|Welcome to my paradise|

Llevaba caminando durante días, llovía ya que estaba entrando la primavera, aunque en Inglaterra llovía día tras día, sin importar la estación que fuera.
Sus padre había muerto de una grabe gripe, al igual que sus hermanas menores y el era el único varón de la familia. Como su madre no trabajaba, él había decidido salir a buscar un trabajo bien pagado, pero por culpa de su religión y su aspecto - aunque la mayoría de las damas le encontraban bastante atractivo - no le contrataban en ningún lugar.
La bolsa con su ropa le pesaba en la espalda pues a parte de estar cansado, apenas había comido y sus fuerzas ya flaqueaban.
Cuando ya estaba a punto de darse por vencido, aquel cartel de colores vivos apareció ante sus ojos. ‘Le cirque de l’espoir’ ponía en grandes letras al principio del cartel y en el medio, dibujado, un león y varios trapecistas al rededor. Sonrió de oreja a oreja, quizá el título tuviera razón y allí tuviera alguna esperanza.

No le costó encontrar la carpa de aquel circo. Estaba aparcada a las afueras del pueblo pero aun así sobresalía por entre las casas. Era roja con rayas amarillas, o quizá viceversa; que más daba. Divisó a varios chicos de su edad sentados sobre el césped, charlando y riendo. Un nudo se le formó en su estómago, echaba de menos su hogar, su familia y sobretodo a sus amigos; pero ya no podía volver.
Aquellos muchachos repararon la vista en él, uno de ellos se levantó con una sonrisa y se acercó hacia él, caminaba dando saltitos, con las manos metidas en los bolsos de su pantalón naranja, que le quedaba por encima de los tobillos. Su expresión era amigable.
-Buenos días, ¿en que podemos ayudarte? - le preguntó, sin dejar de sonreír.
Sus ojos podría decirse que eran azules, aunque también parecían grises y su pelo estaba peinado hacia arriba, en punta. Llevaba una camiseta blanca con rayas azules y unos zapatos de esparto de éste mismo color, bastante rotos.
-Venía porque... quería saber si necesitabais a alguien para algún trabajo o...
-¿Quieres trabajar en el circo? - le preguntó frunciendo el ceño pero aún sonriendo - No pareces el típico chico que lo necesita, tus ropas son muy buenas...
-Créeme, realmente lo necesito - le respondió él mirándole - ¿Dónde puedo encontrar al jefe?
El chico tragó saliva y su expresión se endureció durante unos segundos, luego volvió a sonreír.
-Yo te acompañaré, está dentro haciendo el itinerario de esta noche. Has tenido suerte, ¿sabes? Nos estrenamos hoy en este pueblo - le comentó mientras caminaban hacia el interior de la carpa - Por cierto, me llamo Louis, ¿cuál es tu nombre?
-Zayn - le respondió mirando el interior de la carpa, era enorme. Aquello era precioso. De niño nunca había estado en ningún circo ni en ningún otro sitio, no solía salir mucho de su barrio. A la gente no solía gustarle que fuera diferente, que no fuera... totalmente inglés. No como aquel chico, Louis, a él no parecía importarle.
Quizá por eso se sintió cómodo desde la primera vez que entró allí, quizá por eso se sintió que estaba en casa por primera vez; quizá por eso su mirada se topó con la de ella y ya no pudo apartarse jamás.