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Más tarde, Niall se encontraba de regreso en su departamento. Liam ya no estaba, tan solo su hermana, brindándole la comodidad familiar que siempre buscaba. El ojiazul se mostraba relajado, recostado sobre el sofá, viendo algunas series en la Tv. Mientras que Karen, por su lado, tecleaba rápidamente en su ordenador.

La joven comenzó a reír levemente, despertando la curiosidad de Niall, quién la miró con desconcierto.

— ¿Qué te ocurre? —preguntó Niall, dedicándole una mirada fugaz— Llevas una hora con eso y ahora ríes frente a una pantalla.
— Disculpe, señor maduro —bromeó Karen, ocultando su molestia— Pero, ¿sabes? estaba chateando con Ambar y recordé cuando nos involucramos en una cita rápida.
— Eso es peligroso, no sabes si te vas a topar con alguien que es un psicópata —opinó Niall.

Karen hizo una mueca con los labios. Tenía que aceptar que tenía un hermano sobreprotector, y ahora, que Niall estaba madurando más de lo debido, iba a ser cuidadoso con cada situación que se le cruce en el camino. Para Karen, el estado de Niall era crítico, y ciertamente sabía el por qué, o al menos, así lo suponía. Su hermano necesitaba una novia, con urgencia.

— ¡Necesitamos comprar comida! —expresó el ojiazul.
— Si, conozco una cafetería cerca, ¿quieres ir? 
— Esta bien.
 
La excusa de la comida sonaba muy bien, para la joven. No se lo iba a decir a Niall, hasta que su nombre y firma estén escritos en la lista de espera de la cafetería. Posiblemente, el le gritaría en frente de los demás que estuviesen en el lugar, pero no le importaba. Comida y amor, ¿Qué más le podría conseguir a Niall? Entonces, supo que por ahora, nada mejor que eso.

Giró para ver a Niall, lucía tan diferente y supuso que él, aún no se daba cuenta. Cada detalle era increíble. Como que, ahora manejaba lento ante una propuesta de comida, o que ya ni se preocupaba en poner algo de música para el camino; además, tampoco decía palabra alguna. Decidió quitar ese pensamiento, reemplazándolo por el hecho de que pronto lo ayudaría.

Ingresaron a la cálida cafetería, gracias al aire graduado que tenía el lugar. En pocos minutos, ambos tenían una taza de café en sus manos. Al contrario de Niall, quién tenía galletas y postres de más. Ambos hermanos estaban nerviosos, lo demostraban cada vez que frotaban sus manos o desviaban las miradas. Niall, por el nuevo ciclo en su vida; y Karen, por encontrar una forma de pedirle a Niall que se inscriba en las citas rápidas.

— Te ves raro, más pálido, tal vez. Un poco más y parecerás un fantasma —comentó Karen. Niall dio una leve risa ante las palabras de su hermana.
— Solo es estrés —aseguró— El nuevo departamento, el último ciclo de práctica en la universidad, buscar un trabajo después de eso. Es mucho para mi, necesito calma.
— Tal vez solo necesites compañía, a alguien que puedas abrazar por la noches y desfogar tus inquietudes —dijo Karen, luego de un suspiro enamorado.
— Te tengo a ti, por que vas a vivir conmigo, ¿verdad? —inquirió Niall.
— No, no creo que sea bueno vivir contigo —dedujo la joven— Yo me refería a otro tipo de compañía, además de tu fastidiosa hermana.
— Tengo a Liam —dijo Niall, no tan seguro— Puede acompañarme cuando yo quiera.
— Sabes que no lo hará, no puedes manipular las personas a tu antojo. Él y Gabriela siempre están en continuo "terminamos y regresamos", así que siempre están ocupados —mencionó Karen. Niall quedó callado, fingiendo no prestarle atención a la joven. Ella prosiguió— Aunque tampoco puedes buscar a Louis, el chico siempre está tras otra conquista. ¿En dónde quedas tu, Niall? Cada quien con una novia y tu solo.

Un profundo dolor comenzó a crecer dentro del corazón de Niall. Un dolor más allá de lo físico, tanto, que no podía controlarlo. En otros tiempos, el reiría ante la verdad que Karen le había puesto ante los ojos, fingiría estar bien y la trataría como si su propia hermana, tuviera razones incoherentes. Pero no lo haría esta vez, no estaba de ánimos. Los últimos cuatro años se juró que no necesitaba de nadie para ser feliz. Que la felicidad consistía en conseguir un título y alguna que otra fiesta para relajarse. Hasta cierto punto, que olvidó que era la diferencia entre la felicidad de los amigos y una acompañante.

Niall era consciente de que tenía mucho amor por entregar, pero necesitaba a la persona indicada. Al joven estudiante y practicante de psicología, no le importaba dejar de amarse, por amar a otra persona. Dios, quería amar a alguien, tal y como estaba escrito en los antiguos libros de amorío romano o griego. Se sentía tan solo y todo era su culpa. Él mismo se había aislado de aquel cariño que una mujer puede darle a un hombre. Ahora, con veintiún años y pocas semanas para su cumpleaños, se hallaba solo.

Miró a Karen, seguía intacta, esperando una respuesta de su parte. Sabía que ella no se iría, mucho menos cuando se avecinaba una posible discusión. Al menos, la tenía a ella, quien siempre iba a estar para él, pase lo que pase. Supiró y pasó una mano por su ya, pálido rostro; mientras, pensaba que decirle. Hasta que lo hizo y supo que era lo correcto, era tiempo de que Karen escuchara un poco más de él.

— No necesito que nadie me diga qué es lo que me falta, mucho menos mi hermana menor —Karen no impidió el sentirse indignada, pero Niall no la dejó hablar— Sé, que a tu vez, eres mi mejor amiga. Pero tómame en cuenta cuando te digo que no quiero que te involucres más en mi vida amorosa.
— Si es que la tienes —dijo, reprimiendo una sonrisa sarcástica— Dime, Niall, ¿te gusta alguien?
— No —respondió. Bufó, sabiendo que su hermana no se detendría hasta lograr su objetivo— ¿Y qué si mañana te presento a una chica?
— No serías capaz de hacer eso, no eres del tipo de chicos que hace eso —encogió sus hombros y pasó la vista hacia el mostrador, o mejor dicho, al chico tras el mostrador— Te propongo algo, es lo único que te voy a pedir. Solo tienes que decir que si.
— No, ¿de qué se trata? —la señaló— Puede que me raptes y me encierres con una de tus amigas, no sé.
— No después de la última vez —dijo entre risas— Quiero que te inscribas para una cita rápida.
— Creo que te he dicho cual es mi posición sobre eso —le recordó— Pretendes que un par o más, de desconocidas, coqueteen conmigo.
— ¿Qué más da? Eres lindo y no lo aprecias.
— Me convenciste con lo último.

Una sonrisa se expandió en el rostro de Karen, no tardó en levantarse de la mesa y abrazar a su hermano, tras decirle "Te amo" reiteradas veces. Niall no perdía nada con intentar, tan solo soportar a más de una chica en un día. Además, Karen tenía mucha razón, él era lindo o más que lindo, necesitaba sacarle provecho a ese don físico del que era dueño.

El ojiazul sonrió y siguió con la mirada, el camino que su hermana había tomado mientras corría. El mostrador. Divisó cómo entablaba una rápida y cómoda conversación con el trabajador del lugar. Sus instintos de hermano sobreprotector despertaron, cuando vio que se despidió del chico, con un beso en la comisura de los labios. Negó con la cabeza, su hermana no perdía tiempo.

Sonrió nuevamente, esta vez, con picardía. Karen se acercaba a él, con una hoja de papel y un lapicero entre sus manos. Vale mencionar, que la sonrisa de Karen era muy indescriptible. Niall sabía el por qué, su hermana estaba enamorada.

— Bien, coloca tu nombre aquí y firma aquí —explicó Karen, entregándole el lapicero a su hermano.
— ¿Él es tu novio? —preguntó un minucioso Niall.
— Aún no, pero pronto lo será.

Al salir, Niall no pudo dejar pasar la oportunidad de ir al mostrador y comprar uno que otro postre más. En realidad, era una excusa para saber el nombre de su futuro cuñado, además de una buena impresión. Adam, llevaba escrito la credencial del joven, muy simpático. Le agradaba saber que había preferido a Adam, quien trabajaba en la cafetería, a un extraño que pudo haber conocido en la cita rápida.

Ya dentro del auto, la lluvia los interceptó. Nada mejor que dos hermanos que amaban la lluvia. El camino de regreso fue muy diferente, era como si Niall volviese a ser quien era antes. Karen lo comprobó. La música los invadía y ambos conversaban, a pesar de que el volumen de la música lo callara de vez en cuando. Después de todo, Niall había aceptado el plan de Karen, y eso, hacía más que feliz a la chica.
 

El libro descansaba sobre sus rodillas, era la tercera vez que leía la famosa saga de Harry Potter, pero nunca lograba aburrirse. La luz titilante la sacaba de sus casillas y le hacía fruncir el ceño, además de los ojos. Decidió que debía cambiar el foco de aquella habitación, aunque estaba decidido que no se quedaría mucho en el departamento que María compartía con Zayn. Entonces recordó a Zayn, subió la mirada y examinó la decoración en las paredes, al instante supo que era de Zayn.

Un fuerte estruendo resonó en el cielo. Aquel sonido, hizo que Alexis se sobresaltara y dejara caer el libro sobre la cama. Maldijo internamente. Había llegado en el mejor momento de Londres. Se levantó y fue a parar frente a la ventana, abrió las cortinas con suavidad, lo suficiente para ver el exterior. Estaba lloviendo, ella detestaba la lluvia. Rió levemente al recordar su niñez, y como sus dos únicas y mejores amigas, hacían todo lo posible para que las gotas del cielo sean de su agrado.

Giró, en el momento oportuno, para que la puerta de la habitación sea abierta. Un alto muchacho se presentó ante ella, el exótico color de su piel llamó la atención de Alexis. De pronto, entendió el por qué María había caído ante él. Ninguna mujer en la tierra, podría ser la mejor amiga de un hombre como él. Si, irradiaba masculinidad envolvente. Pero no eran de su tipo, así que lo descartó de inmediato. Además, su amiga estaba a sus pies, no lo haría.

— ¿Eres Alexis? —preguntó el chico.
— Si, supongo que eres Zayn —dedujo la chica. Cruzó los brazos y prosiguió— Soy una total desconocida, así que, hola.
— María me ha dicho todo, creo que es conveniente hacerte una pregunta —inquirió el moreno, ignorando por completo lo último dicho por la joven— ¿Cuánto tiempo planeas quedarte aquí?
— Oh, no mucho. Dos o tres días, como máximo —aseguró— Zayn, lamento fastidiarte y es obvio que lo estoy haciendo. Solo serán tres días, hasta que consiga un lugar en dónde quedarme.
— No es molestia, solo es que... —calló. No podía decirle a una chica que apenas y sabía su nombre, lo que lo inquietaba.
— ¿Sucede algo? —dio un par de pasos, pero luego paró. Zayn abrió la puerta en cuanto la vio avanzar hacia él.
— Tres días, solamente tres días.

Sin desperdiciar un segundo más, Zayn se retiró, dejando a una desconcertada Alexis.

Justo en ese momento, María salía de la cocina, con un vaso de agua entre sus manos. Ambos se miraron. Zayn no pudo evitar el pasear, rápidamente su mirada por las piernas de la chica, ya que llevaba un corto short. Algún día sería capaz de decirle que no usara aquella prenda tentativa, en frente de otra presencia; es más, le pediría que solo usara en su presencia. Delineó su labio inferior con la lengua. María sonrió y se acercó a él, llena de emoción.

— ¿Qué te pareció? —preguntó una sonriente María.
— Hum, me gusta su nombre —ladeó la cabeza. María negó con diversión, mientras se hacía un paso entre un abrazo entre ellos dos.

Lamentablemente, no se concluyó el acto. El timbre sonó repetidas veces. Zayn bufó, harto de que siempre que quería demostrarle cariño a su mejor amiga, algo saliera de la nada para impedirlo. Era definitivo, el mundo no quería que estuviesen juntos. Por su lado, María agradeció el no haber abrazado al moreno. Era comprensible que no quisiera un contacto, después de haber adivinado, que en un año de amistad, estaba enamorada de él; y sin embargo, no podía hacer nada para tenerlo. No podría arriesgar su amistad, aunque si, su corazón.

— ¿Has invitado a alguien? —preguntó Zayn. Besó fugazmente la frente de su amiga y se dirigió a la puerta.
— Suena a Harry, así que seguro fuiste tu —levantó las manos en defensa y dejó salir una risa leve.
— Esta lloviendo afuera, parece un diluvio y él viene —dijo, mientras negaba— El tipo esta loco.

Abrió la puerta, decidiendo no hacer esperar más a sus amigos. Zayn rio levemente ante la imagen de Harry que tenía al frente de él. El chico estaba completamente mojado, mientras que Jourdan —su novia— lucía esplendida. No tardó mucho, para que la chica entrara corriendo con emoción, en busca de María, restándole importancia al estado en el que su novio se encontraba.

— ¿En dónde está? —preguntó la joven, con emoción.
— ¡En la habitación de Zayn! —respondió María, mediante un grito.
— ¡Vamos!

Harry rodó los ojos, al igual que Zayn. No sabían que tan emocionadas se mostraban las mujeres, luego de no haber visto a una amiga por un año. Pero, a la vez, sabían que menos emoción podrían demostrar ellos, por un amigo. Harry también conocía a Alexis, decidió que le daría la bienvenida, después de que se abrumara con las preguntas de Jourdan. Miró a Zayn y se encogió de hombros. 

Zayn fue en busca de una toalla y una prenda, para poder prestarle a Harry; mientras, que éste último se deshacía de su camiseta mojada.

— ¿Ya conociste a Alexis? —preguntó Harry, revolviendo su castaño cabello.
— Si, ¿la conoces? —la extrañeza en Zayn, no pudo ser más notoria.
— Es una amiga, muy buena amiga —admitió, mientras ladeaba la cabeza— Parece que llegó en el momento exacto, ¿no? —bromeó.
— ¿A qué te refieres? —preguntó un desconcertado moreno— Hace dos meses que no salgo con una chica, ya no quiero más chicas sofocantes por ahora.
— Precisamente, a eso me refiero —echó un vistazo a la camiseta que su amigo le entregó y luego se la colocó— No creo que tengas algo con Alexis, sería imposible. La amistad de María y ella, ya sabes.
— Sigo sin entender tu punto —dijo con la voz ronca, mientras dejaba que su cuerpo repose sobre el sofá.
— La única que queda es María, nunca te quejas de ella. Vamos, se sincero conmigo —dijo Harry, corriendo hasta donde estaba el moreno, colocándose en cuclillas.
— ¿Qué quieres saber? —preguntó entre risas, sin dejar de mirar el techo.
— Solo di "Sí", para confirmar que te mueres de amor por María. De hecho, debes ser la única persona que no lo acepta, mientras que toda la universidad esta consciente del romance de ustedes dos.
— Sí, la amo. Es mi mejor amiga, es muy obvio cuánto la amo —aclaró el moreno.
— Algún día, Zayn, algún día.

Las risas de las tres jóvenes se hicieron más audibles, entonces supieron que estaban cerca. Harry se levantó de inmediato, las buscó con la mirada y sonrió al encontrarlas. Sonrió, un poco nervioso y emocionado a la vez, estaba feliz de poder volver a ver a su amiga. No dudó en acercarse y abrazar a Alexis, quien le correspondió de la mejor manera posible.

— Me alegra que hayas elegido Londres, como la ciudad de tus vacaciones —expresó Harry, al separarse.
— No estoy de vacaciones, aún no estoy segura de lo que haré aquí.
— Tomaré eso, como que buscas un amor —bromeó Harry.

Ese fue el momento preciso, para que Harry se colocara tras Jourdan y la abrazara. El tiempo parecía ir más lento. Jourdan giró para ver a Harry, y éste la beso de la forma más tierna y delicada. Zayn, María y Alexis, eran tan solo el público que disfrutaba de una romántica película de amor.

Zayn mordió su labio ligeramente, mientras le daba una rápida mirada a María, para posteriormente retirarse de la sala. Aquella situación incomodaba al moreno, por que, de cierta manera, le mostraba la realidad y felicidad que él no podía obtener. María, por su lado, ignoró y perdió una vez más, la esperanza. Cómo deseaba que Zayn fuera Harry, y ella, fuera Jourdan. Pero como siempre, ignoró sus deseos.

Aquel momento, fue pieza clave para Alexis. De pronto, recordó a Dylan, pero no lo extrañó. Extraño el hecho de ser amada. Lo extrañó tanto.

— Bien, creo que ya nos vamos —dijo Jourdan, sonriendo, después de haber recibido el beso de Harry.

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