My Dear Love

01 capítulo

Katy Sheïrbrâtok

Observo como el coche se va aproximando cada vez más a mi futuro hogar, ese sitio donde voy a vivir mis primeras experiencias y donde comenzará la vida de verdad. Me dirijo a la universidad donde deberé enfrontarme a nuevos problemas y donde seguramente aprenderé a seguir adelante.

–¿Seguro que estás bien, cielo?-Me pregunta mi abuela sin quitar la vista de la carretera. Noto un deje de preocupación en su voz pero aún así me mentalizo de que no puedo entristecerme porque se que si lo hago no me bajaré jamás de este coche.–Sabes que no te queremos presionar para que vayas allí.–Tranquila, abu.–Respondo soltando un pequeño temblor en las palabras.–Estoy bien. Aparte, las clases comienzan mañana y ya me he atrasado bastante.
–Aún así, tu abuela y yo queremos hacerte saber que no va a pasar nada malo si no estás segura.–Insiste mi abuelo que, como siempre hacía cuando estaba preocupado, coloca una de sus arrugadas manos en mi rodilla y me mira con cautela.
–Enserio, estoy cien por cien segura de que quiero ir.

Dejan de insistirme y doy por hecho que mi cabezonería les ha hecho darse por vencidos. Al mismo tiempo, se me ocurre que ellos pueden haber notado mis pocas ganas de continuar esa conversación y por eso se han callado.
El coche sigue andando por otra larga hora y mis dudas florecen de nuevo. Insegura e intentando apartar las preguntas de mi mente decido mirar por la ventana y dejarme llevar por el paisaje frío a la par que silencioso de la ciudad de Oxford. Respiro e inspiro varias veces y, antes de darme cuenta, siento como el coche se detiene y me doy cuenta de que ya hemos llegado.
Salimos del coche y saco mis dos grandes maletas evitando que mis abuelos hagan demasiados esfuerzos y me cuelgo una mochila marrón redondeada en el hombro izquierdo.
Desvío mi mirada de los es mentados ancianos y coloco un mechón despeinado tras mi oreja derecha.

–¿Sabes lo que nos está costando no cogerte y hacerte niña de nuevo?–Dice mi abuelo sonriéndome apenado mientras me coge de la mano derecha. Río ligeramente, siempre observando el suelo.–En serio, no sabes lo que me está costando dejarte ir. Eres mi pequeña ratita.
–No hagas caso a este anciano, está mayor y no sabe lo que dice.–Empiezo a reír, sin darme cuenta de que pequeñas lágrimas comienzan a brotar. Mi abuela comienza a secármelas con un pañuelo y me sonríe comprensiva.–Cielo, no voy ha decirte nada que no sepas. Es tu vida y son tus decisiones, lo único que te pido es que la disfrutes y siempre escojas la dirección correcta.
–¿Y como sabré cual es si no os tendré para decírmelo?–Digo con la voz rota.
–O, cielo. Lo sabrás si escuchas a tu corazón.

Asiento y les abrazo, dándome por satisfecha al terminar la despedida y oír los consejos y los comentarios extraños de mi abuelo y espero a que entren al coche. Muevo la mano como despedida, viendo como el coche volvía a ponerse en movimiento y se iba por la carretera. Suspiro y doy media vuelta, viendo la gran puerta de estilo gótico del Ruskin School University. Suspiro y entro al recinto.

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Mi habitación es bastante grande y espaciosa. Las paredes son de color pantano–si, de ese color que no se sabe si es azul o verde– y el techo era blanco, como la moqueta que cubría el suelo. La cama está en el centro de la habitación, pegada a la habitación y está hecha de madera simple y decorada con unas sábanas del mismo color de la pared y con el forro fucsia. La cómoda es del mismo material que la cama y la mesa de noche igual. El cuarto está lleno de pequeñas ventanas con el marco fucsia y hay un escritorio y una silla. Me parece simple, pero suficiente al saber que solo la utilizaré para dormir o trabajar.
Tras dos horas de estar ordenando y ver que todo está guardado, decido salir a la calle para ver la zona. Antes de salir, observo lo que lluevo puesto–un jersey largo de color rosa con la palabra pink, una faldilla con vuelo con dibujos florares en tono pastel y unas zapatillas deportivas de la firma Timeless Freddie del mismo tono que el jersey-y, viendo que me agrada, me cuelgo el bolso estilo satchel y salgo del lugar.

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Aire. Eso es todo lo que estoy sintiendo al salir a la calle sin abrigo. Puedo ver como algunos transeúntes van paseándose en bicicleta y como pequeños negocios empiezan a cerrar pues son más de las cinco. Miro la carretera por ambos lados antes de cruzar.
O intentarlo.

–lo siento mucho, no te he visto.–Dice un chico. Su voz me suena, pero al no reconocerla del todo decido obviar el pensamiento.
–Tranquilo, yo tampoco me he fijado.–Contesto honesta. El chico me coge de la mano y me ayuda al levantarme pero, al alzar la vista hacía él, me obligo a apartarme recelosa.
–¿Katy?