojos, intentando así, traer un poco de calma a su cuerpo. Y en cierto modo, no entendía el por qué. Vamos, fueron tantas veces en las que se había levantado con una terrible resaca al día siguiente de estar sumamente ebrio, que a estas alturas, le impresionaba comportarse como un novato.

Finalmente, entre leves parpadeos, logró estabilizar su visión, y lo que logró ver, no fue lo que esperaba. Él se encontraba en el sofá, más allá, Liam, su mejor amigo, en otro sofá. No le bastó inspeccionar más en el departamento, era consciente de que cada rincón de este, estaba lleno de desorden. Definitivamente, nunca más haría una fiesta en un departamento recién comprado. Se levantó y estiró sus músculos, dio un bostezo y con algo de ayuda, se dirigió hacia la cocina, en busca de alguna pastilla que lo mantenga en pie el resto del día. 

Entonces la recordó y no pensó dos veces, para empezar a buscarla por cada habitación que el departamento tenía. Apenas tres habitaciones, y sonrió al encontrarla al abrir la segunda puerta. Estaba durmiendo, tan pasivamente, que se maldijo por haberle permitido permanecer durante la fiesta. Podría ser su mejor amiga, pero a la vez, era su hermana menor. 

El día transcurrió lento. Liam y Karen estaban exhaustos mientras limpiaban el departamento, obligados por Niall. Era casi imposible que los seres humanos hagan tanto desorden en un par de horas. El muchacho, por su lado, estaba organizando sus prendas, ya que no había tenido tiempo de si quiera ordenar sus maletas. Se sintió bendecido al haber dejado cerrada la habitación más grande y así, evitar una catástrofe en lo que sería su lugar favorito.

— ¡Eres detestable, Niall Horan! —el pequeño grito llegó tan rápido a los oídos de Niall.

El ojiazul frunció el ceño, no había recibido palabras cariñosas hace mucho tiempo. Sin embargo, sabía que al abrir la puerta, encontraría a su hermana totalmente furiosa, desarreglada y cansada. Justo como en los viejos tiempos, cuando solían fastidiarse el uno al otro. 

— Soy tu hermano, de alguna u otra forma, terminarás amándome —sonrió lascivamente, mientras se apoyaba con ligereza en el umbral de la puerta.
— Ahora comprendo por qué no tienes novia —murmuró Liam, mientras arreglaba unos cojines— No puedes tratar ni a tu propia hermana.
— Tal vez eso es lo que le falta, una novia —recalcó Karen— Dinos, Niall, ¿por qué tanto tiempo sin novia?
— Chicos, vamos —negó Niall, intentó mantener su calma y lo logró, avanzando hasta en donde se encontraban su amigo y hermana— Creo que hay mejores temas, que hablar de mi soltería. 
— Es que no lo comprendo, cuatro años es mucho que decir —prosiguió Liam.


Él no necesitaba una novia, según él. En un par de días empezaba su quinto y último ciclo de la universidad, no podría malgastar su tiempo en una señorita. Era verdad, no la necesitaba. Tampoco podía negar que tenía unos gustos fugaces, que le duraban un fin de semana y listo, nada serio; aunque también, había dejado de hacerlo hace más de dos años. 

Para Niall Horan, era muy simple, aún no encontraba a la persona indicada para entregar cariño y amor que guardaba, y tampoco estaba apresurado en hacerlo.

Cubrió su pálido rostro con ambas manos, mientras dejaba solo un pequeño agujero para seguir viendo a su amiga. La joven en frente de ella lucía muy molesta y no sabía si en algún momento sería capaz de golpearla o insultarla. Tal vez, solo era cuestión de tiempo. Era de esperarse la reacción en una chica como lo era, María, su amiga. Tomó un respiro interno y mientras aclamaba al cielo, deseó poder retroceder el tiempo. Ya era mayor de edad, su deber, no era el seguir escondiéndose bajo sus padres o amigos. Levantó la mirada y sonrió, mostrando su nerviosismo.

— Entonces, ¿que piensas? —cuestionó. Hizo una mueca, esperando por una respuesta positiva.
— ¿Que hay de Jourdan? —mencionó con intriga. Cruzó sus brazos, optando por un acto retraído. 
— No, no hay forma de que me deje vivir con ella —María levantó una ceja, Alexis suspiró— Tiene novio, al fin, pero lo tiene.
— ¿Y eso que tiene que ver? —la incredulidad era literal.
— Y que a pesar de que no viven juntos, aún —dijo, enfatizando la última palabra— No quiero ir a dormir a base de gemidos por música, o despertar y ver a un hombre saliendo de su habitación.
— No hay tanta diferencia con el pasado —bromeó María. Ambas rieron, pero nuevamente, Alex retomó su seriedad.
— No puedes ser tan mala, has sido mi amiga por años.
— Lo siento, Alex. Todo no depende de mi, tengo que consultárselo a Zayn y no estoy segura... —las palabras de Maria desconcentraron a la chica, haciendo que olvidara su situación por un momento.
— ¿Quién es Zayn? —cuestionó una sonriente Alexis.
— Es un amigo —hizo una seña con la mano, restándole importancia. Alexis entrecerró los ojos, sabía que su amiga estaba mintiendo. 
— ¿Ahora se le dice "amigo"? Entiendo —Alexis guiñó un ojo y disfrutó de ver el sonrojado rostro de María.
— Es mi mejor amigo —aclaró María— Mejor vámonos o empezarás a preguntar muchas estupideces.

Fue imposible, para Alexis, llenar el vacío lugar, con sus risas. Ambas jóvenes comenzaron a desplazar las pesadas maletas de, la ahora castaña, Alexis. María se quejó en algunos trayectos, ya que eran cuatro maletas y quién sabe que llevaba dentro, que las hacía tan pesadas. 

Habían pasado algunos minutos y agradeció el tener una amiga, con claras pertenencias básicas, como un auto para transportarse. Era ilógico que Alexis no mostrara ningún asombro o aprecio hacia el nuevo lugar que visitaba, considerando que pasaría un prolongado tiempo de su vida viviendo ahí. Al contrario del resto del mundo, para Alexis no era interesante el lugar, si no, las personas que conocería en un futuro no tan largo. Entonces, giró para ver a María y le dedicó una sonrisa. Quería mucho a esa chica. Era muy obvio, gracias a ella no dormiría en la calle, el primer día en la ciudad de Londres.

Dejar Calabasas, después de todo, no parecía el error más grande en su vida. De hecho, si no la habían obligado a viajar, quedaría en la desgracia de la mediocridad. Tuvo que dejar una vida llena de comodidad, pereza, mimos por parte de su madre, fiestas nocturnas cada día y las citas que siempre solía tener. Y aunque fuera una razón tan descabellada y de cierta manera, tonta; el hecho de tener que dejar frecuentar citas le afectaban a su grado emocional. 

Tenía unas incontrolables ganas de reírse de su persona. Era tan ingenua en algunos aspectos, y tonta por no detenerse a sí misma. Las citas rápidas eran una forma de distraerse, casi una necesidad, sin nada serio. Era muy fácil y simple, coordinar una cita con algún simpático desconocido, una noche de diversión, sin llegar a los malos entendidos, y Alexis estaba completa. Conocer nuevas personas la hacía feliz, tener citas con muchachos también lo hacía. 


— ¿Tienes novio? —cuestionó Alexis. 
— No —rió levemente. Ahora estaba segura, María le ocultaba algo— ¿Sigues con Dylan?
— Hace meses que no se nada de él —se quejó, su amiga negó con desaprobación— Oye, fue la relación más duradera que tuve.
— Estoy orgullosa de ti, Alex —agregó con sarcasmo.
— ¿Hay un club cerca? —preguntó Alex, emocionada. Lucía como una niña. 
— Oh, no. Ni lo pienses, apenas está anocheciendo. 

El resto del camino fue silencioso, con María al volante y Alexis con un leve enfado. Después de todo, tenía que verle el lado buena a la rotunda negación de su amiga, y era que ahora tendría a María, quien era más severa con sus cuidados. Ya era una mujer adulta, no tendría que depender ni de una amiga. Tenía que cambiar, lo más pronto posible.

helu my baes: