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Querida intrusa {Harry Styles HOT} Empty Querida intrusa {Harry Styles HOT}

Mensaje por Nagisa Leto Lun 09 Jun 2014, 5:09 pm

Nombre: Querida intrusa.
Autor: Reishike Ahn.
Adaptación: Si.
Género : Comedia, romance, drama.
Advertencias: Subiré un capítulo semanal, que será bastante largo.
Otras páginas : No.
Sinopsis:
Una chica perdida en un país
donde no conoce a nadie.
Por azares del destino, llega a vivir
con Harry.
Viven juntos en su departamento
mediante un trato.
Para ella, vivir con él es
insoportable, pero no le queda de
otra.
El chico guarda un gran secreto,
pero esa vida tranquila con ella es
algo a lo que se acostumbrará,
quizás más de lo que quisiese.
Esas horas en ese departamento,
entre risas y tonterías, regaños e
insinuaciones, se convierten en lo
que el llamaría su vida normal, un
escape para poder ser él mismo.
¿Cómo podrá ocultar él su otra
vida?
¿Y cómo podrá ella sobrevivir ante
aquel hombre
tan….indescriptiblemente sexy?
...
"Mi corazón latía muy rápido, tanto
que creí que él escucharía.
Estaba perdida, tendría que vivir
con ESE HOMBRE un buen tiempo,
que, aunque era amable y lindo,
era monstruosamente sexy. Lindo
rostro, lindo pelo, mirada profunda,
cuerpo escultural, totalmente
varonil, amable, simpático, lindo,
lindo, lindo y muy, muy seductor.
No sé si lo hacía propósito, pero
decidí no pensar en ello, mi
prioridad era sacármelo de la
mente.
Traté de dormir, pero desde esa
segunda noche que pasé en ese
departamento, esos sueños
indeseables y las fantasías
comenzaron y no me dejaban
dormir en ocasiones. Tenerlo a
unos cuantos metros no ayudaba.
Y fue también entonces que los
catarros para mí comenzaron, a
causas de las duchas frías que muy
seguido me daba.
A veces pienso que hubiera sido
mejor nunca haberme tropezado
con él…."
Nagisa Leto
Nagisa Leto


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Querida intrusa {Harry Styles HOT} Empty Re: Querida intrusa {Harry Styles HOT}

Mensaje por Nagisa Leto Lun 09 Jun 2014, 6:19 pm

CAPITULO 1. MI MALA FORTUNA ME
LLEVÓ A ÉL
El clima era frio y por lo visto
pronto comenzaría a anochecer.
Unas nubes lejanas amenazaban
con algo de lluvia. Parecía que el
clima se burlaba también de mí.
Estaba completamente sola, sin un
solo euro en mi bolso, y con mis
lágrimas a punto de brotar junto
con el aguacero que se venía.
En esos momentos me encontraba
a media calle. Era un lugar muy
concurrido, gente yendo y viniendo
de todos lados y a todos los
lugares. Sólo yo estaba ahí
detenida, sin saber por qué rumbo
ir.
Mi pesada mochila en la espalda
ya me reclamaba la bajara. Mi
pequeño bolso de mano estaba
aún abierto después de haberlo
revuelto tantos minutos antes.
La desesperación y la desgracia
habían caído sobre mí. Nunca me
hubiese imaginado que mi gran
viaje por un país desconocido
terminaría así.
Me dejé caer y me aferré a mis
rodillas flexionadas, repitiéndome
una y otra vez "No debí haber
venido".
Siempre había tenido ganas de
conocer el mundo, cuando conseguí
ahorrar lo suficiente en mi primer
trabajo después de graduarme, fui
tan feliz y me apresuré a elegir
mi lugar de destino. Había soñado
con eso, mi sueldo completo lo
dedicaría para mi primera visita a
un lugar extraño. Mi padre y mi
mejor amiga fueron quienes me
impulsaron a elegir venir a Londres.
Por una parte estaban las ganas
que tenía de conocer la ciudad
natal de mi progenitor, él me
contaba de los lugares mágicos que
tenía Inglaterra, de lo bello que era
este país donde había vivido toda
su vida hasta que conoció a mi
madre y por perseguirla se
mudó a México.
Abandonó su lugar de origen pero
quería que yo tuviera la
oportunidad de conocerlo. Susan,
mi amiga inseparable, era toda una aventurera y su máximo sueño y propósito
en la vida era ir a conocer el país. Aún tengo presente cómo
un día antes mientras recorríamos
Liverpool junto con otros turistas
parecía más feliz y loca que
nunca en su vida.
Pues me dejé convencer por ellos
dos y ahora estoy aquí. Sola,
abandonada en un país extraño y
envuelta en una cultura que,
aunque me encanta—no tanto
como a Susan—, ahora me
encontraba maldiciendo el
momento en que decidí venir.
Y es que no era para menos, el
grupo de turistas estábamos
recorriendo los lugares más
concurridos en el centro de Londres, y
yo tuve la genial idea de pararme
en una tienda de antigüedades,
pensé que no había mejor suvenir
que una pequeña réplica de los buses británicos. Cuando salí, pensé que
Susan estaría esperándome, pero…
¡Cual fue mi sorpresa cuando me
di cuenta de que no había nadie
de las personas que nos
acompañaba cerca, ninguno de los
guías, ni mi amiga!
Esperé afuera de la tienda, tarde o
temprano se darían cuenta de que
no estaba. Unos minutos después
me di cuenta de que mi vida
estaba acabada. Recibí una
llamada de Susan mientras estaba
partiendo el avión, ella creía que
yo me encontraba dentro, y me
preguntaba si estaba en el baño o
en algún otro lugar del avión.
Reí secamente, le dije que estaba
bien y me las arreglaría para
regresar. Pero la suerte no me
acompañaba ese día. Apenas
caminé una cuadra en dirección a
ningún lugar, esperando ver a un
policía cerca que me ayudara
cuando sentí que alguien jaló mi
bolso. Yo asustada jalé también,
impidiendo que me lo quitaran,
pero cuando ví correr a lo lejos al
ladrón con mi cartera en mano,
supe que mis días de felicidad
estaban contados.
No podía darme por vencida, la
noche se acercaba y no tenía ni
siquiera dinero para un hotel.
¿Qué debía hacer?

Me levanté y con la esperanza de
que alguien de los que cruzaban
por ahí hablara también ingles,
comenzé a pedir ayuda.
—Disculpe, ¿podría ayudarme?
—Disculpe, ¿Dónde encuentro a un
policía?
—Me han robado, ¿podría usted
auxiliarme?
Ayuda, ayuda, ayuda, ¿Qué nadie
hablaba mi idioma? Bueno, de que
me quejo, yo tampoco sé inglés,
así que todos me miraban
extrañados y uno que otro con cara
de miedo. Una turista perdida, si
acaso alguno me entendía, por la
prisa no se detenía a ayudarme.
¡Ahora sí me encontraba
desesperada!
Detenía a varias personas,
esperando que me ayudaran, pero
era en vano
Había tanta gente transitando por
la calle que me mareaba. Giré
repentinamente, tratando de
ubicarme, pero en el movimiento
fue tan brusco que choqué con
alguien. Inmediatamente mi bolso
fue a parar al suelo. Me agaché
para recoger mis cosas. Mientras
me levantaba me maldije por mi
mala suerte. ¿Ahora que venía?.
La persona con la que me topé se
agachó a ayudarme, de reojo pude
ver sus lustrosos zapatos y me di
cuenta de que era un hombre.
Cuando logré juntar todo, le
agradecí, aunque no creo que me
haya entendido.
—Estaba muy distraída, gracias.
A la primera no le vi muy bien,
pero, cuando terminé mi frase, por
poco y vuelvo a soltar el bolso,
tenía delante de mi tenía a un
chico espectacular, sin duda de
otro mundo. Era el claro ejemplo
de un lindo y guapísimo chico
británico. Era de mediana edad, a
mis cálculos no tenía más de
veinticinco años. Era alto —más de
lo normal —, tenía pelo largo y castaño que se
dejaba ver en las orillas de un
gorro, tez tan blanca que lo podría
haber hecho pasar por enfermo
fácilmente, llevaba lentes de sol,
que a pesar de que eran oscuros,
delataban a sus hermosos ojos verdes; a simple vista parecía estar vestido
así para ocultarse.
Mis piernas temblaron un poco
ante aquella visión.
En un tosco español el tipo me
contestó.
—Ten cuidado.
Fue como sí a mi mundo volviera la
luz. Las nubes de desesperanza se
hicieron a un lado dando paso al
luminoso sol. No estaba tan
perdida como lo creía, por fin
había encontrado a alguien que
entendía mi idioma y el hombre
parecía amable, quizás podría
ayudarme.
—¿Hablas español verdad? ¿Podrías
ayudarme?—pregunté desesperada.
Él se hizo a un lado, creo que
pensó que parecía una loca, al
instante pude observar que frunció
el ceño, a juzgar por lo mal que
hablaba el español, pude notar que
no me había entendido muy bien
que digamos.
Respiré hondo y volvía a hablar,
ahora más pausado.
—Necesito ayuda, no hablo
inglés, me han robado y no sé a
donde debo ir. También me he
perdido, no tengo dinero y estoy
sola, además, nadie me entiende,
tú sabes español y podrías…
—Perdón, no puedo—me
interrumpió aquel chico. Ahora si
me había entendido algo, y para
colmo se estaba negando a
auxiliarme, lo maldije por lo bajo.
¿Es tan difícil que la gente se dé
cuenta cuando alguien esta
realmente desesperado? ¡El podía
ayudarme y se estaba negando!
Pasó por mi lado y me dejo atrás.
Yo no soy de las personas que se
rinden fácilmente, además esta
hasta ahora había sido mi única
oportunidad, lo seguí
inmediatamente.
—Necesito que me ayudes, no sé
inglés y…
—¿Inglés? Pero si eres británica—dijo
algo entrecortado y mirándome con
cara de confusión.
—Ah….no, no soy británica, bueno,
sí, pero no he vivido aquí—hablé
tan rápido que él chico no volvió a
entenderme y me volvió a pasar de
largo.
Volví a correr para detenerlo, tenía
que explicarle que, aunque tenía el
aspecto de una chica de ese país,
no hablaba más que español. Era
cierto, mi padre era originario de
ahí, pero desde que yo nací
habíamos vivido en México,
podía entender las dudas del
chico.
—En serio, ayúdame, sé mi
traductor, y…quizás mi guía, no te
quitaré mucho tiempo, si no el
suficiente para que hagas tu buena
acción del día— le dije mientras
trataba de seguirle el paso, es de
mencionar que caminaba muy
rápido, sus largas piernas lo hacían
moverse a tal velocidad que me
cansaba.
—¿Traductor? No tengo tiempo.
¡Ah…ya me estaba desesperando,
por seguirlo no me había dado
cuenta que rumbo había tomado,
ahora me sería difícil regresar a la
tienda donde me perdí!
—¡Ayúdame!
—Ayuda, ayuda, consigue a alguien
más.
—Ya llevó un rato en eso, sólo te
he encontrado a ti—le contesté
mientras cruzábamos una calle
llena de autos y decenas de gente
yendo y viniendo.
—No puedo.
—¡Esta bien! ¡Entonces déjame a
mi suerte!—unas pequeñas
lágrimas comenzaron a brotar de
mis ojos, y en una actitud de niña
tonta y con berrinche, además de
desesperada, me dejé caer y metí
mi rostro entre mis rodillas,
sintiéndome la persona con peor
suerte en todo México, Inglaterra y el
mundo entero.
No me di bien cuenta cuando sentí
que el tipo me gritó. Instantes
después llegó y me tiró del brazo.
Me llevó a la acera, entonces me di
cuenta de la estupidez que había
hecho. Me había quedado tirada a
media calle, los autos comenzaron
a avanzar y yo seguía ahí,
exponiéndome a una muerte
segura.
—¡Te querías matar o qué!—me
espetó el tipo.
—¿Eh?
—Ok, ok, si no te ayudo te
suicidarás. Acompáñame.
Yo sólo sonreí, estaba feliz y el
susto que me había llevado ya no
me importaba.
Me jaló del brazo por un buen rato
mientras cruzábamos las calles
donde poco a poco se veía menos
gente.
Después de unos quince minutos
creo yo, llegamos a un edificio en
el cual entramos. Fuimos a las oficinas de lo que yo creí
eran migración o algo por el estilo.
Ya era de noche, así que había
poca gente, una señorita en el
vestíbulo nos atendió.
El chico castaño se dirigió a ella
en inglés. La mujer me observó y
preguntó ahora en mi idioma.
—¿Exactamente que sucede?
Le conté entonces mi gran
aventura por ese país. Cuando
terminé la mujer frunció el seño,
eso no me dio muchas esperanzas.
—¿Me puedes mostrar tu
pasaporte?
Gracias al cielo tenía ese
documento en mi mochila de viaje
que llevaba a mis espaldas.
—Mia Winkler, hija de padre británico pero vives en América.
Mmmm—se quedó pensando unos
segundos que me parecieron
eternos, necesitaba solucionar mi
problema pronto y su cara de duda
no me gustaba.
—…estas en un buen problema, no
creo poder ayudarte directamente,
pero te voy a pasar con alguien
más. Ve por favor al quinto piso,
pregunta por el señor Gallagher.
Asentí con la cabeza, luego le dijo
algo a mi acompañante lo cual no
entendí y entonces nos dirigimos
al elevador. El chico tomó mi
pasaporte cuando la mujer se lo
entregó y mientras subíamos por el
ascensor le dio una hojeada.
—¿Winkler Mia?—preguntó.
—Si—respondí extendiendo la
mano, esperando que mi salvador
mi diera también su nombre,
regresando a América rezaría por
él.
Por unos segundos dudó, pero
logró levantar la mano.
—Harry Styles—respondió
él.
Salimos del elevador, fuimos
directo con una mujer en un
escrito cercano. Harry habló con
ella y luego me hizo señas de irnos
a sentar y esperar.
Me acomodé, tiré mis cosas en un
asiento y escudriñé al rizado, se
había colocado sobre una ventana
que estaba abierta, supongo que
era debido al gran calor que se
sentía, del cual no me había
percatado debido a mi gran
problema. Había parado la llovizna
hacía mucho tiempo y ahora se
sentía un aire sofocante. Me
acerqué al lugar y respiré el aire
nocturno de la ciudad. Él sólo
miraba abajo a la gente pasar.
Entonces me dí cuenta que aún
tenía mi pasaporte en la mano.
—Te debo la vida—le hablé
volviendo a recuperar mi tono
lento de voz.
—Deberías tener cuidado…la
próxima….vez…que vengas….a
Inglaterra.
Qué adorable, ¿se estaba
despidiendo?
Un celular comenzó a sonar. El
chico se revolvió en sus bolsos
buscando el móvil. Eso, junto con
una repentina ráfaga de viento la
cual iba a maldecir los
siguientes días me harían volver a
sentirme la persona con más mala
suerte, y él, el tipo más tonto de
todo el universo.
Unos dos segundos bastaron para
que mi tranquila despedida de
Inglaterra se convirtiera en un nuevo
infierno.
Ambos nos quedamos en silencio
después que el sonido del celular,
aun sin contestar, paró.
—Pasaporte—susurró él.
—Mi…..pasaporte…..—alcancé a
balbucear.
La cara del chico cambió al
instante, y si no hubiera sabido el
por qué, pensaría que se quería
suicidar cuando lo vi sacar la mitad
de su cuerpo por la ventana, yo
hice lo mismo, pero la oscuridad de
la noche me hizo comprender que
sería imposible ver por donde iba
cayendo…mi pasaporte.
El muy estúpido, sorprendido por
la llamada y tratando de buscar su
móvil, aflojó la mano donde tenía
MI pasaporte, y el bendito viento,
se lo arrebató fácilmente de las
manos. Salió volando de nuestro
alcance como un ave….
...
Imposible. Llame mañana para una
respuesta. Busque un lugar
temporal para quedarse. No le
podemos ayudar por el momento.
Telefonee a sus familiares. Pida
ayuda al chico. Sin pasaporte las
cosas se complicarán mucho. Hay
demasiadas solicitudes. Etcétera,
etcétera. Frases como esa me
hicieron borrar todas mis
esperanzas de tajo cuando por fin
me atendieron en la oficina.
Salimos de ese edificio
completamente en silencio. Yo no
asimilaba el cruel destino. Mi
acompañante traía el semblante
bajo desde hacía un rato, lo
miraba y me sentía más que
enfurecida.
Además, ya era algo tarde, ¿qué
iba a hacer sin un solo euro en
mis bolsillos? ¿Y sola? Estaba a
punto de volver a dejarme caer y
llorar mucho, mucho hasta que se
me agotaran las lágrimas.
—No puedo decir perdón, esto es
muy…—luego habló algo en
inglés— muy…incomodo, fue mi
culpa.
—Si, es tu culpa, pero yo…
Frunció el seño de una forma que
lo hizo parecer lindo…ah…ya me
estaba afectando el verlo, digo, no
le podía ver bien la cara, pero hizo
que la furia desapareciera.
—Mi departamento, te puedes
quedar ahí.
¿Me estaba tratando de ayudar…
nuevamente? Me iba a negar
cuando me di cuenta de mi
situación, no tenía donde pasar la
noche….ni la posibilidad de
encontrar un lugar a esas horas.
Acepté su proposición en silencio.
...
El departamento estaba ubicado en
una zona algo lujosa, era amplio y
podría haber pasado por una casa,
habían puertas aquí y allá, además
era muy cómodo, no parecía el piso
de un chico….o es que…¿estaba
casado?
Ahora me encontraba tirada sobre
un sillón, esperando a que el
saliera de la habitación donde se
había metido. Estaba muy cansada
y me hubiera quedado dormida ahí
donde estaba de no haber sido
porque estaba algo nerviosa por
encontrarme en tal lugar.
La puerta a mis espaldas se abrió
y vi salir a aquel chico. Mi primera
reacción fue agradecer estar
sentada, porque de lo contrario me
hubiera caído estrepitosamente al
suelo, mis rodillas flaquearon y
entonces sonrojada desvié mi
mirada hacia la puerta de la
entrada.
Tenía ahí a mi salvador— o debo
decir, al villano de la historia—, sin
camisa, se había quitado también
el gorro y los lentes, lo cual daba a
ver su verdadera…..forma.
Excelente forma….esos pectorales
eran más de lo que pude imaginar.
No era musculoso en extremo, pero
estaba muy bien formado.
Mechones de pelo castaño bajaban
rebeldemente por su rostro, lo
tenía algo crecido y muy revuelto,
sus ojos eran verdes y por primera
vez me di cuenta que el verde era
un buen color, toda mi vida en
América había pensado que sólo
los ojos azules—como los míos—, eran lindos,
pero ahora al verlo a él, había
descubierto que tenía la mirada
más intimidante de todas. Todo, en
combinación con su rostro, me hizo
soltar un pequeño pero inaudible
suspiro. Era demasiado,
exageradamente guapo.
¿Qué rayos pensaba el tipo
apareciendo así?
—Acompáñame—me dijo
caminando por un pasillo que
conducía a una serie de puertas.
Entró en una habitación la cual no
era muy grande y estaba
prácticamente sola, con apenas
una cama, un buró, una lámpara y
el closet.
—Puedes dormir aquí, mi
habitación es la de enfrente si
necesitas algo—me dijo en un
pésimo español.
—Thank you—le contesté con unas de
las pocas palabras que reinaban
mi vocabulario inglés.
Me devolvió una sonrisa que me
hizo suspirar, pero ahora creo que
si la escuchó. Me sonrojé por unos
momentos y traté de recuperar la
calma.
Esa noche fue torturante, no pude
dormir bien, todo en mi vida se
había vuelto un fiasco, y todo
debido a un tonto viaje. Vaya,
ahora si que conocería Inglaterra.
Por la mañana me desperté algo
tarde, un fuerte sonido en la puerta
me despertó.
Como pude me quité las cobijas de
encima, me había quitado los
jeans y había dormido solo con mi
playera y ropa interior puestas.
Abrí la puerta inmediatamente
para encontrarme con un Harry
ya vestido. Me dedicó una mirada
llena de intriga. Ante la extrañez
de él fruncí el seño.
—Buenos días—me saludó con una
risa burlona.
Le contesté con una maldición que
sé que no entendió.
Entonces me di cuenta de cómo
iba vestida. Cerré la puerta la cual
hizo un gran ruido. Busque mis
pantalones y salí.
—Perdón—me disculpé.
—Llama, es hora— me dijo
haciendo mímica para que yo le
entendiera.
El chico marcó el número, cuando
contestaron comenzó a hablar con
la persona del otro lado en aquella
lengua tan extraña para mi.
Pensé que quería deshacerse de mí
lo más rápido posible debido a la
prisa que traía.
Después de un par de segundos
me pasó el teléfono, su rostro se
mostraba inexpresivo.
—¿Señorita Winkler?—preguntó la
voz de una mujer.
—Si, soy yo.
—Le explicaba al señor Styles
sobre el problema que hay. Su
deportación a América hubiese
sido muy sencilla si hubiese
presentado el pasaporte, pero
debido al caso, va a tener que
hacer todo el tramite de el
documento.
—¿Será muy complicado?—
pregunté exasperada.
—Va a tardar un tiempo
considerable.
—¿Cuántos días?
—No lo sé, pero quizás tarde un
mes.
—¿Tanto?— exclamé con enfado.
—Lo sentimos mucho.
Me levanté del sillón donde
estaba. Mi cerebro comenzó a
trabajar como locomotora, ¿cómo
iba a sobrevivir un mes ahí? ¿Cómo
diablos me iba a mantener? Llamar a
papa podía ser una buena opción,
pero sin duda no tendrían el
dinero suficiente, además, de aquí
a que me llegara el dinero tenía
que comer….entonces mi estomago
gruñó ferozmente, y un instinto de
supervivencia me hizo gritar con
furia al hombre que tenía en
frente.
—¡Todo esto es tu culpa!
—¡Lo sé!...Lo siento.
—¡Eres…eres…un…—entonces solté
todas las malas palabras que
conocía, aunque por la forma en
que las decía supongo que el si
comprendió que lo estaba
insultando. Levanté la mano con el
teléfono aún sin colgar dispuesta a
aventárselo a la cara.
El chico sólo movió una mano a su
rostro protegiéndose de mi posible
golpe.
—¡Cálmate!—me gritó.
—¿Cómo quieres que lo haga? ¡Me
haz arruinado!—vociferé.
—¡Lo siento!
—Las cosas no se arreglan así…
—¡Detente!—me gritó
deteniéndome la mano y
quitándome el teléfono.
Respiré profundamente, debía
calmarme, por más furiosa que
estaba, debía agradecerle haberme
dejado pasar la noche ahí.
—Quédate aquí—me propuso
alejándose cómo si yo le fuera a
lanzar algo más. Hasta que
….Pasaporte….tu…..puedes
quedarte—continuó.
¿Me estaba proponiendo
quedarme a vivir ahí? ¿Era eso? No
entendía. ¿Quedarme? ¿Puedo?
Bueno, la idea de vivir ahí
mientras solucionaba el problema
en que él me había metido, no era
tan mala.
—Yo, me tengo que ir, trabajo…
tu….espera aquí—me dijo mientras
se volvía a poner los lentes y el
gorro del día anterior, no sin antes
cerrar con llave la habitación que
estaba próxima a la sala.
Me quedé ahí sola.
Inmediatamente se fue, corrí hacia
el refrigerador y busqué comida…
aunque no encontré muchas cosas
conocidas, aproveché la leche, el
arroz y algunos vegetales. Había
unas cosas raras que parecían
mariscos, pero preferí no tocarlas.
Pasé toda la mañana pensando en
cómo iba a sobrevivir esos días,
tenía ya techo, pero…no podía vivir
de este tipo, tenía que pagar la
comida y cosas así. Conseguir un
trabajo sería un tema que le
propondría a Harry para que me
ayudara.
A medio día me la pasé
recorriendo de principio a fin el
departamento, digo, todo era para
no aburrirme. El lugar era un
rectángulo muy bien distribuido.
Estaba la entrada la cual llevaba
por un pequeño pasillo a la sala.
Al lado derecho estaba una barra
que servía de división para la
cocina. A la izquierda había un
pasillo que llegaba a varias
habitaciones, la primera tenía su
entrada en la sala, y era esa que el
chico había cerrado con llave. La
primer puerta era entonces la de
una recamara que se veía
inhabitada. Las siguientes eran
dos puertas cada una a ambos
lados, la de la izquierda era la de
Harry, a la derecha estaba la mía.
Entré a aquella pieza. Yo me la
imaginaba igual de austera que la
mía, pero era igual de cómoda que
la sala, sólo que más cálida. Tenía
una gran cama en el centro, pero
debido a que el cuarto era más
grande, no ocupaba todo el
espacio. Dos burós, algunos
cuadros en las paredes, un
escritorio, closet, una laptop, eran
las cosas que alcancé a ver desde
la puerta. Cerré, no iba a husmear
todo dado que por un buen
tiempo sería su invitada. Las
últimas dos piezas eran el cuarto
de lavado y el baño. Entonces
aproveché para darme una buena
ducha, la necesitaba.
Había una ducha y al lado una
tina, nunca había visto un baño
tan genial y grande como aquel.
Me relajé en la bañera y el tiempo
transcurrió.
...
El sonido típico de la palanca del
escusado me hizo despertar…me
había quedado torpemente
dormida en la bañera. Como había
una cortina no me pude dar
cuenta de quien estaba afuera.
Estaba tan…asustada.
—¿Mia?—se oyó la voz de
Harry.
—Si, eh….me estaba bañando…¡No
deberías haber entrado!—le
reclamé mientras sacaba la mano
para tomar una toalla.
—Me voy a bañar—me dijo
haciendo que se me erizara la piel,
no sé si fue por la idea de
imaginármelo desnudo o por el
miedo que tenía de que se metiera
a la bañera.
—¡Ya salgo!—grité asustada, y
cómo alma que lleva el diablo salí
de la tina.
Cuando corrí la cortina, vi su ropa
tirada sobre un rincón, y un ruido
comenzó en la ducha….había
entrado a bañarse en la regadera…
qué alivio.
Respirando y recobrándome del
susto, tomé mi ropa y salí, no sin
antes dar una mirada a la ducha,
ésta no tenía cortina, pero sí una
puerta corrediza la cual tenía
vidrio, opaco pero que dejaba ver
fácilmente que había alguien
dentro….podía ver su
silueta….demasiado varonil cómo
para seguir ahí mirando.
Mientras él se bañaba preparé algo
de comida, todo eran platillos que
no eran para nada Europeos, pero
bueno, no había más.
Cuando salió lo invité a comer,
pensé que se negaría, pero aceptó
a probar mis platillos excéntricos.
Estaba extraño, no tenía que
conocerlo bien para saber que se
traía algo.
—¿Pasa algo?—pregunté mientras
me embutía un trozo de filete a la
boca.
—Todo esto, te dije que te dejaría
quedarte, pero va a ser difícil.
—No tengo donde quedarme—me
quejé.
—Lo sé, pero te tengo una
propuesta.
Abrí los ojos expectantes a sus
palabras.
—¿Qué es?
—El trato es este, te puedes
quedar aquí el tiempo necesario,
pero deberás hacer algo en mi
beneficio.
Ese algo ya no me estaba gustando
para nada, ¿para qué le podría
servir yo a un tipo cómo él?
—Espera, debe ser algo decente, yo
no puedo….
—Estuve pensando toda la mañana,
y hay algo en lo que serías muy
buena….
Me ruboricé completamente.
—Te quedarás aquí y serás mi
maestra de español.
¿En realidad estaba oyendo eso?
—¿Maestra?
—Mira, no soy muy bueno, y
necesito realmente mejorar en
esto, no tengo tiempo ni puedo ir
a una escuela, y creo que tu
podrías hacerlo—me dijo con
palabras muy entrecortadas y
lentas.
Si, era realmente terrible su español,
y, aunque sabía el suficiente para
podernos comunicar…bueno, en
parte yo tenía que adivinar sus
palabras, le faltaba mucho.
Enseguida sonreí en señal de
aprobación, me encantaba la idea.
—Eh…acepto, creo que es un buen
trato.
—Pero….otra cosa más.
—¿Qué?—pregunté intrigada.
—También aprenderás a hacer
comida comestible, no sobreviviría
con comida americana.
Bueno, eso lo podría hacer, sería
interesante cumplir sus
requerimientos.
Luego le comenté lo del trabajo y
me prometió que si tenía tiempo
arreglaría algo.
...
Ya estaba, viviría en un bonito
departamento, al lado de un chico
muy guapo, tendría una habitación
para mí, quizás un trabajo, todas
las tardes cocinaría para él, y
estaría de lo más tranquila….o eso
creía yo.
Ese mismo día en la noche
vislumbré que mi futuro sería algo
complicado.
Harry había estado dos horas
metido en el cuarto que yo había
decidido llamar "la habitación
oscura". Cuando salió me encontró
tirada en el sofá a mis anchas
viendo la televisión. Estaba viendo
un programa de concursos, que
obviamente no le entendía ni pio
pero me hacía reír. Por unos
segundos su mirada se posó en mí,
tan penetrante cómo la primera
vez. Yo simplemente me sonrojé y
traté de concentrarme en la tv.
Se aclaró la garganta y pasó a
sentarse en el sillón contrario al
mío.
—Entonces…te llamas Winkler
Mia.
—Es Mia Winkler—lo corregí.
—Aquí en Inglaterra se dice primero el
apellido.
—Ah….
—Mmmm…¿Me podrías contar
entonces cómo es que has venido
a parar aquí conmigo?
—Ya sabes cómo, se te ocurrió tirar
mi pasaporte desde un quinto
piso.
El tipo puso cara de duda, había
hablado muy rápido y no había
entendido nada.
—Tú lo perdiste—aclaré.
—Ah…no, quiero decir…¿cómo te
perdiste tú?
Entonces le conté un resumen de
mi vida hasta él momento en que
me tropecé con él. Traté de utilizar
las palabras más claras que
encontré.
—Tienes muy mala suerte.—se
burló, pero su risa era…divina y
encantadora, estuve a punto de
cachetearme para salir del trance
al verlo.
—Pero bueno, ahora explícame el
por qué quieres aprender español.
—Mmm…porque no te entiendo
nada.
—Esa no es una buena razón.
—La verdad….—dudó un momento
— es qué en mi trabajo me lo
reclama.
—¿En qué trabajas?—pregunté. Un
tipo como aquel que salía a la
calle tan tapado debía tener un
trabajo muy extraño.
—Soy…trabajo en la industria del
entretenimiento.
—Ah…¿qué haces exactamente?
—¿Comúnmente eres así de
preguntona?—me criticó.
Inflé los cachetes en señal de
reproche.
—Gracias—susurré.
—No agradezcas aún, di eso
cuando te vallas—me dijo
frunciendo el seño.
—Has sido una bendición.
El simplemente se limitó a hacer
que no escuchaba, pero sé que en
el fondo estaba feliz de escuchar
mis palabras.
Nos quedamos ahí viendo la
televisión, yo sin entender nada
pero él siguiendo cada palabra.
Cuando terminó el programa de
concursos comenzó uno de noticias,
súbitamente Harry se levantó del
sofá, agarró el control y apagó la
televisión, lo podía notar algo
nervioso.
—¿Qué sucede?—pregunté.
—Ya es hora de dormir.
—Pero es muy temprano.
—De todas formas no entiendes
nada.
Caminó a su habitación, y yo a la
mía. Solté un profundo suspiro
que, si no me hubiera detenido, de
seguro él lo escucharía del otro
lado. Me quedé ahí de pie contra
la puerta unos minutos, pensando
en que debería poner atención a
ese tipo de cosas.
—Winkler—me gritó.
—Salí, pero no había nadie en el
pasillo, por lo visto me llamaba
desde su habitación.
—Entra—me habló.
Abrí la puerta, podía sentir mi
mano temblando, iba a entrar a su
habitación.
Lo encontré sentado en la orilla de
la cama, tenía un paquete en la
mano. Pero el paquete no fue lo
que llamó mi atención, si no el
short con el que estaba
vestido….ni camisa, ni
pantalones….sólo él, su piel y esa
prenda, dispuesto a dormir.
—Te compré esto, espero que te
quede—me dijo alcanzándome la
bolsa que tenía en las manos.
En una vista rápida pude observar
que dentro había algo que parecía
una especie de bata de dormir.
—Eh…¿qué es esto?
—Es para ti, por lo visto no tienes
una.
—Yo…—le iba a contestar que
tenía ropa con qué dormir—una
playera y mi ropa interior— pero
recordé la situación incómoda de
esa mañana y me sonrojé a tal
punto que me dio vergüenza que
me viera. Simplemente le agradecí
y volviéndole a dar una miradita
escapé de ahí.
Pude notar que me seguía mirando
de aquella forma que ahora me
asustaba, intimidaba realmente.
Entré a mi cuarto y cerré
inmediatamente.
Mi corazón latía muy rápido, tanto
que creí que él escucharía. Estaba
perdida, tendría que vivir con ese
hombre un buen tiempo, que,
aunque era amable y lindo, era
monstruosamente sexy. Lindo
rostro, lindo pelo, mirada profunda,
cuerpo escultural, totalmente
varonil, amable, simpático, lindo,
lindo, lindo y muy, muy seductor.
No sé si lo hacía propósito, pero
decidí no pensar en ello, mi
prioridad era sacármelo de la
mente.
Traté de dormir, pero desde esa
segunda noche que pasé en ese
departamento, esos sueños
indeseables y las fantasías
comenzaron y no me dejaban
dormir en ocasiones. Tenerlo a
unos cuantos metros no ayudaba.
Y fue también entonces que los
catarros para mí comenzaron, a
causas de las duchas frías que muy
seguido me daba.
A veces pienso que hubiera sido
mejor nunca haberme tropezado
con él….
Nagisa Leto
Nagisa Leto


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