Secuestrando a la novia | N.C | RESULTADO.

Hoy cumplo los quince años, ¡genial! ¿no? Pues no. Sabéis esa fiesta tan especial que se les hace a las adolescente que cumplen 15 años, si la fiesta de quinceañeras, pues mi madre está empeñada en hacerla. He intentado por todos los medios disuadirla para que no la celebre tan como ella quien pero es imposible, ¡con esa mujer no se puede! Mi madre ya ha elegido el vestido que tendré que ponerme, los tacones y todos los accesorios... ¡Ah! No olvidemos los complementos y el excesivo maquillaje. La verdad no me importa arreglarme, es más, me gusta. Pero cuando tu madre es quien organiza lo de arreglarte nada bueno puede salir.
Ahora estoy saliendo de mi casa y la primera imagen que veo es el precioso mar que tengo enfrente, apreté aun más mi tabla de surf a mi y salgo corriendo hacia el mar. Mis pies ya hacen contacto con el agua y un leve cosquilleo de la sensación de felicidad recorre toda mi columna vertebral. Me tiro encima de la tabla y empiezo a mover mis brazos hiendo un poco más adentro. Me hundo con la tabla y al salir estoy encima de una ola, hago un par de giros y cuando estoy a punto de hacer un tubo ¡plaf! un enorme dolor invade todo mi cuerpo y mi cabeza, desesperadamente llevo mis manos a la cabeza y abro los ojos para saber con que he chocado, un poco más allá de mi se encuentra una tabla de surf que no es la mía, y al lado de esta está el culpable de mi dolor de cabeza intentando subirse de nuevo. Cuando ya se estabiliza nada hacia a mi y me tiende una mano, a duras penas la cojo y no se de donde saco la fuerza para subirme a la misma tabla que él.
-Lo siento, no te había visto- Enfoqué mi vista en él y entonces lo vi. Pelo castaño, ojos marrones, cuerpo escultural y labios rojizos. Eso es un breve resumen.- Estas bien- Debí de haberme quedado como idiota mirándolo ya que paso una mano por delante de mi cara repetidas veces.
-Si estoy bien y tu deberías mirar por donde diablos surfeas.- Sin decir más bajé de aquella tabla y busqué la mía, la encontré varada entre dos rocas.
Nadé hacia allí y cuando la alcancé salí del agua en dirección a mi casa, rezando porque todavía me diera tiempo de prepararme para la fiesta y no sufrir una muerte lenta y dolorosa por parte de mi madre.
¡Felicidad! Me había dado tiempo de bañarme, de que mi madre me maquillara excesivamente, de hacerme el peinado y ahora ponerme el vestido. ¿Se puede ser mas empalagoso? Creo que no, el vestido era todo rosa, distintos tonos de rosas, pero al fin y al cabo rosa. No tengo ningún problema con ese color pero...¡Por dios santo! Eso era demasiado, la única excepción era una pequeña cinta negra que iba alrededor de mi cintura. El vestido era pomposo y sentía que si daba un paso y me caía podía salir rodando sin problemas, las zapatillas eran normales hasta que bailara con mi padre donde él me tiene que poner unos tacones también rosas. Estoy segura que después de este día el rosa estará fuera de mi armario por un buen tiempo. Salí y todos los presentes se quedaron mirándome mientras sonaba una canción de fondo que ahora no distinguía, solo estaba pensando en como se caminaba de nuevo por que me había quedado paralizada. Haber ¿pie derecho o izquierdo? ¡Alguno de los dos respondan! Y entonces volví a caminar, subí al pequeño escenario que tenía  el local y mi madre dio un discurso del que no me entere mucho. Cuando por fin acabó bailé con mi padre y ahora ya había cambiado mis cómodas zapatillas por unos tacones de vértigo. Mi madre me presentó a un par de personas y me había jurado de que la familia Payne seria la última que me presentaría ese día. Caminé junto a ella y los saludó con un beso en la mejilla acto que yo repetí. Después de haber estado hablando un rato resultaron ser bastante agradables.
-¡Liam! ¡Liam!- La señora Payne le gritaba a un chico que poco comenzó acercarse.
-Mira querida, este es nuestro hijo.- Cuando por fin estuvo cerca pude divisar que era el mismo chico de la playa.
-Liam Payne, un gusto.-Besó mi mano y después de eso no se como terminamos riéndonos como locos mientras bailábamos.