El Impertinente Acorralado.

No sé de dónde vengo, ni a dónde tengo que ir, más de algo estoy seguro, y es que no pertenezco aquí. Éstas paredes me aprisionan, no como las que me rodean en mi lugar ideal, y las personas que aquí rondan no son más que carne sin razones para existir en sus corazones. La desesperación predomina en mí, y me desvanezco en la locura hacia la espera de un milagro que me saque de una vez.

No tengo a donde ir, ni quién para salvarme. Pero tengo algo que se niega a aceptar la monotonía de éste lugar, bajo regímenes que hacen dudar hasta a los creadores de su utilidad. Aquí, es donde vengo al mismo asiento cada día, mirando hacia la misma ventana durante horas consecutivas, admirando la libertad de los seres que han logrado escapar. Cada cierto tiempo reúno la fuerza suficiente para mirar al frente, y pienso, que jamás le haría eso a un ser del que yo mantenga cuidado.

¡Y cómo no! ¡Bajo ideales de personas tan crédulas e ignorantes como un crío recién nacido! Intimidando para ocultar su estupidez, y evitar de ésta forma conseguir preguntas que no saben responder. ¡Tu título, asqueroso hombre, no es más que un pedazo de papel! ¿De qué les sirve haber entregado horas, mirando hacia el infierno, como yo evito hacer? No veo más que ignorantes que perdieron la cabeza y se entregaron a la cotidianidad.