cancelado.

Prólogo: Obama is a badass. Ah, debo decir que el prologo me gusto mucho(?) El secreto de los adolescentes ya no esta a salvo.  ( Y hablo de el secreto de leer celulares bajo la mesa) ah.
Me ha encantado eso.
Gen: Ahora vamos a la pequeña Agnes. Y antes de poner un mensaje dire ¿de donde sacaste ese gif? no se porque pero me lo quede viendo. Y fue una perfecta ocasión para usarlo.  Y en sí me gusta la actitud de Ags, es como muy de "adolescente contra el mundo" PERO NO ME LO DEJAS ALLÍ. NO PUEDES. ES ILEGAL. QUE MAS. Ah? ¿AH? Bueno eso es todo lo que tengo que decir por ahora.
Alice: Siendote honesta tu cap es el que me llego. Ese el que logra impactarte en un punto donde no sabes que hacer y es wow. No se porque pero pude sentir a Sergey en un nivel muy bueno por su actitud y del porque de esta.
Pero tengo un pro y un contra un pro por la relación que desencadeno Dafne, me pareció hasta cierto punto tan descabellada y surrealista que me gusto y me cautivo. Y el contra es que me gusto tanto que quise que sigas escribiendo. Realmente has logrado hacer que mi yo interior se agite.

Capítulo tres.

¿Acaso es la empatía un don? Pues a mí, cuando la empatía no requiere mi esfuerzo, me parece que la intriga puede ser más mágica e interesante. El esfuerzo y la demostración de cariño por la importancia que se le da al sentimiento del prójimo, del ser querido. Yo pensé que estaba comenzando a ser buena persona, cosa que deseé cada cumpleaños de mi niñez al soplar las velas, cosa con la que soñé todas las noches por años… Pero no. No era algo de lo que debía alegrarme. Siempre me llamó la atención que la gente quisiese tanto llamar la atención, destacar, ser especiales. Yo era de esas personas que simplemente querían ser normales toda su vida. Lo irónico es que de todas las personas en el mundo que amarían ser especiales, tener “poderes”, tener un don, me tocó a mí padecer esto. 
A partir de esto, mi yo de doce años comprendió muchas cosas. No sé si lamento decir que a partir de ese momento, ese momento en el que me di cuenta que la vida me había entregado una ironía perfecta, dejé de creer en el Dios que nos ama y protege. Siempre creí en él por costumbre; si mi familia era católica, pues también yo. Pero mi mente pudo pensar por sí sola, y la furia que sentía con este “don”, con el mundo, con la vida, conmigo, era increíble. Ahí me hice independiente.   
Mi vida es aburrida ahora, bah, siempre lo fue, sólo que ahora estoy sola y eso hace que todo sea más “oscuro”. Vivo en un departamento, un mono ambiente, en el centro de la ciudad. Mi rutina es simple: despertarme, ducharme, almorzar, ir a la Universidad, estudiar, trabajar, cenar y dormir. Claro, en su mayoría todo eso está acompañado de música. ¿Cómo no? La música es infaltable. 


Despierto lentamente y observo somnolienta a mi alrededor. Como siempre, las paredes grises a mi izquierda tienen rayos de luces urbanas como dibujo (el cual es muy hermoso, por cierto; lo denomino mi arte preferido del día). Ah, la noche está cálida pero a la vez fresca. Perfecta. El aire me da ganas de quedarme en casa tomando un café y leyendo algún libro de psicología. Me dirijo hacia la cocina y me preparo un tazón de leche con cereales como todas las noches a las 8:30 p.m. luego de dormir una larga siesta, pues es sano, delicioso y tiene las vitaminas suficientes; una cucharada en mi boca y ya quiero vivir comiendo dicho plato. Voy al baño y tomo una ducha refrescante para despabilarme y que las ganas de vivir entren en mi cuerpo, acción que últimamente se hace bastante difícil. Salgo de la ducha con una toalla cubriendo todo mi cuerpo desde el pecho a las rodillas y con otra cubriendo mi cabello para así secarlo con más rapidez y que las gotas de agua no mojen el suelo. Me seco ligeramente y abro mi closet para elegir mi vestimenta del día de hoy: obviamente ropa interior, negra para ser más específicos, una remera fina y suelta de un color verde esperanza, un pantalón Oxford y unas zapatillas negras, sencillas. Simple. 
Mi pelo está apenas húmedo por lo cual decido dirigirme a mi trabajo. Éste no es muy interesante, pero asisto para ganarme la vida mientras voy a la Universidad. Soy mesera en un restaurant muy importante llamado “Twist & Shout”, es agradable a veces pasar el rato con buenos CD’s de vinilo de fondo. Llego al lugar caminando, mis piernas son mi único modo de transporte y mi preferido. Caminar es hermoso. Ni bien atravieso la puerta, saludo con la mano a mis compañeros de trabajo y Kathryn, la joven que puedo considerar mi amiga que en estos horarios es cajera, me lanza el delantal correspondiente. Le sonrío, me coloco mi uniforme, tomo una pequeña libreta (la cual tiene un lápiz sobre ella) y camino hacia una mesa donde hay tres muchachos sentados para empezar con mi trabajo.  
Analizo a mis clientes mientras ríen de algo comentado por alguno de ellos. Son uno más atractivo que otro. Un joven es rubio de ojos negros y lindas facciones, otro de cabello teñido de colores y ojos verdes y finalmente, el tercer muchacho tiene un pelo negro azabache, ojos celestes hermosos y una cara prácticamente perfecta. Al mirar los ojos del último, siento como si todo fuese mentira, como si estuviese actuando y mis actitudes fuesen reprimidas. Estoy a punto de estallar. 
—Qué tal—intento sonreír y ser lo más convincente posible—. ¿Ya saben lo que desean ordenar? 
—Sí, eh, dos pizzas especiales, por favor—dice de manera coqueta el chico de ojos celestes—. Oh, y tres cervezas. 
Asiento y me dirijo a la cocina con la orden anotada en la libreta. Me acerco a los cocineros y pego el pequeño papel en una pizarra. Observo el reloj: 9:15 p.m. Y todo se pasa lento, como siempre. Lo único que espero es que los próximos quince minutos se pasen rápido y no tener muchos clientes así puedo ver mi película preferida que pasarán esta noche: Forrest Gump. No tengo muchos lugares para alquilar películas cerca de mi departamento, por lo cual aprovecho cuando en televisión están. 
La orden está lista. Tomo la bandeja y voy a la mesa de los chicos, dejando los platos y las cervezas en ésta. Sonríen satisfechos observando y oliendo la comida y me marcho. No es una noche movida, por suerte, ya que es día de semana. La película está empezando, la puedo ver en paz ya que mi compañero atiende a los únicos clientes sin ordenar del lugar antes que yo. Siempre que la veo vuelvo a comprender por qué es de mis películas preferidas, es simplemente inigualable y grandiosa. La historia me conmueve tanto que ni siquiera puedo llorar del shock que me provoca. “Tonto es el que hace tonterías”, ¿mejor definido? 
Estoy viendo todo tranquilamente hasta que se oye un fuerte estruendo proveniente de la cocina, como si todas las sartenes y los platos se hayan hecho añicos en el suelo. También se sienten gritos. Agudizo mi oído, los gritos son de Kathryn; jamás la oí tan desesperada, ya que estoy hablando de la persona más tranquila que puedo conocer. Frunzo el ceño y decido adentrarme allí o al menos observar desde el pequeño vidrio rectangular que hay en la parte superior central de la puerta. Puedo ver que, como supuse, hay pedazos de platos por el suelo. Entro con sigilo al lugar y veo que los cocineros están ausentes, la única presente es Kath. 
—Señorita Daemon, hemos venido a hacer pruebas de salud a los empleados, supongo que debe conocer los motivos—me observa levantando una ceja, asiento—. Genial. 
Mi amiga me mira como si estuviese loca. Miro sus ojos y comienzo a sentir su desesperación extrema, tanta desesperación que se me oprime el pecho y me dan ganas de llorar e irme volando sin necesidad de tener alas. Desconfianza. 
Nos indican que caminemos detrás de ellos, siguiéndolos. Los dos científicos tienen batas blancas y sus rostros son excéntricos. No vamos por la puerta trasera, sino que atravesamos el restaurante delante de todas las personas sentadas en las mesas, comiendo. Nos miran extrañados. Sólo presto atención a los ojos azules que tienen miedo, un miedo que veo incoherente, pero aun así me abraza y tiene los brazos fríos. Comienzo a sudar del miedo y así me dan ganas de llorar por la manera en la que reprimo mis ganas de gritar e irme. 


Las paredes son de un color blanco que me deja ciega. Estoy sola con los dos hombres, pues a Kathryn la separaron de mí ni bien llegamos. Puedo verla marchándose con una sonrisa que me entrega a lo lejos, como diciéndome que todo está bien. Yo no lo creo así. Me toman del brazo y me llevan a una habitación, caminando por un pasillo que parece que no tiene fin. Me comienzo a agitar, pues el aire es caliente, todo es blanco y mis ojos están cansados de tanto color intenso. Mi corazón se está cansando de latir tan fuerte, se está cansando de latir, no sabe qué hacer. Tampoco yo. La mano fuerte y grande de aquel hombre me arrastra pero para mí me está arrancando el brazo, al cual dejo de sentir. Dejo de sentirme a mí misma, no siento ni siquiera mi cerebro. Lo único que sé que está es la exasperación. Me comienzo a marear. 
Nos adentramos en una habitación cuadrada, tan o más blanca que las paredes de los pasillos. Siento que sólo hay menos aire ya que la habitación es más pequeña. El eco de la voz de uno de los hombres se hizo presente, “acuéstate” sólo se escucha. No, aléjense. Suéltenme. Me siento una psicótica. Cierro mis ojos mientras me recuesto pero todo está dando vueltas, como si me estuviese yendo. Ahora sudo de nervios, miedo, horror, desesperación y calor. Aquí no hay oxígeno, directamente, estoy muriendo en una hoguera. Todo quema, el fuego se hace presente en mi piel y debajo de ella, algo me está carcomiendo la piel. Cuando logro abrir los ojos, me encuentro con otro par y me está mirando de manera siniestra, cínica, inhumana. 
Ahora me siento un monstruo. Comienzo a sentir odio, asco… tal vez ni siquiera siento. ¿Qué hay detrás de esos ojos? ¿Hay algo? No lo sé. Si hay algo, es hueso, un hueso formado de asco. Un sentimiento desagradable me está acuchillando, siento que me mata. Oh, sí, me está apuñalando por la espalda y por el pecho. Estoy desangrando, y la sangre es… ¿qué es? Esperen, ¿es sangre o sudor? ¿Es agua o fuego? ¿Es vida o muerte? ¿Es o no es? Ya no entiendo nada. Mi conocimiento no existe en mí ahora, se esfumó junto con el oxígeno desde que entré a este cuarto. 
Un fino metal se siente en mi brazo, algo frío y a la vez caliente. Algo líquido comienza a recorrerme la piel y casi me obliga a morir… pero no, sólo me obliga a dormir. Mi cuerpo se ablanda, ya no está tenso, pero no por voluntad propia. Estoy drogada. 
—¿Me harán daño acaso?—murmuro, susurro o intento formular. 
Lo último que logro divisar es esa sonrisa repugnante y turbia, acompañada de una risa frívola. El hombre niega con la cabeza y yo ya estoy confortablemente adormecida. Vuelo en un mundo repleto de flores coloridas, es primavera. El cielo está azul y no hay nubes, el césped es muy verde y hermoso. Las flores llaman mi atención, pero ¿son flores o son sólo farsantes? Lo único que ahora se ve verdadero es lo menos verdadero que vi en el día, semana, mes, año y hasta vida: los ojos azules. 

ble:

Capítulo Cuatro.

Querido diario. Bueno creo que se empieza así, es la frase que al menos siempre he oído en las películas, así que supongo que estará bien comenzar así. Igual lo hago de otra manera
Querido desconocido de papel:
Mi nombre es Carmen Pheobe Nelson, tengo dieciocho años y mi psicólogo me obliga a escribir este diario. Según él debo describir quien soy, todo lo que siento y me rodea. Sigo. Soy Carmen, hija única y mis padres don Ethan y Eve. Si ahora mismo te estás preguntando por que voy al psicólogo y si es por que estoy loca o que me pasa. Soy bastante tímida pero para mi suerte ese no es el problema por el cual voy, es más complejo, es por que no hablo. No, no es que no hable con ellos y quieran comprenderme sino que es más bien como si me hubiera cortado la lengua. Obviamente no es que me levantara un día y dejara de hablar, bueno más o menos, no hablo para dejar de poner a la gente en peligro...

La punta del lápiz se rompe sobre el papel, mierda pienso pero no lo pronuncio. Cierro el cuaderno negro y lo dejo sobre la mesa para sentarme en el borde de la ventana, son las seis de la mañana y ya ha amanecido. Se respira una tremenda paz en el ambiente, los colores juegan en el cielo como si se tratara de la paleta de un pintor. Mañanas como estas son las que consiguen hacerme sonreír, aun que sea poco.

Un ruido procedente de abajo hace que mis ojos se abran y me acerque más a la ventana, mi madre ya se ha marchado y mi padre no volvería hasta dentro de media hora. Estoy sola. Rápidamente compruebo todas las puertas y ventanas de las casas dejándolas cerradas. Grito, un largo instante lo hago y después dejo que el silencio me rodeé de nuevo, así compruebo si alguien me ha oído pero aparentemente la contestación es negativa. Busco entre los discos  y dvds de mis padres y por fin lo encuentro, lo pongo en la televisión y rebovino hasta la escena que quiero. Era yo a los apenas diez años cantando somewhere over the rainbow   en la función del colegio. Las lágrimas recorren mi rostro y canto conmigo misma;

— And the dreams that you dare to dream, really do come true —parada recuerdo en mi mente mientras mi sonrisa inocente sale— Someday I'll wish upon a star, and wake up where the clouds are far. Behind me.

Vuelvo a sentir aquél instante, el recuerdo de cuando las palabras me salían con notas musicales y mi voz no tenía censura. Recuerdo la gran felicidad que me solía inundar compartir mi canto con las personas, recuerdo la felicidad que me aportaba. Me tumbo en la alfombra mientras sigue la función y me tapo la cara con las manos intentando calmar mi llanto, pienso en el lago y poco a poco mi respiración vuelve a ser normal. Me deshago del vídeo colocándolo en su lugar correspondiente y abro algunas de las ventanas para dejar la brisa mañanera correr.
Me preparo algo de café y un par de galletas para desayunar.

Mi padre no tarda ni diez minutos en llegar, al entrar me pregunta: ¿Como estás? —a lo que yo cojo mi pizarra y le respondo por escrito— Bien.


Las calles no están demasiado llenas pese a ser ya las diez de la mañana, la mayoría de la gente va a trabajar o hacer recados, mi rumbo sin embargo es entretenerme un tanto.

Voy tan distraída que ni siquiera siento como me golpean y se me caen las cosas hasta después de un rato cuando el dolor se posa en mi hombro y veo agachado a un chico, es bastante joven de mi edad o puede que incluso un año más. No veo sus ojos bien por lo que no puedo saber su color, tiene el pelo bastante largo para ser un chico por lo que primero que pasa por mi mente es si es heavy pero  por su vestimenta no acaba de concordar, viste una chupa de cuero, camiseta con algún tipo de logo y unos vaqueros desgastados. Parece el típico chico malo de las películas de adolescentes, ese rebelde que atrae a las chicas pero que en la vida real tan solo durarían un instante hasta descubrir como son realmente. Él me entrega mis cosas, casi esperando un agradecimiento, abro mi boca pero después se lo arrebato de las manos para seguir corriendo. No me hace falta girarme para saber que se habrá quedado anonadado con mi reacción pero no me importa.

Supermercados luxurycheep el nombre es ridículo pero tienen un zumo de manzana que es mi pasión. Cojo mi amado líquido embotellado y me dirijo a la caja, solo hay una abierta y la cola es bastante extensa. Suspiro e intento tener la mayor paciencia posible.

— ¿Viste ayer el comunicado de Obama? —le pregunta una mujer pelirroja a otra, esta le responde— Si lo vi.
— ¿Que te pareció lo que dice? Yo creo que está bien, a mi no me gusta que mi pobre Robert deba compartir clase con esa gente rara, además puede que sea contagioso. —dice la mujer muy segura con su respuesta. Un sudor frío se asoma por mi frente.

Las puertas se paran, una persona vestida de negro se pone en la puerta y otra va al megáfono para decir unas palabras.

— Pedimos por favor que no se asusten ni intenten nada violento, es solo un tipo de prueba que no les provocará ningún tipo de daño solo es por asegurarnos...

No logro escuchar nada más, empiezo a retroceder por el pasillo. Parece que no llegué el final y yo solo quiero salir, por lo que empiezo a correr. Grave error. Unos brazos gruesos me agarran por detrás, seguramente el tipo mida casi los dos metros por que en comparación parezco una cría de doce inocente que no se puede defender. Ni las patadas, pataletas y puñetazos consiguen nada él va bien tranquilo cargando conmigo me sienta en una furgoneta y siento como algo se clava en la parte posterior de mi nuca, es segundos quedo KO.


Es irónico eso de que no iban a hacer ningún tipo de daño, eran mentiras para todos pero solo saldrían indemnes los normales, por así decirlo. No se que tipo de tortura me están sometiendo pero me mata, quiero gritar, quiero hacerlo con todas mis fuerzas pero el miedo me lo impide. Me siento como una rata  y este fuera el laboratorio de dexter, que intenta jugar conmigo como una cobaya humana. Mis ojos no pueden soportar demasiado el peso que hay sobre ellos pero por todo el pánico que mi interior posee intento estar despierta.

Un rostro aparece con unos juguetes extraños, es peor que cualquier película futurista  o de ciencia ficción ya que más bien parece una película macabra del estilo de saw. Su sonrisa divertida es en cierta forma siniestra, divertida y aterradora, cuando los ojos del científico o el hombre se posan sobre mi cuerpo un escalofrío lo recorre.

— ¿Por que no hablas pequeña, acaso te ha comido la lengua el gato? —me pregunta junto a una risa al final de la frase.

La lucha es inútil, los ojos se cierran pero siento su presencia. Ojalá todo acabara en esta mesa de laboratorio, pero mi plegaria es inútil, lo se.

HEEEEEEEEEEE: