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Esperanza de vida Empty Esperanza de vida

Mensaje por bless. Jue 21 Jul 2016, 8:32 am

ESPERANZA DE VIDA




Todo parecía perdido.
No, todo estaba perdido.
Por primera vez en los meses interminables que había pasado a bordo de aquella nave, Jack tuvo un pensamiento tan negativo como realista.
Todo había acabado.
Eso fue lo último que pensó antes de entrar en su hipersueño. No soltó una sola lágrima al recordar su hogar, su planeta completamente destruido, desolado y lleno de muerte. Él lo recordó como solía ser, mucho antes de que él naciera. Allí, en medio de la infinidad del espacio, rodeado por un puñado de terrestres, quiso reflexionar sobre el hecho de que eran los últimos seres humanos sobrevivientes en el mundo. En el universo. Pero no pudo hacerlo, su mente no se sentía capacitada para procesar el hecho, todo parecía una mentira, una pesadilla. Entonces entró en el vaso Dewar y se dejó ir.

—Han pasado quinientos veintitrés años terrestres desde que nos dormimos, Jack. —La voz, tan familiar y susurrante, lo indujo aun más en su sueño. No quería despertar ni salir de allí. Quería sumergirse en el nitrógeno, congelar su cuerpo y también su alma, para no volver a sentir dolor nunca más. El pesar que sentía era mucho más grande que el de la pérdida de un ser querido, o un corazón roto. Era mucho, mucho más grande.

La neblina a su alrededor comenzó a disiparse, lo primero que vio fue el rostro de una mujer joven. Confundido, creyó estar viendo una fotografía vieja, de tiempos en los que las cosas eran diferentes, tiempos en los que había una pequeña esperanza. Estaba despierto, y eso significaba algo grande.
Significaba buenas noticias.

—¿Cómo dices? —Preguntó desorientado. Su corazón, que parecía haberse detenido durante décadas, de repente comenzó a latir desbocado, mientras lenta pero bruscamente caía en la realidad del presente.

—Has pasado quinientos veintitrés años de hibernación, y finalmente hemos aterrizado. —Emilia miraba fijamente a través de sus ojos, ella buscaba una chispa: vigor, esperanza, vida. Jack también la buscaba. Él sabía que la joven estaba feliz, aunque no estuviera sonriendo, su voz manaba alegría, como quien anuncia una buena nueva. Al fin y al cabo eso era lo que ella estaba haciendo. Anunciando el nacimiento de una nueva esperanza. Pura y frágil, pero creciente.

Si la nave dormitorio aterrizaba en un planeta que presentaba las condiciones básicas para el asentamiento de la vida humana, según los análisis que realizaba la tecnología de su nave automáticamente al entrar en la órbita de un planeta, sus cápsulas se abrirían y ellos despertarían del hipersueño. Pues bien, eso parecía ser lo que había ocurrido. Ellos eran los últimos. La salvación, la semilla, los sobrevivientes… y estaban despiertos.

—Las condiciones son estables. La temperatura del planeta es lo que nosotros podríamos decir un día caluroso. La distancia de este planeta con su estrella es casi ideal y muy cercana a la distancia que separa al Sol de la Tierra. —Lucas tragó en seco al mencionar el nombre de su planeta de origen. Jack posó una mano en su hombro y lo animó a continuar. —El calor no es suficiente para evaporar el agua en su estado líquido y sí, hay presencia de dióxido de carbono en el ambiente. Estable y regular, yo diría. —El muchacho leía casi eufórico las estadísticas que se presentaban en la pantalla frente a todos los tripulantes. Jack, en cambio, dirigió su atención directamente a lo que las cámaras exteriores mostraban de lo que se veía del planeta.
Era simplemente hermoso.

Abatido, no pudo evitar que un sentimiento de nostalgia lo abarcara. Aquel planeta, con sus detalles y particularidades, jamás sería como la Tierra. Súbitamente, recordó el holocausto nuclear. Antes de ello, las catástrofes naturales que habían llevado a un gran número de jóvenes parejas, hombres y mujeres fértiles, a presentarse como voluntarios para abordar el Megalles. Y una vez a bordo, a miles de años luz, las imágenes tan espectaculares como terroríficas, las múltiples explosiones y la extinción casi completa de una raza. El suicidio y homicidio masivo de los seres humanos en la tierra; la desesperación y la impotencia que reinó dentro del Megalles sumiendo a sus navegantes en un caos de dolor y desarraigo.

—Jack. —Llamó Emilia, dando un vuelco a su corazón. Solo de esta forma había logrado traer sus pensamientos de vuelta a la realidad.

Emilia era su asignada. O en otras palabras, la madre de sus futuros hijos. Él no estaba enamorado de ella, pero eso no le importaba. Nadie en aquella nave buscaba amor. Buscaban sobrevivir, sacrificar su felicidad y su vida por el futuro de sus descendientes, y quizás así no todo estaría perdido. En la nave dormitorio, donde las parejas habían sido sometidas a una animación suspendida para la prolongación de sus vidas a lo largo de su viaje interestelar, ya no quedaban muchos de ellos. Con el tiempo muchos se quedaron en el camino. Algunos fallecieron en las misiones, donde buscaban planetas para colonizar, otros en las turbulencias que habían sufrido durante el viaje. Algunos perdieron la cordura y enloquecieron, otros se dejaron caer en la depresión y no veían el sentido a nada. Algunos de ellos no pudieron despertar de su hipersueño.  Eran menos de una decena de muchachos de edad madura pero jóvenes aún, dotados para la reproducción humana, que llevaban una gran carga sobre sus hombros.

Jack volvió la vista a la pantalla y a las imágenes, observó una extraña flor: azul, verde y algún otro color que no sabía describir.

—Es… hermoso. —Y en verdad lo era. Lo que veía era difícil de explicar, e intentaba relacionar cada objeto con las especies que una vez habían poblado la Tierra. Pero todo era diferente y extraño. Colores vivos que lo pintaban todo, una obra abstracta que tomaba vida frente a sus ojos. ¿Existirían seres en aquel lugar? —Debemos ir a explorar.


Estuvieron de acuerdo en seguir sus pasos. A pesar de que las estadísticas mostraban que la superficie del planeta poseía una gran cantidad de oxigeno, algunos no quisieron arriesgarse a comprobar la eficacia de sus computadoras. Jack, por el contrario, fue el primero en colocarse el traje para salir de la nave. Con una mano en el botón posicionado cerca de su cuello, listo para colocarse la máscara en caso de que fuera necesario, esperó que se abriera la compuerta. Las cerraduras se notaban oxidadas, el ruido de la plataforma hizo temblar su cuerpo y también su ser.

Y entonces, salió.

Sus piernas flaquearon al pisar el suelo sólido. Lo que entró por sus fosas nasales alegremente no lo mató. Era aire. Aire que se deslizó hasta sus pulmones. Una vez que estuvo seguro que no corría ningún riesgo inmediato al inhalarlo, dejó que este entrara y respiró profundamente: aire. Era lo único que pensaba en ese instante. En el momento, no supo si el perfume que sentía provenía de la vegetación, o era propio del gas que lo rodeaba. Detrás suyo, le seguían los pasos Dylan y Sarah, un poco más atrás, Rudy. Así uno a uno salieron y pisaron tierra firme. ¿Será tierra? Se preguntó Jack, mentalmente.

El grupo de humanos caminó precavido. Algunos estaban armados y preparados para defender al resto en caso de que se presentara una amenaza. Emilia se apresuró a llegar al lado de Jack, temerosa y aun así extasiada por lo que veían sus ojos. De igual manera se encontraba él. Se abría paso entre lo que parecían hojas, atento a los ruidos irreconocibles que se oían de fondo, pero también maravillado por cada cosa que se cruzaba en su camino.

Pasaron mucho tiempo caminando, posiblemente horas. Tom se encargó de marcar el camino para no perderse, el resto de ellos se encontraba en un trance de curiosidad que jamás habían experimentado, ni siquiera al haber visitado otros planetas antes. Los colores eran cautivantes, la luz de una estrella que ellos llamarían Sol, iluminaba hasta el más pequeño rincón. Nubes de gases al parecer no tóxicos, flotaban sobre sus tobillos de vez en cuando. También había otras que tapaban esa estrella, dejando que ésta se tiñera de colores rosados, azulados, amarillos… Todo parecía una obra de arte. Se escuchaban leves sonidos que no sabían de dónde provenían, Jack recordó lo que había aprendido de las selvas, y pensó que sería muy similar a aquello.

Nadie sabía qué estaban buscando hasta que lo encontraron, finalmente. No muy lejos de donde estaban, se extendía un lago, en medio de rocas deformadas cubiertas de una especie de moho azul, rosado y también verde. Sobre él se extendían lo que parecían cuatro lunas, casi invisibles por la luz que caía sobre el agua. Un verdadero paisaje. Uno de ellos sacó una pequeña jeringa eléctrica con una pantalla de tres pulgadas en ella y tomó una muestra del líquido.

—Sí, es agua. Y está… muy limpia. —Bea metió la mano cerca de la orilla y disfrutó del tacto refrescante. Tocó la superficie debajo del agua, algo muy parecido a la arena y el polvo, colorido como el azúcar.

Jack recordó el azúcar en un pequeño tarro de porcelana.

Ella tomó otra muestra, e incluso donde el agua se veía contaminada con residuos, calificaba como la más pura.

—Tengo… Tengo que estudiar esto. Y tengo que empezar ahora. —La muchacha de cabellos negros azabache sacudió su mano y se quitó la mochila. Fue entonces cuando todos comenzaron a desempacar.  

Allí, cerca de donde se encontraba aquel lago, dejaron sus pertenencias y montaron campaña. Los hombres ayudaron a traer de la nave las tecnologías que serían necesarias para pasar la noche. Sabían que debían hacer muchos estudios del planeta primero, pruebas que requerían paciencia… pero Jack se sentía ilusionado. Una voz en su mente repetía la misma frase: sabía que lo lograríamos. Se sentía feliz y afortunado de haberse equivocado cuando creyó que no tenían oportunidad. Y aquel lugar era solo el comienzo de una nueva era. Quizás no se parecía a la tierra, seguramente habría obstáculos. Pero todos pensaban igual que Jack con respecto a una cosa: lucharían. Harían todo lo que estuviera a su alcance y más también, porque ese planeta desconocido era la última oportunidad que poseían, y no la iban a desaprovechar. Una última oportunidad para sobrevivir, para trascender.
bless.
bless.


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Esperanza de vida Empty SEGUNDA PARTE

Mensaje por bless. Jue 21 Jul 2016, 9:06 am



—No se ven tan… diferentes. —Willa miraba al grupo de seres humanos fijamente desde la copa de un kursiac. El árbol frondoso permitía que se ocultara detrás de sus hojas azules. A su lado se encontraba Alia, su amiga y hermana, quien temerosa observaba a los visitantes. Ella quería alertar a todas, pero Willa no se lo había permitido. En cambio, se habían pasado unos cuantos minutos observando cada acción que llevaban a cabo. Según Willa eran inofensivos, y hasta ahora no habían demostrado lo contrario.

Willa se percató de que algunos de ellos eran parecidos a ella y a sus hermanas. Con cuerpos del mismo tamaño, sin mucha masa corporal, cabellos abundantes en la cabeza y curvas a lo largo de su torso. Pero también llamó su atención los otros seres que las acompañaban. Eran muy parecidos… pero tenían algo diferente. Sus rostros se veían más severos, y sus cabellos no eran tan abundantes, en realidad eran cortos. Excepto por uno, que portaba ondas doradas colgando de su cráneo, muy parecido al cabello de sus otras hermanas, su rostro detonaba gran belleza y sus rasgos se parecían a los que poseía su especie.

—Bajemos y descubramos qué son y qué quieren. —Dijo rápidamente, y antes de que Alia procesara su propuesta, ella se encontraba balanceándose en las ramas hasta tocar el suelo.

Los humanos permanecieron quietos y silenciosos ante el ruido de su aterrizaje, más aun al no poder reconocer qué era lo que provocaba tales sonidos. Willa caminó sigilosamente hacia ellos. Quedó mayoritariamente cubierta por las hojas del gran árbol, que se cernían con pesadez hasta tocar el suelo. Cuando se aseguro que las personas la habían visto, no hizo más que saludar.

—Hola. —Dijo en su idioma. Se sintió intimidada, ya que todos la miraban con sus ojos bien abiertos. Pero reconoció miedo en los ojos de los extraños, como en las presas que a veces solían cazar. Detrás de ella, Alia cayó en un salto sobre las puntas de sus pies, y esto hizo que los visitantes dieran un salto.

—¿Quién anda ahí? —Uno de los humanos habló en español, y Willa intentó comprender lo que estaba diciendo.

—¿Quién anda ahí? —Repitió sus palabras, perfectamente pronunciadas. Aquel de las ondas doradas dio un paso acercándose a ellas y, al mismo tiempo, Alia dio un pequeño salto hacia atrás, pero Willa no temió.

—Venimos en paz. —Dijo éste, levantando una de sus extremidades, Willa observó bien su gesto y se dejó ver un poco más. —Venimos desde muy lejos, y buscamos un refugio. Somos humanos. —Humanos. Repitió ella en voz baja. Cada palabra que él pronunciaba, Willa la almacenaba en su memoria. No tardaría en comprender al cien por ciento lo que estaban diciendo, y podría hablar en su lenguaje, también. Salió de detrás de las hojas y se dejó ver, ignorando los tirones de su hermana. —Soy Jack. —Se identificó el humano, y Willa se acercó curiosamente.

—Cuidado, Jack. —Dijo otro, detrás de él, con los ojos bien abiertos.

—Cuidado, Jack. —Repitió Willa, en español. Jack sintió sorpresa ante sus palabras ya que estaba hablando en español. Willa estaba sonriendo y él no entendía por qué, pero lo tomó como un gesto amistoso. —Soy Willa. Ella es mi hermana Alia. Están en nuestro planeta, Lyra. Somos Lyrianas. —Willa esperó una respuesta, pero no la obtuvo, todos ellos la observaron fijamente, y pensó que la estaban estudiando con sus ojos. Así que para demostrar que venía completamente en paz, se irguió y dejó que la analizaran, esperando que no encontraran ningún defecto o amenaza en ella.

—Habla español. —Dijo uno de ellos. Willa también lo observó fijamente.

—Puedo hablar cualquier lengua. —Respondió ella, nuevamente en español. El humano dijo “increíble”, y Willa lo imitó. Jack, con su corazón latiendo erráticamente y el sudor cayendo por su frente, se paralizó de asombro al ver lo que tenía frente a él. En verdad, era una alienígena. Una lyriana.  

***

—Nuestra tribu no se ubica muy lejos de aquí, mi hermana y yo estábamos explorando los alrededores como de costumbre, hasta que los encontramos. En mi hogar, somos todas parecidas, casi como ustedes. Los especímenes son femeninos, y tenemos la capacidad de reproducirnos por nuestra cuenta. —Willa habló sin titubear, mientras todos ellos escuchaban expectantes. Ella se veía como una humana común. Tenía la piel casi morena, unos ojos excepcionalmente grandes y de un color verde muy llamativo, casi irreal. Su cabello era castaño, despeinado y brillante, a diferencia del de su hermana, que era dorado como el oro. Ninguno de ellos entendió cómo era eso posible. Ambas iban vestidas de forma escaza, con pieles y plumas de colores llamativos. Se podían apreciar naranjas, rosados y azules en ellas.

—Mi hermana quiso venir a averiguar quiénes eran. Si vienen en paz y prometen no herirnos, los llevaremos a la tribu para presentarlos ante Madre Cinzia. Pero si intentan algo peligroso, estaremos listas para luchar. —Alia habló, también en español, sin dejar ver ni un poco aquel temor que sentía dentro. El grupo no salía de su asombro aún, y no quisieron apresurarse a responder. Ciertamente ellos no estaban preparados para batallar contra una tribu entera, sin conocer de lo que ésta era capaz de hacer. Si buscaban establecerse, deberían pactar la paz y convivir con quien habitara el planeta. Eso lo llevaban bien en claro.

—Estaremos muy agradecidos si nos dejan descansar aquí. Conoceremos a su… líder, cuando lo precisen. —Lucas tomó la voz del grupo y se dirigió a las dos lyrianas, ellas asintieron pacíficamente.

—Cuando la estrella salga nuevamente, los llevaremos allá.


Más allá de la difícil y extraña situación en la que se encontraban, Jack sintió incomodidad. Luego de que habían conversado con ellas, no habían vuelto a pronunciar palabra, más que algunas en otro idioma que no comprendían. Y cuando no lo hacían, se sentaban allí a observarlos con ojos bien abiertos. Al principio el grupo se dejó estudiar, esperando algún tipo de demanda o mínimo, una palabra. Pero al no recibir ninguna de ellas, todos siguieron con sus asuntos y se prepararon para “la noche”. Todos excepto Jack, que seguía encantado con la presencia de esos dos seres. Willa no disimulaba su mirada furtiva y analizaba cada detalle de aquel humano. Su rostro, sus manos y su cabello.

—Eres muy hermoso, Jack. —Willa no sintió la mínima vergüenza al decirlo, pues eso era algo que ella no conocía. Sus palabras eran inocentes, y cargadas de verdadera admiración. Por otro lado, Jack se vio invadido por un montón de sensaciones que hace tiempo no sentía. Sus mejillas se llenaron de calor y rubor, y le fue imposible mantener la mirada fija en Willa. —Tu rostro se ha vuelto de color rojo. ¿Estás bien? —Preguntó ella, y Jack se sumió todavía más en la vergüenza que sentía. Aun así sonrió sinceramente.

—Estoy bien, gracias Willa. Tú también eres muy…—Buscó la palabra correcta para expresarse. —Bella.

Pero sus palabras causaron una reacción que no esperaba. Su hermana Alia soltó un suspiro, como si se hubiera pegado un gran susto, y miró a su hermana con ojos bien abiertos. Ella se veía verdaderamente agradecida de haber oído aquello. Alia susurró algo en su oído y a continuación, se fue.

—¿He dicho algo malo? —Preguntó Jack, pensando que el momento no podía ser más bochornoso para él. Willa miró fijamente a sus ojos, y logró aumentar, instantáneamente, el latido de su corazón. Negó con la cabeza y volvió a sonreír como un gesto de amistad.

—En mi tribu no es costumbre que me llamen así.

—¿Por qué no? —Preguntó Jack, curioso.

—He nacido diferente. Mi cabello, no es dorado como el de las demás. Ni como el de Madre Cinzia, ni como el de mis hermanas. Es de color oscuro, y todas creen que se ha marchitado cuando nací porque había algo mal en mí. —Jack lució sorprendido ante lo que oía, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa después de eso. Tomó asiento cerca de donde Willa se encontraba, intentando no espantarla.

—No entiendo eso —Admitió. —porque eres muy hermosa. —Jack habló con honestidad, y se alegró sanamente con el brillo que surgía en la mirada de Willa.

—Estoy muy agradecida. —Con su sonrisa, para Jack le fue imposible de creer y procesar la situación. Nunca había vivido algo así con una humana, ni nunca había pensado que le diría algo así a una alienígena. Pero allí estaba, y eran quizás demasiadas nuevas experiencias para un solo día. Justo cuando pensó que se sumergirían en un nuevo silencio, ella habló. —¿Porqué están aquí? —Sus ojos, verdes y brillantes de curiosidad y anhelo por saber, lograron dejar a Jack sin habla. Pensó en contarle todo. Bueno, quizás no completamente todo, pero sí resumir las causas que los habían llevado hasta allí. Nuevamente, Jack se sintió diminuto en un universo tan gigante, habían recorrido una distancia casi infinita para llegar a donde estaban, y no había vuelta atrás. Eso también presionaba su corazón y le daba una sensación de vértigo en el estómago. Pero decidió centrarse en Willa y responder a su pregunta. Antes de poder pronunciar palabra, una pequeña y extraña criatura voló en frente de sus ojos, sobresaltando a Jack. Ella rió ante el gesto.

—No te preocupes, no te picarán si no los molestas. —Jack observó con cuidado a lo que parecía la mezcla de una pequeña lagartija, un pájaro y un insecto. Algo verdaderamente exótico, y como era de esperarse, con colores asombrosos. Aun desconfiaba de aquel bicho cuando se percató de que estaba montando una escena vergonzosa frente a Willa, quien parecía divertirse con su sorpresa. —Acompáñame, Jack. —Sin que hubiera previsto el gesto, ella lo tomó de la muñeca, casi paralizándolo con su toque tan cálido. De pronto, un sentimiento de adrenalina y algo más indescriptible arrasaron en su interior. Miró que nadie en su campamento se percatara de su huida y se apresuró a seguir los pasos de Willa, quien era sorprendentemente rápida. Aunque no sabía por qué se sorprendía: no era humana, por más que lo pareciera.

—¡Espera! —Pidió él, sin aire en sus pulmones. Ella se detuvo tan inmediatamente que chocó contra su cuerpo de manera brusca, casi pierde el equilibrio y cae frente a él. —Eres muy rápida. —Suspiró con aire entrecortado.

—O quizás los humanos son muy lentos. —Remarcó el alien, aun con una sonrisa. Jack se encontraba ahora rodeado de un prado de extrañas flores que bailaban delicadamente entre ellas, al son del viento. En ningún momento Willa apartó la mirada del humano, ella seguía fascinada con su mera presencia, y a cada paso que daban creía descubrir un nuevo secreto sobre su especie. —¿Te muestro algo que sé hacer? —Preguntó entusiasmada, animándolo a acercarse. Jack, aun con un poco de desconfianza ante lo desconocido, se dejó atraer. Aquella sensación que había sentido bajo su agarre no había desaparecido. Era difícil de explicar, era una especie de necesidad, como si Willa fuera una batería y él, una computadora descargada completamente. El muchacho asintió temeroso de lo que podía llegar a presenciar. Willa elevó la mano, y polvo —algo que parecía polen— surtido en colores, comenzó a flotar por encima de las flores que los rodeaban. Un poco de aquello se arremolinó justo frente a él, guiándose por los movimientos de Willa. Jack estaba maravillado, nunca en su vida había visto algo igual, ni mucho menos a alguien con el poder de hacerlo.

—Te ves muy sorprendido, Jack. —Willa sintió verdadera satisfacción. Reconocía en él todo su asombro, y también percibía más. —No me has dicho porqué han venido a nuestro planeta. —Jack soltó todo el aire que llevaba conteniendo cuando las cosas a su alrededor se calmaron un poco. Luego de haber visto aquello, se sentía extrañamente cautivado por Willa, por lo que era y por lo que podía hacer. Le contó las cosas terribles por las que su planeta había pasado. Cómo los mismos terrestres habían descuidado de él, los desastres naturales y la misión que ellos tenían. Parejas fértiles preparadas para reproducirse de manera biológica en cuanto encontraran un planeta habitable. También le contó sobre el holocausto nuclear, como la gente decidió morir antes de seguir luchando, y como muchos otros murieron a causa de las decisiones de otros. Jack también habló de su esperanza. Le contó a Willa que había comenzado a soñar con el futuro desde el momento que había pisado Lyra. Le dijo que tenía fe, que sabía que él y los demás lograrían dejar descendientes y no sería el fin de la raza humana.

Cuando Willa se despidió de él y se dirigió a la tribu, se sentía de una manera que nunca antes se había sentido. La presencia de Jack, su posible existencia, era algo que le causaba una especie de emoción. Él era como todo a quien había conocido, pero al mismo tiempo, completamente diferente. Pensó en lo que le había dicho Alia, que quizás era a causa de su masculinidad. Willa no comprendió bien a qué se refería, pero sabía que algo en él lo hacía diferente al resto de sus hermanas.

Cuando llegó a la tribu, sentía ansiedad por contarle a todas, en especial a la Madre Cinzia, lo que había visto y aprendido de los visitantes humanos. Sin embargo, la escena con la que se encontró no era la más acogedora. Por el contrario, percibió la hostilidad justo antes de adentrarse en el círculo de viviendas donde convivían.

—¿Qué sucede? —Preguntó Willa a sus hermanas. Una de ellas le informó que Alia había visto a un grupo de criaturas no lyrianas que buscaban adueñarse de su territorio. Lanne también le contó que esas criaturas eran malvadas y amenazantes, que quisieron maltratar y aprovecharse de la debilidad de Alia, pero que no eran muchos en cantidad y que la Madre Cinzia, al enterarse, afirmó que serían capaces de exterminar a las especies por completo. Willa se aterrorizó ante lo que oía, se sintió completamente confundida, pues sabía que los humanos no le habían hecho nada a su hermana. Inmediatamente se opuso a la idea de la exterminación, y corrió en busca de Madre Cinzia para convencerla de lo contrario.

—Pero Madre… yo los he conocido, no son como Alia dice. —Madre Cinzia, con el aspecto de una mujer madura, fuerte y vigorosa, buscaba su armamento para batallar contra los extraños, mientras Willa suplicaba por su atención. Detrás de ellas, Alia miraba la escena recelosa, sintiendo pena auténtica por su hermana. Temía por ella y por su gente, les temía a los desconocidos y no confiaba en ellos. Desde el primer momento supo que lo mejor sería terminar con ellos, y continuar con la paz. —Ellos han venido en busca de un hogar, no de guerra. Madre Cinzia, por favor. —Pero cuando Willa intentó hacer contacto con su líder, esta se deshizo rápida y fácilmente de su agarre.

—¿Cómo puedes, traidora, defender a unas criaturas extrañas, antes que a tu propia hermana, que fue herida en sus manos? —Willa volteó, adolorida por sus palabras, para ver el rostro de Alia, quien en la oscuridad, miraba arrepentida y culposa por lo que Willa estaba pasando. Willa sabía que Alia no había sido herida, lo vio en su mirada cuando cruzó con ella. Pero la perdonó, porque su hermana sintió miedo, y se había dejado apoderar por él. Debía advertir a Jack, a su gente, pero no era suficiente el tiempo. Un grupo de lyrianas ya había partido al campamento de humanos, y el último grupo, con la Madre Cinzia, estaba a punto de partir. Se sintió horrorizada por lo que estaba a punto de ocurrir, de ninguna manera podía permitir que extinguieran a una raza inocente, que buscaba esperanzada la supervivencia de su existencia. Pensó en Jack y en aquello que había visto en sus ojos. No merecía morir. Si tenía defectos, pagaría por ellos de otra manera, pero no con la muerte.
bless.
bless.


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Esperanza de vida Empty TERCERA PARTE

Mensaje por bless. Jue 21 Jul 2016, 9:23 am


Jack no comprendía qué había salido mal. El grupo de humanos se había mostrado vulnerable ante las dos lyrianas, ellos sabían que no eran una verdadera amenaza para los habitantes del lugar.

Cuando la estrella se había ocultado tras las montañas, y el frío se hizo presente en el nuevo territorio, sonidos raros comenzaron a provenir de la lejanía. Sonidos que no se parecían a los que ya habían escuchado desde que llegaron allí. Y cada vez se hacían más y más fuertes. Tom y Rudy fueron los primeros en sospechar de las alienígenas.

—Tengo un mal presentimiento. —Dijo Tom, sosteniendo el arma firmemente entre sus manos, sin titubear en sus acciones. Los sonidos se hicieron cada vez más claros. Algo que se avecinaba rápidamente y se llevaba por delante toda la vegetación que los separaba de su campamento. Jack comenzó a sentir desesperación, no era posible que sufrieran un ataque. Debían buscar la manera de protegerse, no podían morir, no luego de haber llegado tan lejos.

Pero en ese momento, un elemento cortó el aire con un sonido seco e instantáneo. De pie, a su lado, se encontraba Lucas, y al siguiente segundo reposaba sobre sus rodillas. Más tarde, su rostro golpeó duramente el suelo, cayendo muerto. La sangre corría desde el centro de su pecho, esparciéndose en un charco alrededor de su cuerpo. Jack no podía apartar la mirada de él. Justo allí comenzó el caos, pero no procesaba lo que sucedía hasta que Emilia jaló de él, tan fuertemente que cayó al suelo en su intento por huir. Un grupo de lyrianas comenzaron a disparar contra ellos con flechas muy similares a dagas pequeñas. Podía oírlas zumbar a su alrededor, mientras corría junto con Emilia para llegar al Megalles. Las lyrianas emitían gritos y alaridos extraños, pero no se comparaban a los lamentos de sus compañeros. Algunos de ellos caían en el camino, y Jack solo podía continuar corriendo por la fuerza de Emilia y por el impulso de su impotencia.

La joven tropezó con un conjunto de rocas y cayó al suelo con un estrepitoso grito de dolor. Jack se arrimó hasta llegar al suelo y la levantó colocando un brazo sobre sus hombros. Las dagas seguían volando y cortando todo lo que se cruzaba en su camino, estaba seguro de que una había cortado la carne de su muslo, pero no le importaba. Buscó el árbol más cercano y llevó a Emilia hasta allí, se posicionaron detrás de éste para protegerse de las dagas.  

—¡Tenemos que hacer algo! —Emilia exclamó claramente aterrorizada. No porque le faltara valentía, sino porque era consciente de que estaban perdiendo a los otros tripulantes, y muerte significaba extinción. Jack quería pensar en algo, pero su mente estaba atrofiada en la escena que se montaba a su alrededor. Metros más adelante, Sarah corría por su vida. Segundos después, dos dagas atravesaban su espalda y caía muerta entre las coloridas hojas. Jack comprimió un grito de furia y de dolor. Creyó ver el rostro de Willa, pero quiso convencerse de que no era ella. Ella los había llevado a la muerte, y en poco tiempo, a la perdición total. Sintió algo mucho más profundo que la decepción, y Willa lo vio en sus ojos, mientras se observaban a la distancia.

—Hay que salir de aquí. Cuando yo te diga, corremos en esa dirección. —Jack apuntó hacia un grupo de árboles que no se alejaban demasiado de donde estaba la nave. Emilia asintió, preparándose para salir disparada. Cuando Jack se lo indicó, ambos corrieron lo más rápido que sus piernas le permitían, entre arbustos y flores, gases coloridos y criaturas escondidas.

Cada grito de dolor que se oía a lo lejos era una tortura, los cuerpos de los últimos humanos cayendo muertos en un planeta lejano y desconocido. Jack sabía que lo mejor que podía hacer era seguir corriendo y proteger su vida y la de Emilia. Con ellos estando a salvo sería suficiente para garantizar una descendencia. El Megalles ya no se encontraba muy lejos, la compuerta estaba abierta y lista para darles la entrada. Tom estaba ayudando a Rudy a entrar, cuando ésta fue atravesada por una de las dagas, obligándola a caer al suelo. Jack vio como Tom gritaba en su desesperación. Al verlos su rostro se iluminó, todavía había una posibilidad.

Los dos llegaron hasta la plataforma. Emilia fue la primera en entrar, con ayuda de Tom. Jack le pisaba los talones, estaba prácticamente dentro, cuando un golpe en la cara le hizo perder el equilibrio y caer hacia atrás. La onda de dolor se expandió por todo su rostro e instintivamente llevó una mano a la zona golpeada. A lo lejos Willa, que había visto aquello, se acercó tan rápido como pudo luego de soltar una exclamación. Ninguna de sus palabras eran oídas por las lyrianas, quienes se habían ya propuesto matarlos a todos.

—¿Qué diablos te pasa? —Le preguntó a Tom, lleno de ira y confusión. En los ojos de Tom había determinación, tal que hizo temblar el interior de Jack.

—Sabes cómo son las cosas, Jack. —Dijo éste, mientras el joven intentaba ponerse de pie, pero no logró a hacerlo. La rodilla de Tom golpeó duramente en el medio de su estómago, quitándole el aire y llevándolo al suelo nuevamente. —Solo se necesitan dos humanos, y yo seré uno de ellos. —Golpeó su rostro un par de veces más, dejando que un hilo de sangre brotara entre sus labios. Cuando Jack creyó que se dejaría ir ante el golpe final de Tom, vio con ojos entrecerrados como éste caía con peso muerto y sin vida sobre su cuerpo. Detrás, Emilia apuntaba con un arma en su mano, sus ojos casi saliéndose de sus cavidades y el llanto abriéndose paso desde lo profundo de su pecho.

Jack intentó recomponerse y ponerse de pie, con ayuda de Emilia. Ninguno de los dos se había percatado de que Madre Cinzia no se encontraba a mucha distancia de donde ellos estaban. Ninguno excepto Willa. Madre Cinzia se movió velozmente, tanto que era casi imposible haberla visto, sacó una última daga y apuntó directamente a Emilia. La lanza cortó el aire, y luego trajo un silencio absoluto.

Todo había ocurrido tan rápido que el tiempo pareció detenerse por unos minutos. Jack a penas pudo darse cuenta de lo ocurrido. Emilia yacía boca abajo sobre las hierbas, cubierta por el cuerpo de Willa, quien había recibido la daga en medio de su espalda, en lugar de ella. Un alarido inhumano hizo callar todos los sonidos a su alrededor. Madre Cinzia cayó sobre sus propias rodillas al ver lo que había provocado.

—Willa… —El llanto ya no podía ser contenido, y Jack levantó su cuerpo para sostenerla en brazos. No debió sorprenderse cuando notó que sus ojos verdes brillaban y lo miraban expectantes. Sus labios, gruesos y de color carmesí, se encontraban sellados. El aire entraba y salía difícilmente de su cuerpo. —¿Por qué lo has hecho? —Fue lo único que se le ocurrió preguntar. Estaba demasiado en shock para digerir los sentimientos de asombro, dolor, gratitud y espanto que sentía. Willa separó por fin la mirada de sus ojos y la dirigió a los de Madre Cinzia, que se acercaba lo más rápido posible al lado de su hija.

—Willa. —Dijo el alien, con una voz melodiosa en medio de sus torrentes sollozos.

—No merecen morir. —Fue lo que dijo ella, tan fuerte como pudo hacerlo. —Es mi voluntad darles otra oportunidad. —Jack pudo sentir como su corazón se quebrajaba ante lo que presenciaba, ni siquiera pudo ser capaz de mirar a la lyriana, que sostenía el bello rostro de Willa delicadamente entre sus manos. Ella dijo algo en su lengua materna, y soltando un suspiro lleno de vida, falleció.

***

El pueblo de las lyrianas llevó a cabo una especie de ritual por la muerte de su hermana Willa durante lo que parecieron cinco días completos. En ese lapso de tiempo, no tuvieron ningún tipo de contacto con la pareja de humanos. Emilia había continuado con los estudios que garantizaban la estabilidad del ambiente, pero Jack se encontraba perdido en el recuerdo que tenía de Willa. Ambos creyeron que no volverían a saber de las lyrianas, hasta que la Madre Cinzia los visitó. En su rostro todavía se leía la tristeza patente. Había aprendido el idioma de los humanos, y había ido hasta allí para expresarles que era su deseo continuar con la voluntad de su hija.

Madre Cinzia y Jack pactaron la paz entre los habitantes de Lyra y los descendientes humanos. Ambos tuvieron que jurar nunca atentar contra la vida de la otra especie, y entonces podrían vivir en paz. Él le preguntó qué era lo que Willa le había dicho antes de morir. Madre Cinzia respondió que su hija había jurado ver algo en los ojos del muchacho, algo que reconoció como esperanza. Esperanza inocente que no merecía ser asesinada.

Después de aquel hecho, Jack y Emilia partieron un viaje de exploración hacia mucho más allá de donde habían llegado antes, y nunca volvieron a ver a otra lyriana. Emilia quedó embarazada, felizmente, y Jack fue quien la ayudó en el parto. Había nacido Willa, la primera descendiente humana en el planeta Lyra.

FIN


Spoiler:
bless.
bless.


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