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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:24 am

Nombre: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}
Autor: #Morgenstern
Adaptación: Sí, de la saga de Harry Potter.
Género: General.
Advertencias:No ghosts, please.
Otras páginas: No..
The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Tumblr_mkkqfifJtg1s8jbfro1_1280

Sinopsis

Muchos no conocen mi existencia, tal vez no les importe a esas personas, pero lo que ellos no saben es que ayudaré a acabar con mi padre, lord Voldemort. Yo siempre preferí llamarle Tom, en mi opinión es un nombre más bonito. Después de su caída, los mortífagos que consiguieron quedar en libertad «cuidaron» de mi. Solían aplicarme la maldición cruciatus, pero eso ya es el pasado. Los Malfoy, me ayudaron a escapar de todas esas torturas y consiguieron llevarme hasta el mundo muggle. Cuando cumplí los once años recibí mi carta de Hogwarts, en mi opinión, recibirla fue bastante extraño ya que creía que jamás iría a Hogwarts. Allí encontré buenos amigos, incluido Harry Potter. A finales de segundo curso, el trío de oro descubrió quien era mi padre, pero aún así me aceptaron tal y como soy. Siempre me junte con los Gryffindor y soy conocida en Hogwarts como «La princesa desviada». Me llaman princesa porque al ser hija de el heredero soy heredera y princesa de Slytherin. Bueno, aquí comienza mi historia...


Última edición por #Morgenstern el Sáb 23 Nov 2013, 11:37 am, editado 2 veces
#Morgenstern
#Morgenstern


http://daughter-of-athena13.tumblr.com/

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:25 am

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Capitulo 1:
El comienzo de una nueva vida


*Flashback*

Me encontraba en medio de la estación de King Cross buscando el andén 9¾, cuando lo encontré le vi, estaba allí, ‘El niño que sobrevivió’, estaba tan ocupada mirándole e intentando descifrar como un bebe indefenso con tan solo un año pudo derrotar a un mago tan poderoso que no me di cuenta de que choqué con alguien.
– Mira por dónde vas asquerosa sangre sucia – dijo un rubio oxigenado acompañado por sus padres –
– Te voy a decir dos cosas, la primera, mira por dónde vas tú y la segunda seguro que mi sangre es más pura que la tuya – dije mostrando mi sonrisa más cínica – Buenos días señores – saludé cortésmente a los que habían sido como mis padres –
– Me caes bien, por cierto mi nombre es Draco, Draco Malfoy – extendió su mano –
– Encantada, Katherine Riddle – dije cogiéndole la mano – Ahora si me disculpan tengo que irme – me despedí de ellos y corrí para traspasar el muro –
Cuando lo traspasé vi muchas familias despidiéndose de los niños, en estos momentos era cuando peor me sentía, aunque mi padre no hubiese sido un mago tenebroso él jamás me hubiera demostrado su amor como hacían los demás padres. Deje de pensar en eso y subí al tren ya que saldría en un minuto, estuve buscando algún compartimento libre o que no estuviese lleno y gracias a Merlín lo encontré.
– Perdona, ¿está ocupado? – pregunté a los dos chicos que había dentro y le vi, me miró y vi en su frente la cicatriz, tenía muchísimas ganas de correr a abrazarle y pedirle perdón por todo el dolor que le ha debido de causar mi padre, pero no lo hice, me quedé de pie esperando su respuesta –
– No, siéntate si quieres – contestó el pelirrojo, le mostré mi mejor sonrisa y entré al compartimento – Soy Ronald Weasley, pero llámame Ron.
– Yo soy Katherine Riddle, encantada – me senté esperando que gritasen o que me insultasen, pero no hicieron nada, solo me sonreían – Y tú – dije señalándole– eres Harry Potter.
– Sí –dijo un poco nervioso– ¿Cómo lo supiste? – preguntó interesado –
– La cicatriz te delata – dije intentando sonar convincente. Era la mentira más patética que jamás había dicho en mi vida. Reconocería a ese chico en cualquier lugar, estuve presente cuando mi padre intentó matarle, yo solo tenía un año, pero lo recuerdo perfectamente como si hubiera sido ayer –
– Oh, es verdad, todavía no me acostumbro a que la gente piense que soy famoso – dijo sonriendo tímidamente – ¿Cómo es Hogwarts? –preguntó –
– Por lo que me han dicho mis hermanos es un lugar espectacular y la comida esta buenísima - dijo Ron sonriendo de la emoción – Yo espero quedar en Gryffindor.
– ¿Qué es Gryffindor? – preguntó Harry curioso –
– Es una de las cuatro casas de Hogwarts, también están Ravenclaw, Slytherin y Hufflepuff. Hufflepuff resalta las virtudes de aquellos que son nobles de corazón y leales con sus semejantes. En Ravenclaw solo son escogidos las personas inteligentes y sabias. Los miembros de Gryffindor se caracterizan por tener coraje, valor y honor. Y finalmente los alumnos pertenecientes a Slytherin tienen mala fama ya que solo aceptan a ‘sangres pura’. Las casas Gryffindor y Slytherin llevan años enfrentadas por una estúpida disputa que tuvieron sus fundadores.
Pasamos el resto del viaje hablando hasta que una chica entró para preguntarnos si habíamos visto una rana, por lo visto se le había perdido a un chico llamado Neville, después de decirla que no la habíamos visto nos informó de que ya estábamos llegando al castillo, los chicos salieron del compartimento para que yo pudiera cambiarme. Me puse el uniforme básico y salí puesto que ya habíamos llegado. Hogwarts era enorme, jamás llegue a pensar que fuera así. Un señor gigante llamó a los de primer año para que lo siguiésemos en las barcas, subí a una junto con Harry y Ron. Cuando llegamos a la puerta del castillo una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí.
– Los de primer año, profesora McGonagall –dijo Hagrid–
– Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
Abrió la puerta del castillo. Las paredes de piedras estaban iluminadas con resplandecientes antorchas. McGonagall nos llevó los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo.
– Bienvenidos a Hogwarts – dijo la profesora McGonagall–. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa. La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible. Ahora formad una fila y seguidme.
Cuando el sombrero seleccionador empezó a cantar una canción noté que alguien me cogía la mano, me giré para ver quien era y Draco me mostró la sonrisa más dulce que alguien me había mostrado.
– Espero que estés en Slytherin – dijo todavía sonriéndome –
– ¿Por qué? – pregunté –
– Porque a si podremos estar juntos – me dio un beso en la mejilla y se fue –


Al fin el sombrero dejo de cantar y fue llamando a varios alumnos, hasta que llamó a Draco. Él se sentó y la profesora McGonagall le puso el sombrero.
– Slytherin – gritó el sombrero –
Después de varios alumnos más me tocó a mí.
– Riddle, Katherine – dijo la profesora McGonagall –
Me senté en aquel taburete no antes sin ver la cara de los profesores, algunos me temían y otros seguramente no supiesen de quien soy hija. Dumbledore simplemente me sonreía. Sentí que la profesora McGonagall me colocaba el sombrero y segundos después el parlanchín empezó a hablar.
– A si que parlanchín ¿no? – preguntó divertidamente – Veamos que tenemos aquí, una Riddle. Eres tan inteligente como tu padre, astuta, malvada… Tú eres una Slytherin de corazón, aunque has llegado para cambiar las cosas. Eres tan valiente como cualquier Gryffindor, les vendría bien tener a gente tan valiente como tú, aunque tu sangre es Slytherin, claramente. Gryffindor te ayudaría bastante, aunque estoy seguro de que si te colocó allí alguien se pondrá triste –inmediatamente pensé en mi padre, pero a él yo no le importaba- No, tú padre no se podría triste, me refiero a esa persona en la que no has dejado de pensar en los últimos seis años. Realmente hacía mucho tiempo que en Hogwarts no había tantos Slytherin de sangre y corazón, pero ese no es el tema, ya se donde ponerte… ¡SLYTHERIN!
La mesa verde estalló en aplausos, me dirigí hacia ella y recibí saludos y aplausos de todos mis compañeros, a muchos les reconocí por su apellido, la gran mayoría tenían padres mortífagos. Me senté al lado de Draco y vimos como el sombrero seleccionaba a los pocos alumnos que quedaban, entre ellos Harry.
El sombrero seleccionador le puso en Gryffindor, los leones le abrazaban y gritaban de la emoción al tener a ‘el niño que sobrevivió’ en Gryffindor.
La cena transcurrió tranquila, Draco y yo comenzamos una gran amistad, aunque a veces se comportaba como una persona muy repelente. Me gire y vi que dos personas me observaban fijamente. Una de esas dos personas era Harry que me dijo con los labios que después hablaríamos, y la otra persona era el profesor de pociones y jefe de Slytherin, Severus Snape. El banquete terminó y salí junto a los demás Slytherins hacia nuestra sala común, pero alguien me cogió por el brazo. Me di la vuelta para ver quien me había cogido, eran Ron y Harry.
– Katherine, solo queríamos decirte que aunque seas una serpiente seguirás siendo nuestra amiga – dijo Harry – bueno, solo si tú quieres seguir siéndolo.
– Claro que si –les abracé – bueno, ahora tengo que irme, si mañana no me veis es que me he perdido y no se donde estoy – dije riendo y me fui a buscar a mis compañeros. Llegué y dije la contraseña, que en mi opinión era bastante obvia ya que yo no la sabía y la adiviné, y entré a la cala común, realmente era hermosa, había varios sillones de cuero negro y sillas y mesas de madera tallada cubiertas por hermosos manteles. Subí las escaleras y busqué alguna puerta que tuviese mi nombre, cuando la encontré me di cuenta que no tendría que compartir habitación con nadie. Entré y vi una de las habitaciones más grandes que había visto en mi vida, era muy básica pero muy amplia, abrí un pequeño armario de madera tallada y saqué mi pijama, me metí al baño me duché y me cambié, después salí y me metí en la enorme cama que había y caí rendida en los brazos del Morfeo.


*Fin Flashback*
#Morgenstern
#Morgenstern


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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:26 am

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Capitulo 2:
El mundial de Quidditch. Parte 1


A veces conocer a nueva gente viene bien para olvidarse del pasado y de todo lo que hemos sufrido en el.


Hoy era el día que tanto había ansiado, hoy iría a ver el mundial de Quidditch. Los señores Weasley me habían invitado amablemente a acompañarles ya que el señor Weasley acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos. Jamás me podría haber negado a tan amable invitación, además, no pensaba hacerlo porque el Quidditch era mi deporte favorito y en primer año conseguí, al igual que Harry, convertirme en buscadora, claramente él de Gryffindor y yo de Slytherin.
Me desperté por culpa de las moletas pesadillas que tenía todos los días desde que comenzó el verano. Realmente no eran pesadillas, eran visiones y he de decir que no eran nada agradables ya que siempre era lo mismo, mi muerte. Me metí en la ducha para quitarme el asqueroso sudor que recorría mi cuerpo. Cuando salí de la ducha me sentía muchísimo mejor, ya estaba despejada y preparada para vestirme. Cuando me acabé de vestir cogí mi móvil y los cascos y bajé al salón. Mi casa era bastante grande y eso me gustaba, aunque estuviese sola necesitaba mi espacio. En la parte de abajo estaba la cocina, el salón y un pequeño cuarto de baño y unas enormes escaleras para llegar a la parte de arriba donde había tres habitaciones y otro cuarto de baño.
Una vez en el salón me puse los cascos y empecé a escuchar mi música muggle. Me encantaba la música, incluso componía canciones, y varias personas que me habían escuchado cantar, decían que tenía una linda voz. Sabía tocar bastantes instrumentos, el piano, el violín, la guitarra clásica y eléctrica, la batería…
Estaba esperando a que Hermione llegase para que fuésemos juntas a La Madriguera. Cinco minutos después de que bajase al salón llegó Hermione.
- Hola Katie – dijo abrazándome - ¿Estás preparada? – preguntó animadamente –
- Una serpiente siempre está preparada – dije fingiendo aires de superioridad –
- Oh, vamos Kath, tu no eres como las demás serpientes, y por cierto me alegro que estés preparada porque llegamos tarde – dijo Hermione –
- Es cierto, yo soy mucho más bonita que todas las chicas de Slytherin – sonreí – Cojo mi bolso y los baúles y bajo en un segundo, la chimenea está allí – señalé la otra punta del salón. Subí a mi cuarto e hice levitar los baúles, cogí mi bolso y baje las escaleras hacia el salón, donde Hermione miraba atentamente las fotos que había. En la mayoría salía simplemente yo con Draco, luego había varias con ella, Ron y Harry. Y por último, la que Hermione miraba tan detenidamente, una foto mía con mi mejor amiga –
- ¿Quién es ella? – me preguntó –
- Una vieja amiga – dije sonriendo recordando los viejos tiempos en los que habíamos sido felices. Solo nos conocíamos de una semana pero era la mejor persona del mundo y la única que la podía comprender en los temas relacionados con su padre. – Bueno, ¿nos vamos?
- Sí – dijo Hermione energéticamente. Lo primero que enviamos a La Madriguera fueron nuestros baúles y después nosotras.
Cuando llegamos la señora Weasley nos estaba esperando.
- Bienvenidas queridas – dijo sonriendo – Es un placer que hayas podido venir Katherine, tenía muchas ganas de conocerte, últimamente todo el mundo habla de ti – me abrazó. Al principio me sentí un poco extraña ya que nunca nadie me había tratado tan bien sin apenas conocerme –
- El placer es mío señora, es todo un honor que usted y su marido me hayan invitado a tal acontecimiento como la final de Quidditch – dije mostrando la mejor de mis sonrisas –
- Oh, por favor llámame Molly – dijo sonriendo- Bienvenida Hermione, cada día estas más guapa cariño – dijo mientras abrazaba a Hermione - ¿Me pueden hacer un favor? –preguntó. Nosotras automáticamente asentimos - ¿Podrían despertar a todos?
- Por supuesto que si señora Weasley, ese será el único modo de recompensarla por no juzgarme y por ser tan buena conmigo – dije amablemente mientras cogía a Hermione del brazo y subíamos unas escaleras. Entramos en la primera habitación que vimos, era la de los gemelos –
- Son tan lindos durmiendo, parece que no han roto un plato en su vida – le comenté a Hermione –
- Hay que despertarlos, tú a Fred y yo a George – dijo Hermione –
Me senté al lado de Fred y empecé a llamarle.
- Fred, Fred – dije susurrando en su oído –
- No quiero mamá, ¡déjame dormir! – Exclamó hundiendo su cabeza contra la almohada-
- FRED WEASLEY DESPIERTATÉ AHORA MISMO, Y QUE SEPAS QUE NO SOY TU MADRE, SOY KATHERINE RIDDLE LA PRINCESA DE LAS SERPIENTES O LA SERPIENTE DESVIADA, COMO PREFIERAS – grité. Él saltó de la cama y me miró extrañado-
- Katie ¿qué haces aquí? –pregunto asustado –
- Kath, ¿me ayudas con George? – me preguntó Hermione. George salió inmediatamente de la cama ya que no quería que le gritase.
- Ya estamos despiertos, ahora, ¿podrían salir? O ¿quieren que nos cambiemos delante de vosotras? – dijo pícaramente. Hermione y yo salimos apresuradamente de su cuarto y nos dirigimos al siguiente, antes de que tocásemos la puerta salió una Ginny en pijama y con un aspecto horroroso.
-Buenos días –dijo bostezando – No hace falta que me despiertes Kath, ya estoy despierta – dijo sonriendo irónicamente. Supongo que tendía que haber escuchado los gritos que le di a Fred. Volvió a cerrar la puerta para cambiarse. Las únicas personas que quedaban por despertar eran Harry y Ron. Hermione me guio hasta la puerta y entramos en la habitación. Me acerqué a la cama de Harry y parecía estar teniendo una pesadilla, le puse la mano el la cicatriz para intentar calmarle y dio resultado, porque se despertó.
- Buenos días Harry – le quité la mano de la frente y le abracé - ¿Pesadillas? – pregunté en un susurro –
- Si, gracias por calmarme – me dijo en otro susurro, mientras seguía abrazándome – No se lo digas a nadie, por favor.
-RONALD BILIUS WEASLEY DESPIERTATÉ AHORA MISMO – gritó Hermione. Ron saltó de la cama rápidamente, pero se volvió a meter en ella ya que solo llevaba una camiseta y sus calzoncillos.
- ¡SALIR! –exclamó Ron. Inmediatamente Hermione y yo salimos de su habitación y esperamos a que saliesen de la habitación. Cuando salieron bajamos al comedor y allí estaba la señora Weasley cocinando algo y el que debía ser el señor Weasley comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino. Levantó la vista cuando los chicos entraron y extendió los brazos para que pudieran verle mejor la ropa.
- ¿Qué os parece? – Preguntó alegremente – Tenemos que ir de incognito… ¿Qué tal voy, Harry?
- En mi opinión, parece usted un muggle – dije observando su ropa – Soy Katherine Riddle, encantada de conocerle – le ofrecí mi mano, y el aceptó gustosamente –
- Encantado de conocerte Katherine – dijo sonriendo –
- ¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? —preguntó George, sin lograr reprimir un bostezo.
- Bueno, van a aparecerse, ¿no? —dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo—, así que pueden dormir un poco más.
Aparecerse era algo muy difícil, aunque he de decir que yo se hacerlo.
- O sea, que siguen en la cama... —dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de gachas—. ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?
- Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el examen —contestó bruscamente la señora Weasley—
Pasamos el desayuno conversando, la verdad es que me agradaba mucho esa familia. Yo nunca había tenido una así que creo que sentí un poco de envidia al ver como se llevaban tan bien. El señor Weasley nos informó que teníamos que ir andando.
—Entonces, ¿cómo vamos a llegar todos sin que lo noten los muggles? —preguntó Harry-
—Ha sido un enorme problema de organización —dijo el señor Weasley con un suspiro—. La cuestión es que unos cien mil magos están llegando para presenciar los Mundiales, y naturalmente no tenemos un lugar mágico lo bastante grande para acomodarlos a todos. Hay lugares donde no pueden entrar los muggles, pero imagínate que intentáramos meter a miles de magos en el callejón Diagon o en el andén nueve y tres cuartos... Así que teníamos que encontrar un buen páramo desierto y poner tantas precauciones antimuggles como fuera posible. Todo el Ministerio ha estado trabajando en ello durante meses. En primer lugar, por supuesto, había que escalonar las llegadas. La gente con entradas más baratas ha tenido que llegar dos semanas antes. Un número limitado utiliza transportes muggles, pero no podemos abarrotar sus autobuses y trenes. Ten en cuenta que los magos vienen de todas partes del mundo. Algunos se aparecen, claro, pero ha habido que encontrar puntos seguros para su aparición, bien alejados de los muggles. Creo que están utilizando como punto de aparición un bosque cercano. Para los que no quieren aparecerse, o no tienen el carné, utilizamos trasladores. Son objetos que sirven para transportar a los magos de un lugar a otro a una hora prevista de antemano. Si es necesario, se puede transportar a la vez un grupo numeroso de personas. Han dispuesto doscientos puntos trasladores en lugares estratégicos a lo largo de Gran Bretaña, y el más próximo lo tenemos en la cima de la colina de Stoatshead. Es allí adonde nos dirigimos.
El señor Weasley señaló delante de ellos, pasado el pueblo de Ottery St. Catchpole, donde se alzaba una enorme montaña negra.
- ¿Qué tipo de objetos son los trasladores? —preguntó Harry con curiosidad –
- Bueno, pueden ser cualquier cosa —respondió el señor Weasley—. Cosas que no llamen la atención, desde luego, para que los muggles no las cojan y jueguen con ellas... Cosas que a ellos les parecerán simplemente basura.
Caminaron con dificultad por el oscuro, frío y húmedo sendero hacia el pueblo. Sólo sus pasos rompían el silencio; el cielo se iluminaba muy despacio, pasando del negro impenetrable al azul intenso, mientras se acercaban al pueblo. El señor Weasley miraba el reloj continuamente.
Cuando emprendieron la subida de la colina de Stoatshead no les quedaban fuerzas para hablar, y a menudo tropezaban en las escondidas madrigueras de conejos o resbalaban en las matas de hierba espesa y oscura. Me costaba respirar, y las piernas me empezaban a fallar cuando por fin los pies encontraron suelo firme.
- ¡Uf! —Jadeó el señor Weasley, quitándose las gafas y limpiándoselas en el jersey—. Bien, hemos llegado con tiempo. Tenemos diez minutos...
Hermione llegó en último lugar a la cresta de la colina, con la mano puesta en un costado para calmarse el dolor que le causaba el flato.
- ¿Te encuentras bien Hermione? – la pregunté. No la dio tiempo a responder ya que el señor Weasley comenzó a hablar –
—Ahora sólo falta el traslador —dijo el señor Weasley volviendo a ponerse las gafas y buscando a su alrededor—. No será grande... Vamos...
Nos desperdigamos para buscarlo. Sólo llevábamos un par de minutos cuando un grito rasgó el aire.
- ¡Aquí, Arthur! Aquí, hijo, ya lo tenemos.
Al otro lado de la cima de la colina, se recortaban contra el cielo estrellado dos siluetas altas.
- ¡Amos! —dijo sonriendo el señor Weasley mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado. Los demás le seguimos.
El señor Weasley le dio la mano a un mago de rostro rubicundo y barba escasa de color castaño, que sostenía una bota vieja y enmohecida.
- Éste es Amos Diggory —anunció el señor Weasley. Diggory, ese apellido me sonaba de algo—. Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocéis a su hijo Cedric.
Cedric Diggory, un chico muy guapo de unos diecisiete años, era capitán y buscador del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff, en Hogwarts.
—Hola —saludó Cedric, mirándonos a todos-
Todos le devolvimos el saludo, salvo Fred y George, que se limitaron a hacer un gesto de cabeza. Aún no habían perdonado a Cedric que venciera al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch del año anterior.
- ¿Ha sido muy larga la caminata, Arthur? —preguntó el padre de Cedric -
—No demasiado —respondió el señor Weasley—. Vivimos justo al otro lado de ese pueblo. ¿Y vosotros?
—Hemos tenido que levantarnos a las dos, ¿verdad, Ced?
- ¿Son todos tuyos, Arthur? – preguntó Amos Diggory -
—No, sólo los pelirrojos —aclaró el señor Weasley, señalando a sus hijos—. Ésta es Hermione, amiga de Ron..., éste es Harry, otro amigo... y Katherine otra amiga…
- ¡Por las barbas de Merlín! — Exclamó Amos Diggory abriendo los ojos—. ¿Harry? ¿Harry Potter?
- Ehhh... sí —contestó Harry tímidamente, menos mal que a mí no me reconoció–
- Ced me ha hablado de ti, por supuesto —dijo Amos Diggory—. Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije, le dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!
A Harry no se le ocurrió qué contestar, de forma que se calló. Fred y George volvieron a fruncir el entrecejo. Cedric parecía incómodo.
- Harry se cayó de la escoba, papá —masculló—. Ya te dije que fue un accidente...
- Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no? — dijo Amos de manera cordial, dando a su hijo una palmada en la espalda—. Siempre modesto, mi Ced, tan caballero como de costumbre... Pero ganó el mejor, y estoy seguro de que Harry diría lo mismo, ¿a que sí? Uno se cae de la escoba, el otro aguanta en ella... ¡No hay que ser un genio para saber quién es el mejor!
- Pero en el partido contra Slytherin ganamos las serpientes – dije sonriendo haciendo que los gemelos sonriesen conmigo –
- Ya debe de ser casi la hora —se apresuró a decir el señor Weasley, volviendo a sacar el reloj—. ¿Sabes si esperamos a alguien más, Amos?
- No. Los Lovegood ya llevan allí una semana, y los Fawcett no consiguieron entradas —repuso el señor Diggory—. No hay ninguno más de los nuestros en esta zona, ¿o sí?
- No que yo sepa —dijo el señor Weasley—. Queda un minuto. Será mejor que nos preparemos.
Nos miró a Harry, a mí y a Hermione.
—No tenéis más que tocar el traslador. Nada más: con poner un dedo será suficiente.
Con cierta dificultad, debido a las voluminosas mochilas que llevábamos, los diez nos reunimos en torno a la bota vieja que agarraba Amos Diggory.
Todos permanecimos en pie, en un apretado círculo, mientras una brisa fría barría la cima de la colina. Nadie habló.
- Tres... —masculló el señor Weasley, mirando al reloj—, dos... uno...
Ocurrió inmediatamente: Sentí como si un gancho, justo debajo del ombligo, tirara de él hacia delante con una fuerza irresistible. Mis pies se habían despegado de la tierra; pudo notar a Ginny y a Hermione, cada una a un lado, porque sus hombros golpeaban contra los míos. Iban todos a enorme velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos. Tenía el índice pegado a la bota, como por atracción magnética. Y entonces toqué con mis pies el suelo, los Diggory, el señor Weasley y yo éramos los únicos que habíamos conseguido no caernos, pero una ráfaga de viento hizo que cayese al suelo, cuando levanté la vista me encontré con unos preciosos ojos grises. Cedric me ayudó a levantarme.
- Siento mucho lo que dijo mi padre sobre el quidditch – dijo amablemente –
- No pasa nada, yo solo quería alegrar a los gemelos, que están molestos contigo – dije sonriendo –
- No eres como las demás serpientes.
- ¿Gracias? – realmente no sabía como tomarme eso, supongo que era un cumplido –
- Oh, te lo digo como un alago, tranquila – dijo sonriendo – Pensaba que eras igual que tu novio.
- ¿Novio? –pregunté un poco extrañada –
- Malfoy – dijo el tranquilamente –
- Draco y yo no somos novios – alcé un poco la voz –
- Yo pensaba que sí, ¿te acuerdas el partido de Hufflepuff contra Slytherin? –Asentí levemente - ¿Recuerdas que casi te tiro de la escoba? –volví a asentir- Pues cuando acabó el partido vino a los vestuarios a amenazarme – dijo sonriendo-
- ¿En serio? – pregunté divertida. No sabía que Draco se preocupaba tanto por mí y si he de decir la verdad, eso me emocionaba mucho -

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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:28 am

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Capitulo 3:
Buscadora de Slytherin


*Flashback*

El viernes en mi opinión era un día bastante aceptable, todos se quejaban sobre tener que estar dos horas con los leones, pero a mi me daba igual, realmente me apetecía pasar tiempo con Harry y Ron. Bajamos al calabozo donde se daban las clases de pociones. Snape comenzó a pasar lista y se detuvo en el nombre de Harry.
- Ah, sí –murmuró- Harry Potter. Nuestra nueva… celebridad.
Draco, Crabbe y Goyle se reían, pero intentaban ocultarlo tapándose la boca. Severus continuó pasando lista, únicamente se volvió a parar al decir mi nombre. Me miró afablemente y continuó pasando lista hasta que acabó.
- Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó a hablar—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
- ¡Potter! —dijo de pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
- No lo se, señor –dijo Harry-
- Riddle, ¿podría usted explicarme lo que obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
- Sí, señor. Obtendrá el Filtro de Muertos en Vida –dije mirando a Snape y a una chica de Gryffindor que me miraba con cara de odio-
- Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
- No lo sé, señor –volvió a decir Harry-
- Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter? –dijo Snape sonriendo malvadamente- Ilumínenos señorita Riddle.
- Buscaría en el estómago de una cabra, señor –dije tímidamente-
- ¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia? –volvió a preguntar Snape-
- No lo sé —dijo Harry con calma—. Pero creo que Hermione lo sabe- A si que así se llamaba la chica que no paraba de mirarme mal por contestar a las preguntas-. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?
- Siéntate —gritó a Hermione—.Señorita Riddle, ¿sería usted tan amable de decirme cual es la diferencia de acónito y luparia?
- Si, señor. No hay ninguna diferencia entre acónito y luparia, son la misma planta –dije sonriendo a Hermione-
- Muy bien querida. Por cierto Potter, se restará un puto a Gryffindor por su descaro y se le añadirán cinco puntos a Slytherin por cada pregunta que la señorita Riddle contestó bien. Ahora se pondrán por parejas y mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos.
Draco y yo nos pusimos juntos. Nuestra poción quedó realmente bien, fue la única que Snape no criticó, incluso dijo que era perfecta. Un chico Gryffindor, Neville creo que se llamaba, se las arregló para convertir el caldero de otro chico en un engrudo hirviente que se derramaba por el suelo. Me subí a mi taburete para que esa ‘poción’ no me tocase.
- ¡Chico idiota! –gritó Snape, hizo desaparecer la ‘poción’ y se dirigió hacia el compañero de Neville- Llévatelo a la enfermería –luego se dirigió a Ron y a Harry que estaban cerca del caldero de Neville- Tú, Potter, ¿cómo le dijiste que no pusiese las púas? Pensaste que si él se equivocaba tu quedarías bien ¿no es cierto? –preguntó- Otro punto menos para Gryffindor.
La clase terminó una hora más tarde, no tuve tiempo de hablar con Harry para pedirle disculpas por haber contestado a las preguntas.
Un día apareció en la sala común de Slytherin una nota en la que decía que las clases de vuelo comenzarían en jueves; y nos tocaría compartir clase con Gryffindor.
Llegó el jueves y con ello mi primera clase de vuelo. No estaba nerviosa, porque ya había volado otras veces, pero no lo había hecho delante de tanta gente. En el desayuno Draco se acercó a los Gryffindor y le quitó algo a Neville, no pude evitarlo y me acerqué a ellos.
- Draco, por favor, devuélvesela –dije tranquilamente-
- ¿Qué sucede? –preguntó una voz a mis espaldas-
-Malfoy me ha quitado mi recordadora –dijo Neville-
- Solo miraba –se excusó Draco y se fue-
- Realmente lo siento mucho –dije disculpándome-
- No pasa nada Riddle –dijo Neville- No se como estás en Slytherin.
- Puedes llamarme Katherine, Neville –dije sonriendo- Es mi casa, no puedo evitarlo y he de deciros que no todas las serpientes son como aparentan. Lo siento mucho, me tengo que ir –me despedí de todos y fui a la mesa Slytherin. Algunos me miraban extrañados y otros simplemente no me habían visto hablando con los leones.
A las tres y cuarto me dirigí hacia el campo de quidditch y me di cuenta de que había varias personas esperando junto a veinte escobas. A las tres y media llegaron los leones y al rato la profesora Hooch, era una señora baja, de pelo canoso y ojos amarillos.
- Bueno ¿qué estáis esperando? -bramó-. Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido. Extended la mano derecha sobre la escoba -nos indicó la señora Hooch- y decid «arriba»
- ¡ARRIBA! –gritamos todos-
Pocos de la clase consiguieron que la escoba, solamente Harry, Draco y yo lo conseguimos. Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Me causo gracia que le dijese a Draco que lo había estado haciendo mal todos estos años.
- Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada -dijo la señora Hooch-. Mantened las escobas firmes, elevaos un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...
Pero Neville dio la patada mucho antes de que sonase el silbato, la profesora le ordenó que bajara, pero él no sabía como, siguió elevándose hasta los seis metros y se calló.
- No debéis moveros mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir quidditch. Vamos, hijo.
Se llevó a Neville hacia la enfermería.
- ¡Mirad! -dijo Draco, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.
- Trae eso aquí, Malfoy -dijo Harry con calma-
- Creo que voy a dejarla en algún lugar para que Longbottom la busque. ¿Qué os parece… la copa de un árbol?
- Devuélvela Malfoy –gritó Harry, pero Draco ya había subido a su escoba y se alejaba-
- Ven a buscarla, Potter -grito Draco-
Harry se subió a su escoba y llegó a la altura donde estaba Draco, empezaron a discutir
- ¡Atrápala si puedes, entonces! –gritó Draco. Tiró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba-
Vi que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Harry inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba, volvió a ganar altura. Cuando se preparó para bajar algo iba mal, se cayó de la escoba. No se como lo hice, pero me monté en mi escoba y en una milésima de segundo volé hacía donde caería Harry y evité su caída. Cuando conseguimos bajar, alguien nos llamó.
- ¡KATHERINE RIDDLE! ¡HARRY POTTER! –gritó la profesora McGonagall que se aproximaba a nosotros- Seguidme –nos ordenó-
La seguimos hasta el castillo y allí nos llevó a las mazmorras íbamos callados, realmente estaba nerviosa porque creía que me expulsarían. Llamó a la puerta del aula de pociones y salió Snape.
- ¿Por qué motivo a interrumpido mi clase? –preguntó Snape-
- Se que el equipo de quidditch de Slytherin está completo, pero le recomiendo que quite a su actual buscador y que la señorita Riddle le sustituya, es realmente buena Severus –explicó la profesora McGonagall-
- Tendré en cuenta su recomendación –dijo Snape- Katherine, te espero a las cinco en la sala común.
Después de eso nos despedimos de Snape y McGonagall se fue con Harry a algún lugar de castillo, suponía que le ofrecería algún puesto en el equipo de Gryffindor.
Cuando dieron las cinco Snape y yo fuimos al campo de Quidditch, estuvimos toda la tarde practicando y… me acepto como buscadora de Slytherin.


*Fin Flashback*
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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:28 am

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Capitulo 4:
El mundial de Quidditch. Parte 2


Jamás se olvida a las personas que hicieron algo bueno por ti en el pasado, aunque hayan cambiado.


Cuando nos asignaron una tienda nos separamos de los Diggory y fuimos hacia ella. Habíamos llegado al borde mismo del bosque, en el límite del prado, donde había un espacio vacío con un pequeño letrero clavado en la tierra que decía «Weezly».
– ¡No podíamos tener mejor sitio! –Exclamó muy contento el señor Weasley–. El estadio está justo al otro lado de ese bosque. Más cerca no podíamos estar –Se desprendió la mochila de los hombros–. Bien –continuó con entusiasmo–, siendo tantos en tierra de muggles, la magia está absolutamente prohibida. ¡Vamos a montar estas tiendas manualmente! No debe de ser demasiado difícil: los muggles lo hacen así siempre... Bueno, Katherine, ¿por dónde crees que deberíamos empezar?
– Lo siento señor Weasley, en esto no puedo ayudarles, no e acampado en mi vida –dije tristemente– Tal vez Harry pueda ayudaros.
Harry, con ayuda de Hermione, montó un par de tiendas. El señor Weasley entró en la primera de las tiendas.
– Estaremos un poco apretados –dijo–, pero cabremos. Entrad a echar un vistazo.
Me incliné y me metió por la abertura de la tienda. Acababa de entrar en lo que parecía un anticuado apartamento de tres habitaciones, con baño y cocina.
– Bueno, es para poco tiempo –explicó el señor Weasley, pasándose un pañuelo por la calva y observando las cuatro literas del dormitorio–. Me las ha prestado Perkins, un compañero de la oficina. Ya no hace camping porque tiene lumbago, el pobre.
Cogió la tetera polvorienta y la observó por dentro.
– Necesitaremos agua...
– En el plano que nos ha dado el muggle hay señalada una fuente –dijo Ron, que había entrado en la tienda detrás de Harry–. Está al otro lado del prado.
–Bien, ¿por qué no vais por agua Harry, Katherine, Hermione y tú? –El señor Weasley nos entregó la tetera y un par de cazuelas–. Mientras, los demás buscaremos leña para hacer fuego.
– Pero tenemos un horno –repuso Ron–. ¿Por qué no podemos simplemente...?
– ¡La seguridad antimuggles, Ron! –le recordó el señor Weasley, impaciente ante la perspectiva que tenían por delante–. Cuando los muggles de verdad acampan, hacen fuego fuera de la tienda. ¡Lo he visto!
Después de una breve visita a la tienda de las chicas, que era un poco más pequeña que la de los chicos pero sin olor a gato, cruzamos el campamento con la tetera y las cazuelas.
Con el sol que acababa de salir y la niebla que se levantaba, pudimos ver el mar de tiendas de campaña que se extendía en todas direcciones. Caminábamos entre las filas de tiendas mirando con curiosidad a nuestro alrededor.
Los campistas empezaban a despertar, y las más madrugadoras eran las familias con niños pequeños. Un pequeñín, que no tendría dos años, estaba a gatas y muy contento a la puerta de una tienda con forma de pirámide, dándole con una varita a una babosa, que poco a poco iba adquiriendo el tamaño de una salchicha. Cuando llegaban a su altura, la madre salió de la tienda.
– ¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Kevin? No... toques... la varita... de papá... ¡Ay!
Acababa de pisar la babosa gigante, que reventó. El aire les llevó la reprimenda de la madre mezclada con los lloros del niño:
– ¡Mamá mala!, ¡«rompido» la babosa!
Un poco más allá vieron dos brujitas, apenas algo mayores que Kevin. Montaban en escobas de juguete que se elevaban lo suficiente para que las niñas pasaran rozando el húmedo césped con los dedos de los pies. Un mago del Ministerio que parecía tener mucha prisa los adelantó, y lo oyeron murmurar ensimismado:
– ¡A plena luz del día! ¡Y los padres estarán durmiendo tan tranquilos! Como si lo viera...
Por todas partes, magos y brujas salían de las tiendas y comenzaban a preparar el desayuno. Algunos, dirigiendo miradas furtivas en torno de ellos, prendían fuego con sus varitas. Otros frotaban las cerillas en las cajas con miradas escépticas, como si estuvieran convencidos de que aquello no podía funcionar. Tres magos africanos enfundados en túnicas blancas conversaban animadamente mientras asaban algo que parecía un conejo sobre una lumbre de color morado brillante, en tanto que un grupo de brujas norteamericanas de mediana edad cotilleaba alegremente, sentadas bajo una destellante pancarta que habían desplegado entre sus tiendas, que decía: «Instituto de las brujas de Salem.» Desde el interior de las tiendas por las que iban pasando les llegaban retazos de conversaciones en lenguas extranjeras, y, aunque no podía comprender ni una palabra, el tono de todas las voces era de entusiasmo.
– Eh... ¿son mis ojos, o es que se ha vuelto todo verde? —preguntó Ron.
– El verde es un color muy bonito –dije sonriendo–
No eran los ojos de Ron. Habían llegado a un área en la que las tiendas estaban completamente cubiertas de una espesa capa de tréboles, y daba la impresión de que unos extraños montículos habían brotado de la tierra. Dentro de las tiendas que tenían las portezuelas abiertas se veían caras sonrientes. De pronto oyeron sus nombres a su espalda:
– ¡Harry! ¡Ron! ¡Hermione! ¡Kath!
Era Seamus Finnigan, su compañero de cuarto curso de la casa Gryffindor. Estaba sentado delante de su propia tienda cubierta de trébol, junto a una mujer de pelo rubio cobrizo que debía de ser su madre, y su mejor amigo, Dean Thomas, también de Gryffindor.
– ¿Os gusta la decoración? –preguntó Seamus, sonriendo, cuando nos acercamos a saludarlos–. Al Ministerio no le ha hecho ninguna gracia.
– El trébol es el símbolo de Irlanda. ¿Por qué no vamos a poder mostrar nuestras simpatías? –dijo la señora Finnigan–. Tendríais que ver lo que han colgado los búlgaros en sus tiendas. Supongo que estaréis del lado de Irlanda –añadió, mirando a Harry, Ron, Hermione y a mi con sus brillantes ojillos.
Se fueron después de asegurarle que estaban a favor de Irlanda, aunque, como dijo Ron:
– Cualquiera dice otra cosa rodeado de todos ésos.
– Me pregunto qué habrán colgado en sus tiendas los búlgaros –dijo Hermione–
– Vamos a echar un vistazo –propuso Harry, señalando una gran área de tiendas que había en lo alto de la ladera, donde la brisa hacía ondear una bandera de Bulgaria, roja, verde y blanca–
En aquella parte las tiendas no estaban engalanadas con flora, pero en todas colgaba el mismo póster, que mostraba un rostro muy hosco de pobladas cejas negras. La fotografía, por supuesto, se movía, pero lo único que hacía era parpadear y fruncir el entrecejo.
– Es Krum –explicó Ron en voz baja–
– ¿Quién? –preguntó Hermione–
– ¡Krum! —repitió Ron—. ¡Viktor Krum, el buscador del equipo de Bulgaria!
– Parece que tiene malas pulgas –comentó Hermione, observando la multitud de Krums que parpadeaban, ceñudos.
– ¿Malas pulgas? –Ron levantó los ojos al cielo–. ¿Qué más da eso? Es increíble. Y es muy joven, además. Sólo tiene dieciocho años o algo así. Es genial. Esperad a esta noche y lo veréis.
Ya había cola para coger agua de la fuente, así que se pusieron al final, inmediatamente detrás de dos hombres que estaban enzarzados en una acalorada discusión. Uno de ellos, un mago muy anciano, llevaba un camisón largo estampado. El otro era evidentemente un mago del Ministerio: tenía en la mano unos pantalones de mil rayas y parecía a punto de llorar de exasperación.
– Tan sólo tienes que ponerte esto, Archie, sé bueno. No puedes caminar por ahí de esa forma: el muggle de la entrada está ya receloso.
– Me compré esto en una tienda muggle –replicó el mago anciano con testarudez–. Los muggles lo llevan.
– Lo llevan las mujeres muggles, Archie, no los hombres. Los hombres llevan esto –dijo el mago del Ministerio, agitando los pantalones de rayas–
– No me los pienso poner –declaró indignado el viejo Archie–. Me gusta que me dé el aire en mis partes privadas, lo siento.
A Hermione le dio tal ataque de risa en aquel momento que tuvo que salirse de la cola, y no volvió hasta que Archie se fue con el agua. Volvieron por el campamento, caminando más despacio por el peso del agua. Por todas partes veían rostros familiares: estudiantes de Hogwarts con sus familias. Oliver Wood, el antiguo capitán del equipo de quidditch de Gryffindor, que acababa de terminar en Hogwarts, arrastró a Harry hasta la tienda de sus padres para que lo conocieran, y le dijo emocionado que acababa de firmar para formar parte de la reserva del Puddlemere United. Cerca de allí se encontraron con Ernie Macmillan, un estudiante de cuarto de la casa Hufflepuff, y luego vieron a Cho Chang, una chica muy guapa que jugaba de buscadora en el equipo de Ravenclaw. Cho Chang le hizo un gesto con la mano a Harry y le sonrió. Al devolverle el saludo, Harry se volcó encima un montón de agua. Ron y yo no parábamos de reírnos de él.
– Habéis tardado siglos –dijo George, cuando llegaron por fin a las tiendas de los Weasley–
– Nos hemos encontrado a unos cuantos conocidos –explicó Ron, dejando la cazuela– ¿Aún no habéis encendido el fuego?
– Papá lo está pasando bomba con los fósforos —contestó Fred–
El señor Weasley no lograba encender el fuego, aunque no porque no lo intentara. A su alrededor, el suelo estaba lleno de fósforos consumidos, pero parecía estar disfrutando como nunca.
– ¡Vaya! –Exclamaba cada vez que lograba encender un fósforo, e inmediatamente lo dejaba caer de la sorpresa–
– Déjeme ayudarle señor Weasley –dije amablemente–
Al final conseguimos hacer una fogata. Habíamos montado las tiendas delante de una especie de calle que llevaba al estadio, y el personal del Ministerio iba por ella de un lado a otro apresuradamente, y al pasar saludaban con cordialidad al señor Weasley. Él nos explicaba a Harry, Hermione y a mi quienes eran y que cargos ocupaban en el Ministerio. Después se nos acercó Ludo Bagman un hombre bastante infantil, en mi opinión. Los gemelos apostaron treinta y siete galeones, quince sickles y tres knuts a que gana Irlanda, pero Krum atrapará la snitch. Cuando llegó la hora de ir al estadio, todos estábamos bastante nerviosos, Harry nos compró unos omniculares como regalo de navidad. Cogimos todo lo que habíamos comprado y, seguimos al señor Weasley, se internaron a toda prisa en el bosque por el camino que marcaban los faroles. Oíamos los gritos, las risas, los retazos de canciones de los miles de personas que iban con ellos. La atmósfera de febril emoción se contagiaba fácilmente. Caminamos por el bosque hablando y bromeando en voz alta unos veinte minutos, hasta que al salir por el otro lado se hallamos a la sombra de un estadio colosal.
– Hay asientos para cien mil personas –explicó el señor Weasley–. Quinientos funcionarios han estado trabajando durante todo el año para levantarlo. Cada centímetro del edificio tiene un repelente mágico de muggles. Cada vez que los muggles se acercan hasta aquí, recuerdan de repente que tenían una cita en otro lugar y salen pitando... ¡Dios los bendiga! –añadió en tono cariñoso, encaminándose delante de los demás hacia la entrada más cercana, que ya estaba rodeada de un enjambre de bulliciosos magos y brujas–
– ¡Asientos de primera! –dijo la bruja del Ministerio apostada ante la puerta, al comprobar sus entradas–. ¡Tribuna principal! Todo recto escaleras arriba, Arthur, arriba del todo.
Las escaleras del estadio estaban tapizadas con una suntuosa alfombra de color púrpura. Subieron con la multitud, que poco a poco iba entrando por las puertas que daban a las tribunas que había a derecha e izquierda. Seguimos subiendo hasta llegar al final de la escalera y nos encontramos en una pequeña tribuna ubicada en la parte más elevada del estadio, justo a mitad de camino entre los dorados postes de gol. Contenía unas veinte butacas de color rojo y dorado, repartidas en dos filas. Tomé asiento con los demás en la fila de delante y observé el estadio que tenían a mis pies, cuyo aspecto nunca hubiera imaginado.
Cien mil magos y brujas ocupaban sus asientos en las gradas dispuestas en torno al largo campo oval. Todo estaba envuelto en una misteriosa luz dorada que parecía provenir del mismo estadio. Desde aquella elevada posición, el campo parecía forrado de terciopelo. A cada extremo se levantaban tres aros de gol, a unos quince metros de altura. Justo enfrente de la tribuna en que se hallaban, casi a la misma altura de sus ojos, había un panel gigante. Unas letras de color dorado iban apareciendo en él, como si las escribiera la mano de un gigante invisible, y luego se borraban, eran anuncios. Cuando se cansó de verlos se dio cuenta de que Harry estaba hablando con una elfina. Durante la siguiente media hora se fue llenando lentamente la tribuna. El señor Weasley no paró de estrechar la mano a personas que obviamente eran magos importantes. Percy se levantaba de un salto tan a menudo que parecía que tuviera un erizo en el asiento. Cuando llegó Cornelius Fudge, el mismísimo ministro de Magia, la reverencia de Percy fue tan exagerada que se le cayeron las gafas y se le rompieron. Muy embarazado, las reparó con un golpe de la varita y a partir de ese momento se quedó en el asiento, echando miradas de envidia a Harry, a quien Cornelius Fudge saludó como si se tratara de un viejo amigo. Ya se conocían, y Fudge le estrechó la mano con ademán paternal, le preguntó cómo estaba y le presentó a los magos que lo acompañaban.
– Ya sabe, Harry Potter –le dijo muy alto al ministro de Bulgaria, que llevaba una espléndida túnica de terciopelo negro con adornos de oro y parecía que no entendía una palabra de inglés–. ¡Harry Potter...! Seguro que lo conoce: el niño que sobrevivió a Quien-usted-sabe... Tiene que saber quién es...
El búlgaro vio de pronto la cicatriz de Harry y, señalándola, se puso a decir en voz alta y visiblemente emocionado cosas que nadie entendía.
– Sabía que al final lo conseguiríamos –le dijo Fudge a Harry cansinamente–. No soy muy bueno en idiomas; para estas cosas tengo que echar mano de Barty Crouch. Ah, ya veo que su elfina doméstica le está guardando el asiento. Ha hecho bien, porque estos búlgaros quieren quedarse los mejores sitios para ellos solos... ¡Ah, ahí está Lucius!
Al oír su nombre me entró tanta alegría que tenía unas inmensas ganas de correr hacia él y abrazarle, pero tuve que detenerme ya que sería muy extraño.
– ¡Ah, Fudge! –dijo Lucius, tendiendo la mano al llegar ante el ministro de Magia–. ¿Cómo estás? Me parece que no conoces a mi mujer, Narcisa, ni a nuestro hijo, Draco.
– ¿Cómo está usted?, ¿cómo estás? –Saludó Fudge, sonriendo e inclinándose ante la señora Malfoy–. Permítanme presentarle al señor Oblansk... Obalonsk... al señor... Bueno, es el ministro búlgaro de Magia, y, como no entiende ni jota de lo que digo, da lo mismo. Veamos quién más... Supongo que conoces a Arthur Weasley.
Fue un momento muy tenso. El señor Weasley y Lucius se miraron el uno al otro, después miró hacia estábamos nosotros sentados.
– Por Dios, Arthur –dijo con suavidad–, ¿qué has tenido que vender para comprar entradas en la tribuna principal? Me imagino que no te ha llegado sólo con la casa.
Fudge, que no escuchaba, dijo:
– Lucius acaba de aportar una generosa contribución para el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas, Arthur. Ha venido aquí como invitado mío.
– ¡Ah... qué bien! –dijo el señor Weasley, con una sonrisa muy tensa–
– Encantada de volver a verles señores Malfoy –sonreí– Hola Draco.
– Katherine querida, hacía mucho que no te veíamos –dijo mostrándome la mejor de sus sonrisas– Draco nos a hablado mucho de ti.
– Bueno será mejor que nos sentemos ya querida –dijo Lucius– Un placer Katherine. – se fueron a sentar en sus asientos que estaban justo detrás de los nuestros–

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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:29 am

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Capitulo 5:
La marca tenebrosa. Parte 1


La gente no cambia, solo aparentan para protegernos.


No había prestado atención en todo el partido, pero realmente me daba igual, ya lo había visto en mis visiones y sabía que Irlanda ganaría pero que Krum cogería la snitch dorada. Cuando volvimos a la tienda de campaña todo el mundo estaba cansado, el señor Weasley nos mandó a nuestra tienda. Llegamos y nos pusimos nuestros pijamas. Cuando iba a meterme en la cama sentí un leve cosquilleo recorriendo mi espalda. Eso solo podía significar una cosa. Voy a tener una visión.

•Hermione's POV•

Me metí en la cama, al igual que Ginny, pero Katherine estaba de pie en medio de la tienda. Me levanté y fui a su lado, realmente a veces me preocupaba bastante por ella pero no podía hacer otra cosa, la quería como a una hermana. Tenía enormes las pupilas, y no eran de su marrón grisáceo habitual, estaban negros. De pronto volvieron a su tamaño y color habitual. Lo único que hice fue abrazarla para que se calmase.

•Katherine's POV•

Sentí que unos brazos me abrazaban, estaba sudando y me sentía fatal, pero tenía que alertar a los demás, los mortífagos van a atacarnos.
– Hermione, los mortífagos nos atacarán, suéltame – dije bruscamente –
– ¿Qué? – preguntó ella alterada –
– Tengo que avisar a los demás, despierta a Ginny y huir hacia el bosque – dije poniéndome unas zapatillas y mi anillo de Slytherin. Salí en dirección a la tienda de los chicos y entré, todos estaban en sus camas a sí que decidí despertar al señor Weasley.
– Arthur – dije despertándole – Los mortífagos nos van a atacar.
Él se ocupó de despertar a todos y a los minutos aparecieron Hermione y Ginny. Miles de gritos provenientes de las demás cabañas hicieron que los chicos se despertasen.
– Tenéis que ir hacia el bosque, es el único lugar seguro – dije rápidamente –
– ¿A dónde vas? – preguntó Harry. No me dio tiempo a responderle, tenía que ir a ayudar a toda la gente que lo necesitará, en especial a los Diggory. En la visión no solo vi que los mortífagos nos atacaban, también vi a Amos Diggory morir. Corrí hacia su tienda de campaña tropezándome con varias cosas que no me dio tiempo a distinguir. Cuando llegué un mortífago tenía acorralados a los Diggory.
– Petrificus Totalus – grité con todas mis fuerzas. El mortífago se quedo parado y los Diggory pudieron escapar. Me dirigí hacia el mortífago y le quité la mascara.
– ¿Qué hacéis aquí? – pregunté después de haberle liberado de el hechizo –
– Katherine, lo siento – se disculpó–
– ¿Por qué?
– Por haberte tratado tan mal durante el partido, pero ahora sabes porque lo hice – dijo Lucius – ¿Te puedo pedir un favor?
– ¿Cuál?
– ¿Puedes ir a buscar a Draco? Creo que está en el bosque – dijo poniéndose su mascara–
– Ahora mismo voy, adiós Lucius – dije sonriendo –
Me dirigí hacia el bosque y encontré a Draco con Harry, Hermione y Ron.
– ¿Qué hacéis aquí parados? Correr – les exigí– Vienen hacia aquí
– ¿Y tú que harás? – preguntó Harry –
– Ganar tiempo – cogí a Draco de la muñeca y nos metimos por el bosque–
– ¿¡Estás loca!? – preguntó alterado –
– Draco, ya me conoces, y sabes perfectamente que la respuesta es sí – dije sonriendo mientras corría –
– Para Kathie, por favor – dijo parándose – Estoy cansado.
– No me llames Kathie, sabes que lo odio – dije furiosa –
– Por eso lo hice, si no, no hubieses parado – dijo recuperando en aliento –
– ¿Qué tal estás? –le pregunté–
– Ahora que puedo comportarme contigo como una persona normal, mejor – dijo sonriendo y abrazándome –
– ¿Es por lo de el Mundial? – pregunté mirándole a sus hermosos ojos grises –
– Sí, mi padre me obligó a no dirigirte la palabra, pero creo que lo hacía para protegerte – dijo mirándome –
– Me encontré con él – dije escondiéndome en su pecho –
– ¿Le dejaste libre? – preguntó –
– Jamás dejaría que le atrapasen Draco – le abracé mas fuerte – Te he necesitado tanto.
– Yo también princesa – dijo sonriendo – ¿Nos veremos en Hogwarts?
– Por supuesto que si, a no ser que no quieras que vaya – dije separándome de él–
– ¿Por qué dices eso? – preguntó extrañado –
– Porque a lo mejor quieres pasar más tiempo con Astoria y con Pansy – dije ofendida –
– Oh, vamos Kath, sabes que no las soporto – dijo riéndose – Prefiero pasar toda la vida junto a Potter antes que un minuto junto a una de ellas.
– De acuerdo, bueno nos vemos en Hogwarts, yo tengo que ir a ver si todos están bien – dije sonriendo – Ah, también informaré a Harry que quieres pasar toda tu vida junto a él

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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:31 am

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Capitulo 6:
La marca tenebrosa. Parte 2




Corrí en la dirección por donde se habían ido los demás pero solo me encontré con Cedric.
– ¿Qué haces aquí? – pregunté alterada –
– Huir, como nos dijiste – dijo Cedric –
– ¿Y tú padre? – pregunté –
– ¡AL SUELO! – gritó alguien –
– ¡Desmaius! – gritaron otras voces –
Fuimos hasta el lugar de donde vinieron las voces y encontramos a un veintenar de magos rodeando a tres personas.
– ¡Alto! – gritó una voz familiar –. ¡ALTO! ¡Es mi hijo!
– Harry…Ron…Hermione – dije en un susurro – ¿Estáis bien?
– ¿Quién de vosotros lo ha hecho? – dijo bruscamente Barty Crouch fulminándolos con la mirada—. ¿Quién de vosotros ha invocado la Marca Tenebrosa?
– ¡Nosotros no hemos invocado eso! —exclamó Harry –
– No hemos hecho nada! – añadió Ron –. ¿Por qué nos atacáis?
– ¡No mienta, señor Potter! – gritó el señor Crouch – ¡Lo hemos descubierto en el lugar del crimen!
– Barty... —susurró una bruja vestida con una bata larga de lana—. Son niños, Barty. Nunca podrían haberlo hecho...
– Decidme, ¿de dónde ha salido la Marca Tenebrosa? – preguntó apresuradamente el señor Weasley –
– De allí – respondió Hermione temblorosa, señalando el lugar del que había partido la voz –. Estaban detrás de los árboles. Gritaron unas palabras... un conjuro.
– ¿Conque estaban allí? –dijo el señor Crouch, volviendo sus desorbitados ojos hacia Hermione, con la desconfianza impresa en cada rasgó del rostro– ¿Conque pronunciaron un conjuro? Usted parece muy bien informada de la manera en que se invoca la Marca Tenebrosa, señorita.
– Demasiado tarde – dijo sacudiendo la cabeza la bruja vestida con la bata larga de lana –. Se han desaparecido.
– No lo creo – declaró Amos Diggory –. Nuestros rayos aturdidores penetraron en aquella dirección, así que hay muchas posibilidades de que los hayamos atrapado...
– ¡Ten cuidado, Amos! –le advertí mientras el señor Diggory alzó la varita, fue hacia el borde del claro y desapareció en la oscuridad.
– ¡Sí! ¡Los hemos capturado! ¡Aquí hay alguien! ¡Está inconsciente! Es... Pero... ¡caray!
– ¿Has atrapado a alguien? – le gritó el señor Crouch, con tono de incredulidad –. ¿A quién? ¿Quién es?
El señor Diggory salió de entre los árboles. Llevaba en los brazos a un ser pequeño, desmayado. Era Winky.
El señor Crouch no se movió ni dijo nada mientras el señor Diggory depositaba a la elfina en el suelo, a sus pies.
Esperamos a que se solucionase lo ocurrido, pero resulto imposible averiguar quien la invoco, aunque la única posible de hacerlo fue Winky, la elfina de el señor Crouch. Decidimos volver al campamento.
– ¡Qué manera de tratarla! – dijo Hermione furiosa –. El señor Diggory, sin dejar de llamarla «elfina»... ¡y el señor Crouch! ¡Sabe que no lo hizo y aun así la va a despedir! Le da igual que estuviera aterrorizada, o alterada... ¡Es como si no fuera humana!
– Es que no lo es – repuso Ron –
– Eso no quiere decir que no tenga sentimientos, Ron. Da asco la manera...
– Estoy de acuerdo contigo, Hermione – se apresuró a decir el señor Weasley, haciéndole señas de que siguiera adelante –, pero no es el momento de discutir los derechos de los elfos. Me gustaría que estuviéramos de vuelta en la tienda lo antes posible. ¿Qué ocurrió con los otros?
– Los perdimos en la oscuridad – explicó Ron –. Papá, ¿por qué le preocupaba tanto a todo el mundo aquella cosa en forma de calavera?
– Os lo explicaré en la tienda – contestó el señor Weasley nervioso–
Pero cuando llegamos al final del bosque no los dejaron pasar: una multitud de magos y brujas atemorizados se había congregado allí, y al ver aproximarse al señor Weasley muchos de ellos se adelantaron.
– ¿Qué ha sucedido?
– ¿Quién la ha invocado, Arthur?
– ¡No será... él!
– Por supuesto que no es él – contestó el señor Weasley sin demostrar mucha paciencia –. No sabemos quién ha sido, porque se desaparecieron. Ahora, por favor, perdonadme. Quiero ir a dormir.
Atravesamos la multitud y regresamos al camping. Ya estaba todo en calma, no había ni rastro de los mortífagos.
Charlie asomaba la cabeza fuera de la tienda de los chicos.
– ¿Qué pasa, papá? – le dijo en la oscuridad –. Fred, George y Ginny volvieron bien, pero los otros...
– Aquí los traigo – respondió el señor Weasley, agachándose para entrar en la tienda, nosotros entramos detrás.
Bill estaba sentado a la pequeña mesa de la cocina, aplicándose una sábana al brazo, que sangraba profusamente. Charlie tenía un desgarrón muy grande en la camisa, y Percy hacía ostentación de su nariz ensangrentada. Fred, George y Ginny parecían incólumes pero asustados.
– ¿Los habéis atrapado, papá? – preguntó Bill de inmediato –¿Quién invocó la Marca?
– No, no los hemos atrapado – repuso el señor Weasley –. Hemos encontrado a la elfina del señor Crouch con la varita de Harry, pero no hemos conseguido averiguar quién hizo realmente aparecer la Marca.
– ¿Qué? – Preguntaron a un tiempo Bill, Charlie y Percy–
– ¿La varita de Harry? – dijo Fred –
– ¿La elfina del señor Crouch? – inquirió Percy, atónito –
Con nuestra ayuda el señor Weasley consiguió explicarles la situación a los demás.
– ¡Bueno, el señor Crouch tiene toda la razón en querer deshacerse de semejante elfina! – dijo –. Escapar cuando él le mandó expresamente que se quedara... Avergonzarlo ante todo el Ministerio... ¿En qué situación habría quedado él si la hubieran llevado ante el Departamento de Regulación y Control...?
– Ella no hizo nada... – lo interrumpió Hermione con brusquedad –. ¡Sólo estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado!
Percy se quedó desconcertado. Hermione siempre se había llevado muy bien con él... Mejor, de hecho, que cualquiera de los demás.
– ¡Hermione, un mago que ocupa una posición cómo la del señor Crouch no puede permitirse tener una elfina doméstica que hace tonterías con una varita mágica! – declaró Percy pomposamente –.
– ¡No hizo tonterías con la varita! – gritó Hermione – ¡Sólo la recogió del suelo!
– Bueno, ¿puede explicar alguien qué era esa cosa en forma de calavera? – pidió Ron, impaciente –No le ha hecho daño a nadie... ¿Por qué le dais tanta importancia?
– Ron, esa es la marca de mi padre, hacía trece años que no se veía, es normal que la gente se alterase, que aparezca su marca es como si él hubiese vuelto. – expliqué –
– Sigo sin entenderlo – dijo Ron, frunciendo el entrecejo – Quiero decir que no deja de ser simplemente una señal en el cielo...
– Ron, esa señal en el cielo, como tú la llamas, la usaba mi padre cada vez que cometían un asesinato. Que apareciese esa marca en el cielo significaba lo peor.
Se hizo el silencio. Luego Bill, quitándose la sábana del brazo para comprobar el estado de su herida, dijo:
– Bueno, quienquiera que la hiciera aparecer esta noche, a nosotros nos fastidió, porque los mortífagos echaron a correr en cuanto la vieron. Todos se desaparecieron antes de que nosotros hubiéramos llegado lo bastante cerca para desenmascarar a ninguno de ellos. Afortunadamente, pudimos coger a la familia Roberts antes de que dieran contra el suelo. En estos momentos les están modificando la memoria.
– ¿Mortífagos? – repitió Harry –. ¿Qué son los mortífagos?
– Es como se llaman a sí mismos los partidarios de Quien-tú-sabes – explicó Bill– Creo que esta noche hemos visto lo que queda de ellos; quiero decir, los que se libraron de Azkaban.
– Pero no tenemos pruebas de eso, Bill –observó el señor Weasley–, aunque es probable que tengas razón – agregó– Katherine, ¿tu sabes algo?
– Lo siento muchísimo señor Weasley, pero yo detesto todo lo que tenga que ver con mi padre y en estos temas no puedo ser de gran ayuda ya que no recuerdo casi nada de mi infancia – mentí –
– Pero, si eran mortífagos, ¿por qué se desaparecieron al ver la Marca Tenebrosa? – preguntó Ron –. Tendrían que haber estado encantados de verla, ¿no?
– Piensa un poco, Ron – dijo Bill –Si de verdad eran mortífagos, hicieron lo indecible para no entrar en Azkaban cuando cayó Quien-tú-sabes, y dijeron todo tipo de mentiras sobre que él los había obligado a matar y a torturar a la gente. Estoy seguro de que ellos tendrían aún más miedo que nosotros si volviera. Cuando perdió sus poderes, negaron haber tenido relación con él y se apresuraron a regresar a su vida cotidiana. Imagino que no les guarda mucho aprecio, ¿no crees?
– Entonces... los que hicieron aparecer la Marca Tenebrosa...–dijo Hermione pensativamente – ¿lo hicieron para mostrar su apoyo a los mortífagos o para espantarlos?
– Puede ser cualquier cosa, Hermione – admitió el señor Weasley –. Pero te diré algo: sólo los mortífagos sabían formar la Marca. Me sorprendería mucho que la persona que lo hizo no hubiera sido en otro tiempo un mortífago, aunque no lo sea ahora... Escuchad: es muy tarde, y si vuestra madre se entera de lo sucedido se preocupará muchísimo. Lo que vamos a hacer es dormir unas cuantas horas y luego intentaremos irnos de aquí en uno de los primeros trasladores.
Hermione, Ginny y yo volvimos a la otra tienda de campaña. No podía parar de pensar en la marca tenebrosa. ¿Quién la abría convocado? ¿Qué hacían los mortífagos en el mundial? Otro tema inundaba mi mente, no quería dormir ya que si lo hacía volvería a ver mi muerte y realmente no es algo agradable de ver. Me tumbe en la cama y me puse a pensar en todo lo ocurrido. Unas horas más tarde el señor Weasley despertó a Hermione y a Ginny ya que yo ya estaba despierta. Cuando llegamos al punto donde se encontraban los trasladores vimos a Basil, el que estaba a cargo de los trasladores, rodeado de magos y brujas que exigían abandonar el camping lo antes posible. El señor Weasley discutió también brevemente con Basil, y terminaron poniéndose en la cola. Antes de que saliera el sol cogieron un neumático viejo que nos llevó a la colina de Stoatshead. Con la luz del alba, regresamos por Ottery St. Catchpole hacia La Madriguera, hablando muy poco. Cuando doblaron el recodo del camino y La Madriguera apareció a la vista, les llegó por el húmedo camino el eco de una persona que gritaba:
– ¡Gracias a Dios, gracias a Dios!
La señora Weasley, que evidentemente los había estado aguardando en el jardín delantero, corrió hacia ellos, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, la cara pálida y tensa y un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano.
– ¡Arthur, qué preocupada me habéis tenido, qué preocupada!
Le echó a su marido los brazos al cuello, y El Profeta se le cayó de la mano. Al mirarlo en el suelo, distinguió el titular «Escenas de terror en los Mundiales de quidditch», acompañado de una centelleante fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa sobre las copas de los árboles.
– Estáis todos bien – murmuraba la señora Weasley como ida, soltando al señor Weasley y mirándolos con los ojos enrojecidos –. Estáis vivos, niños...
Y, para sorpresa de todo el mundo, cogió a Fred y George y los abrazó con tanta fuerza que sus cabezas chocaron.
– ¡Ay!, mamá... nos estás ahogando...
– ¡Pensar que os reñí antes de que os fuerais! – dijo la señora Weasley, comenzando a sollozar –. ¡No he pensado en otra cosa! Que si os atrapaba Quien-vosotros-sabéis, lo último que yo os había dicho era que no habíais tenido bastantes TIMOS. Ay, Fred... George...
– Vamos, Molly, ya ves que estamos todos bien –le dijo el señor Weasley en tono tranquilizador, arrancándola de los gemelos y llevándola hacia la casa –Bill —añadió en voz baja—, recoge el periódico. Quiero ver lo que dice.
Cuando entramos en La Madriguera, yo me disculpé con ellos y les dije que prefería descansar un poco. Cogí un poco de polvos flu y me dirigí a la chimenea para que me transportase a mi casa.

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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:31 am

The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Hogwarts1
Capitulo 7:
Regreso a Hogwarts


El mejor lugar del mundo.



{ http://www.polyvore.com/cgi/set?id=68112099 }
Estaba subiendo al tren para volver a Hogwarts cuando unas manos taparon mis ojos, por el perfume deduje que era hombre y ese olor se me hacía familiar.
– ¿Draco? – pregunté bastante insegura –
– No – dijo esa misteriosa persona –
– ¿Theo? – volví a preguntar –
– No soy ninguna serpiente.
– ¿Entonces que eres? – pregunté intentando adivinar quien era la persona que me había tapado los ojos – No me lo digas, ya se quien eres.
– ¿Y quien soy? – preguntó divertido –
– Cedric Diggory – afirme –
– ¿Cómo lo has sabido? – preguntó quitándome las manos de los ojos –
– Tu olor – dije adentrándome en un compartimento –
– ¿Reconoces a las personas por su olor? – preguntó extrañado –
– ¡NO! No soy tan extraña – dije mientras me sentaba en el compartimento, Cedric se sentó delante mía –
– Nunca he dicho que fueses extraña – dijo sonriendo. En ese momento entró Theodore al compartimento y se quedó mirándoos –
– THEO – me levanté del asiento y le abracé. Theo era mi mejor amigo desde que entré a Hogwarts, no era como las demás serpientes –
– PEQUEÑA KATIE – dijo abrazándome –
– Bueno, yo prefiero no interrumpir, adiós Katherine – dijo levantándose –
– Adiós Cedric, nos veremos en Hogwarts – dije despidiéndome de él y ayudando a Theo con su baúl –
– No sabía que te llevabas bien con los tejones – dijo mientras se sentaba en el lugar que había ocupado antes Cedric –
– Bueno, es más fácil hablar con los tejones que con las asquerosas serpientes –dije sonriendo –
– No se si te acuerdas, pero tu eres nuestra princesa – dijo sonriéndote burlonamente –
– Oh, no, soy la peor de todas – dije dramatizando –
– Si, eres la peor de todas por traicionar nuestros principios y juntarte con sangre sucias – dijo una voz a mis espaldas, me di la vuelta y encontré a la única persona que podían arruinar mu felicidad –
– Bueno Theo, yo me voy, no soporto pasar tiempo aquí – dije cogiendo mi baúl y saliendo de el compartimento –
– Kath ¿Qué haces en medio del pasillo? – me preguntó Draco que se encontraba en frente mía –
– Hola Draco – sonreí – No me gusta la gente que hay en el que era mi compartimento a si que me iré a alguno que esté libre.
– Todos están ocupados a si que tendrás que sentarte con nosotros – dijo sonriendo –
– De acuerdo, compartiré compartimento con vosotros – dije resignada. Cogí de nuevo mi baúl y fui al compartimento en el que había estado minutos antes –
– ¿Qué haces otra vez aquí? – me preguntó la odiosa de Pansy Parkinson –
– Es el único compartimento que queda libre – me senté en el único asiento y esperé a que llegásemos a Hogwarts lo antes posible –
– ¿Qué tal las vacaciones? – preguntó Daphne intentando romper el silencio –
– Oh, muy bien – comenzó a hablar Pansy, yo en ese momento decidí ponerme los cascos y escuchar mi música muggle. Tenía bastante hambre, a si que decidí salir a buscar el carrito para comprar algo. Vi a Harry pidiendo algo a la señora del carrito y a la vez mirando a una chica bastante guapa. No pude evitar ir hacia donde estaba él y abrazarle por la espalda –
– Harry, se te cae la baba – dije susurrándole al oído –

– ¿Eh? – preguntó atontado –
– Que si la sigues mirando a sí se dará cuenta de que te gusta – dije susurrando –
– ¿Crees que tengo posibilidades? – me preguntó esperanzado –
– Bueno…no lo se – dije mintiendo a Harry ya que sabía que al final acabaría saliendo con Cedric –
– ¿Qué has visto? – me preguntó desesperado –
– Nada, bueno paso a ver a los demás – dije sonriendo, entré en el compartimento– Hola a todos – saludé alegremente, ya que había varios Gryffindor como Neville y Seamus –
– Hola Kath – me saludó Ron comiendo – ¿Por qué no estas con las serpientes?
– Porque hay gente indeseable – dije suspirando –
– ¿Todas las serpientes? – bromeó Neville –
– Exacto – dije riendo – Bueno, ¿Qué tal las vacaciones?
– Todo genial – respondió Seamus – El mundial fue impresionante –dijo sonriente –
– Bueno, todo fue excelente hasta que llegaron los mortífagos ¿no? – preguntó Neville –
– Yo realmente pase mucho miedo – dijo Hermione – Sobre todo por lo que nos dijo Malfoy – dijo –
– ¿Qué os dijo? – les pregunté –
– Que venían a por los ‘sangre sucia’ – contestó Harry –
– Es estúpido – solté sin pensar – Aunque probablemente tuviera razón, mi padre siempre a odiado a los sangre sucia – vi que Hermione se sentía peor, así que de decidí alegrarla un poco – Tranquila, estoy segura que odia más a Harry.
El viaje transcurrió normal, llovía bastante y el viento empeoraba la situación. Cuando llegamos a Hogwarts yo ‘tenía’ que ir con todos los de Slytherin, pero no me apetecía a sí que fui con los Gryffindor hasta el Gran Comedor y allí me senté con las serpientes. Los únicos que se acercaron a hablarme fueron Theo y Daphne.
– Hola Kath – me saludó Daphne – Siento lo que paso en el tren, pero ya sabes como es mi hermana.
– Si, yo también siento no haber ido a buscarte, pero sabía que estarías con los leones y…
– No os preocupéis, estoy bien y no estoy enfadada con vosotros. Theo sé que eres una serpiente y que jamás te juntarías con algún Gryffindor; y Daph sé que tu hermana tiene una gran retraso mental (al igual que Pansy) pero nunca te culparía por eso. – veía que Daph no me estaba haciendo caso y se estaba arreglando en pelo – Daph, ¿Qué te pasa?
– Se acerca – me dijo mientras se colocaba la camisa –
– ¿Quién? – preguntó Theo –
– Hola Katherine – me saludó alguien; me di la vuelta para comprobar quien era y me encontré con… –
– Ah, hola Cedric – saludé – ¿Viene alguien detrás de ti?
– Mmmm…que yo sepa no – dijo extrañado –
– ¿Entonces a quien esperabas, Daph? – pregunté, en ese instante la cara de Daphne tenía el mismo color que el pelo de Ron –
– A-a…na-nadie – tartamudeó Daph –
– ¿Qué querías Cedric? – le pregunté –
– Solo quería saber que tal te fue el viaje, como no te vi con las serpientes… – me contestó –
– Oh, pues muy bien, estuve con Harry y con los de Gryffindor y después tuve que volver aquí con ‘mis amigos’ – dije eso último un poco más alto para que Draco lo escuchara, ya que desde que Cedric se había acercado no paraba de mirarnos –
– Entonces te dejo cenar tranquila, además ahora toca el discurso de Dumbledore – dijo sonriendo mientras se iba hacia la mesa Hufflepuff –
– ¿De que lo conoces? – me preguntó Daphne cuando Cedric se alejó –
– Del Mundial de Quidditch – dije mirándole – ¿Por qué tanto interés? – pregunté sonriendo malvadamente –
– Por nada – dijo intentando evitar el tema –
– ¡Bien! –dijo Dumbledore, sonriéndonos a todos—. Ahora que todos estamos bien comidos, debo una vez más rogar vuestra atención mientras os comunico algunas noticias:
•El señor Filch, el conserje, me ha pedido que os comunique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año con la inclusión de los yoyós gritadores, los discos voladores con colmillos y los bumeranes-porrazo. La lista completa comprende ya cuatrocientos treinta y siete artículos, según creo, y puede consultarse en la conserjería del señor Filch.
•Como cada año, quiero recordaros que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogsmeade para todos los alumnos de primero y de segundo.
•Es también mi doloroso deber informaros de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.
No podía creerme lo que acababa de decir Albus, la Copa de quidditch tendría que celebrarse, por fin este año sería la capitana del equipo de Slytherin y ahora nos dice que no se podrá celebrar. Todo el comedor estalló en murmullos en contra de que se cancelase la Copa de quidditch. En ese instante Dumbledore continuó;
•Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaréis enormemente. Tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts...
En ese momento entró Ojoloco Moody por la puerta. Saludó a Dumbledore y se sentó junto a los demás profesores.
– Os presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras–dijo animadamente Dumbledore – el profesor Moody.
– Como iba diciendo – siguió Dumbledore – tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí informaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos.
– ¡Se está quedando con nosotros! – dijo Fred en voz alta –
– No me estoy quedando con nadie, señor Weasley – repuso –.Aunque me imagino que todos estaréis deseando llevaros la Copa del Torneo de los tres magos, los directores de los tres colegios participantes, de común acuerdo con el Ministerio de Magia, hemos decidido establecer una restricción de edad para los contendientes de este año. Sólo los estudiantes que tengan la edad requerida podrán proponerse a consideración. Ésta – Dumbledore levantó ligeramente la voz debido a que algunos hacían ruidos de protesta en respuesta a sus últimas palabras, especialmente los gemelos Weasley, que parecían de repente furiosos – es una medida que estimamos necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y peligrosas, por muchas precauciones que tomemos, y resulta muy improbable que los alumnos de cursos inferiores a sexto y séptimo sean capaces de enfrentarse a ellas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor de esa edad engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts. Así pues, os ruego que no perdáis el tiempo presentándoos si no habéis cumplido los diecisiete años.
Las delegaciones de Beauxbatons y Durmstrang llegarán en octubre y permanecerán con nosotros la mayor parte del curso. Sé que todos trataréis a nuestros huéspedes extranjeros con extremada cortesía mientras están con nosotros, y que daréis vuestro apoyo al campeón de Hogwarts cuando sea elegido o elegida. Y ya se va haciendo tarde y sé lo importante que es para todos vosotros estar despiertos y descansados para empezar las clases mañana por la mañana. ¡Hora de dormir! ¡Andando!

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:33 am

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Capitulo 8:
Visiones. Parte 1


Nunca se puede ser alguien perfecto si se le cae mal a la persona que nos juzga.



Me desperté al día siguiente bastante mal, seguía teniendo las mismas visiones de mi muerte, tenía la sensación de que hoy sería un mal día. Me duché y me puse mi uniforme de Slytherin y fui hacía el Gran Comedor. Antes de que entrara, alguien me cogió por la cintura, me tapó la boca con la mano y me llevó hasta el cuarto de baño más cercano. Sabía perfectamente quien era esa persona, por eso no me resistí, aunque no tenía tiempo para tonterías.
– ¿Qué quieres? – pregunté secamente –
– Buenos día a ti también – dijo sonriendo –
– No tengo tiempo para tus tonterías, Draco – dije apartándole –
– ¿Qué te pasa, Kath? – me preguntó mirándome a los ojos y sujetándome por el brazo –
– No me pasa nada Draco – dije intentándome soltar –
– Katherine Elizabeth Riddle, ¡mírame y dime que te pasa!
– Draco, lo único que me pasa es que quiero ir a ver nuestro horario – dije intentando sonreír –
– Aunque no quieras me lo contarás – dijo acercándose a mí –; lo harás.
– Querido, los juegos que usas con las pu*tas de Astoria y Pansy, no funcionan conmigo – sonreí y volví hacia en Gran Comedor. Cuando llegué cogí mi horario y me senté en la mesa de Gryffindor; sí soy la princesa y heredera de Slytherin pero me siento en la mesa de ‘nuestros enemigos’–
– Hola Katie – me saludó Hermione alegremente –
– Hola Mione – dije abrazándola – Te he echado tanto de menos, os he echado tanto de menos a todos – dije dramatizando – No sabéis la tortura que tengo que sufrir cuando estoy en mi sala común!
– Efes la reigna der frama – dijo Ron con la boca llena. {Eres la reina del drama}–
– Ron, eso es asqueroso – se quejo Hermione –
– Nunca cambiará Hermione, no lo intentes – dije riéndome –
– Pero mira a quien tenemos aquí, Gred – dijo George sentándose a mi lado –
– Oh, la princesa despertador, Feorge – dijo Fred sentándose a mi otro lado –
– ¿Princesa despertador? – preguntó Harry extrañado –
– Sí, da la casualidad de que además de ser una excelente princesa, también sabe despertar a la gente demasiado bien – dijo Fred –
– No me quedó otra opción, no te despertabas – dije –
– Por cierto princesa, ¿te presentarás al torneo? – me preguntó George –
– No me interesa mucho, preferiría jugar al quidditch – dije sonriendo –
– Nosotros lo intentaremos con una poción envejecedora – dijo Lee Jordan sentándose al lado de George –
– ¿Creéis que con una simple poción envejecedora podréis engañar a Dumbledore?
– Supongo que será suficiente – comentó Fred –
– Bueno, por intentarlo no pasa nada ¿verdad? – dije intentando alegrarles – Se me echaréis mucho de menos, pero yo tengo que irme porque tengo Encantamientos con Ravenclaw.
– Adiós princesa – se despidieron los tres a la vez –
– No me llaméis princesa – dije furiosa. No me gustaba que me llamasen princesa, puede que lo fuese, pero solo consentía a Draco que me llamase a sí –
Fui hacia la clase de Encantamientos y me senté a esperar a que los demás llegasen, Draco se sentó a mi lado y Theo y Daph detrás de nosotros.
– ¿Sabes que le pasa a Draco? – me preguntó Theo en voz baja –
– ¿Por qué me lo preguntas? – le pregunté sin entender –
– En el desayuno ha estado muy serio – contestó Daph uniéndose a la conversación – Y ni si quiera a prestado atención a Pansy ni a Astoria – cuando dijo eso no pude evitar sonreír –
– Buenos días alumnos – dijo alegremente el profesor Flitwick – Hoy repasaremos hechizos que hemos visto anteriormente…
No presté atención durante la clase y salí lo más deprisa posible ya que me tocaba Cuidado de Criaturas Mágicas con los de Gryffindor y necesitaba hablar con Harry sobre sus pesadillas para saber si podían aclararme algo sobre mis visones, cuando llegamos los Gryffindors ya estaban allí.
– ¿Y por qué tenemos que criarlos? – preguntó Draco, yo por culpa de los dos grandullones (si, la rayis llama grandullones a Crabbe y Goyle) no podía ver a lo que se refería – Si, ¿Qué hacen? –volvió a preguntar Draco –
– Eso lo sabrás en la próxima clase, Malfoy. Hoy sólo tienes que darles de comer. Pero tendréis que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Probad con un poco de cada. – contestó Hagrid –
La clase también pasó bastante rápido, aunque en esta presté más atención. Después fuimos a comer y finalmente a Adivinación. Tenía muchas ganas de que terminase la clase para poder preguntar a Sybill Trelawney sobre mis sueños. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no note que la clase había comenzado y mucho menos que la profesora me estaba llamando.
– Señorita Riddle, por favor, preste atención – dijo Trelawney –
– Lo siento profesora – dijo disculpándome mirándola a los ojos –
Cuando la miré a los ojos sentí una corriente eléctrica y volví a revivir mi visión, aunque esta vez por fin veía la cara de mi asesino; Tom Riddle. Pude sentir el dolor, era mil veces más fuerte que los crucio de los mortífagos. Cuando volví en mí, vi a la profesora delante de mí temblando y sollozando.

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Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:34 am

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Capitulo 8:
Visiones. Parte 2


Nunca se puede ser alguien perfecto si se le cae mal a la persona que nos juzga.


La clase continuó, de vez en cuando la profesora me miraba de reojo y con tristeza. Cuando acabó la clase, y todo el mundo se fue hacia la próxima clase me acerqué a la profesora, que estaba recogiendo varios mapas por la clase.
– Perdone, profesora – dije acercándome a ella –
– Oh, querida – dijo en con un tono lúgubre –
– Usted lo vio, ¿verdad? – pregunté en un hilo de voz –
– Tu me lo mostraste cariño – dijo acariciándome la mejilla – No sabía que tenías el don de predecir el futuro
– Lo descubrí a mediados del curso pasado – dije intentando sonreír –
– Y… ¿desde cuando ve su…? – dijo tartamudeando –
– ¿Mi muerte? – pregunté ya que sabía que ella no se atrevería a decirlo, asintió levemente – Bueno, la verdad es que llevo todo el verano viendo lo mismo, aunque a veces veo cosas distintas – dije sinceramente –
– Bueno, mi pequeña, si lo deseas yo podría instruirte para que puedas controlar y aprender lo máximo posible sobre nuestro magnifico poder – dijo amablemente–
– Me encantaría profesora Trelawney – dije agradecidamente ya que no sabía nada sobre ‘mi don’ o sobre ver el futuro – Pero… ¿podría prometerme una cosa?
– Lo que tu quieras –dijo sonriéndome –
– ¿Podría mantener en secreto lo que la he confesado?
– Solo si tu prometes que a partir de ahora me tratarás de tú – dijo sonriendo –
– Por supuesto que si, hasta mañana Sybill – dije despidiéndome de ella y saliendo por la trampilla de el aula de Adivinación –

•Draco's POV•

Esperé a que todo el mundo se fuese del aula de Adivinación y esperé a que Kath saliera para poder hablar con ella. No se lo que la pasa, esta mañana intenté hacerla ver que la quería, pero ella estaba bastante extraña. Bueno, puede que me equivocase al tratarla como a las demás chicas, porque ella es la chica más especial que he conocido en mi vida.
Como no salía me subí de nuevo la trampilla hacia la clase y escuché la conversación entre Katherine y la profesora. Eso no podía ser cierto, mi pequeña Katherine no podía morir. Cuando salí de mi trance me di cuenta de que ya se estaban despidiendo a sí que salí sin que se diesen cuenta y la esperé a bajo.

•Katherine's POV•

Cuando bajé por la trampilla, una persona misteriosa me tapó los ojos.
– Lo siento, princesa – dijo susurrándome al oído, me di la vuelta y le miré a sus profundos ojos grises que tanto me gustaban – He escuchado sin querer tu conversación con la loca de Trelawney.
– No esta loca, Draco – dije sonriendo –
– Digamos, que está tan loca como tú – dijo señalándome en el pequeño espacio que había entre nosotros–
– ¿Me estás llamando loca? – dije conteniendo la risa –
– No, te estoy llamando especial – dijo acercándose a mi, básicamente podía sentir su respiración–
– Draco – dije en un susurro mientras su nariz se juntaba con la mía. No podía besarle, no es que no quisiese pero no tenía que hacerlo, mi padre podría matarle o torturarle y no quiero que le pase nada malo a la persona que más he amado en mi vida –
– Lo siento Katie – dijo separándose de mi – No era mi intención
– No pasa nada – dije abrazándole –
– Bueno, ¿y qué tal el verano? – preguntó más animado mientras me cogía la mano y bajamos al Gran Comedor –
Llegó el jueves y con el la primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras de mi cuarto curso, estaba un poco nerviosa pues sabía que nuestro profesor de ese año sería un importante auror. Cuando llegué a la puerta de la clase de DCAO todos los de Gryffindor esperaban ansiosos al profesor.
Me senté en una silla al lado de Harry, Ron y Hermione y sacamos nuestros libros. Un par de minutos después de un ruido sordo y seco entro Ojoloco por la puerta.
– Ya podéis guardar los libros – gruñó, caminando ruidosamente hacia la mesa y sentándose tras ella – No los necesitaréis para nada.
Volvimos a meter los libros en las mochilas. Moody sacó una lista, sacudió la cabeza para apartarse la larga mata de pelo gris del rostro, desfigurado y lleno de cicatrices, y comenzó a pronunciar los nombres, recorriendo la lista con su ojo normal mientras el ojo mágico giraba para fijarse en cada estudiante conforme respondía a su nombre.
– Bien – dijo cuando el último de la lista hubo contestado «presente» – He recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya sois bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Habéis estudiado los boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombres lobo, ¿no es eso?
Hubo un murmullo general de asentimiento.
– Pero estáis atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentaros a maldiciones – prosiguió Moody – Así que he venido para prepararos contra lo que unos magos pueden hacerles a otros. Dispongo de un curso para enseñaros a tratar con las mal...
– ¿Por qué, no se va a quedar más? – dejó escapar Ron –
– Supongo que tú eres hijo de Arthur Weasley, ¿no? – dijo Moody – Hace unos días tu padre me sacó de un buen aprieto... Sí, sólo me quedaré este curso. Es un favor que le hago a Dumbledore: un curso y me vuelvo a mi retiro.
Soltó una risa estridente, y luego dio una palmada con sus nudosas manos.
– Así que... vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñaros las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendríais que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estéis en sexto. Se supone que hasta entonces no seréis lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de vosotros y piensa que podréis resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepáis a qué os enfrentáis, mejor. ¿Cómo podéis defenderos de algo que no habéis visto nunca? Un mago que esté a punto de echaros una maldición prohibida no va a avisaros antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tenéis que estar preparados. Tenéis que estar alerta y vigilantes. Y usted, señorita Brown, tiene que guardar eso cuando yo estoy hablando.
Lavender se sobresaltó y se puso colorada. Le había estado mostrando a Parvati por debajo del pupitre su horóscopo completo.
– Así que... ¿alguno de vosotros sabe cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?
Varias manos se levantaron, incluyendo la de Ron y la de Hermione, yo evidentemente sabía las tres. Moody señaló a Ron, aunque su ojo mágico seguía fijo en Lavender.
– Eh... – dijo Ron, titubeando – mi padre me ha hablado de una. Se llama maldición imperius, o algo parecido.
– Así es – aprobó Moody – Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al Ministerio muchos problemas.
Sabía que cuando decía en otro tiempo se refería a cuando mi padre tenía básicamente el poder total.
Moody se levantó, abrió el cajón de la mesa y sacó de él un tarro de cristal. Dentro correteaban tres arañas grandes y negras. Moody metió la mano en el tarro, cogió una de las arañas y se la puso sobre la palma para que todos la pudieran ver. Luego apuntó hacia ella la varita mágica y murmuró entre dientes:
– ¡Imperio!
La araña se descolgó de la mano de Moody por un fino y sedoso hilo, y empezó a balancearse de atrás adelante como si estuviera en un trapecio; luego estiró las patas hasta ponerlas rectas y rígidas, y, de un salto, se soltó del hilo y cayó sobre la mesa, donde empezó a girar en círculos. Moody volvió a apuntarle con la varita, y la araña se levantó sobre dos de las patas traseras y se puso a bailar lo que sin lugar a duda era claqué. Todos se reían. Todos menos Moody.
– Os parece divertido, ¿verdad? – gruñó – ¿Os gustaría que os lo hicieran a vosotros?
La risa dio fin casi al instante.
– Esto supone el control total – dijo Moody en voz baja, mientras la araña se hacía una bola y empezaba a rodar – Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, colarse por la garganta de cualquiera de vosotros…Hace años, muchos magos y brujas fueron controlados por medio de la maldición imperius – explicó Moody – Le dio bastante que hacer al Ministerio, que tenía que averiguar quién actuaba por voluntad propia y quién, obligado por la maldición.
»Podemos combatir la maldición imperius, y yo os enseñaré cómo, pero se necesita mucha fuerza de carácter, y no todo el mundo la tiene. Lo mejor, si se puede, es evitar caer víctima de ella. ¡ALERTA PERMANENTE! – bramó –
Moody cogió la araña trapecista y la volvió a meter en el tarro.
– ¿Alguien conoce alguna más? ¿Otra maldición prohibida?
Hermione volvió a levantar la mano y también, lo hizo Neville.
– ¿Sí? – dijo Moody, girando su ojo mágico para dirigirlo a Neville –
– Hay una... la maldición cruciatus – dijo éste con voz muy leve pero clara –
– ¿Tú te llamas Longbottom? – preguntó, bajando rápidamente el ojo mágico para consultar la lista.
Neville asintió nerviosamente con la cabeza, pero Moody no hizo más preguntas.
– La maldición cruciatus precisa una araña un poco más grande para que podáis apreciarla bien – explicó Moody, que apuntó con la varita mágica a la araña y dijo – ¡Engorgio!
La araña creció hasta hacerse más grande que una tarántula. Moody levantó otra vez la varita, señaló de nuevo a la araña y murmuró:
– ¡Crucio!
De repente, la araña encogió las patas sobre el cuerpo. Rodó y se retorció cuanto pudo, balanceándose de un lado a otro. No profirió ningún sonido, pero era evidente que, de haber podido hacerlo, habría gritado. Moody no apartó la varita, y la araña comenzó a estremecerse y a sacudirse más violentamente.
– ¡Pare! – dijo Hermione con voz estridente –
Moody levantó la varita. La araña relajó las patas pero siguió retorciéndose.
– Reducio – murmuró Moody, y la araña se encogió hasta recuperar su tamaño habitual. Volvió a meterla en el tarro – Dolor – dijo con voz suave – No se necesitan cuchillos ni carbones encendidos para torturar a alguien si uno sabe llevar a cabo la maldición cruciatus... También esta maldición fue muy popular en otro tiempo. Bueno, ¿alguien conoce alguna otra?
La mano de Hermione tembló un poco cuando se alzó por tercera vez.
– ¿Sí? – dijo Moody, mirándola –
– Avada Kedavra – susurró ella –
– ¡Ah! – exclamó Moody, y la boca torcida se contorsionó en otra ligera sonrisa – Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.
Metió la mano en el tarro de cristal, y, como si supiera lo que le esperaba, la tercera araña echó a correr despavorida por el fondo del tarro, tratando de escapar a los dedos de Moody, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa. La araña correteó por la superficie. Moody levantó la varita.
– ¡Avada Kedavra! – gritó Moody –
Hubo un cegador destello de luz verde y un ruido como de torrente, como si algo vasto e invisible planeara por el aire. Al instante la araña se desplomó patas arriba, sin ninguna herida, pero indudablemente muerta. Moody barrió con una mano la araña muerta y la dejó caer al suelo.
– No es agradable – dijo con calma – Ni placentero. Y no hay contramaldición. No hay manera de interceptaría. Solo una persona ha sobrevivido a ella y esa persona está frente a mí – dijo mirando con sus dos ojos a Harry – Avada Kedavra es una maldición que sólo puede llevar a cabo un mago muy poderoso. Podríais sacar las varitas mágicas todos vosotros y apuntarme con ellas y decir las palabras, y dudo que entre todos consiguierais siquiera hacerme sangrar la nariz. Aunque tal vez, si una persona de esta clase lo hiciese yo moriría, es tan buena haciendo esta maldición como su padre – dijo mirándome – Ahora que lo pienso, podría haber sido mejor que la clase la hubiese dado la señorita Riddle ya que estoy seguro que usted las conocía – dijo sonriendo burlonamente –
– Déjeme decirle un par de cosas, profesor – dije levantándome – Si, estoy completamente segura de que podría haber dado la clase mejor que usted ya que yo nunca enseñaría a mis alumnos este tipo de enseñanzas. Segundo, para tu información conozco esas maldiciones desde que tenía meses y puedo sentirme orgullosa de quien me las enseño, para los que penséis que fue mi padre, no lo fue – dije mirando a la clase – Y tercero, si quisiese podría matarle aquí mismo.
– Parece que la serpiente tiene agallas – dijo sarcásticamente – No es normal en los Slytherin, claro ejemplo de eso es el jefe de su casa; Severus Snape.
– Snape es mucho más valiente que tú – dije sonriendo, todavía de pie –
– Señorita Riddle márchese ahora mismo de mi clase – dijo mirándome desafiante –
– Con mucho gusto – dije haciendo una pequeña reverencia. Recogí mis cosas y salí de clase sintiendo la mirada de todos sobre mí. Estaba realmente enfadada ¿Quién se creía Moody para tratarme a sí? Y sobre todo, ¿por qué tanto odio hacia Snape? Tendría que hablar con Dumbledore sobre él, sinceramente, Ojoloco Moody no me da buenas vibraciones.

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:42 am

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Capitulo 9:
Reencuentro


La mala sangre no se hereda, se acumula con la vida.


Fui corriendo hacia el despacho de Dumbledore, tenía que avisarle sobre las cosas que estaba enseñando Moody. Cuando llegué a la entrada de su despacho dije la contraseña y subí por las escaleras. Dumbledore estaba tranquilamente apoyado en la mesa de su despacho. No comprendía como podía estar tan tranquilo cuando nos estaba enseñando las maldiciones imperdonables.
– Katherine, ¿estas bien? – me preguntó –
– No, no estoy bien, ¿Cómo puede permitir que Moody nos enseñe las maldiciones imperdonables? – dije furiosa –
– Creo que deberías tranquilizarte – dijo amablemente –
– No puedo tranquilizarme Albus, si hoy nos ha enseñado las maldiciones, ¿Qué nos enseñará en la próxima clase? – pregunté alterada –
– Katherine, mírate las manos.
– ¿Qué? – pregunté incrédula –
– Hazme caso, por favor, mírate las manos – dijo Dumbledore. Le hice caso y me miré las manos, por muy estúpido que sonara. Cuando lo hice vi que de mis manos estaba saliendo… ¿fuego?
– ¿Qué me está pasando Dumbledore? – pregunté mirándome las manos –
– No te está pasando nada – dijo intentando calmarme – Solo tienes que tranquilizarte, cerrar los manos y pensar en momentos felices.
Hice lo que me pidió, cerré los ojos y comencé a pensar en los momentos más felices de mi vida, la mayoría eran recuerdos con Draco o con el trio de oro, realmente Hogwarts es como mi casa. Cuando abrí los ojos y miré de nuevo mis manos, ya no había fuego.
– ¿Qué me ha pasado Dumbledore? – pregunté sentándome en una silla –
– No lo se – dijo pensativo – Bueno Katherine, será mejor que vayamos al Gran Comedor, casi es la hora de la cena.
– Si no te importa, me gustaría ir a descansar
– Por supuesto que no me importa, buenas noches Katherine – dijo Albus sonriendo –
Salí de su despacho y fui hacia las mazmorras. Cuando entre en la sala común varios alumnos se disponían a salir hacia el Gran Comedor.
– Kath ¿estás bien? – me preguntó Theo cuando me vio –
– Si – dije sonriendo – Aunque un poco cansada, no voy a ir a cenar.
– Vale, entonces me voy ya – dijo levantándose de la silla en la que se encontraba –
Subí hacia mi habitación, no era una habitación común ya que estaba escondida para que nadie, excepto la princesa o sea yo, pudiera pasar. Se encontraba al final de las habitaciones de las chicas. Cualquier persona que lo viese pensaría que solo es un muro pero cuando yo quiero pasar aparece una puerta con una serpiente en medio. Es una habitación bastante normal, aunque todo tiene un toque Slytherin.
Me fui a duchar ya que quería despejarme un poco, me puse el pijama y cuando salí me encontré a Draco sentado en mi cama, me acerqué a él por la espalda y susurré al oído.
– ¿No deberías estar cenando? – susurré –
– Quería saber como estabas – dijo dándose la vuelta –
– ¿Por qué todo el mundo me pregunta como estoy? – pregunté riéndome –
– Porque nos importas – dijo Draco mirándome a los ojos –
– Pues estoy bien – dije sonriendo – ¿Has entrado a mi habitación por nuestra entrada verdad? – pregunté insegura. Con lo de ‘nuestra entrada’ me refiero a un portal que cree el año pasado, une la habitación de Draco con la mía –
– Si – dijo sonriendo –
•Draco's POV•
Tenía que hablar con Kath, quería saber como estaba, bueno realmente quería verla. Baje a la sala común y Theo estaba saliendo, le pregunté por Kath y me dijo que acababa de subir a si que subí a mi habitación y atravesé el portal. Como no la vi en su habitación supuse que estaría en el baño, a sí que me senté en la cama y me puse a pensar en ella. No se lo que tenía, pero con solo una mirada me podía hacer la persona más feliz del mundo, creo que me estoy enamorando de ella, bueno, creo que estoy enamorada de ella desde que nos conocimos en el andén para venir a Hogwarts.
– ¿No deberías estar cenando? – susurró alguien por mi espalda –
– Quería saber como estabas – dije dándome la vuelta –
– ¿Por qué todo el mundo me pregunta como estoy? – preguntó riéndose. Amo verla reír –
– Porque nos importas – dije mirándola a sus preciosos ojos –
– Pues estoy bien – dijo sonriendo – ¿Has entrado a mi habitación por nuestra entrada verdad? – preguntó –
– Si – contesté sonriendo –
– ¿Y querías algo más? – preguntó metiéndose en su cama –
–Si, quería pasar la noche contigo para que no tengas pesadillas – dije rápidamente –
– ¿Todavía te acuerdas? – me preguntó emocionada –
– Claro que si, te prometí que estaría a tu lado cuando tuvieses pesadillas y, aquí estoy – dije sonriendo. Me metí en su cama y continuamos hablando hasta que se quedó dormida –
•Katherine's POV•
Me desperté a la mañana siguiente y vi que alguien me estaba abrazando, entonces recordé todo lo ocurrido anoche. Por alguna extraña razón cuando duermo con Draco me siento segura y protegida y además no tengo pesadillas. Intentando no despertar a Draco fui hacia el armario y saqué mi uniforme, me cambié y desperté a Draco, se veía tan tranquilo durmiendo que me daba pena tener que despertarle.
– Draco, despiértate – dije intentando despertarle – Por favor, llegaremos tarde – dije de nuevo – ¡LORD VOLDEMORT HA VUELTO! – grité. En ese instante se despertó y se calló de la cama, fue tan gracioso que no pude evitar reírme –
– No tiene gracia – dijo enfadado – Ayúdame a levantarme – me pidió poniendo cara de perro mojado –
– Vale – dije estirando mis manos para que él las cogiese, pero en vez de coger impulso para ponerse en pie me tiró encima de el – Eres estúpido – dije intentándose levantarme, pero él me agarraba por la cintura –
– Antes de soltarte, quiero peguntarte una cosa – dijo sonriendo – ¿Quién te enseño las maldiciones imperdonables?
– Si te lo digo, ¿me soltarás? – pregunté, el asintió – Me las enseñó Bellatrix
– ¿Mi tía la loca? – preguntó atónito –
– No está loca – dije ofendida – Y sí, me las enseñó cuando tenía unos pocos meses de vida. Y como le cuentes esto a alguien te odiaré por siempre y no te volveré a dirigir la palabra en mi vida – dije intentando sonar seria –
– Kathie, eres mala actriz, no intentes engañarme
– O si no, ¿qué? – pregunté desafiante –
– Pues que pasará esto – Draco me cogió en brazos, se levantó, me tiró en la cama y empezó a hacerme cosquillas –
– Draco jaajajaja para jajajaja por fa jaja vor – dije riéndome –
– Señor Malfoy, deje a la señorita Riddle ahora mismo – dijo una voz desde la puerta de mi habitación. Nos dimos la vuelta y vimos a Theo riéndose por las caras que habíamos puesto –
– Eres estúpido – dije acercándome a él y dándole un golpe en el hombro –
– Teníais que haber visto vuestras caras – dijo riéndose – ¿Quién creíais que era? ¿Snape?
– Si, muy gracioso Theo – dijo Draco irónicamente –
– Bueno, ¿vamos a desayunar? – dije sonriendo –
– Vosotros id yendo, yo tengo que cambiarme – dijo Draco, se levantó de la cama y atravesó el portal –



Pasaron dos semanas bastante tranquilas, Harry estaba bastante preocupado por Sirius, yo intentaba calmarle diciéndole que no había visto nada, y realmente era la verdad, no había vuelto a tener esas horribles visiones gracias a que la profesora Trelawney me había ayudado a controlarlas y a que todas las noches dormía con Draco.
En una de las clases de Moody, nos había lanzado para ‘enseñarnos’ la maldición Imperius. Yo fui la única que pudo resistirla, aunque Harry, después de varios intentos, también lo consiguio.
La cantidad de deberes había aumentado rápidamente y no tenía tiempo para nada. Una semana antes del 30 de octubre nos informaron que los representantes de Durmstrang y Beauxbatons llegarían el día 30.
Cuando llegó el esperado día todo el mundo estaba bastante nervioso, el Gran Comedor había sido decorado especialmente para la ocasión. A la hora de la cena todo el mundo estaba muy nervioso, cuando estábamos todos sentados se abrieron las puertas del comedor y aparecieron varias alumnos, vestidos de color azul, haciendo una especie de baile que iban guiados por una mujer bastante grande y después aparecieron los alumnos de Durmstrang guiados por Karkarov. Las alumnas de Beauxbatons se sentaron en la mesa de Ravenclaw.
– Perdona – dijo alguien dándome un pequeño golpe en el hombro para llamar mi atención – ¿Podemos sentarnos aquí?
– Por supuesto, los sitios están libres – dije amablemente –
– Soy Viktor Krum – dijo extendiendo su mano –
– Lo se, yo soy Katherine Riddle, encantada – dije sonriendo –
La cena pasó bastante bien, Viktor resultó ser una persona de pocas palabras, pero una buena persona, de vez en cuando miraba hacia la mesa de Gryffindor y me encontraba con la atenta mirada de Ron hacia Viktor.

– Ha llegado el momento – anunció Dumbledore, sonriendo a la multitud – El Torneo de los tres magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre sólo para aclarar en qué consiste el procedimiento que vamos a seguir. Los señores Bagman y Crouch han trabajado sin descanso durante los últimos meses en los preparativos del Torneo de los tres magos – continuó Dumbledore – y estarán conmigo, con el profesor Karkarov y con Madame Maxime en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones.
– Los señores Crouch y Bagman han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar – dijo Dumbledore mientras Filch colocaba con cuidado el cofre en la mesa, ante él – y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear el peligro. Como todos sabéis, en el Torneo compiten tres campeones – continuó Dumbledore con tranquilidad – uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.
Dumbledore sacó la varita mágica y golpeó con ella tres veces en la parte superior del cofre. La tapa se levantó lentamente con un crujido. Dumbledore introdujo una mano para sacar un gran cáliz de madera toscamente tallada. No habría llamado la atención de no ser porque estaba lleno hasta el borde de unas temblorosas llamas de color blanco azulado.
Dumbledore cerró el cofre y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa, para que todos los presentes pudieran verlo bien.
– Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz –explicó Dumbledore –. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.
»Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación – prosiguió Dumbledore –, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz. Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar vuestro nombre en el cáliz de fuego estáis firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse. Así que debéis estar muy seguros antes de ofrecer vuestra candidatura.
Cuando salía del Gran Comedor, escuché algo que mejo bastante impactada.
– ¿La princesa de Slytherin no quiere participar? – preguntó una voz a mis espaldas, me di la vuelta y vi a una chica de mi edad, rubia y ojos grises –
– ¿La pequeña Malfoy tampoco va a participar? – pregunté divertida –
– Sabes que soy un mes mayor que tú – dijo abrazándome –
– Lo se Izzy – dije sonriendo. Isabelle o Izzy era mi mejor amiga, es la hermana gemela de Draco, aunque ella no es una Malfoy más, utiliza su apellido pero no vive con ellos, digamos que es la rebelde de la familia – ¿Y que hacer tú aquí?
– Estudio en Beauxbatons – dijo sonriente –
– Te he echado mucho de menos – dije abrazándola –
– ¿Saludas a una desconocida antes que a tu hermano? – dijo la voz de Draco a nuestras espaldas, no pudimos evitar reírnos como locas – ¿Qué es lo gracioso?
– Lo gracioso es que pienses que no conozco a la pequeña Katherine – dijo Izzy cogiéndome los mofletes –
– No soy pequeña – dije molesta –
– Draco, Kath os he estado buscando – dijo Theo que venía corriendo – ¿Isabelle?
– Theo – gritó Izzy lanzándose a los brazos de Theo –
– Vale, abrazas a todo el mundo menos a mí – dijo Draco fingiendo estar enfadado –
– Oins Draqui se pone celoso – dije burlándome de él e imitando a Astoria–
– Tranquilo, ya te abrazo hermanito – dijo abrazándole –
– Isabelle, tenemos que irnos ya – dijo una rubia con acento francés –
– Adiós chicos, nos vemos mañana – dijo Iz mientras de marchaba –
– Adiós Iz, mañana hablamos – dije mientras ella salía del castillo – Bueno chicos, ¿qué tal la cena? – dije poniéndome en medio de ellos –
– Bien, aunque seguro que tú la pasaste mejor junto a Krum – dijo Draco ¿celoso? –
– ¿Celoso Malfoy? – pregunté arqueando una ceja –
– ¿Yo? No, por supuesto que no – dijo con un leve sonrojo en sus mejillas – Por cierto, no sabía que conocías a mi hermana, casi nadie sabe de ella.
– Izzy es mi mejor amiga – dije recordando la primera vez que nos vimos, también fue la primera vez que vi a Draco, la única diferencia es que ella se acuerda, él no. Yo tenía cuatro años, ese año vivía con los Greengrass, ya que los mortífagos que seguían libres se turnaban año tras año para ‘cuidarme’, los Malfoy invitaron a los Greengrass a una cena y me llevaron con ellos, mientras sus padres hablaban a nosotros nos mandaron a los jardines de Malfoy’s Manor y allí nos empezamos a conocer – Buenas noches chicos – dije despidiéndome de ellos ya que ya habíamos llegado a la sala común de Slytherin.
– Buenas noches Kath – dijo Theo dándome un beso en la mejilla – Adiós Draco.
– Buenas noches Theo – dije –
– ¿Quieres que esta noche duerma contigo? – preguntó Draco –
– Sabes que sin ti no puedo dormir – dije abrazándole como a un osito de peluche–
– Te veo dentro de unos minutos en tu habitación – dijo yendo hacia su habitación. Yo fui hacia la mía, me cambié y me metí en la cama, segundos después apareció Draco. Se metió conmigo en mi cama y le abracé, me encantaba su aroma a menta, le miré a los ojos y me di cuenta de que él también me estaba mirando, le sonreí y me escondí en su pecho.

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:43 am

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Capitulo 10:
El caliz de fuego


Simplemente parecidos, como almas gemelas.




Me desperté al día siguiente bastante feliz, me sentía completa por primera vez en mucho tiempo. Fui a hacer lo rutinario, ducharme, peinarme…, me vestí y salí del baño. Draco todavía no se había despertado y no quería despertarle porque estaba adorable. Fui al Gran Comedor y empecé a desayunar tranquilamente, me senté en la mesa de Slytherin ya que no había muchas serpientes. Alguien se sentó en frente mía, cuando levanté la vista para ver quién era me encontré con la sonrisa de Izzy.
– Buenos días Katie Kath Kathie – sonrió burlonamente. Llevaba puesta esta ropa –
– Buenos días – dije sonriendo –
– ¿Qué tal la noche? – preguntó pícaramente –
– Como siempre – dije sin darle importancia – ¿Y tú? ¿Qué te parece Hogwarts?
– Me parece un lugar maravilloso – dijo sonriendo – Pero no vas a conseguir que cambie de tema.
– Hola – dijo la arrogante voz de Pansy – ¿Qué hace aquí una pija estúpida de Beauxbatons?
– Algo que a ti no te importa – contestó Izzy –
– Sí que me importa porque soy la princesa de Slytherin – dijo poniendo una voz de niña pequeña –
– La única princesa que hay aquí soy yo – dije sonriendo – Porque tú no eres la hija del heredero ¿verdad? – varias personas que habían estado observando a la gente que ponía su nombre en el cáliz, empezó a observarnos –
– No, pero soy la novia del príncipe de Slytherin – dijo sonriendo con autosuficiencia –
– Que yo sepa, Pansy, tú y no somos nada – dijo Draco, que acababa de sentarse al lado de Izzy. Pansy se puso roja y salió corriendo del Gran Comedor –
– Eso ha sido espectacular – dije riéndome –
– Solo he dicho la verdad – dijo cogiendo una manzana. Después de eso se armó un gran alboroto en el vestíbulo, donde se encontraba el cáliz. Cuando salí para ver lo que pasaba encontré a los gemelos con largas barbas blancas y bastantes arrugas –
– ¿Qué os ha pasado? – dije riéndome –
– Por tu culpa la poción salió mal – dijeron a la vez –
– Si yo no hice nada – dije atónita –
– Por eso – dijeron a la vez, de nuevo –
– Tenías que habernos ayudado – dijo Fred –
– Porque eres la mejor en pociones – acabó George –
– La señorita Riddle no tiene la culpa – dijo la voz de Dumbledore a nuestras espaldas – Os lo advertí —dijo divirtiéndose. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes – Os sugiero que vayáis los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más vuestra barba que la que les ha salido a ellos.

Después del pequeño incidente decidí volver al Gran Comedor. Allí estaban Draco, Izzy, Theo y Daph hablando alegremente.
– Hola, Kath – me saludó Viktor, que estaba a mi lado – ¿vienes a la mesa?
– Oh, sí – dije sonriendo – ¿Has puesto tu nombre en el cáliz?
– Sí, espero ser el campeón de Durmstrang
– Estoy segura de que lo conseguirás – dije animándole, mientras andábamos hacia la mesa de Slytherin – Hola chicos – saludé cuando llegamos a la mesa –
– Kath, yo me tengo que ir, adiós – se despidió Viktor –
– ¿Conoces a Viktor Krum? – me preguntó Izzy impaciente –

– Bueno, le conozco desde que nos vimos ayer, aunque también le vi jugar en los mundiales – dije – ¿Por? ¿Te gusta Krum?
– Bueno, es atractivo, pero no es mi tipo – dijo sonriendo – Por cierto, tengo tu anillo
– ¿Qué?
– El anillo de Slytherin, se te calló anoche – dijo sonriendo –
– Oh, siempre lo pierdo.
– Es cierto – se unió a nuestra conversación Daph – Siento si sueno muy entrometida, pero, ¿de qué os conocéis?
– Iz es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón.
– No mientas Riddle, tú te acuerdas de cosas que pasaron cuando tenías meses, y nosotras nos conocimos cuando teníamos cuatro años – dijo Izzy sonriendo –
– Cierto, pero da igual, siempre serás mi mejor amiga – dije abrazándola –
Después de eso pasamos la tarde juntos dando vueltas por Hogwarts, cuando llegó la hora de cenar, nos separamos e Izzy se fue con los alumnos de Beauxbatons a la mesa de Ravenclaw, la cena fue bastante animada aunque todo el mundo esperaba con ansias saber quién sería el campeón de cada colegio.

Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.
– Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión – anunció Dumbledore – Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado – indicó la puerta que había detrás de su mesa – donde recibirá las primeras instrucciones.

Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante.
De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.
Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.
– El campeón de Durmstrang – leyó con voz alta y clara – será Viktor Krum.
– Enhorabuena Viktor – dije abrazándole – Sabía que lo conseguirías.
– Gracias Kath – me agradeció Viktor. Se levantó de la mesa de Slytherin y caminó hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.
– ¡Bravo, Viktor! – bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos – ¡Sabía que serías tú!
La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
– La campeona de Beauxbatons – dijo Dumbledore – es ¡Fleur Delacour!
Vi como aquella chica abrazaba a Izzy y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw.
Cuando Fleur hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...
Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.
– El campeón de Hogwarts – anunció – es ¡Cedric Diggory!
– ¡Estupendo! – dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos – Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos vosotros, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, daréis a vuestros respectivos campeones todo el apoyo que podáis. Al animarlos, todos vosotros contribuiréis de forma muy significativa a...
El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.
Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:
– Harry Potter.
Harry permaneció sentado. Nadie aplaudía. La profesora McGonagall se levantó y se acercó a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ella la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo.
– Yo no puse mi nombre – gritó Harry – Vosotros lo sabéis.
– ¡Harry Potter! – le llamó Dumbledore – ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!
Harry se puso en pie, se pisó el dobladillo de la túnica y se tambaleó un poco. Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff.
– Bueno... cruza la puerta, Harry – dijo Dumbledore, sin sonreír.
Harry cruzó la puerta. Después Dumbledore habló.
– Bueno después de este incidente creo que… – Dumbledore se volvió a callar. El cáliz había vuelto a echar chispas rojas y arrojaron otro trozo de pergamino. Lo cogió y le leyó atentamente, después de un largo tiempo, dijo el nombre del campeón – Katherine Riddle.
No podía estar pasando. Yo no puse mi nombre en el cáliz, y estoy segura de que Harry tampoco lo hizo. Escupí a Pansy, que estaba sentada delante de mí, el jugo de calabaza que había tomado. Me levanté de mi asiento y fui hacia donde se encontraba Dumbledore, le miré y me dirigí hacia la puerta en la que estaban los demás concursantes. Era una sala más pequeña, decorada con retratos de brujos y brujas. Cuando entré nadie se dio cuenta de mi presencia, Viktor, Fleur y Cedric estaban en frente de la chimenea y Harry de pie.
Oí detrás un ruido de pasos apresurados. Era Ludo, que entraba en la sala. Nos cogió del brazo a Harry y a mí y nos llevó adelante.
– ¡Extraordinario! – susurró, apretándome el brazo – ¡Absolutamente extraordinario! Caballeros... señorita – añadió, acercándose al fuego y dirigiéndose a los otros tres – ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca, a el cuarto y a la quinta campeona del Torneo de los tres magos?
– ¡Oh, un chiste muy divertido, señor Bagman! – dijo Fleur con acento francés –
– ¿Un chiste? – repitió Bagman, desconcertado – ¡No, no, en absoluto! ¡Sus nombres acaban de salir del cáliz de fuego!
– Pero es evidente que ha habido un error – le dijo a Bagman con desdén – Ellos no pueden competir. Son demasiado jovenes.
– Bueno... esto ha sido muy extraño – reconoció Bagman, frotándose la barbilla impecablemente afeitada y mirando sonriente a Harry – Pero, como sabéis, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como su nombre ha salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, y no tienen más remedio que concursar. Tendréis que hacerlo lo mejor que podáis...

Después de un largo tiempo en el que Madame Maxime, Dumbledore y Karkarov nos preguntaban si habíamos metido nuestros nombres en el cáliz y discutían sobre si participaríamos o no, llegaron a la conclusión de que teníamos que participar.
– Tenemos que darles las instrucciones a nuestros campeones, ¿no? Barty, ¿quieres hacer el honor? – dijo Dumbledore sonriendo –
– Sí – respondió – las instrucciones. Sí... la primera prueba...
Fue hacia la zona iluminada por el fuego.
– La primera prueba está pensada para medir vuestro coraje – nos explicó – así que no os vamos a decir en qué consiste. El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante...
»La primera prueba se llevará a cabo el veinticuatro de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal.
»A los campeones no les está permitido solicitar ni aceptar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo. Harán frente al primero de los retos armados sólo con su varita. Cuando la primera prueba haya dado fin, recibirán información sobre la segunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.
El señor Crouch se volvió hacia Dumbledore.
– Eso es todo, ¿no, Albus?
– Creo que sí – respondió Dumbledore, que observaba al señor Crouch con algo de preocupación – ¿Estás seguro de que no quieres pasar la noche en Hogwarts, Barty?
– No, Dumbledore, tengo que volver al Ministerio – contestó el señor Crouch – Es un momento muy difícil, tenemos mucho trabajo. He dejado a cargo al joven Weatherby... Es muy entusiasta; a decir verdad, quizá sea demasiado entusiasta...
– Profesor Karkarov, Madame Maxime, ¿una bebida antes de que nos retiremos a descansar? – ofreció Dumbledore –
Pero Madame Maxime ya le había pasado a Fleur un brazo por los hombros y la sacaba rápidamente de la sala. Karkarov le hizo a Krum una seña, y ellos también salieron.
– Harry, Cedric, Katherine os recomiendo que subáis a los dormitorios – nos dijo Dumbledore – Estoy seguro de que las casas de Hufflepuff, Gryffindor y Slytherin os aguardan para celebrarlo con vosotros, y no estaría bien privarlas de esta excelente excusa para armar jaleo.

Salimos y el silencio reinaba en el Gran Comedor. No tenía ganas de nada y para mi desgracia Cedric empezó a hablar.
– O sea – comentó Cedric con una sutil sonrisa – ¡que volvemos a jugar el uno contra el otro!
– Eso parece – repuso Harry –
– Bueno, contarme – dijo Cedric – ¿Cómo hicisteis para dejar vuestro nombre?
– No lo hice – contesté irritada – Yo no lo puse. He dicho la verdad.
– Ah... vale – respondió Cedric. Era evidente que no me creía – Bueno... hasta mañana, pues.
Baje hacía la sala común de Slytherin y cuando llegué todos me miraban atentamente, decidí ignorarlos y subí a mi habitación. Me di una ducha, me puse al pijama y me metí en mi cama. Al rato sentí varias respiraciones aceleradas, me levanté de un salto y apunte con mi varita a las personas que se encontraban en mi habitación.
– ¡Lumos! – exclamé para ver quiénes eran las personas que habían entrado en mi habitación – ¿Cómo habéis entrado?
– Kath, ¿cómo estás? – dijo Izzy abrazándome – Madame Maxime me dejo quedarme porque sabe que eres como una hermana para mí.
– ¿Cómo es que eres una de las campeonas de Hogwarts? – preguntó Theo sentándose en mi cama –
– Ni idea – dije cansada – Pero creo que tiene algo que ver con mi padre – dije pensativa –
– ¿Por qué lo crees? – me preguntó Izzy –
– Porque lo noto – dije mirando de reojo a Draco, para que no dijese nada sobre mis visiones –
– Kath, le he dio a Madame Maxime que me quedaría aquí – dijo sonriendo –
– ¿Y? – pregunté cansada –
– ¿Te importa que me quede en tu habitación? – dijo rápidamente –
– Claro que no Iz – dije sonriendo – Bueno, vosotros ya podéis iros.
– Yo me quedo – dijo Draco tumbándose en mi cama –
– Si él se queda, yo también – dijo Theo mientras se arropaba con mi manta –
– ¡Bien, fiesta de pijamas! – gritó Iz, se subió en la cama, cogió un cojín y empezó a pegar a los chicos para que nos dejasen sitio en la cama –
– Estáis locos – dije riéndome y metiéndome en la cama entre Izzy y Draco –
Pasamos las horas hablando sobre cualquier cosa que se nos viniese a la mente, hasta que a las tres de la madrugada Theo e Iz se quedaron dormidos.
– Kath, ¿estás despierta? – me preguntó Draco –
– Sí – dije apoyando mi cabeza en su hombro –
– ¿En serio crees que ha sido tu padre? – preguntó mirándome –
– Si, bueno, no. A ver, creo que todo esto tiene algo que ver con mi padre, pero estoy completamente segura de que él no puso ni mi nombre, ni el de Harry en el cáliz. Creo que tuvo que ser algún mortífago.
– Ya…
– Pero eso ahora me da igual, estoy feliz porque he recuperado a mi mejor amiga – dije sonriendo –
– Si, que Izzy esté aquí es genial – dijo apenada –
– ¿Qué te pasa, Draco? – pregunté mirándole –
– Nada, solo que no quiero que… ya sabes… – dijo mirándome –
– Yo tampoco quiero morir, pero es mi destino – dije mirándole a los ojos. Me acurruqué en su pecho – Buenas noches Draco.
– Buenas noches princesa – dijo abrazándome –

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:44 am

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Capitulo 11:
Hocicorto sueco de color azul plateado


Nada ocurre por casualidad. Todo lo que pasa tiene un porqué. Tal vez tu cerebro no lo sepa, puede que jamás lo imagine. Pero tu corazón lo sabe. Tu corazón siempre lo sabe.




Los meses pasaron y llegó el día de la primera prueba. ¿Nerviosa? Bastante. En la prueba tendía que enfrentarme contra un dragón y realmente no tenía ni idea de cómo superarla, eso me alteraba realmente. Y todo esto empeoró, cuando Dumbledore me dijo que no podía usar mi nueva ‘habilidad’ con el fuego para defenderme del dragón. Además, os preguntareis como sé que la primera prueba son dragones, bueno, es fácil saber cosas que sucederán cuando ‘ves el futuro’.
Llegó la hora de la comida y me senté junto a Theo. La profesora McGonagall y Snape entraron al Gran Comedor y Snape vino rápidamente hacia mí y McGonagall hacía Harry.
– Tienes que bajar ya a los terrenos del colegio, tienes que prepararte para la primera prueba.
– ¡De acuerdo! – dije seria –
Salí del Gran Comedor con Severus. Tampoco el parecía el mismo; de hecho, estaba casi tan nerviosa como yo. Al bajar la escalinata de piedra y salir a la fría tarde de noviembre, me sonrío tiernamente.
– No te dejes dominar por el pánico – me aconsejó – y compórtate como una verdadera serpiente.
Severus me conducía bordeando el bosque hacia donde había levantado una tienda.
– Tienes que entrar con los demás y esperar tu turno, Katherine. El señor Bagman está dentro. Él te explicará lo que tienes que hacer... Buena suerte.
Cuando entré en la tienda Cedric, Viktor y Fleur ya se encontraban allí, instantes después entró Harry.
– ¡Harry! ¡Bien! – dijo Bagman muy contento, mirándolo – ¡Ven, ven, ponte cómodo! Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente! Cuando hayan llegado los espectadores, os ofreceré esta bolsa a cada uno de vosotros para que saquéis la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentaros. – nos enseñó una bolsa roja de seda – Hay diferentes... variedades, ya lo veréis. Y tengo que deciros algo más... Ah, sí... ¡vuestro objetivo es coger el huevo de oro!
Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Y, a continuación Bagman abrió la bolsa roja de seda.
– Las damas primero – dijo tendiéndonosla a Fleur y a mí –
Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un galés verde. Alrededor del cuello tenía el número «dos». A continuación metí la mano en la bolsa y saqué una miniatura de un hocicorto sueco de color azul plateado, que alrededor del cuello tenía el número «tres».
Después Viktor sacó el bola de fuego chino. Alrededor del cuello tenía el número «cuatro». Cedric metió la mano en la bolsa y sacó otro hocicorto sueco de color azul plateado con el número «uno» atado al cuello. Llegó el turno de Harry, que sacó un colacuerno húngaro con el número «cinco»
– ¡Bueno, ahí lo tenéis! – dijo Bagman – Habéis sacado cada uno el dragón con el que os tocará enfrentaros, y el número es el del orden en que saldréis, ¿comprendéis? Yo tendré que dejaros dentro de un momento, porque soy el comentador. Diggory, eres el primero. Tendrás que salir al cercado cuando oigas un silbato, ¿de acuerdo? Bien. Harry… ¿podría hablar un momento contigo, ahí fuera?
– Eh... sí – respondió Harry, y Bagman y él salieron de la tienda –

Le tocaba salir a Cedric, tenía la cara verdaderamente verde.
– ¡Buena suerte! – exclamé intentando sonreír, pero solo conseguí forzar una mueca –
– Gracias – dijo moviendo los labios, en ese instante Harry entró a la tienda. Cuando Cedric salió para enfrentarse contra el hocicorto sueco, se produjo un tremendo silencio en la tienda.
Tras unos quince minutos un bramido ensordecedor elimino completamente el silencio, solo podía significar una cosa. Cedric había conseguido coger el huevo de oro.
– ¡Muy pero que muy bien! – gritaba Bagman – ¡Y ahora la puntuación de los jueces!
Pero no dijo las puntuaciones. Supuse que los jueces las levantaban en el aire para mostrárselas a la multitud.
– ¡Uno que ya está, y quedan cuatro! – gritó Bagman cuando volvió a sonar el silbato – ¡Señorita Delacour, si tiene usted la bondad!
Fleur temblaba de arriba abajo. Diez minutos después la multitud volvía a aplaudir con fuerza. También Fleur debía de haberlo logrado. Se hizo una pausa mientras se mostraban las puntuaciones de Fleur. Hubo más aplausos y luego, por tercera vez, sonó el silbato.
– ¡Y aquí aparece la señorita Riddle! – anunció Bagman –
Me tocaba salir y no sabía cómo iba a conseguir burlar al hocicorto sueco. Salí de la tienda sintiendo como el pánico se apoderaba de mí, en mi cabeza no paraban de repetirse una y otra vez las palabras que me había dicho Severus:

«Compórtate como una verdadera serpiente»

Pasé los árboles y penetré en el cercado a través del hueco. Lo vi todo ante mis ojos como si se tratara de un sueño de colores muy vivos. Desde las gradas que por arte de magia habían puesto después del sábado lo miraban cientos y cientos de rostros. Y allí, al otro lado del cercado, estaba el hocicorto sueco agachado sobre la nidada, con las alas medio desplegadas y mirándome. La multitud gritaba muchísimo, pero ni sabía ni me preocupaba si eran gritos de apoyo o no.

«Compórtate como una verdadera serpiente», «Compórtate como una verdadera serpiente», «Compórtate como una verdadera serpiente» – me repetía constantemente –

Ya sabía lo que tenía que hacer, Severus me lo había dicho sin decírmelo. Tendría que transformarme en una serpiente para pasar lo más desapercibida posible. En momentos como este me alegraba ser la hija del heredero, ya que al ser la princesa de Slytherin, por alguna extraña razón, aparte de hablar pársel también podía convertirme en serpiente, era como ser un animago.

Cuando lo hice, me sentí bastante cambiada, tenía una ausencia total de extremidades y notaba mi piel recubierta de escamas. Me deslicé gracias a las ondulaciones laterales de mi nuevo cuerpo y fui en dirección hacia el lugar donde se hallaba el huevo. Cuando me encontraba a escasos centímetros del huevo volví a mi estado normal y ágilmente cogí el huevo. Miré alegre a todo el mundo que me observaba, pero antes de que me hubiera acordado de que un hocicorto sueco estaba delante de mí, este ya me había lanzado un chorro de fuego, que, aunque logré esquivarlo, me quemó un poco el brazo. Enseguida los cuidadores de los dragones se apresuraron a reducir al hocicorto.
Severus iba a toda prisa a mi encuentro desde la puerta del cercado, haciéndome señas para que me acercara.
– Enhorabuena, Riddle – dijo cuándo me hube acercado bastante –
– Gracias, profesor Snape – dije sonriendo –
– Excelente. Simplemente sublime. Estoy seguro de que ninguno de los presentes se esperaba esto – gritaba Bagman – ¡Ahora, las puntuaciones!
– Cada uno da una puntuación sobre diez – me explicó Severus –
Madame Maxime, la primera del tribunal, levantó la varita, de la que salió lo que parecía una larga cinta de plata que se retorcía formando un ocho.
A continuación le tocó al señor Crouch, que proyectó en el aire otro ocho.
Luego le tocaba a Dumbledore. Él proyectó un nueve, y la multitud vitoreó más fuerte que antes. Ludo Bagman: un cinco.
– ¿Un cinco? – pregunté extrañada – ¿Qué he hecho mal?
Y entonces Karkarov levantó la varita. Se detuvo un momento, y luego proyectó en el aire otro número: un diez. Pude ver en un rostro, durante un segundo, una pequeña sonrisa, a la cual correspondí.

No pude ver las actuaciones de Viktor ni la de Harry, debido a que me encontraba en la tienda de primeros auxilios. La tienda estaba dividida en cubículos. La señora Pomfrey me untó una pasta espesa de color naranja. Me aburría tanto en mi cubículo que decidí ir al de al lado, en el que estaba Cedric.

– ¿Qué tal estas? – pregunté –
– Bien, bueno, al igual que tú, quemado – dijo riendo –
– Tiene gracia – dije sonriendo – Nos tocó enfrentarnos a la misma clase de dragón y nos ha ocurrido lo mismo.
– Si, es muy gracioso – dijo sarcástico –
– No te burles de mi Diggory – dije riéndome –


Después de seguir charlando fuimos a la tienda en la que habíamos estado inicialmente, a nosotros se unieron Fleur y Viktor, y después entró Harry.
– ¡Lo has hecho muy bien, Harry!
– Y tú – dijo Harry devolviéndome la sonrisa –
– ¡Muy bien todos! – dijo Ludo Bagman – Ahora, sólo unas palabras. Tenéis un buen período de descanso antes de la segunda prueba, que tendrá lugar a las nueve y media de la mañana del veinticuatro de febrero. ¡Pero mientras tanto os vamos a dar algo en que pensar! Si os fijáis en los huevos que estáis sujetando, veréis que se pueden abrir... ¿Veis las bisagras? Tenéis que resolver el enigma que contiene el huevo porque os indicará en qué consiste la segunda prueba, y de esa forma podréis prepararos para ella. ¿Está claro?, ¿seguro? ¡Bien, entonces podéis iros!

Salí de la tienda junto a Harry y nos juntamos con Ron, que nos estaba esperando.
– ¿Ya nos diriges la palabra? – dije sonriendo, ya que Ron no nos había hablado ni a Harry ni a mí, después de que nuestros nombres salieran del cáliz –
– Si, lo siento mucho Kath – dijo apenado –
– No pasa nada Ron – dije riéndome –
– Tu transformación fue impresionante – dijo Ron –
– Gracias.
– ¿Te transformaste? – preguntó Harry atónito –
– Si, fue lo único que se me ocurrió – dije sintiéndome estúpida – Bueno chicos, me tengo que ir a mi sala común – dije cuando llegamos al castillos – ¡adiós!

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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:45 am

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Capitulo 12:
Una desagradable sorpresa


Si en algún momento crees que no hay salida, tan sólo has de respirar y la calma te dará la respuesta.


•Katherine's POV•


Estaba apoyada en mi mesa -junto a Draco y Theo- mientras observaba como Snape le quitaba puntos a Gryffindor. Estaba muy cansada y no tenía ganas de prestar atención, aunque como os he dicho, Severus solo se interesaba en quitar puntos a Gryffindor y en molestar a Harry. Sentí como mis párpados se cerraban lentamente, y sin poder evitarlo me quedé dormida. Estaba en un… ¿cementerio? Bueno, si no era un cementerio era algo parecido. También estaban Harry, Cedric y… ¿Colagusano? ¿Por qué tengo que soñar con ese sucio traidor? De repente, sentí un leve cosquilleo en mi brazo izquierdo y me desperté sobresaltada. Theo y Draco se habían estado burlando de mí por quedarme dormida. Les fulminé con la mirada. Severus seguía hablando pero yo no me enteraba de nada. Estaba pensando en mi sueño… ¿sería solo un sueño? ¿O tal vez una visión?
– Cuando acabe la clase, quiero que todos los alumnos de mi casa permanezcan unos minutos aquí, tengo que explicaros algo – dijo Severus, sacándome de mi ensimismamiento –
– ¿Por qué tendremos que quedarnos? – les pregunté en un susurro –
– Ni idea – dije Theo, al igual que yo, susurrando –
– Yo creo que sé porque nos tenemos que quedarnos – susurró Draco –
La clase finalizó y todos los de Gryffindor salieron de la mazmorra, no sin antes lanzarme una sonrisa de apoyo. Empecé a recoger mis cosas lentamente mientras los demás comenzaban a hablar. Severus les lanzó una mirada furibunda e inmediatamente la mazmorra se llenó de un ambiente tenso y silencioso.
– Como todos sabéis este año en Hogwarts se está celebrando El Torneo de los Tres Magos y una parte tradicional del torneo es el Baile de Navidad. Al baile solo irán los alumnos de cuarto en adelante, aunque podéis invitar a un estudiante más joven. Será obligatoria la túnica de gala. El baile tendrá lugar en el Gran Comedor, comenzará a las ocho en punto el día de Navidad y terminará a medianoche. Espero que como buenos alumnos que sois dejéis el honor de Slytherin impecable, sobre todo espero esto último de nuestra campeona, que será una de las personas que abrirá el baile.
– ¿¡QUÉ YO QUÉ!? – exclamé exaltada – ¡YO NO PIENSO IR AL BAILE!
– Como todos los campeones y parejas deben abrir el baile, es tradición. Esta tarde tendremos una práctica para que mejoréis bailando. A las siete en punto en el Gran Comedor – dijo serenamente. Cerré mis puños – Bueno, ya podéis marcharos.
Los demás salieron y yo esperé sentada a que Severus se percatase de mi presencia.
– ¿Quieres algo, Katherine? – preguntó –
– Si, Severus, quiero saber porque tengo que abrir un estúpido baile – grité exasperada – ¿Por qué no pueden hacer eso Cedric o Harry?
– Ellos también abrirán el baile – dijo mirándome fijamente a los ojos – Kat, sé que no te gustan los bailes, pero debes hacerlo.
– No me gustan los bailes – dije refunfuñando mientras subía al Gran Comedor. Mientras subía vino una brillante idea a mi cabeza. Entré rápidamente al Gran Comedor y me senté en frente de las dos únicas personas que podían ayudarme en mi brillante idea. George y Fred Weasley.
– ¿Qué quieres, princesa? – preguntó George levantando una ceja –
– Necesito que me ayudéis para que no tenga que ir al baile – dije rápidamente –
– ¿No quieres ir al baile? – preguntó Fred incrédulo –
– Detesto los bailes – dije suspirando –
– ¿Y en qué quieres que te ayudemos?
– ¿Tenéis algo que pueda ayudarme? – pregunté desesperada –
– Lo siento, princesa – dijo Fred –
– No tenemos nada que pueda ayudarte – terminó George –
– No pasa nada – dije de mal humor – Al final tendré que encontrar pareja y comprarme un vestido, ¡matadme por favor! – les supliqué –

Pase la tarde cerca del lago intentando no pensar en mi gran problema. Miré mi reloj y me di cuenta de que ya tenía que estar en el Gran Comedor. Me levanté corriendo y entré apresuradamente al castillo. Cuando entré por la puerta del Gran Comedor todo estaba muy diferente, habían quitado las mesas del medio y al fondo de la sala estaban Snape y Sprout junto a un fonógrafo. Había muchos alumnos de Hufflepuff así que seguramente tendríamos que dar esta ‘clase’ con ellos. Me acerqué hasta donde estaban todas las chicas y esperé a que comenzaran a hablar. Cuando empezaron a hablar no escuché nada de lo que dijeron, simplemente pensaba alguna manera para no tener que ir al maldito baile, pero algo-específicamente alguien- me sacó de mis pensamientos.
– No pienso bailar contigo – dijo la aguda voz de Pansy cuando Cedric se acercó a sacar a bailar a alguien –
– Ya, ni yo – dijo él tranquilamente – Yo quiero bailar con las chica más guapa de Slytherin, y resulta que no eres tú – inevitablemente solté una pequeña risita – Katherine, ¿me harías el favor de ser mi pareja en este pequeño ensayo? – dijo tendiéndome su mano amablemente –
Accedí y fuimos al medio del Gran Comedor, varias parejas se unieron después de varios segundos. Encendieron el fonógrafo y la música inundó la sala. Especialmente no me gustaba mucho así que saqué mi móvil muggle y me puse a escuchar mi música.
– Bailas muy bien – me dijo Cedric –
– ¿Esperabas que bailase mal? – pregunté –
– No, solo es que me sorprende que lo hagas tan bien – dijo – por eso de que no quieres ir al baile y eso.
– No quiero ir porque detesto los bailes – dije cansada – ¿Quieres escuchar mi música? En mi opinión es mucho mejor que esta.
– Oh, vale – dijo sonriente y le puse un auricular en la oreja. Empezamos a bailar de manera muy extraña y todos los demás se quedaron mirándonos –
– ¿Qué miráis? – les grité –
– Miran que deberíais estar bailando al ritmo de la música, no eso que estáis haciendo – dijo Severus severamente detrás de nosotros –
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The light in the darkness {Draco Malfoy y tú} Empty Re: The light in the darkness {Draco Malfoy y tú}

Mensaje por #Morgenstern Lun 01 Abr 2013, 5:52 am

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Capitulo 13:
Amor,divina locura.


I fell in love with you. I don’t know how, I don’t know why. I just did..


Tres días antes del baile Pansy fue pavoneándose por todo Hogwarts diciendo que iría con Draco al baile. Como no creía que eso fuese verdad, después de comer le llevé hasta los baños.
– ¿Es verdad? – le pregunté –
– ¿El qué?
– ¿Vas a ir con Pansy? – pregunté –
– Sí – dijo sonriendo – Me lo pidió, y accedí. Y bueno, si no iba con ella, ¿con quién iría?
– Oh – dije forzando mi sonrisa más cínica – Sí, me alegro mucho por ti, bueno, me tengo que ir – dije y salí corriendo, pero unas voces me detuvieron –
– Kath, ¿adónde vas? – me preguntaron Iz y Theo –
– Hola chicos – saludó Draco, que acababa de llegar –
– Tengo que irme, adiós – dije y salí corriendo, de nuevo –
•Draco's POV•
– Oye, ¿vosotros sabéis lo que la pasa? – preguntó Izzy –
– No
– Bueno, antes estuvimos hablando sobre el baile – dije pensativo –
– ¿La pediste ir al baile? – preguntó Iz emocionada –
– No, la conté que iría con Pansy – dije sobresaltado –
– Eres estúpido, tío – dijo Theo –
– ¿Cómo se te ocurre decirla eso? – preguntó Iz enfadada –
– Solo dije la verdad – reproché –
– Eres un imbécil – gritó Iz y se fue en la misma dirección que Kath –
– ¿Por qué no la pediste ir al baile contigo? – preguntó Theo rompiendo el incómodo silencio –
– No lo sé – dije agachando la mirada. Realmente estaba muy arrepentido –
– Tranquilo, te perdonará, es Katherine – dijo sonriendo – ¿Vamos a hacer los deberes?
– Vale – dije sin ganas de nada, y nos dirigimos a la sala común –
•Katherine's POV•
Los días pasaron y mi relación con Draco se había enfriado demasiado, no quería hablar con él. ¿Por qué tuvo que aceptar ir al baile con Pansy? ¿Por qué no me lo pidió?
Llegó el día de Navidad y gracias a Merlín el día de antes encontré pareja.
*Flashback*

Corría por los pasillos de Hogwarts buscando a algún chico que todavía no tuviese pareja y que fuese mediana mente aceptable. ¿Por qué tendría que haber rechazado a casi todo Durmstrang y a medio Hogwarts? Sí, antes de que pasase lo de Draco todas esas personas me habían pedido ir al baile, pero yo simplemente les decía que era la hija de Lord Voldemort o cosas por el estilo y ellos huían. Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no me di cuenta de que había chocado con alguien.
– Lo siento mucho – dije arrepentida – Iba muy distraída
– No pasa nada – contestó – Yo también iba muy distraído…todavía no he encontrado pareja para el baile y se lo acabo de pedir una chica pero ya tiene pareja – dijo deprimido –
– ¿En serio? – pregunté feliz –
– Si… ¿por?
– Sé que debería ser al revés, pero… ¿quieres ir al baile conmigo? – pregunté –
– ¿Qué?... Claro que sí, me acabas de solucionar la vida Kath
*Fin Flashback*

Me estaba preparando junto a Izzy y Fleur, esta última y yo nos habíamos hecho muy buenas amigas, supongo que porque éramos las dos chicas del torneo. Madame Maxime nos estaba llamando ya que casi era la hora. Salimos del carruaje de Beauxbatons y fuimos a la entrada de Hogwarts. Había una gran mezcla de colores. Divisé a Viktor acompañado de Hermione y les sonreí.
– Chicas, tengo que ir a buscar a mi pareja – dije sonriendo – luego nos vemos.
– Espera – gritó Iz antes de que me fuera – Estás horrible – sonrió satisfecha –
– Tu pareces un dementor – sonreí –
– ¿Por qué os insultáis? – preguntó Fleur, con su típico acento francés –
– No nos insultamos, nos damos ánimos – respondió Izzy –
– Así si alguien nos insulta ya lo tenemos asimilado – sonreí – Nos vemos luego
Encontré un hueco entre la multitud y entré por él. Empecé a buscarle entre la multitud pero no le encontraba, hasta que divisé una cabellera pelirroja. Ron. Me aproximé hacia él.
– Ron, ¿dónde está? – pregunté –
– Katherine, tienes que abrir el baile con los demás concursantes, espera unos minutos en el vestíbulo – dijo sonriente la profesora McGonagall. La gente se empujaba mutuamente y me estaba agobiando. Definitivamente, odio los bailes.
– ¿No deberías estar con tú pareja? – preguntó una voz a mi espalda –
– No le encuentro – dije desesperadamente a Iz y a Theo que acababan de llegar cogidos de la mano. Theo llevaba un traje bastante formal y Iz esto –
– Tal vez te ha dejado plantada – comentó Theo –
– Te equivocas Nott, estoy aquí – dijo Harry apareciendo detrás de Theo –
– Harry – corrí a abrazarlo –
– Al final has conseguido pareja ¿eh, Potter? – comentó la voz de Draco arrastrando las palabras –
– Sí, ha conseguido pareja – dije separándome de Harry y sonriendo cínicamente–
– Todos al Gran Comedor, ¡ahora! – exclamó McGonagall. Draco, y el grupito de Slytherin que iba detrás de él entró al Gran Comedor, al igual que Theo e Izzy– Y vosotros poneros en fila – ordenó –
– Te sienta bien el rojo – dijo Harry mientras entrábamos al Gran Comedor. Llevaba esto Y este peinado
Entramos al Gran Comedor y todo estaba decorado espectacularmente, era una maravilla digna de ver. Nos sentamos en una mesa redonda en medio del Gran Comedor y alrededor había más mesas iguales, ya ocupadas por los alumnos.
Harry se sentó al lado de Percy, que había ido en representación del señor Crouch. Yo decidí sentarme en medio de Dumbledore y Karkarov. Pasé la velada conversando con Cedric, Viktor, Hermione y Fleur. Pero llegó la hora que más temía, tendría que bailar.
– Vamos, Kath, eres la mejor bailarina con la que he bailado – dijo Cedric intentando animarme –
– ¿Y si me tropiezo? – pregunté –
– Si tú te tropiezas, yo te cogeré antes de que te caigas ¿vale?
– Vale – suspiré y me puse en pie. Comenzamos a bailar. Si he de decir la verdad, os confieso que Harry bailaba fatal. A veces, cuando no podía soportarlo más, le susurraba cosas como ‘si no consigues bailar mejor acabaré lo que mi padre empezó’. ¡Gracias a Merlín, podemos parar de bailar! Ron, su pareja, Harry y yo nos fuimos a una de las mesas más alejadas de la pista de baile. Pasaron las canciones y yo me aburría demasiado, Fleur iba espectacular con su vestido Izzy y Theo estaban bailando alegremente y a su lado estaban Draco y Pansy. Al verlos bailar me entraron arcadas.
– Si las miradas matasen, Pansy estaría bajo tierra – dijo Harry sacándome de mis pensamientos –
– Lo mismo digo – dije haciendo una mueca – Cho y Cedric se ven muy felices ¿no? – Harry suspiró – Si sigo un minuto más aquí vomitaré, me voy Harry, nos vemos mañana
Salí lo más deprisa que pude de allí y me dirigí hacia las cocinas. Allí me encontré a Dobby sonriéndome feliz, pero no pude evitarlo y unas lágrimas recorrieron mi mejilla.
– ¿Qué le pasa ama Katherine? – preguntó preocupado –
– Tranquilo Dobby, no me pasa nada – dije secándome las lágrimas – Y te he dicho muchas veces que no me llames ama – sonreí –
– ¿No debería estar en el baile? – preguntó –
– Me he ido – suspiré – odio los bailes.
– Yo… bueno… Dobby quería bailar con ama Katherine…pero si ella no quiere – dijo tristemente –
– No Dobby, bailaré contigo – dije cogiéndole las manos y empezando a hacer un baile bastante extraño. Estuvimos mucho tiempo bailando, hasta que miré el reloj y era un poco tarde – Dobby, tengo que irme, mañana nos vemos – le di un beso en la mejilla y salí por la puerta. Pero antes de que pudiera salir completamente alguien me sujetó por el brazo y me besó pegándome a la pared –
•Draco's POV•
Vi salir a Kath apresuradamente y decidí seguirla. Me había quedado bastante deprimido cuando la vi con Potter. Antes de que se cerrase completamente la puerta de la cocina conseguí poner el pie y dejarla entreabierta. Vi como Kath se ponía a bailar con mi antiguo elfo doméstico, Dobby. Estaba tan tierna. Cuando salió la cogí por el brazo, la empuje hasta una pared cercana y la besé. Fue el beso más tierno que he sentido en toda mi vida. No separamos y la miré a los ojos, tenía un destello en ellos que jamás había visto. La besé otra vez. Necesitaba sus labios. Solo los había probado una vez y ya necesitaba más. Eran dulces, tiernos y delicados… incluso sabían a manzana. ¿Es eso posible? Nos separamos lentamente y sin previo aviso me abrazó. Aunque ella siempre intenta y consigue hacerse la fuerte, hay veces en las que es la persona más delicada del mundo. Esta, es una de esas veces. Necesita, amor y protección. Y yo estoy dispuesto a dárselo. Tengo que confesarla lo que siento por ella.
– Princesa – susurré – quiero decirte una cosa.
– ¿El qué? – preguntó con su hermosa y dulce voz –
– Te quiero – suspiré – Desde el primer momento en el que te conocí, desde que nos chocamos en King Cross, desde que me contestaste que tu sangre era más pura que la mía y que mirase por donde iba, desde que entraste en el equipo de quidditch – realmente se ve muy sexy con el uniforme de quidditch – desde que me dejas vigilar tus pesadillas, desde que me contaste que veías el futuro, desde que te levantas por las mañanas e iluminas la sala en la que estés con tu preciosa sonrisa, en fin, desde siempre. Dime… ¿quieres ser mi novia?
– Draco Lucius Malfoy Black, ¡por supuesto que sí! – dijo sonriendo – Pero, quiero que lo mantengamos en secreto.
– ¿Por? – pregunté extrañado –
– Porque no quiero ponerte en peligro, Draco. No es pura coincidencia que mi nombre y el de Harry saliesen del cáliz – dijo – Y no quiero que te pase nada –susurró en voz baja, pero lo escuche –
– De acuerdo, lo mantendremos en secreto – me acerqué a ella y la besé de nuevo, pero nos tuvimos que separar por culpa del aire. Realmente no sabía si podría controlarme en público –
– ¿No deberíais estar en el baile? – preguntó Snape, que iba junto a Karkarov –
•Katherine's POV•
– ¿No deberíais estar en el baile? – preguntó Severus –
– Sí – conteste –
– ¿Y que hacéis aquí? – preguntó –
– Tomar el té, Severus – dije sarcásticamente. En ese momento sentí una punzada de dolor en mi brazo izquierdo. No tenía la Marca Tenebrosa, pero cuando se comunicaban lo sentía –
– Muy graciosa Kath – respondió serio – No quiero que andes sola por el castillo, podría pasarte cualquier cosa
– Vale Severus, lo siento – dije honestamente y le abracé –
– ¿La sientes? – preguntó Igor –
– Sí – sonreí amargamente y le abracé – Será mejor que nos vayamos Draco
– ¿Eh? Ah, sí – dijo un poco despistado y fuimos hacia las mazmorras cogidos de la mano –


#Morgenstern
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