Secrets || I. A. || N.C

Quizás haberse ido hubiera sido una mala idea. Aún me replanteaba la idea de dejar toda mi vida atrás para comenzar en busca de otra nueva. Ahora me encontraba admirando el paisaje quieto por la ventanilla del avión mientras que aún seguían entrando pasajeros en él.
Pensaba una y otra vez en aquella dramática despedida que había creado mi madre en tan solo segundos, pero después de toda la vergüenza que me hizo pasar en el aeropuerto, la comprendo. Llevar diecinueve años con su hija y de repente ver cómo se va de viaje para estudiar en una universidad en Londres es algo realmente duro, pero es lo que quiero.
A lo mejor hubiera sido más preferible el haberme quedado y estudiar en alguna universidad cerca de dónde yo vivo, pero siempre, desde pequeña había deseado poder viajar a Londres, y ésta es una oportunidad única.
Siento cómo una chica cierra la pequeña puerta por la que no dejaban de entrar pasajeros y mira hacia nosotros con una cínica sonrisa. El estar sonriendo todo el rato debía ser muy duro, pero aquella chica trasmitía más miedo que dulzura.
Apretó su dedo contra su oído, intentando escuchar algo por el pequeño pinganillo que llevaba y asintió cuándo por fin pudo entender lo que le decían. Agarró un pequeño micrófono que se encontraba a su lado y comenzó a dar las instrucciones para que aquel vuelo estuviera en mejores condiciones.
Giré mi cabeza y comencé a prestarle más atención a todas aquellas nubes que se encontraban en el cielo moviéndose a cámara lenta. Noté cómo la chica que estaba sentada a mi lado se amarraba el cinturón, a sí que, yo también lo hice.
Cada minuto que pasaba hacía que yo me arrepintiera más de haberme subido a aquel avión, pero cerraba mis ojos tranquilizándome. Dar un giro drástico a tu vida no era una de las mejores opciones, pero yo quería hacerlo y ¿Por qué no probar cosas nuevas? 
El avión comienza a moverse haciéndome sentir un leve cosquilleo en mi interior, a lo mejor son nervios, o simplemente algún que otro nuevo sentimiento al verme volar sola sin la compañía de mi madre.
Unas chicas comienzan a caminar por el pasillo agarrando un par de bandejas dónde llevaban algo de comida. Sentí cómo mi estómago rugía en aquel momento, levanté la mano y una chica se acercó a mi.
—¿Qué desea?—Preguntó con un tono amable.
Miré hacia aquella bandeja, había varias chocolatinas, unos zumos y alguna que otra cosa más.
—¿Tiene frutos secos?—La chica asintió y sonreí victoriosa. Amaba comer eso, era cómo si al meterme uno en la boca mi mundo cambiara de repente bueno, exagero un poco.
La chica me da un paquete y lo abro con toda la facilidad del mundo. Mientras tanto enciendo el móvil y coloco los cascos en mis oídos inundándome así en otro mundo. Cierro mis ojos, tal vez así el viaje se me haga más ligero, a pesar de que seguiré pensando en mi madre y en todo lo que habré dejado atrás.

Abro mis ojos al sentir unos leves empujones en mi hombro. Una señora con un gesto no muy familiar se dedica a mirarme con el ceño fruncido. Miro a mi alrededor rezando de no ser la última que queda ahí, pero por mi mala suerte, así es.
—Lo siento—Procuro salir del asiento sin formar mucho jaleo y recojo el pequeño bolso que traía conmigo. A pasos rápidos me dirijo hacia dónde se recogen las maletas, supongo que ese lugar no tiene ningún nombre asignado y así es cómo siempre lo he llamado.
Me coloco frente a una gran cinta que se mueve con una gran lentitud y al minuto, algunas maletas comienzan a aparecer. Veo la mía de lejos y me alzo a cogerla provocando que otras que estaban delante se cayeran al suelo. La recojo y comienzo a disculparme con las personas que me miraban con mala cara, parecía que hoy no era del todo mi día. 
Empiezo a caminar por aquel gran aeropuerto, admirando cada cosa que me rodea por inútil que fuera. Me encantaba Londres, y cada cosa que estuviera ahí era digna de admirar.
A medida que avanzaba podía ver lo diferente que era comparado con el lugar de dónde venía. Me agarré la barriga al oírla rugir, parecía que me había entrado el hambre.
Giré mi vista hasta percibir una pequeña cafetería que se encontraba dentro de aquel lugar. Me dirigí allí y me acabé sentando en una de las pocas mesas que había.
Un chico joven se acercó a mi con una pequeña libreta en su mano, amable, le pedí un bocadillo; estaba realmente hambrienta.
Después de comer y dejar el dinero encima de la mesa me digné a salir de aquel lugar. Estaba algo perdida, no conocía nada de allí, pero ver tantos taxis hacia la derecha me hizo orientarme mejor.
Me senté en uno de ellos.
Un hombre de edad mayor giró para mirarme con una leve, pero cansada, sonrisa.
—¿A dónde la llevo señorita?—Algo perdida, cogí el papel que explicaba todo sobre la universidad a la que iba. Sonreí al leer el nombre.
—A Cambridge, por favor—Añadí.
El hombre asintió y comenzó a conducir. Parecía amable en comparación a lo que mi madre había dicho que eran los Ingleses, pero seguro que la depresión que le entró al verme irme de su lado, la hizo decir cosas que no eran del todo razonables.
Me dedico a mirar el paisaje que corre a gran velocidad por la ventana. No me sorprendo al ver lo bonito que es aquel país, era algo que ya me imaginaba.
Corro mi vista hacia mi bolso cuándo percibí un pequeño sonido sonar. Era mi móvil.
Lo cojo y abro la bandeja para leer el mensaje que Anne, mi mejor amiga, me había mandado.

"No puedo creer que te vayas, te echaré tanto de menos."

Sonrió algo triste al leerlo. Es algo duro saber que dejarás muchas cosas atrás, pero éste es mi sueño y por fin puedo vivirlo.
Me pongo nerviosa al notar que aquel coche para en frente de un gran edificio. Desde la ventana me dedico a admirarlo boquiabierta. Es mejor que en las fotos.
Le doy lo que le debo a aquel hombre y le agradezco el haberme traído a aquí, pero, aún sigo absorta mirando a aquel edificio.
Entro por una gran puerta dónde, en su parte superior, agarra unas enormes letras que indican el nombre de aquella universidad. Sonreí ampliamente al ver que ya me encontraba dentro.
Había un gran patio que lo rodeaba. Miles de estudiantes estaban al aire libre haciendo lo que más le gustaban, cómo quería empezar ya y poder coger un libro y leerlo bajo un árbol.
Después de atravesar aquel gran patio, me dirigí hacia la puerta que daba la entrada a aquella universidad. Mis piernas comenzaban a temblar, y no sabía el por qué. A medida que me adentraba recibía más miradas por parte de todos los estudiantes ¿Tan raro era ver a una nueva? Por las caras que llevaban, parecía que si.
Agarré la pequeña hoja de papel dónde había apuntado el número de mi habitación, «148».
Comencé a caminar despacio por los pasillos, mirando cada número que se encontraba marcado en cada puerta. Me estresada un poco, pero por fin encontré aquella puerta.
Giré el pomo abriendo aquella puerta lentamente. Deseaba no tener que compartir aquel cuarto, sería cómo un sueño; pero aquel sueño se desplomó al ver a una chica mirándome fijamente.

Canción preferida: Bf, dificil..pero me encanta Nobody Compares de One Direction.
Frase preferida: "Si tiene que ser, será".