psychopaths and obssessive.

CAPÍTULO 006

Carter Evans {Malik.
Si tú estás rota, yo estoy roto.

ZaynGirl.



Las manecillas del reloj moviéndose eran el único ruido en la habitación. Sentada en el sofá individual de la sala de estar de su casa, se encontraba Carter. Su mirada estaba perdida en la blanca pared, mientras los pensamientos llenaban su mente.
 
Sangre. Cadáver. Asesino. Zayn. Ojos. Locura. Esas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.
 
Zayn había asesinado a una persona frente a sus ojos. Le había quitado la vida a un pobre hombre, acuchillándolo hasta morir. La escena del sótano se proyectaba cuál película de terror frente a sus ojos, y cada vez le resultaba más aterrador. Le era imposible poder admitir que aquella persona que conocía desde hacía años y con la que había compartido los mejores momentos de su vida, fuera capaz de matar a alguien. Simplemente… no le cabía en la cabeza.
Zayn era la persona más dulce, tierna, atenta, bondadosa y amable sobre la faz de la tierra. Prefería enfermarse de gripa por prestarle su chaqueta a quien tuviera frío a mitad de una lluvia torrencial a -50 grados, antes que hacerle daño a una arañita. Trabajaba horas y horas en el taller mecánico para poder pagar el tratamiento de su hermanita, y aun así buscaba la forma de donar parte de su ganancia a toda fundación de caridad que pudiera encontrar. No importaba si eran las cinco de la mañana, él estaría a tu lado para escuchar tus problemas y darte los mejores concejos jamás dados por psicólogos profesionales graduados de Harvard. Era… él simplemente era de todo, menos un asesino.
 
Pero los ojos que la habían mirado justo después de matar a aquel pobre hombre decían todo lo contrario; indicaban locura, gozo, diversión, placer. A Carter le habían recordado a un psicópata amante de la sangre.
 
Un escalofrío recorrió su cuerpo entero, y abrazó sus piernas, que estaban recostadas contra su pecho.
 
Del otro lado de la habitación, se encontraba Zayn, mirándola. Sus dientes jugueteando nerviosamente con los pellejitos de sus dedos mientras examinaba la situación de manera minuciosa.
Normalmente, quien lo descubría a mitad de sus "asuntos" terminaba muerto y tirado en los basureros de la ciudad vecina, pero él no podría matar a Carter. Zayn sabía que perder a Chess sería la muerte de él mismo, y ni pensar en cómo serían las cosas si él fuera quien la matara. Ahí sí que sería un monstruo.
Era obvio que no cumpliría su amenaza; podía ser valiente, pero no tanto como para quitarte la vida a quien más amaba.
 
Le angustiaba pensar en que sucedería después. Chess ya sabía lo que era… algo así. Lo había visto descuartizar a ese odioso farmacéutico, y la expresión en su rostro le había demostrado el mismísimo horror. Zayn no quería perder a Chess. Carter no quería dejar a Zayn.
Era mejor que comenzaran a hablar o las cosas podían terminar mal.
 
–Chess.
 
El nombre sonó lejano a oídos de la chica castaña. Ajeno. Movió las pupilas en señal de que lo había escuchado.
 
Zayn se regañó mentalmente. Chess le había dicho que no la volviera a llamar así.
 
–Carter.
 
Un sonido, parecido a un ronroneo, se escapó de la garganta de ella.
Zayn suspiró.
 
–Tienes miedo.
 
A Zayn le sorprendió que Carter alzara la mirada directamente hacia sus ojos. Fue rápido y brusco, como si hubiera dicho algo que la había ofendido. Decidió intentar otra vez.
 
–Me tienes miedo.
 
–No tengo miedo.
 
–Tus ojos. Puedo ver el miedo tras de ellos.
 
Chess se removió incómoda, pudo advertir Zayn.
 
–No tengo miedo.
 
Carter repitió la frase, robóticamente, sonando como si la hubiera ensayado en todos sus años de vida.
 
–Deberías tenerlo. El miedo nos hace humanos. Nos hace quienes somos.
 
Carter volvió a bajar la cabeza, su salvaje cabello cayendo en toda la cara, y soltó una risita burlona.
 
–Por más miedo que pudieras tener, no eres humano –alzó la vista nuevamente, con los ojos rojos y los párpados oscuros debido a las ojeras–. Mataste a ese hombre, solo Dios sabrá a cuántos más. Un humano no mata a otras personas. Tú eres un monstruo –las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, y Zayn captó el dolor que se ocultaba tras sus duras palabras.
 
–Chess… –el pelinegro se puso de pie, con intenciones de acercarse a su –aún creía– novia.
 
Carter se encogió en el sofá, tratando de alejarse lo mayor posible.
 
–No te acerques, Zayn.
 
El mencionado cerró los ojos con frustración y apretó los puños con fuerza. Quería ir a abrazarla, explicarle todo. Odiaba que su chica tuviera miedo de él y que se encontrara en ese estado tan… roto. Le recordaba a cuándo eran un par de adolescentes y él le brindaba consuelo con sus problemas. A cuándo ella quería hacerse daño y él estaba allí, limpiando sus lágrimas, diciendo que todo estaría bien, que él la sacaría de eso. Y en parte había cumplido, pero también era el causante de tenerla llorando de nuevo. Lo odiaba. Se odiaba.
 
En vez de dejar salir a “Zach”, como solía hacer en ese tipo de casos, optó por tratar de calmarse y buscar una solución. Quizá en vez de forzarla a quedarse podría hacer que ella quisiera seguir a su lado. Tal vez enseñándole un poco de lo suyo y explicándole el por qué hacía lo que hacía, ella entendería. Y se le ocurrió la mejor idea de todas.
 
–¿Qué te parecería ir a ver a Andy y a Violet?
 
Carter, con el ceño fruncido, lo miró.
 
–Si, por supuesto. En las circunstancias actuales, es una maravillosa idea, ¡un espléndido plan!
 

A Zayn le dieron ganas de reír por el sarcasmo utilizado. Al menos su chica seguía siendo la misma.