Sōshoku-hin

Soshoku-hin.

Ahí estaba ese sentimiento que siempre se ocultaba, simulando no existir o era yo que trataba de negarlo. No queriendo aceptar la posible realidad de en lo que se había vuelto la relación. O quizás lo que desde un principio fue. A pesar de que en estos momentos el se encontraba unas cuantas horas a distancia de mi, el sentimiento de ayer todavía no se iba. En la tarde de ayer nos encontrábamos recogiendo a Christopher, su amigo, y junto a él un nuevo chico; joven, mucho más de lo que yo soy, y eso que soy la menor de ellos —Bueno y es que si contaba, ahora no estaba muy segura de ello.

                       En el trayecto pararon a una única tienda, o lo que todos conocemos como licoreria, y hasta ese momento poco más había podido integrarse en la conversación, y en ese momento lo volví a hacer para preguntar si podíamos parar a comprar agua, había decidido dejar ese amargo licor que meses atras me habia causado problemas con mi familia. Sólo unas vagas palabras afirmativas me dirijio hasta que veinte minutos más tarde que llegaramos a un Publix en la esquina de nuestro principal destino me pregunto que si quería bajar o el iba solo. Acerte a decir unas palabras afirmativas a la primera opción, había pasado más de una hora frente al fuerte aire acondicionado de su camioneta y el calor del verano ya me aclamaba a gritos.Rápidamente se bajó del auto, dio la vuelta y abrió mi puerta. Pero no tan rápido como si lo pude haber hecho yo misma, pero varias veces anteriores me había reprochado el hecho de que me había abierto la puerta yo y no el. En el supermercado no había dicho nada, ni siquiera cuando me elogiaron mi atuendo, ni siquiera volteo a verme. Solo sostuvo calladamente mi mano hasta que llegamos al pasillo donde se encontraba el agua, y preguntó un simple —¿Cuál quieres? — Después de eso, sin nada mas que decir volvimos al auto después de pagar un litro y medio de agua.

                       Ya en nuestro destino tuve que volver a esperar a que abriera mi puerta. Otra vez durante el camino se había dedicado a hablar solo con sus amigos. Entrando a la piscina saludamos a Joseph, su mejor amigo.Que nos presentó a su nueva novia. Una rubia, sus ojos de un tono de azul aún más claro que el de la piscina. Segun entendi en medio de presentaciones era Rusa. Durante la siguiente conversación apenas y participa por cortos comentarios, y a responder una que otra pregunta sarcástica sin importancia proveniente de los presentes. Y no fue sino hasta que Alan me pregunto que si quería probar un poco de esa bebida que entre ellos se repartían tan “alegremente” entre ellos que un comentario proveniente de Joseph llamó la atención de todos. —Ya no, si no luego se pone a llorar. — Todos los que estuvieron en mi “altercado” de meses atrás con el licor rieron, e hicieron comentarios de aquella vez. Un —Recuerda cómo lloraba, y decía “Yo amo a Alan”. — Y también. —Y Alan grabando a las hormigas. — Más risas. Incluso risas provenientes del mencionado. Yo también di una pequeña risita y pronuncie un —Lo bueno es que todo quedó en un recuerdo del pasado. — Y antes de dar un trago a mi botella de agua les sonreí con sinceridad. Incluso a Alan, todo había quedado en el pasado. Incluso el hecho de que en algún momento tuve sentimientos de cariños por Alan, que aún persisten. Pero no eran tan fuertes como para confundirlos con amor. El tratarme como un adorno había ido poco a poco señalandome la verdad, y también el futuro final lo que teníamos.

¡Adios!...