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La mujer de los tres hermanos TERMINADA

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La mujer de los tres hermanos TERMINADA Empty La mujer de los tres hermanos TERMINADA

Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 10:28 am

Sipnosis

____ Schmidt está huyendo de los errores que cometió... justo en los brazos de los hermanos Rush.

James, Logan y Carlos no están buscando mujeres. Están buscando una mujer. Una mujer para compartir sus vidas y sus camas. No quieren una aventura, quieren una mujer que les cumplan, y, están perdiendo la esperanza de encontrarla.

Eso es hasta que James encuentra a ____, caída en la nieve, cerca de su cabaña. Sabe que ella es diferente desde el minuto en que la coge en los brazos. Pero antes de estar seguro, necesita conocer las reacciones de sus hermanos. Poco después, es evidente que ella es la mujer que estaban buscando.

Hay algunos problemas que resolver, como convencerla de que les pertenece y mantenerla a salvo del hombre que la quiere muerta.


Última edición por pepina el Mar 17 Sep 2013, 6:29 pm, editado 2 veces
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La mujer de los tres hermanos TERMINADA Empty Re: La mujer de los tres hermanos TERMINADA

Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 10:34 am

Capítulo 1

James Rush se abrigó más y bajó el Stetson, mientras salía. Bajó por el sinuoso pavimento hasta el buzón, con el rostro entumecido por el áspero viento. El invierno acababa de comenzar y él ya estaba inquieto. La casa estaba silenciosa, alojando solo a él y a sus dos hermanos, hasta la próxima temporada de caza, cuando se llenaría de clientes. Durante diez años, guió a los cazadores a través de las montañas. Pero ahora se sentía nervioso. Insatisfecho.
Abrió el buzón y agarró los sobres. Se volvía a la casa, hojeando sin interés los sobres, cuando le llamó la atención un destello de color. Él parpadeó, volviendo a mirar. Allí, en la zanja, mitad cubierta por la nieve, había una persona. Dejando caer los sobres, se fue corriendo hacía ella y se arrodilló en la nieve. Atemorizado de lo que encontraría, agarró un pequeño hombro y le dio la vuelta. Sorprendentemente, era una mujer. Una hermosa mujer. Le buscó el pulso, aguantando la respiración hasta que sintió un débil temblor en el cuello. Le quitó la nieve de la cara y acarició su rubio pelo. ¿Cómo había llegado aquí?
La cogió en los brazos, se levantó y caminó hacía la casa. Miró su pálido rostro, sintiendo una punzada en la ingle. Le recorrió un escalofrió y se vio invadido por emociones desconocidas. Ira, posesividad, preocupación, pura y simple lujuria.
Su verga se estaba hinchando y los vaqueros le quedaban cada vez más apretados. Fue conmocionado por el descubrimiento de que era ella, su mujer. Él nunca había reaccionado tan fuertemente a una mujer, y ciertamente no a una a la que no conocía, pero daba igual; sus hermanos podrían no sentir lo mismo.
De todos modos, no la podía dejar congelarse hasta morir. No pensaría en sus hermanos, hasta estar seguro de que no moriría.
Cuando entró en la casa, Logan levantó la cabeza del sofá, en donde estaba leyendo. Dejó caer el libro cuando vio la mujer de los brazos de James.
— ¿Qué demonios está pasando? —exigió, levantándose.
—La encontré fuera, en la zanja —murmuró James, examinado a su hermano, para ver su reacción.
Logan acortó la distancia que había entre ellos y miró a la mujer.
— ¿Está viva?
— ¿Qué está pasando? —indagó Carlos, cuando entró en el salón. Su expresión era impenetrable, una mirada que había llegado a ser su segunda naturaleza, desde que salió del ejército. Por la primera vez en mucho tiempo, James sintió esperanza. Daría cualquier cosa para poder sacar a Carlos de su infierno personal, en el que vivía. Si ella fuera la mujer...
James volvió su atención a la mujer de sus brazos.
—Necesito calentarla. Ve a preparar un baño caliente mientras yo le quito esta ropa mojada —le pidió a Carlos. Logan levantó una ceja.
— ¿Vas desnudarla aquí?
James se encogió los hombros.
—Dudo que la modestia sea importante, cuando te estás muriendo de frío.
Los ojos de Logan se apenaron y se acercó más a la mujer. La estudió y le acarició la mejilla.
—Es bonita —dijo él en voz brusca.
Cuando miró a James, sus ojos brillaban por múltiples emociones: deseo, ternura y posesividad. James sintió triunfo. ¡Logan sentía lo mismo!
— ¿Qué están haciendo? —preguntó Carlos cuándo volvió a la habitación.
— ¿El baño está preparado? —inquirió James.
Carlos asintió y James pasó rápidamente por al lado.
—Te explicará Logan —dijo animado.
James caminó hasta su cuarto y la acostó suavemente en la cama. Ni siquiera tenía un abrigo. Frunciendo el ceño, empezó a quitarle el suéter mojado. Estaba helada. Cuando tiró el suéter por encima de la cabeza, se le cortó la respiración. El pequeño sostén que vestía no cubría mucho. La segunda cosa que notó, fue una grande contusión que arruinaba su piel de porcelana. Era del tamaño de su mano. Y él tenía manos grandes. ¿Tuvo alguna clase de accidente? ¿Y qué estaba haciendo caída en la zanja? Continuó su trabajo, quitándole los húmedos vaqueros. Mientras se los quitaba, vio claramente los oscuros rizos, a través de sus bragas. Así que ella no era rubia natural.
Sintiendo culpa por un instante, le quitó tanto las bragas como el sostén, dejándola completamente desnuda y la miró. No pensaba que fuera posible ponerse aún más duro. Cada nervio de su cuerpo estaba en alerta roja. Bastaría un toque y estallaría. Juro ardientemente y luchó para controlar sus furiosas hormonas. Estaba inconsciente y herida, y todo en lo que podía pensar era meter su polla tan adentro, hasta que convertirla en suya para siempre.
La examinó en busca de cualquier herida. Su piel estaba fría, pero no presentaba ninguna señal de congelación. El baño no debía hacerle ningún daño.
Con mucho cuidado, levantó su cuerpo desnudo y la llevó al enorme baño que compartía con sus hermanos. Era del tamaño de una habitación, con dos duchas y una bañera jacuzzi. Una pared tenía cuatro pilas. Una indirecta de que un día, habría una mujer para compartir sus vidas.
La bañera estaba llena y él la dejó en el agua templada. Ella gimió, pero no abrió los ojos. La sostuvo, para que no resbalase en la bañera. Se giró, cuando escuchó la puerta. Carlos estaba allí, con los ojos oscurecidos.
—Logan dice que es ella.
James asintió, sin saber que decir. Sabía que Carlos necesitaba aceptarlo. Carlos miró a la mujer, pero no se acercó.
—Esperaré hasta que acabes. No quiero que se despierte y encuentre a dos hombres en el baño. Podría asustarse.
—No tardaré —dijo James, intentando interpretar las sombras de los ojos de Carlos—. Hazme el favor de meterle las ropas en la secadora.
Carlos se encogió los hombros y salió del baño, cerrando silenciosamente la puerta detrás de él.
James volvió su atención hacia ella, para verla abrir los ojos. Ojos marrones y suaves, lo miraron fijamente con choque y confusión. Después, con miedo.
La primera cosa que sintió ____ era un calor delicioso. Después de haber sentido tanto frío, durante tanto tiempo, estaba segura de que había muerto y había llegado al cielo. O quizá al infierno, a juzgar por la temperatura.
Entonces abrió los ojos y decidió que era el cielo, porque el demonio no podía ser tan atractivo como el hombre que estaba inclinado sobre ella.
Después de mirarle fijamente por un momento, se dio cuenta de qué estaba desnuda. En una bañera. Con un magnífico extraño mirándola, completamente imperturbable ante su desnudez. Quizá en vez de babear, debería tener miedo.
—No voy a hacerte daño —dijo el hombre con voz serena, mientras se alejaba de la bañera—. Te encontré en la nieve.
Cruzó los brazos sobre el pecho y unió las piernas, tratando de esconder su cuerpo.
— ¿Dónde estoy? —preguntó, odiando el tono vacilante de su voz.
—En el Pabellón de Caza Tres Hermanos —contestó él. ¿Tienes alguna herida?
Se apretó el pecho y negó con la cabeza.
— ¿Dónde está mi ropa?
—En la secadora. Le dejaré una camisa hasta que se sequen.
A pesar del calor del agua, sintió un escalofrío y sus pezones se endurecieron. El hombre era muy tentador. Tenía pelo oscuro y corto y hombros anchos. Era muy atractivo.
Él se levantó, y ella miró sus largas piernas, apretadas por los vaqueros. Casi gimió en alto cuando vio las botas de vaquero. Siempre la atraían los hombres que llevaban botas de vaquero.
Jadeó cuando él la sacó del agua. Antes de que pudiera protestar, la envolvió en una toalla enorme y la sacó del baño. Ahogó su sermón cuando él la puso sobre la enorme cama. Ella juntó las puntas de la toalla y las apretó contra ella.
Él le dio la espalda y desapareció en el armario. Segundos más tarde, regresó con una camisa de franela y un par de pantalones.
—Son muy grandes para ti, pero servirán hasta que se secarán tus ropas.
Se las dio, mientras que sus ojos le acariciaban el rostro. Debía tener miedo. Estaba en la casa de un hombre desconocido. Desnuda como el día en el que nació. Y aún así, no se sentía amenazada por él.
Casi se rió de lo ilógico de la situación. La mayoría de los hombres la asustaban. Y con una buena razón. ¿Entonces, porque no estaba gritando? Por qué continuaba allí, mirándolo fijamente, ¿como si quisiera desnudarle? Debería salir por la puerta, corriendo como una loca.
En vez de eso, cogió la camisa que le ofrecía, estremeciéndose locamente cuando sus manos se tocaron. El fuego llenaba sus ojos y ardía su carne, cuando su mirada recorrió su cuerpo.
—Te dejaré vestirte —dijo él. Cuando acabes, ve al salón a calentarte.
—Gra… gracias —tartamudeó ella.
En cuanto él dejó el cuarto, se levantó, se quitó la toalla y puso la camisa. Le llegaba hasta las rodillas, y se arremangó las mangas hasta tener las manos libres. Se sentó en el borde de la cama, poniéndose los pantalones. Cuando se levantó, le cayeron hasta los tobillos. Los subió otra vez, pero volvieron a caerse, irritándola.
Bien, él me vio con mucho menos. Por lo menos, la camisa era bastante bien. Esperaba que su ropa no tardara en secarse.
Echo un vistazo en el espejo de encima de la cómoda y se estremeció por lo que vio. Su pelo estaba hecho un asco y el tinte era espantoso. No había alcanzado el efecto deseado, lo de alterar su apariencia.
Se arregló la camisa e, indecisa, salió del cuarto. Atravesó el pasillo, echando un vistazo por todas partes. Al final, se paró y miró avergonzada.
La miraban fijamente tres hombres, no uno solo. Tres magníficos hombres. Y allí estaba ella, con nada más que una camisa. Empezó a retroceder, pero el hombre que la bañó, la agarró por el codo.
—No tengas miedo. A propósito, soy James —la hizo entrar en la sala, a pesar de su renuencia—. Ésos dos son mis hermanos, Carlos y Logan.
Ella les miró, nerviosa e insegura, usando el cuerpo de James para protegerse de las miradas.
—No dijo nada sobre hermanos.
—Yo te dije el nombre del rancho —contestó él, risueño.
Encontró su mano y la acarició.
—No te preocupe, cariño. Nadie va a hacerte daño.
Ella se estremeció. No de miedo, si no del sex appeal de aquella voz. ¿Cómo podía sentirse segura con un desconocido? Se lamió los labios.
—Soy ____ —su voz era poco más que un murmullo.
Uno de los hermanos se levantó del sofá y la empujó hacía la chimenea.
—Acércate al fuego, para calentarte —su voz ronca, parecía chocolate derretido.
¡Oh, Señor! Debo estar soñando.
— ¿Cuál de los hermanos eres tú? —preguntó, vacilando por un momento.
—Soy Logan —le sonrió ampliamente. Tiró ligeramente de su mano y ella le dejó acercarla al fuego.
Logan era tan grande como James. La única diferencia entre ellos eran los ojos. Ambos tenían el pelo oscuro y corto, casi negro. Pero James tenía ojos verdes y Logan, castaños claros. Los ojos de Carlos eran azules, oscuros y fríos, era un poco más ligero que sus hermanos y su pelo marrón cobrizo, un poco largo, le llegaba hasta los hombros. Tenía una mirada salvaje, bárbara, era el tipo de hombre que una mujer quería domar instintivamente. Parecía el más joven, pero ____ no estaba segura. Todos eran atractivos, con edades cercanas, mientras que James debía ser el mayor.
Logan la hizo sentarse en una butaca, cerca del fuego. Después, estiró las manos al fuego, dejando al calor difundirse por el cuerpo.
Estaba nerviosa. Todos la miraban fijamente. Podía sentirlos. Todos la habrían visto desnuda. ¿Era por eso qué la miraban con tal intensidad?
James alimentó el fuego.
— ¿Qué te pasó, ____? ¿Por qué estabas caída en el foso? Ni siquiera estabas vestida para este tiempo.
Ella tragó, insegura de como contestar. Buscó rápidamente una disculpa admisible.
—Mi coche se estropeó un poco más abajo, en la montaña. Salí a buscar ayuda. Debo de haberme caído. Realmente, no me recuerdo.
La mayor parte era verdad. Lo era todo, pero no quería dar más detallas.
— ¿Estás segura qué estás bien? —habló Carlos, por la primera vez. Sus ojos la examinaban, intentando arrancar sus secretos. Era el más tranquilo, más serio, más desconfiado.
—Estoy bien, realmente —miró a James. ¿Mis ropas se han secado? Debo irme.
Carlos frunció el ceño, Logan se tensó, la expresión de James se ensombreció.
—No creo que debes salir con ese tiempo —dijo James con firmeza.
Logan asintió.
—No hay razón para irte, puedes quedarte aquí hasta que te sientes mejor. Carlos y yo iremos a buscarte el coche y lo remolcaremos hasta aquí, para cuando lo necesitas.
La incertidumbre la hizo hesitar. Lógicamente, debía seguir lo más lejos posible, pero aquí se sentía segura, y estaba cansada de huir.
Se miró las manos e intentó controlarse el temblor. Estaba muy cansada y no conseguía recordar la última vez que había comido.
James se arrodilló a su lado y agarró su barbilla con su grande mano.
—No tienes que irte a ninguno lado, cariño. Puedes quedarte aquí mismo. Cuidaremos de ti.
Si ella pensó que no podía excitarse más, se había equivocado. Aunque se lo dijo gentilmente, se sentía la orden. Quería que se quedara.
—Yo... yo no sé —cerró los ojos y se mareó; luchó para abrirlos de nuevo, pero la sala se movía a su alrededor. Y todo se oscureció.
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La mujer de los tres hermanos TERMINADA Empty Re: La mujer de los tres hermanos TERMINADA

Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 10:45 am

Capítulo 2

Maldiciendo por lo bajo, James sostuvo la cabeza de ____ mientras ella se caía. La sacó de la silla y la agarró en los brazos. Estaba claro que estaba exhausta y probablemente hambrienta, como lo indicaba su delgadez.
—La pondré en mi cuarto —dijo, mientras se dirigía al pasillo.
—Iré con Carlos a buscar el coche —dijo Logan.
James la puso en la cama y la cubrió con la colcha. Gimió suavemente, y una expresión de dolor cruzó su rostro, pero no abrió los ojos.
Sintió una punzada en la sien y rechinó los dientes. Estaba huyendo de algo. O de alguien. Estaba tan asustada como un potro recién nacido y en sus ojos había tantos secretos, que en algunos momentos era difícil distinguir el color.
La contusión de las costillas lo molestaba. Podía ser de alguna caída, pero lo dudaba. No parecía reciente. Asió un mechón de pelo, notando la desigualdad del color. Apostaría que era morena. Del misma color que el pelo de entre sus piernas.
Con una ternura que no exhibía desde hace mucho tiempo, arregló la colcha en torno al cuello y caminó callado hacía la puerta. Necesitaba de un baño helado para calmar su dura polla, pero optó por salir y esperar a Logan y Carlos.
Llegaron media hora más tarde, conduciendo el jeep. James caminó a su encuentro.
— ¿Que encontraron?
—Nada —contestó Logan.
James levantó una ceja. Entonces el ángel mintió. ¿No estaba pensando claramente, u honestamente creyó qué no lo descubrirían?
— ¿Cómo ésta? —preguntó Carlos.
—Durmiendo —contestó James—. Necesita comer.
Logan parecía preocupado. Un sentimiento que James comprendía. Que ellos hubieran encontrado a su mujer, era nada menos que sorprendente. Pero parecía que traía problemas.
Carlos pareció incómodo.
—Nunca pensé que la encontraríamos. Y ahora que la tenemos, todo lo que puedo pensar es: ¿Y si no quiere quedarse? Yo también lo sentí. Pop dijo siempre que lo sabríamos, pero hasta ahora, pensé que era una exageración.
—Lo sé —dijo Logan bajito—. Yo también lo sentí.
—Tiene problemas —dijo James—. Tiene una contusión del tamaño de mi mano en las costillas, y no me gusta ni imaginar como sucedió. Y no es una rubia natural. Hizo un pobre trabajo para parecer así. Una señal de que tenía prisa.
— ¿Cree qué alguien la sigue? —cuestionó Logan, con el rostro ensombrecido.
Carlos cerró los puños.
— ¿Quién quería lastimar una cosa tan pequeña?
—No sé, pero una cosa es cierta. No podemos dejarla ir, no importa lo que tengamos que hacer —dijo James adustamente.
— ¿Quién va a abordarla primero? —preguntó Carlos.
James se puso pensativo.
—Iré yo —dijo finalmente—. Es como tiene que ser. Es mi responsabilidad. Vosotros ayudarais en hacerla sentirse lo más cómoda posible. Vamos a tener que ir despacio o tengo miedo que pueda enloquecer.
—Ve con calma, James —le advirtió Logan.
James lo miró.
— ¿Qué quieres decir con esto?
Logan no retrocedió.
—Sabes exactamente lo qué quiero decir. Domas. Es tu naturaleza. Vas a tener que limitarte con ella. No creo que vaya a confiar, si se siente amenazada.
Las palabras irritaron a James, pero sabía que Logan tenía razón. Era autoritario, tanto en su vida personal, como en la profesional, quería siempre las cosas de su manera. En su mente, ____ era suya, no importaba si lo aceptara o no.
—Lo recordaré —dijo secamente—. Ahora que hemos acabado, voy a verla. ¿Por qué no preparan la cena?
James se deslizó en el cuarto, para ver a ____ durmiendo silenciosamente. Después de quitarse las botas, levantó la colcha y se acomodó a su lado. Sorprendentemente, ella emitió un suspiro de satisfacción y se acurrucó contra él. Los senos se frotaron eróticamente contra su pecho, y su verga se hinchó contra los muslos. Cuando se movió contra él, su camisa se subió sobre las caderas, exponiendo su culo suculento. Incapaz de contenerse, levantó su mano para acariciar sus caderas y alzar la camisa hasta la cintura. Sus rizos oscuros lo atrajeron, le separó los labios del coño y resbaló el pulgar hacia abajo, sobre su botón. El dedo corazón bajó más, tocando su entrada, mientras que su pulgar continuaba acariciándola.
Ella gimió, cuando la penetró con un dedo y comenzó un leve movimiento circular. Estaba caliente y mojada y él estaba listo para estallar solo con tocarla.
Usando los dedos, apartó los labios de su coño y deslizó el pulgar por el clítoris. Su dedo medio se movió más abajo, acariciando la entrada y con el pulgar continuó el masaje. Respiró apresuradamente y se movió contra su mano. Sumergió un dedo, cerrando los ojos, fingiendo que era su polla. Era apretada. Condenadamente apretada.
Inclinó la cabeza y movió sus labios por el cuello de la camisa, hasta encontrar un tenso pezón. Cuando lo tocó, ella gimió. Movió su pulgar más rápido, mientras chupaba su teta. Se apretó contra su mano, cerrando las piernas en torno a ella, a medida que alcanzaba el orgasmo.
Captó su grito de placer con la boca. Lentamente, retiró la mano de su centro. Él podía sentir su esencia en su mano y quiso saborearlo. Estaba dolido por enterrar su eje entre sus piernas y amarla como nunca lo estuvo.
Sus ojos se abrieron somnolientos, los labios hinchados de sus besos.
—Dime que no estoy soñando —susurró ella.
—No estás soñando.
Con los ojos amplios, ella dejó salir un grito de sorpresa. Se alejó de él, cubriéndose con la colcha.
— ¿Qué demonios está pasando? —exigió ella, con la voz aún carrasposa por la pasión.
Miró la confusión de sus ojos y su lucha entre el placer que sentía y su instinto natural.
—Te di un orgasmo —dijo simplemente.
—Yo... tú... —cerró la boca.
Le puso la mano en la nuca y la acercó.
—Por si te preguntas —le dio un beso largo y duro— planeo volver a hacerlo. Luego.
Ella lo empujó.
—Pero...
—Me deseas —él dijo con certeza—. Y yo te deseo más de lo que desee alguna otra mujer. Y voy a cuidarte.
____ lo miró fijamente, en choque. Su corazón se aceleró. No solo había experimentado el mayor orgasmo de su vida —bueno, el único orgasmo de su vida, y si esto era normal, no tenía idea de cómo sobrevivían las mujeres— pero aquella declaración le llegó directamente a su corazón.
No podía creerle. Además, para empezar, su corazón la puso en la situación en la que se encontraba. Su deseo de ser amada y apreciada. El simple pensamiento de lo que estúpida fue, le dieron ganas de vomitar.
Su expresión estaba suave.
— ¿Quién te hirió, cariño? ¿Quién metió el miedo en tus ojos?
Ella tragó, nerviosa. Ese hombre, sin duda, era demasiado perceptivo. ¿Cómo podía estar acostada, casi desnuda, con un hombre al que conocía de menos de un día? Cerró los ojos. Eso no estaba pasando. Era un sueño. Un sueño maravilloso, pensó, pero un sueño. En cualquier momento volvería al horror de su vida.
—Déjame traerte tu ropa —dijo James, saliendo de la cama—. Tienes que comer algo.
Instantes después, regresó con sus vaqueros y su suéter. Balanceaba su ropa intima en un dedo y ella se apresuró en arrancarla de su mano.
—Estaré en la cocina. Ven cuando estés lista.
Cuando él se fue, salió de la cama y rápidamente se puso la ropa interior. Su coño aún estaba latiendo por el explosivo orgasmo. Despacio, pasó los dedos sobre la seda de las bragas y deslizó la mano dentro.
Dudó cuando el dedo hizo contacto con el hinchado clítoris. Dios, el hombre era letal. Reacia, alejó la mano y vistió los vaqueros.
Cuando acabó de vestirse, se dirigió a la puerta y se quedó indecisa. ¿Cómo podría enfrentarlo después de lo qué había sucedido? Su cara se enrojeció de vergüenza. Debía de estar pensando que era una mujer ligera de cascos.
Inspirando profundamente, abrió la puerta y siguió por el pasillo, en dirección a la cocina. El maravilloso olor le dio muchísima hambre. Hacía mucho tiempo desde la última vez que tomó una buena comida. Los tres hermanos la miraron cuando pasó por la puerta. Se quedó con los ojos bajados, tenía miedo de que James les hubiera contado qué había pasado.
Carlos se acercó y le pasó una mano en el hombro.
— ¿Estás bien?
Ella asintió, horrorizada por su reacción. Seguramente, aún estaba bajo el efecto del orgasmo que tuvo hace poco. Estaba enloqueciendo. Se transformaba en una puta. Atraída por tres hombres.
—Estoy bien —dijo, alejándose de su toque.
Logan le puso un plato delante.
—Te sirvo en un segundo. ¿Tienes hambre?
Su estómago rugió en respuesta.
—Sí —admitió.
— ¿Cuánto tiempo llevas sin comer? —preguntó James, con expresión pensativa.
—No lo recuerdo —contestó vagamente.
Intercambió miradas con sus hermanos y ella esperó no haber levantado más sospechas. Necesitaba desaparecer rápido, antes de que alguien descubriera donde estaba. O quién era.
Minutos más tarde, Logan le llenó el plato de huevos y jamón.
Sus manos temblaban ligeramente cuando empezó a comer.
James estaba a su lado, con los brazos cruzados. Asintió viéndola como comía: lo más rápido que podía.
—Baja la velocidad, cariño. Te vas a enfermar.
Acabó y dejó el tenedor en el plato. Logan le puso delante un vaso de zumo de naranja, y ella, sonrió en señal de agradecimiento antes de beber la mitad del contenido.
Una fuerte llamada se escuchó en la puerta y James frunció el ceño.
— ¿Quién podría ser? —detuvo a Logan y a Carlos, que caminaban hacía la puerta.
—Esperen —ordenó—. No sabemos quién está fuera.
Todos se volvieron hacía donde estaba sentada ____, solo que ella había desaparecido. James maldijo. Había huido asustada cuando escuchó la llamada.
—Voy a encontrarla —dijo Logan. Su tono sugería que cuidaría a ____, mientras que James y Carlos resolvían la amenaza de fuera.
Sorprendentemente, la puerta se abrió y Halston Sage se asomó.
— ¿Estáis adentro? —gritó ella. Paró cuando vio a James y a Carlos.
James se relajó. Halston era la sheriff del pueblo, y solía aparecer de vez en cuando, para ver cómo les iban las cosas. Alta, delgada y pelirroja. Todo lo que ____ no era. Una vez, James pensó que Halston podía ser ella, pero sus hermanos no compartieron su atracción.
Sacó su Stetson y entró en la cabaña. Le lanzó a James una sonrisa insolente.
— ¿No estás contento de verme?
Carlos carraspeó y se sentó en el banco.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó James, cruzando los brazos y adoptando una pose intimidante. Normalmente, no le importaba bromear con Halston, hasta coqueteaba un poquito. Pero eso fue en el pasado. Ahora quería que se fuera lo antes posible.
Halston se deslizó en el banco, junto a Carlos; levantó sus largas piernas y las apoyó en un taburete.
— ¿Dónde está el tercer tonto? —preguntó, buscando a Logan.
—Cerca —dijo James.
Arqueó una ceja, pero no hizo otros comentarios.
—Vine para saber si vieron una joven, alrededor de veinte años, morena, bajita. Estamos investigando un posible rapto, pero podría haberse escapado. Encontramos el coche abandonado al pie de la montaña y verificamos el área. ¿No vieron nada?
James negó con la cabeza y desvió la mirada hacía Carlos.
— ¿No vieron nada, cuándo estuvieron fuera?
—Nada.
Volvió su atención hacía Halston.
— ¿Crees qué ella aún está por aquí?
—Lo dudo. Podía ser, si estuviera sola, pero no creo que llegaría hasta aquí. Chica de la ciudad, por lo que sé. Se piensa que estaría por aquí.
— ¿Necesitas rastreadores? —preguntó James, sabiendo que si no se ofrecía, parecería raro. Él y sus hermanos, ayudaban a localizar personas desaparecidas. El verano pasado, encontraron a una niña que se había perdido cuando salió del campamento de sus padres.
Halston negó con la cabeza.
—No. Como os dije, solo quise verificar la posibilidad de que alguien vio algo. Ni sabemos de quien es el coche. Teddy está intentando descubrirlo mientras hablamos. Puede ser que no haya tomado este camino.
James quiso hacer más preguntas. ¿Qué habría hecho ____ para que crean qué huyó y quién supuestamente la habría secuestrado? Pero sabía que esto solo despertaría las sospechas de Halston, porque los hermanos Rush siempre se mantenían apartados de los problemas de los otros. No se metían en los problemas de nadie.
—Bien, nos avisas si te podemos ayudar —dijo brevemente.
Halston se rió, enrojeciéndose.
—Hubo un tiempo en el que eras más receptivo —dijo suavemente mientras se le acercaba, rozándole los brazos con sus pechos.
El se alejó, ansioso de que se fuera, para poder hablar sobre ____.
—Adivino que te veré por allí —dijo Halston, decepcionada. Se puso el Stetson y caminó hacia la puerta—. ¿Me avisaran si ven algo?
—Te avisaremos —dijo James.
Cuando la puerta se cerró, James expiró profundamente.
—Estaba buscando a ____ —dijo, con las cejas fruncidas.
Giró y se fue rápidamente hacia el dormitorio, con Carlos siguiéndolo. Cuando vio a ____ en la cama, abrazando sus rodillas, sintió una mano invisible apretando su corazón. Logan, sentado a su lado, le acariciaba la espalda, pero ella ni siquiera percibía su presencia.
James maldijo y se arrodilló delante de ella, cogiéndola por la mano.
—Cariño, escúcheme. Estás segura. Solo era nuestro sheriff.
____ levantó los ojos alarmada, llena de miedo.
—Ningún policía —murmuró aterrada.
—Ningún policía —asintió él.
—Prométeme —le pidió en un patético grito.
—Puedes confiar en nosotros —dijo Logan, bajito—. No permitiremos que nadie te haga daño. Se relajó un poquito, inclinándose más hacia las caricias de Logan. James la tenía agarrada por la mano, y la acarició, intentando tranquilizarla.
—Escucha, cariño. Necesitamos hacerte algunas preguntas.
Ella dejó escapar un gemido aterrado.
—No. Ninguna pregunta. Por favor, déjenme ir. Necesito irme.
La mano de Logan, que le acariciaba la espalda se paró, y al lado de James, Carlos se tensó. James supo que tendría que ocuparse de todo. No podía dejarla escapar. No podrían mantenerla segura si huía.
Intercambio una mirada con sus hermanos. Estaban todos unidos en aquel caso. No la dejarían partir. Y no dejarían que alguien le haga daño.
Se sentó en la cama, a su lado.
—Cariño, puedes confiar en nosotros. No vamos a herirte. Y tampoco dejaremos a alguien que te haga daño. Pero tenemos que saber que está pasando. Que te hicieron.
El pánico llameó en sus ojos. El miedo llenó su rostro.
—N... n... no lo entienden —tartamudeó—. Nadie puede ayudarme. Nadie puede detenerlo y... y... él... —lo dijo como si hablara del mismo demonio.
— ¿Quién, cariño? ¿De quién estás hablando? —susurró James.
Balanceó la cabeza, su agitación aumentaba con cada segundo. Del otro lado, Logan agitó la cabeza en una advertencia para James, que la estaba empujado demasiado. Parecía a punto de romperse.
— ¿Por qué no descansas un poco? —dijo James, aunque quería saber más, quería tener las respuestas de todas sus preguntas.
Logan la acostó suavemente y la cubrió con la colcha.
—Estamos fuera, si nos necesitas —y le dio un beso en la frente.
Sus ojos estaban cerrados antes de que salieran del cuarto.
Los hermanos entraron en la cocina, los tres con expresiones feroces.
— ¿Qué quería Halston? —preguntó Logan.
James le contó rápidamente a Logan todo lo que dijo Halston.
— ¿Entonces, alguien la secuestró? —Preguntó Logan, incrédulo—. No tiene ningún sentido. Si la habrían raptado, estaría dispuesta a contarlo e ir a la policía.
—Estoy de acuerdo. No tiene ningún sentido —dijo James. Es por eso que, no vamos a contar a nadie sobre ____, por lo menos hasta que sepamos toda la historia. Alguien la asustó de muerte. Un hombre. Un hijo de puta le hizo daño.
—Se siente atraída por nosotros —dijo Logan—. Por los tres. Y esta confusa por la atracción que siente.
James asintió, y la satisfacción llenó su cuerpo. Después de una larga espera, finalmente encontraron la mujer con quien pasarían el resto de sus vidas.
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La mujer de los tres hermanos TERMINADA Empty Re: La mujer de los tres hermanos TERMINADA

Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 10:48 am

Capítulo 3

Soñó con ellos. Llegaron para alejarle la pesadilla. Un dulce bálsamo para sus lastimados sentidos. Sustituyeron las imágenes del demonio y del infierno. Sus manos la calmaban sin herirla. James, Logan y Carlos, con su toque gentil, pero exigente, los labios adorando su cuerpo.
____ despertó llena de sudor, necesidad y una buena dosis de vergüenza. Quizá no era mejor que una meretriz. Quizá Kendall tenía razón. Se estremeció como si el frío hubiera alcanzado su húmeda piel. Miró por la ventana y vio que estaba oscuro. ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo? Buscó el reloj de al lado de la cama. Cuatro y media. ¿De la mañana? Tenía que serlo.
Podría ser que los hermanos no estuvieran despiertos. Era la perfecta oportunidad de salir corriendo. Les pondría en riesgo si se quedaba. Kendall la encontraría y mataría a quien la ayudara. Y la idea de que sus tres salvadores estuvieran heridos le dolía, algo que no sabía cómo explicar.
Deslizó las piernas de la cama, tratando de no hacer ruido. Zapatos. Un par, y medias. No tenía abrigo, solo el fino suéter, así que asió la camisa de franela que vistió el día anterior. Tendría que ser bastante.
Con extremo cuidado, abrió la puerta del cuarto y salió al pasillo. Las puertas de las otras habitaciones estaban ligeramente entreabiertas, preocupándola. Tendría que moverse furtivamente y pasar por al lado de ellas. Anduvo de puntitas, hasta al final del pasillo y suspiró aliviada cuando llegó a la salita. Hasta que vio a James durmiendo en el sofá. Debía haber dormido allí, porque ella le ocupaba la habitación.
Un fuego bajo ardía en la chimenea, y quiso acercarse, retener un poco de aquel calor, antes de perderse en el frío. Respirando hondamente, dio pequeños pasos en dirección a la puerta. Si la pudiera alcanzar... miró a James. Él no se movió. Extendió la mano y contuvo su respiración mientras la abría y se escapó antes de que el frío pudiera entrar. Cerró suavemente la puerta detrás de sí y suspiró. Lo había logrado.
El frío glacial penetró rápidamente por su ropa, demostrándole lo inadecuada que era. El jeep continuaba detenido y por un momento lo contempló, pero no se lo robaría; porque estos hombres la habían salvado. Caminaría hasta encontrar un transporte.
— ¿Vas a alguna parte, cariño?
Giró en la dirección de la voz y vio a Logan y a Carlos, con los brazos cargados de leña. Intentó abrir la boca para decir algo, para contestar. Pero no le salió nada. Entonces hizo la única cosa en la que podía pensar. Corrió.
Detrás de ella, oyó un montón de maldiciones, y aceleró, corriendo lo más rápido que podía sobre la nieve. No tenía la menor idea a donde iba. Solo sabía que tenía que huir.
No había ido muy lejos, cuando sintió unos brazos fuertes empujándola al suelo, se encontró con un duro tórax y miró fijamente a Logan.
—No me mires así —dijo—. No te haré daño. Mataré a cualquiera que te lo haga.
Ella lo miró confusa por el tono posesivo de su voz.
—Déjame ir —le imploró—. No me puedo quedar.
— ¿Y dónde irías? —La cuestionó Carlos, a su lado—. No sobrevivirías ni una hora.
Sabía que él tenía razón, pero no se podía quedar. No entendía la atracción que sentía por los hermanos, no comprendía lo que sentía en sus brazos o cuando la miraban. Por uno podía entenderlo, pero ¿por los tres? ¿Qué tipo de mujer era?
—Dame tu abrigo, Carlos —le pidió Logan—. Se está congelando.
Un momento más tarde, se sintió envuelta en el calor corporal de Carlos. Su abrigo tenía su olor, su esencia, era como si la hubiera abrazado él y no Logan.
—No me puedo quedar aquí —susurró, casi llorando.
Logan la miró fijamente durante un instante. Entonces, sorprendiéndola, bajó la cabeza y le dio un beso largo e intenso. Aprovechándose de la boca abierta por el choque, introdujo su lengua, haciéndola bailar con la suya. Olvidó toda la resistencia y se derritió como mantequilla caliente sobre su pecho. ¡Jesús! ¡María! ¡José! Era tan letal como James. Y ella no debía reaccionar así con él. No después de lo que sintió con James.
Lágrimas calientes caían de sus ojos y dejó escapar un gemido de angustia.
—La está asustando, Logan —murmuró Carlos.
—Soy una puta —susurró ella—. Soy como dijo él.
Logan se puso rígido, sus brazos eran como bandas de acero alrededor de su cuerpo.
— ¿Quién te llamó puta? —preguntó en voz muy baja, mortal.
Luchó con él, hasta que él se vio forzado a dejarla, pero la mantuvo cerca, agarrándola firme por la mano.
— ¿Importa? Obviamente tenía razón —contestó en voz mortificada—. Todo lo que tienen que hacer es mirarme para que me sienta en llamas. ¿Qué tipo de mujer soy? —exigió ella.
—Nuestra mujer —contestó Carlos—. Eres ese tipo de mujer.
Su boca se abrió. Estaba extrañada por su anuncio. Miró lejos, buscando una ruta de escape.
—Arriba, muñeca —dijo suavemente Logan—. Vamos a llevarte a casa. Estás congelada. A James no va a gustarle que salieras corriendo.
Ella se tensó y Carlos musitó una maldición.
—Para de asustarla, Logan.
—Nosotros nunca te haríamos daño, ____. Vas a descubrir rápidamente que haremos cualquier cosa para salvarte, para protegerte —dijo Logan, tomándola en los brazos.
Ella se acomodó en sus brazos, mientras que él caminaba hacía la casa. Su mente luchaba para entender la extraña conversación que tuvo con los hermanos. Carlos abrió la puerta y Logan entró con ____ en los brazos.
James estaba cerca, con los brazos cruzados, y una expresión impenetrable.
A pesar de las seguridades de Logan, empezó a temblar. Escondió el rostro en el cuello de Logan, intentando esconderse del escrutinio de James. Su fuerza la asustaba. Kendall era nada comparado con este hombre y, aún así le hizo tanto daño. James podría hacerle mucho más. Logan la acarició.
—No te asustes, muñeca —le susurró al oído. Se acercó al fuego y la soltó. Ella se escondió rápidamente detrás de él, usándolo como barrera entre ella y James.
Para su sorpresa, James se rió.
—Entonces, ¿así va a ser? ¿Vas a esconderte detrás de Logan cada vez que me enfade contigo?
Estiró la cabeza por detrás de Logan. James estaba sonriendo y Carlos la miraba con silenciosa intensidad. Por un momento, vio en los ojos de Carlos algo que reconoció como tormento.
—Yo... yo no entiendo... —empezó ella, débilmente—. No entiendo nada.
James la miró; ella se quedó detrás de Logan, agarrada a su camisa. Parecía perdida, abandonada y con mucho miedo. Se sentía feliz por ella, por confiar en Logan. Aunque no entendía lo que hacía. Claramente, estaba atribuyendo a Logan el papel de protector.
Logan lo advirtió con los ojos, que no la presionara. Maldición, podía pasar sin tantas advertencias de Logan. ____ parecía una cosita asustada. Lista para huir a la menor provocación.
Suspiró y sentó en el sofá.
—Ven aquí, cariño.
Intentó agarrar la mano de Logan, mientras se mordía los labios, nerviosa.
¿Qué la hacía tener tanto miedo? ¿Quién le hizo tanto daño que no podía confiar en él y ni en sus hermanos?
Logan puso el brazo sobre sus hombros y la guió al frente. Agarró su barbilla y la hizo mirarle.
—Nadie te hará daño, muñeca. Te lo prometo. Nunca.
Se relajó un poco al oír su promesa, y se volvió hacía James.
— ¿Está enfadado? —preguntó ella suavemente.
Extendió una mano hacía ella y sintió un enorme placer cuando la aceptó. La abrazó y le acarició el pelo, mientras la miraba.
—No estoy enfadado contigo, cariño. No contigo. Nunca contigo. Estoy furioso con el hijo de puta que te hirió, que te hizo tener miedo.
La abrazó más fuerte y la besó, suave, tierno, apenas rozarle los labios. Por un momento, se relajó en sus brazos, ajustándose perfectamente, como si le perteneciera. Después, se puso tensa, y se alejó con ojos atormentados. Con un grito bochornoso se puso de pie y salió corriendo del cuarto.
James intentó seguirla, sorprendido por su reacción, pero la mano de Logan lo paró.
—Tienes que explicarle —dijo—. Ahora.
— ¿Sobre qué demonios estás hablando?
Logan suspiró y se pasó una mano por el pelo.
—Piensa que es una puta.
— ¿Qué?
—Vamos, James. Sabes que está confusa. Se sienta atraída por los tres. Algún bastardo le dijo que era una puta y ahora lo cree. No se entiende, ni nos entiendo. Necesita que le expliquemos.
—Está bien —dijo James, con un suspiro profundo—. Hablaré con ella.
James caminó por el pasillo hasta el cuarto, con sus hermanos siguiéndole a una pequeña distancia. Llamó suavemente, no queriendo asustarla.
—____, dulzura, soy yo, James.
—Vete —contestó ella, sofocada por los sollozos.
Abrió la puerta, titubeando cuando la vio sobre la cama, con los ojos enrojecido por las lagrimas. Había echado el abrigo de Carlos en el suelo. Se acercó y se sentó en la cama. Después la abrazó. Ella apenas luchó, lo que lo encantó.
—Dime por qué estás llorando —le preguntó suavemente.
— ¿Qué dirías si te contara qué antes de besarte en la sala, estaba fuera, besando Logan? —contestó con labios trémulos.
Sonrió y acarició su pelo.
—Eso me hace muy feliz.
Sus ojos sorprendidos volaron hacia su rostro.
— ¿Feliz? ¿Estoy actuando como una puta y te hace feliz?
Él la miró duramente.
—No permitiré que hables de ti misma así. Si vuelves a decir algo así, te acostaré en mis rodillas y azotaré tu bonito culo.
Ella se quedó con la boca abierta. (Uhh que lindo seria eso…)
—Hay algunas cosas que tienes saber —dijo—. Comenzando con el hecho de que nos perteneces. A todos.
Esperaba ver miedo ante su declaración. Al revés, vio sorpresa. Logan y Carlos, que estaban de pie en la puerta, se acercaron a la cama. Logan sentó tras ____ en la cama y tiernamente, acarició su hombro con la mano.
____ los miró, a uno después otro y otro... James permitió que la información penetrara su mente.
Se mojó los labios, nerviosa. Después preguntó.
— ¿Eso significa qué no vas a dejarme ir?
Él se rió.
—Si me estás preguntando si eres una prisionera, la respuesta es no. Y si me estás preguntando si vamos a abrirte la puerta y permitirte que salgas de nuestras vidas, la respuesta es no.
Él se acercó más y la cogió por la barbilla. La respiración de ella se aceleró. Del otro lado, Carlos, agarró su mano. Los tres hermanos la estaban tocando, calmando.
—Nos perteneces, ____ —susurró James—. Puedo sentir tu deseo, tu necesidad. Es tan fuerte como la nuestra por ti. Estás asustada. Pero nos quieres.
— ¿Entonces quieren una esclava sexual? —preguntó, con voz ahogada.
Sus ojos se estrecharon. Tenía miedo. No solo de él y sus hermanos, si no de ella misma, y del desconocido que le hizo daño, tanto mental como físicamente.
—Si piensas que solo es sexo, estás equivocada —dijo James, en voz muy baja—. Lo hemos hablado desde siempre. Serías nuestra esposa. Nuestra pareja.
— ¿Q… qué? —gritó ella—. Pe… pero... ¡No pueden casarse con la misma mujer!
— ¿No? —le preguntó Logan.
—No es legal.
—Estás pensando con la cabeza —la regañó James. —No hay ley que diga que no puedes vivir con tres hombres. En nuestros corazones serás de los tres. Esposa de cada uno de nosotros. Amada por todos.
Negó con la cabeza, confusa.
—Es una tradición en nuestra familia —dijo Carlos, bajito—. Si te preguntas si es genético, no, no lo es. Podemos escoger y te escogemos a ti. Nuestros padres escogieron a nuestra madre y nuestros abuelos a nuestra abuela. Pero no estamos destinados por alguna compulsión invisible. Es algo que hemos decidido cuando fuimos suficientemente mayores para hacerlo. Siempre supimos que existía una mujer para los tres. Así que esperamos.
James presenció la reacción de ____ ante la sincera explicación de Carlos. Un brillo de lágrimas desbordaba sus ojos y sus manos le temblaban.
—Yo no puedo —susurró.
—Pero nos quieres —persistió Logan.
Asintió con la cabeza, un poco avergonzada.
—Entonces por qué no puedes —la presionó James, queriendo conocer sus demonios.
—Porque ya estoy casada —se desahogó ella.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 10:51 am

Capítulo 4

James sintió a unos dedos helados apretando su corazón. ¿Ya estaba casada? Vio el mismo miedo en el rostro de sus hermanos. Miró su mano, en busca de alianza, pero no había ningún anillo.
Las manos de Logan estaban paralizadas en sus hombros. Carlos apartó la mano, y él alejó la mano de su mejilla. ¿Cómo podía ser prohibida la mujer destinada a ellos?
No, él no aceptaría eso. No podía.
— ¿Quién es él? —murmuró James, celoso.
Su trémula mano voló a la garganta, en un ademán defensivo. El pánico volvió a su rostro, fuera de control.
—Es él, el hombre de quien estás huyendo —dijo Carlos, con el rostro frío.
—Es el hombre que metió el miedo en tus ojos —agregó James, volviéndole a levantar la barbilla.
Cerró los ojos y asintió con la cabeza.
El alivio envolvió a James, las manos de Logan volvieron a moverse. Eso podían manejarlo. Ella se divorciaría del bastardo.
—No volverás con él —dijo simplemente James—. Nunca volverás con él.
—No lo entienden —susurró—. Nunca me dejará ir—. Las lágrimas chispeaban en los ojos de canela.
—Él no tiene elección —determinó Logan.
—Te hará daño, como me...
Su voz se desvaneció, pero James entendió lo que ella había callado. Te hará daño, como me lo hizo a mí. Nunca sintió tanta rabia como en aquel momento. Temió perder el control.
Continuaba con la mano en la garganta.
—Es un hombre muy poderoso. Te matará. A todos. Asesinar no significa nada para él. No puedo dejar que haga eso.
— ¿Y piensas qué volver con él es la respuesta? —cuestionó Carlos, incrédulo.
Negó con la cabeza.
—No. Nunca volveré con él. No por voluntad propia. Pero tampoco puedo quedarme aquí; si estoy en otro lugar, él no podrá herir a ninguno de vosotros.
Una sonrisa surgió en la boca de James. La pequeña mujer estaba intentando protegerlos. Sintió una ola de orgullo. Su pareja probaba ser merecedora del lugar que ocuparía.
—Sé que nos conoces desde hace poco, cariño, pero debes aprender a confiar en tus esposos —dijo James.
Sus ojos se abrieron aún más.
— ¡Pero no son mis esposos! ¿No me están escuchando? ¡Ya estoy casada!
—Un mero detalla técnico —dijo calmo—. Que pretendemos arreglar lo más rápido posible.
Hizo un ademán de frustración.
— ¿No oyeron nada de lo qué dije?
Él sonrió.
—Oímos todo, pero tu preocupación es infundada. Podemos cuidar de nosotros mismos, más que eso, podemos cuidar de ti.
Su mano cayó, en un ademán impotente, que mostró que no sabía qué hacer o que decir. La estaban presionando demasiado, no podían continuar o la perderían.
—Ven a la cocina. Vamos a prepararte el desayuno —dijo James, alternando a un tópico neutral. Seguro.
Vio el alivio en sus ojos, cuando ella asintió.
—Estaré allí en un minuto —contestó con la voz ronca.
James se levantó y pidió a sus hermanos que lo acompañe. Segundos más tarde, ____ estaba sola en el enorme cuarto, los sentidos acelerados por lo que había experimentado.
Ellos la querían. Los tres. Y ella también los quería. Desesperadamente, quería ver en donde los llevaría. Pero había muchos problemas que lo impedían.
Primero, Kendall la encontraría si continuaba allí. Lo sabía, como también sabía que él pasaría por encima de cualquier persona que se interpusiera en su camino.
Segundo, era su deseo de ser amada, protegida, lo que la había llevado a los problemas presentes, y ahora estaba cayendo en el hechizo de tres magníficos vaqueros. Ella había buscado bastante la felicidad en los de su alrededor.
Su esposa. Sacudió la cabeza, incapaz de comprender lo que le habían propuesto. Aunque era tan avanzada la actual sociedad, no imaginaba que era tan moderna como para disculpar a una mujer que viviera con tres hombres.
¿Por qué debía preocuparse por los qué pensaran las otras personas? Ellos no habían pensado en ella cuando se escabulló en medio de la noche, de la casa de Kendall Schmidt. En su noche de bodas.
Cerró los ojos y friccionó la frente. Necesitaba de una aspirina y una bebida caliente. Nada tenía sentido, y no conseguía entender, por más que intentara, la infinidad de emociones que la asaltaban.
—____ —la llamó Carlos, de la puerta.
Miró al hermano menor, inclinado contra el marco de la puerta, estudiándola calladamente.
—El desayuno está listo.
Asintió, sin arriesgarse a hablar. Sin confiar de que no se lanzaría en sus brazos.
Como si estuviera leyendo su mente, caminó relajado en su dirección, y le extendió la mano.
Lentamente, ella la alcanzó y la aceptó, gustándole el calor que se extendió por su brazo, con una velocidad alarmante.
Él la atrajo hasta quedar a su lado. Su mirada se deslizó sobre ella, calentando cada zona por donde pasaba.
—No me besaste —murmuró él.
Sus ojos se abrieron, sorprendidos. No esperaba que dijera algo así.
—Besaste a Logan y a James, pero no a mí. Si fuera un hombre celoso, podría ofenderme por eso.
Su boca se abrió. ¿Qué quería decir con ello?
— ¿Qué dices sobre rectificar eso? —preguntó con una voz ronca.
Se agachó, con la boca a una pulgada de la de ella. ¿Dulce Jesús, como podría resistirle? Su mano se deslizó por su cara, hacía la nuca. Sus dedos se hundieron en su pelo y la atrajeron para encontrar su boca.
Suspiró contra aquellos labios y se derritió al entrar en contacto con su pecho. El beso era lento, caliente y completo. No exigente como el de James, ni gentil como el de Logan. Caliente. Era la única palabra que le venía para describirlo.
Sus pezones se endurecieron contra su pecho; y sus tetas se hincharon y pulsaban de deseo. Un dolor se construyó entre sus piernas, y sintió una repentina humedad. Unió las piernas, intentando aligerar el fuego, pero solo creció. Sus grandes manos recorrieron su espalda y acariciaron su trasero empujándola contra su verga. Su polla dura, grande, hinchada dentro de los vaqueros, empujaba contra su pelvis.
— ¿Puedes sentir cuanto te deseo? —susurró.
No esperó su respuesta. En vez de eso, volvió a besarla, voraz, y esparció una lluvia de besos desde la oreja hasta el cuello.
Se arqueó y gimió cuando los dientes pellizcaron la delicada curva del hombro. Una mano continuaba sobre su culo, la otra viajó por su barriga y bajo el suéter, hasta alcanzar un pecho.
Se le cortó el aliento, y cuando él empezó a acariciar un pezón, corrientes de placer irradiaban del pecho en todas las direcciones. Su coño latió en respuesta. Su clítoris le dolió, excitado.
Se movió entre sus brazos. Estaba cerca de algo maravilloso. Él le quitó la camisa y bajó la cabeza. Ella apretó los dientes en anticipación. Su respiración caliente acarició el pezón, lo frunció, lo apretó dolorosamente, pero él no lo tomó en la boca.
—Por favor —jadeó ella.
— ¿Por favor, qué? Dime lo qué quieres, ____.
—Tu boca. Quiero tu boca. Allí.
— ¿Aquí? —Preguntó, besando la suave curva de su seno—. ¿O aquí? —besó la parte de arriba del pezón.
Perdiendo la paciencia con su broma, agarró su cabeza y la dirigió al pezón.
—Oh, quieres decir aquí —él se rió y chupó el pezón y su cuerpo estalló por el placer que sentía.
— ¡Oh, Dios mío!
Lo agarró firmemente, exigiendo que su boca no abandonara el pezón. Corrientes de fuego corrían en su barriga y pelvis. La humedad salía a chorros de su coño. ¿Cómo podía estar tan cerca de correrse si solo le estaba chupando los pezones?
—Odio interrumpir, pero el desayuno se está enfriando —dijo James perezosamente, desde la puerta.
Las mejillas de ____ se tiñeron instantáneamente de rojo y se alejó de Carlos. Se puso el suéter, intentando restablecer una apariencia de modestia.
Pero Carlos no la dejó tan fácilmente; la abrazó y le dio un beso profundo.
—No le prestes atención. Está celoso porque él también quiere estar contigo.
—Verdad —admitió James, escogiéndose de hombros—. Pronto. Serás nuestra.
— ¿Quieres desayunar? —preguntó Carlos, acercándola a la puerta.
—Ve tú primero —le pidió, nerviosa. La idea de pasar por al lado de James era suficiente para derretir su rodillas. Prefería la protección del cuerpo de Carlos, como una barrera entre James y ella.
Los ojos de Carlos brillaban por la insatisfecha necesidad, cuando la tomó de la mano. La atrajo junto a él, mientras pasaban de James. Estaba casi fuera del cuarto, cuando James la agarró del brazo.
Para su desaliento, Carlos liberó su mano y caminó despreocupado hacia la cocina. Ella se vio apretada contra el pecho fuerte y duro como una piedra de James, que la miraba fijamente con sus ojos verdes.
—No hay ninguna razón de tenerme miedo —dijo serio—. No hay razón de esconderte detrás de Carlos o de Logan, cada vez que hablo contigo. Me alegro de que te sientes segura con mis hermanos, pero ellos no tienen porque protegerte de mí.
Se mordió los labios, nerviosa.
—Es solo que eres tan...
—Tan... ¿qué? —insistió.
—Tan grande —se le escapó.
Arqueó la ceja.
— ¿Y Logan y Carlos no lo son?
Ella suspiró.
—No, sí, quiero decir sí, son grandes, pero no pienso que me harán daño.
Apretó los labios.
—Y piensas que yo lo haría.
—No intencionalmente —dijo poco convencida—. Kendall no es nada comparado contigo y aún así... —se paró bruscamente, no quería contarle lo que le hizo Kendall—. ¿Si él pudo hacer tanto, porqué tú no lo podrías?
— ¿Ése es el nombre del bastardo? —exigió James.
Apretó los labios, negándose a decir cualquiera otra cosa.
James suspiró y se pasó la mano por el pelo.
—Ven aquí, cariño —se sentó en la cama y la sentó en su regazo—. No sé lo qué te hizo ese bastardo de Kendall, y lo intento descubrir, pero es obvio que destruyó todo la confianza en ti misma. Puedo aceptar eso. Lo que no puedo aceptar es el miedo que veo en tus ojos, cada vez que te miro.
Su corazón latía dolorosamente. James parecía honesto. Duro, pero honesto. Ella se sintió tonta por sentir miedo cada vez que él la miraba, pero sabía sin dudar, que jamás sería la misma después de conocer a este hombre. Quizá por esto lo temía tanto.
—He sido muy honesto contigo —continuó—. Te deseo. Más que a cualquiera otra mujer. Alguna vez. No estaré satisfecho hasta que estés en mi cama. En nuestra cama. Con nosotros. Embarazada de nuestro niño. Perteneciéndonos en corazón y alma para siempre. No puedo prescindir de eso. No te dejaré ir sin pelear, estate segura de eso, pero jamás te haré daño y haré lo que haga falta para que nadie te lo haga.
Sintió sus palabras en lo más hondo de su alma. ¿Cómo podía no hacerlo? Nadie jamás, le había hablado con más honestidad o tanta emoción.
—Danos una oportunidad, ____. Es todo lo qué te pido.
Sin escuchar la voz que le decía que corriera, asintió.
Una sonrisa lenta, triunfante, se extendió por todo su rostro.
—Ahora vamos a tomar aquel desayuno.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 11:01 am

Capítulo 5

____ se sentó en el banco, entre Carlos y James, mientras que Logan servía los platos con jamón y huevos. Ella los analizaba frecuentemente, juzgando su humor, midiendo su reacción hacia ella, pero le parecían tranquilos.
Era como si ellos vivieran esta situación todos los días. Sacudió la cabeza mientras cogía con el tenedor otro trocito de huevo. ¿Cómo podía funcionar esa clase de relación? Los celos serían inevitables. Y las cosas serían más difíciles para ella que para cualquiera de ellos. Ellos tendrían solo una esposa que satisfacer, ella tendría tres.
Tres hombres para satisfacer, conocer, y todos diferentes. La mera idea de las complejidades involucradas en la situación, le dio un fuerte dolor de cabeza.
Logan, ciertamente, era el más fácil de los tres hermanos. Se sentía relajada a su lado. Era una reacción natural. Hasta donde sabía, James era el mayor, era tan claro como si estuviera escrito en su frente. Y, aunque hacía un gran esfuerzo para hacerla sentirse cómoda, sabía que él podía ser peligroso cuando estaba enfadado. Emanaba poder y autoridad, que lo cubrían como una manta.
Su mirada se giró hacia Carlos. Era un enigma. El único de quien ella no tenía formada aún una idea. Era quieto y serio, pero aún más que eso, ella vio el dolor de sus ojos. Como ella, él había visto el lado oscuro de la vida. Apostaría hasta su último dólar en ello.
— ¿Estás bien? —preguntó Logan.
Ella lo miró.
—Estoy bien, es solo una jaqueca.
Caminó hasta uno de los cajones, encontró un frasco de ibuprofeno, sacó varias píldoras y se las entregó. Solo un ejemplo más de cuidarla. La calentó y asustó al mismo tiempo.
— ¿Qué te preocupa, cariño? —preguntó James.
¿Era tan fácil de leer? ¿Podrían leer su mente y su alma? Sus dedos se tensionaron sobre el tenedor, y por un momento, ella pensó en negar que hubiera algo en su mente, pero la honestidad de James la obligaba a ser igual de honesta.
—La dinámica de esta relación que proponen es... es bastante confusa, no consigo entenderla —admitió.
Percibió las sonrisas triunfantes de los hermanos. Ciertamente, para ellos eso era una señal de que estaban haciendo progresos. Y quizá tuvieran razón, aunque fuera una locura, incluso contemplarlo.
— ¿Quieres discutir sobre algún aspecto en particular? —preguntó James.
Suspiró y dejó el tenedor.
—Todo es muy extraño para mí. Ni sé por dónde comenzar. Continúo esperando que me digan que todo es un chiste, que están bromeando.
Carlos puso una mano en su rodilla.
—No es un chiste. Ahora, dinos lo que estas pensando.
Inspiró profundamente, se dijo a sí misma que estaba completamente loca y luego comenzó a decirles honestamente, lo que estaba pensando.
—Es lo siguiente: tienen una persona de la que ocuparse en esta relación. Yo tengo tres. Tres hombres dominantes, sobreprotectores, y bastante grandes. Y no veo como pueda ser remotamente posible que os complazca a todos al mismo tiempo.
Sonrisas engreídas y seguras adornaban los rostros de los hombres.
—No creo que ninguno de nosotros espere la perfección —dijo Logan—. Aunque —agregó, recorriéndola con la mirada de arriba a abajo—no estoy descontento con lo que tenemos.
—Discutimos muchas veces el asunto —dijo James en tono serio—. Sabemos que no siempre será fácil. Ni siempre fue fácil para nuestra madre y padres, pero si todos trabajamos juntos, no existe ninguna razón para que no podamos vivir en armonía.
—Imagino que simplemente no entiendo el concepto —dijo ____—. No consigo hacer que mi cerebro lo absorba.
Carlos llamó su atención, haciéndola volverse hacia él.
—Entonces piensa lo siguiente. Tres hombres completamente dedicados a tu felicidad. Tres hombres adorando tu cuerpo con los suyos. Tres hombres amándote con completo abandono. Tres hombres protegiéndote y apreciándote... para siempre.
Ella lo miró con la boca abierta.
—Bien, cuando lo pones de esa manera… —murmuró.
—Maldita sea, Carlos, ¿por que no hablaste antes? —dijo Logan divertido.
—Nuestra primera tarea es ir a la ciudad y comprar algo de ropa para ti, y cualquiera otra cosa que necesites —declaró James, cambiando de tema.
—Pero yo no requiero nada —protestó ella. Bueno, eso no era del todo cierto, pero no quería que ellos le compraran cosas.
—Carlos, te importaría repetir aquella parte de los tres hombres dedicados a su felicidad, adorándola, etc. —le pidió Logan—. Porque estoy seguro que asegurarse de que nuestra mujer esta vestida y abrigada, preparada para el invierno, entra dentro de esa categoría.
____ se enrojeció.
— ¿Logan, tu y Carlos quieren llevarla a la ciudad? Necesito verificar los caballos y quitar el heno. Se supone que nevará de nuevo esta noche —se giró hacia ____—. Hay una tienda country en la ciudad. No es mucho, pero podrás conseguir botas, jeans y algunas camisas. Y un abrigo. Necesitas un abrigo decente. La semana que viene, iremos a la ciudad para comprar el resto de las cosas.
—Gracias —dijo suavemente. No pudo decir nada más, tenía un nudo en la garganta. Se sentía peligrosamente cerca de las lágrimas y luchó para contenerlas.
James se inclinó hacia adelante y le dio un suave beso. Fue sorprendentemente gentil. Por primera vez, ella levantó la mano para tocarlo, recorriendo su rostro con los dedos, sintiendo las ligeras puntas de su barba.
Cuando él se alejó, sus ojos ardían de pasión y ella se sintió embriagada por el conocimiento de cómo lo afectaba.
—Bien si vamos a ir a la ciudad necesitamos salir ahora mismo. No queremos volver tarde, si va a nevar —anunció Carlos, levantándose de la silla.
— ¿Es… es seguro para mí ir a la ciudad? —preguntó ella. La idea de que alguien podría verla y contárselo a Kendall llenó su corazón de miedo, poco importaban las promesa de los hermanos de protegerla.
—Nos aseguraremos de que nadie te vea —dijo Logan—. La tienda de Riley queda en el límite de la ciudad. Estacionaremos bien cerca de la entrada, te dejaremos escondida en un lado de la tienda y escogeremos lo que te pruebes. Nos mantendremos atentos a cualquier movimiento inhabitual.
—Muy bien —dijo ella, soltando la respiración—. Entonces vamos a hacerlo.
La ciudad estaba lejos y bajaron la montaña en silencio. ____ se sentó delante, mientras que Logan conducía y Carlos se sentó en el asiento trasero del jeep. Durante todo el viaje, Logan alcanzó y apretó sus manos.
Se sintió cómoda con ese gesto tan simple y pronto entrelazó sus dedos.
A media mañana llegaron a la ciudad de Clyde. James tenía razón, no había mucho para ver, salvo un pequeño supermercado, un negocio de alimentos, algunos cafés y la tienda country, pero había una calle principal y las tiendas eran limpias y bien mantenidas.
Logan paró en la tienda y él y Carlos inspeccionaron el área antes de salir. Carlos abrió la puerta a ____ y le hizo señas para que saliera. Una vez fuera, Logan y Carlos la rodearon y caminaron hacia la tienda.
La llevaron hacia el área de los probadores y le dijeron que esperara sentada.
—Dinos tu talla y te traeremos algunas cosas para mirar —dijo Carlos.
Ella se rió.
—No hay nadie aquí. Creo que puedo mirar yo misma.
Logan exploró los alrededores una vez más.
—Muy bien. Iré a vigilar la puerta. Carlos, cuida de ____ mientras hace las compras.
____ se dirigió hacia las estanterías en el centro de la tienda y empezó a tomar algunas camisas de franela de manga larga de su talla. No estaba segura de cuanto podía gastar, así tomó solo algunas y se dirigió hacia los vaqueros.
Cuando estaba buscando pantalones de su tamaño, Carlos añadió varias camisas en sus brazos. Sin hablar, empujó las camisas hacia ella, su expresión no admitía discusión alguna.
— ¿Me las llevarías a la caja, por favor? Estoy casi segura que son de mi talla.
— ¿Quieres qué te elija un par de botas mientras estoy por aquí?
Ella sonrió.
—Me encantaría, gracias.
Se acercó a la ventana que daba a la calle, después de haber escogido algunos vaqueros azul oscuro, negros y caqui. Cuando iba a volver para seguir a Carlos hacia la caja, sus ojos se detuvieron en un conocido vehículo negro, que paraba en la calle. Se quedo congelada, y vio con horror a Kendall Schmidt salir del coche y recorrer la calle con la mirada.
Su estomago se agitó tanto, hasta que supo que iba a vomitar. Miró con pánico a su alrededor, buscando un lugar para esconderse. Un lugar donde él no la pudiera ver.



Logan miró ceñudo como el BMW estacionaba en un aparcamiento, al otro lado de la calle. Era un vehículo extraño en esta parte del mundo. Un lugar donde un vehículo que no tuviera tracción en las cuatro ruedas, no serviría de mucho.
Echó un vistazo hacia donde estaba Carlos estaba mirando las botas y luego hacia las estanterías en donde estaba ____. Solo que ella ya no estaba allí. Escrutó la tienda, intentando descubrir donde se fue, pero no estaba a la vista.
—Carlos —murmuró.
Carlos se giró, sus ojos buscaban también a ____. Su cara se endureció cuando no vio ninguna señal de ella. Corrieron por entre las estanterías. Carlos en la parte de detrás, Logan cerca de la ventana.
La encontró escondida tras un armario de rebajas, solo aparecían los pies por debajo. Cuando separó las perchas, ella titubeó, como si tuviera miedo de quien podría ser.
— ¿Qué está mal, muñeca? ¿Quién te ha asustado tanto?
—Está aquí. Allí afuera. Vino a buscarme. Sabe que estoy aquí —dijo con un gemido bajo.
Se mecía de un lado al otro, ahogada de terror, con los ojos llenos de impotencia. Abrazaba firmemente las rodillas contra el pecho, como una medida de protección. Logan quiso salir a la calle y matar al bastardo, allí mismo.
—Lo mataré.
Durante un momento, Logan pensó que había dicho sus pensamientos en voz alta, pero entonces descubrió a Carlos detrás de él.
— ¡No! —protestó ella—. Por favor, llévenme a casa. Él no debe verme. ¡Por favor!
—No dejaremos que te lastime, muñeca —la calmó Logan. Se giró hacia Carlos—. Trae el jeep a la parte de atrás. La llevare allí.
Volvió su atención hacia ____ y la alzó suavemente. Envolviéndola contra su pecho, anduvo a pasos largos hacia la salida de detrás de la tienda, manteniéndola escondida.
Se paró unos breves momentos, cuando divisó la mirada fija y curiosa del propietario.
—Riley, necesito un favor —murmuró Logan—. Hay un hijo de puta allí afuera, que está buscando a esta mujer. Si él te pregunta, no la has visto.
Riley endureció la mirada y sus manos tomaron la escopeta que tenía detrás del mostrador.
—No te preocupes, Logan.
Logan asintió, y salió rápidamente. Carlos estaba allí, manteniendo la puerta abierta.
—Conduce —ordenó mientras entraba, aún llevando a ____.
Algunos segundos más tarde, pasaban por la calle principal. ____ escondió el rostro en el cuello de Logan. El miró fijamente hacia el BMW cuando pasaron, memorizando la matricula. No era difícil. Matricula de California. Personalizada Kendall. Bastardo arrogante.
Acarició el pelo de ____, y su cólera creció cuando la sintió temblar bajo su toque. Cuando salieron de la ciudad, la levanto para sentarla a su lado.
Ella se aferró a él, enterrando el rostro en su pecho. Ella lo hacía sentir mejor de lo que él imaginaba que una mujer lo pudiera hacer sentir. Era la mujer que los completaría. A todos. Y estaba más que seguro que no dejaría que un bastardo abusivo la alejara de ellos.
— ¿Cómo está? —preguntó Carlos, mientras aceleraba en dirección a la montaña, tan rápido como podía.
—Buena pregunta. ¿Cómo estas, muñeca? —preguntó, alejando el pelo de su rostro.
—Estoy bien —dijo con voz trémula—. ¿Él no me vio, verdad?
—No, muñeca. Él no te vio. Te lo prometo, estás segura.
Continuó acariciándola, moviendo la mano por su espalda.
—Estamos casi llegados.
Él indagó la cima de su cabeza, besando su pelo. Gradualmente, ella dejó de temblar, pero seguía abrazándole fuertemente; de hecho, no se quejaba de ello. Quisiera admitirlo o no, confiaba en él. Confiaba en los tres. Era un principio.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 11:01 am

Capítulo 6

James se puso furioso cuando vio a Logan y Carlos llegar con una ____, visiblemente trastornada. La alzó en los brazos, acunándola fuertemente contra su pecho. Sus ojos relampaguearon por encima de su cabeza, exigiendo saber lo que sucedió.
—Ella... el bastardo estaba en la ciudad —murmuró Logan.
— ¿Te lastimó, cariño? —preguntó James.
Ella sacudió la cabeza contra su tórax.
—Él no la vio —dijo Carlos—. Por lo menos, creemos que no. Estaba parado en la calle. ____ lo vio por la ventana de la tienda.
— ¡****!
Esto seguramente complicaba las cosas. Intercambió una mirada con sus hermanos. Todos concordaron silenciosamente. Tendrían que hacer algo con respecto al bastardo. No podían permitir que ____ continuara aterrorizada.
James alejó un poquito a ____ y enmarcó su rostro con las manos.
—Escúchame, cariño. No lo dejaremos herirte. Te lo juro.
Ella lo miró durante un largo momento, y asintió lentamente.
El dejó salir un gruñido de satisfacción.
—Ve a llenar la bañera, Carlos.
Carlos se fue al baño, dejando a Logan y James con ____, en el cuarto. James recorrió su rostro con la mano, luego acarició la esbelta curva de su cuello, hasta el escote de la blusa.
—Vamos a cuidarte —murmuró—. Primero un baño... —dejó que su voz se apagara, sugiriendo que había más por venir.
Ella se estremeció en sus brazos. Pero no pareció preocupada ante la idea de lo que estaba por venir.
—James, hay algo... hay algo que debes saber.
Elevó una ceja ante su nerviosa declaración... luego examinó a Logan, que se encogió los hombros.
Ella se alejó y él le permitió tener su espacio. Se levantó y se alejó varios pasos de Logan y James.
—Me siento tan estup¡da diciendo esto —comenzó. Retorció sus manos mientras su agitación iba aumentando.
—____ —dijo Logan—. Lo que sea, solo dínoslo. No puede ser tan malo. No importa lo que tú pienses.
Respiró hondo y los miró a ambos.
—Creo que deberían saber... quiero decir, de hecho, es que yo no sé como son esas cosas. Entre nosotros, quiero decir. Sobre sexo.
Se paró bruscamente, sus mejillas se sonrosaron.
James esperó pacientemente, para que les explicara cual era el problema. El hecho de que estuviera pensando en sexo era prometedor, pero parecía que no estaba segura de cómo serían las cosas. Él sonrió. Era encantadoramente inocente.
—Es solo que yo nunca lo hice —dijo rápidamente—. Quiero decir sexo en general.
¡No podía ser tan inocente! Su cabeza quedó confusa por la sorpresa y vio la misma emoción en el rostro de Logan.
—Repítelo —le pidió Logan.
Su rubor aumentó.
— ¡Pero estás casada! —argumentó James.
—Yo… lo dejé en nuestra noche de bodas —murmuró.
Una lenta sonrisa se extendió por el rostro de Logan, y la misma sensación de satisfacción embargó a James. Ella sería algo más que solo de ellos. Solo les pertenecería a ellos. Serían sus primeros. Y los últimos.
—Quizá debas explicarte, cariño —le pidió suavemente. Necesitaban saber todo cuanto podían sobre ella. Cuanto más supieran, mayores serían las oportunidades de conservarla. Y dejarla ir no era una opción.
—El agua está lista —dijo Carlos desde la puerta.
—Hablaremos en la bañera —dijo James. Se acercó y ____ intentó alejarse cuando él llevó su mano bajo su camisa.
—Confía en mí, cariño. No te lastimare. Necesitas quitarte la ropa.
Ella se lamió los labios y luego capturó su labio inferior con los dientes y lo mordió furiosamente. Era, en una palabra, adorable.
____ echó un vistazo a los tres hombres, y casi se hiperventiló. Ella los quería, pero no estaba segura de si quería quedarse desnuda delante de ellos. La mera idea la hacía querer huir.
La mano de James se deslizó por debajo de su camisa, acariciando la base de su seno. La fina tela del sostén no hizo nada para amortizar el contacto. Sintió una llama abrasadora en todo su cuerpo.
¡Luz bendita! Sus dedos acariciaban su piel, hacia atrás, hasta el cierre del sostén, que, con un estallido, se abrió.
Otra mano se deslizó por debajo de su camisa, quitándosela por encima. Se sorprendió cuando vio que Logan se había unido a James.
Logan empujó la camisa hasta su cuello, y James la sacó suavemente por la cabeza. Ella se cubrió inmediatamente los senos con los brazos.
—No lo hagas —le pidió Carlos, con voz áspera—. Eres hermosa.
Lo vio mirándola fijamente a través del cuarto, sus ojos la ardían.
Lentamente, ella dejó caer las manos hasta que se quedó delante de ellos solo en los vaqueros.
—Jesús —suspiró Logan.
James deslizó la cremallera.
—Si no se dan prisa, el agua se va a enfriar —les advirtió Carlos.
—No podemos permitir eso —dijo James, en una voz que envió ondas de su vientre a su vagina. Sus músculos se apretaron en una necesidad caliente, roja.
Empezó a bajar los vaqueros, hasta que se quedó solo en las bragas. Ansiosa por terminar con esa agonía, metió los dedos y las sacó rápidamente.
—Eres perfecta —dijo James.
La tomo en sus brazos y la llevó al baño. La puso en la enorme bañera, llena de espuma y ella gimió de placer, cuando el agua templada envolvió su cuerpo.
—Te daremos algún tiempo para relajarte —dijo James, cuando se levantó. Le dio un beso en la cabeza—. Volveré en unos minutos para lavarte y secarte el pelo.
Los observó mientras salían del baño, después se hundió más en la espuma y cerró los ojos. ¿Querrían tener sexo con ella, ahora qué sabían qué era virgen? Estaba nerviosa con la idea. No solo por no haberlo hecho antes, sino porque habían tres hombres que querían hacer el amor con ella. Y ella no tenía la menor idea de cómo planeaban hacerlo. Pero maldita sea si la idea no la excitaba.
—Esto cambia un poco las cosas —dijo James cuando entró con sus hermanos en el cuarto.
— ¿De qué estás hablando? —preguntó Carlos.
—____ es virgen —dijo Logan.
Carlos irguió una ceja, pero no dijo nada. Simplemente lanzó a James una mirada interrogativa.
— ¿Qué? —cuestionó James, sabiendo que habían muchas cosas en la mente de su hermano menor.
Carlos suspiró y puso las manos en el bolsillo de sus vaqueros.
— ¿Cómo sabemos qué no cambiará de idea? ¿Cómo sabemos que no se calmará y volverá con su esposo?
Logan empezó a protestar, pero James lo silenció con una mirada. Podía ver la incertidumbre en los ojos de Carlos, era el más desconfiado.
Una punzada de dolor se clavó en su corazón. ¿Algún día llegaría a saber que aguantó Carlos en Irak? La tristeza pesó en su mente. Dios sabía cuánto él y Logan intentaron hacer que Carlos se abriera, pero desde su vuelta hacia un año, no dijo una palabra sobre el tiempo que pasó cautivo.
—Carlos, nos necesita. No estoy diciendo que será fácil. Maldición, está casada. Está muerta de miedo y confusa por lo que siente hacia nosotros. Todo lo que podemos hacer es protegerla y mostrarle lo buenos que podemos ser para ella.
Se giró hacia Logan.
—Confía en ti. Ya estableció una relación contigo. Creo que tú deberías ser el primero.
—Ella no es un pedazo de carne para que decidamos por ella —dijo Carlos, con disgusto. Giró y salió de la habitación antes de que James pudiera responder.
Logan se río, suavemente.
—Está en lo cierto. No necesitas controlarlo todo, James. No hay ninguna necesidad de orquestar todo el acto sexual. Creo que podemos manejarlo.
James no contestó. No era eso lo que quiso decir, pero quizá tuvieran razón. Estaba intentándolo demasiado. Se pasó una mano por el pelo y se masajeó la nuca.
—Estaré fuera, en el granero —dijo—. Puedes ocuparte de ____.
La verdad es que necesitaba aire fresco. Necesitaba pensar.
El agua se enfrió y ____ no iba a esperar más por los hombres. Maldición, no era como si no se pudiera bañar sola. Aun así, se había sentado en la bañera como una tonta obediente.
Se levantó, el agua se escurrió por su cuerpo, agarró una toalla que colgaba del mueble, al lado de la bañera, y empezó a secarse.
—Déjame hacerlo.
La toalla resbaló de sus dedos, cuando Logan la tomó y comenzó a frotarle la espalda.
—Puedo hacer eso —dijo más alto de lo que pretendía.
Agarró la toalla, no se sentía cómoda estando desnuda delante de él.
Él la examinó por un segundo, antes de soltar la toalla.
—Estaré en la sala cuando quieras reunirte conmigo —dijo y salió del baño.
Se tomó su tiempo, su mente era confusa. Se engañaba seriamente si creyera que sería fácil iniciar una nueva vida con los tres hermanos. No sabía nada sobre ellos, no tenía la menor idea de lo que haría allí y, había el pequeño asunto de su boda con un monstruo vil y sádico.
Oh, él no le mostró su verdadero rostro hasta la noche de bodas. Estuvo emocionada e ilusionada cuando la escogió como su esposa. Pronto aprendió que detrás de su encantador exterior, había un hombre controlador y abusivo.
¿Las cosas habrían sido distintas si no lo hubiera visto matar a sangre fría a un hombre en el día de sus esponsales? Probablemente no, después de todo, no tuvo problemas en pegarle. Ningún remordimiento, ninguna emoción había cruzado su rostro mientras ella yacía llorando.
Se estremeció y sacudió la cabeza para alejar los recuerdos. Nunca más se pondría en tal situación. Si ella se quedaba aquí, sería porque quería hacerlo, no porque James lo dijo.
¿Si se quedaba aquí? ¿Estaba pensando...? ¿Realmente?
—Estás loca —murmuró a su reflejo del espejo. Los quieres tanto cuanto ellos a ti. Quizás más.
Sus pezones se endurecieron cuando les imaginó haciéndole el amor. Sintió un insoportable apriete en la ingle. Se extendió por su pelvis, haciendo latir a su clítoris.
Podía ser virgen, pero no era una ****a. Estaba tan caliente como un cura en la Mansión Playboy.
Girando los ojos, se alejó del espejo, se vistió rápidamente y salió del baño. Caminó por el pasillo y por primera vez desde su llegada, miró a su alrededor.
La cabaña emanaba masculinidad. Todos los cuartos estaban escasamente decorados, en tonos terrenales. La sala estaba dominada por la chimenea de piedra y la luz se esparcía cálidamente sobre el rústico suelo de madera. Era, se imaginaba, como una cabaña de hace cien años.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 11:02 am

Capítulo 7

Logan estaba sentado en un escritorio, a poca distancia de la chimenea. Estaba concentrado en la pantalla del ordenador y ocasionalmente tecleaba algo. ¿Tenían aquí acceso a internet, en medio de la nada?
Buscó a los otros, pero la casa estaba silenciosa. Respiró hondo y cruzó la sala, hasta llegar tras Logan.
— ¿Logan? —le llamó, exasperada inseguridad de su voz.
Él giró la silla y la miró inquisitivamente.
— ¿Puedo hacerte algunas preguntas?
—Desde luego.
Se levantó, la agarró por la mano y la hizo sentarse en el sofá.
—Vamos a ponernos cómodos.
Ella se sentó a su lado, cuidando de mantener una distancia segura. Un toque y probablemente se echaría en sus brazos e implorara que le hiciera el amor.
Lo miró fijamente por un largo momento, después reunió el coraje y preguntó:
— ¿Eso va en serio?
Mirándola suavemente, él se echó hacia atrás, como si supiera que necesitaba espacio.
—Debe ser difícil para ti.
Movió la cabeza. Se tragó lo que iba a decir, y dudó. Contener sus emociones no era natural para ella, aunque fuera un problema. Algo le decía que podía ser sincera con Logan.
—Es difícil, pero no del modo en que crees. —Se enrojeció y desvió la mirada.
Él no la forzó a hablar más, solo esperó.
—No lo entiendo —comenzó de nuevo, intentado exhibir sus pensamientos—. ¿Cómo me pueden querer todos? Quiero decir, puedo entender que me deseen, que quieran tener sexo, pero James dijo... Lo hizo sonar como si quisieran que me quedara.
Logan asintió.
— ¿Pero cómo? No me conocen. ¿Cómo puede ser eso algo más qué lujuria?
Sonrió y alcanzó su mano, entrelazando los dedos. Levantando la mano, giró su palma hacia arriba, bajó la cabeza y depositó un beso en la piel.
Ella se estremeció, y sintió el beso como si un rayo atravesara su brazo.
— ¿Lujuria? Oh, sí —dijo, bajando la mano—. Pero es mucho más que eso.
Su mano cayó en el sofá, y ella quiso llevarla de nuevo contra su boca. La urgencia entre sus muslos la hacía moverse, para aliviar la inquietud.
—Si me estás preguntando si estamos enamorados de ti —continuó— bien, no puedo hablar por mis hermanos, pero no creo que sea tan simple. Como bien dijiste, realmente no te conocemos. Pero te reconocemos. ¿Tiene algún sentido para ti?
Ella lo negó.
—Ponlo de este modo. Te reconozco como la mujer de la que voy a enamorarme. Quizá ya esté medio enamorado. No lo sabré hasta que tengamos más tiempo para explorarnos uno al otro —destelló en una sonrisa torcida—. Y explorar, es lo que planeo hacer.
Por alguna razón, su simple honestidad la confortó más que una declaración de amor y devoción eterna. Ella la obtuvo de Kendall, y no le hizo ningún bien.
— ¿Qué quieres? —preguntó el suavemente.
—Quisiera no haberme casado nunca —dijo, permitiéndose expresar el pesar de su alma. Con lágrimas en los ojos, desvió la mirada.
—Ah, muñeca.
Él se inclinó, la atrajo a sus brazos y le levantó la barbilla hasta que ella lo miró a los ojos.
—No es necesario que permanezcas casada con ese bastardo.
La tristeza llenó su pecho.
—No creo que vaya a dejarme marchar. Sé... sé demasiado —dijo.
Arqueó la ceja.
— ¿Qué sabes, muñeca?
Cerró los ojos. Necesitaba liberarse un poco de la pesada carga que llevaba de hace unas dos semanas.
—Lo vi matar a una persona —susurró—. En el día de nuestra boda.
Logan la abrazó más fuerte.
—Maldición.
Ella se alejó, apretando los dientes, para detener las lágrimas.
—Ya ves. Es por eso que no puedo quedarme aquí. Él me encontrará y los matará. Eso no es nada para él.
Logan suspiró y miró detrás de ella.
— ¿Oíste todo? —preguntó.
Se giró y vio a Carlos, apoyándose en la pared.
Él asintió, sus ojos brillaban peligrosamente.
— ¿Mandaste el mail a Carl? —preguntó.
—Sí —confirmó Logan.
Volvió la cabeza hacia Logan, confusa.
— ¿Quién es Carl? —preguntó ella.
—Un abogado —explicó Carlos.
Ella entrecerró los ojos y miró a los hermanos, buscando en sus expresiones algo, alguna pista de sus intenciones.
—Es un buen amigo nuestro. Ejerce en Denver. Mandé un mail, contando tu situación. Pregunté cuál es la mejor manera de actuar para acabar con tu matrimonio.
Se levantó agitada, alejando las manos de Logan de sus hombros.
— ¡No debes decirle dónde estoy!
—Nadie va a decirle dónde estás, muñeca.
— ¿No quieres librarte de él? —preguntó Carlos.
Ella lo miró y vio que la estaba estudiando, examinándola, mientras medía su reacción. Entrecerró los ojos. ¿Pensaba qué quería continuar casada con Kendall?
— ¿Después de lo qué oíste, cómo puedes dudar? —preguntó, mirándolo igual de atenta.
Se pusieron en posición de ataque, ninguno bajaba los ojos, fulminándose.
Él se relajó y le pidió.
—Ven aquí.
Cruzó la sala, para quedar delante de él.
Él la atrajo a sus brazos y la besó.
Gimió bajito. Dios, era muy bueno. Pasó los brazos por su cuello, y en aquel momento, no le importaba lo más mínimo lo que podía pensar de ella. Solo quería arrancarle la ropa.
Chupó sus labios y mordió eróticamente la parte inferior. No era gentil, su toque era exigente. Deslizó sus manos bajo su blusa, hasta tocar sus pechos con las palmas.
Titubeó cuando sus pulgares tocaron sus pezones. Se arqueó hacia él, queriendo más.
Su respiración estaba agitada. El dejó una hilada de besos en su cuello y clavó los dientes en la curva de su hombro.
Ella gritó, sus piernas no la sostenían.
Algo la agarró. Algo no. Alguien. Ella se encontró balanceándose entre dos duros pechos. Uno delante. Otro detrás.
Gentiles besos llovieron donde antes Carlos la había mordido.
Ella se inclinó hacia atrás, queriendo más del tacto de Logan.
Carlos empujó su camisa por encima, liberando sus pechos. Se inclinó y metió un pezón en su boca. Dios, estaba caliente. Ningún preámbulo. Ningún disfraz. Fue a por ello. Duro y rápido.
— ¿Quieres esto? —preguntó Carlos.
¿Si quería eso? ¡Si no lo obtenía, mataría a alguien!
—Si no lo quieres, ahora es el momento de decirlo —dijo Logan rozando su trasero contra su polla dura como la piedra.
—No, no paren, por favor.
—Nunca dejaré que se diga que rechacé a una señora —dijo Logan, su voz era espesa por el deseo.
Carlos tiró de su camisa, sacándosela totalmente y lanzándola al suelo. Después, enganchó el dedo en los vaqueros y la atrajo contra sí, haciéndole sentir su dura polla.
Devoraba su boca, mientras su mano palpaba la cremallera. En pocos segundos, le bajaba los vaqueros por las caderas, impaciente.
—Tienes demasiada ropa —protestó ella.
Los ojos de Carlos relampaguearon.
—En el cuarto. ¡Ahora!
Ella se deslizó, pasando por delante de él y con las piernas trémulas, siguió por el pasillo, en dirección al cuarto de James. Tenía solo las braguitas, pero, por alguna razón, no estaba lista, aún, para deshacerse de esa última barrera.
Miró como Logan y Carlos la seguían por la puerta. Carlos arrancó la camisa de sus vaqueros, mientras Logan desabotonaba lentamente los suyos.
Sus ojos se dirigieron hacia la ingle de Carlos, cuando él había acabado. Se los saco y liberó su polla de su ropa interior.
Era magnífico.
—Ven aquí —dijo ronco, con la polla en la mano.
Sabía lo que quería, no necesitaba instrucciones adicionales. Fue hacia él y se arrodilló delante.
Él la agarró por la cabeza y le guio la polla en su boca. Lanzó un alto gemido cuando la deslizó en su garganta.
Tenía un olor almizcle y salvaje, y un sabor exótico.
— ¡Dios! —se estremeció él.
Ella no esperó que le estableciera el ritmo. Estaba ávida por explorarlo sola. Hizo ruidos de succión, chupándolo más hondo en su boca. Era grande y duro. ¡No podía tragarlo todo, pero maldición si no iba a intentarlo!
Las caderas de Carlos se balancearon y él empezó a empujar con más urgencia.
— ¡Tu boca se siente tan bien! —dijo él.
Sintió la mano de Logan en su pelo, alejándola de Carlos, solo para sustituir la polla de Carlos con la suya.
Abrió la boca obediente, para aceptar su mayor circunferencia y él se deslizó rápidamente, fuera y dentro.
—Oh, ****... así —dijo Logan, en un murmullo torturado.
Lo sintió vaciarse en su garganta. Penetrante, ligeramente salado. Tragó, esperando más. Pero él se alejó de ella.
Carlos la levantó y la llevó a la cama. La parte de atrás de sus rodillas chocó contra el colchón y él la sostuvo hasta que tembló sobre la cama.
Se acostó sobre ella y apretó los labios contra su vientre, justo sobre la banda de su ropa intima. Entonces, empezó a empujar las bragas hacia abajo, mientras que sus labios dejaban un camino de fuego en la misma dirección.
Cuando se quedó libre de las bragas, él las lanzó por encima del hombro y separó sus rodillas. Se arrodilló entre sus piernas y pasó los dedos sobre los suaves pliegues de su concha.
Se sacudió. Dios, estaba mojada. Su clítoris palpitaba, esperando a ser tocado.
Acarició su entrada con un dedo, luego con dos. Después, se inclinó y en un movimiento rápido, pasó la lengua sobre su clítoris.
Ella casi saltó fuera de la cama. Logan la empujó suavemente, para volver a acostarla. El colchón se hundió cuando se sentó a su lado y empezó a hacer movimientos circulares en sus pechos.
Carlos rodeó su clítoris con la lengua, y luego lamió su entrada.
Logan empezó a chupar un pezón. Luego el otro. Cerró los ojos y abrió la boca en un grito mudo.
Carlos deslizó un dedo dentro de ella. Luego dos. Los deslizaba dentro y fuera, mientras chupaba su clítoris.
Su cuerpo entero estaba tenso, y entonces… el mundo estalló a su alrededor. Perdió la lucha de permanecer silenciosa y gritó, mientras su orgasmo arrasaba todo su cuerpo.
Sintió una erupción de humedad entre las piernas, pero Carlos continuó atormentándola con la boca. Logan chupaba un pezón y atormentaba el otro con la mano. Increíblemente, sintió que la necesidad volvía. De nuevo, no, por favor. No podría.
De repente, Carlos se alejó y ella sintió las piernas increíblemente pesadas. Logan movió sus labios sobre los suyos, capturándolos en un beso jadeante.
—Relájate, muñeca —susurró.
Entonces supo lo que se avecinaba. Anhelaba eso. Quería eso más que cualquier cosa.
La polla de Carlos se apoyó en su entrada, y con un único y firme empujón, se deslizó dentro de ella.
Sus ojos se abrieron y una miríada de sensaciones la embargaron. Dolor, increíble placer, deseo, necesidad. Lo necesitaba desesperadamente.
Permaneció quieto por un momento, esperando que su cuerpo se adaptara a la invasión. Era tan grande. Y aún no había entrado completamente. ¿Podría aceptarlo ahora?
—No puedo esperar más —dijo Carlos por fin, a través de sus dientes apretados. Salió y entró de nuevo, más fuerte que antes. Agarró la cabeza de Logan, atrayéndolo hacia su boca. Él la agarró con firmeza, cuando Carlos empezó a empujar entre sus piernas.
Nunca había sentido algo como esto. Carlos empujó sus caderas poderosamente.
—Oh —exclamó ella cuando él se acomodó completamente dentro de ella. Podía sentir sus testículos contra su ****.
— ¿Te estoy haciendo daño? —Carlos empezó a salir.
— ¡Dios, no! ¡No pares! —suplicó.
Sus palabras parecieron empujarlo hacia la cima. Empezó a empujar, sus manos agarraban firmemente sus caderas.
En su letargo, registró otra presencia. James. La cama se hundió de nuevo.
—Parece que me estaba perdiendo toda la diversión —su voz profunda la cubrió como un manto, haciéndola casi llegar al orgasmo.
James puso la mano en su nuca y levantó su cabeza lo suficiente para poder deslizar su polla en la boca.
Cerró los ojos y lo chupó a fondo, con el mismo ritmo de las embestidas de Carlos.
James agarró su cabeza con firmeza, empuñando su pelo con fuerza, impidiéndole controlar el ritmo. Hizo una pausa para permitirle tomar aliento y entonces se la metió hasta la garganta.
La boca de Logan estaba de nuevo en su pezón, sus dientes rozando los puntos sensibles. Entonces él lo chupó hasta introducirlo en su boca y ella perdió toda noción de tiempo y lugar.
No podía pensar. Solo reaccionar. Sentía a Carlos montándola con urgencia, agitando la cama con sus embestidas. Entonces se tensó entre sus piernas y ella sintió los chorros calientes de su orgasmo.
Lloriqueó en protesta. Aún no estaba lista. Estaba cerca, muy cerca. No quería que Carlos parara.
James se deslizó fuera de su boca y espero un momento. Entonces, enroscó su pelo en la mano y empujó toda la polla en su boca, se deslizó garganta abajo. Sus bolas descansaban en su barbilla, se mantuvo quieto, llenando completamente su boca.
Carlos se separó y ella sintió intensamente su pérdida. James se alejó y empezó a bombear dentro y fuera de su boca. Estaba cerca del orgasmo. Podía sentirlo. Él se tensó, se hinchó, se volvió más duro en su boca.
Secreciones pre-seminales llenaron su boca y ella tragaba más deprisa, mientras él empujaba profundamente.
La cama se hundió y sus tambaleantes piernas cayeron, cuando Carlos las dejó. Antes de que pudiera articular cualquier sonido de protesta, sus piernas fueron separadas de nuevo.
Logan se deslizó en ella. Gimió alrededor de la polla de James. Logan era distinto, pero tan bueno como Carlos.
Comenzó un lento movimiento dentro y fuera, gentil, profundo.
Se estremeció ligeramente, cuando James la agarró más firme por el cuello.
—Oh, Dios, cariño, me voy a correr, prepárate.
Los sonidos húmedos de ella chupando, llenaron el cuarto y él agarró su polla en la mano y empujó, aún más hondo.
Un líquido caliente lleno su boca, sintió los chorros contra su garganta, derramándose por su barbilla. Tragó tan rápido como podía, pero seguía viniéndose. Él empujó una vez más, manteniéndola contra sí mientras él terminaba en su garganta.
Lentamente, dejó su cabeza hasta que ella se volvió a acostar en el colchón. ____ abrió los ojos para verlo mirándola, había deseo y aprobación en sus ojos. Bajó la mano para acariciar sus pechos, frotando sus tensos pezones.
Carlos tomó el lugar de James, y giró su cabeza en su dirección. Volvía a estar duro. Deslizó su polla en la boca y gimió. Estaba sorprendentemente gentil, mucho más que la había follado.
Logan la acariciaba entre las piernas, el suave sonido de carne contra carne llenaba el aire. Acarició su clítoris, mientras iba más profundo y ella empezó a retorcerse, y su orgasmo se construía, fuera de control.
La polla de Carlos en su boca, las manos de James en sus pechos, Logan profundamente en su c0ño. Era demasiado. Aguantó cuanto pudo.
Carlos le llenó la boca de crema, Logan se enterró profundamente y se vació dentro de ella. Ella se arqueó salvajemente bajo ellos, espasmos mecían su cuerpo.
Logan se deslizó fuera de ella y se dejó caer sobre su vientre, su aliento salía en ráfagas entrecortadas. Carlos sacó la polla de su boca y la abrazó.
Ella cerró los ojos, respirando hondo, intentando desesperadamente calmar sus furiosos sentidos. Temblaba de cabeza a pies, por la fuerza del orgasmo. Resumiendo, se sentía como gelatina.
Sintió que sus piernas eran alzadas y separadas. Una polla dura se deslizó en ella y gimió.
—No puedo más —susurró. No podía tener otro orgasmo como aquél. La mataría.
James se río, un sonido ronco y erótico a sus oídos. Era la risa de un depredador. Uno que sabía que tenía a su presa en donde la quería.
—Oh, sí, cariño. Puedes. Solo recuéstate y siente.
Estaba muy dolorida, y aun así, cuando puso sus piernas en los hombros y empujó, sintió a su cuerpo reaccionar.
—Eso es, cariño. Así.
Carlos y Logan pasaban suavemente las manos por su cuerpo, por su vientre, los pechos. Ambos bajaron las cabezas y tomaron sus pezones, prodigándoles con atención.
Su cuerpo se estremecía, mientras James empujaba fuertemente. ¡Estaba tan duro, tan grande!
Él se retiró y ella abrió los ojos.
—Gírenla —ordenó.
Logan y Carlos la ayudaron a girarse, sus manos eran reconfortantes y cálidas.
—De rodillas —pidió James.
Se estremeció. ¿La tomaría por detrás? Era sin duda, la más erótica de sus fantasías. La cosa que más quería intentar. Era una posición que la hacía enloquecer.
Él agarró sus caderas con sus fuertes manos y con los pulgares, abrió sus nalgas, hasta sintió que un aire fresco bañaba su **** y su ****. Recorrió el valle de entre sus nalgas con un dedo, parándose en la entrada de detrás.
Ella titubeó y se tensó. Seguramente él no iría...
Él se río, como si le leyera de nuevo sus pensamientos.
—No aún, cariño. Pero pronto. Muy pronto.
Se estremeció ante la idea de él penetrando su ano. ¿Sería tan bueno como lo imaginaba? ¿O sería una de esas cosas mejores en la fantasía qué en la realidad? No lo sabía. Pero quería descubrirlo.
Él se posicionó detrás de ella y la penetró, casi arrancándola de sobre las rodillas.
Gritó mientras una ola de placer, tan fuerte, la alcanzó. Estaba tan profundo. Más profundo de lo que imaginó que podría llegar. Él continuó, fijando un ritmo loco, llevándola al orgasmo. El choque de sus muslos contra su **** resonaba en el cuarto, y sonaba increíblemente erótico a sus oídos.
Logan se arrodilló en la cama y se puso delante de ella, su polla dura estaba a pocos centímetros de su boca. Ella la abrió obediente y él empujó dentro.
Los labios de Carlos se deslizaron por su espalda, provocándole escalofríos, sus manos pellizcaban sus pezones.
— ¿Te gusta? —murmuró.
Ella asintió, incapaz de hablar, con la polla de Logan empujando impaciente en su boca.
—Imagina como será cuando nos estés tomando a los tres juntos —continuó con la voz caliente de lujuria—. ¿Te gustaría? James en tu ****, yo en tu **** y Logan en tu boca.
Se estremeció y se arqueó, reaccionando a las provocativas palabras.
James empujó más fuerte, haciéndola gritar.
—Creo que quiero volver a joderte —susurró Carlos—. ¿Te gustaría?
Dejó que la polla de Logan resbalar de su boca lo suficiente como para gritar ¡Sí! antes de que Logan reclamara de nuevo su boca.
James se retiró, pero aún no había acabado. Carlos tomó su lugar y deslizó su dura polla dentro de ella.
—Oh, sí. Te siento tan malditamente bien —gimió Carlos.
La penetraba. Dentro y fuera, ahuecando sus caderas, mientras Logan continuaba asaltando su boca. Nunca se sintió tan poderosa, tan deseable, y tan al control de su el propio destino. Daba tanto cuanto recibía.
Carlos se detuvo demasiado pronto, pero James tomó su lugar. Entonces comenzaron a cambiarse, empujándola hacia la cumbre y deteniéndose antes de que consiguiera traspasarla.
Tres, cuatro, cinco embestidas y cambiaban de lugar.
Chupaba la polla de Logan con toda la intensidad de su furioso deseo. Quería correrse, maldita sea. Necesitaba correrse.
—Estoy acabando, muñeca —dijo Logan roncamente.
Se vació en su garganta, empujando vigorosamente. Ella tragó lo que pudo, mientras se arqueaba hacia la polla que se empujaba en su ****.
Finalmente, sintió a James tensarse contra su trasero. Se levantó sobre las manos, empujándose contra él. Él lanzó tanto esperma que la sintió escurrirse por sus muslos, pero ella aún no se corrió.
Se retiró y Carlos, agarró rápidamente sus caderas y la penetró. El fuego en su **** ardía fuera de control. Se expandía por su pelvis, su estómago, tensaba sus piernas, hasta que se temió que se iba a desmoronar.
Él la follaba más duro, sabiendo lo que necesitaba.
Cerró los ojos y grito, mientras los duros muslos golpeaban contra su ****. Él alcanzó su clítoris y lo apretó con los dedos.
Puntos negros cubrieron su visión. El mundo se borró a su alrededor. Su **** pareció explotar, cuando el orgasmo, finalmente, la quemó.
Detrás de ella, Carlos gritó. Empujó una vez y se estremeció contra ella.
Ella se desplomó, incapaz de aguantar su peso por más tiempo. Carlos la siguió, cubriendo su cuerpo con el suyo, con su polla aun profundamente enterrada. Jadeaba, mientras que los escalofríos mecían su cuerpo. Después, simplemente se desmayó.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 11:03 am

Capítulo 8

____ abrió los ojos y parpadeó, para ajustarse a la oscuridad. Sentía el cuerpo calentito, y dejó salir un bostezo.
Estaba fundida contra el pecho de James, sus manos alrededor de ella. Un hombre desnudo la apretaba por detrás, y miró por encima del hombro, intentando ver si era Logan o Carlos.
Por lo que podía ver, era Logan. Frunció el ceño. ¿Dónde estaba Carlos?
—Estás despierta —murmuró James.
Agachó la cabeza, tímida, sonrojada, contenta de que él no pudiera verla bien en la oscuridad.
Sus brazos la estrecharon y él le metió la cabeza bajo su barbilla.
— ¿Estás bien?
Asintió contra su pecho. Estaba muy bien. Nunca se había sentido tan bien en toda su vida. Se acurrucó mejor entre sus brazos, amando la sensación de seguridad que tenía, estando allí. Levantó el rostro, acercando los labios a su oreja.
— ¿Dónde está Carlos?
James se tensó ligeramente, pero continuó acariciándole la espalda.
—Se fue a su dormitorio —dijo quietamente.
— ¿Por qué?
James miró fijamente el techo.
—No duerme bien. Tiene pesadillas. No quiere que lo escuchemos.
____ se sintió preocupada. Había visto el tormento en los ojos de Carlos, pero ¿qué podía ser tan malo como para aterrarlo hasta en los sueños?
—Carlos volvió de Irak hace poco más de un año. Pertenecía a las Fuerzas Especiales, fue capturado detrás de las líneas enemigas. Estuvo preso durante varias semanas, antes de que nuestros hombres lo rescataran. No ha sido el mismo desde entonces.
— ¿Qué pasó? —preguntó con horror, con miedo de saber todo lo que había soportado.
James suspiró.
—Desearía saberlo. No quiere hablar sobre ello.
— ¿Van a callarse, para que pueda dormir? —exigió Logan, la voz era amortiguada por la almohada.
Ella se río y le dio un codazo.
Parecía tan natural estar en la cama con esos dos hombres, confortable, fácil, sin apremios.
Logan se volvió y deslizó el brazo por encima de su cuerpo.
—Estoy contento de que no te hemos matado.
Ella sonrió.
—Pero qué modo de morir.
—Ven a acurrucarte en mis brazos. James te tuvo toda la noche—se quejó Logan.
Soltó la risa, pero lo abrazó y recostó la cabeza en su tórax.
—Ahora cierra los ojos y vuelve a dormir —le pidió él.
Cerró los ojos, maravillada por la dicha que sentía.
Cuando ____ volvió a despertarse, la luz del sol entraba por la ventana, casi cegándole, mientras abría los ojos. Estaba sola en la cama, cosa que la decepcionó.
Un rápido vistazo al reloj le dijo por qué estaba sola. Eran casi las nueve.
Se flexionó, estirando el cuerpo. Se sentía dolorida, pero increíblemente bien. Sacó las piernas fuera de la cama, gimiendo cuando los músculos protestaron.
Empezó a coger una toalla para cubrirse y entonces se río del absurdo de la idea. Por el contrario, caminó desnuda hasta el baño. La idea de un largo baño caliente sonaba como el cielo.
Abrió el agua y pronto, el vapor llenó el baño. Cuando había bastante agua en la bañera, entró. Suspiró cuando la envolvió el agua caliente.
Se recostó en la tina y cerró los ojos, permitiendo que el agua la envolviera. Las imágenes de la noche anterior llenaron su mente. Su cuerpo hormigueó, sus muslos se estremecieron, los pezones se endurecieron en respuesta.
Había sido la mayor experiencia de su vida. Si no permanecía con los hermanos, ¿qué más podría esperar del sexo? No creía poder encontrar a alguien que la satisficiera como ellos.
Y estaba el hecho de que no tenía ningún deseo de irse. Estaba cansada de huir, cansada de vivir con miedo, ¿pero podía creer que allí estaba segura? ¿Y si ella atrajera a Kendall a su puerta?
Su conversación con Logan del día anterior, le rondó por la cabeza. La verdad era, que podía enamorarse de ellos. Quizá aún no lo estuviera. Pero lo estaba haciendo, como Logan lo dijo.
Suspiró. Debería estar feliz. Pero en cambio, estaba llena de pavor.
Agitó la cabeza, no deseaba analizar la sucia realidad. Tomó el jabón, se frotó el cuerpo y se enjuagó deprisa. Cuando estuvo lista, salió del agua y se envolvió en la toalla.
Salió en busca de sus ropas, sin saber en dónde las habían dejado Logan o Carlos, cuando volvieron de la excursión de compras del día anterior. Su estómago se estremeció. ¿Había sido el día anterior cuando había visto a Kendall en la ciudad?
El sudor perló su frente, cuando comprendió que él estaba muy cerca.
Se acurrucó en la cama, presa de un ataque de pánico.
— ¿____? ¿Qué está mal?
Vio a Logan en la puerta, mirándola preocupado.
Se acercó y se arrodilló delante de ella, le tomó suavemente las manos y entrelazó sus dedos.
— ¿Qué te pasa, muñeca?
—Kendall está aquí —lloró—. Él me encontrará.
Tomó su barbilla y la forzó a enfrentarlo.
—Vístete y reúnete con nosotros en la sala. Te contaremos lo que hemos planeado hacer.
Ella lo miró fijamente, atreviéndose a esperar que pudieran mantenerla a salvo y evitar así ser la causa de sus muertes.
Él se incorporó y la besó en la frente.
—Tus ropas están en el primer cajón —salió, dejándola vestirse.
Revolvió en el cajón y sacó una camisa y unos pantalones tejanos. Para su sorpresa encontró un paquete con bragas de algodón y dos sostenes de su talla. Carlos debía haberlos escogido antes de las botas.
Se vistió rápidamente y se dirigió a la sala. Se detuvo en la puerta, disfrutando de la vista de los tres hombres. Carlos echado en el sofá, con una cerveza en la mano; Logan con el ordenador, moviendo el ratón; James cerca del fuego, con aspecto impaciente.
James levantó los ojos y la miró, sus ojos eran ardientes como las llamas.
Sintió que la abandonaba su confianza. Tuvo el loco deseo de huir al dormitorio, donde estaría segura. En cambio, dio un paso en frente, cruzando los brazos protectoramente sobre el pecho.
La expresión de James no se alteró. Carlos alzó los ojos del sofá y se concentró en la cerveza.
Logan se levantó, cruzó la sala y la tomó de la mano.
—Ven. Tenemos mucho que hablar —dijo, mientras la empujaba dentro de la sala.
Se sentó en el sofá, a pulgadas de Carlos. Se sentía en un punto sin retorno. Querían que se quedara, y ella tenía que decidir si escuchaba su corazón o hacía todo para mantenerlos a salvo.
El peso de la decisión pesaba sobre sus hombros.
—Es hora de hablar —dijo James. Metió las manos en los bolsillos y apoyó el tacón de la bota en la chimenea de detrás de él.
Analizó a Logan y Carlos, midiendo sus reacciones. Logan la miraba, atento. Carlos no mostraba ninguna emoción en su rostro.
—Estuvimos hablando con Carl Davis, un amigo nuestro que es abogado en Denver. Puede preparar los documentos necesarios para tu divorcio —continuó James.
Su corazón se aceleró, batía dolorosamente en el pecho. Abrió la boca para hablar, pero se le había secado.
Para su sorpresa, Carlos se giró y la agarró por la mano; su gesto la confortaba. Se concentró en él, intentando descubrir sus pensamientos. ¿Aún pensaba qué no quería librarse de su esposo? ¿Después de todo lo que había pasado la noche anterior?
Él la miraba fijamente, con una expresión indescifrable. Era testarudo. Pues ella también. Lo enfrentó desafiante, provocándole decir sus dudas.
Una sonrisa reluctante movió sus labios.
—Bien, ____ —dijo perezosamente—. ¿Qué vas a hacer? ¿Un esposo abusivo o una oportunidad con tres hombres qué harán cualquier cosa para cuidarte?
—No es tan simple —dijo furiosa.
Carlos puso un dedo bajo su barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos.
—Sí. Lo es.
Se levantó, abrazándose por la cintura.
—A mí… a mí me importas mucho. Todos ustedes—señalando a los tres—. ¿No lo ven? No podría soportar si algo le sucediera a cualquiera de ustedes, por mi culpa.
—Cariño, escúchame —le pidió James, girándola hacia él—. Si no crees en nada más, cree esto. No permitiremos que ese bastardo te tenga.
—No me preocupo por mí —quería gritar de frustración. ¿Por qué no lo entendían?
—Dijimos que cuidaríamos de ti —dijo Carlos calmamente—. Si algo nos sucediera, no podríamos cuidarte. Por lo tanto, por prometerte que vamos a protegerte, puedes estar segura de que ningún bastardo va a tocarnos.
—Tienes un don con las palabras —dijo Logan.
La absoluta convicción de la voz de Carlos la hizo dudar.
—La pregunta es ¿tienes este tipo de fe en nosotros? —dijo Carlos, levantando la ceja al indagarla.
Había dado la vuelta a la situación, en su contra. Si persistía con las protestas, demostraría su falta de confianza en ellos. ¡Maldito sea! ¿Qué se suponía que tenía qué hacer?
James la abrazó por la cintura y la acercó a su pecho.
—Contesta a una pregunta. Si no fuera por Kendall. Si no fuera que estuvieras casada. ¿Te quedarías?
Asintió, incluso antes de pensar en la respuesta.
—Entonces está decidido —dijo James, la satisfacción brillaba en sus ojos—. Diremos a Carl que siga con el divorcio y pensaremos en un plan para impedir que ese bastardo se acerque a ti.
Abrió la boca para protestar, pero él la silenció con un dedo.
—Confía en nosotros, cariño.
Ella suspiró. El problema era que confiaba. Era una locura. Les conocía desde hace unos días, y aun así confiaba en ellos, más que en cualquier otra persona.
—De acuerdo —aceptó.
James bajó la cabeza y la besó hambrientamente. Empujo la mano en su pelo, acariciando su nuca, mientras su lengua hurgaba en la boca de ella.
Cuando se apartó, ella estaba jadeando.
—Bien, debo decirlo, esto es una sorpresa —declaró una voz femenina.
____ giró y vio a una pelirroja alta, con sombrero de vaquero y una placa.
James juró.
—Maldita seas, Cintia, ¿no sabes llamar a la puerta?
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 11:03 am

Capítulo 9

Carlos agarró a ____ por la muñeca y la empujó detrás de él. Su rostro se oscureció con ira y James avanzó, esforzándose para salvar una situación potencialmente peligrosa. Sabía que a Carlos no le gustaba Cintia, y si ella amenazaba a ____, temía lo que su hermano pudiera hacer.
— ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Y qué es lo quieres? —exigió James.
Cintia levantó la ceja, sorprendida por su rabia.
—La pregunta es ¿qué está ella haciendo aquí? —Preguntó Cintia señalando a ____ con la cabeza—. A menos que esté equivocada, tiene una misteriosa semejanza con la mujer desaparecida, del informe que está en mi escritorio.
Maldición, Maldición, Maldición. ¿Por qué tuvo qué aparecer Cintia justamente ahora?
—Su esposo declaró que fue secuestrada —continuó Cintia—. ¿Qué tiene que decir la señora sobre eso?
—No fui secuestrada —dijo ____.
Carlos la mantuvo detrás de él y miró duramente a Cintia.
—Como puedes ver, está perfectamente —dijo Carlos, frío—. Estoy seguro de que sus servicios son necesarios en otro lugar. No aquí.
Cintia titubeó.
—Nunca te gusté —agitó la cabeza—. Pero no es ésta la cuestión. La cuestión es que tengo a un esposo preocupado, buscando a su esposa perdida. Ahora si está aquí por propia elección, no es mí problema, pero necesito que venga hasta la comisaría, para dar una declaración. Lejos de cualquier influencia impropia —completó, mirando intencionalmente los tres hermanos.
—Sobre mi cadáver —murmuró James.
—No va a ninguna parte, cerca a este bastardo —dijo Logan.
Cintia suspiró y llevó la mano a la cadera, cerca de la pistola.
—Veo que no van a facilitarme esto.
—Iré —dijo ____, moviéndose para quedar en frente de Carlos.
James sintió un aprieto en el corazón y el miedo invadió sus ojos.
—No, cariño. No irás.
Lo miró preocupada.
—No os causaré problemas. Iré.
—Maldita sea —dijo Carlos—. Cintia te puede tomar aquí la maldita declaración.
—Mira, no sé que demonios está pasando aquí, pero necesito la versión de la Sra. Schmidt. Sin la presencia de tres trogloditas mirando sobre mi hombro. Necesito que venga conmigo. No me fuerces a usar la fuerza, James. Sabes que no quiero hacer esto.
—Que demonios es tú problema, Cintia —exclamó Logan, sorprendiendo a James por la ira de su voz.
—Estoy haciendo mi trabajo —declaró—. Me mentiste cuando pregunté si la habían visto. Tengo a un hombre muy importante, atosigando a todos en la ciudad, buscando a su esposa perdida. Su nueva esposa, podría añadir. Ahora la encuentro aquí. Me parece muy asustada, así que quiero hablar con ella a solas, porque necesito oír de su propia boca que está pasando.
—No tiene miedo de nosotros —precisó Carlos.
—Bien. Entonces, puede venir conmigo y explicármelo.
A ____ se lo cortó la respiración, intentando no dejarse llevada por el pánico. No podía dejar que los hermanos tuvieran problemas, solo por estar protegiéndola. Ya era la hora de actuar por sí misma. James dijo que su amigo podía manejar su divorcio. Tendría que ir con Cintia y explicarle algo de todo esto. En caso contrario, se liberaría todo un infierno.
Se movió en dirección de la mujer, determinada a no dejarse intimidada. Carlos agarró su brazo e intentó traerla de vuelta. Se volvió a él, intentado alejar el miedo de los ojos.
—Tengo que hacer esto —dijo.
—Iremos contigo —afirmó Carlos.
Negó con la cabeza.
—No, no pueden. Es algo que tengo que hacer sola.
La incertidumbre brilló en los ojos de Carlos, y por un momento, creyó ver miedo. Entonces, su expresión se endureció en una máscara impenetrable.
—Volveré —dijo suavemente.
—No me gusta eso —protestó Logan.
—Su esposo no puede acercarse a ella —murmuró James—. ¿Me oíste, Cintia? Conseguirás tú maldita declaración, pero mantén al bastardo alejado de ella. Estoy encargándote de su seguridad.
____ se sorprendió por la dureza de su voz. Cintia asintió, después señaló la puerta.
—Después de usted, señora.
____ volvió a mirar los tres hermanos, con una súbita ola de incertidumbre. No quería dejar la seguridad que había encontrado aquí.
Antes de que pudiera seguir a Cintia, James dio un paso y la abrazó contra él. Sus labios se encontraron en un beso hambriento, como infundiéndole fuerzas.
Cintia se puso el abrigo y ____ se giró para marcharse. Saliendo, tembló de frío. Se olvidó el abrigo.
Caminó hasta el jeep Cherokee, sus botas pisaban la nieve. Cintia le señaló la silla del pasajero y se dio la vuelta para sentarse en el volante.
____ se deslizó en el cálido interior, contenta de que Cintia dejó encendido el motor. Miró por la ventana, sintiendo un nudo en la garganta, según aumentaba la distancia de la cabaña.
— ¡No podemos dejarla ir! —dijo Logan.
Carlos permanecía donde lo dejó ____, con los ojos en la puerta.
James se pasó la mano por el pelo, preguntándose que demonios han hecho.
—No confío en aquel bastardo. Voto que bajemos la montaña y nos quedemos vigilando las cosas. Si ____ nos necesita, iremos. Será mejor que quedarnos sentados aquí.
Logan asintió.
James miró a Carlos, que aún no se movía.
— ¿Vienes con nosotros?
—Se fue —dijo con voz cansada—. ¿Cómo sabremos que quiere volver?
Aunque la declaración de Carlos enojó a James, supo que expresaba sus miedos.
—Se fue para protegernos —dijo Logan—. Y es nuestro deber protegerla.
—Vamos. Estamos perdiendo el tiempo —dijo James. No tenía ningún deseo de arbitrar una pelea entre sus hermanos menores.
____ y Cintia viajaron en silencio hasta la ciudad. Cintia paró delante de un edificio de madera, pequeño, que alojaba la oficina del sheriff. ____ se tensó. Su corazón se disparó. El BMW de Kendall estaba aparcado a pocos metros.
—No me dijiste que él estaría aquí —protestó, mirando a Cintia con ojos furiosos.
Cintia se encogió los hombros.
—Es tu esposo. ¿En qué otro lugar estaría? Está enfermo de preocupación por su culpa.
—No sabes nada sobre mi esposo —escupió ____.
Cintia le lanzó una rápida mirada.
—Mire, dice que fue secuestrada. Si no lo fue, bien. Solo entre, firme la declaración y puede seguir su camino.
____ abrió la puerta con las manos temblando, anduvo hasta la entrada y esperó a Cintia.
Cuando entró, secó las manos en los vaqueros. Encontraría suficiente valor. Lo haría. Podía hacer eso. Kendall no podía hacerle daño delante de testigos, y no iría con él, pasara lo qué pasara. Era su oportunidad de libertarse de él.
—Querida. ¡Estás aquí!
____ se estremeció cuando la voz de Kendall produjo eco por de la sala, y se encontró rápidamente en sus brazos. Se alejó deprisa y puso la mayor distancia posible entre ellos.
Kendall se giró hacia Cintia.
—Gracias por traer de vuelta a mi esposa. Si no le importa, nos vamos. Quiero estar seguro de que no está herida.
____ jadeó.
—No voy a ninguna parte contigo.
Kendall dio la espalda a Cintia, y sus ojos brillaban peligrosamente.
—Estoy seguro que pasaste por toda una prueba, mí amor. Te voy a llevar lejos de toda esta ****.
____ se alejó, mirando a Cintia, pidiendo su ayuda.
Cintia interfirió:
—Sr. Schmidt, su esposa alega que no fue secuestrada. Está aquí por propia voluntad, y, aparentemente, no tiene ningún deseo de irse.
Kendall se volvió, pero ____ pudo ver qué enseñaba su más encantadora sonrisa.
—Aprecio su preocupación por mi esposa, pero éste es un asunto personal, y es mejor resolverlo entre nosotros. Quizá podríamos estar a solas durante algunos minutos.
—No —exclamó ____.
—Me temo que esto es imposible, Sr. Schmidt, a menos que su esposa estuviera de acuerdo.
Miró a ____ en busca de confirmación. ____ negó vehementemente.
—Dijiste que todo lo que tenía que hacer era firmar una declaración. No me iré con él.
Kendall la alcanzó y agarró su brazo, haciéndole daño. Sus dedos se clavaron en el brazo y ella jadeó de dolor.
—Tengo un vuelo listo para Denver. Estaremos de camino en cuanto firmes esto.
Ella miró fijamente a Cintia y le pidió:
— ¿Puede dejarnos a solas durante un momento? Dos minutos. Si no estoy fuera en dos minutos, ven a ayudarme.
Cintia levantó la ceja con sorpresa, pero asintió:
—Estaré fuera —lanzó una dura mirada a Kendall—. No intente nada estup¡do, Sr. Schmidt.
En cuanto Cintia salió por la puerta, ____ liberó su brazo y se alejó de Kendall.
— ¡Quédate lejos de mí! —gritó ella—. ¡Nunca volveré contigo!
—Quizá no recuerdas qué pasa cuando me desafías —dijo él, y su voz tenía una clara advertencia.
Levantó la barbilla, dispuesta a no mostrar el terrible miedo que sentía. Al contrario, ella apostó todo por una carta:
—Sé lo que hiciste el día de nuestra boda —dijo—. Te vi matar a aquel hombre.
Kendall apretó los labios en una línea fina.
—No me amenaces, ____. Haré que te arrepientes del día en que naciste.
— ¡Tú no me amenaces! —contraatacó ella—. Voy a pedir el divorcio y me lo vas a dar, o juro por Dios, iré a los periódicos, a la policía, al FBI o a quien tenga que ir y voy a contar al mundo que bastardo eres.
Los ojos de Kendall llamearon por la sorpresa.
—Pequeña y chantajeante pu.ta.
Ella apretó los dientes.
—Voy a salir de aquí, y nunca voy a volver contigo. Si te vuelves a acercar a mí, si osas decir mi nombre, voy a hacer que pudras en la prisión.
La sorpresa creció en los ojos de Kendall. Él iba a herirla. Podía leer eso en su expresión. Bien, eso estaba bien. Porque se aseguraría de que no volvería a hacerlo.
La puerta se abrió y entró Cintia.
— ¿Esta todo bien? —preguntó, mirando a ____.
—Me voy —dijo Kendall, con la voz llena de ira—. Aparentemente cometí un error.
Pasó por al lado de Cintia y cerró la puerta detrás de él.
____ escuchó un zumbido y sintió que iba a desmayarse.
—Aquí —dijo Cintia, empujando una silla—. Quizá debería sentarse.
____ se sentó en la silla, y sus manos estaban apretadas en puños. Lo hizo. Se enfrentó a Kendall, y le resistió. Ahora todo lo que quería era volver con James, Logan y Carlos
— ¿Puedo usar tu teléfono? —preguntó con voz ronca.
Cintia gesticuló hacia el escritorio.
—Allí lo tienes.
____ se levantó y se acercó al escritorio, y se dio cuenta de qué no sabía el número del teléfono de la cabaña. Con las mejillas ardiendo, miró a Cintia.
— ¿Sabe el número del teléfono de James?
Cintia se lo dijo, con una familiaridad que molestó a ____. Marcó el número y esperó ansiosa mientras llamaba. Después de diez toques, colgó suavemente, y su corazón se apretaba con preocupación.
—Puede llamarle al móvil —dijo Cintia secamente.
El calor volvió a invadir el rostro de _____, pero cogió el teléfono y miró con esperanza a Cintia. Después de marcar el número, esperó.
Los hermanos llegaban a la ciudad, cuando se escuchó el móvil de James. Él respondió y murmuró un hola.
— ¿James?
Oyó la suave voz de ____.
— ¿Cariño, estás bien? —preguntó él.
—Puedes... ¿puedes venir a recogerme?
— ¿Dónde estás?
—Estoy en la oficina del sheriff —contestó.
—Llegaremos allí en cinco minutos —prometió él—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo, con voz más fuerte que antes.
—Espera solo un minuto, cariño. Estamos llegando.
Colgó y tiró el móvil. Tenía docenas de preguntas que hacerle, pero su prioridad era llegar a ella lo más rápido posible.
— ¿Qué está pasando? —preguntó Logan.
—Quiere que la busquemos en la oficina del sheriff —contestó James.
Echó un vistazo a Carlos por el espejo retrovisor, y vio alivio en el rostro de su hermano.
Llegaron a la ciudad y se acercaron a la oficina del sheriff. James frunció el ceño, cuando vio un BMW pasar por delante del Land Rover.
—Mald¡to—juró Logan—. Es su esposo.
James pisó el freno, abriendo la puerta del coche antes de que se parara completamente. ¿Se la llevó el bastardo? ¿Cintia lo dejó salir con ella?
Los hermanos salieron corriendo hacia la oficina del sheriff.
James llegó primero a la puerta y la abrió, buscando a ____ en el interior. La tensión lo abandonó cuando la vio sentada, detrás del escritorio. Ella levantó los ojos, y con un grito, se lanzó en sus brazos.
Él la abrazó.
—Gracias a Dios que estás bien —él dijo en un murmullo.
Ella lo agarró con más fuerza, su rostro estaba enterrado en su cuello.
—Lo hice —susurró—. Dije que quería el divorcio.
James acarició su pelo y besó su sien, y la satisfacción recorría sus venas. Con desgana, la sentó. Igual de rápido, Logan la tomó en los brazos, abrazándola tan fuerte como James. La besó ligeramente, su alivio era evidente.

Del otro lado de la sala, Cintia se quedó con la boca abierta.
Sus ojos se abrieron mucho, al entender. James sabía que la compresión la dolía.
—No era yo —dijo despacio—. Nunca fui yo... eran ellos.
James no fingió no haberlo comprendido. Pasó la mano por el pelo y se acercó a Cintia.
—Cometí un error —admitió honestamente—. Eres una buena mujer, Cintia.
—Aparentemente, no lo suficiente —dijo afligida.
James suspiró. No quería una escena, especialmente delante de ____. Una vez se sintió atraído por Cintia, hasta pensó que sus hermanos podían sentir lo mismo, pero no lo hicieron. Logan reaccionó con indiferencia y a Carlos no le gustó. Sabía que nunca iba a funcionar entre ellos, pero seguía pasando tiempo con ella. Fue una buena compañía y alguien con quien tomar una cerveza. Pero no estaba destinada a ocupar un lugar en su corazón. Este lugar estaba reservado a ____.
Vio el dolor en los ojos de Cintia y anheló no haber sido él el culpable.
—Debemos irnos —dijo Carlos, hablando por primera vez—. Va a nevar.
—Necesito que ella firme la declaración —dijo Cintia—. Después, se podrán ir —buscó en su mesa y encontró un papel y un bolígrafo. ____ los agarró y miró el papel en blanco.
— ¿Qué debo escribir? —preguntó suavemente.
—Cualquier cosa que quiera —contestó Cintia—. No quiero estar casada. O estoy jodiendo las mentes de cuatro hombres —encogió los hombros—. Solo hazlo rápido. Tengo trabajo que hacer.
—Ya es suficiente, Cintia —dijo James y su voz era más dura de que pretendió.
____ garabateó tres líneas, firmó y puso el papel sobre la mesa, y se volvió. Caminó hacia la puerta, en donde Logan y Carlos la esperaban. Estaba lista para irse.
—Déjame traer tu abrigo —le pidió Carlos—. Olvidaste traerlo.
Salió de la oficina y volvió treinta segundos más tarde con el abrigo, la ayudó a vestirse y pasó protectoramente el brazo alrededor de ella.
—La llevó al jeep.
James asintió y miró como Logan los seguía. Se volvió hacia Cintia, con los labios apretados.
—Entiendo qué estás disgustada, pero no es una razón para ser una bruja con ____.
Cintia se enrojeció por la reprimenda.
— ¿Por qué no me avisaste de qué tenían qué aceptarme? —preguntó ella.
—Porque ellos no lo quisieron.
—Entonces nunca tuve la oportunidad.
James agitó la cabeza.
—No.
Sus dedos se cerraron.
— ¿Entonces no hay nada más a decir, verdad? Que tengas una buena vida al lado de tú pequeña y débil muñeca.
James estrechó los ojos ante el insulto, pero se negó a discutir. ____ lo esperaba para volver a casa. Y eso era todo lo que importaba.
Se giró y se fue.
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Mensaje por rusher46 Miér 04 Sep 2013, 12:11 pm

wazzaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡    me llamo javiera pero dime paz que es mi segundo nombre y me gusta mas 


bueno primera lectora fiel y siguela ya ya e leido esta nove que esta en facebook pero me encanta asique besos siguela pronto chauuuuuuuuu
rusher46
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 5:54 pm

Hola Paz la seguire , la de facebook es mia .. gracias x leer la seguire <3
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 6:10 pm

Capítulo 10

____ se deslizó en el asiento de detrás, junto a Carlos, mientras que Logan se sentó delante. A pesar del calor del abrigo, temblaba. Principalmente, por los acontecimientos de la última hora.
A su lado, Carlos se sacó el abrigo, quedando en una camisa que moldeaba perfectamente sus músculos.
Ella no quería nada más que esconderse en aquel pecho, pero dudó. Aún no estaba segura de que relación tenía con Carlos. Parecía desconfiar de ella. Así que miró por la ventana y esperó la llegada de James.
Tendría que ser idiota para no percibir las chispas entre James y Cintia, y eso le molestó. Mucho. ¿Fueron amantes? Había más que vago interés ardiendo en aquellos ojos. Entonces recordó su comentario sobre Carlos y Logan, de que James quería a Cintia, pero ellos no.
Frunció el ceño y cerró los ojos. Estaba cansada y exhausta mentalmente, y no le gustaban los ardientes celos que sentía.
Apenas se dio cuenta que se abría la puerta y que entró James. Él la miró, pero ella no encontró su mirada, no estaba segura de querer ver lo que había en ella. Se sentía demasiado insegura para intentar comprender lo que había entre James y Cintia.
Salieron del aparcamiento y comenzaron el viaje. Alejándose de Kendall.
Empezó a temblar, cuando la realidad de lo que hizo la golpeó. Se enfrentó al bastardo y ganó. Ahora quizá iba a desaparecer aquel terrible miedo.
Una mano caliente la alcanzó y masajeó su cuello. Levantó los ojos y vio a Carlos, que la observaba fijamente. Buscó en su rostro alguna señal de lo que estaba pensando, pero no encontró ninguna pista.
—Ven aquí —dijo él.
Voló en sus brazos y enterró el rostro en su tórax. Brazos fuertes la envolvieron y una mano flotó su espalda.
—Estoy orgulloso de ti —susurró él.
Lágrimas bajaron por su rostro, mientras que el alivio se derramaba en su interior. Tantas semanas de miedo constante, habían dejado su huella. Ahora estaba libre.
Se enterró más hondo entre los brazos de Carlos, abrazándolo lo más fuerte que podía.
La siguiente cosa que recordaba, fue que el coche paró y que el frío aire rozaba su rostro, mientras que se abría la puerta. ¿Se había quedado dormida? Todo lo que sabía era que no tenía ganas de moverse de los brazos de Carlos. Con reticencia, levantó la cabeza. Llegaron a la cabaña.
Se deslizó, cuando James abrió la puerta y bajó del jeep. Se metió más en el abrigo y se apresuró hacía la puerta, ansiosa para estar dentro, donde había calor.
—Tengo hambre —anunció ella, dándose cuenta que no había comido nada desde el día anterior.
—Ve a calentarte cerca del fuego, prepararé el almuerzo —dijo Logan, empujándola en dirección a la sala.
James y Carlos la siguieron. James fue añadir más leña en las agonizantes llamas.
— ¿Entonces, qué pasó allí? —preguntó Carlos.
James se paró y se volvió hacia ____, queriendo oír la respuesta.
—Kendall estaba allí cuando llegamos a la oficina —comenzó ____.
James juró.
—Cintia debía saber que estaba allí, desde el principio.
—Intentó salir inmediatamente, pero rechacé acompañarlo. Pensé que no me podía forzar, qué Cintia no lo dejaría. Entonces pedí a Cintia que nos dejara a solas durante unos algunos minutos.
— ¿Hiciste qué? —preguntó Carlos, y su expresión se oscureció.
—Era la única manera —dijo—. Le dije que sabía lo que hizo en el día de nuestra boda, que le vi matar a aquel hombre, le dije que quería el divorcio y él tenía que dármelo, si no, le diría al mundo entero lo que hizo.
— ¡M¡erda! —dijo Carlos.
—Sí, m¡erda—asintió James, masajeando su nuca.
Ella les miró sorprendida.
—Pensaba que queríais que me divorciara.
—Y lo queremos, cariño. —dijo James, abrazándola—. Pero te queremos segura, y acabas de decir que el bastardo sabe que lo puedes sacar de tu vida.
—Era solo para convencerle de que me diera el divorcio —dijo ella defensivamente.
James le acarició los hombros, con ternura.
—No te preocupes, cariño. Conseguiré tu divorcio, pero lo más importante, es que nunca más volverás a ver la cara del bastardo.
Logan les llamó de la entrada.
—He preparado unos bocadillos, vengan a comer.
____ se giró y caminó hacia la cocina. ¿Se equivocó al amenazar a Kendall? La preocupación volvió a su mente.
Se sentó y Logan le empujó un plato delante. Los hermanos tomaron asiento y empezaron a comer.
— ¿Qué vamos a hacer? —preguntó, incapaz de detener la pregunta por más tiempo.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó James.
Ella hesitó, sintiéndose insegura con la entera situación.
—Con relación a mí... a nosotros.
—Vamos para Denver para ver a Carl y pedirle para que procese tu divorcio lo más rápido posible. Entonces iniciaremos nuestras vidas. Juntos.
Miró el plato y jugó con el bocadillo. Mil preguntas llenaban su mente y no sabía por cual empezar.
— ¿Quieres cabalgar después del almuerzo? —la interrumpió Carlos.
Ella lo miró aliviada. Aire fresco y una pausa, sonaban muy bien. Asintió, después se dio cuenta.
— ¿Quiere decir montar un caballo? Llevo mucho tiempo sin montar.
Carlos encogió los hombros.
—Me aseguraré de que tengas una buena montura.
—No vayan demasiado lejos —los advirtió James—. Habrá una tormenta.
—No necesito una niñera —contestó Carlos, enfadado.
____ empujó el plato, ya no tenía hambre. Quizá ayudara alejarse un tiempo. Quería relajarse por una vez, sin preocuparse de mirar por encima del hombro.
Carlos se levantó.
— ¿Estás lista?
Ella asintió y se levantó.
—Déjame ponerme algo más caliente.
—Estaré en el granero. Me encuentras allí cuando estás lista.
—Son muy similares, lo sabes.
James miró a Logan, después de observar a ____ dejando el cuarto.
— ¿Qué quieres decir?
—Carlos y ____ —contestó—. Conocen el dolor. Lo puedes ver en sus ojos.
James apretó los labios. No le gustaba pensar que cualquiera de ellos conociera el dolor, pero sabía que Logan tenía razón. ____ y su hermano menor luchaban contra sus demonios. Esperaba que ganaran.
— ¿Qué supones que pasó allí? —murmuró James.
Logan sacudió la cabeza, con los ojos llenos de pena.
—Me gustaría saberlo. Me gustaría que habláramos sobre ello. Quizá entonces saldría el veneno que tiene dentro. De todos modos, nunca deseé que se uniera al maldito ejército.
James asintió en acuerdo. Pero Carlos era testarudo, y una vez que había tomado la decisión, nadie podía hacerlo cambiar de opinión. Se fue como un joven engreído y arrogante y regresó pensativo, un alma atormentada.
—Quizá ella es lo que necesita —murmuró Logan—. Quizá ella es lo que todos necesitamos.
—Y quizá nos necesita igual de fuerte —agregó James.
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Mensaje por Invitado Miér 04 Sep 2013, 6:10 pm

Capítulo 11

___ pasó por la nieve, tiritando mientras que la rozó un frío viento. Caminó por el pequeño declive que llevaba al granero. Delante, la tierra comenzaba a bajar, testimonio a las montañas que había cerca. En el horizonte, cumbres cubiertas de nieve se elevaban hacia el cielo. El mundo era blanco a su alrededor.
Su respiración creaba nubes de humo, mientras daba los últimos pasos hasta la puerta del granero. Entró, disfrutando del calor que la saludaba.
Había ocho caballerizas, de cada lado del granero. Detrás, había una amplia zona abierta, donde había muchas pilas de heno. Carlos salió de una caballeriza, trayendo un caballo por las riendas.
Miró en su dirección.
—He ensillado el tuyo, coge las riendas mientras ensillo al mío y salimos.
____ se adelantó y tomó las riendas de Carlos.
Carlos le señaló.
—Lleva el caballo hasta allí y espérame.
____ se movió y el caballo la siguió obediente. Mientras esperaba a Carlos, acarició el cuello de la yegua. Era una belleza. Ojos gentiles. La cabeza se le mecía apreciativa, mientras ____ le acariciaba las crines.
Unos segundos más tarde, vino Carlos con su montura.
— ¿Estás lista?
____ asintió. Mientras Carlos caminaba por delante de ella, miró apreciativamente su cuerpo. Maldita sea, el hombre llenaba un par de vaqueros como ninguno. Parecía extremadamente masculino con su abrigo forrado, Stetson y botas. Y su trasero. ¿Qué podía decir sobre un hombre qué tenía un pe.ne qué imploraba ser tocado, acariciado y apretado?
Apretó las piernas y caminó. Estaba llena de hormonas. ¿Pero quién podría culparla después de la noche anterior? Sus mejillas se enrojecieron cuando recordó todo lo que hicieron. No podía esperar a volver a hacerlo.
—¿Necesitas de ayuda para montar? —preguntó Carlos, cerca de su oreja.
Saltó y miró alrededor. ¡Maldición! Ni siquiera se dio cuenta que salieron. Es difícil darse cuenta del frío, cuando tu cuerpo estaba ardiendo.
Suspiró y miró su yegua. Ella era menuda y había mucho hasta la montura. Echó un vistazo a Carlos. Él le sonrió ampliamente y en un rápido movimiento, envolvió sus grandes manos alrededor de su cintura y la alzó fácilmente.
—Misty es una buena montura. Me seguirá, así que no tienes que preocuparte. Solo disfruta —dijo Carlos.
Ella le sonrió. Su mano se demoró en la pierna, a la que apretó antes de montar su propio caballo.
Escogieron su camino a través de la nieve, por delante de la cabaña. ____ miró la cabaña. Estaba totalmente escondida en las montañas, como si los hermanos la hubieran tallado de la propia montaña. La nieve cubría el tejado y salía humo de la chimenea de piedra. Parecía una escena sacada de una tarjeta postal. Y ahora era su casa.
Su pecho se apretó y ella tuvo el absurdo impulso de reírse como un niño en una tienda de dulces. Casa.
La vida era una extraña cadena de ironías. Lo aprendió bastante rápido. Solamente con la muerte de sus sueños, los encontró.
¿Pero funcionaría?
Una sombra de duda arruinó su alegría. Pensó que Kendall era la respuesta a sus sueños. Rico, aparentemente enamorado de ella, protector. El hombre de los sueños de cualquier joven. O pesadillas.
¿Volvía a hacer el mismo error? No pensó en la decisión de casarse con Kendall y se quemó.
Frunció el seño. ¿Si no hubiera existido Kendall, si no habría necesitado desesperadamente un lugar en donde esconderse, habría conocido a los hermanos y lo qué ofrecían?
Intentó encontrar la mujer que fue antes de Kendall, pero encontró que era imposible igualar la mujer que era con la que fue.
Le dolía la cabeza. Intentaba demasiado analizar sus sentimientos. Sabía lo qué pensaba que sentía por los hermanos, pero ¿y si estaba equivocada? ¿Y si la atracción qué sentía por ellos era solo una medida de conservación? ¿Gratitud por el seguro refugio qué le proporcionaba?
¡pu.ta!
No era justo para ellos. Querían una mujer que los podía amar a los tres, no una mujer que no podía pensar por sí misma, que era un desastre, una que tomaba malas decisiones.
—Si frunces más el rostro, tu bonita cara va a quedar arrugada para siempre —dijo Carlos.
Ella le echó un vistazo, y un calor culpable bañaba sus mejillas. No había prestado ninguna atención, a él, a su caballo o a donde iban. Y Carlos se dio cuenta.
—Discúlpame —dijo bajito—. Estaba pensando.
Carlos encogió los hombros.
—Fue por eso que te invité a salir un poco. Parecía que necesitabas una pausa.
Se volvió en la silla, mirando fijamente hacia delante, y el silencio bajó otra vez entre ellos.
Suspiró. Él no insistía. Le gustaba eso. Pero ninguno de los hermanos insistía demasiado. James podía ser exigente. Cualquier idiota podía ver esto, pero no sobrepasaba sus límites.
—Es bonito aquí —comentó ella, enfocando su atención en Carlos.
Él asintió.
—Ningún lugar en la tierra es más hermoso que las Montañas Rocosas.
Amaba aquel lugar. Lo podía decir por como sus ojos se empañaron mientras miraba el paisaje. Algo de su desolación y tormento que llevaba como un permanente tatuaje desapareció, remplazado por la satisfacción.
— ¿Cómo llegaron aquí? —preguntó ella.
Él volvió a encoger los hombros.
—Crecimos en un rancho. Era natural que quisiéramos uno. Y nos gusta cazar. Así que decidimos combinar esos factores y vivir de ello.
Ella pensó durante un instante. La cabaña en la que vivían era grande. Aunque no comían en el comedor, el cuarto tenía una mesa en la que cabían fácilmente dos docenas de personas. Y había varios cuartos a los que aún no había explorado. Un pensamiento preocupante apareció en su mente.
— ¿Así que cuándo llega la temporada de caza, hay muchos cazadores en la cabaña? —preguntó.
La estudió durante un momento, como si hurgara en sus pensamientos.
— ¿Estás preocupada sobre lo que pensarán? —preguntó, su tono era ligeramente desafiante.
—No lo sé —dijo honestamente—. Quiero decir, yo no sé como me presentarán. ¿Cómo me presentarán a otras personas?
—Como nuestra mujer —respondió él.
Sintió temblar a su estómago. Por un lado, parecía broma, la idea de que tres hombres tan sexys, la reclamaban como su mujer, pero por otra parte podía ser muy embarazoso.
—Te acostumbrarás —dijo él.
Se sintió que sus mejillas volvían a calentarse mientras se le ocurría otro pensamiento. Uno que no había considerado, pero a la vista de su muy distinta relación, no estaba segura.
Se tocó la garganta, pensando en como formular la pregunta.
Carlos suspiró.
—Solo dilo. Cualquier cosa. No te voy a morder.
Ella lo miró, mientras que se ponía más roja con cada segundo.
—Solo me estaba preguntando... no estaba segura... —se paró—. ¿No habrá otros, verdad?
Sus ojos se oscurecieron y su cara se endureció.
—Mataré a cualquier hombre que te tocara.
La respuesta la aliviaba.
Carlos continuó:
—Solo porque tenemos una situación distinta, una en la que nos estamos acostando con la misma mujer, no significa que vamos a compartirla con cualquier hombre. Eres nuestra. Nos perteneces, corazón y alma, y si otro hombre se atreve a mirarte, le arrancaremos la polla y se la meteremos por la garganta.
Ella no podía pararse. Se rio. Entonces se puso seria:
—Espero que no cometan un error.
Él se quitó el Stetson para mirarla mejor.
— ¿Estamos cometiendo un error, ____?
Ella se encogió bajo su franca evaluación.
—No quiero que cometan un error —susurró ella—. No quiero que todo esto sea un error.
—Quizá estás apresurando las cosas —dijo él— no hay ninguna prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Aceptó el confort de sus palabras. Y quizá se estuviera apresurando. Mientras se sentía bien con la situación en la que se encontraba —no, que escogió—. Las relaciones llevaban su tiempo, aunque tenía la costumbre de lanzarse en ellas. Sonó como si estuvieran dispuestos a concederle tiempo, y le era agradecida.
Quedó sorprendida al ver que volvía a estar cerca de la cabaña. No se fijó en el paseo, perdida en sus pensamientos.
Fueron por detrás y pararon en el exterior del granero. Carlos se deslizó de su caballo y la ayudó a bajar. Aterrizó a pocos centímetros de él y el calor de su cuerpo la alcanzó y la envolvió. Olía tan malditamente sexy. Justo como debería un hombre. Madera, cuero y una pizca de salvajismo.
Puso la mano en su pecho, incapaz de resistir la tentación. Su calor le quemó la mano. Carlos gruñó.
—Vamos a llevar los caballos antes que te joda aquí mismo, en la nieve.
El deseo llenó cada pulgada de su cuerpo. Sus pezones se endurecieron, y rayos de placer ardían entre sus piernas, ante sus explicitas palabras.
Sus manos temblaban y lo siguió en el granero. Lo miró, mientras cepillaba los caballos. Imaginó que eran sus manos por su cuerpo, en vez del caballo. El sudor cubrió sus cejas. Lo quería. Aquí. Ahora. ¿Y si podía reunir el coraje, que la paraba de tomar lo que quería?
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Mensaje por Invitado Jue 05 Sep 2013, 9:15 am

Capítulo 12

A ____ la abandonó todo el coraje, mientras se acercaba a Carlos. Como si la sintiera acercándose, se volvió, después de cerrar la puerta y la estudió durante un momento.
— ¿Quieres algo?
¡Qué pregunta! Ella tragó una vez, y otra vez.
—Te deseo —dijo rápidamente.
Él le dedicó una sonrisa sensual y arrogante.
—Entonces ven y cógeme —dijo, y extendió sus brazos en señal de rendición.
Temblaba nerviosa, pero caminó lentamente hacía él. Miró fijamente hacía la excitación que no ocultaban sus pantalones, excitación que se hizo más evidente con su proclamación. Sabía exactamente lo que quería hacer con él. Quería saborearlo de nuevo, como hizo anteriormente.
Alcanzó el botón de sus vaqueros, y lo oyó como comenzaba a jadear, cuando abrió la cremallera hasta el borde de la ropa interior.
—Sácatelos —susurró ella—. Quiero verte desnudo.
De alguna manera, la imagen de él sacando su pe.ne, la excitaba de una manera salvaje. Quería que aquella imagen cobrara vida.
—Ponte de rodillas —le ordenó él.
Accedió presurosamente, y metió la mano en su pantalón, retiró su pe.ne. Se acercó, queriendo tocarlo. Lo rodeó con las manos y lo acercó a sus labios, estaba duro como una piedra. Sacó su lengua y delicadamente la enrolló en torno de la cabeza. Él se estremeció, gimió y empujó, buscando su boca.
Ella colocó su mano alrededor de este y la dirigió hacia su boca. Lo dejó deslizarse por sus labios por algunos instantes, antes de chuparlo suavemente.
—¡Oh, Dios mío! Soy tuyo, cómelo todo.
Enredó su mano en sus pelos mientras empujaba la po.lla en su boca.
Le encantaba el contraste entre la piel suave y lisa, y su dureza de hierro. Tenía un gusto exótico, todo macho, como su olor. Deslizó la po.lla hasta el fondo de su garganta. Quería más. Quería hacerlo gozar. Quería hacerlo sentir tan descontroladamente, como él la hacía sentirse en sus brazos.
Los suaves sonidos de su chupada llenaban el granero. El sonido le parecía erótico y aumentó su excitación. Lo acarició todo y deslizó la lengua por toda su largura.
—Eres una seductora —susurró él, con voz ronca.
Ella sonrió. Se sentía seductora. Adoraba eso. Puso lo que conseguía de su po.lla en la boca y continuó acariciándolo con la lengua, luego acarició la vena espesa, hasta sus bolas. Tomó una en la boca, disfrutando sentir su cuerpo cada vez más tenso. Después, fijó su atención en la otra, chupando y acariciando con la lengua.
—Tienes que parar —gimió—. Si no, me voy a correr.
Ella se sentó sobre sus talones y le dirigió una sonrisa traviesa:
—Eso es lo que deseo.
Él la cogió en sus brazos y selló su boca con un beso ardiente, y sus lenguas chocaban en medio de jadeos.
—Quítate esos malditos pantalones —exigió él.
Rápidamente, ella se quitó las botas y los vaqueros. Carlos desgarró sus bragas, el leve material se rompió fácilmente. Antes de darse cuenta de que estaba haciendo él, fue alzada en sus brazos, con las piernas alrededor de su cintura.
En una dura embestida, se empujó profundamente en su humedad. Ella gritó, haciendo eco en el granero. Su vagina se convulsionó, en una invitación adicional.
Él la sostuvo con un brazo y con el otro, arrancó su abrigo. En cuanto la vio libre, rodeó su cintura con los dos brazos y empezó a empujar. Sintió la cremallera del pantalón rozando su pe.ne, mientras se movía en ella.
Pasó los brazos en torno a su cuello y se abandonó a las sensaciones.
—Eres tan jodidamente bella... —declaró él.
Enterrado hondamente en ella, se movió hasta arrimarla en la pared del granero. Entonces comenzó a joderla con fuerza.
Besaba y chupaba su hombro, su cuello y cuando alcanzó la piel delicada cercana a la oreja, le dio una mordedura.
Lo agarró por el pelo. Ella no era apacible, pero él tampoco. Movió la cabeza de su cuello y fundió sus labios. Tenía hambre. Hambrienta de él. Y parecía que no podía conseguir bastante.
Empujaba más duro, y más duro, su espalda chocaba contra la pared, pero a ella no le importaba. Ella lo quería más adentro.
Las manos de él bajaron por la cintura y se dirigieron a su trasero, envolviendo las dos nalgas y acercándola, después alejándola. Sintió que él intentaba penetrar su apretado ano con un dedo y se puso tensa.
—Relájate —susurró él contra su oído.
Antes de que pudiera reaccionar, sintió que él empujaba un dedo en su interior. Resistió, y el dolor casi la hizo alcanzar el orgasmo.
Entonces, otro dedo se juntó al primero. Su pe.ne bombeaba su vagina, sus dedos penetraban su cu.lo. Era más de lo que podía aguantar. Él se retiró y empujó de nuevo, mientras continuaba penetrándola con sus dedos en su cu.lo. Ella estalló:
—¡Oh, Dios! ¡No pares! —gimió.
Él la agarraba firmemente en sus brazos, mientras la penetraba con golpes largos y duros. Gracias a Dios porque ella estaba completamente exhausta. Su cuerpo se partió en millones de pedazos, cuando el orgasmo la consumió. Flashes coloridos estallaban ante sus ojos antes de cerrarlos, incapaz de aguantar las sensaciones.
—Oh, Dios, muñeca, me estoy corriendo —gritó en su oído.
Ella se abandonó en su pecho, sus brazos lo enlazaron suavemente, mientras él inundaba su co.ño.
Descansó el rostro en su cuello, jadeando. Los brazos de él la mantenían firme, la po.lla aún enterrada profundamente dentro de ella. Permanecieron así un largo tiempo, hasta que él apartó su cara de su cuello, y le dio un beso suave.
—¿Puedes mantenerte de pie? —preguntó, mientras se alejaba ligeramente, liberando su co.ño.
Asintió con la cabeza, aunque no estaba completamente segura de poder hacerlo. Él la deslizó cuidadosamente por su cuerpo y la mantuvo agarrada hasta tener la certeza de que conseguiría sostener su peso.
Metió su pe.ne dentro de los pantalones y cerró la cremallera. Entonces la abrazó, acercándola contra su pecho, descansó la barbilla sobre su cabeza y permanecieron en silencio.
Mientras que su cuerpo se calmó, sintió el frío viento que penetraba por las paredes del granero. Se estremeció en sus brazos y él la apartó, apresurándose en recuperar sus vaqueros, que descansaban en el suelo.
Ella se los puso y volvieron a abrazarse. Dobló su cabeza y la besó. Un beso profundo, tranquilo. Más lento que el habitual, caliente como el infierno.
Suspiró contra sus labios y se apoyó en su pecho. Se sentía débil como una gatita, completamente saciada.
—Vamos a volver a casa —dijo Carlos, con la voz profunda, contra su rostro.
Agarró sus botas y el abrigo y siguió a Carlos hacia fuera del granero. Entraron en la cocina, sacudiendo la nieve de los zapatos. Sacó el abrigo y las botas y se dirigió hacia la sala.
Buscaba a los otros. Quería saber donde estaban, se sentía segura junto a ellos.
James estaba en el ordenador y Logan acostado en el sofá viendo la televisión. Se acercó y se acostó en el sofá con Logan, su confianza afianzada después de lo que había ocurrido en el granero. Además, quería un abrazo afectuoso después del sexo con Carlos.
Logan la envolvió en sus brazos y la acercó a su pecho. Levantó las cejas cuando vio su apariencia arrugada.
—¿Tú y Carlos, tuvisteis un buen paseo?
Enrojeció, asintió con la cabeza, y se apoyó en su hombro.
Él se rio acariciando su cara y su pelo.
Bostezó, y se acurrucó más contra el cuerpo de Logan.
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