Moulin Rouge {AUDICIONES A.}

El ambiente del lugar se tornaba oscuro con cada paso que daba. Mis ojos ardían por la poca luz del lugar y me sentía vigilada y perseguida. Pero cuando me daba vuelta, nadie se encontraba detrás mio. Los bellos de mi nuca se erizaron y sabía exactamente que una respiración se encontraba allí. Alguien, realmente estaba detrás mio.
— ¿Quien eres?—Suspire con dificultad. — ¿Que quieres de mi?
—Quiero tus poderes.—Corrió el cabello de mi nuca y se acerco. —Te quiero a ti.

Y fue ahí cuando desperté. Mi frente estaba mojada con gotas de calor y mis manos temblaban, como si estuviéramos a treinta grados bajo cero. Pero la verdad era que estábamos a mitad de verano, y el calor era impresionante. Cuando una de las manos dejo de temblar, la pasé suavemente por la la frente llena de pequeñas gotas. ¿Por que nunca lograba poder ver a la cosa que me hablaba? Ni me pregunten, ni yo lo sabía. La cabeza me retumbaba, pero si no me levantaba ahora, no lo haría nunca.
Mis pies descalzaos y fríos tocaron el suelo caliente y se encaminaron, junto al resto de mi cuerpo, al baño. No me mire ni siquiera al espejo, solo prendí la ducha y me adentré a ella. El agua tibia hizo que mi cuerpo retomara su temperatura y que mi dolor de cabeza cesara. Lave mi cabello rápidamente, luego de haber visto el horario apretando la pantalla de mi celular, tenía que apresurarme si no quería llegar tarde a la escuela. Más cuando los Six Rivers me esperarían afuera de casa para llevarme al colegio.
Luego de haberme secado bien cada parte de mi cuerpo, traté de vestirme lo más rápido posible y guarde cada libro necesario para mis clases. Aunque perteneciera a una pandilla, no significa que perdería todos mis estudios y que no iría a la universidad. Pero una vez que entras a los Six Rivers. No puedes salir.
Mi pandilla estaba formada por hombres y mujeres, pero la creadora de todo esto era nada más y nada menos que la directora del instituto: Lady Montrose. Como sabía cada uno de la banda, menos los de la pandilla Rilers. Eran nuestro rival, no podíamos dejar que descubrieran a nuestro líder. ¿Como nos identificamos? Los Riles utilizan una gorra con su nombre en negro y nosotros preferimos algo más latino, tal como en uno de mis libros favoritos "Química Perfecta". El pañuelo rojo y negro que llevábamos en la cabeza o en el brazo significaba nuestra unión, como familia u hermandad. Los de la zona norte utilizaban gorra por que decían que podían comprar más que un simple pañuelo. Nosotros, bueno era lo máximo que nos alcanzaba el dinero.
—América ¿Te llevo?—Mi ex novio Dylan, estaba acomodándose mejor en su moto.
—Esta bien. —Era mi ex, pero seguía siendo miembro de la banda. Y una de nuestras promesas es siempre ayudar a la familia.
Me senté lentamente para pasar mis manos hacía su torso. Cuando me acerque próximamente a el, mi mente viajo más allá de todo.
—Dylan, será mejor que vallas despacio. Hubo un accidente y no queremos que pase a mayores.—Dije mientras despegaba mis manos de su pecho.
Les parecerá raro, pero no soy normal. Si ya se, los de la banda estamos totalmente y mentalmente desorientados. Pero yo soy aun más diferente de lo que piensan. Puedo tocarte o mirarte a los ojos y saber exactamente de que forma, cuando y quien los matará. Nací así y moriré así.
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Cuando llegue al instituto, puedo divisar varias muertes. Próximas, ahora mismo y lejanas. Me dirigí a mi casillero para llegar pronto a el salón y relajarme un poco. Tomé los libros de Química y camine con paso rápido hacia el aula que quedaba a unas diez puertas de donde me encontraba ahora. El sonido de mis pasos no eran escuchados, gracias al gran bullicio que creaban los demás.
Cuando por fin llegue al lugar que necesitaba para estar en paz, me senté y puse la cabeza entre mis manos. Pero mi paz no duró mucho.
La puerta de entrada se abrió, dejando entrar a un muchacho pálido y con cara fría. Sus ojos eran verdes/amarillos y la verdad que no lo había visto nunca. No contenía bandana u gorra. Si que era nuevo. No estaba en ninguna de las dos pandillas.
Cuando se sentó en la mesa, a mi lado, lo observe. Se debe haber dado cuenta, por que dio vuelta la cabeza y me miro con sus profundos ojos de color raro. Mierda. No había visto su muerte, me concentre en hacerlo. Pero no pude. Cada vez que lo intentaba, salía expulsada como si fuera empujada.
Una sonrisa burlona se avecino, y esa fue la gota que derramó el baso.
Tenía un secreto y debía averiguarlo.

Capítulo 001

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