The Mystery Of Numeber 3

"Yo lo mate, Fue mi culpa, Podria haberlo ayudado" Esos eran algunos de los muchos pensamientos que recorrian la mente de Amber, se sentia culpable, aunque no lo era, lo extrañaba, lo necesitaba, necesitaba sus palabras, sus abrazos, sus besos, en resumen lo necesitaba a El. Se habia despedido de ella, pero Amber no lo habia notado, estaba cegada, por el amor y por el miedo a perderlo que aunque en el fondo sabia que el se estaba despidiendo, no queria aceptarlo. Aun recordaba sus ultimas palabras: "Te amo, desde lo mas profundo de mi, y no quiero que nada te pase, asi que solo te pido una cosa, no intentes conocer mi pasado, mas de lo que ya sabes, solo amame, ahora, en este momento, como yo lo hago"   

Por tercera vez en el día, Amber McCartney, entro a su habitación con el solo motivo de cambiar su atuendo, esta vez se saco los pantalones azules y los cambio por una falda negra acompañada de unas medias  de seda del mismo color que cubría todas sus piernas, cambio la blusa roja por una rosa pálido, con puntos blancos y por ultimo saco de sus pies los zapatos también rojos y los cambio por unos negros de tacón. Era la tercera vez ya, se sentía afortunada, muchas de las chicas del instituto anhelaban poder hacer tantos cambios de ropa en un solo día, y la verdad es que la posición económica de sus padres le permitía hacer tres, cuatro y hasta cinco cambios de ropa por día. Los padres de Amber, Lisa y Samuel McCartney, eran empresarios bastante exitosos, tenían muchos lujos, limusinas, una casa gigantesca, eran felices, a la vista de los demás eran la familia perfecta, claro, solo era apariencia el tiempo que decían dedicar a su primogénita, en realidad era de muchas horas hablar si decíamos que Lisa y Samuel estaban 2 horas seguidas con su hija. No mal interpreten la situación, Amber no tenía problemas con eso, se sentía bastante independiente.
Amber, se destacaba por su cabello anaranjado y además por sus ojos celestes y su esbelta figura. No era presumida, para nada, detestaba a las hijas de los socios de sus padres, todas ellas se creían princesitas.

 El matrimonio de los padres de Amber era bastante sólido, se querían mucho y a ella también, solo que sus tiempos eran cortos. ¿Amor? Esa palabra para Amber era solo un sentimiento que todos excepto ella habían experimentado al menos una vez en su vida.

 — Estoy exhausta — susurro Amber sentándose en el sofá que había en su habitación. Miro el reloj blanco de pared… 15:07 “Aun faltan 23 minutos” acomodo su cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos. Se preguntaran ¿Para que falten 23 minutos? Bueno, Amber debía asistir al aburrido cumpleaños de 50 años de John Stevenson, un hombre anticuado pero muy poderoso y sobre todo muy amigo de Samuel McCartney, su padre. Tres toques en la puerta de su habitación la hicieron exaltarse. — ¿Quién? — pregunto algo fastidiada.

— Amber, soy yo, mama — la fuerte pero dulce voz de Lisa la hicieron levantarse y abrir la puerta. — Ya nos vamos — dijo la mujer rubia mirando a su hija.

— Bien vamos — dijo Amber.

Salió de la habitación pasando por el largo pasillo debido a que su habitación era la última del corredor. El cual contaba con 6 habitaciones sin contar el baño. Algo extraño ya que era hija única.

— A la casa del señor Stevenson — ordeno Samuel al chofer, Matt.

Matt era un muchacho de no más de 26 años, ojos verdes y cabello negro, era guapo pero para Amber era solo su chofer y amigo.

20 minutos pasaron hasta llegar a la casa de Stevenson, minutos que para Amber fueron interminables, repletos de charlas de trabajo y cosas aburridas.

Cuando Matt estaciono el auto frente a la mansión de los Stevenson Amber bajo rápido y sin saludar a su amigo. Se paro justo en frente a la puerta principal y todo el timbre, hasta que abrieron sus padres ya estaban a su lado.

— Lisa, Samuel ¿Cómo están? — como era de costumbre Martha Stevenson se olvidaba de saludar a Amber. — Pasen por favor — Amber acato rápidamente la orden de Martha, la esposa de John, y entro sin más pensar.

Dentro de la casa la sofisticación se veía sin hacer esfuerzos. Gente muy refinada caminaba hablando de cosas sin importancia para Amber. Hizo un análisis completo de la sala y logro ver la mesa de la comida. Se acerco rápidamente pues su estomago gruñía. Tomo un plato blanco de porcelana y puso en él algunos aperitivos, para luego comerlos.

Luego de eso se sentó en unos de los sofás que había dentro de la casa. Veía a la gente pasar hablando de tantas cosas no importantes. Nadie llamaba la atención, ya que todos eran demasiados extravagantes como para resaltar entre ellos mismos.

Amber pasó media hora viendo a las personas y tratando de buscar en sus cuerpos algo que no fuera blanco o negro, y a excepción de ella nadie mas traía puesto algo de color. Su mirada se vio captada por algo color celeste, por primera vez en media hora, pero no era precisamente una camisa, blusa o traje, sino que eran un par de ojos, tan celestes como se puede ser, esos cautivantes ojos provenían de un muchacho de estatura alta, 1,85 m aproximadamente, de traje negro, camisa blanca, corbata negra, zapatos negros, “Que original”, susurro Amber sin dejar de mirar al misterioso chico. Tocaron un micrófono que había en la sala para llamar la atención de los invitados, Amber volteo y vio a un muchacho pelirrojo con una guitarra.

— Buenas tardes, voy a tocar para ustedes “All Of The Stars” — el chico comenzó a tocar una balada, y en ese momento sucedió algo que para Amber era extraño, cada hombre que había en la habitación tomo a su esposa (incluso su padre) y comenzaron a bailar. Era hermoso ver a los ojos de las parejas y ver todo el amor que se tenían.

— ¿Me concede esta pieza? — dijo una voz masculina a espaldas de Amber, ella volteo y vio al misterioso chico de ojos azules con su mano extendida asia ella. Sin más pensar la tomo y el sonrió. El muchacho la llevo hacia la pista y la tomo por la cintura, al contrario, Amber coloco sus brazos en su cuello. Ambos bailaban al ritmo de la música, mirándose a los ojos. Una sonrisa se escapo de la boca de Amber asiento que el muchacho también se ría. Ninguno hablaba solo se miraban, y en ese momento eso bastaba. Cualquier palabra que emitieran estaba de sobra.

Todas las demás 198 personas de la fiesta desaparecieron del plano de Amber, solo estaban ellos dos y así era perfecto. La canción termino y se dieron vuelta para aplaudir al chico que había estado tocando. Cuando Amber se volteo para preguntarle al chico su nombre este se le adelanto.

— Me gustaría saber tu nombre — dijo en un casi susurro.

— Amber — respondió rápido — ¿Cuál es el tuyo?

— Chr… — el muchacho se vio interrumpido por la voz de Samuel, el padre de Amber.

— Amber hija, es hora de irnos — dijo mirando al muchacho con recelo.

— Claro — dijo Amber algo desilusionada — Adiós.

El chico se limito a asentir con la cabeza, y luego se fue.

— Vamos Amber — dijo Samuel, ella volteo y camino a la puerta.
Estaba desilusionada, quería saber el nombre de aquel chico, por una parte, y por la otra, estaba feliz, ya que el ya sabía al menos su nombre.

A las 6:00 am. Amber se levanto gracias al sonido de su despertador, no perdió tiempo y se entro a bañar, luego seco su cabello y lo dejo suelto. De su armario saco unos pantalones negros, una camiseta gris, una camisa verde militar y unas panchas negras.
Se cambio, tomo su bolso, unos lentes negros y salió de su habitación. Bajo y fue a la cocina.
— Buenos días Amber — dijo Nila, cocinera de la casa.
— Buenas Nila — dijo Amber con un ánimo muy elevado.
— ¿A qué se debe esa alegría? — pregunto Nila entregándole su desayuno.
— Conocí a un chico Nila — dijo Amber suspirando — Es tan perfecto, es decir, apenas baile con el, pero no lo sé, fue tan mágico — dijo y miro a Nila la cual le sonreía — Lo sé, es muy cursi.
— Y además muy tierno Amber — dijo Nila. — ¿Cuál es su nombre?
La sonrisa de Amber desapareció en un instante. — No lo sé, Papa interrumpió cuando iba a decírmelo.
— Oh, bueno, seguramente vas a volver a verlo linda — dijo Nila.
— Como sea, debo irme — Amber saludo a Nila y se fue al Instituto. Al llegar bajo de la limusina y entro. Camino por los largos pasillos de South Lions, hasta llegar a su casillero.
— Dime, ¿Qué tan mal estuvo la fiesta? — pregunto una voz burlona a su lado, Amber sonrió y se volteo viendo a su mejor amiga María Ducharne, hija de Robert Ducharne, un importante empresario venezolano amigo de su padre.
— Sabes, deberías sentirte mal por no haber ido, conocí un chico demasiado guapo y tú no estabas ahí — dijo Amber.
— ¿Hablas enserio? — Pregunto María despacio y Amber asintió — Maldita sea — refunfuño. — En fin ¿cómo es? — pregunto mirando a su amiga.
— Guapo, muy guapo, y bailamos una balada y fue muy tierno, pero como siempre papa arruino el momento sacándome de la fiesta cuando el iba a decir su nombre y…— dijo Amber pero inmediatamente logro capar un par de ojos celestes, y claro que los reconocería en donde fuera. — ¿Me esperas aquí María? — pregunto sin dejar de mirar al chico el cual ya estaba de espalda y caminando hacia la salida.
— Claro… — dijo su amiga confundida.
Amber salió corriendo hacia el chico y cuando lo alcanzo lo tomo por el hombro asiendo que este volteara.
Si, efectivamente era el. Amber sonrió al instante al igual que el chico. Ella abrió la boca para decir algo pero las palabras no salían.
— Christopher Haynes — dijo el chico — Dime Chris, Amber.
— Recuerdas mi nombre — dijo ella. — ¿Puedo preguntar qué haces aquí?­
— ¿Te molesto verme? — pregunto Chris.
— NO — dijo Amber — pero no creo que sigas estudiando, ¿cuántos años tienes?
— Bien responderé en orden, vine a ver a mi hermano Hunter y tengo 26 — dijo sonriendo.
— ¿Hunter Derek Haynes es tu hermano? — pregunto Amber asombrada.
— Parece que lo conoces — dijo Chris.
— Bueno su fama no es la más agradable — dijo la pelirroja.
— Lo sé, no nos parecemos mucho — dijo el agachando la mirada. Luego levanto la mirada y miro a Amber a los ojos. — ¿Quieres ir a tomar un café luego?
— Me encantaría Chris — dijo Amber.
— Bien, paso por ti a la salida — dijo y se volteo para irse.
Amber se volteo y comenzó a dar saltitos. —Amber que sucedió — dijo su amiga mirándola con una sonrisa —
— Me invito a tomar un café — dijo emocionada.
— ¿Quién? — pregunto Mary.
— Chris, el chico de la fiesta, al parecer es hermano de Hunter, y pues lo encontré aquí— dijo Amber — Cuan maravillosa puede ser la vida— dijo soltando un suspiro. Mary comenzó a reír y la abrazo.
— Eres la mejor y más loca amiga que puede existir. —comento riéndose.